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Talleres de redacción periodística

Una aventura educativa hacia la comunicación efectiva y el sentido de pertenencia por nuestros recursos marinos y costeros

Por: Cristina D. Olán Martínez, MA Comunicar siempre ha sido tarea ardua y hoy día lo es aún más. En un mundo interconectado, donde abunda la información de todo tipo, los seres humanos enfrentan la necesidad de compartir conocimiento y, simultáneamente, discernir cuáles son las fuentes apropiadas y veraces. Los medios, tanto impresos como digitales han facilitado el compartir la información, al tiempo en que, por la cantidad casi infinita de recursos, también han incrementado la complejidad en la selección de material confiable. Ante tanta información, ¿qué podemos comunicar que tenga relevancia e impacto para nuestras vidas en el Planeta? ¿Qué nos urge? ¿Cuáles son las necesidades más apremiantes? Las respuestas pudieran ser diversas pero algunos temas definitivamente saldrán a colación: justicia social, economía, salud, medio ambiente, por ejemplo. A nosotras y nosotros, en el Programa Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico (PSGUPR), nos tocan de cerca todos estos temas. Es nuestra misión promover la conservación y el uso sustentable de los recursos marinos y costeros. De nuestros recursos naturales, se derivan beneficios para: las comunidades, la salud, la economía y nuestro bienestar general. Comunicar la gestión del PSGUPR, sus proyectos y los problemas ambientales que aquejan las costas de Puerto Rico constituye parte de nuestra misión. Es por ello que, en alianza con el Centro de Redacción en Español (CRE) de la UPR-

Mayagüez, ofrecimos una serie de talleres de redacción periodística durante el primer semestre del año académico 2014-2015. A través de los talleres, los participantes pudieron: adquirir destrezas esenciales para la redacción de un reportaje, poner en práctica sus destrezas en la búsqueda de información, aprender a realizar entrevistas efectivas, conocer técnicas narrativas, expandir sus conocimientos acerca de la etnografía, comprender aspectos básicos de la fotografía y entender un poco más a fondo los ecosistemas marinos y costeros de Puerto Rico mediante charlas y un viaje de campo. Un total de 13 personas, en su mayoría estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez, participaron de estos talleres. Los participantes fueron seleccionados mediante una convocatoria en la que sometían sus escritos sobre la playa para evaluación de un comité del CRE. Al final, 11 personas sometieron sus escritos para publicación en la revista Marejada. Para ello, recibieron el apoyo del CRE y del PSGUPR en los procesos de edición y revisión de sus escritos. El CRE tuvo a su cargo el desarrollo de los talleres relacionados a redacción periodística, narrativa y entrevistas y el PSGUPR ofreció los talleres de búsqueda de información, etnografía, fotografía y ecosistemas marinos y costeros. El PSGUPR, además, coordinó un viaje de campo a la Reserva Natural La Parguera, Lajas durante el cual los participantes tuvieron la oportunidad de conocer de primera mano el manglar, la pradera de hierbas marinas y el arrecife de coral, al tiempo en que disfrutaron de un hermoso día en los botes del Departamento de Ciencias Marinas de la UPR-Mayagüez. La gran mayoría de los talleres fueron ofrecidos en el Centro de Recursos para la Información Marina y Costera (CRIEM), espacio que forma parte del PSGUPR y que se encuentra ubicado en el Edificio de Física de la UPR-Mayagüez, Salón 310. Allí se dio una dinámica efectiva entre el personal del PSGUPR y del CRE. Los participantes también pudieron interactuar entre estudiantes; no solo porque la mayoría fueran alumnos de la UPRM, sino también porque los recursos del CRE también son estudiantes. El equipo de trabajo del CRE cuenta con varios estudiantes de diversas concentraciones que, una vez adiestrados, están preparados para ofrecer los talleres de redacción. De esta manera, se aumentan las posibilidades de que, tanto estudiantes participantes como estudiantes que laboran en la universidad, puedan desarrollarse más allá del salón de clases tradicional. Los escritos generados a raíz de estos talleres estuvieron enfocados mayormente en la belleza y la importancia de nuestros recursos marinos y costeros, el deterioro de estos y los problemas que afectan nuestras playas. A través de la palabra escrita, pudieron presentar datos y, al mismo tiempo, expresar su sentir y sus preocupaciones. Sus escritos muestran un gran interés por el medio ambiente y expresan un reclamo de acción por parte de todos los sectores sociales. Estamos seguros de que esta experiencia ha sido una de gran valor para las personas que formaron parte de estos talleres. Allí, se enfrentaron a la compleja pero gratificante aventura de comunicar, investigar, dialogar y discernir. De igual modo, se zambulleron en los temas medioambientales que, de una forma u otra, nos afectan a todas y a todos. Esperamos que este esfuerzo haya encendido en ellas y ellos el deseo de seguir conociendo y apreciando el valor y el poder que pueden tener las palabras y la naturaleza al mismo tiempo.

Humedales y estuarios: Recursos invaluables degradados por el impacto humano

Por: Emmanuel García Berríos

Puerto Rico, en su reducido espacio geográfico, encierra una riqueza y diversidad natural de vastas proporciones. Por su cualidad de isla, gran parte del desarrollo cultural e histórico se ha visto íntimamente ligado a la zona costera y áreas adyacentes. Una amalgama de factores, entre ellos la falta de ejecución y de implementación de las leyes y las regulaciones, la ausencia de asignaciones de presupuesto para manejo y conservación y el desconocimiento acerca de la importancia ecológica de los ecosistemas costeros, ha resultado en la pérdida y en el deterioro de gran parte de estos. Debido a su localización en la costa, los humedales y estuarios han sido particularmente vulnerables a las devastadoras consecuencias del impacto humano, viéndose afectada la calidad de la vida costera y marina. Primeramente, es necesario establecer las características que definen y diferencian a dichos ecosistemas. Los humedales, por su parte, constituyen el área transicional entre hábitats terrestres y de aguas profundas. Estos se caracterizan, principalmente, por la presencia de agua estancada o suelos saturados por periodos de tiempo suficiente como para que la composición del suelo varíe en relación a las tierras altas adyacentes. Las condiciones resultantes dan lugar a la proliferación de numerosas plantas y animales, muchos de los cuales presentan adaptaciones especiales que les permiten subsistir a las condiciones cambiantes de los humedales, donde el nivel de saturación y composición del suelo es distinto al de tierra firme.

Los estuarios, en cambio, se definen como la zona donde el agua dulce proveniente de la tierra se mezcla con el agua del mar. Como resultado, surge un hábitat de salinidad variable, dependiente de factores tales como las mareas y el flujo de agua dulce proveniente de ríos y/o canales subterráneos. Los nutrientes terrestres que provienen de los ríos, en combinación con los provenientes de la circulación de las mareas, dan lugar a un terreno altamente fértil y productivo en las zonas cercanas a los estuarios. Usualmente, los estuarios son de baja profundidad, lo que permite una mayor penetración de los rayos solares y como resultado,

mayores variaciones en la temperatura del agua. Las especies que habitan en este ecosistema se distinguen por adaptaciones que incluyen la tolerancia a cambios en salinidad y en temperatura. Tanto los humedales como los estuarios cuentan con una fauna exuberante, producto de la presencia de condiciones favorables para el desarrollo de la vida. Según datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) publicados en el documento Humedales y Peces: Una Conexión Vital, más de 500 especies de peces, además de moluscos y crustáceos, los utilizan como área de desove y crianza, convirtiéndose así en un vivero natural. El documento A Guide to the Ecological Systems of Puerto Rico, por su parte, indica que los humedales son hábitat para alrededor de 100 especies de aves migratorias y residentes, quienes obtienen su alimento de la biodiversidad que estos proveen. De igual manera, especies en peligro de extinción, como lo son manatí caribeño, el pelícano pardo y algunas tortugas marinas, dependen del refugio y alimento que proveen humedales y estuarios para subsistir y reproducirse exitosamente. Mientras que los organismos herbívoros se alimentan de plantas, algas y detrito, los carnívoros y omnívoros cuentan con una variedad de invertebrados, conchas, crustáceos y peces pequeños para alimentarse. Esto da lugar a una red alimenticia interconectada y dependiente de la salud del ecosistema para su sustento. Tal variedad biótica se hace posible gracias a la flora que en ellos prolifera, la cual mantiene una estrecha relación con la fauna y provee los medios para su desarrollo. Entre los distintos tipos de humedales encontramos: los bosques de palo de pollo (Pterocarpus officinalis), los pantanos de agua dulce y los bosques de mangle, entre otros. El tipo de vegetación que predomine dependerá de variables específicas a cada humedal, tales como su ubicación respecto a la costa, nivel del agua, salinidad, temperatura y otros factores de carácter geomorfológico y atmosférico. Además de servir como fuentes de alimento para los organismos herbívoros, proveen refugio y protección a numerosas especies. Tomando el caso de los bosques de mangle, es común encontrar diversos peces y crustáceos que utilizan las raíces del árbol para mantenerse fuera del alcance de potenciales depredadores, quienes debido a su mayor tamaño, no alcanzan a adentrarse entre la red de raíces y troncos del mangle. De esta manera, pueden desarrollarse durante sus etapas más vulnerables libres del peligro de ser devorados. En el caso de Puerto Rico, según lo publicado en el Resumen Ejecutivo del Programa de Manejo de la Zona Costanera, contamos con sobre 34,000 hectáreas de humedales costeros, de los cuales un 42% son salinos y un 58% de agua dulce. Los bosques de mangle representan uno de los humedales más comunes en nuestras costas. En

Vista del litoral costero de Salinas hacia la Cordillera Central.

