TEORÍA DE LAS DIMENSIONES (ultimo retoque: 3 Abril)
ÍNDICE PROEMIO 0. POSIBLES TÍTULOS 1. PLELIMINARES: RESULTA QUE NO EXISTE UNA DEFINICIÓN: 2. ¿QUÉ ES UNA DIMENSIÓN? SENTANDO BASES: A. LA HIPÓTESIS DE LOS TRES CONCEPTOS CLAVE. ANÁLISIS FILOSÓFICOS - ¿DIRECCIÓN O ESTADO? - HIPÓTESIS DE TRABAJO - EXISTENCIA, MEJOR QUE SER Y COSMOS - EXISTENCIA COMO SUJETO Y PACTO - LA EXISTENCIA COMO PROCESO DINÁMICO - LA EXPANSIÓN Y SUS ALTERNATIVAS - ¿PUEDE LA EXISTENCIA DEJAR DE EXPANDIRSE? - EL PRIMER TÉRMINO DE LA DEFINICIÓN: EL TEMA DE LA DIRECCIÓN - RESUMEN: PRIMER INTENTO: DEFINICIÓN METODOLÓGICA B. PERO HAY QUE SER EXHAUSTIVO - TORMENTA DE IDEAS - CAMPO - EJE ONTOLÓGICO - POSIBILIDAD - GRADO DE LIBERTAD - DIRECTRICES - RESUMEN: SEGUNDO INTENTO: DEFINICIÓN FORMAL C. CUADRO SINÓPTICO. DECISIÓN 3. EL MITO DE LA TRIDIMENSIONALIDAD: PARADOJAS Y CONTRADICCIONES A. PROBLEMAS CON EL INFINITO - PARAMETROS DE MEDICION O DIMENSIONES - ¿DÓNDE ESTÁ LA PRIMERA DIMENSIÓN? - PANFLETO CONTRA LA DENSIDAD INFINITA - MASA Y VACÍO - ¿BIG BANG O GENERACIÓN ESPONTÁNEA? B. EL ESPACIO ES 1 DIMENSION; NO 3 - UN INCISO SOBRE METODOLOGÍA CIENTÍFICA - ¿TRIDIMENSIONALIDAD? - ESFERICIDAD - ESTRUCTURAS DE EXPANSIÓN - HERRAMIENTAS DE TRABAJO: EQUIVALENCIA CONCEPTUAL Y MATEMATICA - NO HAY EM ENTRE LAS 3 DIMENSIONES ESPACIALES Y EL TIEMPO - NO HAY TIEMPO SIN ESPACIO - MAGNITUDES DEL ESPACIO Y EL TIEMPO - INFINITO Y ETERNIDAD - VIAJES EN EL TIEMPO - REGRESIONES - TIEMPO Y MUERTE - PRIMER RESUMEN
4. EL PROCESO LÓGICO HACIA LAS SIGUIENTES DIMENSIONES A. IMAGINANDO LA 4ª DIMENSION ESPACIAL - INTRO: ¿SON VÁLIDAS LAS MATEM DE UNA 4ª DIM ESPACIAL? - LA OBJECION DE LA VISION BINOCULAR - ILUSTRANDO EL PROCESO MENTAL: SEGÚN LA "PROGRESIÓN" DE LOS TRIÁNGULOS - ILUSTRANDO EL PROCESO MENTAL: SEGÚN LA "PROGRESIÓN" DE LOS GRADOS DE LIBERTAD - CONCLUSIONES: DONDE NO HAY 3 NO PUEDE HABER 4: EL A PRIORI DE LA PROYECCIÓN - CONCLUSIONES: NO SE DEMUESTRA LA EXISTENCIA DE UNA 4ª DIMENSIÓN, PERO SÍ SE INTRODUCE EL CONCEPTO CLAVE DE LA SIMULTANEIDAD B. LA DIMENSION DE LA SIMULTANEIDAD - SIMETRIAS - SIMULTANEIDAD - MATEMATICOS - LA 3ª DIMENSION - MAGNITUDES DE LA SIMULTANEIDAD - EL SUPER-ESPACIO C. LA CONTRAPARTIDA DE LA ILIMITACIÓN - MACHACANDO LA UNIDIMENSIONALIDAD - LA INEXPLICABLE SOLUCIÓN DE KALUZA-KLEIN - 5 POSIBILIDADES PARA UNA CUERDA - LA ILIMITACION - LO SUPER-PEQUEÑO - BREVE RECAPITULACION D. ESTRUCTURAS Y OTRAS POSIBILIDADES DIMENSIONALES - DIFERENCIA ENTRE CAMPO DIMENSIONAL Y FUERZA - ESTRUCTURALIDAD (ELD) - UNA DIMENSION NUEVA - COMPLEJIDAD - MATERIA Y ENERGÍA - A CIEGAS CON LA SIMETRÍA E. RESUMENES. ESQUEMAS RESULTANTES - ESQUEMAS - LAS DIMENSIONES COMO "PRODUCTO" DEL BIG BANG 5. ¿A QUÉ NOS REFERIMOS CUANDO HABLAMOS DE "UNIVERSOS PARALELOS"?: - UNAS PALABRAS ACERCA DEL OCULTISMO - DIFERENCIAS E INCONSISTENCIAS PRINCIPALES - EL CASO BLADE - TECNOLOGÍA VERSUS TRANCE - HERMETISMO - HUMILDAD - RECONCILIANDO ENEMISTADES - ACUERDOS DIALÉCTICOS MÍNIMOS - REVISANDO LA DEFINICION DE DIMENSIÓN 6. LA VIDA COMO DIMENSION: - ¿LA VIDA? - EL BIG BANG Y LA PROLIFERACIÓN DE LA VIDA - DEFINICION DE LA VIDA - PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL Y PERCEPCIÓN - VIDA INORGANICA - VIDA Y CONCIENCIA - DIMENSION DE LA VIDA Y EL PROBLEMA ANTRÓPICO - TERCER RESUMEN - ETERNIDAD Y PARTICULAS ELEMENTALES - MAGNITUDES, FUNCIONES Y CATEGORÍAS DE LA VIDA
7. PROPUESTAS DE ESQUEMAS DE 10 DIMENSIONES - LA DIMENSION MENTE / ESPIRITU - EL ESPIRITU - EL ESQUEMA (INICIAL) DE LAS 10 DIMENSIONES - EL PRINCIPIO DE EXPANSIÓN - EL AZAR O LA ENTROPÍA - ÚLTIMA TORMENTA DE IDEAS - INTERCONEXIÓN - MEMORIA Y LIBERTAD Apéndice 1: LO INCOGNOSCIBLE Y LA TEORIA UNIFICADA - LAS 4 FUERZAS - LO INCOGNOSCIBLE Y LA IMPOSIBILIDAD DE UNA TEORIA UNIFICADA Apéndice 2: SOBRE EL POSIBLE TRATAMIENTO MATEMÁTICO DEL SISTEMA EC
TEORÍA DE LAS DIMENSIONES PROEMIO EXCULPATORIO Con este pomposo nominativo queremos anteponer una nota de disculpa ante la comunidad matemática pues, aunque intentaremos demostrar que precisamente el tema de las Dimensiones es más propio de la Filosofía que de la Física, ha sido ésta última la que ha invertido más esfuerzos en su elucidación conceptual, y la que tiene, por tanto, más derecho a reclamar la titularidad de sus descripciones matemáticas y el consiguiente debido respeto a ellas. Como no somos matemáticos en absoluto, pues, muchas de las injerencias técnicas que se expondrán en el trabajo podrán parecer erradas o incluso ofensivamente simplistas a los académicos expertos en la materia. Sin embargo, como gran parte de la argumentación subsiguiente se apoya de hecho en una crítica formal de los métodos matemáticos, que muchas veces, reconozcámoslo, llegan a desvincularse tanto de los procesos naturales que "pervierten" de algún modo el conocimiento de la realidad, declaramos ex profeso, casi de manera reivindicativa, nuestra intención de utilizar como herramienta metodológica algo cuyo patrimonio, esta vez con menos justicia, también reclaman con demasiada frecuencia los matemáticos: el sentido común y la razón. Ni siquiera somos Lógicos, ni analistas ni formales. Nuestra formación es psicológica. Ocurre simplemente que, algunas veces, las matemáticas capitalizan tanto los métodos y los conceptos que se constituyen más en un handicap que en una ayuda, y éste podría ser el caso en cuanto al tema de las Dimensiones, donde las funciones teoremáticas de las matemáticas exceden en esceso a las utilitarias, hasta el punto de que marcan despóticamente la pauta, sin discusión, impidiendo tal vez una amplitud de miras, un retorno a la razón. Con todo, es tanta la consideración que merecen esos campeones de la mente que son los matemáticos, que unas palabras de disculpa no estaban de más.
0. POSIBLES TÍTULOS: A modo de Prefacio, he aquí una pequeña relación de los diferentes títulos que hemos barajado para identificar este trabajo. Puede servir como velada "declaración de intenciones", o toma de posición. 0 CRÍTICA DE LAS DIMENSIONES TRADICIONALES El trabajo nace de una crítica, ésa es la verdad. Al descubrir la gran cantidad de conceptos de uso habitual
en la Física que adolecen de una verdadera definición. La gran cantidad de "lugares comunes", "cajones de sastre", reduccionismos, tópicos, generalizaciones, prejuicios y certezas sobreentendidas que contaminan el discurso teórico. 0 RECUENTO DE LAS DIMENSIONES DEL MULTIVERSO Es tal la complejidad del tema que el resultado final se parecerá mucho más un ensayo que un auténtico recuento. Pero en realidad el presente estudio no deja de ser en esencia una enumeración de las diversas dimensiones que presumiblemente existen en el cosmos. Por otra parte, además, reivindicamos el valor estilístico de los Recuentos literarios. 0 PEQUEÑO TRATADO DE LA N-DIMENSIONALIDAD Técnicamente, ése es el tema: la N-Dimensionalidad. Y la exhaustividad de los prismas desde los que lo abordamos lo convertiría, también técnicamente, en Tratado, si no fuera, precisamente, por su imperdonable brevedad. 0 ¿QUÉ SON LAS DIMENSIONES? La insigne profesora Lisa Randall, especialista en el tema, cede la palabra al auditorio, después de una conferencia divulgativa, y entonces un asistente le pregunta, entre cándido y airado: Pero, profesora, en el fondo, ¿Qué son las dimensiones?. Y la profesora se queda callada un buen rato, sin saber qué decir. 0 ¿CUÁNTAS DIMENSIONES HAS DICHO? En los desayunos de la Facultad, entre chascarrillos y cortados; en los pasillos y claustros, entre las columnas de las salas del congreso; en las aulas y despachos académicos, entre una mesa y otra, inclinándose para escucharse mejor: hubo un tiempo en que ésa era la pregunta de moda. 0 EL ESPACIO NO ES TRIDIMENSIONAL Caso de optar por una frase-impacto de las que reclaman inmediatamente la atención, sin dejar no obstante de ser una propuesta axiomática cierta, ni de tener la trascendencia que aparenta tener. 0 DIMENSIONES DEL BIG BANG Que se puede entender de dos formas, ambas sugestivas: a) como si el Big Bang fuera el origen, el titular irradiador y el propietario; y b) como si fuera posible, que quién sabe, plantear una discusión sobre lo que podía medir esa singularidad de densidad infinita. 0 LA VIDA COMO DIMENSIÓN Misma estrategia propagandística que la de que el espacio no es tridimensional. Al fin y al cabo, es uno de los núcleos capitales del trabajo, como conclusión y como requisito. Solo porque no es el único lo descartaríamos. 0 DEFINE DIMENSIÓN Mismo énfasis en el poder ilustrativo de un giro coloquial, como con la anterior "pregunta de moda". Más moderno, quizás. Sutil introducción de una coletilla reivindicativa que podría extenderse como un virus por el universo académico. Puede servir incluso como nombre para un partido político. 0 DIMENSIONES Y EXPANSIÓN Por centrar el tema en quizás los dos conceptos más capitales de la discusión, esta vez buscando un título serio y formal. Aséptico. Neutral. Aunque no llame la atención. Encierran tanto significado ambas palabras, y así unidas, que se las puede soltar sin temor alguno en los prados del ensayo.
1. PRELIMINARES: RESULTA QUE NO EXISTE UNA DEFINICIÓN: Con las Dimensiones ocurre lo mismo que con tantos otros casos de la Ciencia en que la costumbre ha sepultado bajo ingentes capas de sobreentendidos lo que la evidencia debería tener elementalmente claro, llegándose a una sorprendente situación harto confusa y resbaladiza. Más que en ninguna otra época de la Historia, la Física hace hoy día uso de la teoría y matemáticas de las Dimensiones para articular nuevas propuestas de estructuras subatómicas que expliquen la realidad, y de esta guisa se habla de esquemas de diez u once dimensiones, e incluso más, especialmente en la coyuntura de las Teorías de Cuerdas, y la de las Supersimetrías, con el mismo desparpajo con que hablamos de protones y neutrones, es decir, como si fueran conceptos sobradamente asumidos y diáfanos. La "tridimensionalidad" misma de nuestro mundo habitual es algo tan fuera de toda duda que forma parte ya de nuestras diatribas más coloquiales. Hasta un niño comprende bien, y más ahora gracias a los programas y juegos informáticos, la diferencia entre un entorno 2D y uno 3D. Cantidades industriales
de conocimientos técnicos, ingenierías, carreras, investigaciones, disciplinas artísticas y procesos dinámicos de índole artificial, desde lo más inmediatamente doméstico hasta las más abstractas alcantarillas del CERN, basan su quehacer en el hecho incuestionable de que vivimos en un mundo de 3 Dimensiones: longitud, anchura y altura; 3 Dimensiones a las que, bueno, académicamente enseguida añadimos otra más, el Tiempo, desde que Einstein nos conminó a hacerlo con su Teoría de la Relatividad. La incómoda sutileza que desde entonces nos obliga a parar un micro-segundo para considerar si esto significa que el EspacioTiempo es UNA dimensión o son DOS o son CUATRO, aun siendo algo que nunca acabamos de decidir, no nos parece importante; no nos impide entendernos ni continuar con nuestras investigaciones y afanes tecnológicos. A partir de los trabajos de Kaluza-Klein, y del desarrollo de la Topología Geométrica avanzada, empezó a considerarse plausible y matemáticamente conveniente la posibilidad de que, además de las 3 Dimensiones habituales, las "de-toda-la-vida", existieran, escondidas merced a un oscuro proceso de "enrollamiento", seis dimensiones adicionales, lo cual dio pábilo a las mencionadas Teorías de Cuerdas, aun cuando siguiera sin estar claro cuántas dimensiones constituyen el Espacio-Tiempo. Naturalmente, según dónde se colocara al Tiempo, el producto de las dimensiones adicionales variaba, a veces con resultados escandalosos. Pero el caso es que seguían pareciendo más importantes las coincidencias matemáticas que los conceptos básicos. Las Teorías de Cuerdas solo funcionaban si el mundo tenía más dimensiones adicionales, fuera lo que fuera el Espacio-Tiempo. En concreto 10, u 11, o 26. Pero sobre todo 10. ¿Por qué 10? Porque entonces es cuando las ecuaciones matemáticas encajaban. Ésa es la razón aducida. Pero nadie explica debidamente de qué matemáticas se trata; y, sobre todo, si ese "encaje" es algo "a priori" o "a posteriori". Los que no somos matemáticos estamos vendidos. Tenemos que creer, como un acto de fe. ¿Es una consecuencia del "tensor métrico" de Riemann? Como se sabe, son 10 en concreto los números que definen un punto en cualquier espacio dimensional. No está claro, y trataremos este tema en profundidad, por supuesto. Pero el hecho es que teorizar en física atómica se convirtió desde entonces en una reflexión constante, inseparable, sobre la naturaleza de las Dimensiones. Fue entonces, en el curso de esta inevitable especulación, cuando nos dimos cuenta de un hecho alarmante. Un hecho que se acabaría convirtiendo en el germen de este trabajo: a pesar de tanta teoría ndimensional y tantas dimensiones enrolladas y ocultas, se estaba pasando por alto algo elemental: ¿Cuál es en realidad dicha "naturaleza"? Resulta que nadie tenía una definición a punto. Nadie sabía qué es exactamente una Dimensión. Así de claro. De absurdo. De hilarante. No existe una definición consensuada, diáfana, estándar, del concepto de Dimensión. Y cuando le era planteada esta simple pregunta a los catedráticos y profesores, teóricos y experimentadores, filósofos y astrofísicos de cualquier parte del mundo, real o virtual, la reacción primera era quedarse con la boca abierta. La respuesta tardaba en llegar. Y siempre era distinta. Piénsese como se piense, reacciónese como se reaccione, pataléese como se patalee, el hecho es que, señoras y señores, no existe una definición real, operativa, científica, adecuada, y mucho menos incuestionable, del concepto de Dimensión. Estamos construyendo castillos de arena, bonitas y elaboradísimas teorías sobre nada menos que la estructura de la materia, sin habernos puesto de acuerdo en uno de los elementos más fundamentales del conocimiento científico: qué demonios es realmente una Dimensión, cuál es la verdadera definición de Dimensión. La cosa es bien grave. Eminencias como Lisa Randall o David Gross lo acabaron admitiendo en sus seminarios: no existe una definición estándar. Pero no les parecía un problema importante, pues al fin y al cabo las investigaciones teóricas avanzaban al margen de las diferentes matizaciones en unas entidades que todo el mundo (coloquialmente) comprende. Existía un acuerdo en la definición matemática, "topológica", argumentaban, y eso es lo que importa. Existía un acuerdo sobre la naturaleza tridimensional del espacio, solo completada por el Tiempo relativista, y eso no ha impedido a nadie operar, teorizar y progresar tecnológicamente, así que da igual la definición. Hemos adoptado la convención de que "anchura, longitud y altura" son tres dimensiones, y punto. La cosa está demasiado instalada en el inconsciente colectivo y libros de texto como para empezar a cuestionarlo ahora. Pero no se les veía muy convencidos. Ponían cara de habérseles pillado en un mega-vergonzoso "renuncio" académico. De ser cierto, la cosa sería tan grave que mejor sería no considerarlo. Pelillos a la mar. Desde luego, nosotros sí que no estamos convencidos. Y se verá que nuestros argumentos son exhaustivos. ¿Cómo no va a ser importante? Según sea nuestro concepto de "dimensión", según enfoquemos la definición de una manera o de otra, la estructura misma de la realidad, de la materia, es distinta. De la definición de Dimensión depende en gran medida nada menos que el sentido ontológico,
metafísico, de la expansión, de la existencia. Según lo que entendamos por Dimensión construiremos una teoría u otra de los componentes de la materia, abarcaremos unas parcelas u otras de la vida y la conciencia, de la energía, del vacío, del espacio-tiempo. ¿Cómo no va a ser importante? En la determinación exacta de la naturaleza esencial de Dimensión podría incluso estar cifrado el secreto del desbloqueo de las Teorías de Unificación, del sentido del Big Bang o las singularidades. Es algo fundamental. Estamos pasando por alto algo fundamental que podría abrir nuestras mentes hacia soluciones insospechadas de la Física y la Filosofía. Así que es hora de abordar el problema. Merece la pena hacer una reflexión profunda sobre el asunto. Lleguemos o no a una "verdadera" definición, llamaremos la atención sobre este inaudito caso de sobreentendidos académicos, y sentaremos tal vez las bases para la discusión.
2. ¿QUÉ ES UNA DIMENSIÓN? SENTANDO BASES: A. LA HIPÓTESIS DE LOS TRES CONCEPTOS CLAVE. ANÁLISIS FILOSÓFICOS UNA PEQUEÑA PREPARACIÓN Dado el tono distendido y hasta jocoso del capítulo 0, y la redacción directa y formal del capítulo 1, puede resultar violento o inesperado el estilo puramente técnico de las disertaciones filosóficas que siguen. Parecen "transiciones de fase": del gas del cap. 0, al líquido del cap. 1, y al sólido del presente cap. Pero no se alarme el lector por esta aparente densidad. Leyendo con detenimiento se verá que son reflexiones que puede hacer cualquier persona. Ni siquiera alcanza el nivel de lógica formal. Se trata "solo" de filosofía. Peor sería si fuera un cerrado lenguaje matemático, repleto de símbolos y ecuaciones ¿no? DIRECCIÓN O ESTADO Aunque la etimología de “dimensión” alude al hecho de “medir” (di-mentire), sería quizás más adecuado comenzar esta exploración reflexionando sobre la aristotélica dualidad entre el “ser” y el “devenir”, sobre las diferencias entre “estado” y “dirección”. Pues en la mentalidad general, social, no estrictamente científica, el tema de las dimensiones del universo está más asociado a los distintos órdenes o direcciones o posibilidades en los que éste puede existir, más que a los parámetros o magnitudes en los que lo podemos medir. Desde luego, a un nivel aún totamente provisional, y sin que, por otro lado, signifique que pensamos en algo esencialmente “dinámico”, creemos que es más fácil inclinarse por la opción de la “dirección”. Hasta el punto de que una primerísima definición podría entender la Dimensión como una "dirección de la existencia"; como “cualquier dirección en la que el Ser pueda existir". La materia, y por ende la radiación, y por ende la energía, pese a ser conceptos íntimamente “dinámicos”, están en cambio más asociados a un estado, a una estructura, que a una dirección. Es en el “marco”, el “campo”, el “orden”, el “continente” que canaliza esa materia, donde se presupone algo, si no “direccional”, sí al menos clara y esencialmente “expansivo”. HIPÓTESIS DE TRABAJO En general, pues, una primera aproximación intuitiva, como mera hipótesis de trabajo, nos propondría una definición articulada sobre tres elementos conceptuales básicos: "Dimensión es cualquier dirección en la que puede expandirse la existencia". ¿Podría ser? Insistimos en que se trata de una primera y necesaria estrategia para unir conceptos que el sentido común nos presenta dentro de una posible definición operativa, absolutamente provisional, solo para no perdernos en el fárrago de los miles de conceptos que tendríamos que analizar. Tres elementos: dirección - expansión - existencia. Vamos a ver lo que dan de sí. Vamos a ver si se sostienen, en la esperanza de que el mismo análisis nos ayude a ir delimitando los verdaderos constituyentes de la definición.
EXISTENCIA, MEJOR QUE SER Y COSMOS Empecemos por el final. ¿Por qué Existencia? Quizás, en la tradición metafísica, no haya una distinción última entre el Ser y el Existir. Pero, al menos en esta discusión, sí debemos contemplar una: el Ser es la totalidad de todo lo posible. En la medida en que podemos nombrarlo, manejarlo como concepto en un lenguaje o en una filosofía, todo lo concebible "es". Sin embargo, es mucho más difícil que lo imposible, o lo inconcebible, "exista". Así que la "existencia" tiende a entenderse tradicionalmente como una suerte de "manifestación" del Ser. Pero con el concepto de "manifestación" creamos un nuevo problema. Pues ¿qué necesidad tiene el Ser de "manifestarse"? ¿Qué es "manifestarse"? ¿"Darse a conocer"? ¿Equivale esto a hacer también necesaria en la ecuación la inclusión de un "sujeto" ante quien el Ser se manifieste? Es un poco absurdo. Pues si, estrictamente hablando, ser y existir es lo mismo, decir "para que el Ser exista", o decir "para que el Ser se manifieste, es decir, ocurra fenomenológicamente", no dejan de ser retorcidas tautologías. La única solución es intentar al menos respetar la distinción (que tampoco sostiene una ontología radical) entre potencia y acto. Así, el concepto de Dimensión se hace necesario solo en el contexto de un Cosmos (entendido como Ser) que traspasa la esfera de lo concebible y se convierte en acto (existe). EXISTENCIA COMO SUJETO Y PACTO En síntesis, el Ser, digámoslo así, necesita de las Dimensiones para manifiestarse (existir). La Existencia es el proceso a través del cual el Ser deja de ser potencia y se convierte en acto, en realidad. Las Dimensiones pueden no ser necesarias al Ser, pero sí lo son sustancialmente a la Existencia. Consecuentemente, al partir de la base de que "dimensión es cualquier dirección en la que se expande la existencia", convertimos sintácticamente a ésta última en un sujeto. Pero necesitamos un "sujeto conceptual" que esté por encima de "cosmos", "universo", "multiverso", y demás. Pues aunque estemos tratando con el proceso de realidad del Ser, esta realidad no tiene por qué ser solo física. De ahí que el concepto de "manifestación" se nos quede tan corto. El Cosmos, en cuanto realidad física que se hace manifiesta a nuestros sentidos, percepción o entendimiento, no es todo lo que puede existir o probablemente exista. Justo por debajo del Ser, pero englobando todos los Cosmos posibles, concebibles o no, la Existencia se erige, por tanto, como el sujeto más adecuado para la definición. Se trata, de alguna forma, de un pacto ontológico, epistemológico, que debemos hacer para no tener que estar recordando todo el rato que estamos pensando en el Ser como realidad actual. Las Dimensiones son algo consustancial a esa realidad actual, a la Existencia. (Incluso a nivel cuántico puede ser conveniente esta distinción. Pues el Ser, en tanto esencia última de la realidad (subatómica) parece ser científicamente incognoscible. Solo podemos medir aquello que se manifiesta, observa, percibe. Puede ser que no tenga sentido hablar de la existencia de las partículas, y por tanto de su encuadre dimensional, fuera del acto de la observación experimental). LA EXISTENCIA COMO PROCESO DINÁMICO Veamos ahora qué es eso de que la Existencia se expande. Pues ¿por qué no puede ser un proceso "estático" o "inmutable"? Tal era el entendimiento del Cosmos hasta hace bien poco. Y no es solo porque aún no había descubierto Hubble el proceso de "expansión", sino más bien porque era más "cómodo" identificar Ser con Existencia a todos los efectos. Ahora nadie se atreve a concebir un Cosmos que no evoluciona, cambia, crece o decrece. Pero, de todas formas, como nos hemos decantado por la sustantivación de la Existencia, hemos de ver ahora si atribuirle un proceso dinámico no es invadir órdenes ontológicos formalmente incompatibles. Y precisamente para sortear ese escollo es por lo que hemos cimentado la distinción entre "ser" y "existir" en el caracter de "potencia" y "acto" que correlativamente los define. Así, por esencia, el "Ser" es inmutable. Y desde el momento en que la Existencia transforma en acto la potencia del Ser, se convierte en un proceso dinámico; algo que "hace", actúa, y por lo tanto se mueve, cambia. No tanto hasta el punto de identificar "existencia" con "cambio"; no tanto como para hacer del "cambio" un "sujeto"; pero sí como
para que sea un atributo esencial. La Existencia es un proceso dinámico; de hecho, es lo que insufla el necesario "factor de cambio" que ha de tener el Ser para manifestarse, para hacerse real. Da la casualidad de que ese cambio, ese proceso, ocurre en el sentido de una "expansión", pero esto es secundario. A efectos ontológicos, daría igual si la Existencia fuera un proceso de "implosión". En todo caso no es una "entidad". En eso se distingue del concepto de "cosmos", "universo", o incluso "naturaleza". La Existencia es un proceso. Por mucho que lo "sustantivicemos" a la hora de construir la definición de "Dimensión". Es un proceso, y como tal, no puede ser algo estático. El mismo Einstein tardó en asumir que el Universo se expandía porque, como físico, necesitó evidencias científicas. Un filósofo nunca hubiera identificado la entidad "cosmos" con el proceso de la "existencia" ni, por tanto, hubiera limitado ésta última a ninguna realidad física. LA EXPANSIÓN Y SUS ALTERNATIVAS El problema es cómo decirlo, cómo traducirlo a un lenguaje verosímil, filosófica o semánticamente hablando. Pues decir que la Existencia cambia, es cambiante, evoluciona, se mueve, varía, actúa, etc, es un colección de sinsentidos. Está tan claro que todas ellas son al fin y al cabo distintas formas de decir lo mismo que parece más práctico decantarse por el atributo más reclamado por la astrofísica: la expansión. No hay grados en la Existencia. O existes o no existes. Tampoco hay valores. No es mejor o peor existir o no. Se trata más bien de expresar el hecho de que, a partir del momento en que el Ser deja de ser potencia y se transforma en acto, "se realiza" existiendo, en ese proceso dinámico consustancial; y llamamos "expansión" a ese proceso porque es lo que más lo identifica al concepto y realidad observada del Universo. Pero muy similar valor tendrían los términos de "extensión" o "desarrollo". De hecho, en todo caso, parece haber un paralelismo entre el avance científico y la adscripción a posturas filosóficas, con respecto a la naturaleza del Cosmos, cada vez menos "creacionistas", inmutables, en favor de las más "evolucionistas", cambiantes. Dentro de un marco suficientemente actual, pues, da igual si hablamos de "expansión", "evolución", "desarrollo", o incluso, como decíamos, de verdadera "implosión". Lo importante es entender que la Existencia se mueve, se extiende, en virtud de unos parámetros, de unos marcos de posibilidad que son los que, de manera sustancial, aquello que queremos definir como "Dimensiones" definen, realizan, comprenden, contienen, dirigen, direccionan, constituyen, construyen, sostienen, manifiestan, ordenan, canalizan, estructuran. ¿PUEDE LA EXISTENCIA DEJAR DE EXPANDIRSE? En todo caso, merece la pena determinar si la fórmula "la Existencia se expande" podría ser mucho más que un compromiso semántico o científico tácito. ¿Podría ser concretamente la "expansión" algo realmente consustancial a la Existencia? Sí, desde el momento en que, para existir, el Ser necesita "invadir" amplias y progresivas regiones de la posibilidad (que las Dimensiones, entonces, "canalizarían"). Y sí, si incluimos en el concepto de "expansión", también a modo de pacto semántico o metodológico, toda forma posible de "extensión" o "desarrollo", aunque parezca negativa, como lo sería un proceso de "implosión". Para evolucionar, por ejemplo, la Existencia necesita "tiempo", y tanto más cuanto más evolucione. Es un contrasentido limitar la Existencia a un tiempo finito. Las Dimensiones son "espacios de desarrollo" infinitos. Y esta infinitud es consustancial a su esencia. Así, decantarse por la "expansividad" no sería solo un acuerdo observacional, sino una forma de hacer hincapié en la necesidad de capacidades posibilitadoras ilimitadas que tiene la Existencia per se. A la hora de tratar con la Existencia misma, no puede haber cortapisas de ningún tipo en ese proceso de transformación de la potencia al acto. Apuntamos, pues, hacia un argumento definitivo a favor de la necesidad que tiene la Existencia de "espacios de expansión" más que de simple "desarrollo". Solo de esta manera sería posible imaginar un Universo que decrezca (en proceso de"implosión") dentro de una Existencia, una Realidad, que sin embargo se "expanda" sin cesar. Pues parémonos a pensar en una Existencia, no solo un Cosmos, en proceso de desaparición progresiva. ¿Es esto posible? Parece ser que hay algo en esta misma proposición que repugna a la razón. Y sería entonces necesario comenzar a buscar distinciones entre los conceptos de "muerte", "desaparición", "extinción", "implosión", por un lado, y el de "dejar de existir", en el otro extremo. Hay suficientes argumentos, en resumen, a favor de un concepto de Existencia que se identifique con un "proceso de expansión", y sobre esta base vamos a articular nuestra definición de Dimensión. Este
acuerdo va a ser un de los ejes principales de nuestro punto de partida, y por eso nos hemos esmerado en desarrollarlo. Solo insistir, una vez más, en que en esta idea de "expansión" tiene más peso el concepto de "extensión" o "desarrollo", que el de "alejamiento progresivo de las galaxias observadas"; aunque éste último también es fundamental y casualmente definitivo. EL PRIMER TÉRMINO DE LA DEFINICIÓN: EL TEMA DE LA DIRECCIÓN El Ser es todo potencia. La Existencia es todo acto. Pero si el Ser es potencia absoluta, sin limitaciones, esto implica que la Existencia debe ser también totalmente potenciadora, posibilitadora, debe poder transformar en acto toda posibilidad del Ser. El Ser se abre a la Existencia con expectativas infinitas. No puede ser de otra manera. Por eso veremos que en realidad el 2º término de la definición, la expansión, es inseparable, casi indistinguible del 1º: la dirección. Lo tratamos en último lugar porque hemos preferido estudiarlos en orden inverso. Y es que se trata ciertamente del concepto más difícil. ¿Qué entendemos por "dirección" (en la expansión de la existencia)? ¿Dirección como canal / orden de cosas / orden estructural o fenomenológico / horizonte / forma o manera / camino? ¿Dirección (solo) como extremo de referencia en la dualidad mencionada anteriormente: "Dirección - Estado"; "Devenir - Ser"? Para abordarlo, pues, vamos a valernos de esa complementariedad indicada entre dirección y expansión. Porque, en principio, no puede haber "expansión" sin un "hacia dónde", sin un sentido direccional, aunque éste sea indiferentemente esférico. Si el sujeto debatido fuera la entidad "Cosmos", la expansión se desarrollaría en la dirección del espacio-tiempo. Es sencillo. Pero al referirnos a la Existencia, a la realidad actualizada del Ser, del Todo, el concepto de dirección, aun siendo orientativo y justo, se nos queda corto. La existencia se desarrolla / se extiende / se expande a través de las Dimensiones. Es aquí donde empiezan a cobrar sentido todas las disquisiciones previas necesarias al concepto de Dimensión. Son ellas las que nos van a permitir establecer los parámetros lógicos, rigurosos, del estudio de la forma en que la Existencia se desarrolla y evoluciona. ¿Qué son, entonces, las Dimensiones? Lo inmediato es pensar que son eso: canales, vehiculadores de posibilidades, plataformas, órdenes conceptuales, herramientas de crecimiento... Pero hemos hecho la apuesta de decantarnos precisamente por direcciones por la misma razón que preferíamos expansión a tantos otros conceptos tan categóricamente equivalentes: porque al ser la Existencia un proceso es por fuerza algo inacabado, algo de cuya realidad final solo podemos decir que señala en una dirección, que sigue un camino, una directriz abstracta. Por la misma razón por la que entendemos que el infinito mismo no es un estado, sino una dirección. (ver, más adelante, en el Capítulo 3, la discusión sobre los Imposibles Lógicos y el Infinito). Así, si la esencia de la Existencia es extenderse, con igual esencia lo es hacerlo en una dirección. Eso son las Dimensiones: direcciones de desarrollo, marcos conceptuales últimos, esenciales, de evolución cósmica, plataformas estructurales básicas de posibilidad existencial. RESUMEN: PRIMER INTENTO: DEFINICIÓN METODOLÓGICA Está claro que buscamos una definición última, integrada y operativa, que nos sirva de toma de posición definitiva a la hora de afrontar una metodología científica, consensuada, formal. Es una empresa harto difícil, por el enorme riesgo de no llegar a integrar aspectos fundamentales, o por el contrario, de perdernos en el barullo de las mil y una alternativas semánticas. Un riesgo agravado por el hecho de movernos en un terreno más filosófico que matemático. Pues si ya son enigmáticamente pocas las definiciones estándar manejadas en el marco de la Topología y Geometría académicas, menos aún son las referencias sólidas en la literatura epistemológica o de filosofía de la ciencia. De momento, pues, nuestros preámbulos nos arrojan una definición previa que podríamos exponer en dos modalidades: la "escueta", y la "desarrollada". - En la versión escueta, las Dimensiones son, como ha quedado claro, las distintas direcciones (ontológicas) en las que se expande la Existencia. - En una de las incontables versiones desarrolladas, las Dimensiones serían las distintas posibilidades u órdenes estructurales, a modo de ejes ontológicos, que direccionan el desarrollo expansivo del multiverso, en todos los aspectos de su existencia.
Hay muchas opciones para una definición desarrollada, pero como nosotros estamos buscando una definición que sea operativa a nivel metodológico, es decir, que nos sea útil para una posterior determinación del número, naturaleza y parámetros de esas Dimensiones, nos vamos a quedar con la versión escueta. Al fin y al cabo, creemos haber hecho las suficientes matizaciones, en cada uno de sus tres elementos constitutivos (dirección, expansión, existencia), como para se entienda en el contexto operativo. Al decir "en todos los aspectos de su existencia" nos referimos a la cualidad esencial que tienen las dimensiones de ser "omnipresentes", gozar de una ubicuidad total, estar en todos lados, poder ser aplicadas en todos los rincones y situaciones de la existencia, si bien de manera no necesariamente necesaria (perdón por la redundancia), sí al menos como posibilidad ilimitada. Es difícil encontrar alguna palabra que exprese debidamente esta característica. "Ubicuidad total" podría valer; "omnipresente" y "global", también. Pero ya lo iremos matizando. Por último, otro aspecto de la definición que requiere atención pero que se irá perfilando con los análisis subsiguientes es la cuestión de si, al fin y al cabo, una dimensión es una "entidad" o no. Pues podría ser más bien una "condición", una "estructura potencial", o incluso una "consecuencia a posteriori" de nuestras mediciones y observaciones experimentales de la Naturaleza. Es la vieja cuestión de si, por ejemplo, el Tiempo es una entidad en sí, o un producto mental de nuestra razón aplicada, nuestra inevitable forma de percibir los movimientos. Volveremos sobre ello.
B. PERO HAY QUE SER EXHAUSTIVOS TORMENTA DE IDEAS ¿Qué otros conceptos alternativos, también en el marco de una reflexión intuitiva, sin demasiada elaboración o consulta a fuentes académicas que pudieran "deformar" nuestras expectativas, serían susceptibles de integrarse en la definición verdadera o completa de "Dimensión"? ¿Tal vez "espacios de realidad"? ¿Directrices? ¿Bandas de emanaciones? ¿Membranas? Podríamos buscar "complicidades" en las teorías de cuerdas / super-cuerdas, pero dejaremos las propuestas y desarrollos matemáticos para más adelante. "Espacio" sería un concepto importante y útil si no fuera por su adscripción al mundo físico. Pues en realidad las Dimensiones son "espacios (abstractos) de desarrollo o expansión". Aunque perdemos así el caracter "direccional", que es lo que le daba cohesión a la idea. El concepto de "desarrollo", aun siendo tan cercano al de "evolución", no es tan gráfico, resolutivo y exacto como el de "dirección". ¿Qué demonios es, pues, en estos contextos, una "dirección"? Intuimos relaciones semánticas muy interesantes con el concepto de "propósito", o incluso "intento", "intencionalidad". Así, "ir en una dirección" ¿equivaldría a "avanzar hacia una meta, un punto de referencia"? CAMPO Términos como "campo direccional - campo estructural - campo conceptual" pueden ser especialmente válidos, pues al ser tan familiares en la terminología científica se constituyen en puntos de partida operativos y precisos: su significado es una de las piedras angulares de la matemática actual, particularmente en la física de partículas, de comportamientos cuánticos. Explorar el concepto de Dimensión en base a los "campos", pues, facilitaría mucho un posterior tratamiento matemático, pues ya existen muy elaboradas ecuaciones, leyes, teoremas, etc, para todas la situaciones de la realidad que pudieran ser descritas en forma de Campo. Aunque póngase a buscar una definición estándar, universalmente aceptada, de "campo", y se encontrará casi con la misma paradoja básica que nos ocupa en la génesis de este trabajo: no es fácil determinarla, fuera de los contextos y áreas específicas de las matemáticas. ¿Qué es un campo? Una zona espacio-temporal abierta o cerrada, limitada, susceptible de ser ocupada por el elemento que lo define. Si así fuera, una Dimensión podría ser un "campo", en el sentido de que contiene dentro de sus límites cierta "clase" de expansión existencial. Pero como decir que es un "campo", a secas, se nos queda tan corto que no dice nada, habría que buscar algún calificativo subsiguiente apropiado para "campo", y aquí es donde está el problema, pues no hay ninguno rigurosamente definitorio.
