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El Consejo de Cambios Climáticos de Puerto Rico: Ciencia y voluntariado al servicio del país
Por Ernesto L. Díaz, MS, MEM
Director del Consejo de Cambios Climáticos de Puerto Rico
Un año después de que se estableciera, vía Orden Ejecutiva 2008-09 de 29 de febrero de 2008, la Comisión para atender los asuntos estratégicos para la mitigación y adaptación al cambio climático, y seis meses después de la adopción de la ley que establecía la política pública sobre la mitigación del calentamiento global en Puerto Rico (Ley 246 de 10 de agosto de 2008), nos planteamos que teníamos que tomar una ruta diferente para llevar la mejor ciencia y conocimientos disponibles sobre estos temas al servicio del país. Tanto la Orden Ejecutiva como la Ley 246 tomaron momentum luego del 4to Informe del Panel Intergubernamental de expertos sobre Cambio Climático (IPCC). Este informe menciona que se cuenta con “evidencia suficiente para concluir con gran confianza que el calentamiento de origen antrópico de las últimas tres décadas ha tenido una discernible influencia en los sistemas físicos y biológicos del planeta”. Luego de la primera cumbre sobre el tema, convocada en Isla Verde el 2007 por la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez, bajo el título “Enfrentando las consecuencias del cambio climático en Puerto Rico” y de la firma de una carta, por parte de 130 científicos, reafirmando el llamado a la acción, no se lograba pasar de la discusión a la acción. La creación de la comisión para la mitigación y adaptación al cambio climático, así como la adopción de la política pública sobre el tema del calentamiento global no contribuían al avance de procesos de toma de decisiones, que ayudaran a reducir nuestra vulnerabilidad socioecológica o promover mayor resiliencia de nuestras comunidades, biodiversidad e infraestructura.
Ese 2009, las Academias Nacionales del Grupo G8+5, integrado por las economías más grandes del planeta, reconocían la necesidad de combatir el cambio climático asociado a las actividades humanas. Nos preguntábamos ese año cómo podríamos insertar los temas de vulnerabilidad socioecológica, mitigación, adaptación y resiliencia en las ecuaciones de toma de decisiones del país, tanto en el sector público como en el privado. Semejante y compleja aspiración. Desde nuestra perspectiva científica, la evidencia continuaba creciendo: los humanos somos responsables de la aceleración de los cambios que se suman a la variabilidad natural y a las tendencias históricas de los pasados 1,000 años. Ciertamente, nuestro planeta ha enfrentado glaciaciones, periodos de deshielo y periodos interglaciares. Sin embargo, la aceleración de los cambios en la concentración de CO2 y de otros gases de
invernadero (GHG) que llegaron luego de la Revolución Industrial, así como los efectos e impactos inducidos por los cambios en la composición y temperatura superficial atmosférica, en la temperatura y el pH de los océanos, exigían mayor atención y acción de parte de la comunidad internacional y muy particularmente de los habitantes de islas pequeñas como la nuestra. Aun cuando los pequeños estados insulares, como Puerto Rico, no contribuyen significativamente al aumento de las concentraciones globales de CO2 y GHG, estos son los primeros en afectarse por los efectos e impactos de los cambios.
El cambio climático lucía distante cuando se presentaban proyecciones para el 2100 de aumentos del promedio de temperatura atmosférica global de entre 34.7 y 35.6 °F (1.5 y 2 °C), y aumentos del nivel del mar de 1 metro (3 pies). Sin embargo, lo que lucía pesimista para algunos es ahora una subestimación preocupante. El quinto informe sobre el estado del clima global (AR5), y el más reciente informe del 2018, señalan que “para limitar el calentamiento global a 1.5 °C se necesitarían transiciones “rápidas y de gran alcance” en la tierra, la energía, la industria, los edificios, el transporte y las ciudades. Sería necesario que las emisiones netas globales de dióxido de carbono (CO2) de origen humano disminuyeran en el 2030 alrededor de un 45 % respecto de los niveles del 2010, y siguieran disminuyendo hasta alcanzar el ‘cero neto’ aproximadamente en el 2050”. Eso significa que se necesitaría compensar cualquier emisión remanente por medio de remover CO2 de la atmósfera.
Las consecuencias anticipadas para islas tropicales, y los resultados del modelaje realizado por la Dra. Katharine Hayhoe para el Consejo de Cambios Climáticos de Puerto Rico (PRCCC, por sus siglas en inglés), y refinado por los colegas del Southeast Regional Climate Center, en colaboración con científicos asociados al Consejo, eran: aumento en el número de días por año con temperaturas superiores a 95 °F (35 °C) y noches con temperaturas de 85 °F (29 °C), disminución en los promedios de lluvia anuales, mensuales y diarios, así como un aumento en la frecuencia de eventos extremos de lluvias (3 pulgadas o más), sequías y huracanes.