Vista satelital de la zona costera de Salinas. Se puede observar la delimitación de la Reserva de la Bahía de Jobos.

ellos podemos encontrar cuatro tipos distintos de mangle: el mangle rojo (Rhizopora mangle), el mangle blanco (Laguncularia racemosa), el mangle negro (Avicennia germinans) y el mangle botón (Conocarpus erectus). A pesar de la vasta extensión de los humedales y de su interrelación con las actividades económicas y recreativas que se llevan a cabo en la Isla, existe poca información disponible que permita analizar cuantitativamente el deterioro que han sufrido con el paso del tiempo. Para entender la envergadura del impacto humano en los humedales y estuarios, es necesario tener en perspectiva el trasfondo histórico. Durante el periodo de expansión agrícola de la isla, a mitad del siglo pasado, los humedales fueron fuertemente degradados y destruidos a causa de actividades relacionadas a la agricultura. El dragado de terrenos, el drenaje y la canalización de cuerpos de agua, la eutrofización, el uso de fertilizantes y pesticidas, entre otros factores, contribuyeron a un deterioro considerable de la zona costera. A esto se suma la falta de regulación y de monitoreo que acarreó la realización de un sinnúmero de construcciones costeras, que además de contaminar las aguas, contribuyeron a la deforestación de los bosques de mangle. En Puerto Rico, los humedales son particularmente vulnerables por ser relativamente pequeños, de distribución interrumpida y estar ubicados en áreas con miras de desarrollo. Como era de esperarse, el cese de actividades agrícolas se ha reflejado en la restauración parcial de los humedales. No obstante, hoy día el deterioro continua a causa de actividades humanas. El drenaje para agricultura y control de mosquitos, así como la canalización de ríos para el control de inundaciones, disminuye la cantidad de agua dulce que llega a la costa. Esto repercute en los niveles de salinidad y en el proceso natural de recarga de los humedales. A raíz de estos cambios se ve afectado el ciclo de vida de plantas y animales especialmente adaptados para soportar ciertas concentraciones de salinidad, viéndose imposibilitados a habituarse a cambios tan repentinos en la composición del agua. El relleno utilizado para la construcción y el desarrollo de residencias, comercios e industrias también constituye una amenaza para los humedales. El uso de este relleno, sumado a los desperdicios derivados de la agricultura, del alcantarillado y de las empresas, contribuye a la turbidez y a la

contaminación del agua. Esto provoca, a su vez, el desarrollo excesivo de algas y la muerte de innumerables organismos. A estos factores, se les suma la remoción de gravilla, arena, piedra caliza y otros materiales que son utilizados como materia prima para la construcción. Sin embargo, el impacto más evidente es el causado por la deforestación, que además de remover fuentes de oxígeno que funcionan como pulmones para el medioambiente, aumenta la erosión y la sedimentación, aumenta la turbidez del agua y devasta bosques y hábitats que sirven de hogar y alimento para numerosas formas de vida. Una combinación de las actividades humanas antes mencionadas ha afectado la mayor parte de los estuarios y humedales de Puerto Rico. Un caso particular donde dicho impacto es evidente lo encontramos en el estuario de la Bahía de Jobos. La Reserva de Investigación Estuarina de la Bahía de Jobos (JoBaNERR) es un estuario en el sureste de Puerto Rico, entre los municipios de Guayama y Salinas, que cuenta con programas de manejo, educación, adiestramiento costero e investigación. El mismo se caracteriza por la presencia de diversos ecosistemas y hábitats variados. Entre ellos están el bosque seco subtropical, el bosque de mangle de franja y cuenca, los canales y las lagunas hipersalinas, los salitrales, las praderas de yerbas marinas, los islotes y los arrecifes coralinos. Desde finales del siglo XIX, la cuenca de Bahía de Jobos fue utilizada para el cultivo de caña de azúcar. Para el 1900, comenzaron los procesos de industrialización del cultivo, el cual fue llevado a cabo con muy pocos controles de seguridad. Como resultado, se vio afectada la calidad del agua y por ende, la salud del ecosistema marino. La presión de la industrialización, con actividades como la refinería de petróleo y plantas generadoras de electricidad, abonaron a estos problemas. La JoBaNERR ha identificado ciertos estresores derivados de actividad humana presentes en el estuario, los cuales incluyen: descargas termales, aguas no tratadas, deforestación de mangle y escorrentías urbanas y de actividad agrícola. Como resultado del empobrecimiento de la calidad de agua se ha observado una reducción en la cobertura de coral vivo y en la cantidad de peces. Bajo el amparo de una serie de leyes como la Ley de Vida Silvestre y con la ayuda de entidades como el Cuerpo de Vigilantes (encargado de hacer cumplir los reglamentos y leyes del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales), se ha establecido un Plan de Manejo en la bahía el cual ha reducido el impacto humano, ya que se requiere que toda actividad sea regulada y que cumpla con controles ambientales establecidos por las respectivas agencias gubernamentales. La importancia de trabajar en pos de la conservación de nuestros humedales y estuarios manifiesta su alcance tanto en el aspecto ecológico como en el socio-económico. En el ámbito ecológico, estos espacios actúan como proveedores de hábitat, alimento y protección para gran cantidad de peces, aves, mamíferos, reptiles e invertebrados, algunos de los cuales se encuentran en peligro de extinción. Estos son a su vez, hábitat crítico para la reproducción de algunas especies de aves migratorias. Los bosques de mangle, por otro lado, controlan la erosión de los suelos y funcionan como filtros al remover el exceso de sedimentos, nutrientes y contaminantes. De esta manera, mantienen la calidad de agua en ríos, bahías, estuarios y mares, proveyendo así agua más limpia a sus habitantes, plantas y animales adyacentes.

Coral de cerebro, Pseudodiploria strigosa. Los arrecifes de coral crean barreras naturales que protejen el perfil de la costa del embate del mar. Son también hábitat escenciales para peces y otras especies de vida marina.

Las altas chimeneas son remanentes de la antigua Central Azucarera y a la distancia se pueden observar las chimeneas rojas y blancas de la Central de la Autoridad de Energía Eléctrica en Aguirre.

En lo que respecta al aspecto socio-económico, los humedales son de vital importancia para la industria pesquera. Según la NOAA, cerca de un 75-90% de los peces y mariscos pescados comercialmente provienen directamente de los humedales y manglares o se desarrollan en ellos durante sus etapas tempranas. Los manglares sirven como barreras naturales contra huracanes y tormentas mientras controlan inundaciones por la naturaleza de sus suelos. Ángel Dieppa, coordinador de investigación de JoBaNEER, recalcó que estos ecosistemas “son de gran importancia económica, no solo para el sustento de pescadores, sino también como protección de nuestras costas, de fenómenos atmosféricos y más aún por los efectos del cambio climático, esto último por la resiliencia de los manglares”. Asimismo, son áreas turísticamente atractivas, que con las debidas precauciones, pueden ser utilizadas como zonas recreativas. Tomando en cuenta que gran parte de la economía depende de la proliferación del turismo, la perdida de estos ecosistemas acentuaría aún más nuestra actual crisis económica.