"Campo direccional", o "campo conceptual", ya hemos visto, no expresan nada. Tenemos que dejar fuera los términos relacionados con el "desarrollo" (=extensión=expansión) y la existencia (=cosmos=todo), que ya forman parte de la definición, para no incurrir en tautologías. Pero inventar términos es el camino más directo para arribar al sinsentido. Quizás el obstáculo principal para no utilizarlo demasiado es su inevitable asociación con la coyuntura espacial. Aunque la matemática lo hace sin problemas, es difícil imaginar un "campo temporal", un "campo intencional", un "campo direccional", un "campo evolutivo", un "campo canalizador". Son metáforas sugestivas, con mucho sentido, pero enseguida nos retrotraen a conceptos espaciales. El concepto mismo de Espacio, trasladado a su acepción múltiple del "Hiperespacio", es igualmente interesante y hasta esencial para entender las Dimensiones, y desde luego son dos conceptos, campo y espacio, que habrá que tener muy en cuenta a lo largo de todo el trabajo. Pero, al menos de momento, hemos de reconocer que hay un elemento de pasividad, no-dinámico, estático, en el concepto de "campo", sobre todo si es espacial, que lo inhabilita para constituirse en la pieza fundamental, en la llave maestra de una definición verdadera de Dimensión. EJE ONTOLÓGICO Quizás si el atributo elegido fuera "ontológico" ("campo ontológico"), sería más incontestable su valor. Pero hay un término que, a la hora de asociarlo al atributo "ontológico", nos parece más interesante: la idea de "eje". Dimensión como "eje ontológico". Se puede imaginar la Existencia como un campo de coordenadas en el que cada eje exprese una posibilidad ontológica distinta. Estamos acostumbrados al cuadro clásico de dos ejes: espacio y tiempo. Bien, pues ahora juntamos ambos en uno solo, el espaciotiempo, como es en realidad, y añadimos, en ese campo abstracto imaginario, no físico, tantos ejes como dimensiones tiene la Existencia. La idea es atractiva por dos razones: 1º, porque salvamos el aspecto "direccional" que vimos que debían de tener las dimensiones: un eje siempre "apunta" hacia algún lado; y 2º, porque establecemos una igualdad conceptual virtualmente matemática entre las distintas dimensiones, condición que también nos será indispensable, como veremos, para una correcta definición. Aquí, entonces, el problema sería delimitar el concepto de "ontológico"; pero es posible que la metafísica, si bien no logre aquí un consenso total o científico, sí lo haga con la suficiente aproximación como para resultarnos útil. Una definición articulada en estos términos, pues, podría enunciarse más o menos así: "Dimensión es cualquier eje ontológico en que la Existencia se hace posible o direcciona su expansión" POSIBILIDAD Quizás sea incluso un concepto más importante que el de dirección o eje o campo. "Dimensión es toda Posibilidad ontológica y estructural en cuya dirección se expande la Existencia". Aunque más que "estructural", nos gustaría poner un calificativo relativo a "campo", pero no sé si existe. ¿"...en forma de campo"? ¿"...con carácter de campo?": "Dimension es toda Posibilidad ontológica en cuyo campo direccional se expande la Existencia". Sería una forma de decirlo. Otras alternativas, todas ellas utilizando el poder semántico de la "Posibilidad", podrían ser: ... toda posibilidad ontologica en virtud de cuya "función de onda" se direcciona la expansión... ... toda posibilidad ontológica cuyo campo marca la dirección en que se extiende la Existencia ... toda posibilidad ontológica ordenada como campo de expansión... ... todo orden ontológico de posibilidades cuyo campo canaliza la expansión... GRADO DE LIBERTAD Continuamos. Y cambiamos de canal. Ahora nos fijamos en una clásica "definición de diccionario", manejada quizás, al menos en su fuero interno, por la mayoría de los científicos: "Dimensión es el grado de libertad que tiene un punto para moverse en un espacio determinado" Es una definición hermosa desde el punto de vista formal, y aparentemente operativa para explorar nuevas posibilidades dimensionales (ver capítulo sobre la "4ª dimensión"), pero veremos que, analizados sus términos clave uno por uno, no se sostiene como verdadera herramienta de trabajo.
¿Cómo cuantificar matemáticamente, para empezar, un "grado de libertad"? ¿Cómo asignarle un valor numérico? Sí, sabemos que un punto tiene más "libertad" en un mundo tridimensional que en uno bidimensional (de momento utilizamos el concepto convencional de dimensión), dentro de una esfera que en una superficie. Pero ¿por qué hablamos de "libertad" y no de "posibilidad", que es un término mucho más científico? Libertad implica intención, conciencia, objetivos. Y tampoco se nos aclara qué es ese "punto", titular de la libertad, sujeto de la definición: ¿un punto abstracto? ¿una partícula elemental? ¿un engrama de conciencia? ¿un objeto cualquiera? Por otra parte, hablar de "grados" obliga a buscar parámetros numéricos y magnitudes medibles. Más adelante, al estudiar los teseractos, veremos que forzando mucho los convencionalismos, podríamos atribuir valores "comparativos" a esos grados de libertad; pero siempre serían valores relativos, jamás absolutos. ¿Cómo compaginar, entonces, un término tan exigente de características matemáticas (grado) con otro tan difícil de limitar (libertad)? Es como buscar escalas numéricas en la conciencia. Así que, de acuerdo, entendemos que se quiere significar que un "punto" tiene más posibilidades de localización en una esfera que en una superficie. Aunque también depende del tamaño de cada una. Obviando, pues, la inconcreción sustancial de ese "punto" que se mueve, ya encontramos un problema insalvable en la manera de cuantificar las maneras en que lo hace. Y también cabría preguntarse por qué se trata de "moverse". Unir tan por principio el concepto de dimensión al concepto de movimiento también puede parecer un tanto licencioso. Todo se mueve. La relatividad hace imposible la quietud total, así que ¿con qué estamos comparando la libertad de un objeto que se mueve? ¿No hay dimensiones en un mundo sin movimiento? Es otra discusión bizantina. Pero desde luego, la objeción principal, con todo, a esta definición, la encontramos en su último supuesto gratuito: un "espacio determinado". ¿Qué es eso? ¿Unimos entonces, también, de manera esencial, el concepto de dimensión con el de espacio? ¿Qué pasa entonces con el Tiempo? ¿Es que no hay posibilidades para el desarrollo del ser que no sean estrictamente espaciales? Más adelante comprobaremos que las hay, además de las temporales. No podemos extrañarnos de esta preconcepción cuando hemos basado la dimensionalidad en el movimiento, como veíamos antes. Pero es que esa base es más que dudosa. Alguno intentará resolver la contradicción especificando que se trata de un "espacio primordial", una especie de base metafísica sobre la que construir el mundo, un poco al modo de la entelequia del "éter". Pero sigue siendo muy poco científico. Y si ahondamos en el hecho de que es un espacio "determinado", aún nos complicamos más. Pues, "determinado" ¿en qué sentido? ¿por quién? ¿para qué?. Así que, en definitiva, esta definición de Dimensión, con ser muy intuitiva, e incluso operativa en según qué aspectos (como veremos más adelante), peca de inconcreciones y contradicciones que la invalidan, o más bien la limitan en cuanto al alcance real de lo que debería ser una dimensión. Solo en el campo doméstico de la geometría euclidiana elemental, y adoptando convenciones muy artificiales, podría tener un valor definitorio. Pero nosotros somos mucho más ambiciosos. Vamos más allá del espacio, del movimiento, y de las partículas. Retendremos, aun con su contradicción inherente, la idea de "grado de libertad", por el presunto servicio que nos hará, como corresponde a todo concepto lingüísticamente elegante, en otras fases de la investigación. Pero trascenderemos la definición en su conjunto a la busca de otras mejores. DIRECTRICES De una forma u otra, pues, retornamos al concepto de "dirección", como "posibilidad estructural absoluta", a la hora de determinar el elemento nuclear de la definición. Pero hay un término que quizás resume toda la carga semántica que estamos intentando matizar, y éste es el término "Directriz". Sí. Directriz contiene un sesgo intencional, constitutivo, definitorio, que suple la sutilísima falta de arbitrariedad o de propósito que tiene el término "dirección". Decir que el espacio, o la materia, o la vida es una dirección es justo, pero admite una libertad sutil que los seres de hecho no tienen a la hora de desarrollarse, pues un ser no puede elegir no utilizar el espacio para desarrollarse, para moverse. Necesariamente ha de utilizarlo. Cuando el cosmos explotó en el Big Bang, no extendió a los pies de sus seres las distintas dimensiones como "direcciones" a elegir para consumar la expansión. Inoculó en cada uno de ellos todas y cada una de las diez (o las que sean) dimensiones, como "directrices" de obligado uso para desarrollarse, se quiera o no, se detecte o no. Es ésta una propuesta difícil, pero es una de las más esenciales para los propósitos teóricos de nuestro trabajo, como veremos en el capítulo de la Vida. Veremos entonces que todos los seres están obligados a vivir, como están obligados a moverse por el espacio-tiempo.
Por cuanto el término "directriz", pues, ya incluye en sí mismo ese carácter de orden estructural inherente e implícito que dudosamente conlleva el término "dirección", podríamos pensar en una definición del tipo: "Dimensión es cualquier directriz producida en el Big Bang para expandir la existencia". Pero inmediatamente se hace obvio que algo falla: ¿Quién hay detrás de esas directrices? ¿El mismo Big Bang? El Big Bang no puede ser un demiurgo en sí mismo. Es cierto que no hay ninguna diferencia ontológica entre el apremio con que la Naturaleza nos obliga a respetar sus leyes, y las dimensiones entendidas como "directrices". Pero hay que huir de presupuestos antrópicos. Todo nuestro trabajo es una demostración irrefutable, como esperamos que se vea, de la innecesariedad del Principio Antrópico. Quizás, pues, "directriz" es un término más perfecto que "dirección" para constituirse en el lugar de honor de la definición que buscamos. Pero suena mucho peor. Ya veremos, entonces, cuál gana. RESUMEN: SEGUNDO INTENTO: DEFINICION FORMAL ¿Con qué elementos conceptuales nos quedamos, pues? A nivel operativo, es suficiente (y óptima) la definición inicial: "Dimensión es cualquier dirección en la que se puede expandir la Existencia". Con este enunciado podemos avanzar y trabajar en la Teoría consiguiente de las Dimensiones. Y es hasta conveniente que esa definición sea tan escueta y directa, como podremos comprobar. Pero de todas formas era necesaria esta disertación para mostrar que hay una serie de conceptos útiles a la hora de enriquecer o completar la definición: eje ontológico, campo, orden, estructura, posibilidad, etc. Para mostrar, también, que la definición "operativa" ha sido destilada de un exhaustivo proceso de alternativas, y no simplemente propuesta sin más en un arrebato de inspiración. Vamos a trabajar tan profundamente sobre la base de esos términos clave contenidos en la definición "operativa", que conviene tener presente todo lo que conlleva cada uno de ellos, abrigar la certeza de que son el producto de un estudiado proceso de selección semántica. Por otro lado, es éste el tipo de ensayo que debería decidir sus Definiciones más bien al final del trabajo, una vez clarificados todos los parámetros y condicionantes teóricos, y no al principio. Vamos a insistir, pues, en el valor estratégico de la definición "operativa" inicial, y solo por calmar la sed de resultados dialécticos vamos a ofrecer una definición "formal" lo más cercana posible a nuestras preferencias. Ésta es, en definitiva: "Dimensión es cualquier posibilidad estructural y omnipresente en cuya dirección se puede expandir la Existencia" Pero si la analizamos con cuidado, y a la vista de todo lo expuesto anteriormente, veremos que no es difícil reducirla a los términos básicos de la definición operativa inicial. Quédese el lector, pues, con la esencia formal de esta última definición propuesta, pero retenga también los 3 elementos claves de la definición operativa -Dimensión es cualquier dirección global en la que se expande la Existencia- pues, aunque ambas pueden reducirse en última instancia a los mismos componentes semánticos, es la segunda, la operativa, la que encontrará probablemente más clarificadora en toda la problemática que abordaremos en el ensayo, la que más utilizaremos a nivel metodológico.
C. CUADRO SINÓPTICO. DECISIÓN Vamos a intentar ahora hacer un Cuadro Sinóptico, ordenado según categorías sintácticas, para situar y resumir todos los conceptos manejados anteriormente. La idea es tratar de visualizar el conjunto de posibilidades de la forma más completa, para ayudarnos a tomar la decisión adecuada, pues no existe una correspondencia obligatoria de los elementos situados en la misma horizaontal, por supuesto: cada término puede ser asociado con cualquiera de los de la columna siguiente. Las "categorías sintácticas" que encabezan las columnas no han de ser contempladas con excesivo rigor: hay un margen de flexibilidad en cuanto al orden de los factores. Pero, sea como sea, eso sí, es difícil articular una definición operativa con menos elementos de los propuestos. En concreto, cinco. A no ser que se decida utilizar dos (o más) elementos subsiguientemente de una misma columna, con lo cual aumentaría de tamaño la definición. Nótese, empero, que existe un cierto factor de "simetría" entre los 5 elementos. Que ese factor, puramente sintáctico, guarde alguna relación mistérica con los algoritmos matemáticos es algo que depende del juicio de cada lector.
Dimensión es:
Cualquier
SUSTANTIVO ATRIBUTO ATRIBUTO dirección estructural de la existencia eje ontológico del universo extensión inherente del cosmos orden fenomenológico del ser categoría topológica de las partículas elementales campo direccional de la materia y la energía grado de libertad del multiverso posibilidad global condición omnipresente directriz clase
NEXO
SUSTANTIVO
para
la expansión
de
el desarrollo
la
la medición
en
la expresión las magnitudes la extensión el movimiento
Insistimos en que las categorías sintácticas no son formales. La última columna de "atributos" son realmente sustantivos. Debería haber un "nexo" secundario antes de esa última columna. Y el "nexo" central hace las veces del "verbo" en el supuesto de que intentáramos componer una verdadera oración propositoria. El valor real del Cuadro es mostrar la variedad de combinaciones distintas que podrían formarse con esos elementos para articular una definición válida. Son muchas. Y eso que cada columna contiene una pequeña representación de conceptos que seguramente podrían ser incluidas en ella, como probablemente todo lector apuntará. Nuestra única intención es dar testimonio de la complejidad de la elección. Ofrecer una garantía "plástica" de la ingente cantidad de posibilidades contempladas y descartadas a la hora de decidirse por una definición. Pues, aún con todo, nosotros seguimos apostando por la escueta definición operativa que hemos extraído de nuestra reflexión: "Dimensión es cualquier dirección ontológica y global en la que puede expandirse la existencia" Ésa es, en definitva, la definición que vamos a manejar en el trabajo. Y esperamos que se comprenda por qué es conveniente, a nivel metodológico, contentarse con una definición más bien concisa y escueta. "Dirección ontológica" contiene en sí, de alguna forma, los conceptos de "orden", "campo", "cohesión" y "estructura". Y al utilizar el verbo "puede" estamos incluyendo también el concepto de "posibilidad", cuya importancia nos parecía fundamental. Reflexione el lector, pues, todo lo que crea conveniente, echando mano de los elementos que hemos puesto a su disposición. Pero, por lo que a nosotros respecta, de cara a no perder más tiempo en los discursos filosóficos y abordar de una vez el tema central del trabajo, que es la teoría y determinación de las Dimensiones que existen en la naturaleza, nos decantamos por esa definición. Veremos si el desarrollo del trabajo verifica o no la justeza de esa decisión.
3. EL MITO DE LA TRIDIMENSIONALIDAD. PARADOJAS Y CONTRADICCIONES A. PROBLEMAS CON EL INFINITO
¿PARÁMETROS DE MEDICIÓN O DIMENSIONES? Solo cuando preguntamos "cuáles son las dimensiones de, por ejemplo, esta habitación" queda diáfanamente claro el sentido de nuestra palabra estrella: "dimensión". En realidad, nunca nos debimos de haber apartado de su significado y uso estrictamente etimológico. Las "dimensiones" de un objeto son justamente "lo que mide" ese objeto en el espacio geométrico euclídeo, normal, habitual. Desde el instante en que dimos el salto y empezamos a llamar "dimensiones" a lo que en realidad son "magnitudes" de una dimensión, en concreto el espacio, se generó la confusión. Coloquialmente, la confusión podría haber tenido justificación: nuestro espacio euclídeo (de momento vamos a dejar fuera al Tiempo) tiene tres "magnitudes" a medir: la anchura, la longitud y la altura. Y así, en el lenguaje común, las dimensiones de la habitación, pongamos 3m por 4m por 3m, como son tres y siempre tres, coinciden con el número de magnitudes medidas, y bien sea por ahorrar saliva o por sobreentenderlo, decimos que es un espacio "tridimensional". Nos entendemos. Se entienden los carpinteros, los decoradores, y los niños de la escuela. Tres "mediciones" en todos los objetos del espacio = Tres "dimensiones" tiene el espacio. Cualquier niño comprende que los 3 ejes o coordenadas espaciales son una abstracción matemática inevitable, pues reduce al mínimo los parámetros de medición. Se trata al fin y al cabo solo de una cuestión de "economía" de cálculo. ¿Cómo ha podido invadirse tan grave e impunemente el terreno de la ontología, de la epistemología? ¿Cómo ha llegado a llamarse "dimensiones" a lo que solo son "ejes", o "coordenadas", o "parámetros de medición", o "magnitudes": cualquier cosa antes que "dimensiones"? Es solo una cuestión de doble sentido etimológico, argumentan algunos. No pasa nada. Es solo que da la casualidad de que la palabra con que designamos el resultado de la medición de una coordenada o magnitud espacial es la misma con la que designamos al espacio y al tiempo. O sea, como la habitación tiene seis metros de longitud, decimos que su dimensión, en cuanto a lo largo, es de seis metros. Y como son tres mediciones, pues por eso decimos que es tridimensional. Ya se entiende que cuando hablamos de la "dimensión" espacial nos referimos a otra cosa. ¿A qué? Por lo visto, da igual. No pasa nada. Un error natural, pues. Incluso inofensivo. Incluso tal vez muy práctico, en según qué contextos. Pero un error imperdonable desde el punto de vista del rigor matemático, de la ciencia física. Un error inexplicable. Funesto. Endémico. Demencial. ¿Cómo es que ningún estudiante, ningún ponente, ningún profesor, experto, teórico, o simplemente oyente no experimentado, ha levantado jamás la mano en el curso de algún debate sobre el "espacio tridimensional" para decir: "perdone, profesor, cuando dice usted "espacio tridimensional" quiere decir "una dimensión espacial con tres magnitudes", ¿no es así?, porque todos sabemos que la altura en sí no es una dimensión, pues la verdadera dimensión es el espacio ¿no?; estamos diciendo "tridimensional" solo para entendernos, o por costumbre, ¿me equivoco?" ¿Es que nadie plantea esa objeción? Y si se plantea, ¿qué hace el profesor? ¿Se queda callado, se marcha rumiando la cuestión a su despacho; no le responde, al menos, al alumno que "según lo que entendamos por dimensión"? ¿Es que no ocurre esto nunca? ¿Es que no ocurre veinte mil veces todos los días en la Facultad de Físicas? ¿Qué demonios es lo que está ocurriendo? Sencillamente, no me puedo creer que seamos los únicos en llamar la atención sobre el absurdo de este a priori tan elemental. ¿Por qué no les incomoda igualmente a todos los que teorizan sobre la N-Dimensionalidad? ¿Dónde está la respuesta a este enigma? ¿DÓNDE ESTÁ LA PRIMERA DIMENSIÓN? Empezamos a ver que algo no encaja. Reconocemos fácilmente que es un error llamar "dimensiones" a lo que en realidad son "magnitudes" o "parámetros de medición" o "coordenadas". Pero intentamos defendernos del patinazo argumentando que al fin y al cabo es cierto que el espacio tiene tres dimensiones. ¿Ah, si? ¿Cuáles son entonces esas tres dimensiones? ¿Cómo es, dónde está, por ejemplo, la 1ª Dimensión? ¿Es que es realmente factible un espacio uni o bidimensional? No desde luego en el mundo real. Pues solo en el orden mental puede existir, por ejemplo, un plano puro. Para empezar tendríamos que prescindir también del tiempo para que sea un objeto bi-dimensional; quitarle todo movimiento. Y está claro que un objeto así, un plano puro y estático, no puede existir en la naturaleza real. Se puede imaginar, pues, un espacio uni o bidimensional, pero no puede existir. Un punto, por ejemplo, si por definición es "la intersección de dos líneas", es nuevamente una construcción mental, abstracta, matemática e irreal. Pues
cualquier punto, cualquier plano que cobre "vida", que quiera existir realmente y tener movimiento, precisa que sus objetos puntiformes cobren algo de volumen. Un error tan medular como el que nos ocupa solo puede explicarse sondeando las bases mismas de la Filosofía de la Física. Pues quizás una de las más inexplicables inconsistencias de la Física sea creer en la existencia "real" de los objetos puntiformes (asociados a la definición de las partículas elementales). Objetos así habrían de tener un tamaño cero, lo que equivale a una densidad infinita, que es un flagrante imposible lógico. En la naturaleza real no existen ni los objetos puntiformes ni los planos bidimensionales ni las singularidades de densidad infinita. Vamos a descartar desde el principio estos supuestos como estrategia metodológica. Y vamos a intentar explicar detalladamente por qué. PANFLETO CONTRA LA DENSIDAD INFINITA Demócrito fue el primero en argumentar que el mundo estaba hecho de átomos. En el nacimiento de la era de la razón, brotaba así como un sol naciente el principio ontológico básico de la física de partículas: si el todo está hecho de partes, piezas de puzzle, ladrillitos, células, elementos, o lo que sea, lo más inteligente es descansar sobre los componentes más pequeños, intercambiables, universales y uniformes posibles. Pero luego (unos dos mil años después, en la era del materialismo) se descubrió que la inmensidad del átomo estaba ocupada principalmente por el vacío. Si el núcleo fuera una manzana, los electrones serían granitos de arena girando a centenares de metros de distancia. Una estructura, desde luego, muy alejada de la imagen que el sentido común tenía acerca de la “solidez”. El hecho de que el electrón fuera una nube de probabilidades no llenaba de masa ese vacío, como si anillos de un saturno se tratara. Solo hay una partícula en este anillo. Y no hay más. Quizás fuerzas o radiaciones o gluones o fotones. Pero nada de masa. Ningún otra clase de objeto material. Ahora sabemos que el núcleo mismo tiene su estructura, nucleones igualmente formados a su vez por tríadas de quarks, inobservables pero matemáticamente incuestionables, también probablemente separados por su irremediable dosis de vacío exagerado y abrumador. Efectivamente, resulta abrumador considerar que la mesa que tocamos, y los dedos con que lo hacemos es, en un 99’99%, vacío. Vacío vibrante, vacío cruzado por radiaciones, vacío virtualmente rico, pero vacío al fin y al cabo. ¿Dónde está, pues, la masa del mundo? ¿En ese 0’001% de partículas subatómicas? ¿De qué está formado, entonces, el quark? Hay varias respuestas. La más alegre y tediosa es la que más rápidamente proponen las pizarras y sus ecuaciones: si el quark es indivisible podemos asignarle, teóricamente, un valor de “densidad infinita”. ¡Qué reluciente expresión! ¡Densidad infinita! La misma que nutre las singularidades del Big Bang y los agujeros negros. “El universo nació de un punto de densidad infinita”, dicen los astrofísicos. Y se quedan tan tranquilos. Renormalizan las fórmulas para que les cuadren, y así siguen dando sus clases y escribiendo sus flamantes libros. Qué fácil es, pues, dibujar un ocho tendido al final de las ecuaciones críticas y continuar adelante (construyendo de esta guisa, por cierto, magníficos ordenadores precisamente diseñados para calcular el misterio de la materia y de la infinitud). Pero si en algo puede tener la filosofía más validez, preeminencia y autoridad que las matemáticas es a la hora de hablar del infinito. Y no hay lógica formal ni semiótica ni ontología que avale la existencia del infinito. Ese punto del Big Bang habría de remontarse a un estado por definición inalcanzable para simplemente cobrar existencia, para ser. No es cuestión de que las leyes de la física dejen de funcionar ahí. Ése es un problema aparte, y el primer tópico trivial. No es tampoco cuestión de que nos estemos topando con un objeto “incognoscible”, epistemológicamente hablando. Éste es otro problema aparte, y el segundo tópico superficial. Es que simplemente la eternidad nunca ha sido un atributo, ni siquiera para Dios. Nada es infinito. Por definición. Decir que, por ejemplo, el espacio es infinito, es el eufemismo de decir que es tan grande que se mueve, se pierde, tiende hacia un límite progresivamente mayor, más lejano, y por tanto inalcanzable. Es una forma de hablar. El infinito es una acción, una dirección, nunca un estado de cosas. No es, sino que se mueve hacia. Decir que el Big Bang nace de un estado de densidad infinita es lo mismo que decir que el universo no tuvo comienzo, porque ¿dónde acabaría o desde dónde partiría ese punto crítico que da comienzo al tiempo, si por definición es infinito? Aquí es donde las paradojas de Zenón dejan de ser un juego y se convierten en un imperativo científico. Se trata de un imposible lógico elemental, y lo justo sería decir “la singularidad del Big Bang tiene una densidad tan grande que parece infinita, que tiende a infinito,
que resulta inalcanzable, etc”. Eso es, desde luego, lo que quieren decir los físicos. Pero el hecho es que, ya sea por inercia, por vicio, por error o por comodidad no lo aclaran. Y el resultado es que acaba siendo una perogrullada atribuirle infinitud a las partículas elementales. Pues pensémoslo bien; pensemos por un momento en las consecuencias de un objeto con densidad infinita: Si una sola partícula tuviera densidad infinita, tendría que tener también masa infinita, atracción infinita, carga infinita, etc. Un solo quark se tragaría al universo entero. Con razón se han estado topando generaciones enteras de físicos con el problema de los resultados descontrolados en las ecuaciones por culpa de las variables asignadas arbitrariamente a infinitos. Han sido los matemáticos, a quienes no les importa en realidad si esas ecuaciones corresponden o no a procesos reales, naturales, quienes les han "salvado el culo" introduciendo el truco de la "renormalización", que es precisamente un reajuste a posteriori para cancelar artificialmente los infinitos involucrados. Una trampa. Un parche. Pero tan importante que, de hecho, lo primero que se buscaba en cada nueva teoría que aparecía sobre el mundo subatómico es si era "renormalizable". ¿Cómo demonios podían cuadrar las fórmulas si pretendían manejar objetos con densidades infinitas? Imagine que le dicen: "Calcúleme usted las dimensiones de una nueva Biblioteca que queremos construir" Y cuando usted pregunta cuántas páginas tiene cada libro, le dicen: "Infinitas". Imagine ahora, pues, la cantidad de trampas matemáticas y reajustes artificiales que tendrá que hacer para que se pueda construir una Biblioteca real. Parece absurdo, pero ése es exactamente el caso en lo tocante a las matemáticas cuánticas. La renormalización pasará a la historia de la ciencia como una de sus mayores vergüenzas. Parece que cada generación de físicos tiene prisa por encontrar, en vida, el secreto de la "causa primera"; pues, si por el contrario, la densidad del quark no es infinita, en el sentido que los físicos le dan a las partículas "puntiformes", y tuviera un fin, o sea, que fuera limitada, entonces es que indefectiblemente habría de tener una estructura interna, y esto querría decir que habría que esperar a conquistar media galaxia para reunir energía suficiente para construir un super-ciclotrón con el que bombardear tal quark, y todo ello para obtener seguramente alguna especie de sub-quarks, super-cuerdas, dimensiones enrolladas, y así realmente hasta el infinito. Esto aleja demasiado las perspectivas de cualquier físico para lograr el Nobel. Caemos con frecuencia en la trampa de identificar la indivisibilidad, o la inobservabilidad, con la infinitud. Y son cosas distintas. Que el quark sea indivisible, o inobservable, significa que no hay energía a disposición del ser humano capaz de bombardearlo para extraerle sus componentes, o de iluminarlo sin alterarlo sustancialmente. Pero solo eso. No se puede inferir de ahí que no tenga estructura interna. Nunca se llega al infinito. Como no hay un componente último, el mundo es técnicamente una ilusión. Si cualquier momento puede ser la eternidad, cualquier lugar puede también contenerla. Por más ganas que tengamos, pues, como Demócrito, de arribar al final del camino y echarnos a dormir la siesta, tendremos tarde o temprano que enfrentarnos al vacío y abrir el corazón del quark. Por otro lado, estamos convencidos de que, para entonces, habremos encontrado tecnologías mucho más baratas que los aceleradores para horadar la materia. Posiblemente tecnologías relacionadas con los secretos potenciales de la percepción sensorial humana. Así que la ansiedad de los científicos por abrazar la infinitud parte de errores de cálculo de muchas clases. Pero, en fin, supongamos que, de una forma u otra, llega el momento en que exploramos el interior del quark. ¿Qué encontramos? ¿Es algún tipo de “plasma” lo que llena su interior? ¿Es, como diría un niño, algún tipo de plomo irrompible? ¿Algún frenético intercambio de subpartículas de leptones de una quinta fuerza aún no descubierta en la naturaleza? MASA Y VACÍO Se trata de una búsqueda obsesiva porque nos estamos aferrando al supuesto de que ha de haber “masa” dentro del quark, descartada ya la excusa de la infinitud. Al fin y al cabo estamos buscando los soportes de la materia. La masa pesa, atrae, existe, es real. El sentido común nos dice que ha de haber masa en algún lugar de este sólido escritorio de roble. ¿Qué demonios es entonces una “masa”? Ya hemos sugerido anteriormente que lo más que podemos decir es que es un concepto, una “interpretación perceptiva”. Falta constatar los datos que arroje la investigación sobre el Bosón de Higgs, cosa que sí está a la vuelta de la esquina. Pero la velada falta de entusiasmo de muchos de los teóricos que esperan estos
resultados indica que no hay mucha confianza en que esto resuelva realmente el misterio de la naturaleza de la "masa". Tendría gracia que las partículas que el fin y al cabo dotan de masa al resto de las partículas fueran unos bosones de masa cero. Todo apunta, más bien, a que la solidez del mundo pudiera ser a fin de cuentas un enigma de naturaleza "mental". Renunciemos entonces a pensar en términos de masa, nos dirían, exhaustos, muchos lectores. Supongamos que no hay tal dualidad “onda-partícula” en la materia, y que todo es energía. La forma es vacío, y el vacío es forma. Hasta los sutras de Buda están llegando por legión los físicos que con honradez arañan en los intersticios de la nada. No existe nada en absoluto. Desde el punto de vista material, el mundo es vacío. Radiaciones electromagnéticas y fuerzas invisibles que al toparse con el sistema perceptivo de un ser consciente producen la sensación de ser objetos sólidos, materiales duros, placenteros, dolorosos. Mente y materia están inextricablemente unidos, y el mundo es básica y matemáticamente una ilusión. Algo más allá del “Maya” budista, del “Makio” zen, o de la “alucinación” psiquiátrica. La materia es un efecto perceptivo de carácter ontológico. Solo un aspecto, un enfoque, un giro de orientación nos podría rescatar del bloqueo epistemológico al que pareciera abocarnos esta conclusión. No tenemos por qué renunciar a la metodología científica o rendirnos a una estéril resignación mística, para la que, por otra parte, no estamos preparados. Insistir debidamente en el poder creativo de una impecable racionalidad es lo correcto si en vez de investigar sobre las cosas lo hacemos sobre su aparente “deserción”. Si no podemos decir nada acerca de la materia, concentremos nuestra atención en el vacío. Investiguemos a fondo la “nada”. Ésta es la opción por la que parecen decantarse muchos científicos. Todo es vacío, no existe nada. Pero es que el vacío está repleto de potencialidades, de posibilidades. El taoísmo lo sabe desde hace siglos. Los físicos mismos lo han descubierto hace ya cincuenta años. Los pares de partículas virtuales, por ejemplo, que en dimensiones temporales infinitesimales crean y anulan materia sin llegar a vulnerar las leyes cuánticas abren portales magníficos para interminables futuros de investigación. Es posible que el universo esté lleno de estos vacíos superpoblados. Es posible que los mundos descartados, alternativos, predichos por las ecuaciones cuánticas, o quizás la “materia oscura”, o quizás la “anti-materia”, o quizás el universo multi-dimensional de las realidades simultáneas, puedan ser atrapados al desarrollar teorías que integren, como decíamos antes, una verdadera ciencia de la Cognición, abriendo insospechados campos que aún puede abordar la ciencia dentro de esta nueva era de la no-materia y del vacío. Quedémonos, como resumen, con la idea de que hay solo dos condiciones para que los científicos puedan seguir cosechando alegrías: una es abandonar el concepto de infinito, o por lo menos ser más estrictos, más literales, más restrictivos, a la hora de asignarlo a un tipo determinado de energía, vacío o entidad. Y la otra, desde luego, es renunciar de una vez a la quimera, la destructiva soberbia de identificar una teoría unificada con el “llegar a entenderlo todo”. Es un desatino absoluto ponernos como objetivo la “comprensión total de las leyes que gobiernan el universo”, tal y como muchas eminencias científicas han tenido el desparpajo de prometer, Hawkings a la cabeza. Hasta ahí podíamos llegar. La primera ley del Conocimiento es que el universo es un misterio sin fin. Y la segunda es que no hay forma humana de desvelarlo. A partir de ahí, de la tercera ley, podríamos empezar a hablar. ¿BIG BANG O GENERACIÓN ESPONTÁNEA? En realidad, ni siquiera hay una evidencia incontestable sobre, no solo la naturaleza del Big Bang, sino incluso su misma existencia. Merece la pena abordar esta "hipótesis" en este punto, para mostrar más claramente las "dimensiones" de nuestra impotencia cognoscitiva. Pues bien. El universo explotó. Nació a partir de una explosión. Bueno. Solo el argumento de que no parece haber una proporción lógica de "galaxias en formación" nos parece personalmente irrefutable. Porque hay que reconocer que, tanto el argumento del "corrimiento hacia el rojo", como extraplación del efecto Doppler, como el ajuste de los valores hallados en la supuesta "radiación de fondo", que son las dos pruebas principales del Big Bang, adolecen de cierta insuficiencia sustancial. Pienso que podría haber muchas más alternativas de explicación para cualquiera de estos dos fenómenos, así como alternativas de generación para el universo, máxime si éste es solo una burbuja más en un multiverso con distintos parámetros en sus leyes, magnitudes y dimensiones. Tratemos, pues, de centrar la discusión. Pues hay bastantes teóricos que confidencialmente
afirman que el universo quizás no ha dejado nunca de "explotar", y que la expansión es más bien el efecto aparente con que nuestra imperfecta percepción interpreta los datos. Básicamente, el problema consiste en que es demasiada coincidencia que el índice de expansión observado en el Universo esté tan perfectamente ajustado con la densidad media de la materia, de tal modo que el resultado sea un cosmos "plano", es decir, con la densidad crítica justa para que no se dé el extremo de una expansión indefinida ni el contrario: el de un proceso implosivo irreversible (Big Crunch). Los valores parecen ajustados de tal forma que el cosmos se mantendría siempre en equilibrio entre expansión e implosión. Es un problema, porque para que se produzca ese equilibrio, ese ajuste, el valor de la constante tiene que precisarse con 12 o 13 decimales (más o menos 1 parte en un billón), y eso es mucha pero que mucha casualidad. De todas formas, los teóricos dicen que la teoría inflacionaria de Guth, no sé cómo, resuelve el problema. A nosotros nos cuesta creerlo porque: a) lo que sí es altamente improbable es que los cosmólogos tengan suficientes datos empíricos como para calcular con tanta precision la densidad media y el índice de expansion del cosmos. ¿Cómo pueden estar tan seguros? ¿Tan controlado tienen el número de galaxias, los límites del cosmos, etc? Por otra parte, ¿han contado con la materia oscura, con las partículas exóticas, etc? ¿Han contado con el número de astros nuevos que hay ahora, desde los 5000 millones de años transcurridos desde los confines cuya luz recibimos ahora? Parece una especie de fanfarronada que digan que saben el valor medio de la densidad de materia del Universo con tanta precisión como para hacer cálculos de 13 decimales. Una fanfarronada escolástica. b) la teoría inflacionaria es un conveniente cajón de sastre para precisamente inflar o desinflar los cálculos a voluntad. No hay pruebas. Es como la renormalización: un artificio matemático esencialmente inverificable. c) aun así, supongamos que sí, que los cosmólogos detectan de alguna forma un equilibrio entre expansión y densidad (cuando el rio suena, agua lleva: cierto equilibrio parece manifestarse). ¿No es más lógico, y éste es el punto clave, buscar la razón del ajuste en otro factor que no sea una relación Big BangInflación tan forzada como inevitablemente tendente al Principio Antrópico? ¿No es posible que esta coincidencia nos esté señalando algo distinto y más profundo? Para nosotros, es una evidencia de que no fue el Big Bang (ni la Inflacion) el comienzo del Universo, sino otro proceso más lógico y relacionado con las fluctuaciones del vacío: algo que se podría llamar "generación espontánea". Podemos postularlo así: en todas partes del cosmos se está crando constantemente materia (y muchas otras cosas) a partir del vacío cuántico, en cantidades no detectables, pero en proporción lógica al índice de expansión. La regularidad de la radiación de fondo tendría mejor explicación en el marco de un proceso omnipresente que en el de una explosión antiquísima. La aceleración expansiva sigue siendo un producto de la energía oscura, que también se genera en el proceso. Y el problema de los límites del Universo se resuelve con la desintegración de las partículas, que no serían eternas. Así, lo que por un lado se va creando, por otro se va destruyendo: el equilibrio es natural y consecuente con el proceso: ya no es cuestión de casualidades. Así ha sido siempre. Generación espontánea - Desintegración espontánea. Podemos por fin quitarnos de encima el problema de la causa del Big Bang, que no tiene ni puede tener solución. Pues, en todo caso, el intento de la Física de derribar el principio de causalidad no cuela. No cuela. Que el vacío cuántico pueda crear materia a partir de fluctuaciones de campo o de energía no equivale a decir que es posible la creación de algo a partir de la nada. No nos engañemos. No podemos hacer esa extrapolación, por muchas ganas que tengamos de eliminar al Creador de las ecuaciones. El principio de causalidad es parte esencial e irrenunciable de la Razón, sin la cual no existirían las matemáticas (que son las que posibilitan, a su vez, las ideas del vacío cuántico). Nunca nos podremos librar del misterio de la causa primera. Es algo tan inalcanzable, por esencia, como las medidas que nos oculta el Principio de Incertidumbre. Pero esto no nos debe angustiar. No debemos ser tan pretenciosos. Simplemente es cuestión de asumirlo, como hicimos con la Incertidumbre, y dedicarnos a resolver los mil enigmas que sí están a nuestro alcance.
