La Guerra Olvidada - La victoria peruana en el Caqueta

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EN EL CAQUETA 12 de Julio de 1911 GRAL. DIV. EP OSCAR GOMEZ DE LA TORRE OVALLE LIMA – PERU 2011
LA VICTORIA PERUANA

LA GUERRA OLVIDADA

La Victoria Peruana en el Caquetá

Queda autorizada la reproducción y difusión parcial o total del contenido de esta obra con fines educativos, previa comunicación al compilador.

PRIMERA EDICION – 2011

Editado en Arequipa – Perú

Julio 2011

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- 3INDICE Pág. PRESENTACION: 04 CAPITULO I ANTECEDENTES DEL CONFLICTO 05 Presencia peruana en la región Amazónica 05 Tratado Herrera-Duarte entre Perú y Brasil 06 Nuevas expediciones al Oriente peruano 07 Colombia y la Comisión Corográfica 09 Reclamos en la región Amazónica 11 Colombia ocupa territorio peruano en el río Caquetá 13 Creación del Destacamento Caquetá – Putumayo 16 CAPITULO II CONSIDERACIONES HISTORICAS 22 El Ejército del Perú en el siglo XX 22 Organización del Ejército del Perú 23 Organización de la Fuerza Naval y Fluvial 25 CAPITULO III MISION EN EL RIO CAQUETA 30 Desplazamiento del Btn. Inf. Nº 9 a la región Oriente 30 Situación de las tropas colombianas en el Caquetá 31 Preparativos para desalojar al invasor 32 Planes de engaño y Hermandad masónica 34 Propuestas diplomáticas para evitar el conflicto 35 CAPITULO IV FUERZAS PERUANAS RUMBO A LA GLORIA 39 Inicio del combate: 10 Julio 1911 39 2do día de combate: 11 Julio 1911 43 CAPITULO V VICTORIA PERUANA 50 Conquista de “La Pedrera” 12 Julio 1911 50 Captura de “Puerto Córdoba” 13 Julio 1911 52 CAPITULO VI ARDID PERUANO ANTE ENGAÑO COLOMBIANO 58 Acta del 24 Julio 1911 59 Nuevo aliado de Colombia ataca a fuerzas peruanas 61 Archivo colombiano capturado en “La Pedrera” 63 CAPITULO VII MISION CUMPLIDA 67 CAPITULO VIII EXTRAÑO FINAL DE UNA VICTORIA 71 BIBLIOGRAFIA 80

PRESENTACION

El Conflicto de 1911 fue un conjunto de escaramuzas fronterizas entre Colombia y Perú por la posesión territorial de una amplísima zona de la selva del Amazonas. Ninguno de los dos países reconoce en estos hechos la existencia de una guerra; por el contrario, historiadores de ambas nacionalidades han optado por ignorar o minimizar estos hechos, refiriéndose a esta parte de la historia, como un pequeño conflicto entre naciones hermanas; es así, que el conflicto poco se recuerda en ambos países

En el Putumayo en 1911 no había presencia colombiana y el Perú era dueño de ambas orillas hasta el río Caquetá, donde desde la época de la colonia, era el límite entre el Virreinato del Perú y el de Nueva Granada; donde existían poblados como Tarapacá, Arica y Tacna. En lo que respecta a la presencia de Colombia en esas zonas, recién se da a partir de 1930 con la ratificación del Tratado Salomón-Lozano.

Sin duda, y más extraños parecen los resultados de este conflicto que alcanzó su máxima expresión con el triunfo militar del Perú en el combate de “La Pedrera”, expulsando a las tropas colombianas del territorio peruano; pero por extraño que parezca, el gobierno peruano ordenó que las tropas desocupen el territorio nacional recuperado, mientras en Colombia, pese a la derrota militar, obtenía también en forma muy extraña no solo todo el territorio entre el río Caquetá y el río Putumayo; sino, otra extensión de territorio en el llamado “Trapecio amazónico” entre el río Putumayo y el río Amazonas, territorio jamás reclamado por Colombia, que le permitió la salida al rio Amazonas en forma directa.

Al decir de los historiadores colombianos: “En este conflicto amazónico, no hubo, pues, miles de muertos, miles de hogares destruidos, ni miles de madres que lloraran a sus esposos o a sus hijos, ni miles de niños en orfandad repentina, ni ciudades, invadidas, ni desolación, ni sufrimiento; todo fue extraño, muy extraño”

Este libro, en que narramos este glorioso hecho de armas, del que poco se ha escrito, es un homenaje para nuestras tropas peruanas, Oficiales, Técnicos y Suboficiales, Soldados y Marineros de nuestro Ejército y Marina, y Ciudadanos de Loreto; por su significado patriótico, por su contenido heroico y por el espíritu de lucha de quienes intervinieron en él, realizando un esfuerzo gigantesco aún a costa de la vida de tantas personas, derramando su sangre para nada.

