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Apuntes sobre la preparación del cuero crudo
Con el fin de conocer algunas de las técnicas utilizadas en la preparación del cuero crudo a lo largo de la historia, y no siendo este un manual técnico que pretende abarcar todos los pormenores del tema, brindamos un recorrido sintético, sin ahondar en detalles o particularidades regionales, por las formas más usuales de transformar la piel en cuero crudo.
Según su preparación, el cuero presenta una variedad de estados que van desde rígido y duro hasta suave y maleable. Resistente al desgarro y al desgaste, puede contener o soportar la acción del agua y la humedad. Es aislante térmico, provee amortiguación a los golpes y puede ser moldeado.
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La tarea de convertir la piel en cuero comienza en el momento de desollar el animal. El proceso debe hacerse con sumo cuidado a fin de evitar daños. La forma de extracción depende del animal y de la finalidad del material. En animales pequeños, es posible sacar la piel entera realizando un corte en el cuello y, en caso de ser necesario, en extremidades y cola. El resultado es una bolsa de piel con cuatro o cinco orificios que puede ser utilizada para colocar objetos en su interior o para ser inflada con aire. Esta modalidad de extracción en nuestro territorio suele denominarse “sacado en bolsa”. También pueden obtenerse bolsas más chicas sacando el cuero de una extremidad. En animales más grandes, o cuando se buscan otros resultados, la piel puede ser sacada en una sola pieza realizando un corte a lo largo de la parte inferior y en los miembros, o cortando y retirándola en diferentes segmentos. A su vez, del cuero entero fresco pueden extraerse tiras más delgadas de diferentes maneras. Una de ellas es el corte en espiral, que permite obtener una tira larga de material. Esto puede hacerse con la totalidad del cuero o con una parte del mismo. Según el animal, la piel presentará diferentes espesores en las distintas secciones. Estas variaciones suelen tenerse en cuenta en el momento de la segmentación, ya que los distintos espesores del producto final condicionan o direccionan el tipo de uso que se le dará.
Una vez que la piel fue extraída, es necesario limpiarla y remover los restos de grasa y/o carne que pudieran quedar adheridos. La materia obtenida puede ser utilizada sin otra preparación, dejando que se seque de manera controlada, o ser sometida a diferentes formas de tratamiento que estarán determinadas por el uso y la finalidad; en el siguiente apartado citaremos algunos de ellos.
En las distintas secuencias del tratamiento de la piel para su conversión en cuero intervienen elementos y sustancias que pueden ser utilizados solos o en combinación con otros. A continuación, nos detendremos en aquellos tratamientos que responden a la preparación de lo que suele denominarse cuero crudo.
Posiblemente el tratamiento con grasa y/o humo haya sido una de las primeras técnicas utilizadas por los homínidos para evitar la putrefacción de las pieles. Uno de los principales tratamientos para la conservación del cuero es el secado. En los lugares secos y relativamente cálidos, la forma más común es el secado al aire, durante el cual se produce un intercambio de humedad con el ambiente que deshidrata el cuero hasta obtener un 15 % (o menos) de humedad. En caso de que la temperatura o la humedad del ambiente no lo permitan, este proceso puede ayudarse con la acción indirecta del fuego. Si el cuero es expuesto al humo, además del secado
por calor y de recibir los efectos antisépticos de este, se produce una serie de transformaciones que alteran su composición. La velocidad del secado es importante, ya que si no se produce con suficiente rapidez, la descomposición puede alterar sus cualidades e inutilizarlo, y si es muy violento, puede secarse sólo la capa exterior dejando el interior húmedo, lo que favorece la acción degradante de los microorganismos. Si la temperatura es muy elevada, se da una drástica contracción del cuero –de hasta un tercio de la superficie original– siendo este proceso irreversible. El secado al aire de grandes segmentos de cuero se realiza sujetándolos en todo su perímetro con una sucesión de estacas en el suelo, o con clavos sobre una superficie plana o con sogas en un bastidor, de manera tal que toda la superficie quede expuesta a la acción del aire. En el caso de los cueros cortados en tiras, estas se extienden entre dos o más puntos, dejando que el aire pase libremente por las dos caras. Otra opción para el secado es la utilización de elementos astringentes que sequen progresivamente el cuero, tales como la sal o la ceniza. Esta técnica, habitual en climas excesivamente húmedos y templados que dificultan el secado natural, suele estar acompañada por diferentes efectos secundarios que alteran la composición del cuero, llegando incluso a inutilizarlo para determinadas funciones.