B. EL ESPACIO ES 1 DIMENSIÓN, NO 3 UN INCISO SOBRE METODOLOGÍA CIENTÍFICA Aunque ya sé que no viene mucho a cuento, que resulta forzado e inoportuno, no puedo resistirme a hacer una pregunta que me obsesiona sobremanera: ¿Por qué los científicos no “meditan”? ¿Por qué tampoco lo hacen los filósofos o los psicólogos?. Sí; reflexionan y piensan mucho. Se rascan la frente, y muerden miles de bolígrafos a lo largo de sus vidas. Pero nadie les ha enseñado que la Meditación es otra cosa. Quizás el prejuicio de que se trata de una práctica religiosa (cosa que es totalmente falsa), o la pereza de enfrentarse a una cierta disciplina corporal sean las responsables; no lo sé. El hecho es que es una abominación que la Meditación no sea un asignatura básica en las carreras que pretenden estudiar la realidad. Meditar es una técnica de adiestramiento mental para manejar correctamente la concentración y las funciones intelectuales, y está claro que hoy día es más necesaria que nunca en terrenos como la física teórica (donde nos estamos quedando sin objetos materiales exteriores sobre los que concentrarnos) precisamente porque la Meditación se basa en el silencio mental, en dejar que la percepción inmediata de la realidad nos desvele sus secretos sin la intervención discriminativa del lenguaje, matemático o verbal. ¿TRIDIMENSIONALIDAD? En fin, volviendo al tema de las dimensiones, vamos a resumir dejando claro que es absurdo hablar de objetos puntuales o de densidad infinita. Y como ambos serían los componentes naturales de un supuesto mundo "uni-dimensional", la conclusión es que es absolutamente imposible la existencia real de tal entidad. Pueden ser bonitas ideas matemáticas, pero en la realidad nunca puede existir un punto a-dimensional, o uni o bi-dimensional, o de densidad infinita. No hay nada en el mundo real, en la naturaleza, que sea verdaderamente uni o bi-dimensional, aun entendiendo las dimensiones en su oscuro e impreciso sentido coloquial. El mundo ni siquiera es "tridimensional", pues hemos visto que el Espacio no son tres dimensiones, sino una (y seguimos dejando aparte al Tiempo; paciencia). Éste es uno de los pilares fundamentales de nuestro trabajo, así que rogamos al lector que preste toda la atención`posible. El Espacio es una dimensión con tres coordenadas o magnitudes de medición, si se quiere, pero nunca una entidad con tres dimensiones en pie de igualdad. Cualquier intento que hagamos de describir o definir cómo sería entonces cada una de esas supuestas dimensiones por separado, aun recurriendo a la unión de dos de ellas (entidad "bi-dimensional"), nos llevaría irremediablemente al absurdo. Solo en la abstracción matemática, en la geometría ideal, pura, se puede hablar de objetos puntiformes, de planos infinitamente delgados, de líneas uni-dimensionales. En el mundo real, en la naturaleza, en la lógica racional, práctica, no existen. Y nosotros estamos tratando con la "Existencia", desde el principio del trabajo. No nos interesa lo que no existe ni puede existir. En el mundo real, son tres las magnitudes mínimas de medición que ha de tener una entidad para existir en el espacio. Pero ni aún así queda claro que el espacio haya de ser una entidad "tridimensional". No solo por la confusión entre magnitud y dimensión, sino porque ese número tres es un "mínimo", en orden a una economía de mediciones, como vimos. También confundimos, pues, el álgebra con la ontología si sentenciamos que el espacio es una entidad sustancialmente trinitaria, tripartita, solo porque sean tres las coordenadas mínimas que usamos para situar los objetos en él. En efecto, analizando cuidadosamente el significado de esa estructura de tres ejes espaciales, el espacio euclídeo, sobre la base de nuestra definición provisional de “dimensión” como “cualquier dirección en la que el ser (la realidad, la materia) puede existir o expandirse”, podemos decir que, si bien el Ser existe en cualquier punto del plano infinito lanzado a partir de dos líneas perpendiculares interseccionadas en un punto de referencia, y en cualquier punto del plano infinito interseccionado perpendicularmente con el anterior, también lo hace en cualquier punto de todos los planos infinitos interseccionados perpendicularmente con los anteriores, con lo cual serían infinitas las dimensiones espaciales, y no 3. Si lo pensamos bien, queda en evidencia que esos 2 planos de referencia, o esas 3 líneas, son solo una estructura mental de medición, pero para nada dimensiones de crecimiento de la existencia. ESFERICIDAD
Una "dimensión", decíamos en nuestra definición, es un orden direccional y estructural. Dejamos para más adelante la discusión acerca de si el carácter “direccional” de las dimensiones presupone algún tipo de movimiento o propósito, en el sentido de "intencionalidad". (Así mismo, la estructura, las leyes que rigen el espacio, sí son inmutables, pero, como veremos luego, son otra entidad distinta al espacio en sí. ) En todo caso, no creemos que sea acertado asociar el concepto de "dirección" con la imagen (matemática) de una "línea". Pues una Dimensión, aun en su acepción de "eje ontológico", es antes un campo que una línea. Decir que la dimensión espacial está representada por 3 ejes es incluso decir mucho, porque realmente la dimensión espacial se "representaría" mejor con una esfera. Hablando, pues, con mas propiedad, y aún en un mundo estático que no incluya al tiempo, deberíamos decir más bien que el Ser existe en cualquier punto de las infinitas esferas trazadas exponencialmente a partir de un punto de referencia. El espacio sería más bien una dimensión esférica (aunque esto tampoco tiene mucho sentido, pues parece seguir haciendo alusión solamente a una estructura de medición). En ciencia no vale el "para entendernos". Insistir en decir que el espacio es tridimensional nos lleva a sostener que cualquier esfera es entonces también tridimensional. Y, como decíamos, esto no pasa, no puede pasar de ser una forma de decir que se necesitan 3 magnitudes para medirla. (¿Cómo sería una esfera cuatridimensional? Éste es el meollo de la conjetura (ahora teorema) de Poincaré. Pero, salvo que se entienda el concepto de la dimensión de la Simultaneidad, o la Ilimitación (que más adelante estudiaremos), "4 dimensiones" solo significa que añadimos un eje más para medir lo mismo.) Así que la pregunta sigue en pie: ¿qué es el Espacio? Aunque entenderlo como una esfera es consistente con la curvatura relativista, no dice gran cosa porque la esfera es otra estructura mental, matemática, abstracta (aunque no del todo irreal, pues hay verdaderas esferas en la naturaleza, o muy aproximadas). Nuestro objetivo inmediato es, en resúmen, analizar qué es realmente el Espacio, en la esperanza de encontrar pautas que nos ayuden a decidir si se ajusta o no a nuestro concepto de "dimensión". Y así, sin perdernos demasiado en el cúmulo de matices semánticos de la dualidad “estado-dirección”, y renunciando por tanto a decidir si se trata de algo “invariable” o “dinámico”, “fijo” o “cambiante”, lo que sí parece interesante es la discusión acerca de si el espacio es o no un medio. El vacío cuántico sí lo es. “Medio” hace referencia al contenido. Pero el espacio es un continente. No es un “receptáculo”. El espacio es un continente que sirve precisamente para no limitar al contenido, para darle oportunidad de expansión. ESTRUCTURAS DE EXPANSIÓN Y aquí nos encontramos con otro de los (tres) conceptos clave de nuestra definición operativa: la expansividad (mejor que "expansión") de las Dimensiones. Pues estábamos analizando el concepto de "orden estructural", aplicado al Espacio, pero resultaba muy difícil separarlo del punto de vista matemático, que busca establecer una dimensión como una estructura de medición, como un "orden lineal de sucesos coherentes susceptibles de medición". Así que vamos a intentar pensar en las dimensiones más bien como "estructuras de expansión": El espacio es una estructura de expansión que sirve para localizar la posición de los objetos. El tiempo es una estructura de expansión que sirve para medir el movimiento de los objetos. El concepto de "extensión" o "expansión" es tan importante es nuestro concepto de Dimensión que incluso en el caso de que nos decantemos por "orden estructural" como primer nominativo de la definición, deberíamos hacerlo de tal forma que el atributo de "extensión" o "expansión" lo califique acto seguido de manera sustancial e inmediata. Pero para abordar esta cuestión, enlazándola con la discusión anterior acerca de la naturaleza del Espacio como "dimensión", vamos a necesitar antes determinar unas herramientas metodológicas en el fondo bastante claras y sencillas. EQUIVALENCIA CONCEPTUAL Y MATEMÁTICA Lo ideal sería encontrar una categoría lógica, en la que encaje el concepto de dimensión, para poder operar luego con ella matemáticamente. Pero como eso puede no ser siempre posible vamos a tener que manejar dos herramientas fundamentales que a menudo son utilizadas, si bien con otros nombres, en las discusiones sobre "simetría": la “equivalencia conceptual” (EC), y la “equivalencia matemática” (EM). La primera es de corte filosófico: dos fenómenos tienen "equivalencia conceptual" si sus definiciones esenciales, a nivel
ontológico, epistemológico o incluso lógico, coinciden. La segunda es más clara: lo que han de coincidir aquí son más bien las ecuaciones, pero ha de haber esa equivalencia-coincidencia-simetría. De todas formas, como mejor se va a entender la utilidad de estas herramientas es sobre la marcha, así que sigamos adelante. Pongamos un ejemplo, al hilo de nuestra discusión: Hemos dicho que una "dimensión"es una "extensión" de la existencia, en el sentido de que el cosmos se vale de ella para "expandirse". Así que la pregunta es: ¿en qué sentido puede extenderse la existencia de una esfera si introducimos una dimensión más en pie de igualdad, es decir, con estricta EM con las otras 3? En ninguno real, fuera de la simbología matemática. ¿Y con EC? Tampoco: sencillamente, no hay más direcciones en una esfera. NO HAY "EM" ENTRE LAS 3 DIMENSIONES ESPACIALES Y EL TIEMPO Añadir otra dimensión es precisamente lo que se hace cuando introducimos el Tiempo, pero entonces ya no estamos en pie de igualdad con las otras tres. El Tiempo es un orden nuevo, un campo, una extension nueva de la existencia. La existencia no se extiende hacia la longitud, la latitud y la profundidad, sino que se extiende esféricamente por doquier. La longitud, por escoger una de ellas, no es una extensión en pie de igualdad, en EM, o tan siquiera EC, con el Tiempo: ésta es la cuestión innegable que inhabilita el concepto tradicional de Dimension. Solo los 3 ejes juntos forman una verdadera Dimensión en EC y EM, es decir, en verdadero pie de igualdad con el Tiempo. Así pues, la extensión espacial es esférica, no tridimensional. EL ESPACIO NO SON TRES DIMENSIONES, SINO UNA. La dimensión del espacio se extiende esférica y exponencialmente, desde un punto de referencia, hasta el infinito. Los 3 ejes ni siquiera son buenos para ayudarnos a entender el Espacio. No dicen gran cosa de él. No le dan forma. La esfera, en cambio, sí lo hace. El espacio es una mega-extensión, esencialmente esférica, finita y exponencial, en la que el Ser posiciona, mueve o localiza su existencia. ¿Qué es una posición? Ésta sí que es una buena pregunta, de verdadera trascendencia física. Pues una posición es un "estado" (volvemos así al "ser" y al "devenir") de la dimensión direccional del Espacio en la misma EC (y EM) en que un instante (o quizás un momento) es un "estado" de la dimensión direccional del Tiempo. NO HAY TIEMPO SIN ESPACIO Es fácil imaginar Espacio sin Tiempo, pero no al revés. Esto nos llevaría a categorizar el Tiempo como una coordenada, una sub-dimensión, una magnitud del Espacio. También nos llevaría a considerar al espacio como "la matriz de todas las dimensiones". De hecho, se pueden definir las dimensiones como "espacios de expansión". El Tiempo es un Espacio para el movimiento. De ahí que muchos teóricos, por desgracia con exageración tendenciosa, hablen del "hiperespacio" o del "espacio primordial" como sustancia básica sobre la que articular el resto de dimensiones. Pero 1º, las 3 (o 6, o infinitas) coordenadas del Espacio no están, como hemos visto, al mismo nivel matemático ni conceptual que el Tiempo. 2º, Tiempo y Espacio son 2 dimensiones hermanas, equivalentes, cuando no inseparables, tanto en la Relatividad como en toda filosofía práctica. Y 3º, sí que se puede concebir el Tiempo sin el Espacio: basta con imaginar el sonido, el ritmo, la música. (También la entropía, el calor). Aquí empiezan a relacionarse Percepción y Dimensiones. El Espacio es dominante en la percepción visual. El Tiempo lo es en la percepción auditiva. Las plantas perciben más el Tiempo que el Espacio. Y el feto humano empieza antes a concebir el Tiempo que el Espacio, pues oye antes que ve. Y lo que oye es lo más parecido que podemos encontrar en la realidad a sonidos (o ritmos) "inlocalizados", (que no "inlocalizables", pues eso tampoco existe en la realidad. O sea, que se puede concebir un ritmo inlocalizado, pero en la realidad todo sonido tiene su fuente de emisión; viene de algún lugar del Espacio). Gana, pues, el Espacio, "por los puntos". Es una dimensión más predominante, independiente e importante que el Tiempo. Depende más el Tiempo del Espacio que al revés; aunque uno sin el otro no pueden existir.
MAGNITUDES DEL ESPACIO Y EL TIEMPO En fin, pero lo que realmente queremos determinar es si hay una verdadera Equivalencia Matemática (EM) entre las 3 coordenadas / magnitudes del Espacio, y la dimensión Tiempo (en orden a construir teorías de cuerdas y demás). Y yo creo que va quedando claro que no. Tampoco hay una EM entre las 3 magnitudes del Espacio y las 3 supuestas magnitudes del Tiempo: aceleración (futuro), reposo o "movimiento inercial o rítmico" (presente), y desaceleración (pasado). Esas 3 variables son más bien 3 distintos estados del movimiento, que podrían servir para medir (que es de lo que se trata) la duración o posición temporal de los objetos y sucesos, pero que no son constituyentes esenciales, inherentes, de la naturaleza del Tiempo en el mismo orden o categoría lógica que las 3 magnitudes del Espacio, sin las cuales el Espacio es matemáticamente impensable. Pero reflexionemos sobre esto. ¿Es realmente impensable el Espacio sin sus 3 magnitudes/coordenadas clásicas? Ya vimos que el Espacio estaría mejor definido si lo estructuramos como esferas exponenciales infinitas a partir de un punto de referencia. No son, pues, 3 magnitudes o subdimensiones indispensables. Son solo el mejor método para un álgebra simple de medición de posiciones. Tampoco es impensable el Tiempo sin esas 3 magnitudes: futuro, presente, pasado (o bien "aceleración, reposo, desaceleración"). Ahí tenemos el fenómeno de los "ritmos inlocalizados", que manifiestan una sucesión temporal pura sin necesidad de más magnitudes. De nuevo, pues, esas 3 magnitudes son solo el mejor método para determinar el movimiento de los cuerpos. INFINITO Y ETERNIDAD Así pues, si no hay EM entre las 3 coordenadas espaciales y las 3 coordenadas del movimiento, y tampoco entre las primeras y la dimensión Tiempo, ¿la hay realmente entre la dimensión Espacio y la dimensión Tiempo? A pesar de las dificultades de concepción, sigo insistiendo en que la hay. Las dos dimensiones son "esferas exponenciales, direccionales, abstractas, infinitas, de expansión de la existencia". Una, el Espacio, hacia las infinitas posiciones en que se puede encontrar un cuerpo: hacia el infinito espacial. Otra, el Tiempo, hacia las infinitas duraciones que puede tener un movimiento: hacia la eternidad temporal. El espacio se abre hacia el infinito. El tiempo se abre hacia la eternidad. Creo que toda esta discusión muestra al menos la importancia capital que tiene manejar una definición u otra del concepto de Dimensión. Pues para nosostros, el verdadero concepto de Dimensión va por ahí: una Dimensión es, como vimos, "cualquier orden estructural o dirección conceptual concebible en la que se pueda desarrollar la existencia". De hecho la EM es más una limitación que una condición necesaria o una "pista conceptual", mental. Sería deseable, y hacia ahí estamos orientando los esfuerzos, que existiera esa EM entre las dimensiones, sobre todo en orden a construir teorías de unificación. Pero no es indispensable. Y posiblemente ni siquiera es probable. Es fácil que no haya jamás una verdadera EM entre las distintas dimensiones de la existencia. Lo que sí debe haber es a) un proceso de abstracción mental similar que nos ayude a concebirlas, y b) una equivalencia lógica en cuanto a categorías o clases conceptuales (EC). VIAJES EN EL TIEMPO De lleno metidos en la discusión sobre el Tiempo (y dejando para otro momento, en aras de la brevedad, el apasionante tema de la "elasticidad" del tiempo, como consecuencia de la "ductilidad" relativista del espacio-tiempo: es decir, si el Tiempo es realmente deformable / curvable / moldeable exactamente en la misma medida que el Espacio), pensamos que una buena manera de agotar sus posibilidades conceptuales es reflexionar en la manida cuestión de si es posible "viajar en el tiempo". Pues solo si es posible desplazarse en el tiempo se podría hablar de éste como una dimensión independiente y pura. (Insistimos, pues, en que se trata de ilustrar el problema recurriendo a una posibilidad bien conocida con una casuística paradigmática. No abrigamos ningún tipo de creencias tendenciosas esotéricas) Supongamos un "agujero de gusano", la solución más fácil y rápida. Que haya lugares en el universo donde de repente saltamos a un tiempo futuro o pasado como por ensalmo. Se puede concebir, imaginar. Pero entonces también es posible encontrar otro pasadizo que haga desaparecer el sistema solar.
Quién sabe. En la madeja de la textura del microcosmos descrita por Wheeler (y otros teóricos), los agujeros de gusano, como irregularidades propias de la espuma cuántica, se han hecho muy populares, pero se trata tan solo de fenómenos elucubrativos que despiertan el interés precisamente por sus posibilidades milagrosas; en realidad no tienen por qué ser más importantes o frecuentes que los círculos, rupturas, saltos o cualquier otra característica de esa textura última. En ningún momento explica Wheeler o ningún otro físico cuál sería el proceso mediante el cual un objeto retroceda 2000 años de repente al atravesar un agujero de gusano. Hawking hace algunas hipótesis al respecto, pero como las podría hacer Asimov. En todo caso, volveremos sobre estos temas cuando debatamos las diferencias entre la Ciencia y el Ocultismo en cuanto a las "dimensiones ocultas". Especulando sobre la curvatura gradual extrema que se produciría dentro de un agujero negro, al igual que comprimimos el espacio, es de suponer que aceleramos o frenamos el tiempo también de manera extrema, hasta el punto de que es presumible que un objeto que entre y salga de un agujero negro (cosa ya de por sí físicamente imposible) experimenta tal distorsión en el tiempo (en referencia a un observador externo) que parecería un verdadero viaje en el tiempo. Pero adviértase que como tiempo y espacio son inseparables, el grado de distorsión temporal habría de ser equivalente a la espacial: el objeto quedaría tan comprimido que se desintegraría un millón de veces. En principio, pues, y desde una óptica científica, es impensable que un cuerpo experimente un viaje en el tiempo (en un agujero negro o un agujero de gusano) manteniendo inalterable su estructura espacial física, precisamente merced a las mismas leyes que hacen posible concebir esos túneles dimensionales. REGRESIONES Otra posibilidad es la de los trances o terapias regresivas. El sujeto de pronto experimenta o incluso vive situaciones del pasado o del futuro. Otra vez topamos con las relaciones Dimensión-Percepción. Y podemos hacerlo desde 3 ópticas distintas: A. Desde el punto de vista psicológico: se trata solo de un juego neuronal. La memoria activa otras partes del cerebro (dimensión espacial) B. Desde el punto de vista esotérico: por muy vívido que sea un recuerdo, no se trata más que de distintas posiciones de la conciencia o del “chakra” de la percepción (el “punto de encaje” naguálico) entre las fibras de la configuración energética del cuerpo luminoso o “aura” (otra vez nos movemos en una dimensión espacial) C. Desde el punto de vista onírico: aquí, en cambio, la cosa es distinta. Pues está demostrado que hay “sueños lúcidos” en los que el sujeto se encuentra de repente viviendo una experiencia de hace 5 años. Así que a nivel de conciencia sí es cierto que ha viajado en el tiempo. Pues ¿qué define la realidad? Si su vivencia es tan lúcida como la vigilia (y verdaderamente lo es), ¿dónde está realmente el sujeto? Esta posibilidad nos lleva a una escalofriante disyuntiva: o bien sí es posible viajar en el tiempo, porque así lo dictamina nuestra conciencia, o bien solo existe un eterno y omnipresente aquí y ahora (como afirman los místicos), y la dimensión temporal ( y por extensión también la espacial) es solo una ilusión. TIEMPO Y MUERTE ¿Qué es la Muerte? ¿Es también una "singularidad" donde las leyes físicas se rompen? Al menos la linealidad del espacio-tiempo queda hecha añicos. Ya no hay neuronas ni “chakras” que valgan, pero la conciencia sigue presumiblemente, así lo afirman más o menos todos los sistemas de creencias trascendentales, dando botes (instantáneos) de un lugar a otro, de un tiempo a otro, como en un sueño (¡como que eso es precisamente la muerte ( y la vida también): un fabuloso sueño!) La muerte prueba que el espacio-tiempo solo es lineal si la existencia se expande en las dimensiones de la razón y la vida. La muerte es conciencia, es memoria, es individualidad, es existencia: hay espacio y tiempo; solo que ya no es lineal. Si la vida es una dimensión de la existencia (como más adelante veremos), ha de estar más asociada a la razón que a la conciencia, pues el espacio-tiempo solo es lineal cuando uno está vivo. Los sueños, ese maremagnum de universos paralelos, son la prueba más cotidiana de la elasticidad y la relatividad del tiempo. No solo viajamos a diario a su través. Nuestro yo-de-los-sueños, ese otro observador, vive largas experiencias en el simple lapso de una cabezada. Los pájaros se quedan petrificados
en el aire, en mitad de un batir de alas. El mar se queda detenido, a punto de romper la ola. Es la trama de “El milagro secreto”, aquel cuento de Borges. No se trata tanto de viajar en el tiempo (enseguida nos aferramos a los estereotipos de Carl Sagan o de Asimov), sino de explorar las inmensas posibilidades de su elasticidad cuando se le entiende principalmente como un objeto de percepción. (Así, lo mismo que el espacio es una dimensión ligeramente más dominante que el tiempo, la conciencia debería ser también una dimensión más importante que las demás, pues puede haber conciencia sin vida, pero no al revés. Ruego al lector un poco de paciencia para abordar más adelante estos temas. En este capítulo solo podemos tocar estos temas de manera tangencial o provisional pero, conscientes de su gran calado, aseguramos al lector que daremos cumplida cuenta de ellos en capítulos posteriores) Como resumen, en todo caso, y a efectos de la actual discusión, sin llegar de todas formas a explorar las posibilidades conceptuales de la clásica "máquina del tiempo" para determinar la naturaleza de la dimensión tiempo, creemos que en definitiva sí se puede decir que es posible trasladarse (al menos para la conciencia muerta o soñada) al pasado o al futuro, así que el Tiempo es una Dimensión con entidad propia, aunque inseparable del Espacio, y normalmente dependiente de él, con al menos 2 magnitudes / flechas / direcciones / sub-dimensiones bien definidas: hacia delante (futuro) y hacia atrás (pasado). Personalmente, prefiero pensar que el "presente" es una magnitud más, pero reconozco que no puedo demostrarlo. Quedémonos con la idea de que el Tiempo es una Dimensión con 2 magnitudes específicas. PRIMER RESUMEN Hemos definido a grosso modo las dimensiones como "extensiones u órdenes estructurales de expansión de la existencia". En cambio, las magnitudes son ejes o coordenadas o direcciones o parámetros de medición de las dimensiones. Son dos cosas distintas, al menos jerárquica o escalarmente, y también en cuanto al propósito: la verdadera Dimensión es un medio de expansión de la existencia, y la Magnitud es un instrumento de medición (de los seres existentes en las correspondientes dimensiones). Hemos visto que los 3 ejes del espacio no son propiamente dimensiones, pues no tienen EM (Equivalencia Matemática) ni EC (Equivalencia Conceptual) con el tiempo. Hemos visto también que el tiempo tiene 2 magnitudes o direcciones que tampoco son propiamente dimensiones, aunque hay una EC entre estas 2 direcciones y las 3 magnitudes del espacio, y es posible que también haya una EM (solo posible). En definitiva, (y de momento), vivimos en un mundo de 2 Dimensiones, el espacio y el tiempo, que son inseparables, aunque el espacio es más dominante que el tiempo, que depende de él. El espacio tiene 3 Magnitudes: longitud, anchura y altura (o profundidad). El tiempo tiene 2: pasado y futuro. La Relatividad nos demuestra que espacio y tiempo son inseparables, así que deberíamos decir que vivimos en un mundo uni-dimensional (el espacio-tiempo). Pero como no podemos decir que ese mundo uni-dimensional tiene 5 (o 6) magnitudes indiferenciadas porque no está claro que haya una EM entre las magnitudes espaciales y las temporales, ni por separado ni en conjunto, es más clarificador hacer una distinción y decir: vivimos en un mundo de dos dimensiones que son inseparables entre sí. Desde luego, como ya adelantábamos en el mismísimo comienzo del trabajo, lo que sí parece bastante erróneo, hasta el punto de resultar asombroso que se haya perpetuado tanto tiempo en la academia científica, es el dicho (casi dogmático) de que "vivimos en un mundo tridimensional, que tiene 4 dimensiones si le añadimos el tiempo". Ésta es la definición estándar, incuestionable, de todos los tratados de divulgación. Bueno. Pues ya estamos viendo que no hay nada más cuestionable.
4. EL PROCESO LÓGICO HACIA LAS SIGUIENTES DIMENSIONES A. IMAGINANDO LA 4ª DIMENSION ESPACIAL INTRODUCCIÓN: ¿SON VÁLIDAS LAS MATEMÁTICAS DE UNA 4ª DIMENSIÓN ESPACIAL? Despejadas las contradicciones, y re-definidos los parámetros lógicos de lo que debemos entender por la
dimensión del "Espacio-Tiempo", aquella que nos es más familiar, y en base a la cual ha funcionado a fin de cuentas todo el aparato de la Física Clásica, es hora de aplicar las definiciones operativas discutidas anteriormente para explorar la naturaleza de otras posibles dimensiones adicionales, cuestión ésta de especial relevancia hoy día, tanto a partir de las exigencias de la mecánica cuántica como de las teorizaciones avanzadas para explicar el Modelo estándar y la naturaleza de las partículas elementales. Veremos, en ese sentido, y tal y como el desarrollo mismo de las elucubraciones se encargará de demostrar, que la propuesta defendida en este trabajo es, si no la más idónea, sí al menos tan lícita como las demás para explorar ese terreno. Pero, para tener una visión previa de conjunto, conviene visualizar a grandes rasgos cuáles son las líneas de trabajo más destacadas en el marco de la investigación académica actual. Así, tenemos por un lado el "Modelo Estándar", ya clásico, basado en un mundo relativista de 4 dimensiones, siendo el Tiempo una de ellas. Nosotros hemos insistido en demostrar que se trata al fin y al cabo de una sola dimensión binaria, el "espacio-tiempo", explicando la diferencia entre magnitud y dimensión. Pero podría entenderse como un mismo esquema básico: el mundo tiene esas dos dimensiones, espacio y tiempo, y no más. Por el otro lado están las teorías de Kaluza-Klein y la multidimensionalidad de las teorías de cuerdas. (De momento, renunciamos a considerar las teorías esotéricas o místicas acerca de otras dimensiones como aproximaciones en pie de igualdad con las científicas). Estas teorías dan un salto demasiado violento, por cuanto pasan de un esquema bien conocido de dos dimensiones evidentes, a otro donde las 10 dimensiones parece ser un número mínimo, pues a menudo se contemplan esquemas de 11 o incluso 26 dimensiones. Es un salto formidable e incómodo, del que nos ocuparemos en su momento. Pues, a medio camino, y también en etapas históricamente anteriores, se intentó desarrollar todo un campo de las matemáticas, en gran parte basadas en geometrías no-euclidianas, que, sin negar el caracter dimensional del tiempo, tendían a adscribir al espacio la existencia de una cuarta, o quinta, dimensión, la dimensión del "hiper-espacio". Unas matemáticas de especial valor epistemológico, por cuanto podrían marcar el camino para encontrar ese proceso lógico, matemático o conceptual, que determinase el descubrimiento de ulteriores dimensiones superiores. Hablamos de la teoría de los "teseractos", o "hipercubos", como representaciones fundamentales de esa posibilidad: que exista una 4ª dimensión espacial (no temporal, no relativista). Y que exista, además, fuera de las manipulaciones matemáticas, es decir, como realidad del mundo físico. El desafío es importante, no solo por la innegable seriedad de las formulaciones matemáticas involucradas, que genera por tanto legiones de científicos convencidos, sino por el modelo de exploración epistemológico que conlleva esta línea. Es importante decidir si validamos los modelos de exploración basados en añadir parámetros a las ecuaciones del mundo tridimensional, pues de eso se trata. Como hay una relación matemática cierta entre las ecuaciones de las tres primeras dimensiones, han de ser válidos los resultados obtenidos al proyectar sobre esos esquemas cantidades controlada y rigurosamente mayores. Ésa es la creencia tácita. LA OBJECION DE LA VISION BINOCULAR Bien. Una forma demasiado fácil de zanjar la cuestión sería presentar como argumento a favor de la imposibilidad real de una 4ª dimensión espacial la "visión binocular" de todos los animales, desde los más sencillos gusanos hasta los elefantes y ballenas, así como la estructura en tres planos perpendiculares de los huesecillos del laberinto del oído medio, estructura responsable del sentido del equilibrio. Como es lógico, si la naturaleza permitiera la existencia de una 4ª dimension espacial, habría habido alguna excepción en estas formaciones fisiológicas en alguna especie. Sin embargo la unanimidad al respecto es total. Hasta los receptores de radar de los murciélagos, o los de impulsos eléctricos en los escualos, incluyendo las lenguas "bífidas" de todas las serpientes, son "binoculares". Hasta las criaturas de las simas marinas, donde prácticamente no hay luz, tienen dos ojos, y dos oídos. Una regla que no solo tiene profundas implicaciones en cuanto a la realidad del mundo tridimensional, sino en cuanto, también, al oculto poder de las simetrías. (Solo las arañas tienen 8 ucelos, a modo de ojos, pero también están dispuestos a pares, de manera simétrica... A lo mejor solo ellas pueden ver el mundo de once dimensiones de la teoría de cuerdas... ¡Desde luego nadie sabe más que ellas de cuerdas y vibraciones!). Aún más definitivo es el argumento del laberinto acústico: ¿dónde está el siguiente plano fisiológico, en esa sutilísima obra de arte de la evolución que son esos huesecillos en forma de eslabones entrelazados (topológicamente "toros") rellenos de líquido y
sensores, correspondiente a la 4ª dimension? Ni por asomo aparece. Solo con alguna objeción de caracter ontológico podríamos invalidar esta línea de razonamiento: es nuestra "razón" la que percibe a los animales, y a nosotros mismos, de esa forma: con dos ojos, con dos oídos, desde sus más tiernos embriones. Pero quién sabe cómo son los animales en realidad, o cómo perciben en realidad ellos su mundo. Pensemos en los ojos compuestos, complejísimos, de los crustáceos marinos, capaces de detectar diez veces más longitudes de onda que los nuestros.
