FILOSOFÍA Christian Córdova Robles
t e r c e r a
UNIDAD La reflexión ética
¿Qué es ética? ¿Qué es moral? ¿Qué es ética profesional? ¿Qué es el humanismo? ¿Qué es deontología? z8 5 z
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LA MORAL, LA ÉTICA Y LA DEONTOLOGÍA Bienvenido nuevamente al curso de filosofía y a esta nueva unidad. En esta nueva parte del curso vamos a cambiar nuestra dinámica puesto que en la primera parte del curso realizamos diferentes viajes y también actividades para ir entrando en la reflexión filosófica. A partir de ahora presentaré los temas proporcionándote la información y problemas clave, te recomiendo anotar o subrayar las partes principales para que puedas reflexionar por cuenta propia y abordar las lecturas con solvencia. Esta nueva unidad trata sobre un tema apasionante y que también tiene mucha importancia: La ética. Muchas personas piensan de manera errada que la ética es fácil o que es lo mismo que la moral. Otros piensan que es un lugar de discusiones sin fin. Por ello conviene que esta lección despejemos dudas y aclaremos el sentido de varios conceptos.
8.1. ¿Qué es ética y qué es moral? Antes de responder estas interrogantes vamos a dejar en claro algunas dificultades iniciales en torno a estos conceptos.
8.1.1. ¿La ética es lo mismo que la moral? En un contexto cotidiano solemos creer que la ética y la moral son lo mismo en tanto están apuntando hacia una conducta responsable frente a la amplia gama de acciones, z8 7 z
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ambas se confunden en el terreno ambiguo de las acciones buenas. Esta equivalencia es errónea pues se mueve en el plano de la ambigüedad.
8.1.2. ¿Todo lo relacionado a la ética y la moral es algo bueno, correcto, digno? También solemos relacionar a la ética y la moral con las acciones más idóneas y que escapan a la corrupción. Frases como: “qué inmoral”, “qué falta de ética” refiriéndose a algún político corrupto son frases comunes que hacen alusión a esta presunción. Esta creencia se sustenta en la costumbre, la ética tiene relación con lo digno y justo, pero no solo se encarga de ello.
8.1.3. ¿La ética nos da un manual de soluciones de cómo actuar ante situaciones difíciles? Como decíamos anteriormente la ética no se ocupa de acciones singulares en el plano de lo cotidiano sino que se ocupa de algunas reglas más generales. Por ejemplo. A la ética no le preocupa que te coles en la fila del cine, porque es algo cotidiano, pero si le interesa el hecho de trasgredir la voluntad de otra persona.
8.2. Conceptos de ética y moral En el plano académico, donde estamos, y en la tradición filosófica e histórica se hace la siguiente distinción: Moral: conjunto de costumbres y reglas, que surgen de la interacción de las personas de algún pueblo. Este conjunto de costumbres permiten que podamos convivir y generar identidad personal o social. Ética: disciplina filosófica que se encarga de reflexionar sistemáticamente sobre la moral. Su naturaleza es teórica. Busca principios de aplicación universal, al ser teórica no proporciona recomendaciones específicas sobre determinada acción.
8.2.1. ¿Puede existir la ética sin la moral o viceversa? Miguel Polo, desde una perspectiva más integradora, llama la atención sobre la necesidad de la moral respecto a la ética, reivindicando la importancia de la moral en el contexto de interacción humana: Los problemas morales son importantes en tanto que ahí ejercitamos nuestro pensamiento reflexivo y crítico y eso ya es el inicio del pensar ético. La ética agrega z8 8 z
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una visión racional a los problemas morales que afrontamos. De ese modo, el pensar ético nos dice algo a nuestra moral heredada, entra en diálogo con ella. Existiría pues una relación fluida entre la ética y la moral, pero dicha relación no es entre lo exterior y lo interior, entre lo social y lo personal, sino entre lo pasivo y lo dinámico, entre el vivir por vivir y el anhelo de vivir bien, entre una vida mecánica y sin sentido y una vida atenta.
8.3. ¿Qué es deontología y para qué sirve? La deontología es una parte de la reflexión ética, especializada en precisar las obligaciones y deberes de las diferentes profesiones. Estas obligaciones se encuentran en los diferentes códigos de ética redactados por los colegios profesionales. La deontología tiene relación con la ética profesional en que ambas abordan la labor profesional en sus diferentes especialidades. Pero se diferencian en que la ética profesional reflexiona desde una perspectiva más amplia, más general, la cual se enfoca en la búsqueda de las virtudes profesionales. De otro lado, la deontología se encarga desde un ángulo más específico de las obligaciones de una profesión en particular.
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ACTIVIDADES DE LA LECCIÓN 8 a. Lee el siguiente texto y responde ¿Qué es lo que tiene que hacer el eticista? Creo que son tres grandes cosas: comprender, evaluar y proponer. Comprender la moral heredada en sus distintas manifestaciones, su devenir histórico y estado actual, dar cuenta de la moral en la vida humana en sus distintas formas de constituirse (niveles personales, sociales, políticos). Evaluar que es tanto justificar como criticar. Justificar las creencias morales que se poseen en la medida que sean racionalmente defendibles, saber por qué se cree lo que se cree, tanto en materia de virtudes, normas y valores que sustentan la vida moral de un pueblo o comunidad cultural. Criticar las morales tradicionales cuando éstas han olvidado sus fuentes primigenias o cuando se han desgastado. Proponer o prescribir caminos para solución de conflictos, así como para la promoción y construcción de la sociedad ética. Todo esto acompañado de una coherencia personal, tan difícil de lograr en nuestros días. De ese modo, reducir la brecha entre lo que es y lo que debería ser, entre lo fáctico y lo normativo, entre lo que somos y lo que podríamos ser. Todas estas versiones de la ética y la moral conviven en la sociedad actual, generando muchas veces confusión y conflicto, ya que cada forma de entenderlas generan formas de vida. Este significado impreciso de la ética y la moral es parte de nuestra incertidumbre actual, hasta el punto que tienden a hacerse inconmensurables como lo sostiene MacIntyre. Ante tal estado, lo único que nos queda es seguir indagando, buscando, alimentados por la necesidad de esclarecer más esta dimensión humana tan importante para vivir personal y socialmente. Miguel Polo, cuatro versiones de la ética
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1.
Según el autor, el alcance de la comprensión conlleva
a. criticar las diferentes manifestaciones de corrupción en la política. b. conocer nuestras costumbres y las de otros pueblos en diferentes niveles. c. ser aprehensivo en lo que respecta a conductas personales nacionales. d. que el eticista debe estudiar las tradiciones más arraigadas de su país.
2.
Si existiera una sola versión de la ética y la moral donde no exista confusión
a. todos pensaríamos de manera similar y actuaríamos bien. b. MacIntyre no hubiera escrito ningún libro sobre ética y moral. c. la mayoría de los pueblos carecería de costumbres particulares. d. todo lo referido en torno a la ética y la moral permanecería igual.
b. Ingresa a las siguientes direcciones web y responde: ¿cuál sostiene un punto de vista moral y cuál ético?
Jesús Mosterín, sobre la tauromaquia https://www.youtube.com/watch?v=uPDvC46C4NA Mario Vargas Llosa, entrevista https://www.youtube.com/watch?v=VLM1K9mfEk8
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TRADICIONES ÉTICAS IMPORTANTES En el plano de la ética hay una gran variedad de teorías. La mayoría siempre desde un enfoque particular y que dependen de un contexto determinado. Analizar todas las corrientes éticas sería parte de otro curso completo, pues nos llevaría mucho tiempo. Por ello, estamos priorizando la explicación de dos: la teoría llamada ‘teleológica’ y la teoría llamada deontológica. Que se corresponden a dos pensadores que ya hemos visto anteriormente: Aristóteles y Kant. Conviene recordar antes de continuar que haremos solamente presentación de algunas de las ideas éticas de estos filósofos.
