¿Qué hacer para no sobreproteger a tu hijo?

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¿Qué hacer para no sobreproteger?

¿Que hacer para

No sobreproteger a tu hijo?

Alguien dijo:

“¿Vas a estar, durante toda la vida de tu hijo, tendiendo pétalos de rosas para que no sienta en sus pies que en el camino también hay espinas?” Mª Luisa Seco Villar

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¿Qué hacer para no sobreproteger?

ÍNDICE: 1.

INTRODUCCIÓN:................................................................................................................ 2

2.

LOS PADRES NO SOBREPROTECTORES: ¿QUÉ HACEN? ....................................................... 2

3.

LOS PADRES SOBREPROTECTORES: ¿QUÉ HACEN?............................................................. 3

4.

INDICADORES MÁS CONCRETOS DE SOBREPROTECCIÓN ................................................... 4

5.

POSIBLES CAUSAS ............................................................................................................. 5

6.

CONSECUENCIAS: .............................................................................................................. 7

7.

PAUTAS DE ACTUACIÓN: QUÉ HACER .............................................................................. 11

8.

CONCLUSIÓN: ................................................................................................................. 16

1. INTRODUCCIÓN: Vuestros hijos no vienen con un libro de instrucciones en sus manos. La tarea de educar es muy gratificante y, a la vez, muy difícil. Resulta complicado identificar y averiguar cuándo prestarles ayuda y cuándo dejarles solos para que resuelvan las dificultades que se van encontrando en su camino. Durante las primeras etapas, los niños dependen totalmente de vosotros, pero a medida que crecen su instinto les anima a desligarse de sus padres, a experimentar por su cuenta, a enfrentarse a nuevos retos. Forma parte de su proceso de crecimiento. La responsabilidad de cualquier padre es proteger a sus hijos, cuidarles, atender sus necesidades y darles cariño de forma incondicional. La protección es algo normal, natural, instintivo y necesario para su supervivencia. Pero, protegerlos también implica dejar que crezcan y maduren: que se enfrenten a problemas, que se equivoquen y sufran, sintiendo y teniendo la seguridad de que sus padres están ahí para echarles una mano.; permitiéndoles ser progresivamente más autónomos, posibilitándoles que vivan sus propias experiencias.

2. LOS PADRES NO SOBREPROTECTORES: ¿QUÉ HACEN? Entienden que sus hijos necesitan cuidados, cariño, seguridad, pero también independencia. Comprenden que van creciendo y les tienen que ceder espacio. Les preparan para vivir en una sociedad en la que no siempre estarán a su lado para ayudarles y protegerles. Les enseñan a ser autónomos. Les educan para que no les necesiten. Permiten que resuelvan ellos mismos sus conflictos, que se equivoquen, que aprendan a encontrar soluciones y no problemas. Sienten que la vida es una escuela de aprendizaje y permiten que sus hijos la vivan así. Les enseñan y acompañan. Creen y confían en ellos transmitiéndoles el mensaje de que pueden y de que pase lo que pase, van a seguir adelante, lo cual conducirá a que ellos crean en sí mismos.

Mª Luisa Seco Villar

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3. LOS PADRES SOBREPROTECTORES: ¿QUÉ HACEN? Algo muy común y muy presente en la sociedad actual es envolver a los hijos entre algodones, sobreprotegerlos.

La sobreprotección implica una dedicación absoluta al cuidado de los hijos, preocupándose de ellos en exceso; de forma desmesurada, más allá de lo razonable. Y, al final, en vez de protegerles, les dejan desprotegidos ante la vida, les incapacitan para su vida futura.

Se les ha llamado “Padres Helicóptero”, pues están todo el día sobrevolando sobre sus hijos, para salvarles de cualquier inconveniente; para tenerlo todo bajo control, sin riesgos, sin conflictos, solucionándolo todo.

Siempre están encima de ellos, son su paraguas, evitándoles cualquier situación desagradable, frustración, cualquier mínimo problema, que les provoque algún sentimiento doloroso. Y, se olvidan que esos pequeños sufrimientos son en realidad muy necesarios. Si cometen algún error o tropiezo tienden a disculparles y a proyectar su responsabilidad en otros –compañeros, amigos, profesores-. Piensan que sus hijos son “unos santos” y nunca son los malos, con independencia de lo que digan los demás. Están continuamente pendientes de sus deseos, anticipándose a sus demandas e, incluso, proporcionándoles lo que ni siquiera han pedido, llegando a inutilizarlos, no permitiendo que se desenvuelvan libremente, que experimenten por si solos y crezcan al ritmo natural de la vida. Les controlan tanto que no pueden crecer, ni desarrollar su autonomía. Les dejan ser los “reyes de la casa”. Se convierten en sus “mayordomos”, a su entero servicio en aspectos rutinarios que pueden hacer perfectamente. Actúan en lugar de ellos. Indirectamente les están diciendo “Nosotros podemos, vosotros no”. No creen en ellos. Les están poniendo un límite, un obstáculo, un freno en su desarrollo, crecimiento y maduración. Les tratan como si fueran niños pequeños, fomentando conductas más infantiles de las que les corresponden a su edad. Mª Luisa Seco Villar

