PADRES SEPARADOS: Cómo actuar positivamente con vuestros hijos
Mª Luisa Seco Villar
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INTRODUCCIÓN En los últimos años, el número de divorcios y de separaciones ha aumentado considerablemente. Las estadísticas refieren que una de cada tres bodas termina en ruptura. Por consiguiente, afecta a miles de familias, y se percibe como algo muy común y normal en el momento actual. Cuando se desbarata el núcleo familiar, por lo general, se genera una situación difícil y desagradable para todos los implicados, pero especialmente para los hijos, principales y mayores víctimas de uno de los acontecimientos más estresante que les puede suceder. No están preparados para la nueva situación. El hogar, que hasta entonces habían conocido, se viene abajo sin que nadie les pida opinión. Y sufren, se angustian al creer que ya no se sentirán protegidos, y que peligra su seguridad personal. A continuación, os relataré cómo les afecta a los hijos esta ruptura y qué pueden hacer los padres para mitigar los efectos negativos que les genera la nueva situación.
¿CÓMO LES AFECTA A VUESTROS HIJOS VUESTRA SEPARACIÓN? No siempre estamos preparados para los cambios. Y si supone una dificultad a los adultos, puede resultar estresante para los niños.
Cuando los niños viven la ruptura de sus padres sufren y no entienden que sus progenitores, las personas que más les quieren, se hayan separado y no puedan vivir todos juntos como hasta ahora. Lo que consideraban su mundo se derrumba y ya nada volverá a ser como antes. La separación constituye un duro golpe para ellos. Algunos sufren en silencio; no hablan de lo que están sintiendo y tienden a encerrarse en sí mismos, por vergüenza, por miedo o para demostrar su desacuerdo con la situación. Otros cuentan su sufrimiento. Hay niños que lloran a menudo. Muchos que apenas comen, duermen mal o tienen pesadillas, incluso vuelven a hacerse pis. Probablemente, algunos sufrirán estrés o depresión, traduciéndose en falta de interés por el colegio, por los amigos, por los juegos. Además, manifiestan inapetencia y apatía hacia lo que antes les gustaba, no quieren hacer nada y se pasan el tiempo solos y tristes. Una gran mayoría se autoinculpan de lo que está pasando; lo que les lleva a sentir ansiedad, angustia y miedo. Repiten insistentemente su deseo de que todo sea como antes, mostrándose muy infelices. Y, muchos frecuentemente se hacen preguntas como: “¿Por qué se han separados mis padres? "Si ellos ya no se quieren, ¿dejarán de quererme a mí?", "¿Tengo yo la culpa por portarme mal?",…. Y, aunque las reacciones sean muy variadas, en función de la edad y madurez de cada niño, generalmente hay algunas constantes, que se repiten frecuentemente: Se sienten vulnerables al romperse la burbuja de seguridad que les proporcionaban los dos progenitores juntos. A partir de ahora, todo parece ser menos fiable y predecible: ¿con quién pasaremos las vacaciones de Navidad o de verano?, ¿cuándo podremos ver de nuevo a los abuelos, los primos?,… Tienen ansiedad, e incluso angustia, durante el conflicto y tras la separación de los padres. Suelen sentir miedo a ser abandonados, y creen que sus necesidades no serán Mª Luisa Seco Villar
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atendidas; ya que temen que al disolverse la relación de pareja de sus padres, suceda lo mismo con la relación padres e hijos. En ocasiones, surgen conductas regresivas a etapas anteriores (hacerse pis, rabietas, hablar de forma infantil,….) Sufren sentimientos de culpa, consideran que no se han portado bien y eso ha sido la causa del desencuentro entre sus padres. Se irritan con facilidad y se muestran malhumorados; reprochan a sus padres su comportamiento y sienten cólera o rabia hacia aquel que tomó la decisión de separarse. Insisten, una y otra vez, en el deseo de que los padres vuelvan a estar juntos. Hasta que no acepten que esto no es más que una fantasía de reconciliación, se mostrarán muy tristes e infelices. Añoran mucho al progenitor que se ha ido de casa y descargan su rabia con el que viven. Incluso, llegan a idealizar más al ausente, pues sólo recuerdan los buenos ratos pasados con éste. Probablemente, surjan trastornos en el sueño -pesadillas y terrores nocturnos-, y en la alimentación. Somatizan su malestar y aparecen frecuentes dolores de cabeza, molestias abdominales, vómitos,… Su rendimiento escolar se resiente. Sufren dificultades en el proceso de aprendizaje, aunque sólo son transitorias. Una separación tiene efectos negativos en los niños, quienes tienen que asimilar que todo ha cambiado. Les llevará tiempo, pero con cariño y paciencia asumirán su nueva vida. Si no se advirtiera mejoría, sería preciso buscar la ayuda de un profesional.