9.1. La ética teleológica Esta palabra tan poco usual. “teleológica”, “teleológico” tiene un origen griego “telos” quiere decir “fin, finalidad”, logos, razonamiento. Es decir, la palabra “teleológico” significa “razonamiento sobre la finalidad de algo”. Ahora conviene preguntarse ¿por qué una ética se llamaría teleológica? En parte es por influencia de Aristóteles. No nos detendremos a explicar sobre aquel filósofo, ni sobre su doctrina pues ya lo hicimos. Pero lo que si haremos es repasar algunas partes de su obra Ética a Nicómaco. Al comienzo del libro mencionado, Aristóteles realiza una afirmación que podríamos decir sustenta las ideas posteriores, nos dice: “Todos los hombres aspiran a la felicidad”. Es decir, todos los seres humanos tiene por finalidad la felicidad. El ritmo de vida actual, las preocupaciones y la mayoría de actividades hacen que muchas veces perdamos de vista el horizonte de realización de nuestra vida. Por ejemplo, un joven que va a la universidad, se levanta muy temprano, se alista, se pone las zapatillas y coge su mochila para ir a estudiar. Muchas personas piensan que es un acto nada más, desprovisto de z9 3 z
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cualquier motivación trascendente. ¿Qué de trascendente tiene el levantarse temprano y ponerse las zapatillas? Sin embargo, aparece algo más allá. Es una acción destinada a la realización de un fin. Por ejemplo llegar puntualmente a clase. Pero, ¿para qué quiere llegar temprano el estudiante? Para prestar atención al curso claro está, ¿para qué quiere prestar atención al curso? Para aprobarlo, si seguimos la secuencia, nos percataremos que el alumno quiere aprobar el curso para culminar su carrera y ser un profesional exitoso y conseguir un estado de satisfacción, de felicidad. Esta es una ejemplificación del planteamiento de Aristóteles, que había señalado que al parecer, todas las acciones y actividades parecen estar orientados hacia un bien, ese bien es la felicidad. Al introducir el concepto de felicidad, nos encontramos en problemas, pues cada persona parece tenerlo muy en claro. Creo que muchas de las cosas que felicidad nos dice que el vulgo escoge el camino del placer, que no conduce a la felicidad. Nuestro fin no puede consistir en el placer, pues es también accesible al animal. Tampoco en el honor que no es en sí mismo virtud, sino signo de ella. Tampoco en las riquezas que solo son medio de felicidad. La vida de ciencia y conocimiento. Todo ser logra su dicha por el desenvolvimiento de su propia naturaleza. Siendo la naturaleza del hombre racional, la recta razón. Lo que es conforme a la razón es bueno y lo que no lo es, es malo. La razón no solo tiene que ver con pensar bien, sino con obrar razonablemente. Hay entonces virtudes intelectuales y virtudes éticas. Las virtudes intelectuales tienen que ver con pensar bien. Las virtudes éticas con actuar bien. Ahora, la virtud consiste en el dominio de la razón sobre las emociones y pasiones. Solo podemos regular nuestras acciones si somos libres. Somos autores de nuestras obras y por lo tanto responsables de las mismas. Nadie es por naturaleza bueno o malo, sino se hace uno o lo otro por sus acciones y la costumbre. La virtud ética consiste en la realización del término medio entre dos extremos: la generosidad, entre avaricia y derroche; el valor entre cobardía y te meridad. No se trata de un exacto medio, sino un medio autorregulado que nos permita actuar de manera razonable y apropiada. El punto de vista ético de Aristóteles ha sido tan completo que por muchos siglos se ha revisado y enseñado constantemente. En el siglo XVIII y XIX, con el auge de la revolución industrial se necesitaba actualizarlo o modernizarlo de alguna forma. Por ello, el utilitarismo se inscribe en la tradición de la ética teleológica. Veamos por qué.
9.1.1. El utilitarismo Jeremy Bentham (1748-1832) fue un abogado inglés que tuvo un interés particular por la filosofía y la moral. Es el creador de la Deontología. Fue amigo de James Mill y John Stuar Mill, con quienes compartía muchas ideas. Escribió buena cantidad de obras. Siempre se recuerda su postulado más importante: “La mayor dicha, felicidad, posible para el mayor número de personas posible.” z9 4 z
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John Stuart Mill (1806-1873) Filósofo, político y economista inglés. Fue un niño prodigio, y su educación estuvo al cuidado de su padre James Mill y de Jeremy Bentham. Fue simpatizante del positivismo de Comte. Cultivó casi todas las ramas del saber. Retomando los postulados de su maestro fundó el utilitarismo se sustenta en las siguientes premisas: “Todo lo que es útil y está relacionado a la felicidad es bueno.” “Útil es todo aquello que a mí me produce felicidad”. Como hemos visto, para el utilitarismo también existe la búsqueda de la realización de una finalidad, a la manera que propuso Aristóteles. Sigue siendo un principio teleológico la felicidad. Lo nuevo que se introduce aquí es el concepto de útil. La utilidad hace que se generen una serie de elementos de juicio para tomar decisiones.
9.2. La ética deontológica La palabra “deontológico” proviene del griego “deon” y “logos”, y quiere decir: “reflexión en torno al deber”. Debemos entender que para esta corriente ética el “deber” es lo primero y lo más importante. Esa idea de “cumplir” con el “deber” caló en las tendencias de crear éticas profesionales. El principal representante de esta tendencia es Inmanuel Kant. Como dijimos anteriormente, se trata de un filósofo conocido así que iremos de manera directa a reflexionar sobre lo que piensa respecto a la ética.
9.2.1. Los imperativos La reflexión ética en Kant parte del hecho de que en la vida cotidiana guiamos nuestras acciones por imperativos. Es decir ordenes que tenemos en mente antes de hacer algo. Los imperativos pueden ser de diversos tipos. Por ejemplo aquellos que son desiderativos (de la forma: si quieres hazlo), también pueden ser del tipo de imperativo externo (aquellos que nos obligan hacer). Kant se interesa por un particular tipo de imperativos a los cuales denomina categóricos. Los imperativos categóricos son los que obligan a hacer una cosa sin lugar a dudas.
El imperativo categórico El imperativo categórico no es una orden acéfala ni antojadiza, sino una orden que corresponde a la preservación de lo más importante: La humanidad. Pero más aún, no solo el imperativo categórico debe necesariamente corresponder a la naturaleza humana, y la expresión auténtica de esta naturaleza en la racionalidad, de allí que el imperativo categórico y las máximas que rigen nuestra conducta debe estar acordes con la razón. z9 5 z
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Kant pensaba que solo hacía falta un principio para que el individuo luego deduzca sus a acciones a partir de él. Las máximas son los pensamientos que guían nuestra conducta y pueden convertirse en ley moral si cumplen con las siguientes características: Universalidad: “Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal” . Los demás son FINES, no MEDIOS: “Obra de tal modo que trates la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre, como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio”. Validez en el completo ámbito de los FINES: “Obra por máximas de un miembro legislador universal en un posible reino de los fines”.