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¿Qué hacer para no sobreproteger? Son padres que ven peligros donde no los hay, inculcándoles una excesiva prudencia que, muchas veces, les conduce a tener muchos prejuicios y miedos, a no disfrutar muchas cosas de la vida. De tanto intervenir en cualquier situación que les acontezca a sus hijos, al final les impiden tener experiencias y aprender de ellas. En vez de enseñarles y acompañarles, van creando una burbuja que les aleja del mundo. Y, esto no es educar o querer, es una desviación educacional y un cariño mal entendido. A este tipo de padres les cuesta reconocer que están sobreprotegiendo a sus hijos.

4. INDICADORES MÁS CONCRETOS DE SOBREPROTECCIÓN 

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Les dan todo lo que les piden, para evitar que se frustren, para no causarles malestar. Complacen todos sus deseos, les conceden demasiados caprichos, les consienten en exceso. No les dan ninguna obligación, responsabilidad o tarea del hogar cuando ya están capacitados para ejecutarlas, como: ordenar su habitación, recoger sus juguetes, útiles escolares… No les fuerzan a hacer lo que no quieren, exigiéndoles menos de lo que les corresponde por su edad. Incluso, les dan de comer, visten, bañan, peinan,… cuando ya pueden ejecutar tales acciones. Hacen las cosas por ellos. Les facilitan las tareas, evitando que se esfuercen. Les realizan las actividades escolares. Son los primeros en sentarse a hacerles los deberes, si ven que son incapaces o bien para que no se cansen. Y les excusan ante el colegio por ausencias injustificadas. Si les molestan otros niños, se entrometen para defenderles. Es decir, intervienen en cualquier situación conflictiva que se les presente, impidiéndoles aprender habilidades sociales y hacerse progresivamente más autónomos. Disculpan cualquier tropiezo o travesura de sus hijos. Ignoran, tapan o encubren y justifican todos sus errores. Y, buscan culpables externos (amigos, primos, TV, profes,..) ante situaciones como un castigo, una reprimenda escrita del profe, un examen con un suspenso, un conflicto con amigos, etc. Y eliminan de sus hijos cualquier responsabilidad ante esos hechos, para evitarles un sufrimiento. Y lo único que consiguen es que no aprendan un valor tan básico como es la responsabilidad y el saber asumir las consecuencias de sus actos. Incluso, en ocasiones, son los propios padres los que se autoinculpan, responsabilizándose de sus tropiezos. O, peor aún, es cuando un progenitor inculpa a otro, generándose un enfrentamiento entre ellos. Ponen pocas normas. No ejercen la disciplina suficiente cuando se portan mal, pasando por alto sus malos comportamientos o excusándoles. Abusan de indicaciones: No toques--, te puedes caer…, no subas--, te harás daño, lo romperás… Y, cuando son pequeños, no les dejan jugar por miedo a que se golpeen. En realidad, los miedos de sus padres les limitan, les privan de experimentar y los niños son exploradores por naturaleza.

Mª Luisa Seco Villar

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Responden por él, incluso en ocasiones, adivinan lo que quiere ante una mínima señal o gesto, con lo cual no siente necesidad de hablar, generándole de forma progresiva un déficit de lenguaje. Les dicen continuamente lo que tienen que hacer, toman decisiones que por sí solos son capaces de tomar, por tener edad suficiente. Por ejemplo, con 4 o 5 años pueden decidir qué comer o qué no, pueden elegir algunas prendas para vestirse y pueden tomar otras decisiones que sus padres no les dejan; porque consideran que ellos saben mejor lo que quieren o necesitan. No quieren separarse nunca de ellos. No quieren que vaya de excursión, de acampada, que se quede a dormir en casa de un amigo,… Impiden que realicen muchas actividades por miedo a que les pase algo. Y, se preocupan sobremanera ante una ligera fiebre, ante una pesadilla, o una enfermedad común. Les ven pequeños, indefensos. Para ellos, son niños aunque hayan entrado en la universidad.