ILUSTRANDO EL PROCESO MENTAL: SEGÚN LA "PROGRESIÓN" DE LOS TRIÁNGULOS Pero no es suficiente. Así que aprovechemos el potencial especulativo de esas matemáticas, e intentemos reproducir, en un lenguaje llano, el proceso mental que lleva a estos teóricos hasta la evidencia de una 4ª (y una 5ª) dimensión espacial. Y para ello empecemos con la "regla de los triángulos". Es una cuestión de "progresiones". Y es importante que quede claro que, lo mismo que utlizábamos las herramientas de la EC y la EM en la discusión del espacio y el tiempo, estamos ahora utilizando 2 herramientas que, si bien parecen nuevas, no son más que dos proyecciones lógicas de las anteriores: la "progresión conceptual lógica" (PCL), y la "progresión matemática lógica" (PML). Bien. Veamos. Aunque no estamos de acuerdo en que la longitud-latitud-altura sean 3 dimensiones sino 3 magnitudes de 1 dimensión espacial, como ha quedado demostrado, lo mismo que pasado y futuro son 2 magnitudes de 1 dimensión temporal, dejando de momento también aparte el tema de la inseparabilidad de ambas dimensiones, supongamos por ahora que sí, que son 3 dimensiones. Bien, pues está claro que siempre que se elucubra con ellas se hace de tal forma que se percibe o presupone una "progresión", desde la 1ª a la 3ª, indiferentmente de por cuál se comience (longitud / latitud / altura): una progresión (matemática) en cuanto a su capacidad de permitir movimiento a la materia: lo que normalmente se llama "grado de libertad". Así, un mundo unidimensional tiene menos grado de libertad que uno bidimensional, etc. Una partícula se puede mover de muchas más maneras en una geometría "tridimensional", está claro. Esta PML tiene caracter lógico y proporcional, y lo podemos comprobar reflejándola en la "fórmula de los triángulos" posibles de cada configuración: así, la hipotenusa de un triángulo bidimensional es x2=a2+b2 (los números son potencias). La de uno tridimensional es x2=a2+b2+c2. Es tan elemental esta progresión, y su expresion matematica, que es una tentacion irresistible decir "está claro: la progresión de un triángulo cuadrimensional es la misma ecuación, solo que añadiéndole ... +d2. Y así, sin preocuparnos demasiado por visualizar esa 4ª dimensión, empezamos a hacer cálculos sobre la base de esa razón progresiva, cálculos que involucran fórmulas de fuerzas y partículas subatómicas. Y como resulta que salen buenos resultados, pues pensamos que vamos por buen camino. Pero la cosa no es tan sencilla. 1º, porque habría que decidir si esa 4ª dimensión es espacial o temporal. 2º, porque habría que visualizarla de algun modo si fuera espacial. y 3º, porque habría que asegurarse de que hay una correspondencia real entre la progresión matemática (PML) y la conceptual (PCL). Pienso que ésta última razón es la fundamental. Pues aunque la respuesta de los físicos es conocida, a saber, que esas nuevas dimensiones son inverificables, bien porque son "invisualiables", bien porque están "enrolladas", una 4ª dimensión que siguiera la PCL de las 3 anteriores debería dar un grado de libertad cualitativa y cuantitativamente mayor en el mismo orden lógico-conceptual: ése es el quid de la cuestión. Pues tanto la dimension temporal como los enrollamientos rompen ese orden progresivo. No es el paso lógico subsiguiente que se esperaría de una formulación tipo x2=a2+b2+c2+d2. Aquí es, pues, donde la visión del lógico y la del matemático chocan. (Pues, dicho sea como preámbulo, toda la matematica ha de ser lógica, pero no toda la lógica ha de ser matemática). El matemático sostendría que esa 4ª dimensión tendría que ser de tal forma que guardara coherencia con la fórmula anterior de los triángulos. Lo cual quiere decir que, si el valor despejado para una hipotenusa en dos dimensiones fuera de por ejemplo 8cm, el valor de la de una en 3 dimensiones, que correspondería ahora a la diagonal interior de un cubo, no debería ser mucho mayor en un cubo de dimensiones comedidas y proporcionadas, pongamos 8'5 o 9 o 12 cm a lo sumo. Hagan vds la prueba. Bien, pues no sería "coherente" un resultado para la hipotenusa en 4 dimensiones que se disparara a un valor excesivo. Pero entonces, y aquí hablaría un lógico (pero pueden vds tb hacer la prueba), no hay manera de disponer una forma geométrica en el espacio (de momento vamos a prescindir del tiempo) que contenga una hipotenusa
recta directamente relacionada con las medidas de todos los catetos (en realidad solo 3) representativos cuyo valor guarde una mínima progresión matemática con los de las fórmulas anteriores. Una 1ª conclusión obvia es que no todo lo que tiene expresión matemática ha de tener necesariamente su reflejo en la realidad material o cuántica, por muy elegante o bello o coherente o esperanzador que nos pareciera ese principio, y por muy espectaculares que hayan podido ser los casos en que sí ha funcionado el principio, como ha sido el caso de ciertas predicciones de la mecánica cuántica. ILUSTRANDO EL PROCESO MENTAL: SEGÚN LA "PROGRESIÓN" DE LOS GRADOS DE LIBERTAD Retomemos ahora, para hilar más fino, la definición formal que, precisamente por provenir del ámbito matemático, ya estuvimos analizando en el capítulo de las Definiciones: aquella que decía que Dimensión es "el grado de libertad que tiene un punto para moverse en un espacio determinado". Ya vimos entonces que ninguno de los términos clave ("grado de libertad", "un punto", "moverse", "espacio determinado") estaba sostenido por una justificación semántica previa que garantice su objetividad fuera de la belleza aparente de la definición en su conjunto. Pero ahora, por simple rigor, vamos a intentar recorrer el camino. Entendemos que se quiere significar, pues, que en una supuesta estructura de "1 dimensión", ese "punto" (que no sabemos lo que es) se mueve solo en una dirección. En 2 dimensiones se mueve por toda una superficie. Y en 3 se mueve por todo un volumen esférico. ¿Hay alguna forma de expresar matemáticamente ese "grado de libertad", esas "diferencias de capacidad de movimiento"? Por simple convención, definamos "vector-D" como la dirección en que se puede mover un punto, independientemente de la distancia recorrida. En 1 dimensión, el vector-D=2. En 2 dimensiones, el vector-D=4xN, siendo N el número de grados de arco de una circunferencia cuyo centro es el punto origen de los vectores. Así, estrictamente, N=infinito. Pero, a efectos de comparación, ajustémonos a la geometría estándar y pongamos que sean 360. En 2 dimensiones, entonces, el valor del vector-D, convencionalmente, sería 360x4=1440. Convencionalmente, pues, en 3 dimensiones tendríamos que multiplicar ese valor, que son los grados de libertad de un plano, por 360 (en realidad infinito), que serían todas las posiciones que puede adoptar el plano-origen girando en una circunferencia completa. En total, los "grados de libertad" de un punto en 3 dimensiones, serían 518.400. Bien; ahora sí tenemos una "progresión". Pues tenemos 3 valores: 2 - 1440 - 518.400. Y sabemos que el factor de progresión (que también podríamos denominar "constante de dimensionalidad") es 360. Por lo tanto, podemos fácilmente inferir que los "grados de libertad" de un punto que se mueva en 4 dimensiones han de ser 186.624.000 (518.400 x 360), que son los resultados de la supuesta operación de girar un cubo tridimensional en 360 posiciones distintas, formando una hipotética esfera o hipercubo superdimensional. ¿Es posible concebir, visualizar, algo así? No lo es, pero al matemático esto le da igual: lo que es posible en las ecuaciones, ha de serlo de alguna forma en la realidad. Éste es el íntimo, irreductible, inconfesable (e irracional) dogma de fe del matemático de cualquier época o lugar del mundo. Una "fe" que no tiene nada que envidiar a la religiosa. Que no sea posible "construir" un teseracto (o hipercubo) no signifca que la 4ª dimensión espacial no exista: ése es su argumento. Las ecuaciones lo describen con todo detalle, y eso es lo único que importa. Reflexionemos juntos, pues, siguiendo la línea "progresiva" anterior, a ver hasta dónde llegamos. ¿Cómo puede un cubo adoptar 360 posiciones distintas haciendo un círculo? Una posibilidad es mantener fija una arista, y girar el cubo 360 veces a lo largo de la circunferencia que tiene en común esa precisa línea. Pero ¿por qué precisamente esa línea? ¿Por qué no cualquier otra arista o vértice o punto del cubo-origen? Más aún: si de lo que se trata es de ir introduciendo el concepto de una nueva dimensión, y parece claro que esa nueva dimensión tiene que ver con la "simultaneidad", desde el momento en que permite la existencia de n cubos (propiamente infinitos) junto o simultáneamente al cubo-origen, ¿por qué no simplemente poner esos nuevos cubos interpenetrándose entre sí, quizás separados ligeramente, uno al lado del otro hasta el infinito, quizás incluso con distintos tamaños (dimensión de "Ilimitación"), o quizás, por qué no, ocupando exactamente el mismo sitio, como los fotones de una condensación de Bose? (No se alarme el lector. Estamos tocando por primera vez posibles dimensiones -"simultaneidad, ilimitación"- que estudiaremos con detalle más adelante, en todos los aspectos). Bien, pues el caso es que hay una razón para hacerlo precisamente así: girando sobre la arista
determinada. Es la mejor forma de guardar o generar la progresión matemática extraída de los grados de libertad entre las dimensiones anteriores. Es la única manera de que el valor resultante sea exactamente 186.624.000. La única manera de hallar una 4ª dimensión espacial que guarde una proporción matemática lógica ("PML") con las anteriores. Si es que estamos decididos a otorgar algún valor epistemológico a esta "proporción", como herramienta metodológica. Aunque, en realidad, la arista es solo la línea-origen en las rotaciones tridimensionales. En las rotaciones "cuadrimensionales", sería un plano del hipercubo el que haría las veces de elemento-eje-origen. Conclusión: es posible imaginar una 4ª dimensión espacial simplemente añadiendo cubos "simultáneos", en número infinito, a la existencia del origen. Pero si queremos que esa simultaneidad guarde una proporción matemática lógica, correspondiente a algún tipo de "constante progresiva dimensional" con valor objetivo, entonces solo se puede hacer girando los cubos sobre la base de un plano determinado. Éstas serían las reglas que dan origen a la ya muy elaborada matemática de los teseractos. Pero todo ello, no obstante, sigue sin ofrecernos ninguna garantía real de la existencia de facto de una 4ª dimensión espacial. O, mejor dicho, ninguna garantía de una correspondencia real entre las construcciones matemáticas y la realidad. Los hipercubos sencillamente no existen. Sin embargo, lo que sí existe es la Simultaneidad como una nueva dimensión. Simultaneidad e Ilimitación, como un nuevo par inseparable de dimensiones del mundo real, pueden ahora llegar a comprenderse un poco mejor gracias al callejón sin salida de los teseractos. La "proporcionalidad matemática" es en realidad un elemento secundario, y tal vez "limitante" de la realidad. El caso, y esto es lo esencial, es que pueden existir infinitos objetos simultáneos a un objeto-origen. CONCLUSIONES: DONDE NO HAY TRES NO PUEDE HABER CUATRO. EL ERROR DE LAS PROYECCIONES El tema de fondo es que "no todo lo que es matemáticamente posible ha de ser por fuerza físicamente real", como sostienen algunas eminencias, en un impulso de glorificar la intuición científica, tal vez. El hecho de que sea posible construir hipercubos "proyectando" las ecuaciones geométricas euclidianas hacia una 4ª dimensión espacial no significa que ésta exista. 1º, porque solo estamos manejando formas que se ajustan matemáticamente a las ecuaciones, es decir, obteniendo resultados concretos al hecho de añadir una dimensión más a los parámetros; pero eso no genera una dimensión extra realmente por ningún lado. 2º, porque las representaciones gráficas de los hipercubos, de acuerdo con las ecuaciones, solo muestran construcciones ideales que, o bien no trascienden el mundo tridimensional, o resultan imposibles de construir físicamente, con materiales reales. 3º, porque no hay ninguna necesidad de una 4ª dimensión espacial. No se trata de añadir posibilidades al espacio, que por esencia no puede ser más que tridimensional, sino de añadir posibilidades a la Existencia trascendiendo el espacio con soluciones que, cuando menos, estén en pie de igualdad con él, como ocurre con el Tiempo (que sí es verdaderamente otra dimensión, aunque esté indisolublemente unida al Espacio). De las tres razones, quizás la más importante sea la primera. Y merece la pena explayarse un poco en recalcarlo, pues insistimos en que esto nos enfrenta quizás con uno de los mayores, si no el mayor de todos, errores con que la Matemática ha pervertido o desfigurado la metodología y la exploración teórica de los grandes conceptos de la Física. Un error que está en la base de nuestra crítica, que no por humilde o por profana puede ser menos contundente, a la tiranía de la epistemología matemática. Nosotros lo estamos llamando el error de la "proyección de las ecuaciones", pero habría que explicarlo mejor. El error es suponer que toda "amplificación proporcional" de la estructura de variables de una ecuación axiomática, es decir, de aquellas fórmulas trascendentes que soportan leyes o principios algebraicos o geométricos básicos, de primer orden, ha de conducir siempre a una realidad física, ha de significar inevitablemente la existencia de una estructura o forma real. Puede ser un error importante porque, cuando analizamos concienzudamente, aun dentro de nuestras limitaciones, el sentido último de los distintos argumentos matemáticos utilizados, en un contexto u otro, para derivar la existencia o naturaleza de dimensiones superiores, de estructuras teóricas que añadan más dimensiones al espacio "tridimensional" clásico de nuestra experiencia, lo que encontramos, a fin de cuentas, es ese tipo de "manipulación": simplemente se han "ampliado" los términos de las fórmulas y ecuaciones involucradas, de manera, eso sí, rigurosamente técnica y proporcional; tanto, claro está, que los
resultados cuadraban convincentemente, sin reparar excesivamente en la correspondencia entre esos resultados y la realidad natural. En un orden u otro, en unas matemáticas u otras, el mismo esquema de "proyección" se acababa haciendo evidente. Aun en el argumento de las "sombras" (los objetos tridimensionales son sombras de la cuarta dimensión de la misma forma que nuestras sombras bidimensionales lo son de los primeros), de corte aparentemente más filosófico que matemático, adolece de la misma suerte de trampa mental: proyectar conceptos hasta el infinito sobre la base de un primer esquema ordinal que no presupone necesariamente nada, que podría ser una contingencia o un orden cerrado en sí mismo. CONCLUSIONES: NO SE DEMUESTRA LA EXISTENCIA DE UNA 4ª DIMENSIÓN ESPACIAL, PERO SÍ SE INTRODUCE EL CONCEPTO DE SIMULTANEIDAD Lidiamos aquí con la muy natural tendencia humana de buscar analogías en los ejemplos conocidos, pero en el caso de las dimensiones deformamos la búsqueda desde el momento en que hacemos de la analogía un principio matemático. No. La verdadera siguiente dimensión al esquema espacio-temporal no hay que buscarla en la proyección matemática de unas ecuaciones que, además, confunden las dimensiones con las tres magnitudes de una sola dimensión, como hemos visto. No hay más magnitudes que la longitud, la amplitud y la altura en nuestro espacio fenomenológico. No puede haberlas, en el mismo "pie de igualdad", en la misma EC ni mucho menos EM, ni ontológica ni físicamente. Solo el Tiempo abre una "dirección" nueva para el desarrollo de la existencia, pero, si bien nos demuestra la Relatividad su indisolubilidad con la dimensión espacial, resulta obvio que no es una dimensión que podamos derivar de la proyección matemática de las ecuaciones con que manejamos las tres magnitudes espaciales. El Tiempo no es la cuarta dimensión espacial. Basta de confusiones coloquiales. Entre otras cosas, no lo es porque no hay tres dimensiones espaciales. Hay solo una. Y si queremos deducir la naturaleza de un dimensión superior tendremos que basarnos en las analogías y correspondencias, tanto ontológicas como matemáticas, entre el Espacio como dimensión y el Tiempo como dimensión, no entre las tres magnitudes (mal supuestas dimensiones) espaciales, y mucho menos entre éstas y el Tiempo. En fin, ese "hiper-espacio" que resulta de las hipótesis proyectivas cuando emperzamos a plantear bien las analogías es realmente lo que nosotros estamos defendiendo como la dimensión de la Simultaneidad. Así pues, sí que hay dimensiones superiores. Pero no es ese confuso hiperespacio de hipercubos y teseractos, sino la maravillosa y plenipotenciaria dimensión de la Simultaneidad. Ése es el orden verdadero resultante de una correcta concepción del esquema que une las analogías entre el Espacio y el Tiempo. Universos paralelos en todas direcciones. Es ahí, en realidad, hacia donde apuntan las matemáticas de los teseractos y sus intentos de generar una 4ª (o 5ª) dimensión: hacia el concepto de Simultaneidad. Es decir: la posibilidad de la existencia de distintas formas tridimensionales en el mismo lugar del espacio(-tiempo). Y no estamos hablando de condensaciones bosónicas o rupturas del principio de exclusión. No. Estamos hablando de una dimensión que permite a un electrón (tridimensional) ocupar exactamente el mismo sitio que otro (u otros, incluso infinitos de ellos), porque se trata de dos realidades distintas, dos universos distintos cuyo único punto de unión es precisamente la localización concreta. Eso es precisamente la Simultaneidad: la posibilidad que tiene la naturaleza de interpenetrar realidades distintas sin limitaciones cuantitativas, de multiplicarse a sí misma en absolutamente todas las direcciones posibles. Y precisamente porque es una nueva posibilidad es también una nueva dimensión (que explica muchos fenómenos paranormales y cuánticos) Pero es curioso que la realidad cuántica suscriba la no-localidad, mientras que la Simultaneidad se base en la localidad como nexo de unión entre realidades. Es fácil, pues, que se trate de un nexo aparente, relativista, pues ¿para cuál de las dos realidades es concreto el punto en donde se interpenetran las formas simultáneas? ¿Cuál de las dos (o infinitas) realidades tridimensionales define ese punto local de simultaneidad?
B. LA VERDADERA TERCERA DIMENSIÓN: LA SIMULTANEIDAD SIMETRÍAS
Hemos postulado, o admitido, que existe una Equivalencia Conceptual (EC) entre las 2 Dimensiones básicas: Espacio y Tiempo. Y también entre las Magnitudes de una y otra Dimensión. Pero como una “premisa-guía” es que el edificio de las Dimensiones no es sistemáticamente correcto si no hay una Equivalencia Matemática (EM) entre Dimensiones y Magnitudes en todos los órdenes, habrá q buscarla. Veamos: las 3 Magnitudes del Espacio tienen una simetría esférica (son la misma estructura la giremos como la giremos). Pero es mucho más difícil aplicar estas simetrías geométricas a las Magnitudes del Tiempo como Dimensión independiente. El tiempo tiene una simetría especular: una hora dura lo mismo hacia atrás o hacia delante. Pero no tiene simetría entrópica: el calor (o el desorden) se dispersa en una sola dirección. Hemos denunciado, por otro lado, el énfasis con que los matemáticos intentan reducir la naturaleza a la belleza de sus formalismos simbólicos, en el sentido de que no debemos caer en la trampa de hacer un dogma de esto. Es cierto, pues, que las EM se basan en las simetrías, pero insistimos en que la realidad no es lo mismo que las matemáticas, ni tiene por qué serlo. Así, y por mucho que duela, lo más probable es que no haya ninguna simetría ni EM entre las distintas dimensiones del mundo. ¿La hay realmente entre el espacio y el tiempo? Son dos órdenes estructurales distintos, dos direcciones de expansión, en cierto sentido inimaginables la una para la otra, por muy inseparables que sean. Los físicos piensan que solo encontrando las EM que las supuestas super-simetrías entre las dimensiones debieran exhibir (o esconder) podríamos despejar las características de las partículas elementales. Así, convierten las EM entre las dimensiones en un a priori, pero no está claro que debieran serlo. El proceso lógico (y honesto) es más bien intentar concebir todos los órdenes estructurales en que pueda expandirse la existencia, sin constreñirse a las limitaciones a priori de que deba haber una EM entre ellas. Poner limitaciones a priori es justo lo que no necesitamos. Es muy posible que nos cueste concebir la diversidad y grandeza de las dimensiones del mundo precisamente porque queremos hallar dimensiones que tengan EM con el espacio-tiempo. Pero así ¿cómo vamos a abrir la mente?. Lo único que hacemos es hurgar desesperadamente en la razón. Nunca nos agradó demasiado este símil, pero supongamos que vivimos en un plano perfecto. Planilandia. Y supongamos que nos encontramos con una pirámide en su misma base. En principio, solo veríamos una raya. Después de rodearla, deduciríamos que se trata de un cuadrado. No tenemos ninguna pista que nos indique que tiene altura, y si la tuviéramos, lo lógico sería deducir que se trata de un paralelepípedo, nunca de una pirámide. Sirva como ejemplo para entender lo realmente difícil, pues, que es concebir otras dimensiones. SIMULTANEIDAD Esa clase de “salto mental” es el que necesitamos para entender en qué consiste la dimensión de la “simultaneidad”, realmente la siguiente en la escala de categorías lógicas que deducimos de la naturaleza. ¿Cómo vamos a imaginar, nosotros seres uni-versales, que estamos rodeados por infinidad de universos paralelos que no vemos, que "no caben" en nuestro mundo? Pero eso es justamente la “simultaneidad”: a nuestro lado, en todas "direcciones", en una parageometría abstracta y teóricamente esférica, se expanden mundos paralelos que no percibimos, en un multiverso delirantemente infinito, desde luego simultáneos en el tiempo, y relativamente también en el espacio en la medida en que es posible la “interpenetración” de los estados materiales. Para dar ese salto mental apenas nos vale con las EC; ¿por qué arriesgarnos a esperar encontrar EM con el espacio-tiempo? Hay que tener mucho cuidado (y humildad) para no asociar sin más EC con EM y convertir en una limitación lo que debería ser un estímulo conceptual abstracto y creativo. Un matemático obraría de esta manera: asociaría series infinitas, perpendicularmente cruzadas, a cada número entero de nuestro mundo real: 1=(1-infinito); 2=(1-infinito); 3=(1-infinito); etc. Luego asociaría otra serie (infinita o limitada, da igual) a cada número de la serie asociada a los números enteros originales. Y llamaría "dimensión" a cada plano perpendicular nuevo de series de infinitos asociados. Pero esto no nos resuelve gran cosa. Nos podría ayudar a descubrir dimensiones muy próximas, como la Simultaneidad, pero se convierte en un obstáculo para vislumbrar dimensiones más "inconcebibles", no por abstractas (que no es lo mismo que “matemáticas”) sino por diferentes a la estructura de los órdenes con los que estamos acostumbrados a percibir. Por eso, yo continuaría con la definición propuesta: "cualquier orden estructural de expansión de
la existencia", y pondría la imaginación a funcionar. Podría objetarse que la Simultaneidad no es, en todo caso, más que una "solución" de localización para el hiper-espacio: no hay que preocuparse por ninguno de los eventuales "principios de exclusión" que vayan surgiendo a medida que se descubren nuevas partículas, porque siempre encontraremos una manera de "encajar" las realidades distintas entre sí. Pero no van los tiros por ahí. No se trata de que los universos paralelos estén hechos de partículas exóticas cuyas estructuras pueden interpenetrar nuestro mundo físico "aprovechando", digamos, los huecos que dejan los vacíos del interior del átomo. Éste podría ser el caso en alguna situación o configuración hiper-geométrica. Se trata más bien de que los átomos, los electrones, las partículas de un universo paralelo pueden ocupar exactamente el mismo sitio que ocupan las del mundo físico, o las de algún otro mundo completo. LA 3ª DIMENSIÓN La “simultaneidad” es la verdadera 3ª dimensión. En pocas palabras, es el orden estructural que permite la existencia de universos paralelos, bien holística o parcialmente. En un multiverso realmente tridimensional (según el Sistema EC) esto es perfectamente posible. Se ha especulado mucho con esto en la mecánica cuántica: universos que se auto-replican en cada "decisión" atómica (como han propuesto algunos físicos para "cuadrar" las fórmulas) podría ser exagerado, excesivo. Pero un hiper-espacio-tiempo en el que cabrían otros universo-burbuja paralelos, sí que es perfectamente posible. Podremos comprender hasta qué punto lo es cuando abordemos, un poco más adelante, el concepto que sobre esos "mundos paralelos" tienen la Ciencia y el Esoterismo. Que las leyes estructurales de estos universos paralelos sean distintas al nuestro, aunque solo fuera en valores mínimos de las 4 fuerzas fundamentales, es también algo con lo que se ha especulado mucho, sobre todo porque sería perfectamente presumible en una explicación de las leyes probabilísticas que traen de cabeza a defensores y detractores del principio antrópico. Que sean universos físicamente separados del nuestro (por ejemplo, un agujero negro crea una nueva burbuja de espacio-tiempo en expansión en otro lugar del super-espacio-tiempo) o interpenetrados con el nuestro (por ejemplo, aprovechando el enorme vacío entre los intersticios de la materia) es algo que podría discutirse, pues ambas cosas son posibles. Desde luego, las tradiciones esotéricas se decantarían por la 2ª opción: hay infinidad de mundos paralelos interpenetrados con el nuestro. Y por qué normalmente no los percibimos (a pesar de que los videntes sí podrían) es uno de los problemas más fascinantes de la Psicología de la Percepción: nuestros sentidos están entrenados a registrar ciertas frecuencias de onda compatibles con las leyes racionales de nuestro universo físico, aquellas que capta nuestra razón. Pero todo se reduciría a una cuestión de funciones de onda. Al fin y al cabo, tampoco percibimos las ondas de radio, y necesitamos transistores que lo consigan. (Aunque está demostrado que hay videntes que consiguen sintonizar en su cabeza ciertas frecuencias de FM como si ellos mismos fueran un receptor de radio. Rogamos al lector que, antes de emitir juicios prematuros, busque información sobre Daniel Tammet, Kim Peek, Chris Langan, o cualquiera de los increíbles autistas superdotados que existen. ¿Quién puede explicar la capacidad absolutamemte verificada que tiene Tammet para "ver" en su cabeza, sin hacer cálculos, hasta 200 decimales de una división complicada, o la de Peek, el auténtico "Rain man", para saber de inmediato qué tiempo hacía y qué ocurrió en una fecha remota totalmente elegida al azar?) Una de las ideas más interesantes esbozada, creo, por Green y Schwarz es aquella en la que hablan de "universos-sombra" con materia exótica que solo se manifiesta a través de la gravedad, dando así explicación al acuciante problema de la materia oscura, quizás uno de los indicios más claros de la dimensión de la Simultaneidad. De hecho, la posibilidad de que esa gran deformación gravitatoria producida por la materia oscura sobre la velocidad de expansión del universo sea debida precisamente a esos mundos paralelos inscritos en la dimensión de la Simultaneidad, es algo que ya hace tiempo que viene siendo sugerido por los esoteristas: se trataría precisamente del "mundo astral". Pues ¿no parece ya demostrado que el ser humano pierde aproximadamente 20 gramos en el momento de expirar? ¿A dónde van, permítasenos la temeraria elucubración, a parar todas las almas de los muertos, humanos o no, con todo su "peso oscuro" de materia exótica? En unos parámetros u otros, pues, hemos de reconocer que la “simultaneidad” es una dimensión
posible, y que daría respuesta a muchas incógnitas no solo de la tradición esotérica sino de la cosmología cuántica. Por avanzar una definición, podríamos decir, pues, que la Simultaneidad es el "orden estructural que permite la expansión del universo no solo hacia el infinito espacial y hacia la eternidad temporal, sino hacia la co-existencia paralela, en todas direcciones, de otros universos" MAGNITUDES DE LA SIMULTANEIDAD Tendríamos entonces el arduo problema de determinar, lo mismo que hicimos con el espacio y el tiempo, cuáles serían las magnitudes de esta nueva dimensión. Y de momento se nos ocurren 2: la magnitud espacial, que permitiría la co-existencia de otros universos en el mismo espacio que el nuestro, y la magnitud temporal, que permitiría esa co-existencia en el mismo momento. Seguramente, como ocurre con las magnitudes de las dos dimensiones conocidas (espacio y tiempo) serían ambas interdependientes y necesarias a la vez. Pero enseguida surgiría el apunte de que la magnitud espacial precisaría tantas sub-magnitudes (en conjuntos de 3) como universos paralelos existieran, e igual pasaría con las sub-magnitudes temporales. Pues hemos de admitir desde un principio que lo más fácil es que los parámetros y leyes de esas estructuras espacio-temporales sean, al menos ligeramente, distintas entre sí. Con lo cual se dispararía hasta el infinito el número de sub-magnitudes generadas. De todas formas es inútil especular con esto pues de momento no hay manera de percibir esos mundos paralelos; como no sea a través de los videntes o a través de los efectos indirectos de la gravedad producidos por la materia oscura. EL HIPER-ESPACIO Retengamos al menos, eso sí, el concepto de hiper-espacio-tiempo como una super-dimensión, como un hiper infinito espacial y temporal en el que cupieran infinidad de universos paralelos similares o diferentes al nuestro, interpenetrados o separados de él. Pues algo que no podemos negar es que esa hiper-dimensión es posible. Es incluso hasta probable, a juzgar por los indicios de la naturaleza de las partículas cuánticas. No hay un límite para la grandeza de la creación. Pues incluso en el caso, harto probable a estas alturas, de que habitemos un universo finito en expansión ¿qué habría más allá de las fronteras del frente de expansión? ¿Nada? ¿Vacío cuántico? ¿Más universos-isla? Haya lo que haya, lo que repele a toda lógica es pensar que haya un límite, un final para la capacidad de contención de la existencia. Caben millones de universos en la nada. ¿Por qué no habría de haberlos? Caben también millones de universos en el vacío inmenso e increíble entre las partículas de la materia. Cuánto más si además conseguimos demostrar, como sería lo más plausible, que incluso esos ínfimos nucleones que al menos parecen llenar la parte central de la gran fantasía del vacío que llamamos “átomos” sea en último término una ilusión perceptiva o mental...
C. LA CONTRAPARTIDA DE LA ILIMITACIÓN MACHACANDO LA UNIDIMENSIONALIDAD Tanto si tratamos con el Modelo Estándar y sus objetos puntuales, como si partimos del concepto de "cuerda" que manejan los teóricos, siempre se nos habla de una partícula elemental de carácter adimensional o uni-dimensional. ¿Una partícula unidimensional? ¿Es esto posible? Suena bonito para las matemáticas, pero ¿será posible que por avanzar en las teorías cuánticas sea lícito sacrificar cualquier ajuste lógico con la realidad? En primer lugar, en nuestro particular sistema de dimensiones (que designaremos "Sistema EC", por "Equivalencia Conceptual"), “unidimensional” quiere decir que solo existe en el Espacio (=mundo estático) o que solo existe en el Tiempo (=movimiento puro). Absurdo. Lo que quieren decir estos teóricos, sin ser conscientes de ello, es que es un objeto con una sola magnitud espacial. Y da igual cuál de las 3 magnitudes espaciales sea, pues ocurre que los nombres de cada una de las magnitudes del espacio son arbitrarios precisamente porque son absolutamente interdependientes: no
pueden existir los unos sin los otros. De hecho, ésta es una de las características de las magnitudes que las distinguen de las dimensiones: que son absolutamente interdependientes (tanto en el espacio como en el tiempo). Así, puede existir una dimensión sin que exista otra (no es indispensable que exista el multiverso de la simultaneidad), pero, por su esencia, las magnitudes no pueden existir las unas sin las otras ¿Qué es la longitud sin la latitud? ¿Qué es el futuro sin el pasado? ¿Cómo puede "vibrar" una cuerda de una sola magnitud? Necesita al menos algo de anchura para que la onda tenga frecuencia. Todo ello además suponiendo que no queremos un mundo estático sin la intervención de la dimensión temporal, también indispensable para determinar los parámetros de una onda. Hay algo profundamente erróneo en estos planteamientos. La discusión, en todo caso, estaría centrada en saber si las cuerdas son objetos de dos magnitudes (membranas)enrollados, cosa ya de por sí imposible pues no hay en la naturaleza planos puros (¿infinitamente aplastados?) como no hay objetos puntiformes, o si son "cilindros infinitesimales", que sería lo más lógico, ya sea porque son planos "infinitesimal, no infinitamente aplastados" (es indispensable distinguirlo), o ya sea porque son multitud de capas infinitesimalmente aplastadas y enrolladas entre sí como las hojas de un cigarro puro. Ni siquiera es aceptable la posibilidad de que fueran cilindros de tres magnitudes compuestos de algún material compacto indivisible, pues esto también es un imposible lógico del mismo orden que los objetos puntiformes o los planos puros. Con el tema de las “branas”pasa igual: hemos de admitir que toda membrana moldeable ha de tener un grosor, por muy mínimo que sea. Y tampoco es cierto que el enrollamiento de estas membranas genere nuevas dimensiones. Pongamos un microorganismo en forma de cilicio, de pelo. ¿Es que el hecho de que sea tan delgado nos autoriza a describir lo que ocurre en su interior como si perteneciera a otra dimensión? El estudio de la dimensión de la "Ilimitacion" (que veremos más adelante) podría resolver estas cuestiones , pero para eso habría que estudiar antes más a fondo la dimensión de la Simultaneidad. Vayamos por partes. LA INEXPLICABLE SOLUCIÓN DE KALUZA-KLEIN No hay límite para lo grande, pero ¿hay límite para lo pequeño? Ésta sería la esencia de una "variante" de la supuesta dimensión de la Simultaneidad a la que podríamos denominar, si tuviera tal entidad, la dimensión de la "Ilimitación". Y no se trata de algo tan descabellado, primero porque la escala de Planck solo señala un límite para lo observable, pero no para lo existente; y segundo porque, en realidad, quizás lo que proponen los teóricos de cuerdas es precisamente la existencia de esa dimensión desde el momento en que afirman, en pocas palabras, que "dentro de la membrana uni o bidimensional de la cuerda hay otra dimensión enrollada" Reconozco que no puedo imaginar cómo es posible que una cuerda sea "un objeto unidimensional confinado en la vibración de una membrana que está enrollada". Así que vayamos por otro camino. Imaginemos, sí, una cuerda como lo que su propio nombre indica, y en un tamaño aproximado a la longitud de Planck. (Ya propondremos más adelante otro camino de investigación imaginando las cuerdas con longitudes mayores, tal vez infinitas; pero de momento, para no complicar la cosa, pensemos en un hilo extra-pequeño). Bien, pues siempre será un cilindro, es decir, un objeto tridimensional (en la concepción clásica), o un objeto unidimensional (en el Sistema EC) pero con 3 magnitudes; bidimensional, si le añadimos el tiempo. Éste es uno de los "errores", por sobreentendimiento, más inexplicables de la Física actual. No tiene sentido. Resulta que el Sr. Kaluza (o Klein, da igual) siente la imperiosa necesidad matemática de encontrar nuevas dimensiones, y como no imagina otra posibilidad (es importante resaltar esto: sus deducciones actuaron por "eliminación", no por "inducción"), decide que esas nuevas dimensiones han de estar "escondidas". Y ¿dónde se pueden esconder (nada menos que) unas dimensiones "extra"? Busquemos, busquemos. ¡Ya está! En la conveniente escala de Planck, es decir, donde nadie las podrá encontrar nunca. Condición suficiente por la que ya debería deshecharse este argumento por tendencioso. Pero, por si esto era poco, además decide que estas dimensiones están escondidas formando un doblamiento, un enrollamiento, en lo que, a nivel de observación parece una línea, un hilo. No tiene ni pies ni cabeza. Vale que un finísimo hilo de materia, que no puede ser nunca lo mismo que una "línea uni-dimensional", como hemos visto, porque tal cosa no puede existir en la naturaleza real, al ser estudiado con potentísimos instrumentos de aumento (existentes o no, siempre que sean posibles), revele una "estructura" interna. Pero ¿qué autoriza a dar el salto y suponer que tal estructura es nada
menos que una dimensión extra, con todas las de la ley?. ¿Qué impediría, entonces, que todas las formas infinitesimales de materia, sean lineales, planas, puntifomes, etc, no escondieran también sendas dimensiones extra en la escala de Planck? Es una barbaridad. Y sin embargo, la comunidad científica en pleno parece haberlo asumido como una idea genial y una realidad necesaria. No lo podemos comprender. Para nosotros, en nuestro Sistema EC, donde no existen los objetos uni-dimensionales, cualquier objeto infinitesimal con apariencia lineal solo esconde, en sus escalas más íntimas, otra estructura tridimensional (perdón, bi-dimensional: simplemente espacio-temporal) más o menos compleja. Y la más probable de esas estructuras es la cilíndrica, desde luego. 5 POSIBILIDADES PARA UNA SOLA CUERDA Ahora bien, ¿Qué hay dentro de ese cilindro? Hay 5 posibilidades: A. Un cilindro hueco = una membrana extra-aplastada enrollada, cerrada o no cerrada. B. Un sistema de branas extraplanas enrolladas como un cigarro habano. C. Una estructura exótica gobernada por la Ilimitación. D. Una estructura compacta físicamente indivisible. E. Una estructura compacta solo técnicamente indivisible Bien. Inmediatamente, y en coherencia con el Sistema EC (ver el “Panfleto contra la densidad infinita”) hay que descartar la opción D, pues estaríamos frente al mismo conflicto lógico de los objetos puntiformes: una estructura indivisible precisaría una densidad infinita, y esto es imposible en la naturaleza y en la razón. Otra cosa, como ya vimos en el susodicho apartado, es que la estructura sea indivisible porque no haya energía suficiente a disposición del ser humano capaz de separar sus componentes, bien por un intercambio potentísimo de la fuerza fuerte, o por la intervención de una 5ª fuerza no conocida: ésta es la posibilidad E, que no es nada desdeñable, o que es incluso la más lógica. Pues aun suponiendo que la estructura fuera del tipo A o B, es decir, a base de membranas extrafinas y extra-aplastadas, aun así habrían de tener un grosor mínimo (para que no fueran de nuevo planos puros inexistentes salvo en la abstracción matemática), y por tanto una estructura interna más o menos compacta e indivisible. Así pues, descartando completamente toda indivisibilidad por densidad infinita, lo que sí es cierto es que tarde o temprano nos habremos de topar con indivisibilidades por imposibilidades técnicas, por incapacidad en los aceleradores de partículas. Ese tipo de indivisibilidad será más frecuente de lo que pensamos y, como me temo que estamos casi al límite absoluto de lo que la ciencia puede conseguir a nivel de aceleradores, tendremos que acostumbrarnos a ellas. Ahora bien, también podemos contemplar la posibilidad C, que es la más interesante, porque introduce la dimensión de la Ilimitación. La propuesta mental es la siguiente: ¿Sería posible que dentro de una cuerda (o un quark, da igual; una partícula elemental) pudiera existir otro universo, o una galaxia, o algún tipo de sistema químico o biológico organizado? Y hacia el otro extremo, ¿sería posible que todo nuestro universo fuera tan solo el contenido del quark de un universo colosal? Este formidable salto mental es el que propone la dimensión de la Ilimitación. Pero obsérvese esta crucial distinción: una cosa es, puestos a reconocer una estructura interna dentro de la cuerda o del quark, que tal estructura corresponda a un "mundo", a un "universo", y otra cosa bien distinta es decidir que lo que se esconde ahí es una "dimensión". Esta confusión es el paradigma del error de no disponer de una adecuada definición de "dimensión". Pues la "dimensión" es, en todo caso, el "orden" o la estructura que haría posible la existencia de tales mundos, pero no se puede identificar con esos mundos en sí. Precisamente porque es concebible una dimensión como la Ilimitación podemos decir que en la escala de Planck podría haber más mundos, pero esos mundos seguirían siendo de alguna forma "espacio-temporales". Una cosa es la estructura de las dimensiones, pues, y otra los mundos o partículas que esa estructura permite. LA ILIMITACION Claro que enseguida se objetará que la Ilimitación sería más bien una "magnitud” de la dimensión de la Simultaneidad, pues esos universos dentro del quark, o del que formaría parte nuestro universo-quark, son simultáneos con el nuestro, tanto espacial como temporalmente. Ya decíamos que la Simultaneidad es una
dimensión que se abre en todas direcciones, y eso significaría que se expande hacia "los lados", o sea transversalmente, en el super-espacio-tiempo (independientemente de los distintos valores en las leyes estructurales de cada universo paralelo), y también hacia "arriba y abajo", o sea longitudinalmente, hacia las profundidades de lo ínfimo y las colosales magnitudes de lo super-grande, todo ello simultáneamente. En este sentido, se podría decir que la Simultaneidad y la Ilimitación son dos dimensiones inseparables, al menos a nivel conceptual, similarmente a como tiempo y espacio están unidos. Pero hay una diferencia, y es que mientras que tiempo y espacio son dos dimensiones real y necesariamente inseparables, la Simultaneidad no necesita de la existencia de la Ilimitación, ni viceversa. Hay una gran EC entre ellas, que hasta podría dar lugar a una EM, y es concebible que en sí formen un subgrupo de dimensiones asociadas; pero vamos a considerarlas dos dimensiones distintas, en atención precisamente a las definiciones que estamos manejando en el Sistema EC: "órdenes estructurales y direccionales de expansión de la existencia". En este sentido, los universos paralelos simultáneos al nuestro pero con más o menos el mismo tamaño, constituyen un orden distinto a los universos paralelos simultáneos al nuestro pero con tamaños radical y esencialmente distintos. Además, ambas dimensiones abren capítulos de imaginación y violación de las leyes cósmicas que pertenecen a desafíos muy diferentes: En el caso de la Simultaneidad, el desafío está relacionado con los mecanismos de exclusión entre partículas, así como con la invisibilidad y el carácter vibratorio de nuestros órganos perceptivos, sobre todo si, como parece lo más probable (que no lo más lógico), esos mundos están interpenetrados con el nuestro. Digo que es lo más probable por los indicios que nos dan las ciencias ocultas y la plausible naturaleza de la materia oscura, pues parecería más lógico que los universos paralelos del super-espacio estuvieran separados entre sí como burbujas aisladas unas de otras flotando libremente en el super-espacio. Por qué no percibimos, pues, esos mundos supuestamente interpenetrados es aquí la cuestión principal. En cambio, en el caso de la Ilimitación está claro que si no percibimos esos mundos simultáneos es porque son demasiado pequeños o demasiado grandes. El desafío, entonces, en este ámbito, tiene más que ver con los principios de los tamaños de Planck, un desafío que haría necesaria una revisión de esos límites para ver por qué son tan inviolables. LO SUPER-PEQUEÑO Reflexionemos un poco sobre todo esto. Imaginemos el interior de un quark según la opción C antes propuesta: "algún tipo de materia exótica". Descartada, como decíamos, la densidad infinita, lo lógico sería pensar en intercambios de nuevos gluones, quizás de una 5ª nueva fuerza super potente. Ése sería el paso siguiente lógico, habida cuenta de que una vez descubierto que el nucleón no es compacto sino constituido por protones, neutrones y sus respectivas partículas de intercambio, y una vez descubierto que el protón está también constituido por quarks o cuerdas compactadas a su vez por sus propios gluones, o bien continuamos bajando escalones en ese mismo orden de pensamiento (que ya no de descubrimientos, pues seguramente se nos acabarían los aceleradores disponibles), o bien establecemos algún límite para lo pequeño (como es el caso), o bien nos topamos con alguna singularidad. Como cualquiera de estos 3 caminos es estéril y no nos conduce a ningún lado, uno por el mismo sinsentido de las paradojas de Zenón, otro por matemáticamente arbitrario, y el último por la inutilidad del consabido recurso del "cajón de sastre", vamos a pensar que ese "límite" o singularidad esté formada por algún tipo de materia exótica, aunque solo sea para romper la inercia y forzar a la imaginación a buscar otra salida y avanzar algo de terreno. La pregunta que se plantea, pues, es si esa materia exótica, naturalmente acompañada de su respectivo vacío exótico y su radiación exótica, permitiría la existencia de, nuevamente, cuerpos organizados, química o biológicamente, en un orden de magnitudes que pueda guardar alguna similitud con el mundo cotidiano que conocemos. En principio, la proposición parece tan descabellada que la respuesta científica seria e inmediata es un “no” como una casa, máxime si son ciertos los principios de los límites impuestos por la longitud de Planck. Pero hay dos argumentos que nos permiten revisar esa posibilidad. 1. La 1ª es la naturaleza del vacío. Pues ya sabemos la importancia que ha cobrado este concepto en el universo cuántico, y lo sorprendentes que han resultado ser sus características. Hasta el punto de que hoy en día no hay ningún físico que niegue que se pueden crear partículas de la nada. Así como suena. Harto comprobados están los mecanismos de aparición de pares de partículas virtuales en el vacío cuántico,
merced al principio de incertidumbre y a la propia textura de ese vacío que llena el cosmos. De hecho, es tan importante ese mecanismo de aparición-desaparición espontánea de pares de partículas virtuales que sin él no podrían encontrar los físicos explicación para muchos de los fenómenos básicos de la química de los átomos, las estrellas y los agujeros negros. Así que, si la Física está dispuesta a admitir, después de 20 siglos defendiéndose de los milagros, que existe algo que no pueden definir de otra forma que no sea como "generación espontánea" o "creación de materia a partir de la nada" ¿qué no será capaz de producir el vacío exótico que encierre la escala de sub-partículas y sub-gluones con el que nos encontraremos al desentrañar la estructura interna de los quarks? 2. El 2º argumento es que, si bien resulta, de todas formas, casi extenuante, casi ridículo, ponerse a pensar en las características que habría de tener un vacío en el interior de tan infinitesimales proporciones para que cupieran en él formas organizadas, no es tan ridículo ponerse a pensar en la dirección opuesta: en las características de un vacío exterior que permitiera formas organizadas para las que todo nuestro universo fuera, si no una tan pequeña porción como un átomo, sí (por qué no) una porción concebible, más cómoda de imaginar, como podría ser una gota de agua, un balón de fútbol, o incluso un astro autocontenido. De hecho, no habría necesidad de que ese vacío superior fuera en esencia distinto al nuestro. Y cualquier mente puede fácilmente suscribir la idea de super-astros con seres super gigantescos para los cuales nuestro universo fuera de un tamaño "manejable", pues estamos hartos de hacer ese tipo de comparaciones con los seres más pequeños que nosotros. Basta ver con qué candidez juegan los microorganismos en su universo acuoso cuando los contemplamos a través del microscopio, tan ajenos a la magnitud del mundo cuyas proporciones consideramos reales y normales: las nuestras. Y así, si en el camino de lo super-grande no encontramos gran obstáculo para admitir que, merced al concurso de una dimensión adecuada, pudieran existir mundos nuevos y completos (obsérvese que aquí también tenemos cuidado de no confundir "dimensiones" con "universos") ¿por qué habría de ser distinto en el camino de lo super-pequeño? Pues si hay un principio en el que hay acuerdo completo en la ciencia y en la filosofía actual es en el de la profunda simetría de la naturaleza, y no creo que haga falta resaltar que es esa intuición el motor último que nos está conduciendo a postular el Sistema EC de n-dimensiones que estamos manejando en este trabajo. BREVE RECAPITULACIÓN Resumiendo, aunque en la concepción clásica tendríamos 5 dimensiones (longitud, latitud, altura, tiempo e "hiper-espacio"), en el Sistema EC son realmente 4 (espacio, tiempo, simultaneidad e ilimitación; cada una con sus magnitudes). En un orden ontológico, serían los criterios de EC y EM los que habrían de decidir cuál de los dos sistemas de referencia es más correcto; y hasta ahora, desde luego, nos hemos esforzado en demostrar que, si bien es casi imposible (y tal vez innecesario) encontrar EM entre todas ellas, mucho más lo es si nos quedamos en la concepción clásica, que en el fondo ni siquiera muestra una correcta EC entre magnitudes y dimensiones. Pero dejemos pendiente el estudio concienzudo de esta paradoja metodológica, así como de los mil y un interrogantes que en una materia como ésta hemos podido esbozar solo tangencialmente, y pasemos a seguir construyendo el armazón de dimensiones que este sistema teoremático nos permite, dejando claro, eso sí, que todo esto no pasa de ser una especie de “brainstorming” teórico sin más pretensiones científicas que abrir la mente a lo inconcebible. Procede, en este punto, agotar todas las posibilidades epistemológicas derivadas de la definición propuesta, y explorar por tanto la concepción de otras dimensiones conceptuales antes de dar por sentado el establecimiento de un esquema de dimensiones extra basado en la Simultaneidad y/o la Ilimitación.