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ACTIVIDADES DE LA LECCIÓN 9 a. Lee el siguiente texto Kant y responde Para demostrar que se puede actuar “conforme al deber” sin actuar por deber: “Por ejemplo, es, desde luego, conforme al deber que el mercader no cobre más caro a un comprador inexperto; y en los sitios donde hay mucho comercio, el comerciante avisado y prudente no lo hace, en efecto, sino que mantiene un precio fijo para todos en general, de suerte que un niño puede comprar en su casa tan bien como otro cualquiera. Así pues, uno es servido honradamente. Mas esto no es ni mucho menos suficiente para creer que el mercader haya obrado así por deber, por principios de honradez: su provecho lo exigía. [...] La acción no ha sucedido por deber [...] sino simplemente con una intención egoísta” “Ser benéfico en cuanto se puede es un deber. Pero, además, hay muchas almas tan llenas de compasión, que encuentran un placer íntimo en distribuir la alegría en torno suyo [...]. Pero yo sostengo que, en tal caso, semejantes actos, por muy conformes que sean al deber, por muy dignos de amor que sean, no tienen, sin embargo, un valor moral verdadero [...], pues le falta a la máxima contenido moral, esto es, que tales acciones sean hechas, no por inclinación, sino por deber. Pero supongamos que el ánimo de ese filántropo está envuelto en las nubes de un propio dolor, que apaga en él toda compasión por la suerte del prójimo [...]. Si entonces, cuando ninguna inclinación le empuja a ello, sabe desasirse de esa mortal insensibilidad y realiza la acción benéfica sin inclinación alguna, sólo por deber, entonces, y sólo entonces, posee esta acción su verdadero valor moral”.
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1.
La acción de “actuar conforme al deber” conlleva
a. comprar siempre a personas honradas y probas. b. actuar conscientemente bajo el gobierno del deber. c. actuar no siendo egoístas ni perversos. d. pensar de manera racional en todas las alternativas.
2.
Luego de una terapia de varios meses, el paciente pide toda información
respecto a su caso al psicólogo. Según el planteamiento de Kant deberíamos:
a. Entregar la información luego de determinar si es conveniente hacerlo. b. Conversar con el paciente para que entienda que es información confidencial. c. Entregamos la información pues es parte de su responsabilidad profesional. d. Luego de evaluar entregamos parte de la información que beneficie en algo.
b. Reflexiona sobre cuál de las dos teoría éticas son más afines a tu persona. c. Indaga sobre lo que es la ética profesional.
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LA ÉTICA PROFESIONAL. ALCANCES Y DIFICULTADES Cada vez es más frecuente observar en las noticias y en otros ámbitos públicos las quejas por la falta de ética en algunas profesiones. Por ejemplo, vemos algunos casos en los que se acusa a médicos de negligencia, o algún funcionario público de una inconducta. Pero también, se puede observar una tendencia creciente a reflexionar sobre los temas éticos en el caso de cada profesión en particular, lo que se puede ver en diferentes libros y artículos sobre estos temas. También podemos observar esta tendencia en el fortalecimiento de los colegios profesionales y su actividad en la sociedad. Finalmente podemos ver esta revitalización de la ética profesional en el reclamo de la ciudadanía por una buena atención en los diferentes servicios.
10.1. ¿De dónde surge la necesidad de hacer una ética profesional? Adela Cortina, una de las especialistas más connotadas sobre el tema, sostiene que en la época moderna y contemporánea la preocupación por el ámbito de lo público ha cobrado fuerza produciendo una serie de cambios. Es decir, antes, de manera tradicional confiábamos en que nuestros gobernantes tomen una serie de decisiones sobre lo que corresponde hacer, pero ahora buscamos de alguna forma manifestar nuestro punto de vista. Afirma la filósofa: Y no sólo porque nos hemos percatado de que, aunque el poder político siga cobrando su legitimidad de perseguir el bien público, quienes ingresan en la vida política buscan z9 9 z
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ante todo su bien privado, sino sobre todo porque hemos caído en la cuenta de que lo público no es sólo cosa de los políticos. Pero esa participación ciudadana no solo se da en un plano, ni tampoco se da de manera desordenada o amorfa, sino que encuentra canales de expresión auténticos para manifestar su punto de vista. Adela Cortina identifica por lo menos cuatro instancias. El ámbito de lo público, por contra, es el lugar natural también de al menos cuatro tipos de instituciones, pertenecientes a la sociedad civil: las entidades económicas, la opinión pública, las asociaciones cívicas y las actividades profesionales. Cambiar la sociedad hacia algo mejor exige entonces laborar desde cada uno de estos ámbitos, y no optar sólo por uno de ellos, porque no hay una sola dimensión de la realidad social que sea determinante de las restantes, sino que la realidad es, y por muchos años, poliárquica” Como podemos observar, estas cuatro instituciones son: las entidades económicas, la opinión pública, que ahora mediante las redes sociales rápidamente difunde su punto de vista, las asociaciones civiles como aquellas que defienden los derechos de los animales. Finalmente las actividades profesionales que mediante los colegios profesionales dan a conocer sus opiniones especializadas. De otro lado, Charles Taylor en su reflexión sobre la modernidad, nos da algunas características del hombre moderno, que pueden ayudarnos a comprender el surgimiento de la ética profesional. Según Charles Taylor, tenemos las siguientes características:
10.1.1. La idea del Yo desvinculado Esta idea surge a propósito de la individualización del hombre, propia de la época moderna. Por ejemplo, si recordamos a Ulises protagonista principal de la Odisea, vemos como este personaje tiene una relación tan fuerte con Ítaca, su tierra natal. Pelea con dioses, semidioses, hasta rechaza la propuesta de Calypso, que le ofrecía juventud y liberación de sus trabajos. Rechaza todo porque él desea estar en Ítaca, esa conexión es fuerte. No solo es una conexión a nivel territorial, sino también cultural, histórico. Sin embargo, si vemos a Robinson Crusoe, el no hace un esfuerzo mayor ni titánico, sino que se las arregla para poder sobrevivir allí en la isla. A partir de la modernidad, las personas se sienten más ciudadanos del mundo. Pueden estar bien en un lado, así también pueden estar bien en otro. El hombre moderno se puede adaptar fácilmente porque ha perdido su vínculo con su lugar natal.
10.1.2. La afirmación de la vida corriente Según esta idea en la vida moderna y contemporánea aspiramos a ser, como somos nosotros, ya no aspiramos a la vida heroica o a la vida santa. El hombre moderno aspira a ser un ciudadano con deberes y derechos como cualquier otro. También aspira a ser un trabajador o profesional exitoso. No se aspira más a situaciones z1 0 0 z
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que superen este estatus. Por eso desea conocer sus derechos y deberes, busca practicarlos. Busca hacerse respetar y de esa forma encuentra en la dignidad una realización particular y social.
10.1.3. El sentido de benevolencia El hombre moderno se caracteriza por mostrar compasión hacia sus semejantes, por ello se organiza, procura que no exista desigualdad. El hombre moderno, considera el bienestar de la mayoría como parte del bienestar propio. Se hace necesario poder entender esta dimensión para entender las acciones filantrópicas propias de esta época. Este es el amplio campo de acción del surgimiento y alcance de la ética profesional. Necesitamos saber y reconocer algunas de estas características para finalmente ratificar la voluntad de hacer y practicar la ética profesional.
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ACTIVIDADES DE LA LECCIÓN 10 a. Lee el siguiente texto y responde No existe una clave para nuestro problema, ninguna panacea para la enfermedad que padecemos. El síndrome tecnológico es mucho más complejo por eso, y tampoco es cuestión de escapar de él. Aunque efectuemos una importante conversión y reformásemos nuestros hábitos, no por ello desaparecería el problema fundamental. Pues la aventura tecnológica debe proseguir; en adelante, los correctivos susceptibles de asegurar nuestra salud exigen un nuevo desafío sin tregua al ingenio técnico y científico, que engendra nuevos riesgos que le son propios. Así, alejar el peligro es una tarea permanente. Esto significa que, sea cual sea el porvenir, debemos efectivamente vivir en la sombra de una calamidad amenazante. Pero, en ser conscientes de esta sombra, como es el caso hoy día, consiste paradójicamente la chispa de la esperanza: ella, en efecto, impide que desaparezca la voz de la responsabilidad. Esta chispa no brilla a la manera de una utopía, pero su advertencia esclarece nuestro camino como lo hace la fe en la libertad y la razón. De modo que el principio responsabilidad y el principio esperanza se reúnen finalmente, incluso si no se trata de una esperanza exagerada en un paraíso terrestre, sino de una esperanza más moderada respecto a la posibilidad de continuar habitando un mundo en el futuro y respecto a una supervivencia que sea humanamente digna de nuestra especie, teniendo en cuenta la herencia que se le ha confiado. Esta es la carta que se debería jugar. Jonas, Hans. Una ética para la naturaleza (1993)
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1. Hans Jonas plantea reflexiona sobre
a. a la libertad humana. b. a la fe en la razón. c. al porvenir sombrío. d. al síndrome tecnológico.
