DIVERTIMENTOS y VARIACIONES Sobre una introducción y cinco cuentos de Felisberto Hernández Un texto a modo de introducción, explicación y/o descargo El desarrollo de esta obra viene siendo una novedad para mí. Soledad, una persona que no conocía, me mandó una invitación a una muestra colectiva que sería integrada por artistas que considero referentes, docentes o que simplemente admiro por su trabajo. Luego vino una reunión y un encuentro muy feliz, que me dieron muchas ganas de aceptar el compromiso. Ahora bien, el foco era (y es) Felisberto Hernández, un escritor al que quizás haya leído en la escuela o el liceo, pero de quien no tocaba un libro desde que tengo recuerdo de estar eligiendo mis lecturas (digamos, desde hace 18 o 19 años). Empecé entonces a buscar la forma de elegir leerlo, sabiendo además que de esas lecturas iban a tener que salir ganas de elaborar algo gráfico propio, o más o menos propio, un punto de vista, alguna imagen interesante, lo que fuera, pero sobre todo una visión personal, una motivación. Tenía que desarrollar un deseo sobre el encuentro con la literatura de Hernández, algo así como tener que enamorarse intensamente al meramente conocer a alguien. Empecé entonces con Por los tiempos de Clemente Colling, una decisión que luego me di cuenta (y me hicieron saber) de no fue la más acertada a la hora de tener un primer encuentro con la obra de Felisberto. Algo así como intentar enamorarse de una persona viendo su radiografía. Un amigo tuvo a bien decirme «mejor arrancá por los cuentos» y me mandó a leer El cocodrilo y Muebles El Canario. Leí este segundo texto en internet, me gustó pero no me resultó conmovedor (la muchacha era linda pero no me brillaba, por seguir con eso del enamoramiento). El tiempo seguía pasando y yo seguía sin encontrar de dónde engancharme, desde qué lugar elegir querer, o fascinarme, o dejarme llevar, o lo que fuera. Sabía alguna cosa del episodio de Hernández y África, la espía de la KGB, sabía también de ciertas idas y venidas sobre que faltaba poco para que la obra de Felisberto pasara a dominio público (algo no muy deseado por quienes tienen —o tenían— la titularidad de los derechos de esas obras), sabía que tocaba el piano, que escribió obras consideradas fundamentales para la literatura
uruguaya, y poco más. Seguía sin encontrar algo que me encandilara, que me entusiasmara a tomar su obra como propia y hacer algo desde ahí. Y entonces, después de una visita a la casa de mi viejo y el encuentro con un librito con algunos de los cuentos de Felisberto, se me antojó una idea breve, pequeña y concreta: hacer partituras gráficas a partir de sus textos. Es decir, cruzar lo poco que sabía del Felisberto pianista con mi primera impresión de la lectura de sus textos y con lo que sobre todo entendería de por qué y cómo escribía, metido todo eso en un marco que, principalmente, me generara placer de dibujar, teniendo en cuenta para esto mi estado actual como dibujante, mi momento hoy, en 2014, a mitad de este año en particular, con todo lo hecho hasta ahora y lo que tengo planificado por hacer. Trabajar a Hernández tenía que ser un momento de intimidad, de hacer sin hacer, sin obligaciones, sin presiones por un resultado elocuente, demostrativo, conclusivo. Es decir, si tenía que darse el amor, tenía que ser en una medida posible y sobre todo disfrutable, sin pensar en la casa de afuera, el auto, los nenes y el perro, sino concentrándome en el ahora, en el momento, en que cada pequeña elaboración fuese una alegría, un gozo, un momento de pequeña belleza, un enamoramiento. Durante poco más de un mes estuve en plena realización de estas partituras gráficas: fue la primera actividad que hice todas las mañanas, que es siempre el momento más tranquilo en mi casa, mi cabeza y mi barrio, el momento en que pude sentarme a leer los cuentos de Felisberto de a poco, escuchando algunas melodías en piano, metiendo el plumín en el frasquito de tinta y poniéndome a rayar unas hojas viejas como si nada más importara, sin bocetos ni lecturas previas, como si todo lo que hubiese tenido para hacer en esos días fuera leer esos fragmentos y hacer esos garabatos. Como se vive el inicio del amor. Sebastián Santana Agosto de 2014, Montevideo.