Cuando la remoción del pelo es necesaria, es posible proceder con el cuero seco o con el cuero húmedo. En el primer caso, se busca que el cuero seco presente la menor cantidad posible de rugosidades, por lo cual en el proceso de secado deberá tensarse correctamente. El pelo se puede rasurar con un elemento cortante o mediante la combinación de un elemento romo y algún material abrasivo. En el segundo caso, el cuero húmedo puede ser rasurado con un elemento cortante, o bien proceder a la liberación del pelo por descomposición, hinchamiento de las fibras o a través del accionar químico de diferentes sustancias. Las herramientas utilizadas para el rasurado son variadas, aunque todas se caracterizan por presentar un filo largo, considerado el más apropiado para esta tarea. En el pasado se utilizaron sustancias cuyo funcionamiento técnico se desconocía. Posteriormente estas fueron estudiadas, aislados los procesos y reproducidos con productos artificiales; tal es el caso del uso primitivo de la ceniza o la orina en los procesos de pelado. Para el pelado en húmedo se coloca el cuero en un baño líquido con una o varias sustancias hasta que el pelo salga por acción mecánica. En el proceso de descomposición, se busca la liberación del pelo por la acción de enzimas provenientes del propio cuero o de preparados orgánicos agregados. Estos procedimientos pueden ocasionar que se pierda la epidermis –es decir, la primera capa del cuero– o provocar la disolución de las grasas a partir de la acción de los solventes.
El cuero ya pelado se lava y estabiliza, quedando listo para las próximas etapas. Si se trata de cuero curtido, el proceso continúa mediante el uso de taninos y minerales, y si es cuero crudo, simplemente se deja secar. El cuero seco, pelado y desgrasado, sin ningún tratamiento, es quebradizo y translúcido. En este estado es usado para numerosos fines en los que la rigidez y resistencia son factores importantes. Para evitar que la humedad del cuero ascienda a valores que puedan reactivar la acción de los microorganismos, es posible tratarlo con grasas.
Existen numerosas técnicas para volver maleable el cuero crudo; la mayoría se basa en la combinación de la acción mecánica –flexión, torsión, plegado, etc.– y la aplicación de humedad y/o grasas. Estas últimas penetran y se fijan entre las fibras, evitando que vuelvan a juntarse, dando por resultado un cuero relativamente seco, flexible e impermeable. En la transmisión controlada de humedad se utilizan varios métodos que tienen en común la gradualidad en el traspaso; por ejemplo, la exposición del cuero a la humedad de la mañana (rocío) o poniéndolo bajo tierra. A medida que avanza el proceso de
ablandado, el cuero, inicialmente translúcido, se opaca progresivamente. Las grasas utilizadas suelen ser de origen animal y pueden estar emulsionadas. También es común el uso de órganos, como cerebro e hígado, y huevos de aves.
Los tendones, usados para sujetar uniones o en la confección de hilo para costuras o elaboración de cuerdas, se extraen enteros del animal, se secan y se separan los paquetes de fibras hasta obtener las unidades del grosor deseado. Posteriormente se pueden hilar las fibras obtenidas o humedecer para utilizarlas como ataduras. Los intestinos, usados para tareas similares, son extraídos y limpiados y, una vez removidos los restos de grasa, pueden abrirse y secarse para la extracción de tiras. Para llevar a cabo todas estas tareas se utiliza un número reducido de herramientas. Para extracción, recorte, rasurado y segmentación, se usan herramientas de corte de diferentes materiales y características. En aquellas culturas donde no se desarrolló la metalurgia, estas tareas solían realizarse con material lítico, hueso o madera. Lo mismo sucede con las herramientas para perforación y la realización de costuras. En las tareas de limpieza, remoción de restos de carne y/o grasa, procesos de ablandado y separación de fibras, se utilizan raspadores y martillos de piedra, madera o metal.