2. El autor del texto defiende una concepción
a. esperanzadora sobre el futuro de la humanidad. b. apologética sobre el uso de la antigua tecnología. c. pesimista sobre la fe en la razón y la libertad. d. optimista en torno a los avances de la filosofía.
3. Resulta lógico con el texto afirmar que el síndrome tecnológico
a. es continuo pero siempre trivial. b. niega toda esperanza en el futuro. c. no admite una solución definitiva. d. admite una solución no racional.
b. Investiga en internet y en libros cuál es la ética que corresponde a tu carrera. Reflexiona si es apropiada.
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ÉTICA, VALORES Y HUMANISMO En el terreno del humanismo hay una serie de consideraciones importantes, pero también son diversas. En esta lección iremos directo a la práctica y a continuación leeremos un artículo del profesor Miguel Ángel Polo, en torno al humanismo. Hasta el momento hemos estado leyendo fragmentos de libros o artículos aquí ya leeremos uno completo. Responde las preguntas hacia el final y mantente atento.
11.1. LA BÚSQUEDA DE UNA DEFINICIÓN DEL HUMANISMO Unidad y diversidad de la tradición humanista Miguel Ángel Polo Santillán
11.1.1. Introducción El término humanismo fue usado por Niethammer en el siglo XIX, pero ya en el renacimiento italiano se usaba el término humanistas para hacer referencia a los que estudiaban las humanidades1. Sin embargo, el término latino humanitas es el referente necesario para pensar las raíces del humanismo. Aulio Gelio, escritor romano del siglo II, es —según Duque2 — en quien humanitas reúne dos conceptos griegos: philanthropía (“amor al ser humano”) y paideía (“educación”). El amor al ser humano, a una idea o 1 2
E. González, El renacimiento del humanismo. BAC, Madrid 2003, pág. 12. F. Duque, Contra el humanismo. Abada Editores, Madrid 2009, pág. 12 z1 0 5 z
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modelo de ser humano, se logra mediante la educación, que constituye así un medio formador y liberador, un medio de identidad y de diferencia ante lo bárbaro. A su vez un amor al ser humano que deriva en cuidado de lo humano, aspecto humanista que se repetirá frecuentemente en los humanismos modernos y contemporáneos. Esta doble tendencia es la que queremos presentar en esta parte, así como señalar algunas características principales atribuidas al humanismo por diferentes autores.
a. Definiendo el humanismo El humanismo es, no podría ser de otro modo, una palabra ambigua, confusa y polivalente3, sin embargo creemos encontrar dos grandes significados que abren un abanico de posibilidades, pero que a su vez pueden estar relacionados. Veamos primero por separado y luego sus conexiones contemporáneas. Por un lado se encuentra aquella búsqueda constante de modelos clásicos que nos humanizan y distancian de lo bárbaro4 e inhumano. Fueron los humanistas latinos, como Cicerón, Séneca, Terencio, quienes iniciaron esa actitud humanista de mirar a los griegos como un modelo a seguir, a encontrar pautas de lo humano, actitud que se repetirá en los renacimientos5 medievales y en el renacimiento italiano. Todos ellos afirmándose en una literatura clásica (greco-latina) y en las Bellas Artes que sirvan como medio para humanizar al bárbaro. Según González, la etimología de la palabra Humanismo ya contenía ese sentido, humanizar mediante las letras y las artes: “En cuanto a la etimología de la palabra Humanismo, es evidente que proviene de humano, pero ligada a los Studia Humanitatis (los estudios humanísticos en las universidades o al margen de ellas), que constituían un ciclo de disciplinas llamadas las Artes liberales o las humaniores litterae (las letras más humanas, con relación a las escolásticas teológicas, tan especulativas y áridas): Filosofía, Gramática, Retórica, Literatura, Historia, Arte o Política, estudiadas fundamentalmente a través de los clásicos…el estudio de los antiguos o clásicos actúa como liberador del hombre: con las disciplinas humanísticas toda persona puede liberarse de la barbarie, de la incultura, de la mediocridad, del pesimismo, de la pusilanimidad, de la angustia.”6 Cada movimiento humanizador se ha basado en una creación y plasmación de modelos de ser humanos, a partir del cual el proceso civilizador ha tomado sentido. El mundo greco-romano afirmó al hombre racional, capaz de controlar sus pasiones. El mundo Calificativos usados por J. M. Velasco, Mística y humanismo. PPC, Madrid 2007, pág. 139. Enrique González nos dice que en el siglo V hubo un cambio significativo del término bárbaro: “Hasta entonces, en griego y en latín, el término bárbaro significaba extranjero, el que hablaba otra lengua; por eso el poeta latino Ovidio –desterrado el año 9 lejos de Roma, en el Ponto Euxino, en las bárbaras riberas del Mar Negro– escribió, paradójicamente, en sus Tristes: “Aquí soy un bárbaro porque no me entiende nadie”. Pero desde esa invasión la palabra bárbaro pasará a ser sinónimo de fiero, brutal, despiadado, cruel, inculto, atroz, imprudente, grosero, tosco, inhumano.” Ib., pág. 5. 5 González diferencia entre Renacimiento y Humanismo, de hecho piensa que el humanismo o los humanismos pueden generar renacimientos. Acertadamente considera que el Renacimiento no puede ser identificado con una época, sino con distintas épocas donde hay humanismo. Señala: “Ya hemos dicho a grandes rasgos que el Renacimiento y el Humanismo son dos movimientos distintos pero siempre acompañantes; que el Renacimiento hace referencia al período temporal —sea cual sea— de profundas transformaciones personales, sociales, políticas o artísticas; que el Humanismo, insertado dentro del Renacimiento como motor y causa suya, se caracteriza por ser un movimiento de recuperación de las Bellas Letras de la Antigüedad grecorromana y cristiana, con el fin de educar al hombre nuevo; que el Renacimiento aplica los ideales difundidos por los humanistas a todas las actividades culturales (Bellas Artes, Literatura, Historia, Filosofía, Política o Teología).” Ib., pág. 15. 6 Ib., pág. 11. De forma similar, la propuesta humanista de Confucio implicaba un estudio de diferentes disciplinas, como la literatura, la oratoria, los ritos, la música, etc. Proyecto humanista diferente al propuesto por Lao Zi, que propugnaba un “humanismo naturalista”, es decir, humanizarnos ampliando nuestro horizonte de pertenencia. 3 5