D. ESTRUCTURAS OMNIPRESENTES Y OTRAS POSIBILIDADES DIFERENCIA ENTRE CAMPO DIMENSIONAL Y FUERZA Hemos de asegurarnos de que no hay otras dimensiones físicas, en el Sistema EC. Por ejemplo, ¿podrían
ser cada una de las 4 fuerzas un orden estructural de organización, o sea, una dimensión? O ¿podrían ser dimensiones determinados grupos de leyes como las de la termodinámica, EDC, CDC, etc, si es que no son órdenes dependientes de alguna de las 4 fuerzas? La gravedad, por ejemplo, es siempre una limitación y no un medio para la expansión de la existencia. La gravedad no es una dimensión 1º, porque es una fuerza, una estructura de leyes que conforman el espacio-tiempo. 2º, porque es un factor de contención, de limitación, no de desarrollo ni expansión, que es la esencia de una dimensión. Aunque se podría objetar que las fuerzas son también campos, y es verdad. Pero en otro sentido. Toda estructura es un campo, actúa en forma de campo. Campo es un espacio necesario, común a multitud de cosas. Una dimensión y una fuerza son campos, órdenes también, si se quiere. Pero la diferencia es que una fuerza es un campo que también es una estructura en sí, mientras que una dimensión es un campo puro que tiene una estructura. Un espacio direccional, abierto, parametrado por unas leyes que definen su estructura, mientras que una fuerza es un campo cerrado constituido inherente y esencialmente por unas leyes que lo definen, hasta el punto de que no tiene sentido sin ellas, cosa que no ocurre con la dimensión. Quisiera dejar decantado el tema sin recurrir al segundo bloque semántico de la definición (el concepto de expansión) pero es difícil. Desde luego, lo que decide la verdadera diferencia entre dimensión y fuerza es el "propósito": la dimensión es un medio de expansión. La fuerza es una estructura de actuación, unos parámetros de finitud y limitación. Pero si pudiéramos decidir la diferencia con solo el primer bloque, el concepto de orden estructural, la cosa estaría mucho más clara. Como me temo que no va a poder ser, quedará abierta la discusión de si las fuerzas (en concreto las 4 fuerzas fundamentales) son dimensiones de la existencia o no. Personalmente me inclino por el no, pero no lo puedo decidir. En todo el trabajo habremos de considerar, pues, la posibilidad de que haya que incluir 4 dimensiones más a todas las que deduzcamos. ESTRUCTURALIDAD (ELD) Pero hay una solución, que es unir las 4 fuerzas en lo que les es común, a saber, el hecho de ser estructuras de leyes comportamentales de la materia. Entonces, vemos que la existencia necesita de "estructuras" en todos y cada uno de los aspectos de su desarrollo. El término es justo. No es solo "formas", "moldes", "órdenes", "campos", "leyes", "sistemas" u "organización". "Estructura" es lo que todos ellos tienen en común, y lo que mejor define el carácter y la condición necesaria que estamos buscando. Podría hablarse, pues, de una dimensión de "Estructuralidad" (ELD), en coherencia total con la definición manejada. Una dimensón en EC con el espacio-tiempo y la Simultaneidad. Es una posibilidad genuina. Pero como ha surgido un tanto espontáneamente al hilo de las reflexiones consecuentes con el proceso de determinación de las dimensiones extra, se nos ocurren inmediatamente cuatro fuentes de debate: a) ¿Lo que define la ELD es principalmente la existencia de leyes de actuación de la materia? b) ¿Puede ser un término de la definición de dimensión (la ELD) una dimensión en sí? Recordemos que casi equiparábamos "dirección" con "orden estructural" en nuestra definición matriz de Dimensión en el Sistema EC. c) ¿Qué relación hay entre ELD, organización y complejidad? ¿Es la complejidad también una dimensión? d) ¿Puede darse un espacio-tiempo sin ELD? Empecemos por la última. Imaginemos un espacio-tiempo sin estructura. Una materia sin leyes de cohesión ¿Es imposible? No podría haber átomos sin electromagnetismo ni fuerza fuerte. No habría materia. Las partículas elementales flotarían libre y caóticamente en el espacio-tiempo sin organización, sin radiación, sin formar materiales. Pero es muy posible que siguiera habiendo espacio-tiempo. Volvemos al tema de la naturaleza de las partículas elementales. Un tema fascinante. Todo depende de dónde decidamos situar el límite de la elementaridad de las partículas; y ya vimos que esto estaba muy directamente relacionado con el concepto (virtual) de la Simultaneidad y la Ilimitación. Pues si suponemos que esa dimensión existe (la Ilimitación), y que por lo tanto no hay límite para la elementaridad de las partículas, entonces hay organización y estructuras en cualquier nivel de la existencia, y la ELD es una dimensión necesaria, inherente a la existencia. Pero si, por el contrario, sí hay un límite, y las partículas elementales realmente existen, sean
cuerdas unidimensionales o quarks de materia exótica o lo que sea, entonces se podría concebir un espaciotiempo sin estructura, con por ejemplo cuerdas flotando libre y caótica y desorganizadamente en el infinito, y entonces la dimensión de la ELD no sería necesaria ni inherente a la existencia. UNA DIMENSIÓN NUEVA Sea o no inherente, lo que sí parece es que podemos concebirlo. Así que supongamos que, efectivamente, la ELD, es decir, el mismo código o conjunto de leyes que gobiernan el cosmos, es una dimensión de la naturaleza; un orden de expansión de la existencia, específico e independiente en sí. Una dimensión que en nuestro universo tendría lógicamente, según el Sistema EC, 4 magnitudes clarísimas: las 4 fuerzas conocidas. No habría entonces 4 sino 5 dimensiones físicas: espacio, tiempo, simultaneidad, ilimitación y estructuralidad, cada una con sus correspondientes magnitudes. Pero sigamos hurgando en la herida y exploremos la relación entre ELD y organización y "complejidad". Pues parece que ELD y organización es lo mismo. Una estructura=una organización=un sistema. No está tan claro, sin embargo, que un sistema equivalga también a una jerarquía escalar. Pero de momento podemos contar con que una estructura=una organización sistemática, escalarmente o no, de elementos coherentes. Las leyes serían las constantes comportamentales del sistema expresadas en un lenguaje matemático. Las fuerzas, entonces, podrían entenderse como las magnitudes de la estructura entendida como dimensión. Grandes bandas de información, de estructura, como oleadas de sustancias independientes constituidas quizás por los moldes de los códigos y leyes del comportamiento de la materia, viajan por el cosmos desde la gran explosión, obligando a las partículas a relacionarse de la forma en que lo hacen. ¿Por qué no podría ser? Imaginar que las estructuras son entidades que existen de por sí resolvería el problema, hoy por hoy insoluble, de la información inherente, cual código genético, que deberían tener los átomos para funcionar con las mismas leyes en todas las partes del universo. Puede parecer fantasioso plantearse las cosas así. Pero no estamos hablando solo de teorías sino de la experiencia real de grandes tradiciones de videntes. Allí donde los científicos no se atreven a ver algo más que unas nubes indeterminadas de sustancia indefinida, en caótico desorden, los videntes proponen, como genialmente intuye Bohm, un “orden implícito” que interactúa necesariamente con la materia. Parece ser inherente a la razón humana sumir en el caos, o cuando menos en una condescendiente “entropía”, a toda existencia que se escape de nuestro espectro perceptivo, pero en realidad es más lógico que esa tendencia sea una deformación más de nuestra obligación secular, no hace mucho so pena de muerte, a orientarlo todo según los presupuestos “antrópicos”. COMPLEJIDAD Hasta aquí, bien. La siguiente pregunta es si el grado de complejidad es una dimensión o una dirección o una consecuencia o qué. Pues es posible demostrar que el espacio-tiempo, o la Simultaneidad, como dimensiones, son independientes del grado de complejidad de la ELD de la materia. Sí. La "complejidad", por sí misma, no condiciona la existencia de ninguna dimensión. Podemos explorar la relación que hay entre el tiempo (no tanto el espacio) y la complejidad de la ELD. Y, en este sentido, la complejidad de la ELD, la entropía y la termodinámica están ciertamente muy próximas, pero no identificadas. ¿Qué es lo que hace que la materia se “complique”? Simplemente el tiempo y la misma ELD en sí. Aunque, por otro lado, y al mismo tiempo, también el Tiempo (como dimensión) y la misma ELD producen el efecto contrario: la simplificación de la ELD, la entropía y el equilibrio térmico. O sea, la simetría. Así que es fácil que, precisamente en función a la simetría, sean tres pares de dimensiones las que nos podemos encontrar en el mundo físico: espacio-tiempo; simultaneidad-ilimitación; estructuralidaddesorden (o entropía). Recalcamos, pues, que esta última dimensión propuesta surge intuitivamente solo en base al esquema abstracto “longitudinal-transversal” que parecen representar los pares anteriores de dimensiones, y por supuesto a los imperativos de la tan traída y llevada super-simetría. MATERIA Y ENERGÍA
Simultaneidad y Estructuralidad. Bien. Pero, claro está, si abogamos por la necesidad de esas dos dimensiones en base a los elementos básicos ontológicos indispensables de un mundo equis para existir en el universo, cualquier lector nos diría que por qué no seguir ahondando en la naturaleza esencial de esos mundos: Vale que sean estructuras que coexisten en el super espacio-tiempo compartido. Pero estructuras ¿de qué?. Y aquí es donde entra la Materia y la Energía. Y el agudo problema de decidir si éstas a su vez son tambien dimensiones, o solo elementos constitutivos, bases sustanciales independientes del marco en que se desarrollan: una cosa serían las cosas, sean de la naturaleza que sean, y otras las dimensiones que las hacen posibles, las encuadran y situan en el mundo. Está claro que nosotros hemos optado por ampliar el concepto de dimensión. Sobre todo porque cada vez está más claro que hay muchas clases de materia: está la materia bariónica, pero también la exótica, la oscura, y la astral. Hay también energía oscura, astral, quizás incluso mental. Energías imperceptibles, invisibles, impensables, incognoscibles; pero energías al fin y al cabo. A CIEGAS CON LA SIMETRÍA Ciertamente, de tener que elegir entre Complejidad / Entropía / Desorden / Calor / Termodinámica, etc, preferimos quedarnos de momento con la Entropía como "compañero" del par de dimensiones que forma el tercer extremo de las supuestas Dimensiones Físicas porque, por su equivalencia conceptual (EC), es la dimensión que mejor representa o completa la oculta simetría que marcan los ejes o coordenadas "invisibles" (virtuales, estructurales, profundas) que "esqueletan" los otros dos pares de dimensiones. Aclaremos esto. Observemos los pares Espacio-Tiempo y Simultaneidad-Ilimitación. Decir que constituyen "haces longitudinales y transversales" de un mismo esquema estructural no pasa de ser una metáfora. Pero es lo que más se acerca a la simetría oculta que los empareja. Es quizás el mismo tipo de necesidad simbólica que nos fuerza a etiquetar como "colores" o "extrañeza" o "encanto" las propiedades de los quarks. Estamos, de hecho, ante parámetros que tienen, esta vez sí, antes una EM que una EC. Así, si solo el Tiempo podría constituir el contrapeso conceptual que necesita el Espacio para formar esa dimensión geométrica global que necesita el Ser para expandirse primordialmente por la existencia, y si solo la Ilimitación constituye el eje perpendicular lógico (grande-pequeño) para una dimensión, la Simultaneidad, que hace crecer al Ser "en paralelo" con nuestro universo, multiplicando en esa dirección todo tipo de universos estructuralmente similares o distintos, ¿qué otro concepto, dentro del Sistema EC, que no sea el "desorden termodinámico", la entropía, podría contrapesar el equilibrio simétrico lógico a la tendencia dimensional que la existencia muestra por la organización en estructuras, ya sean éstas leyes matemáticas, fuerzas, modelos de partículas, átomos o moléculas, o finalmente sistemas cosmológicos? ELD y Entropía forman una balanza dimensional aparente o presuntamente perfecta para lograr una expansión del universo autorregulada dentro de los límites delicados del juego de leyes existentes. Y por supuesto el corazón de la super-simetría late en el centro de toda esta maraña de contrafuerzas y conceptos paralelos como si fuera un Dios en sí, invisible y sabio, equilibrándolo todo desde un orden superior. Si pudiéramos disponer gráficamente un esquema de las dimensiones propuestas hasta ahora, pues, quedaría provisionalmente así: 1-2: Materia - Energía 3-4: Espacio - Tiempo 5-6: Simultaneidad - Ilimitación 7-8: Estructuralidad - Entropía De todas formas, y con más razón, si cabe, que con los otros dos pares de dimensiones físicas, la propuesta de la Entropía como pareja de la ELD no deja de ser una aventuradísima teoría, en espera de estudiar más a fondo las clases de simetrías que imperan en el cosmos y las características de la ELD misma como supuesta dimensión física. Simetrías. Paridad. Dualidades. Ejes cartesianos. Coordenadas. Paralelismos. Sea como sea, nos vemos abocados a reflexionar sobre dimensiones que no son aparentes, que son en principio "invisibles", "indetectables". Y aquí entramos también en un maremagnum de sobreentendidos y tópicos divulgativos que es necesario desenredar antes de proseguir.
E. RESUMEN. ESQUEMAS RESULTANTES ESQUEMAS Recapitulando, pues, y presentando el proceso a grandes rasgos, podemos comprobar que, aunque los hemos ido tratando en diferentes secciones, los presupuestos de índole filosófico, una vez reunidos y contemplados como un todo, eran indispensables para destronar los falsos a priori establecidos en el academicismo, y poder así acometer una nueva definición de "dimensión" de manera limpia y objetiva. El primero de esos falsos a priori es que las 3 dimensiones espaciales no son tales, sino magnitudes de una, que es el espacio. Luego hubimos de situar el tiempo. Y acto seguido nos hubimos de concentrar en encontrar el proceso lógico correcto, según la definición acordada, por el cual se podía determinar cuál sería la inmediata siguiente dimensión. En nuestra teoría (Sistema EC), ésta sería la simultaneidad. Que, bien explicada, debería dar cuenta no solo de los principales, o más próximos, o más habituales planos de lo que se considera el mundo astral, las realidades paralelas, sino también del "multiverso" cuántico. Pero, claro está, intentar exhaustivamente exponer todas las matizaciones de esa "buena explicación", nos llevó, casi involuntariamente, a la contemplación de esa "contraparte dimensional" de la Simultaneidad que es la Ilimitación, y más adelante, más inesperada y también inevitablemente, a una posibilidad dimensional que ha acabado reclamando el mismo protagonismo e importancia: la Estructuralidad. Pues teníamos que encontrar una manera de encuadrar metodológicamente ese juego de diferencias y similitudes entre las concepciones de las realidades "paralelas" que tiene la Ciencia y el Ocultismo, es cierto, y teníamos que hacerlo antes, o al mismo tiempo, o justo inmediatamente después de dar forma conceptual a la dimensión que hace posible la coexistencia de esos mundos (la simultaneidad). Pero ha de haber unas reglas, unas leyes, unas formas, un lenguaje mental al que respondan esos mundos con la misma necesidad ontológica que al espacio-tiempo o la simultaneidad. Por mucho que ésta última solucione el problema de la coexistencia, la complementariedad y la percepción, no deja de ser una dimensión de localización. Sí, el espacio, el tiempo y la simultaneidad localizan cosas, entes, mundos; pero ¿qué son esos mundos, esos entes?. Son estructuras. La dimensión que se nos ocurre para solucionar tode esa cojera ontológica es la de la Estructuralidad. Todo tiene estructura, todo está sujeto a una estructura: de leyes, constantes, números, geometrías. Es muy difícil, en defintiva, postular la necesidad de una dimensión como la simultaneidad si no abordamos también la de la estructuralidad. Sea como sea, surge un primer esquema de trabajo de nuestra teoría, un esquema básico, una especie de plataforma o esqueleto fundamental, formado por cuatro dimensiones conceptuales: espacio, tiempo, simultaneidad y estructuralidad. (La tratada dimensión de la Ilimitación hemos decidido finalmente incluirla en la de la Simultaneidad, bien como magnitud o como coordenada de ésta última). Este esquema básico de 4 Dimensiones (o 2 Dimensiones Binarias), están dispuestas en un orden tal que el EspacioTiempo reclama la mayor prioridad: 1-2: Espacio - Tiempo 3-4: Simultaneidad - Estructuralidad También es factible organizar el esquema en base a 6 Dimensiones (o 3 Binarias). Insistiendo en que se trata solo de visualizaciones provisionales: 1-2: Espacio - Tiempo 3-4: Simultaneidad - Ilimitación 5-6: Estructuralidad - Entropía Se nos presenta un cuadro, pues, en el que visualizamos un universo cuyos habitantes, para existir, necesitan el concurso de una serie de condiciones, de ingredientes. Yo estoy hecho de energía, de materia, de espacio y tiempo, de eternidad (otra forma de entender la simultaneidad), y tengo una estructura. Y lo mismo se puede decir de un electrón, de un fantasma, de un sueño y de un agujero negro. Ahora bien, en el caso, pues, de que decidiéramos considerar a la Materia y la Energía como Dimensiones (o un par de dimensiones binarias) habría que integrarlas al esquema del "esqueleto cuatridimensional" de tal forma que figurarían en primer lugar, antes incluso que el Espacio-Tiempo. Un tal esquema quedaría ordenado así:
1-2: 3-4: 5-6:
Materia - Energía Espacio - Tiempo Simultaneidad - Estructuralidad
1-2: 3-4: 5-6: 7-8:
Materia - Energía Espacio - Tiempo Simultaneidad - Ilimitación Estructuralidad - Entropía
O bien:
LAS DIMENSIONES COMO "PRODUCTO" DEL BIG BANG ¿Cuál es la génesis de esas Dimensiones? ¿De dónde nacieron? Desde luego, una forma muy visual de decirlo es: ya que todos los físicos tienen ya perfectamente asumido que el espacio y el tiempo nacieron con el Big Bang, absoluta y ontológicamente, como un "producto" más de la creación, como la Materia y la Energía, pensemos qué otras cosas nacieron necesariamente en ese momento y de la misma forma (ontológica), como elementos indispensables de la existencia, como ingredientes en pie de igualdad de la misma ensalada cósmica. Materia y Energía, Espacio y Tiempo. Tenemos cuatro, sean o no dimensiones: dejemos esa discusión para luego. Bien. Está claro que las Estructuras forman otro gran grupo con autonomía, entidad y derecho propios. Estructuralidad, entendida como todo el conjunto de leyes, constantes, fases, cantidades, fuerzas, ecuaciones, geometrías, etc. Está claro que todas esas reglas debieron nacer también ahí, en el mismo Big Bang. Con el primer quark iba ya implícito el gluón y sus límites de acción, de influencia, sus constantes de acoplamiento. Por muy arbitrarias que nos parezcan, por muy convenientes antrópicamente o muy fino que sea su ajuste, el hecho es que ya vino determinado desde el primer momento: No hubo ningún proceso de tanteo, o de evolución, o de prueba en plan ensayo y error. No. El valor concreto del ajuste fue el que fue y sigó siendo desde entonces hasta ahora, y posiblemente seguirá siéndolo para siempre, desde el inicio mismo del Big Bang. Éste es un enigma y un dilema trascendental, metafísico, filosófico, epistemológico, de primer orden. Fascinante y sobrecogedor, lo mires por donde lo mires. Y solo hay dos formas de explicarlo: o hubo una "mente" inteligente que decidió que eso fuera así, o la estructuralidad es una condición de la existencia tan inevitable y natural como el espacio y la energía. No puede existir nada sin estructura. La materia "es" energía estructurada en el espacio-tiempo. Aunque admitir la inevitabilidad de la estructura, como dimension consustancial de la existencia, aun siendo el avance intelectual que presume ser, no es más que el principio de una serie de enigmas aún más endiabladamente complejos. Quizás los dos mayores sean. 1º, la incompatibilidad lógica y sustancial de la estructura y el infinito: si todo tiene estructura, no hay partículas elementales, ni mucho menos densidad infinita (ver capítulos respectivos); y 2º, y más pertinente a nuestra teoría de las dimensiones, ¿por qué precisamente tienen las estructuras los valores que tienen, y no otros? Centrémonos en este último dilema. Pues, aparte de pertinente, es apasionante. La Filosofía de la Ciencia, en este espinoso asunto, se acerca cada vez más al poder explicativo de la Psicología de la Percepción. Pues no se negará que hay cierta similitud entre la determinación de los valores estructurales y el colapso observacional cuántico. ¿Podría ser que tales valores no existan fuera de nuestros sistemas de medida, de nuestros lenguajes matemáticos, de nuestra percepción sensorial? La luz viaja a 300.000 km/sg. Medidas humanas. Una cultura alien le daría otros valores, y lo único en que nos podríamos poner de acuerdo, en última instancia, salvando todas las arbitrariedades semánticas, es que viaja a una velocidad uniformemente alta. Pero eso también depende de la conciencia del tiempo que tengan esas culturas. A lo mejor para ellos es lenta. A lo mejor no están de acuerdo en que no se acelere o decelere, por las condiciones gravitatorias de sus mundos, por las curvaturas específicas de sus espacio-tiempos. Y si, además, nos ponemos en la posición de la misma luz, resulta que entonces no hay velocidad, ni movimiento, ni tiempo que transcurra, ni espacio donde correr. Lo cierto, según la misma Relatividad, es que si un fotón pudiera hablar, nos diría que no ha transcurrido el tiempo para él desde el mismísimo Big Bang, ni por supuesto ha viajado a ningún lado. Si se ha enterado del Big Bang, de la creación, de los quince mil millones de años que han pasado (para nosotros), es porque de repente ha comenzado a existir. Pero como no tiene recuerdos de la etapa anterior, porque no había nada, no puede comparar su estado actual con ningún otro. Aunque tuviera memoria, no le serviría de nada. No sabe que antes no existía y
ahora sí. Y si además pensamos que el comienzo del Big Bang es un proceso infinito, bien porque todo haya estado condensado en un punto adimensional desde siempre hasta que explotó, o bien porque esa explosión proceda de tamaños gradualmente tan pequeños que se pierden en la eternidad, o bien porque el universo haya estado siempre explotando e implotando como un yo-yó, a no ser que las condiciones estructurales hayan sido distintas en cada explosión, el fotón seguiría sin poder contarnos nada de su historia personal. Para él, desde nuestro pobre entendimiento humano, solo cuenta que ha existido siempre, y ya está. Sin más.
5. ¿A QUÉ NOS REFERIMOS CUANDO HABLAMOS DE "UNIVERSOS PARALELOS" Y "DIMENSIONES OCULTAS"? UNAS PALABRAS SOBRE EL OCULTISMO Es harto conocida la viceral aversión que tienen los científicos hacia el esoterismo. Y nosotros, que nos hemos movido como anfibios en ambos contextos, podemos decir de entrada que es bien cierto que el 95% del esoterismo es pura charlatanería, fraude e ignorancia. Pero si de algo ha servido la física cuántica es para mostrar que el universo es mil veces más misterioso, mental, ilusorio y sutil de lo que el materialismo a ultranza de la ciencia del siglo pasado pretendía sostener. De hecho, hay verdaderos místicos entre los físicos actuales. Al menos, hay conclusiones teóricas y experimentales que no se diferencian mucho de los presupuestos de la mística tradicional. A la hora de buscar, pues, respuestas sistemáticas a la necesidad de trascendencia que impone la física actual hay cuatro caminos distintos: la filosofía, la religión, la espiritualidad y el ocultismo. Nosotros hemos estudiado a conciencia las cuatro, tanto a nivel gnoseológico como de opción de vida, y, aunque quizás religión y espiritualidad (que no son en absoluto lo mismo) calmen más las exigencias emocionales del investigador, es ese 5% de ocultismo serio el único que ha dispuesto de herramientas para explorar lo desconocido (herramientas mucho más potentes y específicas que la simple reflexión filosófica), y el único que por tanto ha construido teorías y sistemas de conocimiento comparables al científico. El gran error, absolutamente imperdonable, de la ciencia actual, es creer que se halla cerca de poder explicarlo todo. Creer que, porque ha urdido una teoría consistente de la Creación (Big Bang), y construido un potente sistema matemático altamente predictivo acerca de la materia (Modelo Estándar), es solo cuestión de "ajustes" el poder dar cuenta de los miles de enigmas que aún quedan por resolver. Los sueños, la imaginación, las alucinaciones, la memoria, los trances, los psicotrópicos, la telepatía y telekinesia, la radiestesia, la sincronicidad, las regresiones, la levitación, la hipnosis, la muerte, las posesiones, las adivinaciones y mancias, el espiritismo, los dones paranormales, la percepción extrasensorial, la proyección astral y bilocación, los espíritus y apariciones, las desapariciones, los fenómenos y sucesos extraordinarios, las energías corporales, las proezas de las artes marciales, las medicinas psicosomáticas, las psicosis y esquizofrenias, el animismo, las premoniciones, los trances regresivos, los ovnis, la clarividencia, las prodigiosas capacidades de ciertos autistas y superdotados (a los que hemos aludido anteriormente), los milagros e histerias colectivas, el sentido de la orientación y las hazañas del instinto en los animales, la sensibilidad musical de las plantas, los sutiles procesos evolutivos, la meditación, la sinestesia, etc, etc, etc. ¿De verdad creen que el Big Bang y el Modelo Estándar pueden, a través de sus derivaciones, llegar a explicar tantos misterios? La Psicología misma admite que está en pañales, cuando su sujeto de estudio, el ser humano, es el más inmediato que existe, y ¿se atreve la Física a postular que tiene explicaciones para lo que ocurre realmente en ese lejanísimo y oscuro cosmos que nos rodea? Si fuera así, no habría científicos religiosos, y ciertamente los hay. Pero, entonces, puestos a calmar esa natural sed de trascendencia y de respuestas últimas, ¿qué es más irracional: estudiar los libros de clarividentes que, merced al manejo de sus estados alterados de conciencia, han podido hurgar en los intresticios de la realidad, o comulgar los domingos con una comunidad de empresarios convencidos de que se están metiendo en la boca nada menos que el "cuerpo" y la "sangre" del Hijo de Dios, transmutado en
pan por los juegos de manos y las invocaciones litúrgicas de un sacerdote más preocupado de los preservativos de tus hijas que de los misterios de la naturaleza? Seamos serios, realmente. Cuando hablamos de ocultismo, pues, nos referiremos al hermetismo, la teosofía, la meditación y toda la corriente de los "nuevos videntes", en la que caben nombres como Castaneda, Ken Wilber, Fritjof Capra, y estandartes de la Psicolgía Transpersonal como Stanislav Grof o el mismo Jung. Juzgue el lector si objetivamente tienen algo que decir con respecto al tema que nos ocupa de los universos paralelos y las dimensiones ocultas. Pero, por favor, dejen a un lado los prejuicios viscerales y las etiquetas fáciles. DIFERENCIAS E INCONSISTENCIAS PRINCIPALES Empecemos por decir que, así como no existe una definición consensuada de Dimensión, resulta que tampoco existe una noción clara de lo que se quiere decir cuando se habla de "universos o mundos paralelos". Y como la importancia de tal noción se va imponiendo a medida que avanzamos en el trabajo, vamos a establecer una suerte de "comparativa" entre los postulados científicos y los del Esoterismo, para evidenciar las lacras y la relevancia de tales nociones. ¿Qué entiende la Mecánica Cuántica, por ejemplo, cuando en el contexto experimental, relativo a colapsos de la función de onda y demás paradojas observacionales, habla de "universos paralelos"? Al parecer, aunque estos universos sean "otros" aparte del mundo físico, no dejan de ser cualitativa y cuantitativamente idénticos a éste y también entre sí, salvo en la infinitesimal diferencia que respecta a la posición de la partícula involucrada (por ejemplo, el electrón o el fotón particularizado en la observación). Así mismo, esos universos son "creados" en el instante mismo de la observación, son infinitos, y están absolutamente incomunicados entre sí. El Esoterismo, en cambio, tiene otra visión de lo que son los "universos paralelos". Pues esos mundos, aunque se parecen bastante al nuestro, tienen muchas diferencias cualitativas. Son mundos independientes por derecho propio, con una historia particular tan labrada como la nuestra, coetáneos con el mundo físico, quizás, desde el albor de los tiempos. Mundos múltiples, y muchos, sí, pero quizás no infinitos. Mundos repartidos en una escala de realidades y conformaciones que hace que unos sean más próximos que otros al nuestro: otra diferencia más, pues para la ciencia todos esos infinitos mundos están, digamos, al mismo nivel de realidad, sea la que sea. Y mundos, en fin, que, precisamente por arrastrar una historia propia y una variedad escalada de características, permiten ciertas conexiones o cruces o interferencias entre sí y con el nuestro, cuando se dan las adecuadas circunstancias. También hay una diferencia importante en cuanto a lo que Ciencia y Esoterismo entienden por el caracter "escalar" de las Dimensiones. Pues allí donde las Matemáticas hablan de "grados de libertad" en la secuencia creciente de posibilidades que tiene un movimiento conforme asciende en su escala dimensional (a más dimensiones, más libertad de movimiento), el Esoterismo habla de "grados de conciencia". Las Dimensiones son una suerte de "etapas" en el crecimiento espiritual de los seres, desde su estadío más denso, obtuso y material, hasta los planos más sutiles y espirituales, donde "moran" las divinidades y las conciencias se realizan en la más inefable perfección. Más que "posibilidades" o "directrices" de desarrollo, las Dimensiones son las fases estructurales de conciencia que han de atravesar todos los seres en su proceso "kármico". Quizás el parámetro principal a contemplar aquí sería, pues, la "densidad" de la materia (bariónica), o la "calidad" vibratoria de su energía. Así, los distintos planos van desde los más "densos" y con más "lenta" vibración, que corresponden a los sub-mundos infernales y a nuestro propio plano físico, carnal, hasta los más "sutiles" y de más "rápida" vibración, que corresponderían a los mundos más espirituales, angélicos, divinos. Para la Ciencia, la 4ª Dimensión espacial es la de los Hipercubos y Teseractos: un constructo matemático. Y argumentan que, aunque la mente humana no pueda visualizarla, el hecho de que las ecuaciones matemáticas funcionen perfectamente ahí es una prueba de su existencia. También es factible una matemática de la "Cinta de Moebius", y eso no significa que exista. ¿Desde cuando la plausibilidad matemática es la prueba irrefutable de toda existencia? Ya vimos anteriormente que apoyar la existencia de la 4ª Dimensión espacial en argumentos tan absurdos como la "regla de los triángulos" (si a2+b2+c2=d2, entonces a2+b2+c2+d2=e2) es una banalidad. La simple posibilidad de extender las fórmulas no implica nada, ni epistemológica ni ontológicamente. Aparte de que no es verdad que los mundos que permiten las dimensiones superiores no sean visualizables. Sí lo son, precisamente porque no son meras construcciones matemáticas. Lo que pasa es que los visualizamos mal. "Nunca podrá una fiera de la 4ª dimensión materializarse y atacar a un humano
tridimensional", dicen los físicos, convencidos de que esos planos no están habitados. Pero sí que lo están. Y no es tan infrecuente que un espíritu o "ser inorgánico" ataque a los humanos, aunque solo sea para darles formidables sustos. Con los "agujeros de gusano", en cambio, la Ciencia está generando una mitología cuasi-religiosa que no se apoya realmente en nada real. Cifran toda esperanza de viajes en el tiempo o a otros planos en una "imagen" arbitraria e ideal de la que el Ocultismo no ha dado nunca cuenta, como no sea en el "efecto túnel" de ciertas experiencias cercanas a la muerte. Ciertamente hay conexiones, compuertas, atajos, pases entre unos planos y otros, pero se parecen más a los "cortes de Riemann", a las "superficies múltiplemente conexas". No hace falta aferrarse tanto a la imagen de los agujeros de gusano. Uno de los argumentos más endémicos de la Ciencia para negar la posiblidad de comunicación entre nuestro universo y los "paralelos" es la ingente cantidad de energía que supuestamente haría falta para construir el "paso". Un verdadero "cajón de sastre". Muy repetido en la historia de la ciencia. El mismo Einstein aseguraba con énfasis que era imposible construir una bomba atómica porque haría falta demasiada energía para separar los átomos. Hasta que se descubrió la reacción en cadena de los neutrones, y cambió de opinión. Y por un pelo se ganó la guerra. Los científicos están tan fijados en el método de los colisionadores y la teoría del Big Bang, que no se dan cuenta de que la clave del problema es de tipo perceptivo. Lo que realmente se necesita, y los videntes están hartos de decirlo, es elevar la frecuencia de vibración de nuestros órganos sensoriales, para ajustarla al ritmo característico de las dimensiones superiores. Una vez logrado esto, que una impecable disciplina de meditación puede perfectamente conseguir, el acceso a las realidades "paralelas" es tan fácil como abrir los ojos. Nos vamos a reir mucho cuando, en un futuro quizás no muy lejano, los científicos que gastan billones de dólares en los colisionadores comprendan que es mucho más barato entrenar en el laboratorio a un buen equipo de meditadores, para llegar a desentrañar los secretos de las partículas elementales y el enigma de las dimensiones ocultas. En todo caso, habría que hacerles comprender que confunden la necesidad de acceder a otras dimensiones con la necesidad de horadar los quarks. Creer que en ambos casos hay que reproducir el Big Bang en un laboratorio es tan obtuso como caro, pretencioso y peligroso. Como no hay definiciones claras, otras veces los científicos, sin solución de continuidad, sin una debida ordenación clasificatoria, llama "mundo paralelo" al conjunto de dimensiones infinitesimales enrolladas en la escala de Planck. Lo llaman nuestro "mundo paralelo enano", e incluso cifran en él la esperanza de salvarnos del exterminio cuando acontezca el Big Crunch. Mantienen que es posible que, por algún tipo de "transición de fase", ese mundo paralelo se desdoble en el momento oportuno, haciéndose habitable. ¿Quién está más loco, pues: estos científicos o los Adventistas del Séptimo Día? Más forzado no puede parecer el argumento que sostiene a ultranza (y "a priori") la decadimensionalidad del cosmos: "Al Principio había Diez Dimensiones (como los Diez Mandamientos). Entonces ocurre el Big Bang y, en la primera mil billonésima de segundo, antes incluso que la supuesta Inflación, 6 de esas Dimensiones colapsan y se quedan enrolladitas en un lugar absolutamente inverificable y donde no dan la lata, y las otras 4 forman nuestro mundo normal. Luego, en el Big Crunch, cuando ya no sepamos dónde meternos, es de esperar que esas dimensiones ocultas se desplieguen de nuevo justo a tiempo para dar refugio a los supervivientes". Parece un cuento de los Hermanos Grimm, pero eso es en esencia lo que sostienen en su fuero interno muchos renombrados científicos. Desde luego, pocos "cajones de sastre" ha habido tan oportunistas como el de decir que las dimensiones ocultas y sus realidades paralelas están en una escala tan pequeña que por esencia es inverificable. Los esoteristas, al menos, no levantan semejantes barreras. Cualquiera que sepa alterar su percepción puede acceder a las otras realidades. Su único "escondite" es de naturaleza perceptiva, no esencial. Ni siquiera está claro que el símil de Planilandia, utilizado hasta la saciedad, sea verdaderamente útil para ilustrar la problemática de las dimensiones superiores. 1º, porque una Planilandia hipotética es una irrealidad que no corresponde a nada que exista realmente en nuestro universo. 2º, porque el argumento de que las sombras o figuras parciales en que las formas tridimensionales se traducirían al aparecer en Planilandia, no tiene por qué corresponder a la forma en que percibiríamos desde nuestro universo los objetos o seres de dimensiones superiores. 3º, porque seguimos cifrando la clave de la solución en las estructuras geométricas y no en los esfuerzos perceptivos. Y 4º, y en consonancia con lo anterior, porque la escala de diferencias entre nuestro mundo y las siguientes dimensiones superiores podría no ser algo tan "gradual" como sugiere ese símil.