A la luz de los hechos es imprescindible concientizarnos sobre los diversos métodos mediante los cuales podemos trabajar para detener el continuo deterioro de nuestros humedales y estuarios, proveyendo así las condiciones apropiadas para su regeneración y funcionamiento sustentable. Por una parte contamos con las herramientas legislativas. Recientemente, se han implementado una serie de modificaciones a leyes existentes, tales como la Ley Núm. 215 del 28 de septiembre de 2006 y la Ley Núm. 138 del 4 de junio de 2004, las cuales enmiendan la Ley Sobre Política Pública Ambiental y la Ley de Servidumbre de Conservación de Puerto Rico respectivamente, cuyas disposiciones contribuyen a evitar y prevenir la degradación de los humedales. Bajo estos estatutos, se necesita de permisos especiales expedidos por agencias de gobierno, como el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), para realizar cualquier tipo de alteración al ecosistema. De igual manera, varias regulaciones limitan el acceso del público a zonas sensitivas además de controlar la extracción de recursos, el anclaje, la pesca y cualquier actividad que pueda alterar el medio ambiental. Se entiende por zonas sensitivas aquellas que el DRNA identifica como meritorias de protección especial o que requieren ser restauradas debido al deterioro causado por el uso inadecuado, no sustentable de los recursos. Algunas de las regulaciones que controlan el acceso público a zonas sensitivas son:

Imagen aérea de la zona del Estuario de Bahía de Jobos.

• Ley Núm. 134 del 1998, la cual le otorga al

DRNA la potestad de designar como reservas naturales ciertas áreas anegadas o anegables que no lo están por acciones humanas., es decir, áreas inundadas o susceptibles a inundación en las que, debido a actividades humanas, ya no se acumula agua. • El Plan Estratégico para la Conservación y

Manejo de Humedales Costeros de Puerto Rico. • Ley Núm 031 del 2000, la cual faculta al

Secretario/a del DRNA a reglamentar la protección, el manejo y la conservación de los humedales de Puerto Rico.

Por otro lado, es indispensable una acción ciudadana activa para asegurar las mejores condiciones para los ecosistemas costeros. Mediante la creación de conciencia social, se mejoran los procesos de fiscalización mientras se disminuyen los daños causados por desconocimiento de la problemática actual. Asimismo, la participación de la ciudadanía ayuda en el monitoreo y en la identificación de áreas amenazadas. Grupos comunitarios, como el Programa de Compañeros para la Pesca y Vida Silvestre, han contribuido a restaurar más de 100 acres de humedales y a establecer alrededor de 3 millas de zonas de amortiguamiento riberino en el Caribe. El investigador Ángel Dieppa brindó una serie de medidas que puede tomar la ciudadanía para evitar el deterioro de nuestros humedales y estuarios, así como para contribuir a su restauración. Estas incluyen: • Promover la educación, la sensibilización y la concienciación sobre la protección de los ecosistemas costeros y las áreas naturales protegidas y que se conozcan los efectos adversos del desparrame urbano e industrial sobre estos. • Reconocer la importancia del reciclaje, no solo para reducir la cantidad de basura que llega a los vertederos, sino también la que llega a los ecosistemas marinos. • Reducir en el consumo energético y de agua, que a su vez se reflejan en disminución de la contaminación ambiental.

La importancia de la conservación de los humedales se hace evidente al ver el rol que juegan tanto para la salud de los ecosistemas marinos como en nuestra economía y actividades sociales. Igualmente evidente es el impacto causado por nosotros con el pasar de los años cuyas consecuencias enfrentamos en la actualidad. Somos un territorio enteramente rodeado de agua, por ende, nuestro desarrollo ha estado y seguirá estando ligado al uso de nuestras costas.

Si continuamos con su deterioro y paulatina degradación, ¿qué podemos esperar del futuro de nuestra Isla? Los esfuerzos recientes vislumbran un futuro más prometedor en cuanto a la restauración de nuestro ecosistema costero. No obstante, queda mucho por hacer. No será hasta que nos unamos como un pueblo comprometido a salvaguardar nuestros recursos, respetuosos de nuestra bella, rica y abundante naturaleza, que seremos capaces de mirar hacia atrás y regocijarnos al reconocer que cuando trabajamos en beneficio del medio ambiente, trabajamos en nuestro propio beneficio y en el de cada organismo viviente sobre la faz de la Tierra.

Glosario

1. arrecife coralino - El coral es una colonia de organismos marinos formados por la asociación de un alga y un pólipo de coral.

Asociados con los corales viven una gran variedad de algas coralinas, plantas y animales acuáticos que en conjunto forman lo que en su totalidad llamamos el arrecife de coral.

2. bosque de mangle de franja y cuenca - Es un bosque compuesto por mangles rojos seguidos por los mangles negros. Los primeros se caracterizan por sus raíces colgantes y mayor resistencia a cambios en salinidad mientras que los segundos carecen de raíces colgantes y cuentan con un gran número de neumatóforos (poros respiratorios).

3. bosque seco subtropical - Es un bosque caracterizado por la escasez de lluvia y por un clima mayormente seco. Debido a factores como los vientos, el salitre y las lluvias poco frecuentes, generalmente se desarrolla un bosque denso y de baja elevación con organismos adaptados para resistir la sequía y las altas temperaturas.

4. detrito - Material de origen vegetal y animal muerto y en descomposición. 5. estuario - Cuerpo de agua semi-cerrado con una conexión al mar donde agua salada y dulce se mezclan.

6. eutrofización - Incremento en sustancias nutritivas en el agua, lo cual provoca un crecimiento excesivo de algas y la reducción de oxígeno. 7. humedal - Áreas transicionales entre sistemas acuáticos y terrestres frecuentemente inundadas o saturadas por aguas superficiales y subterráneas durante un periodo de tiempo suficiente como para que empiecen a ocurrir unos cambios en el suelo y que favorecen el crecimiento de vegetación especialmente adaptada a vivir en estas condiciones.

8. islote - Isla pequeña, generalmente inhabitada por humanos. En las costas de

Puerto Rico es común que los mangles proliferen en estos.

9. lagunas hipersalinas - Lagunas que se caracterizan por tener una pobre comunicación con el mar y una salinidad promedio mayor de 40%. Se encuentran en regiones de alta evaporación, con un régimen de poca lluvia y escasa escorrentía. Las altas temperaturas y la concentración de sal tienden a limitar o inhibir la reproducción y crecimiento de muchas especies de plantas y animales.

10. praderas de yerbas marinas - Tipo de vegetación sumergida de apariencia parecida a los pastos que se encuentra en áreas poco profundas del ambiente costero.

11. salitrales - Lugares llanos detrás de la orilla donde el agua del mar que penetra tierra adentro en las mareas altas se evapora y como resultado se acumula sal en el suelo.

12. variedad biótica - Diversidad de organismos vivos, entiéndase plantas y animales, que habitan un área particular.

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El autor agradece la información provista por todo el equipo de trabajo de la Reserva Nacional de Investigación Estuarina de Bahía de Jobos, particularmente por Ángel Dieppa, Ernesto M. Olivares Gómez, Carmen M. Díaz Pérez, Damaris Delgado López y Aitza E. Pabón Valentín.

Vista desde el plantel del Centro Informativo del Bosque Estatal de Guánica, Reserva Biosférica Internacional en Puerto Rico. Al fondo a la derecha, se puede observar el Cayo Aurora, conocido popularmente como Isla Gilligan.

El Bosque Estatal de Guánica: Patrimonio de la Humanidad

Por Liann Ruiz Crespo El suroeste de Puerto Rico alberga uno de los bosques secos subtropicales mejor preservados en el mundo: el Bosque Estatal de Guánica. Las altas temperaturas, la radiación solar y la poca cantidad de lluvia que reciben caracterizan los bosques secos. El Bosque Estatal de Guánica presenta uno de los climas más secos de Puerto Rico ya que recibe un promedio anual de 30 pulgadas de lluvia. El Bosque Seco, como se le conoce en todo Puerto Rico, se encuentra localizado al sur de Puerto Rico entre los municipios de Guánica, Guayanilla, Yauco, Ponce y Peñuelas. Este bosque abarca una gran variedad de ecosistemas en los cuales la cantidad de especies, tanto fauna como flora, es exorbitante. Habitan más especies de animales que en el Bosque Nacional El Yunque, lo cual evidencia la complejidad ecológica del lugar. “El Yunque tiene cuatro tipos de bosques distintos: el Bosque de Palma de Sierra, el Bosque de Tabonuco, el Bosque Enano y el Bosque de Palo Colorado. Guánica se divide en nueve: el bosque deciduo, el siempre verde, el área de plantaciones, el manglar, el matorral de costa, el plato rocoso, el bosque espinoso, el área de playa y las áreas perturbadas. Por lo tanto, la complejidad de microhábitats y de nichos ecológicos es una bien diversa, y esto genera una complejidad en las especies al igual,”explicó el biólogo Miguel Canals Mora, Ex-Oficial de Manejo del Bosque Seco de Guánica. Las áreas mencionadas en conjunto forman las 16.7 millas cuadradas aproximadas que son la reserva, las cuales llegan hasta mar adentro, donde los arrecifes de coral luchan por subsistir debido al exceso de sedimentación, contaminación y otros factores resultantes de la actividad humana. A través de estos sistemas ecológicos, se han encontrado alrededor de 166 especies de aves, 21 de reptiles, 6 de anfibios, 550 de plantas y 60 especies de corales, entre otros1 .