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medieval y cristiano construyó la idea de persona, sustancia individual de naturaleza racional. El mundo moderno creó la idea de sujeto, capaz de construir el conocimiento y el mundo, con una voluntad abierta al infinito. Y otro modelo, derivado del moderno, es la del individuo libre, creador de su propio destino. Cada modelo traía consigo un conjunto de valores y normas, es decir, una o varias morales y modos de vida. Sin embargo, esta manera de definir el Humanismo que busca afirmar al ser humano a partir de un modelo, tiene como tendencia siempre posible la negación del otro, del bárbaro, del que habla diferente, del que tiene una cultura distinta, del que tiene otro modelo de ser humano. Recuperar las Bellas Artes y las Bellas Letras era la estrategia de afirmarse a sí mismo y desde ahí hacer que el diferente sea como nosotros o excluirlo. Procedimiento homogeneizador como un modo de buscar entendimiento y dominio. Procedimiento excluyente que mira con temor y sospecha lo extraño. La humanización, afirmación de la humanitas, ya presente en los romanos, era una forma de civilizar y justificar el poder civilizador o de dominio sobre otros pueblos bárbaros. La segunda definición de humanismo es aquella que busca defender el valor de la vida humana, afirmar su dignidad, cuidarla y defenderla ante las arbitrariedades de su instrumentalización religiosa, económica, política o tecnológica. Las prácticas personales y sociales tienen también una tendencia deshumanizadora, que si una sociedad no ha asimilado ciertos fundamentos humanísticos tenderá al desorden y a la barbarie. En ese sentido, también encontramos en González7 la segunda definición: “Puede entenderse por Humanismo toda trayectoria filosófica liberadora de la visión cosificadora del hombre, de la propensión a deshumanizarlo, a deslizar en lo humano el modo de ser de las cosas, y así intente proporcionar entusiasmo de serlo plenamente. En este sentido el Humanismo, mediante la educación o la participación de todo cuanto pueda enriquecer, intenta liberar al hombre de la masa, de su cosificación de la tendencia a la despersonalización, para que se haga más verdaderamente humano, se renueve y se dé cuenta de su grandeza, su dignidad, su deber por desarrollar las capacidades que tiene de amar, de realizar el bien o la belleza. Para el Humanismo, el hombre —cualquier hombre— está por encima de toda nación, de todo territorio, de toda ideología, de toda religión.”8 (2003, 25) Esta definición no pone el acento en el modelo de ser humano, cultivado a través de las artes y las letras, sino en la afirmación del valor de la vida humana y en su defensa, más allá de las letras y de las culturas. Aquí, la humanidad misma es un proyecto, una tarea nunca terminada, sea personal y colectivamente hablando. El hombre es un potencial que requiere condiciones para su desarrollo, por eso el valor liberador de la educación. Sin embargo, esa segunda definición puede tender hacia el antropocentrismo: el hombre es el ser más valioso y el único que debe ser defendido por su valor intrínseco. Es decir, los demás seres, animales, árboles, mares, montañas, la naturaleza en su conjunto, o no tienen valor alguno o solo tienen valor instrumental. Mas la crisis ecológica de nuestros tiempo hace insostenible esa afirmación antropocéntrica, en sentido axiológico. 7 8
Ambas acepciones que estamos presentando también la podemos encontrar en J. M. Velasco. Op. cit. Capítulo IV. Ib., pág. 25. z1 0 7 z
FILOSOFÍA
Requerimos abrir el sentido de la dignidad no solo a otros seres humanos sino a otros seres no humanos. Quizá por eso tiene sentido hablar de un humanismo cósmico como lo hace Darío Botero. Asimismo, esta versión antropocéntrica suele contraponerse a cualquier forma de absoluto religioso, porque cualquier divinidad sería un impedimento para la libertad humana, como lo expresa claramente el humanismo inmanentista de Sartre. Y al hacerlo se cerraba a las otras dimensiones humanas y no humanas, cayendo en un subjetivismo voluntarista. Contraponer la libertad frente a lo absoluto o lo absoluto frente a la libertad es una mutua anulación. Así, ante ambas definiciones, se hace necesaria una síntesis crítica. Por un lado, la primera definición requiere tener en cuenta el contexto multicultural, tomarse en serio la creación de múltiples modelos de lo humano, con una pluralidad de creencias, normas y valores. Por lo que no podemos pensar en un único modelo humanizador, llámese individuo libre con sus derechos humanos o hijo de Dios con sus derechos sobre la Tierra. ¿Quiere decir que todo modelo de lo humano se justifica, es válido? No. Son muchos los factores a tener en cuenta en esta respuesta, como la historia y la autocrítica de cada cultura, los encuentros y desencuentros con otras tradiciones, la generación de espacios de diálogo con los otros, etc. Es decir, las culturas —al no ser un marco absoluto de lo humano— van encontrando estrategias para enriquecer nuestra visión de lo humano y solucionar sus posibles conflictos. En ese sentido, uno de los retos del humanismo actual, si quiere afrontar las críticas antihumanistas surgidas en el siglo XX, es que las diferentes ideas de ser seres humanos deben dar cabida a todos los seres humanos, aunque sean realidades que hieren nuestros modelos humanistas. Esas realidades también son expresiones de las posibilidades humanas, aunque quizá no deseables. Es decir, evitar expresiones como “esos no son humanos”, “estos son menos que humanos”, pensamientos que nos predisponen a la exclusión y hasta el exterminio. Un humanismo que esté abierto a otros modelos humanistas, un humanismo realmente humanista, para evitar el uso ideológico9 del mismo. Por otro lado, la segunda definición requiere incluir a otros seres no humanos, ya que sin ellos nuestra existencia —y no solo nuestra calidad de vida— perdería sentido. ¿Significa ello volver a sacralizarlos? Las diferentes tradiciones deben tener una variedad de respuestas a esa inclusión, pero todas ellas deberían reflejar esa inclusión, cuyo resultado no será sino una nueva expresión de nuestra propia humanidad. Es decir, podemos humanizarnos también cuidando de los otros seres no humanos. Cuidando de los animales y de la naturaleza también es una forma de humanizarnos. De ese modo, el humanismo contemporáneo también tiene el reto de no quedarse en un amor a sí mismo, en un antropocentrismo, que quita el valor de las otras criaturas sobre la tierra. Aunque le sea difícil decidir, debe abrir su mente y corazón a otros seres no humanos, porque sin ellos no puede ser realmente humano. Ya no es solo en referencia al trato con nuestro prójimo humano, sino al trato con los seres no humanos que nuestra humanidad y nuestros humanismos puedan enriquecerse. Esto significa replantear nuestras relaciones con respecto a los animales, a la naturaleza en general y 9
Desde América Latina y desde los pueblos colonizados siempre se utilizaron dichos argumentos para oprimir y explotar a los habitantes de dichas zonas. Los relatos de Bartolomé de Las Casas (s. XVI) sirven para mostrar como suelen juntarse la justificación ontoantropológica y los intereses económicos en los proyectos de dominio y explotación. z1 0 8 z
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también con respecto a lo que consideramos sagrado, a los dioses o a Dios. Después de todo, el proceso desacralizador europeo no es el único movimiento racional de la historia ni todos los pueblos lo han seguido ni lo seguirán. Mientras una tendencia latente de la primera definición era no abrir espacio a otras tradiciones con sus literaturas clásicas y diferentes modelos humanizadores, la segunda definición tiene la tendencia del antropocentrismo que solo otorga valor a lo humano, el resto de seres están solo para su servicio. Por lo tanto, el reto del humanismo es abrirse a la diferencia, salir del etnocentrismo para ver en el hombre no una masa que debe conformarse a un modelo único, sino como un ser cuyo destino es el cuidado de sí y del mundo10. Una vez más, el humanismo requerirá nuevas alianzas con la naturaleza y lo divino, para replantear el sentido de lo que significa humanizar en los nuevos tiempos. El Humanismo, pues, piensa —aunque no solo eso— en la humanidad del ser humano que, a pesar que tiene un soporte natural, queda siempre como pregunta y tarea, como destino.
