UNA CASI ENTREVISTA A EDUARDO DARNAUCHANS
Inventar una estética del miedo Eduardo Darnauchans tuvo un destino curioso –esquizofrénico dice él–, porque podía componer y grabar sus canciones, las pasaban en la radio y podía incluso aparecer en la televisión, pero no podía presentarse al público. Hoy recuerda bien el día en que le comunicaron que no podría cantar en vivo. Ana Inés Larre Borges —Mi prohibición fue el 29 de mayo de 1979 y al día siguiente murió mi padre. Así la completé. La citación llegó a la imprenta García que estaba donde ahora está El Espectador y donde yo trabajaba como corrector gráfico. Recuerdo que estaba en Punta del Este en casa de unos amigos y cuando vuelvo me encuentro con esa citación. Allá fui. Un oficial en la planta alta de Jefatura me dijo que yo no podía cantar más. Lo curioso de todo esto es que pude seguir grabando discos, pero no podía cantar en todo el territorio nacional. Me hice unas escapadas a Buenos Aires para mantener el training. Yo había estado preso en el 75 o 76, no recuerdo bien. En realidad no sé bien por qué fui preso. Era comunista, pero no me acusaron por comunista. Me acusaron de haber sido delegado de mesa de la 1001 en las elecciones de 1971. Esa fue la única acusación que se sostuvo contra mí, aunque antes me acusaron de modo más burdo de haber viajado a Berlín oriental. Nunca había salido del país. Estuve preso una semana, en la aduana, en el Fusna, aunque la fuerza que me llevó a mí se llamaba Fuerza de Seguridad de la marina. Ésa fue mi peor experiencia: los interrogatorios, los plantones. No quisiera recordarlo. Durante los dos años y medio que siguieron tuve que firmar libertad vigilada, aunque así y todo seguí cantando, hasta el 79 que me prohibieron y eso duró hasta 1984. Creo que junto a Carlitos Benavídez yo fui uno de los tipos que fueron más reprimidos durante la dictadura, al menos entre los que nos quedamos acá. Para entonces ya se habían tenido que ir Los Olimareños y Zitarrosa. Viglietti fue el primero de todos. Daniel fue muy perseguido. Pero después llegaba su música. De Madrid llegaba la de Alfredo, de París lo de Daniel. Venían en casetes que se pasaban de mano en mano como los discursos de Wilson. A mí nunca me gustó el canto político específico, explícito, no era mi estilo. Siempre me gustó cantar poemas. Yo era un baladista, pero mi convicción política fue siempre muy clara. Y aunque había diferencia de estilos, los que cantábamos entonces estábamos en la misma balanza. Los ciclos los hacíamos en la Alianza Francesa. Su director y el director del teatro, ambos franceses, fueron muy solidarios. Cuando me prohíben estaba justamente haciendo un recital en la Alianza. Después yo, cada tanto iba y preguntaba... —¿Cómo preguntabas? ¿Adónde? —En Jefatura... (Darno se ríe.) Pedía entrevistas con Víctor Castiglioni, de Inteligencia. Insistía, es que tenía 20 años. Y hubo además una persona que me ayudó mucho aunque no puedo decir su nombre porque ella no quiere que se sepa. —¿Nunca pensaste en irte? —Sí, pensé. Pero yo era categoría C y no tenía pasaporte. Siempre corrí de atrás. Compuse más que nunca, ése fue mi mejor período en la creación. Componer canciones fue lo que me sostuvo. —¿Cómo ves hoy la música que se hizo entonces? —Fue muy fermental y había infinidad de músicos, muchos que ya no están más. Hace unos días hicimos un recital con Fernando Cabrera, Mauricio Ubal y Rubén Olivera y cantamos “A redoblar”. Nunca antes la había cantado, es una canción típica de esa época, de la resistencia, ¿no? Y a mi juicio es una canción excelente. La censura es mala siempre. La autocensura es siempre negativa aunque en algún caso, como en “A redoblar”, haya logrado algo bueno. Está también el peligro de que limite el lenguaje, de que se insista con los amaneceres y cosas por el estilo que se repetían. En mi caso, en mi estilo, no influye la política específicamente aunque sí toqué de vez en cuando elementos políticos que pueden de pronto estar vinculados con elementos eróticos, como cuando mencionaba a Maiakovski y a Lenin en una canción en que le hablo a mi amada.