PAUTAS DE ACTUACIÓN Una separación, un divorcio es un asunto que compete únicamente a los adultos, a los padres. De la misma manera, el que los hijos sufran menos depende exclusivamente de sus progenitores; de cómo les cuentan su ruptura, así como de su forma de actuar una vez que esta se ha producido. Os presentaré algunas formas de hacer, algunas orientaciones, cuyo seguimiento os servirá para actuar de forma positiva con vuestros hijos y minimizar las consecuencias negativas que la ruptura les genera.
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1. ANTE TODO, NO OLVIDÉIS QUE LOS DOS CONTINUÁIS SIENDO RESPONSABLES DE VUESTROS HIJOS Cuando ocurre el momento de la ruptura, la gran mayoría de los padres sólo se ocupan de ellos como pareja y se olvidan de que los hijos son responsabilidad de ambos y que aún continúan ahí. Porque, aunque ya no son una pareja de cónyuges, jamás dejarán de ser una pareja de padres para sus hijos. Además, muchos niños se sienten muy preocupados por pensar que tendrán problemas de comida, ropa, alojamiento,… a consecuencia de la separación. Debéis evitar que surja ese sentimiento de inseguridad, diciéndoles que velaréis por su bienestar, que ambos satisfaréis las necesidades básicas para su desarrollo: una casa, alimentación, ropa, colegio, médico y, sobre todo, mucho amor, cariño, apoyo y comprensión.
2. SED SINCEROS Y EXPLICADLES LA SITUACIÓN CLARAMENTE No mintáis. No dejéis que vuestros hijos crean que “papá o mamá están de viaje por trabajo” o “todo va a ir bien”. Los niños son muy perspicaces. Saben si sus padres están tratando de ocultar algo, aunque el propósito sea para protegerles. Necesitan respuestas sencillas que puedan entender fácilmente, sin tener que echar la culpa a nadie. En la mayoría de las separaciones y divorcios, cuando la pareja ha tomado la decisión de la ruptura, se comunica a los hijos como algo ya establecido que han de aceptar sin más. Y, de repente, en cuestión de días alguien ya no vive en casa. En este tipo de actuación subyace la creencia de que hay que evitarles el sufrimiento y que no es prudente hablar claramente con ellos hasta que las cosas sean definitivas. Ahora bien, lejos de aliviarlos, dispara sus niveles de estrés y angustia; sufriendo más no sólo por el conflicto de sus padres, sino por la desazón de no saber qué está ocurriendo a su alrededor. Si queréis evitar que vuestros hijos sufran más, contadles lo que está sucediendo, explicadles la situación claramente, adecuando el relato a sus edades y madurez, es decir, en un lenguaje que sea comprensible para ellos, teniendo cuidado de no culpabilizar a nadie. Seréis vosotros y no terceras personas los que informéis a vuestros hijos de que se va a producir un cambio en sus vidas, que pretendéis sea para mejor. Si conversáis con los niños a lo largo de todo el proceso, ellos podrán participar con sus miedos, preguntas, fantasías, humor, comprensión y cariño. Oídles.
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Habladles de amigos suyos con padres separados o divorciados. Recordadles que muchos otros niños han pasado antes por lo que ellos están pasando. Por consiguiente, lo que les ha ocurrido no significa que sean niños raros. No debéis olvidar que la comunicación es fundamental en todos los aspectos de la vida y, ante una separación, tiene una importancia vital.