b. Tres características del humanismo según Bullock El historiador Alan Bullock, en su obra La tradición humanista en Occidente, ha resumido en tres las características de la tradición humanista. Tarea siempre titánica, porque se trata de ver elementos comunes en una tradición que se manifiesta en el Renacimiento, se mantiene en la Ilustración y llega herida hasta nuestros días por las críticas genealógicas, ontológicas, estructuralistas y posmodernas. Antes de señalar las características, Bullock hace unas observaciones que son importantes tener en cuenta. El humanismo no se caracteriza tanto por su contenido filosófico o religioso, sino por ser debate continuo y abierto11. En palabras de Bullock: “el humanismo no es un sistema filosófico o un credo religioso, es un debate continuo en el cual se han presentado, y se presentan, puntos de vista muy distintos”12. Por ser un debate abierto, esto le sirve para establecer los límites o fronteras respecto a lo que no sería humanismo: “no considero humanista ninguna concepción determinista o reduccionista de la vida humana y la conciencia, ni una concepción autoritaria e intolerante”13. Los determinismos o reduccionismos científicos, filosóficos o teológicos, justamente por trazar marcos cerrados para la comprensión del hombre y del mundo, no son expresiones humanistas14. Además, como lo ha señalado la experiencia histórica, terminan instrumentalizando a las personas y a la vida humana. Como lo ha señalado Higinio Martín, el Humanismo no es una simple perspectiva de lo humano, sino una forma de gestionar lo humano, lo cual abarca tanto la cultura como la organización social. Y de esa manera concretar modelos de seres humanos. Dice: “Humanismo” se utiliza en el sentido en que toda forma de organización social de la vida es ya, por su propia índole, una forma de gestionar la propia humanidad que no puede desprenderse de una idea acerca de lo que resulta ser humano y de lo que no; todavía más, que la produce. “Humanismo” significa aquí, pues, cultura o sistema socio-cultural en tanto que produce y suministra los contenidos de la autoconciencia y la realización del hombre.” H. Martín, La invención de lo humano. la construcción sociohistórica del individuo. Iberoamericana, Madrid 1997, págs. 32-33. 11 Con un cierto matiz diferente, Blackham sostiene: “El humanismo es una posición filosófica y necesita una defensa filosófica, pero no es “una filosofía”.” “Humanism: The Subject of the Objections”, en H. J. Blackham (ed.), Objections to humanism. Penguin Books, London 1965, pág. 23. Por su parte Duque cree que como el humanismo tiene como característica central el antropocentrismo, es decir, la autorreferencialidad, por lo que “no ha echado raíces en ella” (2009, 62), prefiriendo la “vía antihumanista”, por negarse a “considerar al hombre como centro último de la realidad y donador de su sentido.” Op. cit., pág. 62. 12 A. Bullock, La tradición humanista en Occidente. Alianza, Madrid 1989, pág. 169. 13 Ib., pág. 170. 14 Nosotros diríamos que no serán expresiones humanistas, aunque sí expresiones de lo humano. Cosa no tan agradable de ver. Como lo expresa Löwith: “la inhumanidad constituye un elemento esencial de las posibilidades del ser humano.” El hombre en el centro de la historia. Herder, Barcelona 1998, pág. 190. 10
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FILOSOFÍA
Este debate abierto hace que el humanismo no tenga un concepto definitivo, por lo tanto estará abierto a los tiempos y sus problemáticas. A pesar de esta observación general, las características más importantes y constantes de la tradición humanista parecen ser las siguientes:
b.1. La primera característica está referida a que el humanismo centra su atención en el hombre mismo: “Primero, en contraste con una concepción teológica del hombre (que lo ve como parte de un orden divino) o científica (que lo contempla como parte del orden natural), y en ningún caso como figura central, el humanismo centra su atención en el hombre y parte de la experiencia humana.”15 Esto es lo que algunas autores han señalado, y criticado, el carácter antropocéntrico del humanismo. Sin embargo, esta característica establece ya un problema de fondo: el humanismo es una perspectiva que mira la existencia humana desde el hombre mismo, subordinando o marginando el orden divino o natural. Una expresión del humanismo lo podemos encontrar en el giro copernicano de Kant quien hizo girar el mundo y Dios a partir de la centralidad de lo humano16. Esto nos coloca en un dilema: o una perspectiva antropocéntrica o una perspectiva no-antropocéntrica (naturalista o teocéntrica). ¿Cómo superar este dilema? Quizá habría que señalar que la atención en el hombre no implica necesariamente antropocentrismo (todo centrismo crea problemas con lo que depende del centro y con lo marginado del centro). La perspectiva humanista significa reconocer la responsabilidad que tiene el mismo hombre en su sentido y destino, en el cual son integrados la naturaleza y lo divino. No cabe duda que el claro antecedente es Sócrates que interroga sobre el hombre mismo, pero no tanto para encontrar una verdad de lo humano, sino para tomar una actitud de cuidado ante la vida, para encontrar un sentido. Esta perspectiva no excluye ni se opone a la ciencia ni a la teología, porque mientras la primera nos muestra nuestros lazos naturales, la segunda nos abre a la trascendencia. Pensamos en un humanismo que reconoce la interdependencia entre naturaleza–hombre–divinidad y en medio va decidiendo sobre sus formas de vida, su sentido y destino.
b.2. Este diálogo abierto, como expresión de la búsqueda del sentido, requiere atribuir valor a las personas y sus diferencias. Señala Bullock: “La segunda característica del humanismo es la creencia de que la persona humana tiene un valor en sí misma —todavía usamos la expresión del Renacimiento, la dignidad del hombre— y que el respeto al individuo es la fuente de todos los demás valores y derechos humanos. Este respeto se basa en los poderes latentes exclusivos del hombre y de la mujer: el poder creador y de comunicación (lengua, artes, ciencia, instituciones), el poder de observarse a sí mismos, de especular, imaginar y razonar.”17
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Ib., pág. 170. Duque argumenta en sentido contrario, es decir, que en Kant no podemos encontrar un humanismo, porque no encuentra que el hombre sea el centro de su reflexión. Op. cit., pág. 70. Op. cit., pág. 170. z1 1 0 z
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La atribución de dignidad como condición moral para que el hombre busque el sentido de la existencia personal y colectiva. Lo cual también indica que no todo en la existencia humana está determinado por poderes divinos, naturales o políticos. La atribución de valor, como límite a poderes que pueden obstaculizar el mejoramiento de la humanidad, y la expresión de los poderes heurísticos, los que necesitan de la educación y la libertad: “Para liberar estos poderes, para desarrollar las potencialidades inherentes a los hombres y a las mujeres, son necesarias dos cosas: una es la educación, entendida no como un entrenamiento en tareas o técnicas específicas, sino como un despertar de las posibilidades de la vida humana, el cultivo de la humanidad de los jóvenes…La segunda condición para el despliegue de las energías creadoras de la persona humana es la libertad individual.”18 El autoconocimiento requiere libertad para cuestionar las verdades, indagar por las buenas razones y explorar en nuevos territorios, tanto en asuntos científicos, religiosos, sociales como personales. ¿Implica esto que será reprobable la asunción de verdades absolutas y objetivas? Las personas y los grupos humanos trazan sus jerarquías axiológicas, estableciendo verdades más estimables que otras, por lo tanto asumiendo algunos valores como hiperbienes o bienes superiores a otros. Sin embargo, aún asumiendo valores superiores dentro de una determinada tradición, las personas siempre interpretan de diferentes maneras esos valores superiores hasta el punto de poder cuestionarlos y cambiarlos definitivamente. Así, nuestra asunción de valores superiores o hiperbienes no debería excluir la crítica interna y externa, porque dejaría la posibilidad de enriquecerla y convertirse en limitaciones a la incesante búsqueda humana19.