EL CASO BLADE Uno de los testimonios más fehacientes del error de base que la Ciencia alimenta a la hora de conceptualizar las dimensiones ocultas se manifiesta en la controversia pública que en la Inglaterra de final del XIX entre la Teosofía, por un lado, ciertos prestidigitadores notables como el taumaturgo Blade, por otro, y el empeño de ciertos científicos de la época, como Weber, Crookes, y especialmente Zöllner, por demostrar experimentalmente la relación entre la "magia" y la por entonces incipiente ciencia de las dimensiones ocultas. El lío que se montó fue monumental. Zöllner propuso unos "tests" según los cuales el tal Blade, en virtud de su manejo del "mundo paralelo", debía ser capaz de, por ejemplo, separar dos anillos entrelazados, y otros "milagros" parecidos. Decimos que esto ilustra el desatino fundamental de la Ciencia, primero porque confunde ocultismo con prestidigitación: la verdadera videncia no tiene nada que ver con los trucos de los magos profesionales. Y segundo, porque acceder a o percibir las dimensiones ocultas no implica en absoluto que se puedan hacer milagros o realizar hechos físicamente imposibles. En esto se ve lo equivocados que estaban los científicos. Un vidente puede "ver" cosas normalmente invisibles (en el espacio o el tiempo), o incluso hacer determinadas proezas telepáticas o telekinésicas. Podrían incluso hipnotizarnos o manipular nuestros procesos perceptivos para hacernos ver burros volando. Pero nunca pueden hacerlos físicamente aparecer o desaparecer. Nunca. No pueden devolverle un brazo a quien no lo tiene. Lo que es físicamente imposible también lo es en la mayoría de los demás planos. Pero eso no significa que no existan o no se puedan percibir. Ése es el gran error de base de muchos científicos. Piensan que acceder a los mundos paralelos equivale a convertirse en semidioses todopoderosos, capaces de cualquier milagro físico. No es así en absoluto. De hecho, la mayoría de los videntes "fortuitos", es decir, que llegan a la videncia sin el debido adiestramiento ético-energético previo, se convierten rápidamente en esquizoides enfermos o en psicópatas perversos. Insistimos en que no es por capricho que ese Conocimiento esté protegido por las condiciones del "hermetismo". Realmente, la única forma natural e inofensiva de abordarlo es a través de los sueños "lúcidos" y/o la Meditación, y aun así, son necesarios muchos años de práctica. TECONOLOGÍA VERSUS TRANCE Cuando los científicos divulgativos hablan, por tanto, de la famosa "Máquina del Tiempo", tema harto recurrente desde que la Relatividad, y en concreto los trabajos de Gödel, sugirieron la posibilidad de concebirla, encontramos también el mismo error de base. No conciben otra forma de contruirla que no sea a base de ingenios tecnológicos. Para ellos, "viaje en el tiempo" es inseparable de "máquina para realizarlo". Y sin embargo, los grandes videntes de todas las épocas llevan dando probados testimonios de sus incursiones en el pasado y el futuro como parte integrante, habitual, lógica, de sus dones espirituales. ¿Cómo se explican, si no, las "regresiones" a vidas pasadas, propias y ajenas, que consiguen hacer determinados sujetos, hasta el punto de detallar acontecimientos concretos que no hubieran podido conocer sin ser eruditos historiadores? El caso de aquel niño británico que, desde que empezó a hablar describió su anterior vida en la isla escocesa de Barra, o la de aquella mujer que en un trance "visionó" la casa en la que vivió en su presunta anterior vida, hasta el punto de poderla localizar en el presente y constatar que era tal y como la recordaba, sin haber estado nunca allí en su vida actual, es tan paradigmático como real, y no tan infrecuente como parece. Y la profusión de "profetas", adivinadores, oráculos que, descartando ese quizás 95% de embaucadores que los desacreditan, ha habido siempre, prueban también que es posible viajar al futuro sin costosas máquinas, tecnologías o aceleradores. Nuevamente el secreto es el trance, el "estado alterado de conciencia", la meditación seria y disciplinada: una "tecnología" de lo más barata. La Ciencia, además, siempre aduce, como prueba de la imposibilidad de tales experiencias, la también archi-repetida paradoja del viajero del tiempo que mata a sus progenitores antes de ser concebido, incurriéndose así en una insalvable fractura del Principio de Causalidad. Pero este argumento vuelve a partir del mismo craso error de siempre: el de confundir dimensiones (ocultas) con mundos paralelos, el de creer que viajar al pasado es como viajar a otro mundo tridimensional, como si nos fuéramos a Moscú, solo que con todos sus habitantes viviendo en un siglo pasado. Qué simpleza. Qué infantil ejemplo de deformación producida por la mitología cinematográfica. No es así. El ocultismo postula que el Universo guarda, en unos planos dimensionales específicos, una especie de "memoria" de todo lo que acontece en él: los llamados "Registros Akásicos". El vidente puede acceder a ellos y retrotraer a su conciencia experiencias del pasado
(o del futuro), pero no puede alterarlos, ni interferir de ninguna forma, pues no son planos tridimensionales, ni mucho menos espaciales. Ya hablaremos más en detalle de todos estos conceptos a lo largo del trabajo. Pero de momento ha de quedar claro que el Tiempo es una dimensión cuyas magnitudes del Pasado y del Futuro son tal vez accesibles a la conciencia humana hasta unos límites insospechados, pero no a través de tecnologías y combustibles, precisamente porque una dimensión no es un mundo tridimensional, o una "región" espacial a la que se pueda viajar en plan turista. HERMETISMO A veces, pues, la Ciencia sostiene unas incoherencias tan infantiles que da hasta vergüenza. Y muchos escépticos se agarran a la inexistente tradición experimentalista de esos videntes con los que compiten, resaltando el mal ejemplo de tantos estafadores, prestidigitadores, falsos fakires y adivinadores de moda que pervierten el Ocultismo. Pero he aquí un "principio" que convendría entonces aclarar, quizás un tanto colateralmente a la discusión, para centrarlo debidamente. Las Ciencias Ocultas son inseparables del Hermetismo precisamente porque cuanto más públicas se hacen más fácilmente se falsean. Es un verdadero principio, tan cierto como el de Incertidumbre, y no tan extraño a éste en cuanto a sus parámetros esenciales. No sabría explicar por qué. Y resulta un tanto enojoso, pues cuántas cosas podrían aclararse y evolucionar si no fuera así. Pero nuestra humilde y dilatada experiencia en esas lides lo confirma: cuanto más público, famoso, académico, oficial y titulado sea un vidente, cuanto más éxito social tenga y más dinero gane, más probabilidad hay de que su conocimiento sea un fraude, por muy elaboradamente que lo encubra. Curioso, ¿verdad? Pues es así, créanme. Solo los videntes ocultos, herméticos, eremitas, desconocidos, incluso marginados, perseguidos y despreciados, son precisamente los únicos que pueden realizar esas hazañas de la percepción de las que estamos hablando: viajar en el tiempo, acceder a otras realidades, viajar más rápido que la luz, leer el pensamiento, manipular objetos con la mente, etc. Cosas todas ellas posibles. Y estamos convencidos de que incluso habrá en un futuro no muy lejano una explicación científica para todas ellas (si no fuera así, no habríamos emprendido este trabajo). Pero el Ocultismo es oculto por algo. Conocimiento y lenguaje son dos cosas distintas. Y quizás no haya un enemigo más feroz y dañino para el Conocimiento que la razón, que las convenciones sociales, que el academicismo oficial. El Tiempo tiene la respuesta. Hace años se probó que el cuerpo pierde aproximadamente 21 gramos de peso en el momento de expirar. Es un dato incontestable de que "algo sale" fuera del cuerpo físico al morir, y estaba claro que no era precisamente aire. Nosotros, en experimentos con balanzas de precisión bajo la estructura de la cama, encontramos también, por aquella época, que un peso similar se "escapa" del cuerpo físico cuando los encefalogramas registran ondas delta (sueño REM), aproximadamente 18 gramos, restituyéndose de manera exacta en el momento de despertar. Otros interesantes experimentos hechos en Stanford con una población de ciegos de nacimiento probaron que éstos describían a la perfección objetos del mundo físico que "veían" en sus sueños, lo cual sugiere que sus "cuerpos astrales" no están ciegos. Es muy posible que tarde o temprano se acabe probando experimentalmente la existencia de algún tipo de "alma", como "cuerpo energético", como "vehículo de la conciencia" que todos poseemos para movernos en los "mundos paralelos" (desde los cuales, por cierto, al menos desde los más "cercanos", se puede percibir también el mundo físico: de ahí que muchos anestesiados describan luego a la perfección lo que ocurría durante su operación). Si, de todas formas, los escépticos se siguen agarrando a su materialismo a ultranza, qué le vamos a hacer. Sería un imponderable. HUMILDAD Sí, amigos, estos temas son espinosos y despiertan posiciones muy encontradas, pero también nos obligan a abrir la mente y adoptar perspectivas nuevas. Pero permítanme, antes de terminar este apartado, postular la que creemos es la mayor inconsistencia de todas, el mayor punto de diferencia entre la Ciencia y el Ocultismo. La Ciencia cree que estamos cerca de una Teoría del Todo, una Unificación de las fuerzas, una explicación última del Big Bang y de las estructuras básicas de la materia. No hace más que repetirlo. Sin pudor. El Ocultismo, quizás porque tiene acceso a realidades mucho más versátiles, desconocidas, no contempladas, sostiene que en absoluto estamos cerca de esa totalidad. Ni siquiera hemos arañado aún la verdadera complejidad del Cosmos. Hay aún tantos misterios por explorar y resolver que ni en mil millones de años más llegaremos a una fracción de esa totalidad. Es más: hay un principio hermético que sostiene
que hay tres "instancias" en el Conocimiento: lo Conocido, lo Desconocido, y Lo que no se puede Conocer (Don Juan, de Castaneda). Y es deber de todo buscador ahondar todo lo posible en las posibilidades de lo Desconocido. Pero también lo es darse cuenta de que, como imperfectos seres humanos que somos, tenemos unos límites cuya violación solo nos conduce a la extenuación y a la confusión más estéril. Lo Incognoscible es una realidad absoluta e inalcanzable para la especie humana, pase el tiempo que pase. Y deberíamos tener la humildad de aceptarlo. Sería mucho más "lógico", y más beneficioso para la Ciencia. Así como la Incertidumbre nos pone una barrera esencial en la realidad subatómica, lo Incognoscible nos la pone en la Razón. Yo así lo creo, precisamente por todo lo que he "visto". Y aún iría más lejos. Personalmente suscribo esa bella sentencia del taoísmo que sostiene que el Conocimiento es como una escalera que se nos descubre más alta cuantos más peldaños subimos. En fin, resumiendo la esencia de muchas de las inconsistencias descritas en este recuento, y anticipando gran parte del debate sobre el que girará el trabajo, quizás deberíamos dejar bien postulada la diferencia antes esbozada que enfrenta a Ciencia y Esoterismo en cuanto a dimensiones y mundos. Insistimos en que la Ciencia confunde ambos conceptos, en gran medida porque no dispone de una definición adecuada de Dimensión. Nosotros intentaremos demostrar que las Dimensiones es lo que hace posible la existencia de esos mundos paralelos u ocultos. Pero es un error hablar de dimensiones paralelas u ocultas. Tal cosa no existe. Cuando Hawkings expone su visión de un multiverso de universos-pompas, conectados por agujeros de gusanos, con una función de onda global que determina la probabilidad y composición de unos universos u otros, volvemos a incurrir en el error de ensalzar el poder de las matemáticas por encima del de las posibilidades de un concepto de dimensiones no discriminadas, en verdadero pie de igualdad unas con otras. Las matemáticas son solo (parte de) otra dimensión más. Demostraremos que un concepto adecuado de la N-Dimensionalidad hace obsoleto el debate sobre el Principio Antrópico: la Vida, la Conciencia y la Inteligencia (la Mente) son "dimensiones" consustanciales, inevitables, a la existencia de éste y de cualquier cosmos; y lo único que quizás han podido determinar las constantes físicas de este universo en concreto es que sus seres pensantes tengan extremidades, lengua y se llamen humanos. En cualquier otro, bajo las condiciones físicas más extrañas que podamos imaginar, existen también seres vivos y pensantes. RECONCILIANDO ENEMISTADES En definitiva, a pesar de los prejuicios y las descalificaciones entre científicos y ocultistas, creemos que es lícita y oportuna la inquietud por entender racionalmente qué es esa realidad alternativa, aparte, paralela, en que se desarrollan gran parte de las experiencias propias del esoterismo. De hecho, coloquialmente, siempre se ha hablado de una "cuarta" o "quinta" dimensión para referirse a ese universo. Pero el interés por abordar nuevamente un debate tan antiguo tiene hoy día una redoblada justificación ante la cantidad de puentes epistemológicos que la mecánica cuántica ha permitido tender. Gran parte de los esfuerzos teóricos de la más actual física de partículas se apoya precisamente en los conceptos nuevos de "dimensión" que se van proponiendo. Así que no es aventurado intentar relacionar perspectivas para averiguar si estamos ahora más cerca de entender científicamente el fenómeno. ¿Podría el "mundo de los sueños", el de los fantasmas, el de las experiencias post-mortem, ser o existir merced a una Dimensión realmente en pie de igualdad con la del espacio-tiempo o con las nuevas dimensiones que están proponiendo los teóricos de cuerdas y los astrofísicos? No se puede negar que, creencias personales aparte, si ha habido algún momento histórico en que sea pertinente abordar la discusión es ahora. Los elementos para debatirlo están encima de la mesa. Ahora bien, las propuestas de explicación académicamente científicas nos obligaban a explorar dos direcciones: a) la que abrían las propuestas topológicas de Kaluza-Klein, y b) el alcance descriptivo real que encerraban las matemáticas de la cuarta dimensión espacial, la de los teseractos e hipercubos. Y pronto llegamos a la conclusión de que ambas direcciones eran inútiles para nuestros propósitos. La primera, porque sorprendentemente no hablan realmente de dimensiones, como demuestro en el trabajo. (Y aunque lo hicieran, no valdrían para describir la fenomenología "astral"). Y la segunda, porque no responde a una realidad fuera del juego intelectual matemático. Para describir los mundos paralelos haría falta una estructura más parecida a lo que hemos estado llamando en el trabajo la "Dimensión de la Simultaneidad", la capacidad que tienen los objetos de "ocupar" un mismo punto del espacio-tiempo. Un orden de posibilidad que va más allá de la característica esencial de los bosones, que no están sujetos al Principio de Exclusión de Pauli. Aunque el hecho de que estas condensaciones sean posibles, en el marco más estrictamente científico, ya constituye en sí mismo una pista. Las partículas elementales, sobre todo si no
tienen masa, sobre todo si viajan a la velocidad de la luz, gozan de una naturaleza tan misteriosa, tan excepcional, por muy acostumbrados que estemos a tratarlas en nuestro mundo cotidiano, que no encuentran limitaciones ni en el espacio ni en el tiempo. "Viven" en un eterno presente, espacialmente adimensional. Amparadas, además, tras la inviolable barrera de la Incertidumbre. ¿Qué no podrían hacer, en esas condiciones? Y eso que nos estamos refiriendo a fotones, electrones, quarks, es decir, partículas familiares, más o menos conocidas. Si encima decidimos incluir, en nuestras consideraciones, a los neutrinos, la antimateria, las probablemente exóticas constituyentes de la materia oscura, y las partículas aún no descubiertas de la super-simetría, cuya familia es al menos igual de numerosa que la de las partículas que ya conocemos, sobran candidatos para nutrir los elementos constituyentes de todos los mundos paralelos que quepan en nuestra imaginación. No es un problema de partículas ni de constitiyentes, pues. Es un problema de imaginar el "marco" ontológico y científico en el que esas potenciales partículas constituyentes de los universos paralelos puedan coexistir con nuestro palpable mundo físico de una forma coherente y racional. Ese "marco" es el que definen las dimensiones, por supuesto. ACUERDOS DIALÉCTICOS MÍNIMOS Cualquier científico, pues, con prejuicios arraigados hacia lo sobrenatural se cerrará en banda a la hora de admitir la necesidad de encontrar estructuras descriptivas que incluyan otros mundos ontológicamente distintos al nuestro que contengan todos los elementos que hacen de éste un mundo completo. Se da el caso, muy frecuente, de teóricos sin problemas para postular el hecho de que el electrón se mueva fácticamente en distintos universos paralelos, que por tanto coexisten, pero que acaloradamente niegan cualquier posibilidad de que esos universos sean accesibles para nuestra conciencia, como si admitirlo abriera la puerta a que todos los demonios de su escolar educación religiosa entraran en tromba a castigarlo por sus pecados o su incredulidad. Conviene por tanto resumir y dejar claros los presupuestos teóricos, de índole dialéctico, que hemos despejado en esta discusión, en orden a recapitular los esquemas. Un primer presupuesto es que, si hablamos de universos paralelos que coexisten con el nuestro, aunque sea, o precisamente, en el marco de la mecánica cuántica, no hay forma de escaparse de la posibilidad de que esos universos gocen de una realidad ontológicamente tan completa como la nuestra. Seamos coherentes. No vale tirar la piedra y esconder la mano. ¿Por qué solo el nuestro sería un mundo habitado por seres inteligentes, y todos los demás representaciones virtuales de segunda mano, escenarios muertos donde el electrón solo encuentra abstracciones matemáticas? No hay ningún indicio, precisamente matemático, de que la "calidad ontológica" de los otros universos paralelos que el electrón maneja en su coexistencia cuántica sea menor que la nuestra, más defectuosa o estéril. En realidad, es por eso que la "interpretación de los muchos mundos" de Everett encontró siempre tantos detractores: asumirla implica consecuencias muy radicales. Otro presupuesto es que una nueva definición metodológica del concepto de "Dimensión" es inseparable de las (nuevas) definiciones que manejemos sobre la "Conciencia" y la "Percepción". Así, si en las últimas décadas ha resultado imposible deslindar la formación de un físico de partículas de la de un cosmólogo, y viceversa, hasta el punto de que hoy día todos ellos son "astrofísicos", es muy posible que en un futuro cercano la Psicología de la Percepción sea asignatura obligatoria en las Facultades de Físicas. No solo por el problema de la relación entre la "observación" y el "colapso de la función de onda", enigma mayúsculo donde los haya, o de los temas relacionados con la no-localidad y el comportamiento holográfico de la materia, sino sobre todo porque no disponemos hasta ahora de ningún criterio consensuado para decidir qué realidades cuánticas son accesibles a nuestra conciencia-percepción y qué realidades nos están vedadas en absoluto, y por qué. El principio mismo de Incertidumbre, aunque pudiera demostrarse que es una ley independiente de nuestra conciencia, sustancial a la realidad en sí, está demasiado imbricado en los contextos de medición y observación como para que podamos decidir con seguridad su valor en todas las realidades. El viejo dilema de si "el alma está en el cerebro o no" ilustra bastante bien el tipo de problema al que nos enfrentamos. Pues el radicalismo con que los defensores de que está en el cerebro insisten en atribuirle explicaciones químicas a toda experiencia perceptiva no dista mucho del fundamentalismo religioso a ultranza. Se adivinan fácilmente materialismos reactivos detrás de muchas de estas posturas: denuncias veladas, y muy razonables, de los excesos teológicos y espirituales (siempre más enervantes y peligrosos, desde luego). Pero el rechazo total a cualquier realidad metafísicamente exterior a nuestra
conciencia es casi tan difícil de sostener como la inexistencia de las ondas de radio simplemente porque son invisibles. ¿No hay nada después de la muerte? ¿Todas las proyecciones astrales y los sueños "ocurren" en el cerebro? Hubo unas décadas, coincidentes con la psicología conductista, en que ésa era la corriente dominante, quizás como reacción liberadora a tantos siglos de imposiciones religiosas. Pero hoy día, precisamente como resultado de los formidables enigmas que plantea la física cuántica, son los científicos los primeros en mantener que hay otros mundos, probablemente otros universos exteriores, y que aunque la naturaleza de las partículas fuera algo en último extremo "mental", como parece ser, ni siquiera la "mente" sería algo que un órgano sanguinoliento y corruptible como el cerebro, por muy evolucionado y magnífico y desconocido que sea, podría encerrar. La luz pesa. Toda energía tiene su masa. Incluso la mental. Incluso la de los fantasmas. Los pensamientos pesan; la alegría, la ambición y el miedo, también. La gravedad deforma el vacío en todos los planos del ser, no porque sea una ley común, sino porque todo “es” en el espacio-tiempo. Incluso la muerte. Incluso la imaginación. La realidad no es una propiedad del mundo exterior sino una reacción creadora de nuestra conciencia en el instante en que la percibe. Nada es real hasta que tropieza con un perceptor, una conciencia. La psicolingüística es aún más terminante: nada es real hasta que lo expresamos. Cada vez más, en defintiva, avanzamos hacia un contexto epistemológico en que vuelven a reproducirse las ya endémicas controversias del saber humano: si hace solo dos siglos la televisión era tan inimaginable que su sola concepción podía llevar a un hombre a la hoguera, ¿no es de sentido común suponer que falta mucho menos para que fenómenos como la telepatía tengan una explicación científica y una aplicabilidad práctica? Decidamos de una vez si estamos dispuestos a creer en la realidad ontológica de los mundos paralelos, es decir, la posibilidad de su co-existencia como realidades completas y exteriores a la nuestra, pues ésa es la verdadera única toma de posición importante, y decidamos entonces si estamos dispuestos a admitir la posibilidad de que nuestra conciencia tenga acceso a esas realidades, y en base a esos presupuestos exploremos la infra-estructura dimensional, física y matemática, que podría sostener esas posibilidades. Ése es el reto, y el marco de las decisiones pertinentes. REVISANDO LA DEFINICIÓN DE DIMENSIÓN ¿En qué estado queda la primera definición operativa de dimensión que hemos estado manejando hasta ahora? Quizás ahora, a la luz de la disertación sobre los "mundos paralelos", ha llegado el momento de revisarla en profundidad. Pues empecemos preguntándonos: ¿de qué están hechos esos mundos? Hay solo 3 posibilidades: a) están hechos de los mismos átomos y partículas que el nuestro; b) están hechos de partículas exóticas desconocidas o indetectadas; c) en vez de partículas elementales están basados en otro tipo de configuración que los estructura de maneras inconcebibles. En cualquiera de los casos, siempre se tratará de distintas formas de materia o energía, que son, recordémoslo, nuestras primeras dimensiones, las que anteceden incluso al tiempo y al espacio. Recuérdese que, al definir las dimensiones, concretamente su caracter de "ubicuidad total"; especificábamos que ésta era una condición ilimitadamente posible pero no "necesariamente necesaria" (perdón otra vez por la redundancia). Puede haber "lugares" en el cosmos donde no esté actuando ninguna "estructura" (quizás determinadas formas de vacío), pero es difícil, porque el caracter de "omnipresencia" de las dimensiones impone una tendencia realmente esencial. Eso significa que la supuesta dimensión de la Simultaneidad impone por doquier una "co-existencia" real y natural entre los mundos paralelos (o invisibles) y el nuestro, y entre aquéllos entre sí, tanto en la coordenada temporal (son mundos que existen "al mismo tiempo" que el nuestro) como en la espacial (existen "en el mismo sitio" o localización espacial que el nuestro). Por ilustrar el caso, pongamos que es posible, e incluso sustancial a la naturaleza, que, en la misma silla que está sentado usted, haya también otro ser, de otro mundo (que no de otra dimensión, cuidado con la distinción) o universo paralelo, interpenetrando sus átomos con los de usted. Como hemos visto que la materia y la energía se despliegan, como dimensiones, en todos los mundos, ¿habría problemas de "exclusión" entre partículas (tenemos en mente el Principio de Exclusión de Pauli) en alguna de las 3 posibilidades expuestas en el párrafo anterior? No desde luego en la posibilidad "c". Ni tampoco en la "b", pues el hecho de que esas partículas exóticas sean tan difíciles de detectar es precisamente una garantía de su libertad de interpenetración y ubicación con las nuestras. Pero es que, incluso con la posibilidad "a", ocurriría lo mismo: el hecho de que no detectemos los electrones, por ejemplo, de un mundo paralelo es una prueba del carácter perceptivo, sensorial, de nuestro conocimiento sobre ellos. Quizás están "vibrando"
en unas frecuencias distintas que solo se ajustan con los sentidos entrenados de un clarividente. O quizás es tan rica la variedad de "estructuras internas" en la escala de Planck que hay espacio suficiente para todo tipo de estructuras distintas. Un argumento más en contra del absurdo cajón de sastre de los objetos puntiformes y la densidad infinita. El Principio de Exclusión de Pauli funciona exclusivamente con los leptones de nuestro mundo físico. En realidad no es tanta limitación. Ni debería considerarse un imposible físico el hecho de que los átomos de un "fantasma" se interpenetren con los nuestros cuando tenemos ante nuestros ojos el fenómeno casi "milagroso" de la cualidad que tienen los bosones de condensarse en el mismo sitio (rayo láser), a veces de manera frenética, como si no hubiera límite a esta tendencia. ¿Dónde se meten, cómo se aprietan en el mismo sitio tantas partículas idénticas? "Es que no tienen masa", responde el científico. Pues más milagroso todavía. Y más refuerzo para el argumento de la Simultaneidad. El hecho de que no parezca haber límites (salvo la "nimiedad" de Pauli) para la interpenetrabilidad de la materia y la energía, merced a la versatilidad y riqueza de las estructuras internas (y vacíos) de las partículas elementales, de unos universos y otros, es la piedra angular del concepto de Simultaneidad como dimensión. Por eso, en algunos contextos, hemos confundido esta dimensión con la Ilimitación, o la Eternidad, o la Infinitud. Casi viene a ser lo mismo. Pero "Simultaneidad" es un término más explícito. ¿Significa eso que la Simultaneidad es una "entidad" como habría de serlo cualquier dimensión? Recuérdese esta cuestión incontestada en el capítulo de las definiciones. Y recononózcase que es que tiene muy difícil contestación, pues ¿cuál es la naturaleza última del Tiempo o el Espacio?. "Direcciones", "posibilidades", "órdenes ontológicos", etc, no perfilan una categoría de "entidad". Pero es que la Materia misma y la Energía no son "entidades" que puedan reconocerse como tales. Pues ¿dónde está la "masa"? Ésa sería la entidad que las relaciona experimentalmente y podría dar cuenta de su naturaleza última, pero ocurre como con la pregunta sobre los extraterrestres: "sí, sí, hay muchas evidencias y datos que lo indican pero, entonces, ¿dónde demonios están?". Personalmente, no tenemos mucha fe en que se descubra el famoso "bosón de Higgs". Los científicos podrían llevarse una sorpresa al comprobar que la materia es aún más ilusoria e inaprehensible de lo que parece. Sea lo que sea, lo cierto es que, sin embargo, la dimensión de la Simultaneidad sí encaja con todos los términos de la definición operativa manejada, en la misma medida que el Espacio-Tiempo. El universo está diseñado para la co-existencia de partículas y mundos paralelos en todos sus intersticios, para así poder expandirse al máximo de sus posibilidades. La Simultaneidad, más incluso que el Espacio-Tiempo, suscribe toda la potencia del "principio de expansión" contenido en la definición. Gracias a la Simultaneidad, la existencia encuentra vías de expansión inimaginablemente ricas y diversas allí donde el Espacio-Tiempo, y la Materia-Energía, solo proveen las bases o entornos para la eclosión, en último extremo, de una especie animal dotada con una "estructura" de pensamiento que solo le permite percibir uno solo entre los millones de mundos que le rodean. Ni siquiera la Estructuralidad, y mucho menos la Entropía, amplían tanto el marco de las posibilidades. Por cierto que ambas son también dimensiones que se "cuelan" sin límite por todos los rincones de los mundos invisibles. Pero es gracias a la Simultaneidad que esos mundos son posibles. La Simultaneidad no es una "estructura", porque ya hemos visto que la Estructuralidad es la dimensión propia que dota de estructuras a todo el multiverso. Ambas son dimensiones y, como tales, ignoramos esa naturaleza última que las podría etiquetar como "entidades". Pero ilustran a la perfección las características inscritas en nuestra definición operativa; y en particular la Simultaneidad, mucho más que los forzosos artificios matemáticos con que los científicos pretenden derivar las ecuaciones del hiperespacio, mucho más que las analogías entre Planilandia y las sombras de las formas 3D, ilustra el salto mental, realmente escalar, que la razón debe realizar desde los objetos "tridimensionales" de nuestro mundo habitual hasta los espacio-tiempos de los universos permitidos en los ejes de co-existencia "simultánea", tanto longitudinalmente, hacia lo ilimitadamente grande o ilimitadamente pequeño, como transversalmente, hacia la eternidad del presente absoluto y global en que nos movemos.
6. LA VIDA COMO DIMENSIÓN
¿LA VIDA? Ha llegado el momento de ceder a la presión intuitiva que seguramente habrán estado experimentando los lectores en cuanto a una de las consecuencias lógicas de los presupuestos del Sistema EC. Pues, realmente, llevados por la directriz de la propia definición de “dimensión” que hemos venido manejando hasta ahora, a saber, "cualquier extensión u orden estructural en el que la existencia puede expandirse o desarrollarse”, es natural plantearse la conjetura de si entonces no es la Vida en sí otra dimensión. Lo cierto es que, cuando ponemos la imaginación a viajar en busca de categorías, entidades, espacios, conceptos, direcciones, etc, que se ajusten a la definición de Dimensión, antes incluso que otras estructuras inorgánicas físicas o conceptuales (geometrías, códigos, numerologías, fuerzas, teorías de partículas, valoress, etc), lo que nos surge con más insistencia es el concepto y el fenómeno de la Vida. Desde luego es un orden estructural, una categoría de las cosas, una dirección de la existencia, una forma del ser, una clase de elementos, un plan de acción, un soporte, un continente, una expresión, una especie de manifestación. Todas las maneras en que planteemos el concepto abstracto encerrado en el primer término de la definición propuesta de Dimensión (una “extensión u orden estructural”) encajan a la perfección con la Vida. Pero es que mucho más encaja en la segunda noción involucrada: un vehículo, un espacio, un medio, un instrumento para la expansión de la existencia. Aquí hay un encaje conceptual incluso mayor que en el caso de las dimensiones físicas. Pues ese significado (oculto) que necesita la definición de dimensión para estar completa, y que está sondeado por el segundo término de su premisa, la expansión de la existencia, tiene que ver con algo que difícilmente puede tratar la fría ciencia con sus simbolismos matemáticos: el propósito, el sentido, el objetivo de la existencia. Así, cuando ya liberados de la presión de la razón pura, nos adentramos en la filosofía de la cosmología y vemos ese gran despliegue de medios, leyes y estructuras derrochados por el Ser desde el Big Bang con el único resultado fenomenológico de la expansión de la materia, surge como una iluminación, como un descanso, como una necesaria conclusión, que todo ello estaba en el fondo destinado a que surgiera la Vida. O, si no destinado, sí al menos premiado, coronado, bien terminado, no frustrado. Todos los cánones de la intuición y de la razón humanas convergen en este punto, desde cualquier cultura e inteligencia y desde sus rudimentos más elementales de observación y de honradez: que la Vida es, si no el máximo, sí al menos uno de los objetivos finales y de las consecuencias de la existencia del cosmos. EL BIG BANG Y LA PROLIFERACION DE LA VIDA Inquirir sobre la causa delas Dimensiones, sobre el por qué de su génesis, es tan inútil como determinar la causa del Big Bang. Pensamos que son dos misteriors que se identifican en último extremo. Y hemos disertado lo suficiente en capítulos anteriores como para dejar clara nuestra incerteza al respecto. Sea, como dijimos, el origen de este universo un Big Bang o una constante emanación-desintegración de sustancias, a modo de "generación espontánea", el hecho es que "algo es o fue expulsado a la existencia" de acuerdo a unas dimensiones y leyes determinadas cuyos efectos son los que podemos registrar e interpretar. Sin salirnos, pues, demasiado del Modelo Estándar, vemos que el Big Bang expulsó no solo materia y radiación, sino las dimensiones y estructuras necesarias para que esa materia se expandiera. Así, desde la Relatividad, la física tiene claro que el Big Bang generó también espacio-tiempo, en unas coordenadas y magnitudes determinadas, no solo como matriz dimensional para el desarrollo de la materia, sino como quizás la forma "enrollada" o germinal de esa misma materia y radiación que, al curvarse críticamente, produciría efectos geométricos que nuestra razón interpreta como "cuerpos", astros, átomos, etc. Si el Big Bang generó así ese espacio-tiempo germinal, y si nuestra teoría no anda muy descaminada, es lógico suponer que también generaría, al mismo tiempo, condiciones para la existencia simultánea e ilimitada de otros universos, es decir, la dimensión (pareja) de la Simultaneidad y la Ilimitación. Y también es de suponer, por tanto, que al mismo tiempo se generarían las leyes estructurales, inmutables y eternas (como postula, más allá de la teoría, la misma observación), que darían lugar a las 4 fuerzas conocidas de nuestro particular universo, así como los principios termodinámicos que equilibrarían esas leyes entre sí (principios que hemos convenido en llamar, muy provisionalmente, dimensión entrópica, aunque deberían incluirse también conceptos fundamentales como el principio de incertidumbre, el de exclusión, y el teorema de Noether, entre muchos otros): hablamos de la dimensión (también pareja) de la
Estructuralidad y la Entropía. Pues bien, un postulado que nos gustaría avanzar claramente desde esta perspectiva, introduciendo el espinoso tema de lo que vamos a llamar las "dimensiones superiores" (o quizás deberíamos decir "dimensiones no-físicas" para no pillarnos los dedos, si fuéramos teóricos de esos a los que les importa más no pillarse los dedos que proponer soluciones creativas), es el de la "proliferación de la vida": Viene a decir lo siguiente: "paralelamente a la irradiación de materiales y dimensiones que se produjo en el Big Bang, el universo eyectó en todas direcciones y desde el principio, al mismo nivel de fuerza, presencia e importancia que el resto de estructuras y condiciones físicas, la dimensión de la Vida". DEFINICIÓN DE LA VIDA Tradicionalmente, la definición de la Vida gira en torno a dos parámetros incuestionables a nivel académico: el metabolismo y la reproducción. Esto es básicamente cierto, y realmente bastaría con esas limitaciones para seguir desarrollando una teoría dimensional que contemplara a la Vida como un "orden estructural para la expansión de la existencia". Fuera de los parámetros estrictos de la física y la cosmología, insistimos, ¿qué fuerza, qué instancia, qué campo estructural más adecuado que la Vida para expandir, e incluso medir, la existencia en todos los confines del universo? Pero nunca nos ha convencido la pobre definición de la Vida que hace la ciencia. Vida no es solo metabolismo y reproducción. Vida es sentimiento, intención, conciencia, memoria, deseo, dolor, placer, maldad, bondad, emoción, pensamiento, comunicación. Para no extendernos, agrupando todos estos términos en sus denominadores comunes, podríamos decir que Vida es, cuando menos, y además de metabolismo y reproducción, sentimiento e intención. Vida es conciencia. Volvemos a encontrarnos con los devastadores efectos de una definición constreñida hasta la saciedad por los prejuicios de lo sobreentendido, la costumbre, el tópico. ¿Qué es realmente la Vida? Se han escrito ríos de tinta sobre el tema, pero no se ha llegado a una conclusión definitiva e incuestionable. Pasa igual que con las Dimensiones y otros conceptos debatidos aquí: cuando nos ponemos seriamente a analizar los componentes de la definición, vemos que realmente no tenemos una versión consensuada. ¿Metabolismo y reproducción? Eso es lo que nos parece a nosotros, desde nuestra óptica de humanos racionales, terráqueos, animales de carne y hueso repletos de necesidades primarias. Pero ¿qué indicios tenemos para configurar el concepto de "vida" que puedan tener otras especies inteligentes que sean profundamente inhumanas? ¿Con qué autoridad nos atrevemos a asegurar que los "fantasmas" no están vivos? ¿No es una forma de vida, acaso, el comportamiento de ciertos objetos inorgánicos o construcciones mentales? ¿No está "viva" una obra de arte? ¿No ha sido el "animismo" la forma de religión primitiva más obvia y extendida de cualquier comunidad humana en la antigüedad? ¿Cómo sabemos que un astro, un cometa por ejemplo, no "piensa", no posee algún tipo de "mente", de conciencia, de intención? Tampoco tenemos una definición propicia y perfecta de lo que es la "mente", así que no podemos, en términos absolutos, ni asegurar ni descartar que una nube de gas circulando por la galaxia no esté "viva". Las estrellas de neutrones tienen unos pocos kilómetros de diámetro, pesan como una luna comprimida en un balón de fútbol, y giran a la increíble velocidad de varias veces por segundo. Traspasado cierto límite, se convierten en agujeros negros. ¿Habrá evidencia más incontestable de vida, de furia extraterrestre, de subversión? La vida es, en última instancia (Schrödinger), energía electromagnética organizada. Es cierto; pero de nuevo los videntes se nos adelantan al puntualizar que esas estructuras no son solo una cuestión de enlaces químicos o de moléculas complicadas. Ni siquiera es necesario que la energía sea precisamente electromagnética. Precisamente el abanico de posibilidades de coexistencia que abre la dimensión de la Simultaneidad permite conjeturar que puede haber mundos "habitados" no detectados, o indetectables, en medios extraterrestres físicamente (léase aparentemente) letales. ¿Qué sabemos, realmente? Max Heindel, el gran vidente rosacruz, sostenía que había "humanidades" civilizadas, por supuesto imperceptibles para nuestros sentidos, en todos los planetas del sistema solar, incluso en el mismo Sol, solo que en otros "planos paralelos" de existencia, al igual que ocurre en nuestro propio planeta. Créame el lector si le digo que ahora mismo, en su habitación, donde está leyendo este trabajo, aunque sus sentidos le digan que se encuentra solo, está probablemente rodeado por al menos una docena de seres vivos, conscientes y pensantes, habitando los distintos planos "simultáneos" de existencia que interpenetran su familiar plano físico, y la mayoría de ellos sí le perciben a usted, aunque no puedan hacerse notar. Reconozca, amigo