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3. ESCUCHADLES, AYUDADLES A EXPRESAR SUS SENTIMIENTOS Cuando tiene lugar una ruptura hay dolor, mucho dolor, y más para los hijos. Por eso, es mejor que se expresen, hablen y no que queden callados. Sentaos y escuchadles en silencio, sin interrumpirles con vuestras ideas preconcebidas. Necesitan sentirse tranquilos y relajados, sabiéndose escuchados de forma atenta y paciente. Prestadles mucha atención, ahora más que nunca, para descubrir cómo se sienten, para que puedan desahogarse, expresar sus preferencias, hablar del otro progenitor,… Evitad juzgar sus sentimientos; habrá momentos en que un ataque de rabia no sea enojo, sino dolor. Es bueno que comuniquen sus emociones, cualesquiera que sean. Muchos niños ocultan su tristeza, ira o dolor; porque tienen miedo de que eso moleste a sus padres. Necesitan saber que todos sus sentimientos son aceptables. Ayudadles en su expresión. Podéis motivarles con preguntas del tipo ¿cómo te sientes hoy? ¿Qué es lo que más te preocupa?... Pero no insistáis, ofrecedles la posibilidad cuantas veces haga falta, pero sin atosigar. Por ese motivo, es preferible que los días de encuentro, no se llenen excesivamente con actividades. Si se ocupa el tiempo en hacer demasiadas cosas, no habrá momentos para charlar y comunicarse.
4. HACEDLES SABER QUE ELLOS NO SON CULPABLES Decidles que no han tenido nada que ver en la ruptura, que no tienen ninguna responsabilidad por lo ocurrido. Mostradles que ni ellos, ni su comportamiento la incitaron. Explicadles reiteradamente que no se han separado porque se hayan portado mal, pues otras veces sus conductas no fueron adecuadas y no lo hicieron. Contadles que lo que no funcionó fue la relación de los padres como pareja conyugal; que la culpa es vuestra, que la decisión de separarse es exclusivamente de los mayores.
5. CONSERVAD AL MÁXIMO ALGUNOS ASPECTOS HABITUALES DE VUESTROS HIJOS En la medida de lo posible, mantened constantes sus rutinas, horarios, casa, colegio, relaciones sociales,… como puntos de referencia permanentes cuando todo cambia. Por consiguiente, “no cortéis por los sano” con todo lo anterior a la ruptura; pues será esa continuidad la que les aporte la estabilidad y seguridad que precisan en estos momentos tan duros .
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Respecto al colegio, es aconsejable que informéis a los maestros de la situación que vuestros hijos están viviendo, para que los observen y estén cerca de ellos. Y, es muy importante que continuéis participando en las actividades y reuniones escolares, y que sigáis mostrando interés por sus trabajos y deberes.
6. ASEGURADLES QUE NUNCA SE VAN A SENTIR ABANDONADOS Y QUE SE LES SIGUE QUERIENDO IGUAL. Tranquilizadles diciéndoles que siempre tendrán a sus padres, que seguirán disponiendo de ellos, en todo lo que necesiten, aunque ya no vivan juntos. Resaltadles que, además, también tienen a otras personas que se preocupan de ellos: abuelos, amigos, vecinos, profesores,… Eso les ayudará a borrar el miedo que sienten a ser abandonados o a quedarse solos. Aseguradles que continuáis queriéndolos igual o más que antes y los querréis siempre. Debéis demostrárselo, continuando con vuestra labor de padres. Eso les dará seguridad y confianza. Se convencerán de que el hecho de que sus padres se hayan separado, no significa que vayan a carecer de amor y atenciones.