Gral.

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LA GUERRA OLVIDADA

La Victoria Peruana en el Caquetá (12 de Julio de 1911)

CAPÍTULO I ANTECEDENTES DEL CONFLICTO

Presencia peruana en la región amazónica

La presencia peruana en la región amazónica se da desde la época de la Colonia, a través de expediciones científicas y con fines de colonización que se organizaron con la participación activa de civiles, sacerdotes y militares. Es luego del valioso y documentado Informe del Intendente de Tarma Don José Urrutia y Las Casas al Virrey del Perú Don José Fernando de Abascal y Sousa, en 1808, sobre las grandes ventajas que resultan de la apertura de un camino a las montañas de Chanchamayo, siguiendo la ruta de lo que hoy es San Ramón y La Merced; motivando que las autoridades tanto eclesiásticas como militares propiciaran nuevas expediciones denominadas de Colonización, en las cuales, el Ejército contribuyó de manera preferente, como lo manifestara Urrutia en su informe: “Mediante el obsequio de herramientas para los pacíficos y el uso del cañón para los rebeldes” .

Desde la gesta emancipadora y surgimiento de los Estados republicanos en nuestro hemisferio, subsistía una controversia de límites entre el Perú y Colombia. Consagrado el principio del Uti Possidetis como norma general para determinar las fronteras de las nuevas naciones, o sea la prevalencia de la demarcación vigente en las respectivas circunscripciones coloniales, se resolvió acatar las disposiciones sobre linderos dictados por la corona española antes de 1810, fecha en que se inicia la eclosión libertaria.

El nacimiento de las diferentes naciones suramericanas como repúblicas independientes del dominio español, motivó que surgieran discrepancias entre éstas por los límites fronterizos, particularmente con los territorios amazónicos. Así Colombia y años más tarde Ecuador justificaban sus reclamos aduciendo que los antiguos territorios de Maynas, no habían sido efectivamente transferidos del Virreinato de Nueva Granada al Virreinato del Perú por la Real Cédula de 1802, a pesar que así lo disponía este documento oficial; por lo que se consideraban herederos de ese territorio al momento de la Independencia.

El referente histórico más antiguo entre Perú y Colombia es el Tratado de Guayaquil, firmado el 22 de Septiembre de 1829 entre la Gran Colombia y el Perú. Este tratado, también llamado Larrea-Gual, por haber sido suscrito por los ministros plenipotenciarios José de Larrea y Loredo (Perú), abuelo materno de Oscar R. Benavides y Pedro Gual (Colombia), no fue como se cree comúnmente un tratado de límites; sino un Tratado de Paz y Amistad.

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El objetivo de este tratado, era poner oficialmente fin a las hostilidades entre la Gran Colombia y el Perú, que se habían enfrentado en una guerra entre 1828 y 1829. En cuanto a las fronteras, solo reconoció de manera general que el límite entre las dos naciones debía ser el mismo que existió entre los Virreinatos de Nueva Granada y del Perú, con las variaciones que ambas partes, de común acuerdo, juzgaran convenientes.

Es decir, dejó establecido que la antigua frontera virreinal sería solo una base referencial para un futuro trazado de límites. En definitiva, no hubo cambios territoriales, al mantenerse la situación previa al conflicto (statu quo), quedando pendiente la realización del tratado de límites. Esto último no se concretó, pues poco después la Gran Colombia se fragmentó en tres estados (Venezuela, Colombia y Ecuador), lo que implicaba la caducidad del tratado de Guayaquil, que quedó sólo como punto de referencia, realizándose a partir de entonces diversas negociaciones que al cabo de casi un siglo culminaron con el tratado que precisaba los mecanismos para la solución de los diferendos.

El Compendio de la Historia General del Ejército del Perú narra las principales expediciones con participación del Ejército, indicando que: “Luego de la independencia, se reanudan las expediciones militares y científicas. En 1834, el Sargento Mayor EP Pedro Beltrán apoya la exploración de los ríos Pachitea y Ucayali, por el estadounidense Andrés Mathews. Se hace un levantamiento detallado del río Huallaga hasta la desembocadura del río Chipurana, entre los ríos Huallaga y Ucayali” .

“En 1844, el Teniente EP Damián Nájar encabeza una expedición al río Santiago. En 1847, como respuesta al informe del Prefecto de Junín el antropólogo y naturalista arequipeño Eduardo de Rivero y Ustáriz, el gobierno de Castilla comisiona al General EP Fermín del Castillo y al Ingeniero Gregorio de la Rosa para la construcción de un fuerte en el valle de Chanchamayo, el cual llevará el nombre de “San Ramón” Expedición que sirvió de punta de lanza para la incursión en la selva.