1 Estos números fueron obtenidos de la hoja informativa Bosques de Puerto Rico: Bosque Estatal de Guánica, publicada por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales de Puerto Rico.

Esta complejidad ecológica fue la causa de su designación como Reserva de Biosfera Internacional por el Programa El Hombre y la Biosfera de las Naciones Unidas en 1981 y luego como Reserva Forestal por la Junta de Planificación en 1985. El bosque cuenta con una vegetación mayormente de plantas que se han adaptado a condiciones desérticas o áridas. Sus suelos tierra adentro son secos y rocosos, de alto pH2, según se explica en el artículo “Structure, Productivity, and Transpiration of a Subtropical Dry Forest in Puerto Rico,” publicado en la revista Biotropica. Estos son suelos alcalinos, que debido a su alta concentración de carbonato de calcio evitan que las plantas absorban todos los nutrientes que necesitan. Este es uno de los factores determinantes en el desarrollo de su flora. Es importante mencionar que el bosque da hogar a varias especies en peligro de extinción. El guabairo (Caprimulgus noctitherus) y el sapo concho (Peltophryne lemur) son algunas a las que se les ofrece mayor vigilancia, debido a que la mayor parte de sus poblaciones se encuentran solamente en el bosque seco. En este bosque también se han descrito especies nuevas para la ciencia tales como las hormigas Camponotus taino, Camponotus kaura y Solenopsis torrei. La existencia de especies en peligro y especies nuevas para la ciencia reafirma la importancia del bosque como lugar de investigación. “Han habido varias investigaciones de mucha importancia como estudios sobre la biología y la reproducción del sapo concho, en la que he estado trabajando por 30 años, y el estudio de las fluctuaciones de las aves migratorias,” recalcó Canals Mora. Además, el estado de preservación del bosque ha servido para el estudio en general de los bosques secos. Mundialmente, los bosques secos tropicales y subtropicales constituyen la mayoría del total de bosques tropicales. Sin embargo, según lo que se explica en el artículo “Structure and Biomass of a Subtropical Dry Forest in Puerto Rico,”

2 El pH es el índice que expresa el grado de acidez o alcalinidad de una disolución (mezcla que resulta de disolver cualquier sustancia en un líquido). Se mide en una escala de 0 al 14. Entre 0 y 7 la disolución es ácida y del 7 al 14 es alcalina. Si se encuentra en el 7 se dice que es neutral. El San Pedrito, Todus mexicanus, es una de las 14 especies de aves endémicas de Puerto Rico que se encuentran en el Bosque Seco de Guánica.

Foto: Oliver Bencosme Palmer

estos no han recibido la misma atención que los bosques húmedos, por lo que la información sobre ellos puede resultar limitada. La carencia de información puede verse también como una oportunidad para que más personas realicen investigación en los bosques secos. A pesar del valor ecológico del Bosque Estatal de Guánica, existen factores que amenazan la seguridad y estabilidad de la reserva. Entre algunas de las causas que afectan el lugar se encuentran los incendios forestales, los cuales promedian cien al año, y la introducción de especies invasoras, como el chinche (Hypogeococcus pungens) que afecta adversamente a los cactos. Cabe recalcar que toda persona comprometida con la protección de este bosque es bienvenida al mismo. El que desee explorar esta gran cúspide de la interacción biológica lo puede lograr mediante recorridos en las veredas designadas, que se extienden varios kilómetros por el bosque. Una de las más frecuentadas es la vereda Ballenas, donde se encuentra la atracción más aclamada en el área de vegetación siempre verde: el Guayacán Centenario. Aunque el camino se extiende a lo largo de dos kilómetros hasta llegar a la playa Ballenas, en su ruta un pequeño desvío exhibe a este árbol que ha plantado sus raíces allí por más de 700 años. También, en el trayecto se encuentra una plantación de caoba, la cual ejemplifica uno de los efectos determinantes de una zona árida: la razón de crecimiento en un bosque seco es relativamente lenta, pues estos árboles llevan más de 50 años en su lugar, manteniendo aun un modesto tamaño. Otros recorridos ofrecen largas vistas escénicas y ojeadas a la activa vida animal del lugar, como las veredas Lluberas, Granados y Cueva. Esta última obtuvo su nombre del sistema de cuevas de cal que se encuentran en el bosque, del cual se destaca la Cueva de los Murciélagos. Esta es también conocida como la Cueva Lago de Guano, pues los desechos de estos mamíferos saturan las aguas interiores. Es aquí donde la presencia de nuestros aborígenes queda plasmada en petroglifos, divisados por las paredes rocosas. No obstante, no se limitan al lugar, puesto que, según expone el Documento de designación de la Reserva Natural Estatal de Guánica, se han encontrado yacimientos arqueológicos en otras zonas rocosas del bosque.

Al llegar al Centro de Información, los visitantes, pueden instruirse sobre la complejidad, la riqueza natural y la importancia científica del Bosque Estatal de Guánica. Allí se pueden disfrutar de vistas panorámicas, de caminatas por extensas veredas que se interconectan desde la montaña hasta la costa y de la observación de la flora y la fauna del ecosistema de bosque seco subtropical.

Las agencias federales y estatales han identificado 15 especies como raras, vulnerables o en peligro de extinción en el Bosque Estatal de Guánica. El sapo concho, Peltophryne lemur, es una de las especies de fauna protegidas por el Reglamento del Departamento de Estado Núm. 6766.

Por otra parte, al recorrer la costa de la reserva, los ecosistemas marinos revelan un paisaje distinto. Algunas de las vistas son los mencionados árboles de mangle, como el mangle rojo (Rhizophora mangle) y las playas arenosas, donde grandes cantidades residuales de algas pardas (género Sargassum) yacen sobre la orilla. La vereda Mesetas se encuentra al final de este recorrido costanero, la cual comienza en la Playa Tamarindos. Árboles como el mangle botón (Conocarpus erectus) y suculentas como el Melocactus intrortus, acompañan el paisaje. El pelícano pardo (Pelecanus occidentalis) vuela por doquier. El final de la vereda cuenta con árboles pequeños y torcidos, muy parecidos a los bonsái. La observación de flora y fauna no se limita a la zona terrestre. Se permiten otras series de actividades que van acorde con su estado de reserva natural, como el esquí acuático, el surfing, y el buceo, por lo que es posible adentrarse finalmente en las ochomillas náuticas que incluye la reserva. Aquí se encuentran los arrecifes de coral, donde en conjunto con los manglares y las praderas de hierba de tortuga (Thalassia testudinum) de la zona, forman un sistema marítimo de gran importancia, cuna de especies juveniles provenientes del mar o habitantes del mismo arrecife. Algunos de estos son especies de peces que se encuentran en prohibición de pesca como el mero cherna (Epinephelus striatus), por ejemplo. Son muchas más las actividades que el turista puede disfrutar. Excursiones, pasadías, corridas en bicicleta, entre otras. Como en toda actividad, los visitantes deben tomar ciertas precauciones, que incluyen llevar consigo agua y bloqueador solar, pues es una de las zonas que más radiación solar recibe en Puerto Rico y la sombra es escasa. El manejo incorrecto de desechos, así como las fogatas fuera de las áreas designadas son acciones sancionables. El Bosque Seco de Guánica es una verdadera maravilla ecológica. La visita a este lugar de gran importancia biológica para la humanidad constituye una experiencia que toda persona debe realizar. ¡Anímate a visitar esta joya de nuestra Puerto Rico!