5. POSIBLES CAUSAS Las RAZONES son muy diversas y en todas subyacen buenas intenciones para con los hijos:  Las PRISAS, el AFÁN DE PERFECCIONISMO... Se lo hacen todo, porque los adultos necesitan menos tiempo, acaban antes y, además, les sale mejor. En cierto modo, es más cómodo ejecutarlas ellos, que enseñarles. Son sus mayordomos porque tardan menos que sus hijos y los resultados son perfectos. Y, les envían mensajes del tipo: “Yo sé, tú no sabes”; “Déjame a mí que lo hago antes y mejor”. Y quizás los padres lleguen a pensar que les están haciendo un favor, cuando lo único que van a conseguir es que pierdan las ganas de realizar las cosas por sí mismos. La pregunta es ¿qué aprenden los niños? Si son capaces de hacerlo, ¿por qué no dejarles? Es evidente que las primeras veces no le va a salir fenomenal, pero lo único que les falta es práctica y experiencia.  Hay padres que DESCONOCEN O NO TIENEN CLARO LO QUE SE LES PUEDE EXIGIR y fomentan conductas más infantiles de las que les corresponden por su edad.  Piensan que les están favoreciendo, haciéndoles la vida más fácil, bajo la creencia de que YA TENDRÁN TIEMPO DE MAYORES para PASAR MALOS RATOS. Consecuentemente, se anticipan a sus necesidades y demandas, les ahorran problemas o confrontaciones, les evitan exponerse a situaciones que consideran adversas o complicadas, les protegen de los sinsabores y frustraciones de la vida. Y, realmente, no se dan cuenta de que las emociones negativas son su mejor entrenamiento; pues para desarrollar una saludable tolerancia a la frustración deben equivocarse, sentirse frustrados, sufrir algún sinsabor.  Creen que LES ESTÁN DANDO UNA “VENTAJA‟ EN LA VIDA. Piensan que serán más inteligentes, tendrán más amigos, serán mejores en los deportes, etc. Pero, en realidad, el cuidado intensivo puede tener el efecto contrario en los hijos del que los padres pretenden.

Mª Luisa Seco Villar

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¿Qué hacer para no sobreproteger?  Les resulta DIFÍCIL ACEPTAR QUE ESTÁN CRECIENDO. Y, les sobreprotegen porque no quieren cortar el cordón umbilical, NO QUIEREN ROMPER EL HILO QUE LOS UNE. En este sentido, actúan de forma sobreprotectora porque: están llenando un vacío, tienen una razón de ser, se sienten importantes, poseen el control de la situación, necesitan sentirse necesitados. Entonces, se convierten en “las muletas” de sus hijos, tejiendo una relación de dependencia y cortando su autonomía.

 Se SIENTEN CULPABLES al NO PODER PASAR MÁS TIEMPO CON SUS HIJOS por cuestiones laborales. Entonces, el poco tiempo que están con ellos, se vuelcan y tratan de compensar, con un exceso de cuidado y caprichos, las muchas horas que se quedan solos. Y, por otro lado, les cuesta decir que no, establecer obligaciones y mantenerse firmes en las normas puestas.  La sobreprotección es la vía que utilizan algunos padres PARA CALMAR SU PROPIA ANSIEDAD, ANGUSTIA Y SUS MIEDOS.  Padres que tuvieron FALTA DE CARIÑO EN SU INFANCIA, QUIEREN DARLES LO QUE NO RECIBIERON. De niños, ellos mismos fueron dejados de lado por sus padres, sufrieron de abandono de uno de ellos o de ambos, o no recibieron la atención o cuidado precisos. Esto les lleva a decir: “no quiero que mis hijos sufran como yo sufrí” o “no quiero que mis hijos, pasen por lo que yo pase”. Entonces, sienten que deben darles todo lo que ellos han echado de menos en su infancia. Mª Luisa Seco Villar

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¿Qué hacer para no sobreproteger?  Padres que crecieron en un “MODELO SOBREPROTECTOR”, y tienden a reproducirlo.  Por COMODIDAD: es más fácil consentir, darles todo lo que pidan, hacerles todo, solucionarles los problemas,… que enseñarles y educarles estableciendo una disciplina: orden, normas, esfuerzo.  Por ENFERMEDAD o alguna DISCAPACIDAD. Los padres quieren compensar estas circunstancias sobreprotegiéndoles.  Por hallarse en alguna de estas situaciones:  Padres con HIJOS ÚNICOS, La falta de hermanos hace que muchos niños se acostumbren a ser el centro de la casa, sobre los que sus padres vuelcan demasiadas atenciones.  Padres SOLTEROS. La ausencia de uno de los padres podría generar una crianza intensiva.  Padres de EDAD AVANZADA, con pocas energías para imponerse.  Padres SEPARADOS o DIVORCIADOS: conscientes del daño que pueden estar haciendo a sus hijos, intentan repararlo con cuidados excesivos.

