LAY EYES ON PARADISE
Analog Photography Magazine // Nยบ 1
Olympus MJU I (Stylus) Tipo Año de fabricación Lente Exposición Obturador Temporizador Modos Pantalla Otros
Cámara compacta de 35mm 1991 35mm, f/3.5 Automática 1/15-1/500 s. Si Automático,Reducción de ojos rojos, Flash de relleno,Sin flash LCD con medidor de batería Acople para trípode
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R u b é n A t l a s . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
M i n a J a s s · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 17 - 24
LAY EYES ON PARADISE - Nº 1 // Barcelona // June 2017 -
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Miguel Castejón Texto: Miguel Castejón
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Generación del Subsuelo
stamos vivos. Eso es de lo poco que tenemos claro. A partir de aquí, vamos inventando. Nos criaron en abundancia, pero maduramos en escasez. Aquellas perspectivas sociales vendidas por televisión desaparecieron en nuestra adolescencia. El clima cambió y las oportunidades de seguir el libro de instrucciones para el éxito social se desvanecieron. No digo que de haber seguido en abundancia no nos hubiésemos salido del camino. Pero fue determinante. Viviendo en un medio rebosante de profesionales formados académicamente, que no encuentran ocupación en una economía paralizada, la formación pierde su atractivo. La Universidad pa’ qué. Una pena, porque se lo podían haber currado un poco por mantener el afán por el estudio y el conocimiento. Pero cómo fue que no, pues pa’ fuera. Si ya de por sí la perspectiva de futuro era aburrida, ahora además bajarte los pantalones para conseguir un diploma no te garantiza nada. Resultó que lamerle los exámenes al profesor y masajearle en la asistencia no te hace aprender y al final sólo te da para llevarte a casa una medallita de hojalata con un “GRADUADO” grabado. Así que mejor nos ponemos a otra cosa. Si ese camino no nos iba a llevar a ningún lado lo dejamos y nos allanamos uno nuevo; aunque tampoco sirva. Por lo menos así nos lo pasamos bien. 5
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e supone que somos jóvenes, pero empezamos a decaer en vitalidad. Como la media de edad del país son 40 años nos dicen que todavía nos queda mucha juventud. Qué risa; la verdad es que ya se nos empieza a acabar. Y aún no sabemos si hay vida después de ser joven. Por eso estamos así; porque muy bien no estamos. Nerviosos, apretamos los dientes por las noches. Las contradicciones nos cargan la vida y rechinan con violencia en nuestras mandíbulas. Y no nos habían avisado de eso; no nos habían avisado de muchas cosas. Nadie nos dijo que sería tan difícil. Nos podían haber hablado más de cómo sería la vida. De lo poco que nos contaron encontramos que la mayoría de enseñanzas no se ajustan. Ahora a base de rechazar esquemas impuestos nos estamos quedando huérfanos de objetivos vitales. Perdidos, se diría. Andamos en pequeños círculos, nos desgastamos en ellos, nos aburrimos ¿A qué habíamos venido?
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pesar de todo hay cosas con las que disfrutamos, que hacen entretenida la existencia. Si no no seguiríamos por aquí. La experiencia en sí y el poder de imaginar nos mantienen esperanzados: vivir e intentar construir en el mundo físico representaciones del cosmos inmaterial de cada uno (eso que luego se vende como arte). Crear y jugar con lo que sea; pero sin quitarle el juguete a otro, sin joder a los demás. Intentamos coordinar la conciencia y el cuerpo que nos ha tocado de la manera más provechosa por el tiempo que nos queda. De eso va esto, de juegos que aprendemos y que nos inventamos; con el fin de jugarlos. Juguete para mí, que estoy escribiendo, es la fotografía; por eso aquí también verán fotos.
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laro que no somos los primeros huérfanos de la historia; aunque al paso que va nuestro tiempo puede que seamos los últimos. De hecho no somos los primeros en nada, no estamos haciendo nada nuevo. Nos diferenciamos de otras generaciones por ser los primeros en sufrir la sociedad de la información. Eso sí nos hace diferentes: nos cambia el mirar. Tendemos a vivir más rápido, pero a esta velocidad no se puede contemplar por la ventana. No se puede disfrutar del paseo; aunque se recorran más sitios. Por esto pensamos que no merece la pena la velocidad. Con poco éxito intentamos aflojar el acelerador. En esta carrera, en la que nunca sabemos si frenar o ir más rápido; en la que somos incapaces de discernir si estamos recorriendo un pasaje bello o uno duro; en la que olvidamos que parar a descansar a un lado del camino es siempre una opción; vivimos. Esto es un diario de cómo pasamos aquellos días, de cómo vivimos nuestra historia. De cómo sobrevivimos sabiendo que sólo tenemos una vida para disfrutar. 13