¿Coincidencia o la nueva norma? Puerto Rico ha enfrentado sequías severas (como las reportadas en el 2014 y 2015). Asimismo, también hay récords de altas temperaturas durante la década en curso, e inundaciones como las asociadas a lluvias extremas que ocurrieron el 18 de julio de 2013 en el área metropolitana de San Juan. Los huracanes Irma y María, de categorías 4 y 5 durante la temporada del Atlántico del 2017, ocasionaron impactos severos evidentes en nuestras costas y playas que resultaron en pérdidas millonarias de propiedades públicas y privadas, activos para el turismo, la recreación y los hábitats para especies tales como las tortugas marinas. Las proyecciones del IPCC y del PRCCC reflejan que tanto la distribución como la intensidad de los huracanes en el Atlántico aumentarán.
Sobre 150 científicos, investigadores, planificadores, ingenieros, arquitectos, economistas, sociólogos, profesionales de la salud y comunicadores continuamos colaborando voluntariamente para integrar la mejor ciencia y los conocimientos disponibles dentro de la visión colectivamente adoptada por el PRCCC. De igual modo, buscamos evaluar el estado del clima de Puerto Rico, comprender nuestras vulnerabilidades socioecológicas y desarrollar estrategias de adaptación para construir un Puerto Rico resiliente. A pesar de los logros alcanzados, en términos de integrar y ofrecer la mejor información sobre los cambios que enfrentamos, existe una marcada brecha entre la intención de adoptar una política pública sobre la mitigación y la adaptación al cambio climático y la transformación necesaria en nuestros procesos decisionales relativos a la ocupación del espacio, al aprovechamiento de los recursos y el reconocimiento de reducir nuestra vulnerabilidad en áreas costeras y márgenes de ríos, por ejemplo. La transformación necesaria para desarrollar una verdadera resiliencia comienza por la formación del individuo. La educación es la esencia del proceso necesario y posible de adaptación.
Concienciación y educación sobre el cambio climático a través de la experiencia de campo para estudiantes de escuela intermedia y superior
Por Lillian Ramírez Durand, MS
Especialista en comunidades costeras Programa Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico
Berliz Morales Muñoz, MS
Coordinadora del Proyecto Reserva Marina Tres Palmas Programa Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico
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En el 2014, el Programa Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico (PSGUPR) firmó un acuerdo de colaboración con el Municipio Autónomo de Cabo Rojo para establecer el Centro para la Educación sobre el Cambio Climático Ambiental (CenECCA) en el histórico Faro de Los Morrillos. El objetivo principal de este proyecto es construir un programa en toda la isla para atender las necesidades de información científica. Se dirige, así, al desarrollo de acciones, programas, actividades y políticas de adaptación relacionados con el cambio climático (tales como riesgos naturales, aumento del nivel del mar, entre otros), con la intención de minimizar los impactos sociales y ambientales potencialmente adversos. El centro, que lo coordina Lillian Ramírez Durand, especialista en comunidades costeras del PSGUPR, es el motor para difundir la ciencia de la medición del clima y la adaptación para proporcionar el desarrollo de herramientas de toma de decisiones relevantes para el clima. Se centra, asimismo, en aumentar la disponibilidad, la accesibilidad y la utilidad de las herramientas y los datos científicos relevantes para responder, a largo plazo, a los impactos del cambio climático y a los efectos, a corto plazo, del clima extremo. La información que se compila se difunde a investigadores, instituciones académicas, público en general y agencias gubernamentales estatales y federales. De esta manera, el CenECCA sirve como sede para la información sobre el cambio climático.
Actualmente, el centro proporciona actividades educativas formales que incluyen excursiones para estudiantes y maestros de secundaria y preparatoria. Estas actividades educativas crean conciencia de los impactos del cambio climático, para desarrollar resiliencia e implementar las mejores estrategias de adaptación disponibles.
Durante cada actividad, las instalaciones en el Faro de Los Morrillos se transforman en un laboratorio científico donde los estudiantes tienen la oportunidad de experimentar y crear conciencia sobre la acidificación del océano, la calidad del agua, la meteorología, los procesos costeros, las pesquerías, los organismos marinos y los ecosistemas oceánicos y costeros. Se proporciona instrumentación científica en cada estación para que los estudiantes y los maestros adquieran una comprensión más profunda de la implementación y la funcionalidad de estas herramientas científicas. Como parte del viaje de campo, que los maestros incluyen en el currículo de su clase de Ciencias, aprenden metodologías relacionadas con el clima y la conservación de los recursos marinos y costeros.
Estas actividades han sido una experiencia enriquecedora para los estudiantes, los maestros y el personal involucrado en cada una de ellas; esto queda constatado en las evaluaciones muy positivas que los alumnos y los profesores realizan al CenECCA. De hecho, más del 70 % de los participantes han evaluado la excursión como excelente.
El CenECCA y el PSGUPR, sus educadores y especialistas de extensión, están comprometidos a continuar brindando educación formal e informal a estudiantes, maestros, del sector público y privado, y residentes de nuestras comunidades costeras para promover la conservación de nuestros recursos costeros y marinos. Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre, el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) de Puerto Rico, el Dr. Juan G. González Lagoa y el Dr. Hernán Santos, ambos de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez.
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Entre los que hacen posible estas actividades educativas se encuentran: el equipo de educación del PSGUPR, Para la Naturaleza, el Servicio de Conservación de Recursos Naturales del Departamento de Agricultura Federal, el
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Educadores durante las actividades educativas de CenECCA.