6. CONSECUENCIAS: Si en lugar de apoyarles, sugerirles y guiarles para que aprendan por sí mismos, implementáis un estilo educativo sobreprotector y blandengue; entonces, lejos de ayudarles a crecer y madurar, estáis aumentando las posibilidades de que sufran alguna de estas consecuencias adversas, que les afectarán el resto de sus vidas:

Mª Luisa Seco Villar

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 Tienen un ESCASO DESARROLLO DE HABILIDADES. Acostumbrados a que todo se lo hacéis, no saben hacer nada. Les impedís que aprendan, lo cual les generará un SENTIMIENTO DE INUTILIDAD.  Su AUTOESTIMA ES BAJA. Son personas inseguras en lo que hacen y en su relación con los demás, con falta de confianza en sí mismas, con sentimientos de inferioridad -se consideran torpes, incompetentes incapaces de lograr nada por sí mismo-, con mucha ansiedad y miedo ante las dificultades o ante situaciones cotidianas que en realidad no revisten peligro alguno. Todo ello, hará que pierden muchas oportunidades.  Tienen tendencia al NEGATIVISMO, al pensamiento negativo respecto a su propia capacidad de solucionar problemas. “Tiran pronto la toalla”, son personas que suelen darse pronto por vencidas. Ante una dificultad que no saben cómo enfrentar, prefieren no afrontarla, dejarla pasar de largo, evitarla, a ponerse manos a la obra y ver posibles soluciones. Esto alimenta su autoestima negativa.  Son propensos a la DEPRESIÓN, a consecuencia de su baja autoestima y de sus dificultades para resolver problemas en su vida diaria. Creen que es prácticamente imposible tener una vida feliz.  Se convierten en personas MUY DEPENDIENTES de otros. Se les ha habituado, desde su más tierna infancia, a hacerles las cosas o a estar permanentemente a su lado, que piensan que los demás están ahí para ayudarles y resolverles sus necesidades. Este excesivo apego a sus padres les conducirá a adoptar una POSTURA PASIVA y CÓMODA, a NO tener INICIATIVA, a dejarse llevar por el ambiente que les rodea y por las decisiones de los demás; a NO ASUMIR RESPONSABILIDADES; a REHUIR PROBLEMAS en vez de enfrentarse a ellos; a NO TOMAR DECISIONES por sí mismos Mª Luisa Seco Villar

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¿Qué hacer para no sobreproteger? sobre lo que les conviene o lo que desean, siendo personas muy dubitativas; poco creativas.  Tienden a APOYARSE EN LOS DEMÁS, porque han aprendido a que otros les solucionen su vida y porque muestran muchas dificultades para decidir y pasar a la acción. Se sienten inválidos ellos solos, y necesitan que alguien les dé seguridad. Han estado buena parte de su vida al amparo de sus padres, les han protegido tanto que ahora sólo buscan esa seguridad y protección en los otros.  Manifiestan DIFICULTADES PARA RESOLVER PROBLEMAS en su vida diaria.

 NO cargan CON LAS CONSECUENCIAS DE SUS ACTOS, porque ya están ahí sus padres para disculparles, absorber y cargar con sus responsabilidades. Y, son incapaces de RECONOCER sus ERRORES. Eso no va con ellos.  Muestran una gran DIIFICULTAD PARA TOLERAR CONTRATIEMPOS, FRUSTRACIONES, para posponer gratificaciones.  NO SE ESFUERZAN: no han aprendido porque se les ha enseñado a obtener fácilmente todo lo que han deseado, se les ha acostumbrado a recibir y recibir con tan sólo extender sus manos, sin poner en acción nada de su parte. De ello deriva, su incapacidad para valorar lo que han conseguido, de forma gratuita, sin ningún esfuerzo.  Y, son CAPRICHOSOS, EGOCÉNTRICOS, INSACIABLES, insatisfechos; que piden y piden más y más cosas, de una forma compulsiva y sin sentido.  Son EXIGENTES, DEMANDANTES, NO SERVICIALES con su entorno, IRRITABLES y AGRESIVOS -si no obtienen lo que quieren en el mismo momento-, TIRANOS: solicitan las cosas con mala actitud y, además, crecen pensando que los demás están ahí para servirles. Les han hecho sentirse como los “reyes de la casa” y actúan como soberanos autoritarios, creyendo que todos tienen la obligación de cuidarles y cubrir todas sus Mª Luisa Seco Villar

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¿Qué hacer para no sobreproteger? necesidades, tal y como aprendieron de peques. A medida que el tiempo va pasando, se recrudecen las relaciones con sus padres. Pueden haber desarrollado mucha rabia contra ellos, porque van viendo sus dificultades a la hora de enfrentarse a problemas, y pueden echarles la culpa. Como consecuencia de esto, en nuestra sociedad están aumentando, de manera alarmante, niños que sufren el llamado “Síndrome del

emperador”: el maltrato físico o psíquico de los hijos hacia los padres. Este problema se caracteriza por un comportamiento agresivo (verbal o físico), conductas desafiantes y violación de las normas y límites familiares.

