Catálogo de Alfonso Parras

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Ayuntamiento de Torredelcampo

EXPOSICIÓN

CATÁLOGO

Comisarios Isabel Ayala Ricardo Parras José Ángel Marín

Textos Manuel Parras Rosa Francisco Reyes Martínez Paqui Medina Teba José Ángel Marín

Coordinación Vicerrectorado de Extensión Universitaria, Deportes y Proyección Institucional de la Universidad de Jaén Coordinación técnica Manuel Correa Vilches Seguros Mapfre

Fotografías Juan Antonio Partal DIseño y maquetación JaviMontoya.es

D.L.: J - 343 -2014


EXPOSICIÓN

1 28 SEPTIEMBRE 2014 MUSEO PROVINCIAL DE JAÉN



TEXTOS 7

Manuel Parras Rosa Rector de la Universidad de Jaén

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Francisco Reyes Martínez Presidente de la Diputación de Jaén

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COMPARTIENDO LA MIRADA Y EL SENTIMIENTO Paqui Medina Teba Alcaldesa de Torredelcampo

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DE LA NATURALEZA A LA PINTURA Y VICEVERSA José Ángel Marín Universidad de Jaén

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OBRA



MANUEL PARRAS ROSA Rector de la Universidad de Jaén

La presentación de este catálogo artístico genera sentimientos encontrados. Por un lado, como Rector de la Universidad de Jaén, constituye para mí una auténtica satisfacción dar a la luz pública esta obra, que concita una parte seleccionada de la trayectoria artística del pintor Alfonso Parras. Por otro lado, y al cumplirse hace escasas fechas el primer aniversario de su fallecimiento, se suscita también la añoranza que supone constatar su ausencia para las personas que tuvimos la ocasión de tratar con el artista. Alfonso Parras forma ya parte del destacado elenco de pintores giennenses que acariciaron con su mirada y su paleta los paisajes de esta tierra, y que, de algún modo, contribuyeron a plasmar con maestría sobre el lienzo las señas de identidad que hoy son universalmente conocidas cuando se habla de Jaén. La pintura de Alfonso Parras ha obtenido el reconocimiento -ya en vida del artista- de una serie de cualidades plásticas que le otorgan singularidad. No en vano se ha hablado de Alfonso Parras por la crítica especializada como uno de los pintores más representativos del paisajismo giennense. Y no podría ser de otro modo, pues Alfonso, pintor de

la luz, dedicó desde su primera impronta creativa lo mejor de su esfuerzo y destreza a expresar sus percepciones, sentimientos a través de los paisajes que fueron una constante en su vida. La obra pictórica de Alfonso Parras diría que denota un empeño tenaz e incesante por perseguir las pautas de esa Naturaleza que aquí tenemos tan cerca. Pureza, aguas cristalinas y vigor de ramas que armonizan con el paisanaje y las figuras humanas que también pueden contemplarse en esta muestra. Agrestes rocas, escarpadas sendas, ríos serranos, olivares y tonalidades del aire ofrecen en la obra de Alfonso una peculiar trasparencia: la luz de esta tierra en imágenes y en personas inmortalizadas por el pincel de Alfonso Parras. Con esta singular publicación y la exposición que la acompaña, la Universidad de Jaén, en sintonía con la Diputación Provincial de Jaén y el Ayuntamiento de Torredelcampo, quiere contribuir también al sostenimiento de la memoria creativa de nuestro pintor, reconociendo a su través una plástica señera que nos reconcilia, cuando no nos mimetiza, con nuestra tierra.

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FRANCISCO REYES MARTÍNEZ Presidente de la Diputación Provincial de Jaén

Lo que tenemos más cerca no deja de ser una sorpresa si la mirada permanece atenta. Al paisaje no le resta grandeza plástica la cercanía por más cotidiano que resulte ante la pupila el entorno natural, paisaje y paisanaje, que se ofrece familiar y próximo. Como en tantos otros asuntos, la clave de la percepción suele residir en aguzar la mirada. Precisamente ahí puede que resida el mérito creativo del pintor Alfonso Parras. La precocidad de su impulso pictórico está sin duda marcada por la atención hacia su entorno más cercano, hacia paisajes y gentes de nuestra provincia, de su Torredelcampo natal, hacia los escenarios que parecen posar ante sus ojos avezados, pidiendo de algún modo ser capturados primero por el dibujo y, después, por el óleo y el lienzo. Desde la agreste montaña al remanso del río, pasando por el semblante y la anatomía de las personas o el retorcido tronco del olivo, la labor pictórica de Alfonso Parras supone una invitación a descubrir el horizonte menos inerte de las cosas. Lo violáceo y la verdura metálica de su paleta brindan a los montes tonalidades reconocibles y siempre nuevas. Olivares que la luz de Parras peina, o enmaraña, con el volumen de la emoción contenida de quien conoce el territorio.