7. NO LES SOBREPROTEJÁIS, PORQUE OS DAN PENA Tratadles igual que siempre. Así, les ayudaréis a crecer y madurar, impidiendo que se comporten de forma más infantil de lo que les corresponde. Evitad caer en la sobreprotección, estableciendo normas y reglas, consensuadas entre vosotros, para que haya una igualdad de criterios, exigencias, rituales cotidianos. En definitiva, una disciplina clara y coherente, que les dará seguridad. Todo ello requiere que ambos cooperéis y que tengáis una comunicación fluida, a la hora de atender las necesidades y conductas de vuestros hijos. Por otro lado, no les llenéis de regalos, objetos materiales que sustituyan vuestra presencia, o que compensen el estrés ocasionado por la separación. Debéis darles lo que necesiten. Y, no llegar al chantaje Mª Luisa Seco Villar
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emocional de algunos niños, con frases del tipo "Mamá/papá sí me lo compra". Si os excedéis con los regalos les generaréis angustia; ya que será imposible satisfacerles o contentarles con algo, y siempre os pedirán más y más .
8. FACILITAD LA RELACIÓN y CONTACTO CON EL OTRO PROGENITOR Y SU FAMILIA. Algunos progenitores tratan de eliminar todo recuerdo de su pareja anterior: no le mencionan y no prestan atención a lo vivenciado por los hijos cuando estaban con él o ella. Los niños aprenden a llevar una doble vida; saben que con uno, no deben existir signos de la relación con el otro. Incluso, esto se generaliza también a su familia; por lo que los abuelos, tíos, primos, amigos de la “otra parte” se convierten en un tema prohibido. En definitiva, no tienen el “permiso psicológico” de un progenitor para relacionarse libremente con el otro. El hecho de que tengan que ocultar una parte importante de su vida, hará que no se sientan aceptados, y menoscabará su autoestima y seguridad personal. Debéis saber que los hijos necesitan al padre y a la madre; precisan su apoyo, cariño y continuar manteniendo una relación con ambos, porque son únicos e irrepetibles para ellos. Por consiguiente, animadles a relacionarse con el otro. Recordadles las fechas señaladas: el cumpleaños y el día del padre o día de la madre. Ayudadles a escoger un regalo, enviar una tarjeta de felicitación o llamar por teléfono. Con el paso del tiempo, se darán cuenta de vuestra madurez y aprenderán a imitarla. Además, tenéis que permitirles querer al otro progenitor: cuando le echen de menos, hay que respetar sus sentimientos; dejadles que le llamen por teléfono, si así se sienten mejor; posibilitadles que tengan fotos del otro padre en el dormitorio o un álbum; sed flexibles y renunciad al tiempo que tienen que permanecer con un padre, si desean estar con el otro; mostraos interesados y felices si cuentan lo bien que lo han pasado con el otro;…. Y, por otro lado, dejad que se relacione normalmente y disfrute con la familia de la otra parte. Recordad que son un apoyo para los hijos en este momento difícil. Facilitad el contacto supone posibilitar las visitas, teniendo preparados a los niños. Y, respecto a esto, sed puntuales para recibirlos, y no canceléis los planes realizados con ellos. Cada vez que decís que vendréis y luego no lo hacéis, sentirán una gran angustia y miedo a quedarse solos. Haced un hogar para ellos en la casa de su madre y en la de su padre, con un lugar para su ropa, sus juguetes y otras cosas. Y, muy importante, mantened los tiempos de visita conjunta libres de discusión y conflictos. Los niños sufren mucho cuando los padres se pelean por quién tendrá a los niños en qué fechas. A ellos les gustaría poder estar con ambos. Procurad tener siempre en cuenta qué es mejor para los hijos, en lo bien que se lo pasarán, no en lo solo o sola que tú te sentirás.