lector, que aunque su razón se niegue en redondo a aceptar esa delirante posibilidad, algo que llamamos "intuición", o "sexto sentido", o más propiamente "conocimiento silencioso", que es el conjunto de capacidades extrasensoriales latentes que todos tenemos, reprimidas y sin desarrollar, tanto por conveniencias político-educativas como por simple mecanismo de supervivencia, por el simple hecho de ser seres humanos, le está diciendo que sí, que no está tan solo como parece. PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL Y PERCEPCIÓN Siento que el lector se comienza a alarmar, o a perder. Y es que, claro, para ser honrado, tengo que decirle que mi formación no es la de un físico ni un biólogo, sino la un psicólogo transpersonal. Para nada conductista. Ni siquiera cognitivista. Estoy acostumbrado a las técnicas de crecimiento personal, las terapias regresivas, la meditación, los psicotrópicos, las tradiciones chamánicas, el esoterismo, las alucinaciones, la concepción de la esquizofrenia como una forma descontrolada de videncia, y sobre todo la fenomenología, que no para nada el simbolismo, de esa gran dimensión (aquí sí que estoy siendo de momento metafórico) que son los sueños. Estoy convencido, porque lo he experimentado, y porque he sido testigo de personas que lo han experimentado con mucha más claridad, de la existencia de esos otros planos de vibración perceptiva, esos mundos paralelos, esos viajes en el tiempo, esa fenomenología de la realidad que manejan los meditadores y los videntes. Y reconozco que esos vislumbres son los que me han decidido a abordar las propuestas sobre distintas dimensiones físicas de las hemos hablado hasta ahora. Pero también cuenta mi amor por la astrofísica. Hasta el punto de que pienso que no hay materias hoy día más cruciales para el entendimiento de la realidad, tanto filosófica como científica, disciplinas más fascinantes y ricas de contenido, que la Física de Partículas y la Psicología de la Percepción. Pienso que cualquier físico que haya abordado las paradojas del universo cuántico, con las implicaciones de la relación entre observador-observado a la cabeza, quizás como principal ramificación del colosal despliegue de misterios que nos abre el principio de incertidumbre, estará muy cerca de mi postura. Sinceramente, los videntes y místicos más agudos que he encontrado hoy en día se hallan más en los laboratorios de física que en los templos de oración, o mucho menos en los confesionarios o los enseñantes de religión. Pero al mismo tiempo, son ellos mismos los que más demandan una formación sucinta en los prolegómenos de la Psicología de la Percepción, conscientes de que hay algo inherentemente mental, inmaterial, ilusorio, inaprehensible, condicionado por la intención y la conciencia, en la mecánica cuántica y el universo necesario para la teoría de cuerdas. Las matemáticas de Wheeler nos llevan a un microcosmos en ebullición, con textura de burbujas, entramados, puentes, túneles, agujeros-de-gusano, mallas, un laberinto de espuma, de fibras que se mueven incesantemente. Los filósofos de la ciencia hurgan en la resonancia de estas imágenes o en la estética de las formulaciones cuánticas. Pero los videntes nos dicen que en realidad no necesitamos microscopios. Hemos visto muchas veces, quizás incluso lo vemos continuamente, el entramado subatómico y la esencia energética de la realidad, pero lo que ocurre es que “no somos conscientes de ello”. Por eso, cuando por fin “rasgamos el velo”, reconocemos algo que nos era infinitamente familiar. Solo existe un inmenso, multiforme, omnipresente y eterno “aquí y ahora”. Lo demás son trampas y confusiones de nuestra sintaxis. En los albores, pues, Dios lo quiera, de una nueva era en la que los dos extremos se tocan y por fin parece que es precisamente a través de la razón y de la ciencia estricta como llegamos al espíritu, cualquier postura excesivamente materialista está en franco descrédito y retroceso. Autores como Fukuoka, Krishnamurti, Sivananda, Suzuki, Stephen LaBerge, Fritjof Capra, Bohm, Theilhard, Bergson, Grof, Hoffman, Moss, etc, se vuelven indispensables. El mismo Paul Davies tiene libros maravillosos (otros no tanto) sobre esta síntesis revolucionaria. Creo que todos ellos, al tiempo que suscribirían esta necesaria unión entre cultura intelectual e iluminación espiritual, estarían de acuerdo con el postulado que, como consecuencia de lo que estoy diciendo, y como antesala de lo que voy a decir, podemos resumir en los siguientes términos: "Hay vida en los seres inanimados, inorgánicos. La vida no es solo atributo de los seres orgánicos, con metabolismo y reproducción." VIDA INORGÁNICA Y ESTRUCTURA Merced precisamente a la calidad de interpenetración entre mundos paralelos a que da lugar la dimensión
de la Simultaneidad, hay objetos materiales inanimados, inorgánicos, que pueden estar perfectamente "vivos". Pues cuando hablamos de simultaneidad e interpenetración no debemos suponer un universo asépticamente pegado o entretejido a otro en patrones simples y matemáticos como una red de pesca. Éste es el mismo error de simplificación y reduccionismo que el que nos induce a pensar que las mareas de rayos cósmicos y neutrinos que atraviesan la tierra lo hacen de manera aleatoria, lineal, sin ningún tipo de información estructural. Nuestros instrumentos solo registran que esos neutrinos "pasan por aquí", quizás en tal cantidad o a tal velocidad, pero nada más. No tienen forma de registrar la forma estructural que tienen esos neutrinos. Como cualquier otra entidad, los neutrinos participan también de la dimensión de la Estructuralidad como participan de la del Espacio-Tiempo, de la de la Simultaneidad o también probablemente de la de la Vida. Así que de la misma forma que necesitamos distancia para captar la forma de una nube (que solo nos parecería un informe mundo de niebla si la miramos de cerca), o de la misma forma que la hormiga solo percibe rugosidades informes al caminar por la delicada estructura de una mano humana, ¿qué objetividad podemos tener nosotros acerca de las formas y estructuras en que se distribuyen, ya no digo los neutrinos, sino las mil y un formas de materia y energías exóticas o invisibles que atraviesan nuestro mundo físico y forman la miríada de mundos inorgánicos, paralelos, astrales, a que da lugar la dimensión de la Simultaneidad? Hay exquisitos tratados en la literatura ocultista, o en la teología tántrica, explicando la mecánica de estos procesos. Cómo por ejemplo un hechizo, una oración, una decisión, una promesa, un hecho específico, un fuerte deseo intencional y mental, crea una estructura de energía (exótica) que impregna ciertos objetos trasmitiéndoles verdadera intención (vida). Cómo son las muchas clases de seres inorgánicos, terrestres o no, que habitan entre nosotros, con sus intenciones, conocimiento, civilización, etc, y que con unos nombres u otros han formado desde nuestros ancestros las sagas de seres inmateriales, mitológicos y mágicos de nuestro acerbo cultural. Imagínese la dimensión de la Estructuralidad como una red de planos o membranas abstractas pero reales, espacio-temporales, infinitas y eternas (con la sola limitación impuesta por el absurdo conceptual del infinito, como vimos en su momento, y curiosamente por la misma dimensión de la Ilimitación), impregnando cada rincón del multiverso para inocular a cada entidad, a cada ser vivo, a cada partícula, sus inevitables e irreductibles características formales. Entiéndase esta condición de "formalidad" como una identidad, múltiple o individual, de moldes. Todo tiene un molde. Cada especie animal o vegetal. Cada piedra. El molde humano es una estructura real: es la suma ideal de todas las características humanas; y cualquiera que "fortuitamente" llega a visionarlo, inmediatamente lo confunde con una divinidad. No pretendemos convencer al lector de la existencia de esos "moldes", pues esto exigiría un tratado aparte de explicaciones. Nos contentamos con sembrar en él la vislumbre, la concepción de una posibilidad que, aunque se halle aún muy lejos de las sospechas científicas, puede ser real. Hay estructuras por todas partes. Nada es etéreo e informe. Si dispusiéramos de aparatos para medir los muones y neutrinos que pululan por nuestra habitación, o de las partículas exóticas o super-simétricas que nos rodean, concluiríamos que tales partículas están "dispersas" casi de forma aleatoria, pues nuestros detectores no dan para más. Pero la dimensión de la estrucutralidad dota de formas inimaginables a todas y cada una de esas partículas. Todas ellas forman parte de alguna estructura, de alguna entidad que no llegamos a visualizar, a contener, a captar. A estas alturas, por poner un ejemplo, la radioactividad dispersa en los alrededores de Chernobil se ha agrupado ya, allí donde nuestros contadores geiger solo resgistran mayor o menor cantidad de "clics", en verdaderas huestes de seres inorgánicos, ansiosos por parasitar algún animal biológico orgánico para desarrollar sus moldes cancerígenos, que es su manera natural de acceder al plano físico. La mayoría de las enfermedades son "miasmas": sutiles estructuras inorgánicas devoradoras de conciencia. ¿Se han preguntado alguna vez por qué a los fantasmas, zombies, y monstruos oníricos, les gusta tanto asustarnos? La respuesta es bien sencilla: porque se alimentan de la energía que irradian nuestras emociones, y la mayor de ellas es desde luego el miedo. Lástima que, hasta ahora, los prejuicios científicos y el fundamentalismo de las religiones oficiales, así como el poco rigor de las escuelas esotéricas, y el gran tanto por ciento de personajes fraudulentos que las sustentan haya hecho imposible la credibilidad de estas descripciones. Insistimos en que esos embaucadores constituyen una aplastante mayoría, pero quizás esto es así no solo por su egoísmo o por nuestra ignorancia sino por la manipulación malintencionada de determinadas sagas de conciencia inorgánica que cohabita con nosotros en este planeta, y a las que les "interesa" que nos perpetuemos en nuestro desconocimiento; pues, todo hay que decirlo, el hecho de que estemos tan indetectablemente
acompañados no supone una condición necesariamente idílica: los instintos predatorios siguen vigentes en la mayoría de esos mundos "paralelos". Lo único que cambia es el botín perseguido: en nuestro mundo es el dinero; en el de ellos es la energía y la conciencia. Y, créanme: nuestras ciudades no son otra cosa que los "gallineros" donde otras especies inorgánicas más evolucionadas nos explotan y devoran de la misma forma que nosotros hacemos con las gallinas. Pues por aterrador que sea, lo cierto es que por desgracia la guerra, la violencia y el exterminio son más comunes en el cosmos que el amor y la fraternidad. Hablamos de la Era de Acuario, y de la esperanza de que el panorama pueda cambiar en el futuro. Debería hacerlo. Y no solo por la convergencia científica, sino por un imperativo de corte evolutivo: vamos a tener que echar mano de todas nuestras nuevas posibilidades perceptivas y dimensionales si queremos salir del atolladero político-ambiental en que nos encontramos. Pero, sin profesar en absoluto ningún catastrofismo religioso, verdaderas histerias colectivas, cuando no malignos suicidios en masa, no somos optimistas. Lo cierto es que no hay otra forma de explicar, a estas alturas, la ausencia de señales extraterrestres reales (nos referimos al famoso "pero entonces ¿dónde están?") que no sea la tendencia natural de toda civilización inteligente al auto-exterminio por estupidez. Tarde o temprano tendríamos que madurar, hacernos mayores, y asumir la terrible responsabilidad de vivir en un universo tan versátil como bestial, tan prodigioso como terrorífico. En gran medida, lo cierto es que es demasiado duro poder percibir la realidad tal como es, y de ahí los fabulosos mecanismos represivos que nos lo impiden. Pero, en fin, de momento todo eso es harina de otro costal. Volvamos a la discusion sobre la vida. Y con estos antecedentes, reflexionemos ahora sobre lo que significa estar vivo. Hemos de ampliar la definición clásica según la cual solo está vivo el ser que metaboliza y se reproduce. No. Según nuestros nuevos esquemas esta vivo cualquier ser que percibe, siente y actúa con intención. Cualquier ser que tiene conciencia de ser. VIDA Y CONCIENCIA De hecho, la Vida y la Conciencia son las dos caras de una misma moneda. Y hay aquí una EC parecida a la del tiempo y el espacio. Ambas son dos dimensiones que se pueden concebir independientemente la una sin la otra, pero que en la práctica van unidas. Podría, por un lado, imaginarse Vida sin Conciencia: una célula simple, sin salirnos de lo orgánico, está claramente viva, pero es más que dudoso que tenga Conciencia. Podría, por el otro lado, decirse también que el alma de un difunto, ya puestos a clasificar metodológicamente esas dimensiones, está consciente pero no está viva. En efecto, un análisis superficial nos invitaría a separar ambas dimensiones, pero en profundidad la Vida y la Conciencia son (dos dimensiones) inseparables. Hasta la célula más simple de nuestro organismo es, de maneras difíciles de concebir para nuestra razón, consciente de ser, de su individualidad; percibe, siente y actúa con intención, que son los tres atributos con los que hemos venido a condensar la esencia del estar vivo. Asímismo, también podríamos llegar a demostrar que lo que normalmente llamamos Muerte no lo es en absoluto desde puntos de vista más amplios y profundos, precisamente porque la cesación de actividad orgánica es solo un escalón en un proceso de vida con otros contenidos dimensionales. Existe por cierto la Muerte, pero es de otra clase, en otro plano, mucho más absoluta y clara. En fin. Ya sé que todo esto pueden parecer barbaridades a quien no esté acostumbrado a tratar estos temas. Y me temo que tal puede ser el caso de los serios académicos que pueden haber estado leyendo con cierto interés las propuestas dimensionales de la 1ª parte del trabajo, la dimensiones físicas, y que ahora se sienten confundidos o defraudados. Pero repito que no lo son, no son tonterías ni discusiones desacostumbradas para los psicólogos transpersonales. No solo para esta rama de la psicología, sino para toda esta ciencia en general, el tema de la conciencia es capital. Íntimamente ligado a la percepción y a la intencionalidad, pero aún a años luz de una definición definitiva. Queda mucho para que todas sus categorías, relaciones mentales, cerebrales, neurológicas y comportamentales queden no ya unánima sino siquiera científicamente establecidas. Así que sería ocioso y agotador centrar demasiado la discusión en estos extremos. DIMENSION DE LA VIDA Y PRINCIPIO ANTRÓPICO Otro tema no menos apasionante que se plantea al hilo de esta discusión es la terminante respuesta que una tal concepción de la Vida como Dimensión da al espinoso asunto del Principio Antrópico. Pues piénsese
esta paradoja en los siguientes términos: si la Vida, y por ende la Conciencia, que son los atributos que presumiblemente nos hacen humanos por encima de todo el cúmulo de probabilidades en contra que nutren la filosofía del Principio Antrópico, son inevitables, comunes y omnipresentes en el cosmos, ¿qué tiene de especial entonces el ser humano? Fueran cuales fueran las leyes y constantes surgidas a partir de los procesos del Big Bang, siempre habrían acabado por generarse especies inteligentes, o al menos vivas y conscientes. Si ampliamos el concepto de Vida en los términos debatidos anteriormente, aun en un cosmos dominado por condiciones extremas de gravedad, calor o distorsiones espacio-temporales, se abriría camino la Conciencia. Eso sí, lo haría en cuerpos, en seres, en especies tan inconcebibles como imposibles desde nuestra perspectiva humana, desde nuestra pobre definición de Vida. ¿No es ésta, pues, una solución más lógica y elegante al incómodo dilema del Principio Antrópico? Nadie se preocupó de ajustar finamente los parámetros y constantes de ningún universo, porque en todos y cada uno de los trillones de universos generados en el Big Bang, todos ellos interpenetrados en la dimensión de la Simultaneidad, todos ellos inoculados por las inevitables dimensiones de la Estructuralidad y de la Vida, han acabado apareciendo seres pensantes, intencionales, vivos. Así de simple. Desaparece de un plumazo toda la controversia, toda este estéril y tendencioso veneno del Principio Antrópico, que amenazaba devolvernos a la Edad Media, a las imágenes "homo-céntricas" de un absurdo cosmos hecho a nuestra imagen y semejanza. En absoluto. Solo había que ampliar la definción de Vida para ponernos en nuestro sitio: una minucia, una infinitesimal excrecencia sin importancia entre los infinitos mundos vivos y conscientes que nos rodean. Por favor. Seamos realmente científicos. Es más lógico suponer que hay vida consciente en los medios más extremos, a creer que el universo ha sido creado "para" nosotros. Menuda presunción. Menuda salida de tono. Es imperdonable. Y así, cuando por fin nos encontremos con esos seres inorgánicos, cuando por fin podamos comunicarnos con toda esa ingente variedad de inconcebibles formas de vida que pueblan el multiverso, más vale que escondamos el Principio Antrópico bajo tierra, porque si descubren que una cosa así nos ha tenido preocupados en los albores de la física cuántica, se van a reir a carcajadas durante eones. Qué vergüenza cósmica. TERCER RESUMEN Retomando el hilo, y apuntando ya a algún resúmen, habría que dejar claro, pues, que, de haber algo, un orden estructural, una EC con las dimensiones hasta ahora propuestas más allá de las dos últimas que hemos encontrado en la esfera de lo estrictamente físico, a saber, las dimensiones de la ELD y la entropía, esas nuevas dimensiones serían la Vida y la Conciencia. Asímismo, queremos dejar establecido que también hay una EC entre la dualidad encontrada entre las dimensiones del tiempo y el espacio, o entre la simultaneidad y la ilimitación, o entre por último la estructuralidad y la entropía, y la dualidad que existe entre la Vida y la Conciencia, en el sentido, repetimos, de que, aunque ambas son dos dimensiones que se pueden concebir independientmente, responden en el fondo a una misma entidad inter-relacionada y prácticamente inseparable. Y, no solo como ejercicio de apertura mental, sino como propuesta de una realidad que va más allá de todo lo concebido hasta ahora, y que podría ser quizás la respuesta a muchas de las grandes paradojas plantedas por la física de partículas, el tiempo lo dirá, estamos convencidos de que esta dimensión, la Vida/Conciencia, informa todos los estamentos del universo conocido y por conocer, al modo de una gran oleada de energía o de un omnipresente campo que irradió desde el Big Bang en igualdad de condiciones que las otras dimensiones y órdenes estrcuturales, hasta el punto de que podríamos afirmar, atención, como ya lo han hecho algunos videntes, que hasta las mismas partículas elementales, las últimas fibras de energía que constituyen las bases de la materia, están vivas y conscientes de ser. ETERNIDAD Y PARTICULAS ELEMENTALES Y también son eternas. ¿Cómo es esto? Veamos. A lo largo del trabajo hemos estado tentados muchas veces de atribuir a la "eternidad" carácter de dimensión, y añadirlo sin más a la lista de las seis dimensiones físicas discutidas. Si no lo hemos hecho es porque entendemos que la "eternidad" ya está contenida en la misma dimensión del espacio-tiempo, o bien en la Simultaneidad / Ilimitación. En esa dirección apuntaba la expansión permitida implícitamente en la coordenada o magnitud temporal de esa dimensión: infinitud y eternidad eran las dos
consecuencias naturales del multiverso simultáneo, abierto "ilimitadamente" hacia lo grande, hacia lo pequeño, y hacia el eterno presente, que es, dicho sea de paso, el estado natural de la luz. La razón que nos impulsa, pues, es de corte "simétrico". Pues sería difícil concebir aisladamente la dimensión de la Eternidad sin la contrapartida inmediata del equivalente, conceptual y matemático, del espacio: la Infinitud. Y, como por las mismas, sería difícil sustraerse al imperativo de atribuirle infinitud a todo lo eterno, entraríamos de lleno en el problema de imaginar partículas elementales infinitas también en el espacio. Éste es un problema para el que no nos hallábamos preparados, habida cuenta del estado actual de las cosas en la teoría de cuerdas. Me explico: ahora mismo resulta inconcebible cualquier imagen de las cuerdas que supere, no ya la longitud de Planck, sino las dimensiones mismas del quark, las partículas elementales más pequeñas conocidas. Quizás en un futuro sea posible traspasar esas fronteras y, como sospechan algunos teóricos anatemizados, así como los nuevos videntes, sean realmente infinitas las cuerdas, no en tamaño, por supuesto, pero sí en extensión. En ese hipotético estado de cosas si sería entonces posible reconsiderar el carácter dimensional de la infinitud y la eternidad como otro par de dimensiones físicas distintas del espacio-tiempo. Pero de momento es pronto. Preferimos considerar esos dos conceptos como atributos o magnitudes u horizontes o bien de las dimensiones del Espacio y del Tiempo o bien de las de la Simultaneidad y la Ilimitación. La objeción que podría ocurrírsele a algún lector de que "sí hay base para considerarlas dimensiones independientes porque el espacio-tiempo tiene un límite en el actual modelo de universo en expansión, mientras que por esencia la eternidad y la infinitud no lo tendrían", es contrarrestada inmediatamente por la observación de que, de todas formas, como no hay eternidad sin tiempo, ni infinitud sin espacio, nunca podrían superar los límites del actual universo en expansión, ya que es precisamente el tiempo y el espacio lo que se expande, ya sea que pensemos en un marco de un solo universo o en un marco de multiversos simultáneos e ilimitados. En todo caso, no creo que el concepto de partículas elementales no eternas sea capaz de resistir mucho más tiempo los embates de los físicos teóricos, a poco que hurguen algo más en el sentido de por qué si lo son, entonces, las leyes que las gobiernan, tema que ya tratamos anteriormente. Así que, aunque solo fuera como juego mental, me atreveré a transmitir al lector la imagen que tenemos de las partículas elementales, es decir, lo que a nosotros nos parece que son: cuerdas, pero no exactamente cilindros enrollados, sino fibras extradelgadas de materia exótica y longitud infinita, y en número tal vez también infinito, formando anillos cerrados infinitos, porque dan la vuelta entera al cosmos, y eternos, porque siempre han estado ahí y siempre lo harán, todos ellos además vivos y conscientes de ser. Suena delirante ¿no? Y contrario a la evidencia científica. Bueno. Hemos propuesto definiciones para todo tipo de conceptos carentes de ellas, y no podíamos resistir la tentación de avanzar también una definción personal de "partícula elemental". Ésa es la nuestra. Y ya veremos. Repito que para el propósito de este trabajo, que es establecer qué son las dimensiones y cuántas hay, no hay necesidad de manejar un concepto tan audaz de partícula elemental. Basta con apuntarse al carro de los quarks y los leptones, o de las super-cuerdas, que ya son de por sí conceptos harto atrevidos y complejos. Lo único que sí hemos insistido en descartar categóricamente es la idea de los objetos puntiformes y de singularidades con densidad infinita, así como, ya no tan categóricamente pero sí con énfasis, la idea de cuerdas como objetos unidimensionales (en el concepto clásico de dimensiones) o de branas que, entendidas como planos puros bidimensionales, den lugar a otras dimensiones al estar enrolladas. Merece la pena, no obstante, abordar, aunque solo sea tangencialmente, dos enigmas relacionados con el tema que nos ocupa, antes de continuar. Ambas son cuestiones que deberían desarrollarse en su debida y formidable extensión, pero baste consignarlas aquí de momento para hacernos reflexionar más profundamente en el concepto de "partículas elementales". Las dos cuestiones son el "experimento de la doble rendija" y la "conciencia del fotón". EL EXPERIMENTO DE LAS DOS RENDIJAS Dos rendijas. Y un electrón. Dicen que si la rendija es una, no hay onda: es la distribución de un chorro de luz. Que también ha de ser ondulatorio, pues no hay desplazamiento subatómico que no sea ondulatorio. El típico "haz de linterna" es una forma cónica de onda. El problema no es, pues, por qué las dos rendijas producen ondas. Lo que producen son interferencias, que no las puede haber en un chorro uniforme. En ambos casos hay un desplazamiento de electrones en formas de paquetes de ondas. Ondas que ocupan un
campo, que no son puntuales. Por eso el electrón detecta si hay una o dos rendijas: porque es un campo. Cuando disparamos un electrón disparamos un campo. Pero ese campo ¿es cilíndrico, como se esperaría de la concentración del haz sobre las rendijas, o es inevitablemente esférico, y el campo es entonces disparado en todas direcciones? Pues por muy excatamente que dirijas un electrón en determinada dirección ¿cómo sabes que toda su información no se está irradiando en todas direcciones? En una versión del experimento, las dos rendijas están enfrentadas, y la fuente de electrones en medio: imagínese una lámpara esférica con dos rendijas en caras opuestas; cuando la bombilla se enciende, ha de existir un patrón de inteferencia también entre las dos bandas recogidas en los detectores, por muy infinitesimalmente pequeño que sea. La Topología de las partículas se acabó convirtiendo, y con razón, en la disciplina capital. La forma del campo del electrón es la forma del electrón, por mucho que se manifieste como un suceso concreto. Sea esférico o cilíndrico, el campo-cuerpo del electrón, del que la función de onda de Schrödinger es tan solo una descripción matemática, ese ejército de fotones virtuales en ruidosa procesión, sigue siendo, por tanto, un absoluto misterio. LA CONCIENCIA DEL FOTÓN Que no es cuestión baladí. Einstein mismo asegura que fue el desencadenante de sus primeras reflexiones relativistas. Veamos, pues. Partamos de la base de que para alguien que viaja a la velocidad de la luz (c), el tiempo no existe, no transcurre, es un constante y eterno "presente". Pero si no hay experiencia del tiempo ¿cómo se puede experimentar el espacio, o cualquier otra cosa? ¿Cómo sabe ese alguien, pues, que ha estado en Andrómeda y ha vuelto, por poner el caso de un viaje tal? Nosotros sí lo sabemos, porque han transcurrido 40 años desde que se fue. Pero ¿cómo lo sabe él? Sobre todo, si no ha parado ni para hacer escala allí, es decir, si no ha disminuido ni un ápice su velocidad. Pongamos el caso del vidente-soñador que asegura haber estado en la nebulosa de Orión, y haber vuelto, en una sola noche. Supongamos que trae información fidedigna de los sistemas estelares de aquella zona, de tal forma que demuestra científicamente que ha estado allí. Como no se puede ir más rápido que c, la única solución es agarrarse al caracter (cuántico, y sobradamente contrastado por los experimentos sobre "entrelazamiento", Aspect y demás) "no-local" de la realidad que nos rodea. Pero sigue siendo más interesante el caso del viajero que no ha hecho escala, que no ha parado ni para traer pruebas: ¿qué conciencia puede tener del tiempo y del espacio?. Éste es el misterio fundamental. Y, ya puestos, no hace falta recurrir a ninguna conciencia humana. El fotón mismo, sostienen los videntes, es "consciente de sí mismo". Y aunque seguramente el concepto de fotón y de conciencia sean muy distintos a los habituales, el hecho es que completan la proposición diciendo que "todas y cada una de las fibras que forman la esencia energética del mundo es eterna, infinita, y consciente de sí misma". Resolveríamos muchas arduas paradojas de la física cuántica (como la respuesta instantánea de los entes entrelazados, o como el colapso de la función de onda cuando hay observación o medida, o el principio de incertidumbre mismo) si admitiéramos una posibilidad tal; pero de momento utilicemos esa "fantasía" solo como herramienta de trabajo para no tener que personalizar al viajero interestelar. A efectos de elucubración mental, pues, supongamos que el fotón mismo tiene conciencia. La pregunta sigue en pie: ¿cómo experimenta el tiempo? La tentacion inmediata es por supuesto atribuirle caracteristicas humanas, como la memoria, y volver a imaginar el proceso: Así, al instante siguiente de llegar de su viaje aparecerán en su memoria las imágenes de Orión, probándole a él mismo que ha estado allí. Pero no. Aunque un fotón tenga memoria, que ciertamente la tiene, pues conserva una información cuántica que puede ser extraida de él, no la maneja como un humano. Principalmente porque un fotón verdadero no para nunca, no se detiene nunca a repasar el estado de su información-memoria. Acaba de llegar de Orión, rebota en un espejo en la Tierra, y emprende otra vez el camino a Orión, quizás rebotando una y otra vez en un proceso que a nosotros nos parecería larguísimo, casi eterno, pero que a él seguirá pareciéndole inexistente en el tiempo. ¿Inexistente o infinitamente pequeño? Quizás sea útil la distinción. Pues lo que nos dicen las fórmulas relativistas es que el tiempo se hace infinitamente corto a velocidad=c. No cero. El truco, como de costumbre, está en los infinitos. También dicen las fórmulas que la masa se hace infinitamente grande a la velocidad de la luz. Pero como la masa del fotón es cero en estado de reposo, ¿qué hemos de entender? ¿Qué masa real tiene un fotón, si siempre está viajando a la velocidad límite? ¿Es que el vacío no es un medio absolutamente vacío?. ¿Cómo puede siquiera existir en el espacio una partícula que estamos viendo que no existe en el tiempo?
Ensalada de paradojas para cenar. Resulta que la fuerza quizás más presente en el universo, el electromagnetismo, está formada por unas partículas que matemáticamente no pueden existir, y que, desde su conciencia, no habitan ni en el espacio ni en el tiempo. ¿Cómo se come esto? MAGNITUDES, FUNCIONES Y CATEGORÍAS DE LA VIDA. RECAPITULACIÓN Volvamos a la dimension Vida/Conciencia. Es hora de determinar si esas dos funciones estándar, el metabolismo y la reproducción, son magnitudes equivalentes a las tres psicológicas: el sentimiento, la percepción y la intencionalidad. En primer lugar, si entendemos función como propósito, no parece adecuado sostener que las cinco instancias susodichas, ni siquiera las dos primeras, sean funciones de la Vida. La función de la Vida es la de cualquier otra dimensión: "dotar de un campo estructural al ser para expandir su existencia (y también de unos parámetros a la mente humana para que esa expansión pueda ser medida, calibrada; no olvidemos que en la etimología de la palabra dimensión está implícito el concepto de medición, lo mismo q ocurre, por cierto, con el concepto de "simetría gauge") Dentro de esa función u objetivo trascendental, esencial, el metabolismo y la reproducción, así como el sentimiento, la percepción y la intencionalidad, son magnitudes necesarias para toda forma vida orgánica; aunque las dos primeras pueden faltar en el caso de la vida inorgánica. Habíamos definido "magnitudes"como "parámetros constituyentes para la definición y medición de los elementos de una dimensión", y en ese sentido queda abierta la discusión de si hay realmente una EC entre las magnitudes de por ejemplo el espacio-tiempo y las magnitudes atribuidas a la Vida/Conciencia. ¡Ojalá hubiera incluso una EM! Otra cosa distinta, entonces, son las clases o categorías de Vida/Conciencia; que, en principio, son 4: mineral, vegetal, animal e inorgánica. Aunque cualquier vidente especializado haría las delicias del oyente explayándose en las distintas sub-clases de vida inorgánica existentes, tanto en este planeta como en otros. De hecho, muchos sostendrían con énfasis que es mucha más la variedad de formas de vida entre los seres inorgánicos que entre los orgánicos. En resúmen, ¿cómo integraríamos ese nuevo par de dimensiones en nuestro esquema teórico? Sin duda, a continuación de las demás, en cualquiera de las dos alternativas manejadas, según incluyamos a la Materia / Energía o no: 1-2: Materia - Energía Espacio - Tiempo 3-4: Espacio - Tiempo Simultaneidad - Ilimitación 5-6: Simultaneidad - Estructuralidad Estructuralidad - Entropía 7-8: Vida - Conciencia Vida - Conciencia
7. HACIA LOS ESQUEMAS DE 10 DIMENSIONES LA DIMENSIÓN MENTE/ESPIRITU En fin, vamos a contemplar la posibilidad de incluir un par (binario) de dimensiones más, de orden superior, aun a costa de abusar ya claramente de la paciencia de los científicos serios, y arruinar por tanto nuestros últimos vestigios de credibilidad, en principio por tres razones: 1º, por sintonizar con los ordenamientos al respecto que hacen, casi de manera unánime, los sistemas teosóficos y ocultistas. 2º, por alcanzar ese paradigmático número 10 que parece tener tanta significación en las construcciones matemáticas de la teoría de cuerdas y topologías afines. Y 3º, porque no basta con estar "vivo y consciente" para poner en órbita engendros como el Hubble y el COBE por simple curiosidad científica. En efecto, como cualquier filosofía establecería una diferencia cualitativa de primer orden entre la "conciencia de ser" y la "inteligencia", nos vemos abocados a explorar la posibilidad de considerar a la "mente", o lo que los esoteristas llaman el "plano mental", como una dimensión más. Y como también ha de ser doble, dual, en probablemente el mismo sentido, la misma EC, que es dual la dimensión de la Vida / Conciencia (es decir, en que son dos aspectos, dos lecturas de una misma realidad), conjeturamos que solo el Espíritu puede ser la contraparte de la Mente.
¿Qué es la Mente? ¿Qué es el Espíritu? Ofenderíamos al Conocimiento si aquí también nos atreviéramos a proponer definiciones nuevas. Suscribimos las que figuran en cualquier diccionario de Filosofía. Admitimos que ahora nos movemos por terrenos totalmente especulativos e intuitivos. Pero sostenemos, aun así, la condición de EC que creemos que existe entre las dualidades dimensionales debatidas en el trabajo y la que existe entre Mente y Espíritu. Pues, al igual que ocurría con la Vida/Conciencia, parecería en principio fácil separar una de la otra: Mente hace referencia a la razón, el lenguaje, la inteligencia, la representación simbólica, el pensamiento en fin, una dimensión que convierte a ciertos seres vivos y conscientes en algo más. En un rizo aún más complejo de los designios de la creación, la existencia parece valerse de un orden estructural más especial para evolucionar y expandirse, que es de lo que se trata: las herramientas de la razón, la actividad mental. Desde luego, incluso parece fácil decidir que se trata de una dimensión no solo distinta de la vida, sino más tardía e incluso dependiente, supeditada a ella, pues cómo habría de tener mente un ser que ni siquiera esté vivo o consciente de ser. Por contra, se pueden imaginar todo tipo de fórmulas de vida no pensantes, sin lenguaje ni figuraciones abstractas. Pero nuevamente, la apariencia es solo precisamente para nuestra razón, pues no tenemos manera de saber si realmente "no piensan" otros seres vivos como los insectos o las plantas. La psicología no tiene claro, sin ir más lejos, el mismo concepto de "mente", y lo único que parece tener claro es que es inseparable de los procesos de pensamiento y lenguaje. Así que, en aras de una provisional claridad, o quizás del sentido común, vamos a sentar esta clasificación de las dimensiones sobre la base de que efectivamente son dos órdenes distintos, la vida y lo mental, y sobre esa base procedamos a disertar sobre la otra faz de esa dimensión, el espíritu. EL ESPÍRITU ¿Por qué lo asociamos? No tenemos respuestas convincentes. Estamos ya, francamente, en un terreno altamente especulativo. Apelamos, eso sí, por un lado nuevamente a las EC que intuitivamente establecen los principios de simetría, y por otro a la división primordial que existe, aunque la ciencia no lo tenga claro, entre lo cognoscible y lo incognoscible. El Espíritu tiene que ver, o más bien está parametrado por unas magnitudes que, así como en el caso de la mente eran principalmente el pensamiento y el lenguaje, son en este caso lo que no tenemos otra forma de llamar que no sea el "conocimiento" y el "silencio". Así, humano e inhumano, cognoscible y incognoscible, razón y conocimiento silencioso, forman un tandem dual que informa toda una otra dimension de la existencia, que quizás entreteje o atraviesa como una banda estructural otros mundos y otras "humanidades", pero de la que es difícil hablar precisamente porque incide ya, al menos en uno de sus extremos, en un misterio tan irresoluble, o del mismo orden, que el principio de incertidumbre: de la misma forma que, por esencia casi matemática, no podemos conocer ciertos parámetros de la naturaleza, no hay manera humana de penetrar en ciertos misterios de la existencia. ESQUEMAS RESULTANTES DE 10 DIMENSIONES Sea como sea, se acerca el momento de abordar seriamente el primer borrador del pequeño tratado sobre la Teoría de las Dimensiones (no parece que vaya a encontrar muchas más "definiciones" conceptuales), y ante la previsión de suspender las reflexiones hasta solucionar mis batallas personales (con la ineludible dimensión del Infierno), vamos a dejar constancia, exponiéndolos para ser deliberados con el reposo de la distancia, varios eskemas posibles de las distintas combinaciones en que un mundo de 10 Dimensiones podría ser posible. Nos decantamos porque sean precisamente 10, y no 11 o 12 o 23 o 48, por pura arbitrariedad intuitiva, porque tenemos la impresión de que los matemáticos también sienten predilección por esa cantidad en concreto. De hecho, en la magia de las matemáticas, en los cálculos de Minkowsky, Kaluza y demás, hubo un momento en que que las fórmulas y sus soluciones, y sobre todo en el contexto de la mecánica cuántica, parecieron empezar a prometer resultados muy "redondos" si, en vez de 3 o 4, pudiéramos operar bajo el supuesto de que el universo tiene 10 dimensiones. Y el tema es que yo comparto decididamente esa intuición matemática, pero sin embargo no estoy de acuerdo en dónde se han ido a buscar los teóricos esas supuestas dimensiones adicionales: en el "enrrollamiento" infinitesimal de las dimensiones espaciales existentes. Ahí es donde disiento. Creo que la estructura es a la vez más sencilla y
más bella. Y que todo depende de lo que entendamos por Dimensión. De momento, según la definción sucinta manejada, a saber, "dimensión" es cualquier dirección en la que se expande la existencia, hemos propuesto un eskema inicial de 10 dimensiones emparejadas en dualidades, que es el siguiente: 1. Espacio 3. Simultaneidad 5. Estructura 7. Vida 9. Mente
2. Tiempo 4. Ilimitación 6. Entropía 8. Conciencia 10. Espíritu
Pero hay otras posibilidades. Pues estamos partiendo de la base de que la "dimensión" es, de todas formas, un "marco" conceptual, ya sea que le llamemos "orden" o "dirección" o "posibilidad" o "eje ontológico" o "estructura", que encuadra a algo que estamos entendiendo como la "existencia", pero que al fin y al cabo son los elementos constitutivos del cosmos, aquellas "entidades" precisamente a enmarcar dentro de las dimensiones: hablamos en definitiva de la materia, las partículas, los seres. Ahora bien:¿se puede realmente hacer distinción entre la materia y las dimensiones que la enmarcan en la existencia, en la realidad? Si "dimensión" es cualquier posibilidad en la que se puede plasmar la existencia para desarrollarse, ¿no marcarían también una "dirección" la misma materia y la energía? Vamos, pues, a proponer varias combinaciones nuevas, en plan borrador sin rigor metodológico ninguno, sin valor epistemológico por tanto, solo por abrir la mente y considerar un máximo de posibilidades, partiendo del hecho de que buscamos los elementos primordiales, constitutivos, de la existencia, los parámetros últimos, básicos (arbitrariamente 10) que el Big Bang debió de irradiar en su inicio, en su esencia, para dar lugar al universo que observamos. Veamos algunos cuadros, y luego intentaremos, a posteriori, establecer las debidas relaciones con los elementos básicos y con las definiciones operativas de las dimensiones. Una 1ª sería ésta: 1. Materia 3. Espacio 5. Estructura 7. Vida 9. Mente
2. Energía 4. Tiempo 6. Simultaneidad 8. Conciencia 10. Espíritu
Partículas, Luz, Constantes, Fuerzas, Interacciones, Naturaleza, Vacío, Temperatura, Matemáticas, Lógica, Razón, Conocimiento, Percepción; en fin, todo el acerbo de elementos y entidades más básicos de la existencia habrían de estar "contenidos" de alguna forma u otra en las 10 Dimensiones que propongamos: ése es el desafío. Ya no buscamos tanto los "marcos" de desarrollo de la materia, repetimos, sino las "formas" distintas posibles en que la existencia misma se desarrolla, y en este sentido, la Materia misma es una de ellas. Por eso es tan importante la definición operativa que elijamos para entender qué es una "dimensión". Llegamos a un punto en que tenemos que hacer Ontología pura, y tomar una decisión de principios: o distinguimos entre "elementos constitutivos" de la existencia y "estructuras de desarrollo" (la materia, por un lado, se desarrolla en el espacio-tiempo, por otro), o consideramos ambas cosas como "posibilidades" o "plasmaciones" o "expresiones" o "formas de existencia y desarrollo" de un mismo principio o esencia, que sería el Ser mismo. Tradicionalmente, académicamente, la Ciencia opta por lo primero: una cosa es la partícula, y otra la dimensión en la que existe o se desarrolla. Pero quizás no sería aventurado apostar por la segunda posibilidad, la "unificadora. Precisamente porque cuando ahondamos en la definición de dimensión llegamos a una idea de "posibilidad de desarrollo" que en el fondo no difiere sustancialmente de la que encontramos cuando ahondamos también en la definición de materia. ¿Qué es la materia, qué es la masa? ¿Energía condensada? ¿Partículas o interacciones? La esencia última se nos pierde en los resbaladizos infinitos matemáticos, cuando no en la mente, la percepción, la incertidumbre, el colapso de la función de onda, la interferencia observacional. Al fin y al cabo, pues, una "forma de existencia". Y ¿en qué se distingue, entonces, la "forma de existencia" que elige en un momento dado el ser para manifestarse, de la "posibilidad de desarrollo" en la que se enmarca para expandir su potencialidad? Recurramos al infantil símil religioso, que no deja de tener su valor alegórico: pongamos que soy Dios y quiero crear el mundo en un Big Bang, una irradiación completa y definitiva que contenga todos los
parámetros necesarios para producir un universo con sentido, autorregulado y expandible. ¿Qué cosas absolutamente indispensables no me puedo olvidar? ¿Qué ingredientes mezclo en la olla? ¿A través de qué canales (elementos, vías, formas) extiendo la Existencia para que esté completa y pueda desarrollarse al máximo de sus posibilidades? Atendiendo al Eskema anterior, el reparto quedaría como sigue: 1. La Materia
da cuenta de
la Masa, las Partículas, los Elementos, los Átomos,
2. La Energía
"
"
las Fuerzas, la Luz, la Radiación, la Temperatura, etc
3. El Espacio 4. El Tiempo
" "
" "
las 3 magnitudes que conocemos la línea de los sucesos, la Entropía
5. La Estructura las matemáticas 6. La Simulaneidad paralelos
"
"
las fórmulas y ecuaciones, las constantes, la Lógica,
"
"
la eternidad, el infinito, el mundo astral, los universos
7. La Vida 8. La Conciencia la indidividualidad
" "
" "
la evolución de las formas, la motivación, la gracia los sentimientos, el pensamiento, el dolor y el placer,
9. La Mente conocimiento 10. El Espíritu
"
"
el lenguaje, la guerra, la verdad y la mentira, el yo, el
"
"
el arte, la belleza, la moral, la unidad
etc