Sus estampas domésticas, de gente sencilla, de prototipos humanos, de rincones evocadores de nuestra provincia roturados por sus policromías, dan idea de por qué la obra de Alfonso Parras se cuenta entre los significantes y significados de la Escuela Paisajística Giennense. Ello hace que el pintor se haya convertido con plena justicia en embajador notable del espacio de Jaén, de su rica naturaleza y de las personas que la habitan. Este libro catálogo, que la Diputación de Jaén también hace suyo junto con la Universidad de Jaén y el Ayuntamiento de Torredelcampo, es expresión clara y resumida de la trayectoria artística de un pintor con nombre propio que trasciende nuestras fronteras.

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Compartiendo la mirada y el sentimiento

PAQUI MEDINA TEBA Alcaldesa de Torredelcampo

Hace poco más de un año, despedíamos al gran artista torrecampeño, Alfonso Parras. Una despedida triste en la que éramos conscientes de que ya nunca más podríamos compartir con él su charla amena y cargada de ironía inteligente, su simpatía, su cariño y afecto. Se fue el hombre, el amigo, pero permanece su legado, su maravillosa y singular obra, en la que plasmó su mirada y captó la esencia de nuestro pueblo y la belleza de nuestros paisajes. Y aquí, en su pueblo sigue, en el corazón y las mentes de sus amigos y amigas, en las hermosas pinturas que decoran y realzan el Altar Mayor de nuestra Iglesia de San Bartolomé, en la impresionante vista panorámica de nuestro pueblo que cuelga del salón de Plenos de la Casa Consitorial, en los lienzos del recibidor del teatro, en los cuadros y mosaicos del Círculo Recreativo “La Peña” y en tantos y tantos salones de casas torrecampeñas. Y aquí va a seguir estando, en nuestras escuelas, donde cada generación de torrecampeños y torrecampeñas seguirán estudiando su biografía y su obra. Nos sentimos orgullosos y orgullosas de nuestro magistral artista. Somos conscientes de que

nuestro paisano Alfonso está considerado uno de los artistas más sobresalientes de la escuela pictórica andaluza. Compartimos con los expertos su opinión de que es “el pintor de la luz”, por su dominio para plasmarla en sus bellos paisajes. Su inconfundible estilo impresionista, su paleta de colores, el movimiento de sus ríos y olivos, la viveza de sus formaciones rocosas, el aire y la luz que proyectan sus obras nos llenan de paz y armonía y nos trasladan a un mundo de ensoñación y sosiego. Por este sentimiento y apego que siente Torredelcampo por nuestro genial “Hijo Predilecto”, nos congratulamos con la Diputación, la Universidad de Jaén y la familia del artista por esta iniciativa, que nos va a permitir compartir la mirada y el sentimiento de este insigne torrecampeño a través de una exposición cronológica y retrospectiva que nos ofrece la oportunidad de conocer la evolución técnica y la visión artística de uno de los grandes artistas de nuestra tierra. Te fuiste, querido Alfonso, pero aquí sigue con nosotros y nosotras tu obra y, a través de ella, tú mismo.

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De la naturaleza a la pintura y viceversa Fragmentos de la trayectoria artística del pintor Alfonso Parras

JOSÉ ÁNGEL MARÍN Universidad de Jaén

La luz muestra su curiosidad exacerbada cuando invade cada rincón con su sonoridad cromática. Luz serena y a veces cegadora que en la paleta de Alfonso Parras hace algo más que alumbrar paisajes sobre el lienzo. Es la suya una luminosidad que escudriña los rincones, las callejas, las arrugas o la tersura de una figura que desde el caballete gesta un protagonismo de sencilla belleza. El azul violáceo que nos sosiega y que al mismo tiempo provoca la inquietud del que mira, es anuncio del estallido sensible de lo que tenemos cerca. Quizá podríamos continuar este texto con unas palabras ya no mías, sino del grande español del color, Joaquín Sorolla, en epístola a Clotilde fechada el 1 de febrero de 1916, cuando relata: “Hoy he seguido dibujando con mayor tranquilidad que ayer, pero no libre de la excitación que el ver el natural tan hermoso me proporciona..., lo que quisiera es no emocionarme tanto, porque después de unas horas como hoy me siento deshecho, agotado, no puedo con tanto placer, no lo resisto como antes, es que la pintura cuando se siente es superior a todo; he dicho mal, es el natural lo que es hermoso”. La pintura de Alfonso tiene un resplandor que hace girar la cabeza, que enseña a aminorar el