b.3. La otra característica asociada con las anteriores es no asumir el carácter definitivo de los discursos, de las ideas, sean científicas, teológicas, filosóficas o políticas. Dice Bullock: “Una tercera característica de la tradición humanista es la importancia que siempre ha otorgado a las ideas, manteniendo que las ideas no se pueden formar ni entender separadas de su contexto social e histórico…Desde que Petrarca se enfrentó al escolasticismo en el siglo XIV, el humanismo ha mostrado poca confianza en la elaboración de ideas abstractas en sistemas filosóficos —ya sean teológicos, metafísicos o materialistas. Ha valorizado la razón no por su capacidad para construir sistemas, sino por su aplicación crítica y pragmática a los problemas que surgen en la experiencia humana concreta —morales, políticos, sociales y psicológicos…En lugar de buscar la imposición de una sola serie de valores o símbolos —católicos, calvinistas, islámicos, marxistas— siempre ha aceptado que hay más de un camino para llegar a la verdad...”20 El reconocimiento de una verdad abierta a la búsqueda hace que ésta no se identifique con las formulaciones culturales, sino sometida a nuevas expresiones históricas. La verdad, más que ser una afirmación verbal que nos da seguridad, es una apertura de territorios por explorar donde los caminos no están trazados sino se van haciendo en la exploración misma. 18 19
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Ib., pág. 171. Esto significa entender al ser humano como un ser que interroga. O como lo dice Löwith: “En el instante mismo en que el ser humano toma conciencia de sí mismo en cuanto hombre, una pregunta viene al mundo.” Op. cit., pág. 204. Bullock, Op. cit., pág. 173. z1 1 1 z
FILOSOFÍA
Las verdades provisionales, frutos de nuestro intelecto, sentimientos, historias y relaciones, solo presuponen la verdad como campo de búsqueda, que a veces suele llamársela verdad absoluta. Las verdades presuponen la Verdad, nunca alcanzable por nuestros medios finitos, solo intuida en la propia búsqueda. La Verdad Absoluta se autodestruye cuando deja de ser un valor inspirador y se convierte en un concepto con contenido específico. Añade Bullock que el humanismo ha optado más por la vida activa que por la vida contemplativa: “Uno de los temas más antiguos de la discusión humanista, ya familiar en la antigüedad antes de ser actualizado en Italia durante el renacimiento es el contraste entre la vida activa y la vida contemplativa…la corriente dominante en la tradición humanista ha estado a favor de la vida activa, la lucha por dominar la fortuna y la resistencia, más que la resignación ante el mal.”21 Quizá esto sea así en el contexto histórico, pero no en el de exigencias de nuestro tiempo que requiere superar la dualidad activo-contemplativo. La razón crítica y pragmática presupone también una razón contemplativa, como aquella que es capaz de estar atenta a la vida en su diversidad y unidad, en su inmanencia y trascendencia, en su absurdo y en su sentido. ¿Dejaría por ello de ser humanismo? No lo consideramos así porque siempre será el hombre el que haga un discurso sobre el ser, la naturaleza y Dios, por lo que deberá tener una actitud de escucha y cuidado ante sus propios productos, pensamientos, acciones y relaciones. Después de todo, como dice Löwith, el discurso acaba en el silencio, es decir, es la contemplación de los que decimos, hacemos o vivimos.
c. Tres rasgos del humanismo según Todorov Más cercano a nosotros en el tiempo es la caracterización que ha hecho Todorov del humanismo, todas las cuales señalar su carácter antropológico. Una antropología que tienes tres rasgos: unidad biológica, unidad social y libertad. “El humanismo es, para empezar, una concepción del hombre, una antropología. El contenido de ésta no es rico. Se limita a tres rasgos: la pertenencia de todos los hombres, y ellos solamente, a una misma especie biológica; su sociabilidad, es decir, su dependencia mutua no sólo para alimentarse y reproducirse, sino también para convertirse en seres conscientes y parlantes; y, finalmente, su relativa indeterminación y, por lo tanto, su posibilidad de internarse en elecciones distintas, constitutivas de su historia colectiva o de su biografía, y responsables de su identidad cultural o individual.”22 En un mundo que segrega a otros seres humanos, todavía sigue siendo importante postular la humanidad de todos los hombres, tarea siempre pendiente. Por eso el humanismo afirma ser una actitud abierta a las experiencias e historias humanas personales y sociales. Ese carácter social del humanismo quiebra el egocentrismo moderno que se autoconstituye. Por lo que sigue teniendo un signo humanista lo fundamental del discurso antropológico del siglo XX, al vernos como seres con otros, seres dialógicos, interdependientes, intersubjetivos, etc., todo lo cual indica nuestro ser 21 22
Ib., pág. 174. T. Todorov, El jardín imperfecto. Luces y sombras del pensamiento humanista. Paidós, Barcelona 1999, pág. 327. z1 1 2 z
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ontológicamente abierto al otro, pero también a uno mismo. Finalmente, a la “relativa indeterminación” podría contraponerse el Discurso sobre la dignidad del hombre de Pico de la Mirándola, donde habría una “esencial indeterminación” y a partir de ella crear múltiples modelos de vida. Sin embargo, sea relativa o esencial, en esa misma indeterminación yace la dignidad de lo humano.
d. Las características del humanismo en Blackham Harold J. Blackham, humanista contemporáneo, en “Humanism: The subject of the objections”23, también nos presenta algunas características del humanismo, a partir de las respuestas a las objeciones al humanismo. Empieza sosteniendo que el humanismo tradicional, renacentista, era pragmático, realista, guiado por la lógica de los resultados. “Los humanistas esperaban aprender de la experiencia, y ellos no han abandonado esta esperanza por un retorno a la fe de sus padres, que ellos piensan es un consuelo a la desesperación”24. Pero fue el humanismo ilustrado que a partir de premisas definidas sobre la vida humana, se distancia del pasado que entiende como ignorancia y superstición. Frente a esto, Blackham afirma que “los humanistas modernos no necesitan repudiar estas creencias de sus predecesores”25. Y a partir de ahí considera dos características del humanismo: el libre examen y el acuerdo social, que las entiende como “raíces permanentes del humanismo”26. El libre examen no es entendido como una actitud peligrosa que puede destruir toda creencia e institución. “El libre examen no es un pensamiento irresponsable. Por el contrario, en la medida que es metódico y sistemático, ha establecido acuerdos y una propia tradición, es decir, su propio criterio y sistema de control”27. El caso típico es el de la ciencia como investigación o examen organizado: “Solo en la medida que la ciencia en verdad es libre examen organizado es una búsqueda humanística y no una dogmatismo secular”28. La ciencia es pues una investigación abierta y positiva. La segunda característica es el acuerdo social, “criterio último para los valores y los hechos”, esto tiene sentido por la naturaleza social del hombre. “Esta correlación positiva de certeza y obligación con el carácter provisional de proposiciones y reglas, y el rechazo correspondiente de aceptar demandas absolutas, es característica de pensamiento humanista”29. Así, Blackham coloca al humanismo como defensor del orden social democrático, en el cual las diferentes creencias pueden co-existir con “igual seguridad”. Confrontando la moral humanista con la moral cristiana, considera el humanismo no ofrece unos valores permanentes. “No hay ningún modelo supremo de ética humanista, porque, en las asunciones humanistas, no hay ningún sumum bonum, ningún fin principal de toda la acción, ningún acontecimiento remoto supremo al cual todas las cosas se mueven y para En H. J. Blackham (ed.), Objections to humanism. Penguin Books, London 1965. Ib., págs. 9-10. 25 Ib., pág. 10. 26 Ib., pág. 11. 27 Ib., pág. 12. Habría que añadir que ese “libre examen” también fue aplicado a la vida personal, tanto en el mundo grecolatino como en el budismo, formando parte del cuidado de sí mismo. 28 Ib., pág. 12. 29 Ib., pág. 16. Sin embargo, este “acuerdo social” no debe ocultar nuestra responsabilidad de asumir nuestras interrogaciones y la propia búsqueda de la verdad. Y eso también es signo humanista. 23 24