 CARECEN DE HABILIDADES SOCIALES: muestran dificultades para entablar o mantener amistades, manifiestan retraimiento, inhibición, timidez, desinterés por las personas y las relaciones sociales, son solitarios: les resulta complicado estar con otros niños de su misma edad, les cuesta iniciar conversaciones, integrarse en grupos, no son empáticos.  Exhiben una gran DIFICULTAD PARA ADAPTARSE A SITUACIONES: escuela, trabajo,..  Pueden aparecer DIFICULTADES DE APRENDIZAJE.  Pueden tener RETRASO EN LA ADQUISICIÓN DEL LENGUAJE, así como FALTA DE NECESIDAD DE EXPRESAR VERBALMENTE SUS NECESIDADES; pues cada vez que quieren algo, sus padres se lo dan ante una mínima indicación, mermando así su capacidad lingüística. Y, así, aprenden a solicitar las cosas con sólo mirar o señalar, no tienen ninguna necesidad de demandarlo verbalmente, porque es suficiente con su lenguaje no verbal. En definitiva, su desarrollo de la pronunciación o de la construcción de frases se va retrasado con respecto a la de los demás niños de su edad, al conseguir todo lo que quieren sin decir absolutamente nada. Todo ello se ve reforzado porque los adultos que les rodean les hablan de forma infantilizada o bien repiten sus expresiones incorrectas; que les resultan graciosas.  No quieren IR AL COLE. Y, detrás de tal negativa, puede haber un exceso de protección, sobre todo, por parte de la madre. Y esta sobreprotección puede generar Mª Luisa Seco Villar

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¿Qué hacer para no sobreproteger? un peligroso círculo vicioso. Es decir, el pequeño excesivamente protegido no querrá separarse de su madre, porque se siente inseguro. Así que ella, al ver que su hijo se pone nervioso, triste, llora, grita, se niega,…, reacciona consintiéndole, creyendo que así le protege más. Además, si siempre está bajo tu paraguas y protección, le costará trabajo convivir con niños de su edad, sobre todo en el entorno escolar o en cualquier lugar en donde la madre no esté presente.  CONSECUENCIAS NEGATIVAS PARA LOS PROGENITORES: Cuando están focalizados el 100 % en proteger a sus hijos, no dedican tiempo a sus parejas, a su relación con la familia, amigos,… lo cual a la larga va menoscabando sus relaciones. En definitiva, son personas inmaduras, débiles, flojas, dudosas, llenas de limitaciones, inútiles, con un desarrollo psicológico inferior a su edad cronológica. Los niños sobreprotegidos se convertirán en ADULTOS que sólo estarán preparados para vivir en entornos protegidos o para las situaciones de éxito. Cuando aparezcan los primeros conflictos y frustraciones, no sabrán cómo gestionarlos y se sentirán fracasados, inferiores e injustamente tratados por la sociedad, por los amigos, los padres,…

7. PAUTAS DE ACTUACIÓN: QUÉ HACER Está en vuestras manos ofrecer a vuestros hijos los cuidados que necesitan para sentirse seguros y queridos, sin caer en una excesiva protección y evitando todas las consecuencias antes mencionadas. Ante todo, es fundamental encontrar el equilibrio, de modo que fomentéis, poco a poco, la autonomía y la independencia, prestando atención y cuidado. Las siguientes pautas os pueden servir de ayuda:

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No seas un padre helicóptero: NO ESTÉS DEMASIADO PENDIENTE de lo que hace para salir corriendo en su auxilio. Deja que sea él quien te pida ayuda cuando la necesite. Evalúa si de verdad la precisa o si es algo que puede hacer por sí mismo, aunque sea frustrante o molesto. No supervises, vigiles o controles todo lo que hace. Déjale un margen y un espacio propio. Permítele respirar, no estar permanentemente atosigándole con preguntas o preocupaciones por su bienestar y salud. DEJA QUE SE ENFRENTE A LAS DIFICULTADES, para hallar la solución por sí mismo. Por ejemplo, si le cuesta atarse los cordones de los zapatos, no le harás un favor atándoselos tú, es mejor que le guíes y que le permitas que ensaye, para que finalmente constate que es capaz de hacerlo por sí mismo. El vivir y enfrentarse a los problemas le obliga a resolverlos y, esto le servirá para desenvolverse con más facilidad cuando sea mayor. AYÚDALE cuando lo necesite, pero NO LE SOLUCIONES SIEMPRE LOS PROBLEMAS. Debe aprender por sí mismo a buscar las soluciones o los apoyos necesarios. No le dejes solo, enséñale, acompáñale y apóyale para que lo logre. Ahora bien, acompañarle en el camino, no es hacérselo todo. Tu misión es estar a su lado cuando lo necesite, para apoyarle, no para solventar sus problemas y realizar sus tareas. En el caso de que reclame tu ayuda, conviene averiguar qué es lo que realmente demanda y precisa. Y, en vez de soluciones, dale pistas, sugerencias para que lo pueda solucionar con sus propios recursos. Pregúntale, por ejemplo, “¿Qué puedes hacer para resolverlo? ¿Qué crees que se puede hacer para que no te sientas así?” También, ofrécele ideas de lo que tú harías. Si realmente quieres beneficiar a tu hijo mantente un poco más al margen, con una actitud colaborativa, más que resolutiva. No le des las soluciones, no hagas de Superman. Dile: “Yo estoy como apoyo para que aprendas a hacer." De alguna manera, le posibilitas que participe activamente en arreglar sus cosas. Así aprenderá a crecer y madurar y no se convertirá en una persona dependiente. NO TE ANTICIPES A SUS ERRORES para evitarlos. Es normal que cometa errores. Aprender significa equivocarse una y otra vez. Deja que falle o se frustre de vez en cuando. De este modo, irá madurando. Así que permite que fracase. En muchas ocasiones, los tropiezos y batacazos son positivos, en cuanto que le ayudan a aprender de sus propios errores, a ser más autosuficiente, competente, a ganar confianza y a fortalecer su autoestima. Tras los errores, analizar juntos lo que ha ocurrido, qué se ha hecho de forma correcta y qué se puede mejorar. Y, por supuesto, anímale a superarlos, transmítele la confianza de que puede alcanzar sus metas. Y, hazle ver que, pese a los obstáculos encontrados, progresivamente le van saliendo mejor las cosas. Por consiguiente, no olvides reforzarle positivamente y elogiarle; pues tus aplausos, le impulsarán a seguir adelante, a no tirar la toalla ante el mínimo bache que aparezca en su camino. SÉ UN BUEN MODELO, DALE EJEMPLO, muéstrale que aunque te equivoques y las cosas no vayan como tú realmente querías, sigues adelante esforzándote, sin tirar la toalla, pues siempre existe la posibilidad de solucionar los problemas. Si vive y crece