paso, en ocasiones que invita a una pausa sin dogmatismos. A veces nos obliga a indagar en las oquedades de los riscos que sostiene la tela, que nos trae aromas del romero y el tomillo, o que nos lleva a buscar la caricia áspera de la jara y la retama. No es de extrañar que por momentos contemplar un cuadro de Parras nos sitúe ante cierta magia que centuplica las percepciones del paisaje, o nos asoma al abismo de verdad de un personaje que está a lo suyo aun consciente de que no podemos dejar de observar los trazos que lo conforman y dan sentido. En esta muestra que contiene una selección de piezas de Alfonso Parras se manifiesta que el arte y la naturaleza están llamados a entenderse medien o no las enciclopedias, que ambos se parecen hasta más allá de donde la vista alcanza, que saltan por encima del tópico giennense del mar de olivos. El arte que se concita en esta exposición de parte de la obra de Parras quisiera ser expresiva del gesto mínimo y vigoroso que genera una atmósfera evocadora, casi familiar, que a menudo al contemplar su obra nos hace cómplices de su propia impronta pictórica.

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Sus composiciones, éstas que están presentes en el catálogo y las demás que pueden identificarse al recorrer su trayectoria, no son solo una suma de volúmenes naturales situados en su propio espacio. Se prescinde de la visión bucólica para ahondar en la pureza de lo que en primer término podría antojarse pintoresco. Sin embargo su visión va más allá, trasciende, hasta provoca interrogantes cuando penetra el paisaje en sus contrastes cromáticos, apenas domesticados por la benevolencia del riachuelo y el fulgor del paraje. Ahora que conmemoramos con esta exposición y catálogo la memoria artística de Alfonso Parras, a poco más de un año de su fallecimiento, creemos que es la ocasión propicia para revisar una parte de su recorrido plástico, de rememorar lo que a simple vista parecía ser improvisado en este genio del color cercano, donde cada lienzo revela la transcripción instantánea de un planteamiento cromático fugaz que gracias a su mano presta se convierte en trazo y en empaste, que el pintor Parras repentiza desde su mirada fogosa, desde su inquietud tan viva e innata, marcado siempre por una luz vibrante que no neutralizan ni los verdes ni los violetas. En esta exposición dedicada a Alfonso Parras se evidencia el tributo de belleza visual que a menudo

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está dispuesto a pagar nuestro pintor cuando se enfrenta a un paraje desde su euforia y su memoria irremisible. Diríamos que Alfonso Parras concreta en su obra transiciones de pintor plenairista -que conviene no confundir con pintura rápida- en la que el artista se manifiesta fiel a sus propios criterios y puntos de vista en el proceso de creación. A nadie se oculta que Alfonso estuvo siempre vinculado a los entornos de nuestra tierra, que supo captar paisajes con destreza, rendido a las tonalidades lumínicas, a los colores radiantes, a los contrastes naturales y a su juego ondulante con el declinar de las horas. Pintor convencido también de personas, de figuras que reflejan sensualidad y quintaesencia, un artista en definitiva de sensaciones pletóricas, de volubles atmósferas sobre imágenes próximas. Estas son las pautas que nos gustaría hubieran quedado plasmadas en esta muestra y en el catálogo que la sintetiza. Una exposición que desde su virtud concreta quisiera incidir una vez más en la relevancia de la pintura al natural que en Alfonso Parras impone su ley, que marca sus influencias desde el paisajismo y el postimpresionismo, en un desafío técnico de armonías pictóricas capaces de generar una realidad autónoma. En definitiva, el espectáculo incesante de la naturaleza como pauta creativa.


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OBRA

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Teresa Ă“leo sobre lienzo



Bailarina Ă“leo sobre lienzo



Lita en el estudio Ă“leo sobre lienzo



Lita Ă“leo sobre lienzo



Mi pueblo desde Santa Ana Ă“leo sobre tabla




ArlequĂ?n BetĂşn sobre pandeoro


Puerto de Mallorca Ă“leo sobre lienzo



Maternidad Ă“leo sobre lienzo



Campesino Ă“leo sobre lienzo



Marta Ă“leo sobre lienzo




Sierra de Cazorla Ă“leo sobre lienzo


Autorretrato BetĂşn sobre tabla




La Iruela Ă“leo sobre lienzo



Cristo del arroz Ă“leo sobre lienzo



La Toba Ă“leo sobre lienzo


Alpujarra Ă“leo sobre tabla



Otoño Óleo sobre lienzo



Anabel Óleo sobre tabla

Las Ramblas Óleo sobre lienzo Página siguiente





Autorretrato Ă“leo sobre lienzo



Alpujarra Ă“leo sobre tabla



Olivo milenario Ă“leo sobre tabla



Desnudo en el paisaje Ă“leo sobre lienzo



Segura de la Sierra Ă“leo sobre lienzo










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