Punto

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Nº1

PUNTO LUZ Y COLOR

en el universo de Wes Anderson VÕCTOR LAX, mejor fotÛgrafo de bodas

25 ILUSTRADORAS

QUE DEBES CONOCER

JUAN

ENTREVISTA a ANA


ÍNDICE:

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ARTE • ILUSTRACIÓN • • Entrevista a Ana Juan . . . . . . . . . . . . . . • 25 ilustradoras españolas . . . . . . . . . . . • Premio mundial de ilustración. Conoce a los ganadores. . . . . . . . . . . . . . .

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CINE

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ARTE • FOTOGRAFÍA • • Víctor Lax, mejor fotógrafo de bodas. . .

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• Luz y color en el universo   de Wes Anderson. . . . . . . . . . . . . . . . . . • Cine de animación, ¿para niños?. . . . . . .

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LIFESTYLE • Ni millennial ni generación X, si nacimos entre 1977 y 1987 somos "xennial" . . . . . . . . .

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ANA JUAN:

“¡CUBISMO! ¡NO, POR DIOS!” “U

n día entras en el mundo adulto y sabes que ya no eres un niño”, nos dice Ana Juan, ilustradora valenciana que nos recibe en su casa de Madrid. Nos habla de su trayectoria profesional, desde aquellos primeros años en La Luna y Madriz hasta sus recientes portadas en The New Yorker y su próximo libro, La Revolución en la tienda de animales, que sale ahora en septiembre; de cómo es ilustrar para niños y de cómo es tratar con los adultos que editan estos libros. Amable, encantadora y cercana; poseedora de un sentido autocrítico que es el que tal vez ha hecho de Ana Juan la magnífica ilustradora que ahora conocemos.

Ya desde niña dibujabas constantemente y copiabas ilustraciones de libros. ¿De ahí surge tu vocación, de observar e intentar reproducir? Supongo que sí. De pequeña lo que más me gustaba era dibujar, y empiezas copiando. Mediante la copia vas aprendiendo y luego, poco a poco, vas desarrollando tus propios dibujos. Llegaste a Madrid recién salida de la universidad, en plena movida madrileña. ¿Cómo fue ese choque? Pues muy bien: tienes 20 años, estás en Madrid y tienes trabajo dibujando, que es lo que te gusta. Lo disfruté muchísimo. Viéndolo con perspectiva, ¿en qué crees que ha mejo-

rado el arte gráfico en España desde entonces? Son momentos muy diferentes. Por aquel entonces todo era posible, estábamos viviendo un momento de eclosión; de todo aquello ha quedado un poso que hace que ahora un libro ilustrado sea algo de consumo normal. En aquella época surgen tus, de momento, únicas historietas. ¿Eras aficionada al cómic? No mucho. Estaba empezando y tuve la suerte de que me publicaran y así, mientras publicaba, iba aprendiendo. Luego cada uno va buscando la manera de contar las cosas como quieres, y me di cuenta de que ése no es mi medio.

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Entonces descartas volver a trabajar la historieta. Sí, me gusta explicar historias, pero no así. Has trabajado en países tan distintos a España y entre sí como Estados Unidos o Japón. ¿Qué es lo mejor de cada uno de para trabajar como ilustradora? Cada uno tiene sus ventajas e inconvenientes. En Estados Unidos estás muy bien remunerado y tus derechos se contemplan. En España, en cambio, se paga mucho peor y siempre has de estar peleando, crear conciencia de que un ilustrador no es un fotógrafo, es un artista plástico. Y Japón es más parecido a Estados Unidos. Pero, eso sí, en España hay más libertad. ¿Tenéis que tener mucho cuidado los ilustradores en Estados Unidos debido al auge de la corrección política? El editor siempre tiene miedo de que se le echen encima y de cometer una incorrección, de que toques temas que no quieren tocar para no meterse en jaleos. Sin embargo, en España se es mucho más libre, no hay ese miedo al problema que pueda generar una ilustración, una imagen. Hace unos años, desde Frida, empezaste con la ilustración de libros infantiles, de otros autores o escritos por ti. ¿Qué diferencias encuentras entre ilustrar los cuentos de un autor ya muy reconocido y establecido y tu propia obra? ¿Dónde te sientes mejor? Me siento igual de bien. Cuando ilustras la obra de otro autor estás buscando otras cosas, te enfrentas a problemas que en tu propia obra no tendrías, pero eso no significa que no me encuentre igual de bien superándolos. ¿No te sientes más incómoda al ilustrar tu propia obra?, ¿no te exiges más?