Mª Luisa Seco Villar

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¿Qué hacer para no sobreproteger? en un entorno en el que se afrontan los tropiezos y dificultades con esta actitud, llegará a asumirla e imitarla.

NO LE DES TODO LO QUE PIDA, o lo que tú crees que necesita. Exígele un esfuerzo, pequeño o grande, para lo que pretenda conseguir. Permite que se frustre cuando no logra lo que busca. De este modo, le mostrarás el valor del esfuerzo y las enseñanzas que encierran las dificultades y la frustración. No debes olvidar que los niños son insaciables; cuando ya tienen lo que quieren, fijan rápidamente sus ojos en nuevos objetivos. Y todo lo alcanzado pierde su valor. DALE RESPONSABILIDADES DOMÉSTICAS, pequeñas tareas a realizar en el hogar. Por ejemplo, tener su habitación ordenada, recoger sus cosas, poner la mesa, llevar la ropa sucia a la lavadora,… Acciones en las que puede perfectamente colaborar. Por consiguiente, no se las hagas tú, no le ahorres sacrificios razonables y para los cuales está capacitado. Y, muy importante, refuérzale, anímale, dile lo bien que las ha realizado. Además, se exigente con su ejecución. Los hijos no sufren por ser exigidos. Lo único que hace sufrir a un hijo es la falta de amor, el hecho de no sentirse querido. Las responsabilidades implican, de alguna manera, ser autosuficiente. Enseñar a los niños a ser responsables incrementa su sensación de poder. Cuando se tiene sensación de poder, se poseen los recursos, oportunidades y capacidades necesarias para influir sobre las circunstancias de la propia vida. TRÁTALE DE ACUERDO A SU EDAD, tiene que ser capaz de llevar a cabo las tareas para las que se halle capacitado. No le exijas menos de lo que puede. Muchas veces, ves a tu hijo como un peque incapaz de lograr una meta, tratándole como tal y olvidándote de que pese a ser pequeño, no es tonto. Por otro lado, tampoco debes adelantarle nuevas situaciones propias de edades más avanzadas, o tratarle como si

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¿Qué hacer para no sobreproteger? fuera adulto, exigiéndoles las mismas responsabilidades y compromisos. Se le debe exigir sólo aquellas que le corresponden a su nivel evolutivo, ni más ni menos.

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ESTABLECE UNOS LÍMITES, UNAS NORMAS CLARAS EN CASA y exige su cumplimiento. Aprende a decir que no. Es más, los niños necesitan que sus padres les pongan esos límites que ellos son incapaces de establecer. FOMENTA, INCENTIVA, IMPULSA SU AUTONOMÍA Y AUTOSUFICIENCIA, con cierta supervisión, pero sin intromisión. Mantente "cerca" y ve aumentando la distancia a medida que compruebes que progresivamente es más autónomo. Permite que se desenvuelva solo, aunque tarde en hacer las cosas. No hagas lo que puede hacer por sí mismo, si realmente quieres que sea autónomo y responsable. Favorece que aprenda a asumir nuevos retos, a tomar la iniciativa y a adoptar sus primeras decisiones. Hazle sugerencias, pide su opinión, tenle en cuenta. Para que crezca, tienes que soltar riendas y darle poder y, por supuesto, debes confiar en él. BRÍNDALE CONFIANZA, sobre todo, cuando crea o asegure que es incapaz de hacer algo, que no puede enfrentarse a una dificultad. Hazle ver que sí puede, dejándole hacerlo solo y comprobando su capacidad. Así irá ganando confianza en sí mismo, y aprenderá recursos y estrategias, que le harán sentirse triunfante y le servirán para arreglárselas en un futuro sin sus padres.