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Eloy Martínez Rivera: Nuevo manejador en el Bosque Estatal de Guánica

Por: Cristina D. Olán Martínez, MA Desde julio de 2015, el Bosque Estatal de Guánica (BEG) cuenta con nuevo manejador: Eloy Martínez Rivera. Martínez Rivera posee un bachillerato en Biología Marina Costanera de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Humacao, y un doctorado en Oceanografía de la Universidad del Sur de la Florida (USF), donde ha fungido como profesor de biología y genética. Su amor por la naturaleza se remonta a la niñez. Desde pequeño, estuvo en contacto cercano con los ecosistemas costeros de la Isla, nos relató el nuevo manejador, quien cuenta con múltiples intereses de investigación. “Mis intereses de investigación yacen en evaluar cómo los cambios en temperatura ambiental alteran la fisiología y el desempeño de animales ectotérmicos marinos y terrestres. A mayor escala, estos estudios proveen información clave acerca de cómo las actividades de alta demanda energética, como la reproducción y el crecimiento, se verán afectadas por el cambio climático,” explicó. Asimismo, el científico ha laborado en estudios fisiológicos con insectos invasores, evaluando cómo los factores climáticos alteran la distribución y abundancia de los mismos. También, ha llevado a cabo investigaciones en peces marinos en diversas áreas geográficas, incluyendo las aguas heladas del Océano Sur, alrededor del continente Antártico. Como manejador, tiene en sus manos grandes responsabilidades. El BEG ostenta una amplia gama de ecosistemas que van desde la tierra hasta 8 millas náuticas cuadradas en el mar. “El BEG es uno de alta complejidad biológica, donde la fauna y la flora existentes en el mismo muestran adaptaciones muy particulares, en respuesta a la baja precipitación, la exposición al salitre y a las altas temperaturas. Sus paisajes deslumbrantes y su densidad vegetativa hacen del BEG un área ideal para el esparcimiento y la recreación de nuestros visitantes, al igual que compone un escenario ideal para la investigación científica. Nuestro bosque es actualmente el bosque seco subtropical mejor preservado a nivel mundial, a tal punto que las Naciones Unidas lo ha reconocido por más de tres décadas como una Reserva Internacional de la Biosfera,” resaltó el manejador al tiempo en que mostró también una gran preocupación por la conservación de los recursos naturales. “Dentro y fuera de nuestros bosques, reservas y refugios, la conservación de los recursos naturales es responsabilidad de todos y todas. El uso sensible de los recursos naturales por parte del ser humano, así como estrategias efectivas de manejo, van de la mano cuando tenemos como fin la conservación del recurso a perpetuidad. Para alcanzar dicha meta, el componente de manejo trasciende fronteras agenciales e integra de manera efectiva a las comunidades en actividades turísticas que redunden en un desarrollo económico local y sensible al medio ambiente que lo apoya,” puntualizó el biólogo quien, en su tiempo libre, disfruta de la pesca recreativa, el buceo y la fotografía.

El equipo editorial de la revista Marejada y, particularmente, Oliver, “Pichón” y esta servidora, agradecemos el buen trato, la ayuda, la información y todas las atenciones brindadas por Eloy durante la visita de campo al BEG.

Foto tomada en el tope de un glaciar en Adelaide Island en la península Antártica.

Áreas marinas protegidas: Una alternativa para el manejo de nuestros recursos marinos y costeros

Vista aérea de Punta Arenas en la Reserva Natural Isla de Mona.

Por Wanda M. Ortiz Báez

Las áreas marinas protegidas (AMPs) son un mecanismo para la conservación y el manejo de los recursos marinos y costeros. Mediante la creación de AMPs se brinda protección a recursos de gran valor ecológico, económico, ambiental, histórico, social y cultural. De igual forma, se obtienen muchos bienes y servicios relacionados al turismo, a la recreación y al uso comercial de dichos recursos.

Son múltiples los usos que los seres humanos les damos a los recursos marinos y costeros. La creación de un AMP puede ayudar a conservar estos recursos al mismo tiempo en que las personas los continúan utilizando sustentablemente. Cuando se crea un AMP, se seleccionan los usos que se van a permitir y los que no se van a permitir. También se decide cuáles van a ser las estrategias de manejo y conservación. A continuación, ofrecemos más información sobre lo que son las AMPs, cómo son designadas, su funcionamiento y los beneficios que nos ofrecen.

¿Qué son las AMPs?

Las AMPs son un mecanismo de planificación o estrategia de manejo que se establece con el propósito de fomentar la conservación y la protección de los recursos naturales, históricos y culturales de una zona en particular. Las AMPs ayudan también a la recuperación de las poblaciones de especies impactadas por los seres humanos y a la reducción de conflictos de uso generados por los usuarios de los recursos. Según la Orden Ejecutiva AMP # 13158 (“MPA Executive Order # 13158”) del gobierno de los Estados Unidos, las AMPs se definen como “cualquier área del ambiente marino designada por leyes y regulaciones federales, estatales, territoriales, tribales o locales con el fin de proveer protección para una parte o todos los recursos naturales y culturales dentro de ellas”. Estas zonas se han utilizado, a lo largo de los años, como herramientas para: conservar la biodiversidad, manejar las pesquerías, proteger

recursos históricos y culturales y brindar protección legal a los recursos cobijados por la designación del AMP. Generalmente, las zonas identificadas como AMPs son espacios sensitivos que se han visto deteriorados por las acciones antropogénicas, es decir, acciones llevadas a cabo por los seres humanos. Son diversos los tipos de AMPs. Según lo expuesto por la científica marina Michelle Schärer Umpierre, alrededor del mundo existen muchas zonas naturales agrupadas bajo la designación de AMP. Estas pueden estar catalogadas como: parques marinos, santuarios marinos, áreas marinas manejadas, áreas de conservación, reservas ecológicas o reservas de la biosfera marina. También, se les puede conocer como: reservas pesqueras, áreas cerradas (“closed areas”), zonas de veda o zonas de no extracción. La composición de las AMPs varía de acuerdo a su ubicación en o alrededor de la costa. Estas pueden incluir espacios terrestres (ej. tierra emergente, humedales, manglares), espacios sumergidos (ej. arrecifes de coral, praderas de hierbas marinas), espacios mixtos (ej. porción terrestre y otra porción de suelo marino) o lagunas costeras (ej. cuerpos de agua atrapados en zonas terrestres). En Puerto Rico, las AMPs son determinadas mediante una orden legislativa generada a través de propuestas y peticiones de las comunidades cercanas a estos espacios marinos. También, pueden ser designadas a partir de órdenes ejecutivas o administrativas del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), según explicó el planificador Carlos Carrero Morales. Dentro de las categorías denominadas para las AMPs en Puerto Rico, se encuentran las siguientes: reservas marinas (RM), reservas naturales (RN), reservas naturales estuarinas (RNE) y las reservas naturales de investigación estuarina (RNIE). Además, se incluyen aquellas que se consideran parciales debido a que son zonas de no extracción durante tres meses del año. Estas son: Tourmaline Bank, Bajo de Sico y Abrir la Sierra, localizadas en el Canal de la Mona, al oeste de Puerto Rico. De acuerdo a la información provista por la doctora Schärer Umpierre y por el Resumen de Reglamentaciones Vigentes y Propuestas de la NOAA para estas áreas, el propósito de la veda

Vista aérea de la zona del Condado y Puerta de Tierra. La Laguna del Condado es una Reserva Natural Estuarina.

es proteger las agregaciones de peces durante los meses de diciembre, enero y febrero en Abrir la Sierra y en Tourmaline Bank, y de octubre a marzo en el Bajo de Sico. En el tiempo de veda del Bajo de Sico, está prohibida tanto la pesca como la posesión de peces de arrecife. Sin embargo, la pesca de la langosta común y de especies altamente migratorias está permitida durante todo el año. Por otro lado, para Abrir la Sierra y Tourmaline Bank el periodo de veda prohíbe todo tipo de pesca incluyendo aquellas especies altamente migratorias y la langosta común.

Vista aérea de la Reserva Boquilla en Mayagüez.

