EDITAR POESÍA EN LO MÁS DURO DE LA REPRESIÓN
“Sólo lo verdadero canta” Laura Oreggioni Fue un proyecto solidario y de fe en la poesía, una de las tantas formas de resistir en aquellos años de pesadilla. La idea de Rolando Faget parecía inviable pero tentadora: había que hacer algo antes de que nos tragaran la tristeza y el miedo. Nos pidió ayuda a Julio Chiapper y a mí creo que porque nuestra condición de libranos nos ponía en armonía con Ediciones de la Balanza. Lo pensamos, discutimos, analizamos los pros y los contras y –contra toda lógica– nos largamos. La cosa comportaba riesgos porque para eludir el cerco cada vez más cerrado de la fiscalización y la censura había que hilar muy fino en la elección de los textos. Nos reuníamos en La Giralda temprano en la tarde; nunca más de dos o tres y siempre en días diferentes. Convocamos. Leímos, descartamos, orientamos. Dogmáticamente impusimos: evitar lo obvio; el mensaje político debía quedar oculto en las tinieblas de la metáfora o el símbolo, en la ambigüedad del lenguaje poético, oscuro y críptico como debe ser. Rechazamos lo explícito, lo provocativo, lo desafiante. Insistimos en la necesidad de atender a los viejos temas de la poesía, privilegiando lo personal e íntimo antes que el texto militante y/o panfletario propio de la década del 60. Teníamos dos versos que usábamos como amuletos, uno de Juan Carlos Macedo, “No hay luz sin consecuencias”, otro de Guillermo Boido, “Sólo lo verdadero canta”. Ante cualquier obstáculo Faget los repetía, uno atrás del otro. Hubo también problemas prácticos: editar y pagar las ediciones. La Comunidad del Sur apoyó generosamente: editarían y se pagaría como y cuando se pudiera, siempre que los libros fueran chicos y por lo tanto baratos. Así, aunque cueste creerlo, se publicaron 15 volúmenes y se hicieron entre 1975 y 1977 –los años más duros de la represión– otros tantos actos de presentación. Al fin, la detención del ilustrador, Carlitos Sgarbi, puso fin a la aventura; pero ya habían inaugurado su carrera literaria Juan Carlos Macedo, Hugo Fontana, Rafael Courtoisie, Tatiana Oroño, voces que aún suenan alto.