TRANSMÍTELE UNA PERCEPCIÓN TRANQUILIZADORA DEL MUNDO. Si ves peligros en todos sitios y, por ello, no le concedes gradualmente la autonomía necesaria, corres el riesgo de bloquear o retrasar muchos de sus descubrimientos, además de crearle

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¿Qué hacer para no sobreproteger? mucha inseguridad. Protégele de los peligros verdaderos, pero sin llegar al extremo de convertirle en una persona débil y temerosa. Por ello, no te excedas con advertencias del tipo “cuidado, que te vas a caer”, o “no vayas allí, que es peligroso”. Si reiteras estos mensajes con gran frecuencia, intentando evitar el enfrentamiento inevitable con el riesgo, puedes crear en el niño el miedo a no ser capaz de defenderse o enfrentarse a determinadas situaciones. Es preferible que le enseñes cómo debe actuar en caso de encontrarse en una situación de peligro, antes de que le impidas realizar muchas actividades porque temes que le pase algo malo. Tus miedos no pueden coartar su necesidad de vivir experiencias. Ante las situaciones en las que tenga miedo, en lugar de evitarlas, háblale de lo que va a pasar y transmítele tu apoyo. En muchas ocasiones, el miedo a hacer algo, puede deberse tan sólo a que no sabe cómo realizarlo. Por consiguiente, explícale lo que tiene que hacer o decir, luego retírate y déjale que lo haga por sí mismo. El hecho de hablarle y explícale reducirá su ansiedad y facilitará su enfrentamiento a aquello que le provoca temor. Por consiguiente, frente a situaciones que le puedan resultar complicadas, en lugar de evitarlas prepárale a través del diálogo.

NO INTERVENGAS INMEDIATAMENTE EN SUS CONFLICTOS CON OTROS NIÑOS. Permítele que ponga en acción recursos y estrategias para solucionarlos. De lo contrario, nunca aprenderá a defenderse solo y siempre recurrirá a la ayuda de sus padres. Tu hijo debe aprender desde su propia experiencia a resolver conflictos, a negociar, a jugar, a compartir, a ganar,… Y, también, a perder, a diferenciar lo necesario de lo prescindible, lo que es importante para él,… No hagas un drama cuando le pase algo o tenga problemas con sus amigos, compañeros. Trata de verlo como un desafío y antes de que te salga la lanza y el escudo, comprende que de esa experiencia aprenderá a ser más fuerte, más seguro y autosuficiente. Tu empatía, tu escucha, tu consuelo son buenos, pero nunca deben sustituir al aprendizaje. FAVORECE SUS RELACIONES SOCIALES CON LOS IGUALES para potenciar el aprendizaje de habilidades sociales en otros contextos que no sean el familiar. Fomenta que juegue o realice actividades con otros niños, sin la presencia constante de los adultos. Por otro lado, permítele que pase algún tiempo con otras personas –abuelos, tíos,..para establecer lazos afectivos e “independizarse” un poco de sus padres. Si tu hijo es tímido, procura que salga más de casa, que abra más su círculo de amistades, que comparta sus cosas, etc. Ahora bien, no le fuerces, dale ideas, predica con el ejemplo,.. De lo contrario, con los años puede acabar siendo una persona temerosa, solitaria, arisca o desconfiada Fomenta la apertura de tu hijo a nuevas experiencias, relaciones,... superando tu miedo "a lo que pueda pasar". Deja que se desenvuelva con autonomía en el mundo, que aprenda de su propia vida. TEN MUY CLARO QUE tanto de las “buenas acciones”, como de las “malas”, EL VERDADERO PROTAGONISTA ES ÉL, no eres tú. Él es el responsable de sus conductas.

Mª Luisa Seco Villar

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¿Qué hacer para no sobreproteger? Y ejerciendo esa responsabilidad aprenderá de sus ejecuciones y de las consecuencias de las mismas. Esa lección es necesaria y no debemos eliminarla.