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el cual todas las cosas existen, ninguna teleología, ninguna naturaleza humana definitiva. En cambio, hay muchas posibilidades, mejores y peores, y modos de evitar el peor y comprender y aumentar el mejor. Así hay muchos modelos de vida buena, que puede ser ejemplificada, y ninguno que es mejor o comprensivamente o exhaustivamente bueno.”30 En una sociedad donde nada es absolutamente bueno, se hace necesaria la tolerancia, ella ha sido “una virtud característicamente humanista”31. Sin embargo, habría que preguntarse que si hay “modos de evitar lo peor e incrementar lo mejor”, entonces políticamente tendríamos tres posibilidades: o son procedimientos para resolver las diferencias o asumimos valores centrales o básicos que sean universales o ambas cosas. La dignidad humana es un valor básico humanista, que a la vez es sustento del derecho, por lo que la existencia de múltiples modelos de vida buena no puede ir contra ese valor básico32. Finalmente, Blackham habla del “compromiso humanista” (Humanist Commitment) que lo convoca a participar en el ámbito público y enfrentar los problemas comunes de la humanidad, los males clásicos de pobreza, ignorancia y enfermedad a través del arte, la ciencia y la cooperación social. Esto hace que el humanismo sea más una pasión que una posición intelectual, una pasión por una cualidad buena de vida, “encendido en la vida vivida”33. Termina señalando, retomando a Matthew Arnold, las cualidades de la persona humanista: “almas generosas y humanas, amantes de la perfección del hombre, que se dedican a la educación y al servicio público son los humanistas, en este sentido profundo.”34
e. Humanismo y autorreferencialidad Duque ha señalado que la característica principal, además de su problema principal, del humanismo es la autorreferencialidad. ¿Qué significa esto? ¿Qué el hombre ha tenido la pretensión de hacerse una idea de sí mismo? ¿Qué ha pretendido saber quién es? ¿O señala el carácter ilusorio del pensamiento y del lenguaje que nos atrapan a partir de un yo como centro del discurso? Sin embargo, sean esas las posibilidades pensadas en la autorreferencialidad, ¿acaso el humanismo está atrapado al crearse imágenes, ídolos, de sí mismo? ¿Por qué no puede ser humanismo lo que no hace referencia a un modelo de ser humano sino a un cuidado de lo humano, aunque no sepamos a ciencia cierta lo que esto signifique? Aunque no tengamos una verdad absoluta o al hombre absoluto, tenemos verdades parciales de lo que somos, sin poder articular definitivamente todos esos saberes parciales. Por eso, el humanismo, más que ser una perspectiva de lo humano, es una actitud de cuidado de nuestra propia especie y de lo que nos hace ser seres humanos35. Ib., pág. 18. Ib., pág. 20. 32 Esto es lo que se conoce en ética como éticas de máximos y ética de mínimos, pero a su vez se requieren sus articulaciones, relaciones que las hacen interdependientes. 33 Ib., pág. 27. 34 Ib., pág. 28. 35 Aunque sea otra expresión de la autorreferencialidad, he señalado en esa misma dirección: “Frente a la decadencia de la ilusión de un único modelo de la vida humana verdadera y frente al reconocimiento de distintos modelos de lo humano, solo nos queda el cuidado del antropos. ¿Qué implica ese cuidado? ¿Cuidado de qué? Cuidado de la existencia frágil y contingente de lo humano, tanto como ser individual, comunitario y como especie. Atención y cuidado de la diversidad e identidad de lo humano. Cuidado de los logros de lo humano en su devenir histórico (tradiciones culturales). Atención y cuidado de la complejidad del mundo humano y de la imposibilidad de abarcarlo en concepciones definitivas y totales.” M. Polo, “Fundamentación ética de la praxis educativa”, en S. Tirini y M. Polo, Reflexiones sobre la complejidad educativa. UIGV, Lima 2008, pág. 63. 30 31
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Se ha querido contraponer los humanismos inmanentes y trascendentes, como si cada perspectiva tuviese al hombre absoluto. Y esos modelos de hombre sustituyeron al hombre de carne y hueso, al otro hombre. En esa dirección, Lévinas36 ha abierto un camino digno de ser pensado: el humanismo del otro hombre, es decir, salir de nuestras autorreferencias y mirar al otro que cuestiona mis autorreferencias y nos convoca a un nuevo sentido del encuentro. Quizá el humanismo tenga que aprender a mirar al ser humano antes de seguir ideando modelos absolutos que atenten contra los propios humanos. Las creencias e ideales han querido ser nuestra fortaleza, pero ocultan nuestra vulnerabilidad, mas la mirada del que sufre nos desnuda y nos convoca a la humanidad, en su sentido total y metafísico. Un humanismo desde el otro hombre, del que sufre especialmente. Presencia del otro que nos humaniza, no solo por sus acciones, sino porque nos cuestiona y nos llama a una respuesta. La tendencia contemporánea es a formar al ser humano según el mercado y la libertad individual, que siempre terminan uniéndose en un proyecto único. Somos nuestros propios diseñadores y escultores, pero siempre insatisfechos con nosotros mismos, de lo vamos logrando. En lugar de querer saber lo que ya somos, optamos por realizar una idea de nosotros mismos. Ya somos un mundo y un caos a la vez. Sin embargo, realizar una idea de nosotros mismos, que creemos que sale de nosotros mismos, encubre más la realidad que somos. Así, perseguimos siempre una ilusión, que por su realización termina afectando a otros seres humanos37. Este idealismo termina siendo profundamente antihumanista. ¿Por qué no dejarnos invadir por la mirada del otro? ¿Por qué nos podría cuestionar lo que hemos construido? El destino del Humanismo y del ser humano mismo quizá dependa del cambiar el referente, es decir, dejar de ser el centro desde donde miramos y juzgamos. Y así estar dispuestos a percibir el mundo humano, el mundo en el que vivimos y dejarnos afectar por él porque, después de todo, la humanidad no es solo una idea, también puede ser una experiencia. Y eso es un déficit que todavía tiene el humanismo actual, no somos educados para sentir nuestra experiencia de ser humano, de sentir a los otros como humanos. La autorreferencialidad ni siquiera nos hace mirarnos ni sentirnos como humanidad, sino como individuos, como integrantes de algún grupo o nación. Pero, ¿no se trata de una tarea idealista de querer sentir una idea general como Humanidad? No lo creemos. Sentir la humanidad no es diferente de sentir la humanidad del hombre o mujer que me mira, que veo sufrir o alegrarse. La humanidad del hombre lejano no es diferente de la humanidad del hombre cercano, del prójimo. De ese modo, la pregunta, la tarea y el destino de la Humanidad pasa por el encuentro con el otro, sea prójimo o no. Y si el humanismo no es tanto teoría como praxis, entonces tendrá que pensar la respuesta a la pregunta: ¿cómo hacemos para que la mente y el corazón humanos puedan abrirse al otro? ¿Es posible todavía tal acto transformador?
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E. Lévinas, Humanismo del otro hombre. Siglo XXI, México 1974. La humanidad ha pasado mucho sufrimiento por querer imponer una idea de lo que significa ser humano, tanto antes como ahora. Quitarle el carácter de ser humano ha sido no solo una estrategia política, sino una creencia (teológica, filosófica o científica) para proceder sin culpa por las vejaciones que generalmente se cometieron. Dar cuenta del sufrimiento causado quizá sea un paso que expresa el nuevo signo de la humanidad renovada, que se encuentra a sí misma. z1 1 5 z
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ACTIVIDADES DE LA LECCIÓN 11 Preguntas sobre el texto 1. ¿Qué idea te pareció más interesante sobre el humanismo? 2. Luego de la lectura cómo definirías el humanismo 3. ¿Crees que es importante una postura humanista hoy en día?
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