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Qué hacer para que un hogar multifamiliar funcione?
Comunicarse adecuadamente, realizar acuerdos precisos a partir de entender la historia de cada uno y solicitar ayuda a tiempo son aspectos clave.
Así como en la película Los tuyos, los míos y los nuestros, en el mundo moderno las familias, que siguen siendo el núcleo fundamental de la sociedad, son muy diversas y heterogéneas.
Algunas, como en el filme protagonizado por Dennis Quaid y Rene Russo (que fue remake de otra comedia que se realizó en 1968), tienen que afrontar diversos problemas hasta lograr entender la dimensión de lo que es conformar un nuevo hogar, trabajar en equipo y superar todos los obstáculos, generados a veces por sus mismos integrantes.
La vida real no está muy distante. Numerosas familias de hoy se conocen como recompuestas, porque se van construyendo en el camino para formar un nuevo hogar, tal vez después del fracaso de un primer matrimonio, luego de la viudez o de alguna otra circunstancia personal.
El gran desafío está en cómo lograr que esta familia funcione dentro de su disparidad y que primen más las cosas que los unen que las que los separan. Es una utopía pensar que por sí solo el sueño de ser felices se da al irse a vivir juntos, que todos se van a querer automáticamente, porque entre más altas las expectativas más se van a sentir los conflictos o los inconvenientes.
Para ello, debe entenderse que, en esencia, lo que se está armando es un tercer grupo familiar, que trae dos sistemas distintos y formas variadas de vivir e interactuar, pero que requiere nuevas decisiones y acciones para fortalecer vínculos, dialogar, organizarse y vivir.
“El amor de pareja es un reto progresivo de amor a lo real, a lo real del otro, a lo real de aquello que la relación hace posible o nos niega, por lo menos mientras seguimos eligiendo”.
Joan Garriga, psicólogo humanista.
Diversos autores han señalado que cuando los sistemas son muy distintos la convivencia es muy compleja, aunque no imposible. Siendo aterrizados, esto significa que es posible sacar adelante esa nueva familia, pero hay que esforzarse a partir de entender que entre todos se puede construir una nueva realidad, ser uno en la convivencia, pero dentro de dos sistemas distintos que dan origen a un tercer sistema (los míos, los tuyos y los nuestros). Para ello:
Es indispensable aceptar las diferencias (creencias, gustos, necesidades, prioridades) y respetar lo que cada uno como pareja trae, con todo lo que nos encanta, pero también con aquello que no nos gusta tanto. Por ejemplo, no podemos pedirle que borre el pasado de su vida, y en muchos casos la expareja siempre va a estar ahí, a veces en una relación de amistad muy sólida que debemos entender y respetar desde la confianza. Delimitar la ayuda que cada uno puede brindar, es decir, hasta dónde me involucro con la crianza de los hijos de mi pareja o él con los míos. Entendiendo cuáles herramientas tengo para esta labor y cuáles no. Si la decisión es vivir todos juntos, se debe partir de cero y construir unas reglas y unos compromisos claros para este nuevo hogar, pero sin ser tan drásticos que todos se sientan confundidos o desorientados, mucho más si hay hijos pequeños.
Un psicoterapeuta de pareja puede orientar y dar nuevas herramientas para consolidar un hogar recompuesto, adaptarse a la nueva vida y aceptar o entender la realidad y el pasado que cada uno trae.
Como hay dos sistemas que se unen, se debe permitir planear un tiempo adecuado para que cada esposo o esposa comparta con los hijos del matrimonio anterior, de tal forma que no se pierda ese vínculo inicial. No se trata de una “guerra del amor”. Deben hacerse acuerdos financieros precisos, que involucren los gastos y necesidades del nuevo hogar, pero sin perder de vista los compromisos que ya se tienen adquiridos con el anterior, en el caso de los padres separados o divorciados que tienen hijos.
Así, con reglas claras, comunicación efectiva y claridad sobre lo que significa conformar un nuevo hogar, se dan pasos importantes para emprender ese camino y hacerlo con éxito.
Lo mejor
es pedir ayuda
Aunque se haya intentado conformar un nuevo hogar, no es fácil consolidar una familia recompuesta, más aún cuando no se han roto algunos vínculos, no logramos entenderlos o hay integrantes muy difíciles, según nuestro punto de vista.
Como pareja, debemos pedir ayuda especializada cuando consideremos que no logramos aterrizar en esta nueva relación, que aún estamos permeados o amarrados a las relaciones anteriores, que no entendemos los pactos y costumbres, o que no logramos una confianza plena.
En estos casos, la ayuda de un terapeuta puede ser fundamental y será él quien defina los pasos a seguir, en ocasiones mediados por terapias de pareja.
En relación con los hijos, debe buscarse ayuda cuando:
Identifiquemos que las reglas en casa no están claras, no hay disciplina ni compromiso.
No hemos podido llegar a acuerdos saludables para todos, se genera malestar e incomodidad.
Cuando evidenciamos que un miembro de la familia, no importa de qué lado sea, está generando conflictos que ponen en riesgo la relación o la está desarticulando; por ejemplo, un hijo que no respeta a su padrastro o a su madrastra.
Cuando vemos que hay un miembro de la familia a quien esta nueva relación le genera ansiedad, malestar e incluso resentimiento, se mantiene aislado, se encierra, no participa.