Tratado Herrera – Duarte entre Perú y Brasil

El proceso de desmembramiento del territorio amazónico peruano se inicia en 1851, durante el gobierno de Don José Rufino Echenique, Con este Convenio perdimos un territorio de 56,507 Km2. El 23 de Octubre de 1851 se firmó en Lima la “Convención de Comercio y Navegación” con Brasil, entre el ministro interino de Relaciones Exteriores del Perú, don Bartolomé Herrera y el ministro plenipotenciario del Brasil, señor Duarte Da Ponte Ribeyro, convenio que incluyó un parcial acuerdo de límites de la parte norte de la frontera de ambos países; razón por lo cual también se le conoce como “Tratado Herrera – Duarte”

Esta Convención fue muy criticada porque el Perú aceptó el criterio del Uti Possidetis, por el cual renunciaba a territorios amazónicos ocupados poco tiempo atrás por población brasileña, a cambio del libre tráfico de mercaderías, productos y embarcaciones por la frontera y los ríos de ambos países.

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Se fijó una línea de frontera imaginaria que partía de la población de Tabatinga hasta la desembocadura del río Apaporis por el norte y el Yaraví por el sur. La frontera del sur del Yaraví no fue entonces tocada, por ser territorio desconocido.

Este acuerdo se cuenta entre los actos internacionales más discutidos de la historia diplomática peruana, porque para llegar a un acuerdo con un país vecino se entregó territorio nacional. Otro punto de vista considera sin embargo que era necesario un entendimiento con Brasil, ante la amenaza potencial de los otros países limítrofes, Ecuador y Bolivia. La libre navegación por el Amazonas la obtuvo el Perú recién el 22 de Febrero de 1858, con la firma de una Convención Fluvial, ya bajo el segundo gobierno de Castilla.

El 10 de Marzo de 1853, el gobierno peruano creó el Gobierno Político y Militar de Loreto, asignándosele como capital la ciudad de Moyobamba. Abarcaba los territorios y misiones situadas al norte y sur del Amazonas y sus respectivos afluentes, conforme a la Real Cédula de 1802.

Ante este hecho, el ministro plenipotenciario de Nueva Granada (Colombia) en Lima, Mariano Arosemena, y el de Ecuador, Pedro Montayo, elevaron una protesta. José Manuel Tirado, por entonces canciller del Perú, sostuvo que, conforme al Uti Possidetis iure de 1810, esos territorios pertenecían a su país. Se basó en la Real Cédula de 1802 y la libre determinación de los pueblos.

Nuevas expediciones al oriente peruano

En el afán de incentivar la colonización, la legislación militar de 1863 prescribe que los militares y empleados de mar y tierra, en servicio a orillas y aguas del río Amazonas, acumularan el doble de tiempo de servicio”

“En 1864, el Teniente Coronel EP Mariano Delgado de la Flor, Jefe del Fuerte Militar de San Ramón, encabeza una expedición hacia los ríos Chanchamayo y el Najandaris. Su misión es apoyar el desarrollo de la agricultura y confección de puentes a la vez que darle seguridad. En ese año, el entonces Sargento Mayor EP Pedro Ruiz Gallo, realizó una expedición al río Cahuapanas. Esto permite visualizar nuevas tierras para el cultivo y la ganadería así como contar con una nueva trocha a Chachapoyas” .

“En 1865, el Coronel EP Francisco de Paula Secada, Prefecto de Loreto, encabeza una expedición y abre el camino de Moyobamba a Balsapuerto. Demora 22 días. En 1867, una Comisión Hidrográfica comandada por el Almirante de la Armada de los EE.UU. N. Tucker, los marinos Távara y Werhermann, explora los ríos de la Amazonia; forma parte de la expedición el Alférez de Fragata AP Leoncio Prado Gutiérrez, con apenas 14 años de edad, quien se pierde completamente solo en la selva del Pachitea, siendo rescatado por los nativos y entregado al sabio Antonio Raymondi e incorporado hasta 1868, en la Flotilla Fluvial del Amazonas, y que años después en 1883, se iba a constituir en héroe de La Breña.