Tabla 1. Lista de las AMP de Puerto Rico que abarcan una porción del suelo marino, año en que fueron designadas y su respectiva categoría (Preparada por Michelle Schärer Umpierre, 2014)

Arrecife de Isla Verde, Carolina (2013) RM Laguna del Condado, San Juan (2013) RNE Corredor Ecológico del Noreste, entre Luquillo y Fajardo (2013) RN Punta Cucharas, Ponce (2007) RN Tres Palmas de Rincón, Rincón (2004) RM Finca Belvedere, Cabo Rojo (2003) RN Punta Guaniquilla, Cabo Rojo (2002) RN Caño La Boquilla, Mayagüez (2002) RN Punta Yeguas, Yabucoa (2001) RN Isla Desecheo, Desecheo (2000) RM Canal Luis Peña, Culebra (1999) RN La Parguera, Lajas (1998) RN Bosque Estatal de Boquerón, Cabo Rojo (1998) RN Río Espíritu Santo, Río Grande (1998) RN Pantano Cibuco, Vega Baja (1998) RN Hacienda La Esperanza, Manatí (1998) RN Cueva del Indio, Arecibo (1998) RN Cabezas de San Juan, Fajardo (1998) RN Bahías Bioluminiscentes de Vieques, Vieques (1998) RN Arrecifes de Tourmaline, Mayagüez (1998) RN Isla Mona y Monito (1997) RN Abrir la Sierra, región Oeste (1996) Parcial (3 meses) Bajo de Sico, región Oeste (1996) Parcial (6 meses) Tourmaline Bank, región Oeste (1993) Parcial (3 meses) Bosque Estatal de Guánica, Guánica (1985) RN Bahía de Jobos, entre Guayama y Salinas (1981) RNIE Arrecifes de Guayama, Arroyo (1980) RN Arrecifes de la Cordillera, Fajardo (1980) RN Caja de Muertos, Ponce (1980) RN Punta Petrona, Santa Isabel (1979) RN RM – reserva marina RN – reserva natural RNE – reserva natural estuarina RNIE – reserva natural de investigación estuarina

Beneficios del establecimiento de las AMPs

La efectividad de las AMPs depende de varios factores; entre ellos, el grado de pesca permitido, las reglamentaciones exigidas por la autoridad a cargo, la edad y el tamaño de la AMP y la presencia de hábitats contiguos. Es decir, para que un AMP tenga un desempeño exitoso la misma debe: 1) permanecer vedada como zona de no extracción, 2) ser manejada rigurosamente y que haya cumplimiento de leyes y reglamentos, 3) llevar muchos años de establecida como AMP, 4) tener un tamaño mayor de 100 km2 y 5) estar aislada. A estas características se les conoce como NEOLI por sus siglas en inglés (“no-take, enforced, old, large and isolated”). Estos criterios indican que: las especies deben ser protegidas, se necesita un manejo efectivo, los esfuerzos a largo plazo y el tiempo de vida de las especies son importantes y la extensión es esencial para mantener conectividad entre los hábitats y las especies. Se ha demostrado que la mayoría de las áreas evaluadas alrededor del mundo solo incluyen entre una a dos especificaciones conformes al NEOLI.1 Esto representa una desventaja debido a que sus condiciones no se distinguen mucho de las zonas donde se llevan a cabo la extracción y la pesca. Sin embargo, aquellas AMPs que poseen entre cuatro a cinco de las características mencionadas anteriormente, poseen un funcionamiento mucho más eficiente ya que cumplen mejor con sus propósitos de conservación y pueden proporcionar servicios más amplios tanto para los seres humanos como para las demás especies que viven y dependen de los espacios protegidos por la misma. A mayor cantidad de estos factores en cada AMP, mejor será su calidad y mayores beneficios se obtendrán. A continuación, explicamos cómo las AMPs ayudan a la obtención de bienes y servicios provistos por el mar.

Recursos, bienes y servicios del mar y función de las AMPs

Las AMPs ayudan a la recuperación, a la restauración y a la resiliencia de los ecosistemas

1 Los estudios Marine ecoregions of the world: a bioregionalization of coastal and shelf areas e Integrating abundance and functional traits reveals new global hotspots of fish diversity abundan en el tema de NEOLI. Pesca de orilla en Playa Pájaros, Isla de Mona. La pesca de orilla es el único tipo de pesca que se permite en esta reserva.

marinos protegidos mediante de su designación. En estos procesos, se les otorga cierto nivel de protección a los espacios designados para que puedan recuperarse de los impactos antropogénicos o adquirir la capacidad de adaptarse a los cambios ambientales que enfrentan. Son áreas tanto de retención como de dispersión de nutrientes y permiten que la vida marina pueda repoblarse en caso de que haya estado amenazada anteriormente.

Las AMPs sirven, además, como hábitats y refugios que albergan muchas especies migratorias, comerciales y ornamentales. Estas protegen: la biodiversidad y el “pool” genético de las distintas poblaciones en un ecosistema; las cuencas; las funciones críticas del medio ambiente; la vida silvestre (para que estos puedan aparearse, desovar, crecer y desarrollarse); y a los ecosistemas de las actividades humanas desmedidas. De igual manera, los ecosistemas que las AMPs contienen salvaguardan las costas de tormentas e inundaciones, secuestran contaminantes, asimilan desperdicios, regulan el clima y ayudan a la recarga de aguas subterráneas. Además, en estos espacios se pueden encontrar organismos de importancia comercial (de gran tamaño y en grandes cantidades) los cuales solían ser explotados. Es por ello que las AMPs favorecen la recuperación de especies amenazadas y en peligro de extinción. Debido a la presencia de estas especies, las AMPs suministran oportunidades de educación ambiental e investigación científica. Ruperto Chaparro Serrano, director del Programa Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico, añadió que las AMPs

también poseen gran valor cultural, espiritual, económico y comunitario. Estos establecimientos abren puertas a la interacción humana mediante la recreación y el turismo. Además, permiten el desarrollo de actividades educativas y de conservación y promueven el disfrute en general. Las áreas protegidas, debido a su estética atractiva, aportan a la economía de las comunidades adyacentes. Tanto el turismo como la recreación son también aspectos esenciales para el éxito económico de: los hoteles, los restaurantes y otros negocios establecidos alrededor de estas zonas. Además, las AMPs aumentan la productividad de las pesquerías cercanas ya que estas permiten que los peces se reproduzcan dentro de las AMPs y que luego, fuera de las AMPs, se puedan capturar especies de mayor tamaño y en gran abundancia. Los beneficios que proveen las AMPs están asociados a los distintos ecosistemas y a los servicios que cada uno de estos ecosistemas les suministra a los seres humanos. Estos son conocidos como servicios de ecosistema y se mencionan algunos en la Tabla 2.

Ecosistema coralino en las aguas de la Reserva Marina de la Isla Desecheo.

Tabla 2. Lista de bienes y servicios identificados por el Departamento de Mancomunidad del Ambiente y el Patrimonio (Commonwealth of Australia, 2003) Bienes

• Alimentos • Materia prima (ej. algas) • Producción de materiales • Tratamientos y productos medicinales • Especímenes vivos para acuarios • Materiales de construcción lentamente o no renovables • Minerales • Petróleo

Servicios

• Mantenimiento de las costas • Protección de las tormentas e inundaciones • Producción de arena • Reciclaje de nutrientes Asimilación de desechos y remediación • Mantenimiento de la calidad de agua • Hábitat para un sin número de especies • Mantenimiento de la biodiversidad • Mantenimiento de la resiliencia biológica • Mezcla y transporte de la producción orgánica de las redes alimentarias • Desarrollo y transporte de larvas y juveniles • Energía de las olas y las mareas • Recreación • Inspiración y sustento de valores estéticos, culturales y espirituales

Los servicios de ecosistemas de las AMP pueden ser clasificados bajo las categorías de ‘uso’ y ‘no uso’ según mostrados en la Tabla 3. Aquellos obtenidos a partir de su uso se ubican dentro de las subcategorías de uso directo, uso indirecto y uso opcional. En cambio, donde no se implementa uso alguno, los beneficios se consiguen por legado (herencia) o por la mera existencia de estas áreas. Es importante mencionar que los beneficios de cada AMP van a variar de acuerdo a su ubicación, a los propósitos de designación y a las metas predeterminadas. Algunos ejemplos de beneficios de las AMPs, de acuerdo a la clasificación antes mencionada (‘uso’ y ‘no uso’), se encuentran en la Tabla 3. Dado que las AMPs brindan múltiples beneficios, es vital poder implementar una ejecución rigurosa y eficiente de las regulaciones. Asimismo, la asignación de un presupuesto para labores de manejo, de investigación y de educación es esencial para mantener las AMPs. Así, se asegura el buen funcionamiento de estos espacios y el bienestar de todos los organismos que dependen de los mismos. A medida que esto suceda, se posibilita el uso y el disfrute de los bienes y servicios que conceden las AMPs.