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Estás luchando contra la autocomplacencia, contra lo que conoces y es lo que te gusta, y es un reto. Pero ese mismo reto lo puedes encontrar ilustrando a otro autor. ¿Hay alguna obra que te gustaría ilustrar? Es una pregunta que me han hecho muchas veces y siempre digo que me gusta que me sorprendan. No sé, podría decir que me encantaría ilustrar Alicia en el País de las Maravillas, y luego encontrarme ante ella y no sentir nada especial. Prefiero que la vida me vaya ofreciendo cosas. Incluso una obra de la que a priori no te esperabas demasiado puedes encontrar cosas buenas cuando estás sentada ante ella. Para ti el silencio es muy importante. ¿Es el ruido el anatema del ilustrador? El silencio es importante, pero es muy difícil de conseguir. Más aún viviendo en la ciudad y en esta plaza (risas). Pero me he acostumbrado a trabajar en cualquier sitio y me puedo crear mi propio silencio. A pesar de que ya se puede hablar del estilo “Ana Juan”, ¿cuáles crees que son las principales influencias que has tenido? Todos llevamos una maleta, y esa maleta se va cargando con todo


lo que en algún momento de la vida te impresiona, cuando has estado deprimida, lo que te ha gustado, lo que no… desde las primeras imágenes de pinturas, hasta el cine y literatura. Todo eso lo vas cargando y asimilando, y al final queda un poso que es lo que marca tu diferencia. Cuando quieres comunicar algo y no es fácil de hacer con tu estilo, ¿intentas mantenerlo o es más importante el mensaje que pretendes transmitir? Si no hay comunicación no sirve para nada tu trabajo. Lo importante es hacer tuyo el mensaje y luego enfrentarlo al público. ¿Piensas mucho en el público? Yo trabajo para mí. Y lo que a mí me gusta y me satisface; a unos gustará más que a otros, pero sin esa comunicación es imposible, porque yo trabajo para comunicar. Un cartel, por ejemplo. Por mucho que me guste, si no recoge y transmite la idea que quería comunicar no sirve de nada. En los trabajos por encargo, como por ejemplo las portadas de The New Yorker, que normalmente han de ceñirse a un tema muy específico, ¿cómo es el proceso para

conseguir esa imagen? Es muy difícil. Estás hablando de un caso en concreto que es muy difícil. Puede ser algo que salga motu propio, elaboras unas imágenes, las envías, son aprobadas y entonces ya las desarrollas; siendo así un proceso que ha durado horas. Pero también puede durar semanas o meses y, en el último momento, antes de ser publicada, se cae. Hasta que no pasa todo ese filtro no sabes si está funcionando o no. También hay mucho de prueba y error, entonces. Claro. Podría parecer que es muy fácil, que tú tienes la idea y que enseguida te la publican, pero no. Hay muchas lecciones de humildad. Estás trabajando para un editor que quiere las cosas de una determinada manera. Si tú encajas ahí bien, pero si no encajas no hay forma. El mundo creativo e imaginario del autor, ¿es un talento natural fruto de cierto tipo de personalidades o puede trabajarse? Puede haber una cierta tendencia, algo innato que permite desarrollar o contar lo que quieres con las imágenes, con la plástica; pero hay mucho trabajo detrás. Quizá yo tenga el mismo talento que tiene mi hermana, pero ella no ha querido hacerlo. Yo me he empeñado en desarrollar ese germen de talento que pueda tener. ¿Qué temas son los que más te atraen para que te decidas a ilustrar un texto? No busco que me enamore el texto. Muchas veces aprendes a quererlo a través del conocimiento, igual que con la gente. ¿Crees que una buena ilustración puede mejorar un

texto sin brillo? O salvarlo. Con la ilustración lo estás arropando, y puedes darle empaque, o hacerlo más visible. Tu estilo es un tanto onírico. ¿Alguna vez has usado alguna idea proveniente de un sueño? Me gustaría recordar mis sueños, pero olvido inmediatamente lo que he soñado, así que no, en mi trabajo no plasmo mis sueños, no los recuerdo (risas). Ojalá. En tu trabajo como ilustradora de literatura infantil, ¿has perdido la inocencia y el texto pierde el encanto al verlo desde una mirada adulta, o te sientes más fascinada al acercarte a él desde una perspectiva más profunda? Hombre, la inocencia se pierde cuando toca perderla. Un día entras en el mundo adulto y sabes que ya no eres un niño, es imposible ver las cosas con inocencia. Ahora es mi trabajo, mi profesión, y miras un texto por encima y ya ves qué vendrá detrás o qué es lo que le tienes que aportar. Algunas de tus ilustraciones, sin llegar a ser autorretratos, recuerdan bastante a ti. Es totalmente involuntario, pero suele pasar. Es lo que notas, al ver retratos de pintores… es la persona que más conoces, a la que has visto más veces, a la que podrías dibujar casi sin mirar. Tus trabajos más importantes podrían ser los realizados para The New Yorker o El comenoches como ilustradora y narradora… ¿Los pondrías como ejemplo de tu carrera o sientes predilección por alguna de tus obras menos conocidas? Snowhite, por ejemplo. ][

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