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9. NO FOMENTÉIS LA FANTASÍA DE RECONCILIACIÓN QUE PUEDAN TENER VUESTROS HIJOS Muchos niños repiten insistentemente que quieren que todo sea como antes y se muestran infelices. Hablad con ellos tranquilamente, tened mucha paciencia y escuchadles. Hacedles ver la realidad. Explicadles que, una vez que os habéis separado o divorciado, es improbable que volváis a vivir todos juntos de nuevo. Hacedles saber que es normal que quieran que sus padres se reconcilien y vuelvan a estar todos bajo el mismo techo. Por lo tanto, no deben sentirse avergonzados por tener ese deseo. Cuando se den cuenta de que su ilusión es imposible, cuando entiendan la nueva realidad se mostrarán más tranquilos. Y, al final, acabarán asumiendo la situación y madurando. Pero requiere su tiempo. “Concedédselo”
10. CUIDAOS Y EVITAR QUE SIENTAN LÁSTIMA POR SU PADRE O SU MADRE No permitáis que los niños sean el centro de vuestra vida o notarán, aunque sean pequeños, que los necesitáis y se sentirán culpables de no poder haceros felices. Tener aficiones o una red de amigos que os apoye, evitará que vuestros hijos se conviertan en confidentes y en responsables de vuestro bienestar emocional. Estableced metas personales y profesionales y, si es preciso, buscad apoyo emocional y psicológico. La ruptura implica un gran cambio a nivel familiar. Cuanto antes la asumáis, más les ayudaréis. Pues, si vosotros sois capaces de adaptaros a la nueva situación, vuestros hijos también podrán. Si os está costando mucho, sed poco transparentes ante ellos y, sobre todo, procurad que no os vean llorar por los rincones o enfadados con la ex pareja, pues así no les serviréis de apoyo. En su presencia, intentad mostraros bien. Y si las emociones os superan, buscar ayuda profesional o alguien de confianza con quien desahogaros. Cuando vayan con tu ex, no dramatices las despedidas. Sed fuertes y deseadles una feliz estancia. Los niños se sienten mal si creen que sus padres sufren en su ausencia y les dará pena dejaros solos. Por lo tanto, decidles que les queréis, no les digáis que “les necesitáis”, deseadles que se diviertan y disfruten esos días y, finalmente, comunicaros asiduamente con ellos, sin ser pesados y reiterativos. Viváis o no con ellos, sed cariñosos y apoyadles, que sientan que les queréis.
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11. SI EXISTE UNA NUEVA PAREJA, DADLES TIEMPO PARA ADAPTARSE Tras la separación, antes de presentarles la nueva relación dejad pasar un tiempo para que asimilen la nueva situación. Además, si sabéis que va a ser esporádica no les expongáis a esta. Es decir, separad vuestra vida amorosa de la familiar, hasta que penséis que la nueva pareja va en serio. Habladles previamente de ella, y no se la presentéis en un encuentro casual. Planificadlo previamente y deberá ser corto y en un lugar distinto a la propia casa. Los niños, inconscientemente, percibirán a la nueva pareja como un rival e intentarán provocar. Y, ante frases descalificativas, del tipo “tú no eres mi padre o mi madre, déjame en paz y no me mandes”, responded con serenidad y tranquilidad e intentad comprenderles y poneros en su lugar. Y, por supuesto, no les impongáis llamar “papá o mamá” a la nueva pareja. Dejadles elegir el tipo de relación que desean. Y, no les presionéis a aceptarla y quererla inmediatamente, desde el primer día. Si vuestra nueva pareja tiene hijos, recordarles que su padre o su madre les quieren un montón, así evitaréis que sientan celos. Y, no olvidéis asegurarles y mostrarles con hechos, que ellos son más importantes y están por encima de cualquier otra persona. También dejarles claro que continúan teniendo los papás de siempre.