Y, por supuesto, cada par de dimensiones está enlazado por la misma clase de dualidad que identifica Espacio y Tiempo: son los dos aspectos de una misma cosa. (A la que también se le podría intentar encontrar un nombre adecuado, común, más adelante, cuando esté mejor alimentado). Se abre, pues, una nueva posibilidad. Pero vamos a intentar encontrar otros Eskemas distintos. No sentenciemos tan definitivamente la falsedad de la distinción entre dimensiones y elementos. Volvamos a los presupuestos tradicionales e intentemos un nuevo eskema sobre la base de que, efectivamente, son cosas distintas: que una cosa son "los elementos constitutivos" de la naturaleza (la materia y la energía, principalmente), y otra las "direcciones u órdenes estructurales en que estos se desarrollan" (dimensiones). ¿Qué tipo de eskema resultante obtendríamos? EL PRINCIPIO DE EXPANSIÓN Cuando debatíamos, en anteriores capítulos, sobre la cuestión de si una "dimensión" es una "entidad" o un "efecto", un "hecho a posteriori", pues, en el caso de la Simultaneidad, por ejemplo, siempre podría decirse: "ocurre que dondequiera que haya un átomo puede haber muchos más, en mundos o planos simultáneos que vibran quizás en otra frecuencia (sensorial)", nosotros respondíamos que realmente puede haberlos, pero no tiene por qué haberlos obligatoriamente, lo que queríamos dar a entender por encima de todo es que una dimensión es más una posibilidad que una imposición, incluso que una directriz. Pero ahora nos damos cuenta, dando una última vuelta de tuerca a las matizaciones acerca de la definición operativa de "dimensión", es que quizás lo que mejor define a una dimensión es que es precisamente una "forma de expansión". Ante lo cual podríamos plantear el cuadro sinóptico del epígrafe anterior bajo el prisma de esta pregunta: en el contexto de un multiverso global existente y real, en proceso de desarrollo, "¿cuántas formas de expansión hay?". Y entonces, respondiendo hacia dónde, hacia qué aspectos, pueden expandirse los seres de un multiverso, la existencia en sí, como entidad global, obtendríamos aproximadamente el siguiente cuadro: - Hacia lo grande y lo pequeño, del/la Espacio / Ilimitación - Hacia el futuro, el pasado, la eternidad
la forma de expansión apropiada viene dada por la dimensión "
"
" Tiempo - Hacia el desorden, el equilibrio " " Entropía - Hacia el calor, la luz, el poder " " Energía - Hacia el equilibrio, el reposo " " Materia - Hacia el orden, las fuerzas, la simetría " " Estructuralidad - Hacia el movimiento " " Vida / Energía - Hacia la diversidad, la multiplicidad " " Vida / Simultaneidad - Hacia la complejidad " " Vida / Simultaneidad / Estructuralidad - Hacia la co-existencia, la economía " " Simultaneidad - Hacia la individualidad, la percepción " " Conciencia - Hacia la experiencia del placer o el dolor " " Vida - Hacia el pensamiento y el lenguaje " " Mente - Hacia la interconexión holográfica, la unidad " " Estructuralidad / Espíritu - Hacia la perfección, la moral " " Espíritu - Hacia la estupidez " " Humanidad
" " " " " " " " " " " " " "
Pidiendo disculpas por no poderme resistir a la última equivalencia (menos mal que la "humanidad" no es una dimensión), vamos a centrarnos en concreto en la dimensión de la Simultaneidad porque es quizás la forma de expansión más pura, y la que mejor nos muestra un Principio que da cohesión a muchos de los argumentos presentados en este trabajo, y que podría formularse así: "El Universo, la Existencia, aprovecha la más mínima oportunidad de expansión" a través de sus dimensiones, para desarrollarse, diversificarse, engrandecerse, traspasar todos los límites. Creemos que es un Principio con categoría de ley, y quizás no sería difícil encontrar sus constantes matemáticas y ecuaciones, posiblemente derivándolas de las ecuaciones de Hubble. Por eso, si las partículas de nuestro universo físico, bien en la escala de Planck, bien entre los vacíos de sus estructuras, permiten una co-existencia compartida con otras formas de energía / materia, sea del tipo que sea, perceptible o no, caracterizada por unas variables matemáticas ya sea conocidas u ocultas o desconocidas o incognoscibles, ahí estará la dimensión de la Simultaneidad para reclamar su oportunidad. Cuando en el cuadro hemos consignado la economía como objetivo de esta dimensión, pues, no lo hemos hecho en su acepción de ahorro o de mínimo trabajo, sino por el contrario en el sentido de aprovechamiento máximo de recursos, de riqueza, de rendimiento. El Principio de Expansión quizás esté asociado, incluso matemáticamente, con el conocido axioma que dice que "la naturaleza aborrece el vacío". Pero, para nosotros, que en absoluto somos cristianos ni creemos en un Dios personal (que ojalá no tenga la más mínima característica humana), este Principio sí hace vibrar, sin embargo, nuestras más profundas venas místicas o poéticas. Pues piénsese por un momento qué poderío, qué inconcebible potencia debería albergar un Big Bang, un principio demiúrgico, una causa primera, gobernada por este Principio de Expansión. No se contentaría con explotar y formar mundos y galaxias apurando la inercia de la energía y leyes generadas en la explosión primigenia, sino que estaría constante y frenéticamente alimentando un proceso casi de "máximo esfuerzo", de no dejar un resquicio, un rincón, una posibilidad por inundar con el impulso creativo de todas sus dimensiones. Por eso, en nuestro fuero interno, nos resistimos a cifrar en un solo instante, el Big Bang, el poder de toda la creación, y somos más partidarios de un cosmos en constante proceso de explosión, de irradiación de energía, de generación
espontánea, aunque en algún otro extremo el proceso se esté revertiendo, quizás para reasimilar la energía en algún tipo de proceso cíclico. El espacio podría estar lleno de agujeros de incertidumbre total, singularidades, donde las leyes de la física no funcionan. Y quizás sea de ellos de donde emana el poder y la conciencia. No es que sea una fuente central, pero sí es una fuente de emanación tan capital, tan omnipresente y poderosa, que no es extraño que sea percibida como una expansión. EL AZAR O LA ENTROPÍA Pero hemos rozado una posibilidad interesante a la que ya han recurrido otros teóricos de la cosmologíaficción: imaginemos que precisamente la diferencia entre un ciclo y otro de Big Bang - Big Crunch, si es que éste es el proceso, que no hay forma se saberlo, sea el cambio de reglas estruxtrales: unas veces la velocidad de la luz es más rápida, otras mucho más lenta; unas veces los quarks están confinados y otras no, y etc, etc. Resultarían universos bien distintos, está claro. Pero si se mantiene el principio inalterable de que, de todas formas, todos los universos constan del mismo número de dimensiones, aunque tengan valores distintos, la vida y la conciencia se abriría camino igualmente, y se producirían existencias igual de completas. Pero es hablar por hablar. Porque ni hay forma de saberlo, ni serviría de nada hacerlo. Y, además, sigue en pie el misterio original:¿qué hace que unas veces la estructuralidad tenga unos valores, y otras otros? ¿El Azar? El Azar podría entonces pasar a ser considerado como una "dimensión" más. Es una idea. Pero pronto nos daríamos cuenta de que también el Azar es un concepto humano, una forma de hablar que no responde a nada real. Sí, la ciencia contempla algo que llamamos Entropía, como una fuerza mensurable responsable de las evoluciones naturales de la materia. Pero sus leyes están basadas en la Termodinámica. La Temperatura. El calor. La Energía. La flecha del Tiempo. En última instancia, veríamos que el Azar ya está contemplado, como proceso, en las dimensiones del Tiempo y de la Energía. O, si se quiere, el Azar hasta podría ser una forma de Estructura. De hecho, buscando las dualidades dimensionales que, tanto el ejemplo del espacio-tiempo como los imperativos de la Simetría sugieren, llegué a asociar la Entropía a la Estructuralidad en uno de los esquemas iniciales o combinaciones de dimensiones del trabajo: éste era el esquema resultante, como digo, muy centrado en las dualidades dimensionales: Espacio - Tiempo Simultaneidad - Ilimitación Estructuralidad - Entropía Vida - Conciencia Mente - Espíritu Pero, también como digo, acabé integrando el Azar en otras dimensiones, y asociando más bien Estructuras con Simultaneidad. Aunque dudo mucho que la asociación tenga la misma consustancialidad que tienen el espacio y el tiempo. Lo dudo, pero no me preocupa, pues el caso del espacio y el tiempo podría ser especial. Las simetrías no tienen por qué imponernos su tiranía en todos los aspectos de la filosofía y cosmología, por muy de moda que esté. ÚLTIMA TORMENTA DE IDEAS ¿Qué otras cosas podrían ser susceptible de ser consideradas dimensiones? Muchas de ellas son más bien "magnitudes" de la vida o la conciencia (como la altura lo es del espacio...). Pero habrá que analizarlas bien, agotar exhaustivamente las posibilidades, e intentar proponer un par de esquemas más de 10Dimensiones, aunque solo sea como referencia. Ya lo hemos organizado en el cuadro del Principio de Expansión, pero intentémoslo una vez más, para ser exhaustivos: - El bien y el mal, el valor moral, como el dolor y el placer, son aspectos demasiado humanos, subjetivos, para constituirse de dimensiones. Están incluidos en la dim. de la Conciencia. Belleza, verdad, intencionalidad, perfección, emoción y sentimiento, etc, caen también dentro de esa dimensión. - Simetría, Equilibrio. Dualidad. Últimamente se ha convertido en un principio tan rector de la física de partículas que parecería esencial. Pero para eso está la Estructuralidad. - Movimiento, Evolución, Cambio, Progreso, Velocidad, Violencia, Creatividad, Cantidad. ¿Se
podría pensar en una escala ontológica basada en la "intensidad" del movimiento de las partículas, un poco al modo de la "calidad de vibración energética" de los mundos astrales? Desde la quietud más fría a la violencia más explosiva. Tal vez. Pero eso es precisamente la Temperatura, y ésta ya está contemplada bien en la dimensión de la Energía bien en la del Tiempo (termodinámica). Y si lo pensamos como "proceso", es decir, todos los seres siguen un proceso desde la vida a la muerte, un constante fluir hacia el cambio, positivo o negativo, sería fácil también encuadrarlo en la dimensión de la Vida. - Realidad perceptiva. Pensamiento y lenguaje. Razón y comunicación. Un "idealismo" radical podría concebir una dimensión basada en el grado de realidad con que percibimos la existencia, o en su capacidad para ser "nombrada", y por tanto "comunicada". Sería una dimensión paralela a la escala que hay entre la "conciencia social" y la "individualidad existencialista". Una dimensión "política", pues. Indispensable en el planeta Tierra. Pero difícilmente extensible (eso espero) más allá. De nuevo serían aspectos, o "magnitudes", de las que la dimensión de la Conciencia, o en todo caso la de la Mente, podrían dar cuenta. - Luz y tinieblas, Silencio y fragor, Guerra y Paz, Poder y deseo. Hay indudablemente un esquema de dualismos esenciales, necesarios, que se repiten cíclicamente en todos los procesos de la existencia. Pero igual se podría decir de las "unidades", "trinidades", e incluso "cuaternidades". Estructuralidad, de nuevo. O valores morales relativos a la Mente o a la Conciencia. O, como máximo, al Espíritu, que es la dimensión que trasciende a la Mental. INTERCONEXIÓN ¿Y la "interconexión" global, holográfica, que parece conectar todas las partículas del Cosmos? ¿No es una realidad suficientemente importante? Pues al margen de que ninguna información pueda viajar más rápido que la luz, y por encima del carácter fijador de toda observación, lo que la paradoja de Einstein-RosenPodolsky demuestra es que las dos partículas que viajan en direcciones opuestas son una misma entidad. No se cae una hoja de un árbol sin que el universo entero lo sepa al instante, dice un proverbio zen. Todo está comunicado, inter-conectado, quizás en un solo ser. La dicotomía es, en todo caso, entre mente y percepción, no entre mente y materia. En sus últimas obras, Fukuoka acabó centrando su filosofía de la naturaleza en la más desarrollada denuncia del perverso poder de discriminación de la mente humana, que todo lo acaba “especializando”, que todo lo acaba “fragmentando”. Pero la tierra es consciente de su individualidad como lo estamos nosotros, quizás al igual que nuestras células, nuestros átomos, y nuestras “líneas del mundo”. El “Tratado de la Unidad”, de Ibn Arabí, debería ser libro de texto en las Facultades de Matemáticas. Se trata ciertamente de una condición de primer orden, hipotética o no; pero no la podemos considerar una "dimensión" más del esquema, precisamente porque no obedece estrictamente a los presupuestos de nuestra definición. No es una "forma de expansión", un campo para la posibilidad del desarrollo. Es una condición, un hecho, una consecuencia de las leyes y estructuras del universo. Pero es un buen ejemplo de todos aquellos conceptos fenomenológicos que, aun siendo esenciales para nuestro universo, no encajan en la definición de "dimensión". Que todo en el universo esté conectado parece más una limitación que una forma de expansión. Aunque todo depende de la filosofía desde la que se parta. MEMORIA Y LIBERTAD De todos los conceptos analizados solo hay dos que no conseguimos encuadrar: la memoria y la libertad. Memoria, no como función cerebral humana, sino como ese misterio de Información que llena el universo, perfectamente asentado en el corazón de todos sus seres y partículas. Información genética, información cuántica, momento inercial. Sí. El universo le otorga un valor especial a la información, que de tan variadas maneras se transporta o conserva, se salva, se codifica, se interpreta. Cuando pensamos que quizás lo único que se salva de un agujero negro es la "información" de las partículas, cuando constatamos que en el "entrelazamiento cuántico" podemos llegar a "teletransportar" información a velocidad superior a la de la luz, cuando comprendemos que lo que hace que el universo sea a fin de cuentas una estructura "holográfica" es el hecho de que todas sus partes comparten precisa y únicamente su "información", y cuando vemos, un tanto inesperadamente, que el gran avance tecnológico de la humanidad, la gran revolución, se ha plasmado precisamente en el terreno de la Información, no podemos exagerar si destacamos el papel esencial que tiene en el teatro de la ciencia y la filosofía actuales. El esoterismo mismo
habla de "registros akásicos" para referirse a unos planos independientes (del mundo "etérico") que, como la materia oscura (o quizás precisamente asociados a ella), llenan el cosmos guardando la información de todo lo que ha ocurrido en él, compartimentalizada en engramas energéticos que los videntes pueden descodificar si se concentran en ellos, como si literalmente el cosmos tuviera su propia memoria imborrable. Memoria. Información. Aquí hay un gran misterio esencial. Y Libertad. Pues al fin y al cabo, si retomamos el hilo de los conceptos más didácticos y elementales de las definiciones de "dimensión", recordaremos que, de manera natural e intuitiva, surgía el enunciado clásico de los "grados de libertad" de una partícula para moverse en un espacio determinado. Ya vimos, en el análisis del enunciado, que los términos secundarios eran demasiado incompletos y relativos. Pero la idea de una escala basada en la "libertad", como dimensión constitutiva, formativa, de los seres, esconde también una gran verdad intuitiva, con aplicaciones epistemológicas muy moldeables. La aleatoriedad y el azar son propiedades inherentes de la materia. La incertidumbre, entendida como liberación, desmonta para siempre la tentativa de identificar el destino con cualquier tipo de determinismo implícito, prefijado, por muy sutil que sea. Percepción es Conciencia, y Conciencia es Libertad; y eso es lo único que existe. El Principio de Incertidumbre concede al universo incluso la libertad suprema de crear materia de la nada, y viceversa. La indeterminación del micromundo es tan absoluta que sus partículas pueden ser y no ser al mismo tiempo. Un principio también recogido por el ocultismo cuando nos habla de esa "densidad versus sutileza" que informa los planos escalares: cuanto más evolucionado es un ser, menos "denso", menos prisionero de sus condicionantes materiales, de las leyes físicas; más libre es su percepción, su energía vital, su memoria. Una verdad, por tanto, asociada con la Memoria en un dualismo escalar o proporcional tan sugestivo que bien podría constituirse en un par más de dimensiones dentro del esquema teórico que estamos defendiendo. Tanto es así, que nos atrevemos finalmente a ensayar una combinación 10-Dimensional nueva que las incluya: 1. Materia 3. Espacio 5. Estructuralidad 7. Vida 9. Memoria
2. Energía 4. Tiempo 6. Simultaneidad 8. Conciencia 10. Libertad
¿En vez de "Memoria" podríamos poner "Información"? Pues sí. ¿Y podríamos añadir el par "Mente - Espíritu" como dos dimensiones más? Pues también. Todo esto sería ya terreno de la más pura elucubración filosófica, y no tiene más valor que el de servir de referente a los posibles modelos 10Dimensionales posibles no contemplados hasta ahora por la Ciencia. El caso es que hay una serie de conceptos esenciales con los que jugar, indudablemente llenos de posibilidades en el marco teórico. En concreto: Vida - Conciencia - Memoria - Información - Libertad - Mente - Espíritu. En qué posición, o en qué juego de dualismos los dispongamos, es algo sujeto a discusión mientras no haya evidencias experimentales que se decanten por alguno, o no se hagan predicciones válidas que prueben su realidad. De momento, lo único cierto es que encajan en nuestra definición de "dimensión": todas ellas son direcciones, posibilidades estructurales absolutas, en las que se puede expandir la existencia. Directrices nacidas en el Big Bang para construir y desarrollar sobre ellas todos y cada uno de los elementos de la existencia.
Apéndice 1:
LO INCOGNOSCIBLE Y LA TEORÍA UNIFICADA LAS 4 FUERZAS
Filosóficamente, no tiene sentido hablar de 4 Fuerzas. La Fuerza es Una; y sólo puede ser Una. Otra cosa es que se manifieste en 4 formas distintas, con distintos parámetros, partículas, ecuaciones, etc. ¿Qué significa, por ejemplo, decir que "existe una Fuerza Débil, y otra Fuerza Fuerte, que es mil (o diez mil) veces mayor"? ¿No es como decir "existe la Fuerza de la Brisa, y existe la Fuerza del León, que es mucho mayor"? Tal vez la Brisa empuja moléculas de aire y polvo, mientras que el León utiliza sus músculos, de tal forma que éste último es capaz de quebrar fácilmente un hueso, cosa impensable para la Brisa. Pero ¿son acaso dos fuerzas distintas? Ambas aplican presión, empujan, imprimen aceleración, mediante unos materiales o partículas, sobre una superficie de otros materiales o partículas. Salvando el hecho de esa presión puede ser positiva (atracción) o negativa (repulsión), se trata de un mismo principio conceptual que podría ser el mismo que en el caso de las 4 Fuerzas. Aunque a niveles subatómicos se hable de "intercambio de partículas" en vez de "aplicación de presión", el efecto, la causa, el proceso es el mismo: una entidad interacciona con otra imprimiéndole un movimiento (acelerado o frenado, atractivo o repulsivo, vectorial o inercial, potencial o cinético). Se impone, entonces, una revisión de la definición última de Fuerza. Y tendremos que hacerlo también con la de la Energía. Pero como ésta es la Fuerza en potencia, la capacidad de movimiento condensada en toda masa, bastará con aplicar las ecuaciones que deduzcamos del concepto de Fuerza para comprender la Energía. Parece que la idea de Fuerza, en la historia de la epistemología, tiene un caracter ligeramente anterior, predecesor. Todas las Fuerzas cotidianas, perceptibles, son Electromagnéticas o Gravitatorias. No percibimos la Fuerza Fuerte y la Débil porque están confinadas en la compactación cohesiva de los materiales, en el centro de sus átomos. Aunque podría decirse que ver cualquier masa es ver la Fuerza Fuerte en acción. También ahí hay un movimiento: el intercambio de gluones. Pero es tan archi-microscópico que no lo percibimos. Todo es Energía. Luego todo es Fuerza. Luego todo se mueve. La masa misma del objeto más inerte, hemos dicho, es movimiento auto-contenido. Así que podríamos reducirlo todo al axioma ancestral: "todo es movimiento, cambio". Y aunque está claro que hay muchas clases de movimiento, y exactamente 4 fundamentales en la física de partículas, como, insisto, nos estamos debatiendo en un terreno metafísico, psico-lingüístico, no podemos establecer ninguna diferencia categórica entre un movimiento y otro. Todos los movimientos son movimientos. Se mueven. Parece una redundancia tautológica, pero no lo es. En primer lugar, no hay una diferencia ontológica real entre el movimiento de "una cosa que se mueve, pongamos, de A a B", y el movimiento de "otra cosa que se mueve, de manera distinta, entre C y D". Ambos movimientos son "cambios de posición", "desplazamientos". En un sentido absoluto, se trata del mismo tipo de proceso, incluso de fenómeno, de hecho puro: ambos son "movimientos". Pero, en segundo lugar, y esto es mucho más grave, resulta que, en el fondo, se mueven igual. Pues si una cosa nos ha desvelado la física actual es que todos los movimientos son vibratorios. El Ser es vibración. Y todas las vibraciones oscilan. O sea, tienen un período. Una frecuencia. Un ritmo. Una simetría. Una regularidad. Una amplitud. Una duración. Una segmentación discreta. Y también una continuidad. Tienen muchas cosas en común. Y todo esto podría, de nuevo, parecer una obviedad, pero no lo es. Pues el Ser podría ser caos, o quietud real, o anti-entropía, o no inercialidad, o asimetría total, o movimiento no ondulatorio. ¿Por qué el movimiento tiene naturaleza ondulatoria? ¿Por qué no podría ser la Energía una discontinuidad esencialmente arrítmica? Hay una relación profunda entre el Big Bang y la imposiblidad ontológica de la quietud. El vacío fluctúa; es inevitable. Y podríamos preguntarnos por qué. Pero sobre todo nos deberíamos preguntar por qué lo hace de manera "matemática". Pues no hay ninguna razón real, necesaria (seguimos en un contexto filosófico), para ello. El consenso tan empecinadamente irracional que existe en la naturaleza sobre la regularidad ondulatoria del movimiento es lo que insufla en los científicos la intuición de que las 4 Fuerzas han de ser una sola. De la misma forma que la Matemática es una. No hay 4 Matemáticas distintas. Así que no puede haber 4 Fuerzas, 4 esencias de movimiento distintas. Como la Matemática es común, todos los teóricos abrigan la esperanza de que las constantes (de acoplamiento, transición de fase, etc) de las 4 Fuerzas no sean caprichosamente aleatorias o arbitrariamente antrópicas, sino que respondan a una estructura lógica, secuencial, oculta, aún no descubierta, que pueda incluso predecir la existencia de otras Fuerzas en el cosmos. Si los principios predicitivos funcionaron con los modelos matemáticos de las partículas, ¿por qué no podrían hacerlo también con otras Fuerzas aún por
descubrir? Imaginemos. Solo imaginemos. La energía oscura, por ejemplo. Una 5ª Fuerza. Una supergravedad repulsiva de espín 4. ¿Por qué no podría ser? Y si resulta que una 5ª Fuerza de ese estilo aparece algún día (Dios lo quisiera) gracias al poder predictivo de unos buenos modelos matemáticos, ¿qué implicaría eso? Pues justamente lo que estamos diciendo: que todo es una misma Fuerza, una misma estructura de movimiento ondulatorio básico, que suscribe diferentes constantes según las partículas mediadoras o las condiciones con las que trate. Pienso que un hallazgo así es tan plausible, en el amplio margen de siglos venideros que en teoría debería disfrutar la ciencia, que, desde ya mismo, haríamos mejor en preguntarnos por qué es "una" la Matemática, por qué es precisamente vibratorio el movimiento. Éstos son los verdaderos grandes misterios. ¿Realmente por qué obedecen las Fuerzas, sin excepción, a sus leyes y constantes matemáticas? Y sobre todo, por encima de todo, ¿por qué lo percibimos así? No me cansaré de insistir en que una Física de Partículas futura que quiera ser coherente y comprehensiva tendrá tarde o temprano que aliarse muy estrechamente con la Psicología de la Percepción. En los sueños, por poner un caso, a veces las manzanas caen hacia arriba, y 2+2 son 5, y a nosotros, que en el sueño presenciamos ese hecho, nos parece entonces perfectamente correcto, lógico y natural. Así que si hay mundos, o estados de conciencia, donde puede haber "otras Matemáticas", nos enfrentamos a un desafío mayor que el que pudieron suponer los números complejos, o la concepción del multiverso o las dimensiones extra. El misterio de la simultaneidad cuántica, ya sea en el entrelazamiento PSR, o en los estados del electrón, o en las condensaciones bosónicas, o en la naturaleza holográfica del espacio-tiempo, en la posible instantaneidad de la información, en las singularidades, en la textura "espumosa" del vacío, en la materia y energía oscura, en las geometrías no euclidianas, quizás hasta en las posibilidades electromagnéticas del cerebro, y desde luego en los sueños, hay multitud de marcos donde no solo pueden aparecer otras Fuerzas, sino también otras Matemáticas distintas. Todo esto para decir, como conclusión, que quizás deberíamos elegir con cuidado hacia dónde miramos cuando buscamos una Teoría Unificada, cuando rastreamos ese principio común que, "a la fuerza", han de tener las 4 Fuerzas. Personalmente, y ahora me permito la licencia de traspasar el ámbito filosófico para meterme en el espiritual, estoy tan convencido de la existencia de ese principio común que, no solo acabará por solventar el incómodo escollo de la Gravedad, sino que generará incluso una matemática predictiva para descubrir otras Fuerzas, es decir, otras estructuras absolutas de interacción. Interacciones que, mientras no impliquen otras Matemáticas distintas, otra Lógica Formal, sólo técnicamente llamaríamos "otras fuerzas", insisto. La definición última, ontológica, metamatemática, de Fuerza, está íntimamente ligada a nuestro concepto de Razón, y sin duda también al de Percepción; así que es una asignatura pendiente en la Filosofía de la Ciencia. Sin embargo, la tarea de intentar establecerla no es sólo una exquisitez semántica: es una enorme conveniencia operativa en el marco de las Teorías actuales del Campo Unificado (las famosas "T.O.E."). Determinar qué tienen en común el poder de una bomba atómica con el desplazamiento de una bacteria... Ambas constituyen un "poder", la aplicación de una "fuerza". Y descubrir qué las hace iguales viene a ser el mismo intento que unificar las 4 Fuerzas. LO INCOGNOSCIBLE Y LA IMPOSIBILIDAD DE UNA TEORIA UNIFICADA Es importante recalcar la lógica de la división entre "lo conocido", "lo desconocido" y "lo q no se puede conocer", sobre todo para purgar a la ciencia de la aberrante vanidad de creer que la singularidad del Big Bang es el "último cartucho" para entenderlo "todo". Somos sueños. Es la mejor forma de entenderlo. ¿Qué sustancia pueden tener los átomos de un sueño? Somos energía encapsulada, el mismo extraño poder que se reparten los soles de la galaxia. Somos un ladrillo más en la Torre de Babel. El puente de la incertidumbre nos permite cambiar o incluso prescindir de toda sintaxis. Toda realidad es intrínsecamente virtual. Podemos observar la interacción entre las cosas, el flujo ininterrumpido de la energía, pero no las cosas en sí, la misma energía. Podemos describir o incluso explicar lo que hace la naturaleza, o el ser supremo; pero nunca podremos decir qué es. Eso quedaría dentro de la esfera de “lo que no se puede conocer”, y no es descabellado vaticinar que no tardaremos en descubrir los límites matemáticos de esta esfera, quizás como simple extensión del Principio de Incertidumbre. Según Bohr, las ondas de materia no
son en absoluto cosas, sino más bien procedimientos de cálculo. Hay q entender que llegar a la Causa primera es una imposibilidad lógica irresoluble, y no darse cuenta de esto es una ignorancia atroz. "¿Cómo se creó el mecanismo del Big Bang?" es una pregunta de respuestas escalonadas que NO PUEDE tener final, bajo ningún concepto. A partir de esa relajante premisa, que tampoco hay que confundir con la capitulación ante la necesidad de reconocer la existencia de un Dios (insisto: "Dios" y "la mente" son solo cajones de sastre donde metemos todo lo que no entendemos, y punto); a partir de eso, decimos, podemos empezar a construir ciencia. Por eso, cuanto antes abandonemos la idea, de la que el mismo Hawking y Einstein son un poco culpables, de que hallar una Teoría Unificada significa más o menos que podemos llegar a comprenderlo "todo", más nos acercaremos a la verdad. Ahí es donde aún los físicos no son todavía lo suficientemente místicos, y caen en la trampa infantil de quedarse deslumbrados por sus herramientas y descubrimientos: subestiman la grandeza de ese "todo" y de la calidad del Misterio que nos rodea, a lo mejor porque no han llegado a experimentarlo, cosa que de momento solo logran los verdaderos místicos y videntes. Y la prueba es que, si lo hubieran experimentado, habrían perdido toda esperanza de llegar a comprenderlo todo: no hablarían en esos términos. Y no se trata de Dios o no Dios. Eso ya ha quedado superado. Forzar las asíntotas de la singularidad puede eliminar la necesidad de un instante creador, pero no de los millones de misterios, de dioses y demonios, de posibles mundos y dimensiones, que se agolpan en una escala tanto más alta cuanto más la subimos. A ningún psicólogo se le escapa que pretensiones tan absolutistas solo enmascaran miedos infantiles, elementales y universales, tan viejos como el tiempo. Es nuestro destino evolucionar y perfeccionar cada vez más las teorías científicas, pero también encontrarnos cada vez con mayores desafíos y enigmas sin solución, el más grande los cuales es y será siempre el de la causa primera. Lo curioso del caso, y es a donde quiero ir a parar, es a que precisamente es a través de la razón como llegamos al espíritu, y viceversa. Por eso son una dualidad perfecta. Solo las personas imperfectamente razonables, que son la mayoría de los que se tienen por muy razonables, no ven la necesidad del silencio, no comprenden que el todo es incognoscible, que no agotaremos nunca el misterio de la existencia.
Apéndice 2:
SOBRE EL POSIBLE TRATAMIENTO MATEMÁTICO DEL SISTEMA EC Ahora el desafío sería traducir todo esto al lenguaje matemático. Pues hasta las 4 dimensiones tradicionales está claro que las matemáticas están de sobra desarrolladas. Quizás en exceso, como hemos visto. Quizás hasta pervertidas. Pues a la hora de intentar encuadrar las dimensiones inmediatamente superiores se han abierto dos grandes campos de investigación matemática: a) las proyecciones que, desde las ecuaciones geométricas de los espacios "tridimensionales" euclídeos, permiten en teoría construir una 4ª dimensión espacial, si bien en geometrías ya no del todo euclídeas, y b) los esquemas tipo Kaluza-Klein que presuponen "enrollamientos" infinitesimales donde se esconden dimensiones completas que acompañan paralelamente a las tres dimensiones tradicionales. Bien. Nosotros pensamos que ambos esfuerzos son errados y estériles. Los primeros, porque, ya lo dijimos, no creemos que las dimensiones superiores supongan necesariamente una proyección, ni geométrica ni proporcional ni conceptual, de las ecuaciones de otras dimensiones "inferiores"; aparte del hecho de que, como creemos haber demostrado, no nos parece en absoluto acertado hablar de un espacio "tridimensional". Los segundos, por su caracter excesivamente hipotético e inverificable. Léanse las discusiones al respecto. En general, pensamos que debería construirse una matemática sobre la base de que cada una de las 10 dimensiones propuestas (o de las 4 o de las 6; da igual el esquema elegido) es independiente de las demás; salvo en la condición de dualidad binaria que presentan los pares de dimensiones correspondientes.
Son independientes, y además están "en pie de igualdad" las unas con respecto a las otras. Las ideas de Kaluza-Klein, por ejemplo, prefiguran un cuadro con unas dimensiones de "primer orden", las 3 (o 4) tradicionales, y otras "escondidas", secundarias, colapsadas en su enrollamiento desde los primeros instantes del Big Bang. A nosotros no solo nos parece que no es éste el caso, sino que, precisamente por su inverificabilidad, no habría manera humana de construir unas matemáticas que representaran realmente el estado físico de esas dimensiones "enrolladas". El aparato matemático puede ser mucho más lógico y sencillo. El hecho de que, en los esquemas propuestos, hayamos atribuido a cada par de dimensiones un orden numérico, solo indica una prioridad epistemológica, pero no matemática. El Big Bang "irradió" sus 10 dimensiones con el mismo grado de alcance, preeminencia y fuerza. Al mismo instante. Y en todas direcciones. En un grado de interconexión holística que no distinguió prioridades entre ellas. En todas partes del multiverso, independientemente de los "Big Bang" distintos o secuenciados necesarios para generarlo, de manera isomórfica y simétrica, el espacio-tiempo y la Simultaneidad, las estructuras y la Vida se dispersaron por doquier, rellenando absolutamente todos los intersticios de la Existencia. Las naturales irregularidades o pequeñas diferencias que pudieran hallarse en la uniformidad ideal del tejido final de esa existencia no deberían diferenciarse mucho, matemáticamente hablando, de las fluctuaciones que la "radiación de fondo" exhibe para dar cuenta de la formación de cúmulos y galaxias a lo largo de la evolución temporal de nuestro cosmos. Cualquier fórmula o ecuación, pues, que pretenda integrar las 10 dimensiones existentes debería igualar, en sus escalas, potencias y proporcionalidad, las 10 distintas variables con que las representase. Intentemos visualizar el proceso. ¿Qué es lo que se persigue con las ecuaciones del Modelo Estándar? ¿Qué se persigue con la de la "función de onda", por ejemplo? Pues determinar lo más precisamente posible los valores de ciertos "observables" de las partículas. Así, si queremos saber la posición de un electrón determinado, introducimos los valores necesarios de los que tengamos constancia (velocidad, spin, momentos, masa, etc), armamos la ecuación con todas sus correspondientes constantes, y aplicamos las correcciones pertinentes en la Incertidumbre y en los ajustes de renormalización. El resultado, si no falta ningún valor indispensable, será siempre una probabilidad, como es sabido. Pero es suficiente para desarrollar sutiles tecnologías prácticas, o hacer predicciones teóricas. Los parámetros utilizados corresponden al Espacio y al Tiempo y a todos los observables conocidos de la Materia y la Energía. En el "Sistema EC" son precisamente éstas las 4 dimensiones inferiores: las más habituales y cotidianas. Y como la Ciencia ha logrado la proeza de dotar a las 4, no solo de una Equivalencia Conceptual (EC) entre ellas, sino, lo que es más crucial, de una Equivalencia Matemática (EM) real, operativa, también entre todas ellas, en absoluto "pie de igualdad", si queremos conocer los valores o características de una de ellas, la que sea, lo que tendremos que hacer es determinar, en las ecuaciones que las relacionan, el máximo de valores y datos posibles para las otras 3. Elemental. Si ahora, supongámoslo, decidimos que efectivamente existe una siguiente dimensión (5ª, en nuestro sistema), que no del tipo "hiper-espacial" ni del tipo "enrollamientos", por las razones aducidas, sino alguna de las que hemos propuesto nosotros como titular correspondiente a la 5ª Dimensión en la secuencia del proceso que a nosotros nos parece verdaderamente lógico, sea la Simultaneidad, la Estructuralidad, la Ilimitación o la Entropía, pongamos que sea la Simultaneidad, por elegir una, la pregunta es: ¿sería posible construir una ecuación que, dotando al máximo de valores a las 4 dimensiones inferiores, nos diera información sobre esa nueva dimensión? Por supuesto, aparte de las pruebas irrefutables de su existencia, necesitaríamos antes haber descubierto nuevas leyes y constantes sobre esa dimensión, así como los parámetros y magnitudes que la harían matemáticamente cuantificable. La pregunta se puede ampliar al marco decadimensional: si estuviéramos seguros de que la naturaleza está construida en base a 10 dimensiones relacionadas en EC y EM, según un esquema esencialmente parecido al propuesto en el Sistema EC, ¿sería posible encontrar ecuaciones que nos dieran información predictiva acerca de cualquiera de ellas, suponiendo que conocemos todas las leyes, constantes, magnitudes y valores de los parámetros pertinentes del resto de ellas? Obviamente, la respuesta es sí. Pero el problema, también obvio, es que, si bien es concebible encontrar parámetros matemáticos en una dimensión como la Simultaneidad, que al fin y al cabo se parece a la geometría del "hiper-espacio", ¿cómo demonios se podría cuantificar una dimensión como la Vida? ¿Qué es lo que habría que medir aquí? ¿Cuánto de "vivo" se está? ¿Cuál es la "vida media" de lo medido? ¿Qué posibilidades de desarrollo o de "supervivencia" tendría esa "vida"? Resulta casi inimaginable. Delirante. Y más si pensamos que, si ya en las 4 dimensiones inferiores debemos asumir Incertidumbres esenciales, cuánto mayores serán las "incertidumbres" esenciales que amplíen los espectros de valores
medidos en una dimensión tal. Bueno. Los científicos son muy listos. Y, si se decidiera que la Vida es una dimensión, estamos convencidos de que acabarían encontrando leyes matemáticas, conceptos de medición, constantes, etc, que la igualarían a las otras dimensiones en elaboradísimas ecuaciones, incluyendo además los nuevos Principios de Incertidumbre. La Biología, sobre todo a través de la genética, la inteligencia artificial, la nanotecnología, la psicología evolutiva, etc, avanza a pasos agigantados en ese camino. Mucho más difícil, por no decir absolutamente imposible, a un nivel ya de "Incertidumbre Total", de condición de "incognoscibilidad", sería encontrar valores cuantificables en unas presuntas dimensiones como la Conciencia, la Mente o el Espíritu. Por supuesto. PERO... PERO, y éste es el punto esencial, y no sé si voy a lograr explicarlo, la pregunta antes formulada ("¿sería posible construir una ecuación que, otorgando valores a las dimensiones inferiores, nos diera información sobre alguna nueva dimensión?") se vuelve endiabladamente fascinante si la planteamos al revés: si pudiéramos cuantificar las dimensiones "superiores", y hallar ecuaciones que las relacionaran, en EM, con las demás, ¿qué información obtendríamos de los objetos habituales de nuestro mundo; en qué sentido esa información ampliaría nuestro conocimiento y determinación de los valores de las partículas, de la energía, del espacio y del tiempo? ¿Por qué es tan interesante esta pregunta? Por el viejo debate de las "variables ocultas". Pues, reconozcámoslo, si no fuera una cuestión de hipótesis, casi de "ciencia-ficción", y se demostrara que el Sistema EC es aproximadamente real, y es cierto que la Naturaleza está constituida por una serie de dimensiones, entre las cuales pudiera estar la Vida o la Conciencia, y todas esas "impracticables" dimensiones estuvieran en "pie de igualdad", en demostrada Equivalencia Matemática (en realidad bastaría con que fuese una Equivalencia Conceptual), con la Materia y la Energía y el Espacio-Tiempo, ¿no estaría entonces en ellas la respuesta a, si no todas, la mayor parte de las variables que, intentando describir el comportamiento de las partículas y su energía, atribuimos hoy día a la Incertidumbre o el Azar? Llegaría un momento en que, si quisiéramos realmente saber cómo se va a comportar determinado electrón, no bastaría con averiguar los componentes espacio-temporales y energéticos que contempla el Modelo Estándar, sino que tendríamos que incluir en las ecuaciones los valores correspondientes a su "Vida" y su "Conciencia", y quizás a su "Pensamiento". ¿Una locura? El tiempo dirá. Nosotros estamos convencidos de que las partículas elementales son entidades "vivas" y con "conciencia". Y solo cuando seamos capaces, no solo de asumirlo, y tal vez de "respetarlo", sino también de cuantificarlo, podremos entender cabalmente su comportamiento. Pensemos en el misterio del "colapso de la función de onda", y todas las paradojas cuánticas resultantes de la interferncia de la conciencia del experimentador sobre la partícula medida. Pensemos en el misterio del "entrelazmiento" cuántico, y el aparentemente imposible conocimiento que tienen las partículas de su propio sistema. ¿No encaja todo mucho mejor si nos atrevemos a atribuirle algún tipo de "conciencia de ser" a las partículas elementales? En realidad, una vez lanzados al vacío pero una vez abierto el paracaídas, el verdadero problema no está quizás en concebir la existencia de esas dimensiones superiores en los términos conceptuales del Sistema EC, ni en concebir esa "igualdad" de nivel ontológico entre todas ellas. Un multiverso organizado en esos patrones explicaría tantas cosas que, al menos como hipótesis filosófica, pensamos que la propuesta es atractiva. El verdadero problema está en la Incertidumbres. En que no hay garantías de ningún tipo que aseguren una Equivalencia Matemática que permita encontrar, por más que se busquen, ecuaciones, leyes, constantes y principios matemáticos que cuantifiquen, no ya una posible dimensión como la Conciencia, sino siquiera la Vida. Bastante suerte hemos tenido, de hecho, en hallar las ecuaciones que relacionan Materia, Energía y Espacio-Tiempo, aun con sus Incertidumbres y todo. Podríamos aspirar a encontrar armazones matemáticos para relacionar estas dimensiones con las inmediatamente superiores, como la Simultaneidad. Podemos llegar a descubrir, y sin duda lo haremos, sorprendentes leyes matemáticas en la Psicología de la Percepción, e incluso la Psico-Lingüística. Pero la Vida, por mucho que avance la Biología, está sujeta a tantos factores casuales, indeterminables, cambiantes, que me temo que siempre impondrían su dominio las condiciones de Incertidumbre. Bueno es saber que esas dimensiones existen, aunque solo fuera por desterrar de una vez el absurdo Principio Antrópico, y por tener al menos respuesta ante el cúmulo de variables ocultas que salpican a los fenómenos cuánticos. Pero, a no ser que en un futuro se pueda desarrollar una verdadera
matemática del Azar y el Caos, cosa que parece un contrasentido por definición, dudamos mucho que dimensiones como la Vida puedan llegar a cuantificarse. Aunque, a decir verdad, lo cierto es que sí hay un gran desarrollo en esas matemáticas del Caos. Así que, quién sabe...