Tabla 3. Beneficios del ‘uso’ y ‘no uso’ de las AMPs y sus subcategorías.

Uso

Uso directo Uso indirecto Uso opcional Legado

Recreación Turismo Educación Investigación Servicios del ecosistema (Estabilización climática, recarga de aguas subterráneas, control de inundaciones, secuestro de carbono y contaminantes, hábitat para especies, retención de nutrientes, prevención de desastres naturales, servicios naturales, protección de las cuencas) Información y usos futuros Beneficios obtenidos, legado marino y costero Pueden ser históricos y culturales. Biodiversidad Valores espirituales, culturales y comunitarios Apreciación del paisaje

Vista de la Reserva Marina de Tres Palmas de Rincón. Al fondo, se observa la Isla Desecheo.

No uso

Existencia

1. acciones antropogénicas - Acciones causadas por el ser humano. 2. agregaciones - Grupos de peces de la misma especie que se encuentran en grandes densidades, en un mismo lugar y temporada, para llevar a cabo su reproducción. 3. asimilación de desechos - Incorporar al medioambiente los desechos y residuos producidos por los organismos, incluyendo los producidos por los seres humanos. Esta absorción se realiza de diversas maneras, como por ejemplo: dispersión de residuos líquidos en ríos, mares y suelos, dispersión de emisiones gaseosas en la atmósfera y degradación de residuos sólidos en los suelos o en las aguas. 4. biodiversidad - Variedad de seres vivos en el planeta Tierra. 5. comunidades adyacentes - Grupo de personas de una región que queda próxima a algún lugar.

En este caso, se refiere a aquellas comunidades que están situadas inmediatas a una AMP. 6. conectividad - Conexión y grado de movimiento entre distintas especies y sus hábitats. 7. cuencas - Territorios donde sus aguas afluyen a un arroyo, río, lago o mar. 8. desovar - Soltar o depositar huevos. 9. hábitats contiguos - Ambientes que ocupan las poblaciones de organismos y que quedan unos junto a los otros. 10. pesquerías - Sistema que involucra las especies de peces que son pescadas, el área en la que se pescan, los métodos que se utilizan para pescarlas, los tipos de embarcaciones y las personas que pescan. 11. orden administrativa - Orden impuesta por alguna administración del gobierno. En este caso, impuesta por el Departamento de

Recursos Naturales y Ambientales. 12. orden ejecutiva - Orden impuesta por el gobierno. 13. orden legislativa - Orden impuesta por aquellos que establecen la leyes, es decir, por los legisladores. 14. “pool” genético - Colección de genes de una población. 15. recarga de aguas subterráneas - Devolución de agua a los cuerpos de agua subterráneos, como por ejemplo los acuíferos. 16. resiliencia - Capacidad que posee un sistema viviente de poder restablecerse luego de haber sufrido perturbaciones. 17. remediación - Enmendar los daños ocasionados al medio ambiente. 18. salvaguardar - Proteger. 19. servicios de ecosistema - Servicios que nos brindan los conjuntos de organismos y ecosistemas que interactúan entre sí y que brindan beneficios. Por ejemplo, el arrecife de coral nos brinda alimento, hábitat para otras especies y protección contra la marejada ciclónica. 20. tierra emergente - Tierra que solía estar sumergida en el mar. 21. tribal (tribual) - Que pertenece a un grupo social primitivo que comparten sus costumbres y usos y que por lo general proceden del mismo origen. 22. uso directo - Categoría bajo la cual se agrupan los beneficios que las personas podemos obtener directamente del AMP al adquirir algunos de sus bienes y servicios y utilizarla para propósitos designados por los seres humanos. 23. uso indirecto - Categoría bajo la cual se agrupan aquellos beneficios obtenidos cuando no utiliza la AMP directamente; más bien son procesos ecológicos que nos benefician pero que se llevan a cabo exitosamente sin intervención humana. 24. uso opcional - Categoría bajo la cual se agrupan aquellos elementos que se pueden obtener del AMP en un futuro a medida que la misma se conserva ya sea para usos directos y/o indirectos, como fuente de información o para propósitos de investigación en el futuro. 25. veda - Periodo de tiempo durante el cual se prohíbe pescar una especie o se prohíbe pescar en un lugar en específico.

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Varias personas disfrutan de un día soleado en la playa de la Reserva Marina Arrecife de la Isla Verde en Carolina. Se observan también estructuras construidas muy cerca a la orilla del mar.

La pérdida de nuestras playas: Una amenaza palpable para Puerto Rico

La falta de planificación está afectando significativamente la sustentabilidad de las playas.

Por: Frances M. Marín Maldonado

En años recientes, Puerto Rico ha ido perdiendo playas en distintas partes de la isla debido a la erosión costera. Esta erosión es el resultado de un crecimiento urbano acelerado, en zonas costeras, sin planificación y a esto se le añaden los procesos naturales con dinámica propia que ocurren en estas zonas que ya se encuentran en estado frágil (López & Marcomini, 2009)1. Además, el cambio climático, el aumento en el nivel del mar y los huracanes figuran entre algunas de las posibles causas para la pérdida de playas. Las consecuencias de esta pérdida no tan solo afectan el equilibrio costero sino que también ponen en riesgo todas aquellas actividades económicas y sociales que se desarrollan en estas regiones. El cambio climático y la subida del nivel del mar que surge como consecuencia del aumento en las temperaturas constituyen dos de las causas que más se mencionan al momento de estudiar la pérdida de playas. El cambio climático es uno de los problemas más apremiantes que enfrenta el Caribe y está vinculado con cambios en los niveles del mar, en las temperaturas promedios, en los patrones de precipitación y del tiempo (Cambers, 2009).

1Siempre que aparezca entre paréntesis un apellido junto a una coma y un año, significa que lo que se ha expuesto antes del paréntesis fue expresado en una publicación trabajada por la persona que lleva dicho apellido en el año que está escrito dentro del paréntesis. Para conocer el nombre de la publicación en la que se presenta esa información, el lector debe ir a la bibliografía y buscar el apellido y el año que están contenidos en el paréntesis. En la bibliografía, encontrará el nombre de la publicación. Por ejemplo, (López & Marcomini, 2009) significa que lo expresado antes de que aparezca el paréntesis con estos apellidos y el año, pertenece a Problemática de los ambientes costeros Sur de Brasil, Uruguay y Argentina, escrito en la cual trabajaron López y Marcomini y que fue publicado en el año 2009. También, está vinculado al incremento en la cantidad de huracanes (Lugo et al., 2004). Sin embargo, a pesar de que se habla mucho del cambio climático y de sus consecuencias a nivel global, poco se habla sobre cómo esto también implica cambios en la planificación urbana, especialmente en aquellas áreas que son más vulnerables como las zonas costeras, por ejemplo. Según datos de 2009, del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), la región del Caribe experimentó un incremento en el nivel del mar de 1 mm/ año durante el siglo XX (Cambers, 2009). De hecho, según la IPCC y estudios realizados por las Naciones Unidas, la región del Caribe podría ser una de las zonas más afectadas por el cambio climático. Se estima que un aumento en temperatura en tan solo 2°C puede tener efectos devastadores, como por ejemplo, afectar el bioma coralino, aumentar las inundaciones en las zonas costeras e intensificar los huracanes, entre muchas otros efectos (Muñoz, 2013). Indiscutiblemente, Puerto Rico no está exento de sufrir las repercusiones de dicho cambio. De hecho, con unas 700 millas de costas y aproximadamente 3,008,274 habitantes viviendo en las zonas costeras (véase la Cartilla de la Zona Marítimo-Terrestre para más detalles), no sería sorprendente notar que el turismo y la recreación en la Isla giraran, principalmente, entorno a nuestras playas y costas (Lugo, 2004). Por consiguiente, muchas de estas fuentes de ingreso están localizadas en zonas costeras que dependen, mayormente, de un clima tropical y de la presencia de hermosas playas y áreas libres de contaminación.

En la imagen de fondo, se observa la Isla Palomino, la cual es parte de la Reserva Natural Arrecifes de La Cordillera al este de Fajardo.

La imagen muestra la pérdida de arena en la playa Córcega en Rincón, PR durante el paso del huracán Sandy, en el año 2012, por el sur de Puerto Rico.