8. CONCLUSIÓN: El gran objetivo de la educación es educarle para que no te necesite. Y, a veces, por querer dárselo todo, se lo quitas todo; pues le impides que aprenda a afrontar lo que teme, a tolerar la frustración, a ser responsable de sus errores y de su mal comportamiento, o a hacer las cosas por sí mismo. Le transmites el mensaje de que es débil, de que no es capaz de lograr lo que quiere y que, por tanto, tiene que depender de los demás, deteriorando de este modo su baja autoestima. Y, lo peor de todo, es que todo ello no sólo se limitará a sus etapas iniciales, sino que se generalizará al resto de las etapas, a su vida futura. El dárselo todo no le hace más feliz. Le hará mucho daño, evitando que se esfuerce, que trabaje, que se enfrente por sí mismo a los retos y dificultades que surjan a lo largo de su vida. Al final, le afectará a su seguridad, confianza, valoración de sí mismo. Será flojo, inmaduro, inútil. La experiencia directa –el aprendizaje probando, tropezando, cometiendo errores, y levantándose y saboreando los logros conseguidos- es la forma más efectiva para adquirir nuevas habilidades y fortalecer las que ya dispone. No les prives de experimentar la vida. A vivir, sólo se aprende viviendo. Por consiguiente, no le hagas, no le resuelvas, aquello que puede hacer o resolver por sí mismo. Déjale espacio para experimentar, equivocarse y desarrollarse sanamente. No le protejas de los disgustos y sinsabores de cada día. Experimentarlos será la vía para entrenar habilidades que le posibilitarán ser un adulto seguro, fuerte y maduro. Muchas investigaciones y estudios han puesto de manifiesto que cuanto menos protegen los padres a sus hijos de las emociones negativas, mayor es el grado de madurez de éstos. El dolor, el miedo y todo eso que pensamos es “malo”, son realmente desafíos en nuestra vida que nos empujan a crecer, a tener más noción de uno mismo y más madurez emocional. Cuando sentimos dolor o no obtenemos lo que queremos, nos volvemos creativos, buscamos la forma de seguir adelante. Si evitas que tu hijo sufra solucionando sus problemas, cuando él mismo los podría solucionar, haces que a corto plazo se sienta bien y protegido, es un alivio temporal. Pero a largo plazo, el efecto será el contrario y llegará a ser una persona que sufra muchísimo cuando se adentre en la "jungla" de la vida adulta. Y, aunque verle sufrir no es agradable, debes saber que la frustración o el sufrimiento son aspectos fundamentales en el desarrollo de los niños y que querer mucho a los hijos no implica evitarles todos los sufrimientos. Durante la infancia se crean las bases de las fortalezas que nos permiten enfrentarnos a las adversidades de cada día. Si un niño no aprende en los primeros años a hacerlas frente; cuando crezca no sabrá afrontar los problemas de la vida adulta, no tendrá recursos, ni tampoco a sus padres para que se los solucionen. Debes ser consciente que tu hijo va creciendo y debe ir separándose de sus padres. Tienes que ir soltando redes y no mantenerle “pegadito a tus faldas”, si no quieres ocasionarle retrasos en su progreso psicológico, intelectual y social. Debes dejarle evolucionar para no entorpecer su desarrollo.

Mª Luisa Seco Villar

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¿Qué hacer para no sobreproteger? Los excesos nunca han sido buenos. Por ello, hay que tener cuidado de no caer en la sobreprotección o en la sobreexigencia, ya que en ambos extremos se generan siempre más consecuencias negativas que positivas. Si te excedes en ayudar y proteger a tu hijo por miedo a que sufra, conseguirás el efecto contrario al deseado, y le crearás problemas que arrastrará a lo largo de su existencia. Debes brindarle una crianza equilibrada, en la que haya el mismo nivel de afecto que de exigencia. Si les mantienes en una burbuja de cristal tendrá una dependencia "extrema" de los adultos y desarrollará menos recursos, estrategias y habilidades para valerse por sí mismo.

Muchos padres piensan que a mayor cantidad de cuidados mayor es el afecto que les dan. Confunden el amor verdadero a los hijos, con permitirles que hagan lo que quieran, cuando quieran y donde quieran. Creen que amarles y quererles es hacerles el camino más fácil. Y, realmente no están haciéndole un favor, aunque tal sea su creencia. No olvides que sobreprotegerle es inutilizarle, amarle es creer en él, dejar que sea independiente, que aprenda a solucionar sus problemas y a hacer las cosas por sí mismo. Debes hacerle sentir que crees en él, debes hacerle percibir que puede hacer cosas cada vez más difíciles sin tu ayuda. Y si se equivoca, no pasa nada, se aprende más de las derrotas que de las victorias. Hacemos las cosas por ellos, mientras no son capaces. Las hacemos con ellos, mientras aprenden. Pero, una vez que saben, pese a no ser expertos, son ellos los que tienen que tener la oportunidad de hacerlas, e incluso la oportunidad de equivocarse; pues si continuamos sirviéndoles ¿cómo van a aprender? Proteger, cuidar, educar y dar buen ejemplo, son las principales obligaciones de los padres para con los hijos, pero sobreprotegerlos es educarles mal. Además, una relación padres-hijos basada en la sobreprotección tiene más efectos negativos que positivos, ya que a los niños les costará mucho llegar a alcanzar su madurez.

Mª Luisa Seco Villar

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