12. DEBÉIS MANTENER UNA ACTITUD DE RESPETO HACIA LA EXPAREJA. Actitud que implica cinco “noes”:
-NO HABLES MAL A TUS HIJOS DEL OTRO PROGENITOR: en un intento de ganártelos. Desacreditar a la pareja anterior, en presencia de los niños, puede dañar su autoestima, ya que se sienten parte de su padre y parte de su madre. Equivale a hablar mal de ellos mismos, incrementándose sus niveles de angustia, ansiedad e inseguridad. Se sentirán confusos y culpables por quererle o quererla. Por consiguiente, no les llenes la cabeza con información negativa del otro progenitor; criticándole y menospreciándole. Debéis recordar que el problema no lo tienen ellos, sino vosotros y que, aunque se haya roto la relación de pareja, para vuestros hijos él/ella sigue siendo su padre/madre Tenéis que mantener una actitud respetuosa hacia el otro. -NO INTENTES QUE SE PONGAN DE PARTE DE UNO, MANIPULÁNDOLES EN CONTRA DEL OTRO pues les haréis sufrir mucho más. Todos los conflictos económicos o de visitas con la ex pareja deberéis resolverlos con ella directamente sin involucrarles, poniéndoles de vuestro lado. Por consiguiente, no os sirváis de ellos en beneficio propio, para perjudicar al otro, porque también les estaréis haciendo un flaco favor. Mª Luisa Seco Villar
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-NO LOS UTILICES COMO MENSAJEROS; pues no solo pueden alterar el mensaje sin querer, sino sentirse mal si el otro padre se enfada con lo comunicado. Si tenéis que decir algo a vuestros ex, decírselo directamente; por teléfono, por correo electrónico,.. -NO PREGUNTARLES POR LA VIDA DE VUESTRA EXPAREJA, usando a los hijos para obtener información de ella. Cuando vuelvan de visitar al otro progenitor respeta su intimidad, deja que sean ellos quienes te cuenten lo que quieran y elude interrogarles. Además, cuando hablen, por su propia iniciativa, de algo que corresponda al ámbito privado de la otra casa, réstale importancia o explícales que no lo deben hacer. -NO DESAUTORIZAR A TU EXCÓNYUGE EN PRESENCIA DE LOS HIJOS, cuestionando sus decisiones; pues sólo conseguiréis recargarles de confusión e inseguridad. Los desacuerdos los debéis resolver entre vosotros, sin que ellos estén delante. En definitiva, no debéis olvidar que aunque se haya roto vuestra relación de pareja, vuestros hijos siguen teniendo un padre y una madre; así que os debéis respetar porque continuáis siendo sus padres. Y, a ellos no les gusta oíros criticar, aborrecen ser mensajeros, informantes, chivatos…. y odian que intentéis ponerles de un lado, porque quieren disfrutar de los dos. Y, recordad una última cosa “trata al otro como te gustaría que te tratara a ti”.
CONCLUSIONES Si bien no podemos evitar la ruptura, es evidente que el modo en que actuéis puede cambiar la forma en que lo vivan vuestros hijos. Y para que no les influya de forma negativa es importante que les demostréis que les queréis, les aseguréis que ellos no son culpables de nada y nunca les utilicéis manipulándolos para que estén de uno de los lados. También quiero hacer hincapié en que cuanto mejores sean las relaciones entre vosotros y entre los miembros de la familia en la etapa de postseparación, mayores serán las posibilidades de recuperación de los hijos de las consecuencias negativas de esta triste y difícil situación. La disolución del matrimonio implica la destrucción de lo conocido pero, a largo plazo, puede ser un cambio positivo tanto para la pareja como para los hijos. Positivo si va a suponer el fin de las hostilidades; el término de una situación familiar insostenible, conflictiva y perjudicial, con peleas, discusiones e insultos; el cese de un infierno para todos sus miembros. Compartir el hogar con progenitores que no se llevan bien no es bueno para los niños: supone un mal ejemplo y se sentirán frustrados y tristes en un ambiente que no es precisamente de amor y seguridad. No olvidéis que el hecho de estar separado no os hace ser ni peor ni mejor madre o padre, sí el hecho de mantener una actitud madura y serena, fomentando en vuestros hijos la adquisición de valores como la autonomía, la
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responsabilidad y el respeto. Si, por el contrario, no mostráis ese comportamiento adulto les generaréis sentimientos de ansiedad, angustia e inseguridad y difícilmente lograréis disminuir su dolor. Debéis poner de vuestra parte para que, por encima de las desavenencias que tengáis, vuestro objetivo prioritario sea velar por el bienestar de vuestros hijos. Entonces, os aseguro que después de un período de duelo, los niños conseguirán aceptar, superar y elaborar la pérdida de la situación anterior. Sobre todo, si les hacéis saber y les demostráis que les seguís queriendo igual, que vuestro amor hacia ellos no ha sufrido ningún cambio. Los niños necesitan crecer en un ambiente lleno de amor y alegría, con uno o dos de sus padres. Aceptar vivir con uno solo, al principio les costará, pero con cariño, paciencia y dedicación lograréis que todo sea más fácil y se acostumbren a esa nueva situación.
Espero haberos servido de ayuda
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