Estas zonas costeras donde se desarrollan importantes actividades económicas, sociales, turísticas y recreativas están ubicadas en lo que se conoce como la zona marítimo-terrestre (ZMT). Según la Cartilla de Zona Marítimo Terrestre, la ZMT es un bien de dominio público, en otras palabras, es un bien que no pertenece a nadie en particular, cuyo uso y disfrute pertenece a todos los ciudadanos. La Ley de Muelles y Puertos de Puerto Rico de 1968, define esta zona como: “Un espacio de las costas o fronteras marinas de la Isla de Puerto Rico y sus islas adyacentes… y que baña el mar en su flujo y reflujo, en donde son sensibles las mareas y las mayores olas en los temporales en donde no lo son. Se extiende también por los márgenes de los ríos hasta el sitio en que sean navegables o se hagan sensibles las mareas”. Esta ley tiene sus precedentes en la Ley Española de Puertos de 1880, y fue extendida a Puerto Rico por el gobierno español en 1886. Al aumento en el nivel del mar, se le suma el incremento en la marejada ciclónica que vendría como producto de un aumento en la cantidad de huracanes. A su vez, una mayor cantidad de huracanes implica la posibilidad de una mayor

Se aprecia una playa en el Corredor Ecológico del Noreste en Puerto Rico. Al fondo a la derecha, se observan dos edificios construidos cerca de la playa La Pared en Luquillo.

pérdida de playas como resultado de la erosión costera. Por ende, la erosión causaría daños irremediables a las estructuras que se encuentran dentro de la zona costera. Este es un patrón que ya hemos estado observando en distintos lugares. El pueblo de Rincón es uno de los casos más conocidos. Sin embargo, esto también afecta otras playas, por ejemplo, la playa La Pared en Luquillo y también la playa de Ocean Park en San Juan, entre las muchas que pudieran ser mencionadas. Como consecuencia, en vista de que las estructuras comienzan a ser vulnerables ante la erosión, los ciudadanos recurren a la construcción de estructuras de manera legal o ilegal para proteger sus propiedades. Usualmente, se hacen barreras estructurales que no son otra cosa que construcciones que tienen como objetivo proteger un edificio de la entrada del mar a la costa (Lugo et al., 2004). Entre estas barreras estructurales se encuentran los muros de contención y los rompeolas. Un muro de contención es una pared construida en la costa, paralela a la misma, con el fin de proteger una edificación del impacto de las olas. Por su parte, un rompeolas es una pared paralela a la costa, construida en el mar, cuya función es disminuir la energía de las olas, para proteger un área de la costa del oleaje. Sin embargo, a pesar del gran uso que se hace de estas barreras estructurales en Puerto Rico, estas representan un gran problema para las playas. Cuando se construye un muro de contención, esto puede exacerbar los procesos de pérdida de playa durante las marejadas ciclónicas (Lugo et al., 2004). Como consecuencia, no solo se pierde la playa donde se encuentra el muro, sino que también se erosionan las playas adyacentes. Lo mismo ocurre con los rompeolas, que también causan erosión en las playas cercanas. De modo que comienza un ciclo vicioso, en el cual colocamos una barrera estructural, esto causa la desaparición de la playa, se incrementa el impacto de las olas sobre la misma estructura y se afecta su propósito inicial, el cual era protección de las edificaciones construidas en la costa. Este patrón se está observando a través de todo Puerto Rico. Las playas con barreras estructurales se tornan mucho más angostas que aquellas donde no existe ningún tipo de barrera. “Las verjas, las piedras, todo es una pelea perdida contra el mar. Nosotros tenemos que tomar esa

decisión; ¿qué queremos en Puerto Rico, paredes o playas?”, sostuvo el señor Ruperto Chaparro Serrano, Director del Programa de Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico (López, 2014). En este sentido, resulta importante recordar que estas estructuras no están diseñadas para proteger las playas, sino todo lo contrario, su presencia promueve o acelera la erosión de las mismas. “En Rincón tenemos un ejemplo clásico del problema que tenemos con la erosión en las costas de Puerto Rico. Podemos observar que donde no hay paredes o se han depositado piedras para proteger estructuras como edificios y casas, la playa se mantiene. Pues la playa es un recurso natural dinámico y necesita espacio para retroceder o para alejarse de la costa, según sea la temporada del año”, recalcó Chaparro. (López, 2014). Todo esto está ocurriendo debido a los asentamientos y a las construcciones, de manera desmedida y sin planificación, ya sea ambiental, o territorial, en la ZMT. Este desarrollo desmedido, no sustentable, causa un deterioro a tal magnitud que aumenta la fragilidad de dicho entorno, creando desbalances en procesos naturales que regulan el equilibrio dinámico de las costas (López, 2009). A pesar de que en Puerto Rico, existen dos agencias principales que se encargan de manejar los terrenos de las costas; el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) y el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre (USFWS, por sus siglas en inglés), actualmente, no existe ningún plan global coordinado entre las distintas agencias para atender estos problemas (Lugo et al., 2004). Por tanto, ¿qué nosotros como ciudadanos podemos hacer para mejorar la planificación en estas áreas? Primero, es necesario educar a los ciudadanos acerca de la importancia de la protección de la ZMT. De igual manera, es indispensable que se promueva una modificación en la forma de construcción para así promover un desarrollo sustentable y disminuir el impacto ambiental. Así que la solución no es que no se construya, sino que se haga tierra adentro de la ZMT, y que también se considere dejar un espacio entra las costas y las edificaciones. Por ejemplo, una manera de proteger las playas y las edificaciones es asegurando que exista una distancia o zona de amortiguamiento entre la zona de peligro (zona de marejada ciclónica) y la zona de desarrollo. Esto permite el suficiente espacio para que la marea y las olas puedan entrar tierra adentro sin afectar las edificaciones presentes. Estas zonas de amortiguamiento ofrecen protección contra las inundaciones y la erosión, puesto que las edificaciones no se encuentran en zonas susceptibles a estos (Fenster, 2005). De esta forma, se ofrece protección hacia las estructuras, se conservan las playas, se asegura el libre acceso al mar y también se preserva la calidad visual de los paisajes en las costas. Es necesario que las personas se eduquen acerca de la protección de las costas y que se instituyan programas para concienciar a las personas de la importancia de no construir obstáculos, paredes o edificaciones en las playas. Educar es la clave para lograr cambios de conducta en la sociedad. La pérdida de nuestras playas tiene repercusiones significativas en la economía, en el turismo, en los ecosistemas y en la sustentabilidad de las áreas urbanas adyacentes a las mismas. Por tanto, es urgente fomentar la educación para así lograr cambios en los ciudadanos y garantizar la existencia de nuestras playas en un futuro. De igual forma, es crucial presionar al gobierno para que forme parte de esto y promueva una planificación costera sustentable, exenta de intereses políticos carentes de compromiso social.

Grupo del Proyecto Guardarenas mide el perfil de una playa. La educación ambiental promueve la conservación y el sentido de pertenencia por nuestras costas.

1. bienes de dominio público - Bienes que pertenecen a todos por igual y a nadie en particular. Su uso y disfrute pertenece a todos los hombres. En Puerto Rico, los peces, el aire, las aguas superficiales y subterráneas, el mar y las riberas, la zona marítimo-terrestre y los terrenos bajo el mar constituyen bienes de dominio público.

2. bioma - Ecosistema de gran tamaño que se caracteriza por poseer un clima, suelo, plantas y animales similares.

Referencias

Cambers, G. (2009). Caribbean beach changes and climate change adaptation. Aquatic Ecosystem Health & Management 12.2, 168-176.

Cambers, G. (1998). Coping with beach erosion. Paris: UNESCO Publishing.

Fenster, M.S. (2005). Setbacks. En Schwartz, M.L. (Ed.). Encyclopedia of Coastal Science. The Netherlands: Springer, 863-866.

López, R. A. & Marcomini, S. C. (2009). Problemática de los ambientes costeros Sur de Brasil, Uruguay y Argentina. Buenos Aires: Editorial Croquis.

López Alicea, K. (2014, 20 de octubre). En Peligro las playas de Rincón. El Nuevo Día 26 octubre 2014. Recuperado de http://www.elnuevodia.com/

Lugo, A. Ramos, A. Mercado, A. La Luz, D. Cintrón, G., Márquez, L. Chaparro, R. Fernández, J. Peisch, S. & Rivera, J. (2004). Cartilla de la Zona Marítimo- Terrestre (UPRSG-B-200). Programa Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico y Servicio Federal de los Estados Unidos.

Muñoz, H. (2013). Una superpotencia de biodiversidad: Retos de adaptación para América Latina y el Caribe. Temas 73, 4-8.

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