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En el libro “El Ejército del Perú en el siglo XIX” del Tte. Crl. EP Víctor Velásquez Pérez-Salmón indica: “El 25 de Abril de 1867 se establece el Puerto de San Antonio en la frontera peruano-brasileña. Este punto iba a ser en el futuro el Fuerte Militar “Gran Mariscal Ramón Castilla” , tomando un fundo allí existente. Estaba situado en la quebrada del Amazonas por la izquierda, cerca de Leticia, provincia de Bajo Amazonas, distrito de Loreto En ese lugar se inicia la línea fronteriza con el Brasil al Apaporis”

“Dicho Puerto, por disposición de la Comandancia General de Loreto, estuvo a cargo del Capitán EP graduado Benigno Bustamante, Gobernador del distrito de Loreto. El 15 de Junio de 1867, dicho oficial fue relevado por el Capitán de Corbeta AP Luis Sandi. Como es usual, en este tipo de terreno selvático, se iniciaron los trabajos con el desmonte del terreno y la construcción de un ramadón. Dirigió la obra el ingeniero Maximiliano Lievert, quien tuvo a su cargo a 30 peones, 10 procedentes del distrito de Loreto y 20 de Pebas” .

“Según relato de Raimondi, que en su itinerario de Chachapoyas a Tabatinga visitó el Fuerte en 1868, nos describe que: “Se hallaba a 600 metros de la población de Leticia y distante una milla de la quebrada de San Antonio, que sirve de raya entre el Perú y el Brasil. Tenía la forma de un hexágono alargado de 103 metros de largo”. El Fuerte fue construido para 20 cañones rayados de 18 a 32 libras. En él podía parapetarse la tropa pues estaba defendido el interior. Los ladrillos se fabricaban en Iquitos y la cal era traída del Brasil en barriles”

“En 1869, se realiza la expedición del Alto Marañón y el Pongo de Manseriche. Toman parte el Capitán de caballería EP Timoteo Smith, el Capitán de infantería EP Juan Manuel Tirado y seis Soldados de tropa. Hacia el río Huallaga explora el Teniente Coronel EP Manuel Mori Ortiz. En ese mismo año, prodigo en expediciones, el Capitán graduado EP José María Chang con el auspicio del Prefecto de Loreto explora los ríos Urubamba y el Ucayali. Otros oficiales desempeñan similares comisiones. Así vemos que el Teniente Coronel graduado EP Roberto La Rosa, es nombrado jefe de las fuerzas exploradoras de los ríos afluentes del Amazonas”

“A mediados de 1870 se realiza una expedición con el objeto de reconocer si son navegables los ríos Nieva y Alto Marañón, así como el Pongo de Manseriche y el Puerto de San Borja. Compone la expedición el Sargento Mayor EP Gregorio Carbajal, el Cabo EP Briones y el Soldado EP Lamas. Asimismo en apoyo a la Comisión Hidrográfica del Amazonas se nombra al Sargento Mayor EP Ramón Herrera y seis individuos de tropa” .

“Por otro lado, el Ejército, para dar ocupación provechosa a todos los jefes y oficiales en condición de indefinidos, que así lo soliciten, organizó una expedición destinada a explorar la parte septentrional de los ríos de Alto Amazonas y a fundar establecimientos en los lugares más alejados. El Ministerio de Guerra, solicitó al Congreso que éstas sean estables. Como jefe de dicha expedición es nombrado Benito Arana.

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Éste surca en las lanchas "Napo" y "Mayro" el torrentoso río Morona así como el río Napo, en 1875. Integran la primera expedición el Capitán EP Malbino Fernández y los Tenientes EP Tadeo Juanito, Mariano Rodríguez y Francisco Heredia”

“El General EP Andrés Avelino Cáceres al asumir la Presidencia de la República, anunció en su primer informe al Congreso que a los jefes y oficiales que habían quedado sin colocación se les daría la oportunidad de explorar y colonizar la región amazónica.

“Al respecto, por Decreto del 20 de Abril de 1888, se creó la Comisión Especial del Departamento de Loreto, cuyos miembros, luego de un arduo y abnegado trabajo, remitieron un informe denominado “Estudio sobre Colonización” presentado al Supremo Gobierno en 1890 por el Coronel EP Samuel Palacios Mendiburu, Presidente de dicha comisión. Dicho informe tiene como tema preferente el de la colonización del Departamento de Loreto. Como dice el autor, un asunto de vital importancia, única forma de dar vida estable a aquellas regiones, no solo por las inagotables riquezas allí encerradas, sino también, por las ingentes sumas invertidas”

Colombia y la “Comisión Corográfica” del Crl. Agustín Codazzi Bartolotti

En 1830, comenzó la ruptura de la confederación colombiana (Gran Colombia). A pesar de los intentos de Bolívar de mantener esta unidad geopolítica, el 06 de Mayo de ese mismo año, Venezuela se declaró autónoma y eligió como presidente a José Antonio Páez. Ecuador haría lo mismo el 13 del mismo mes, eligiendo como jefe del gobierno a Juan José Flores. El mismo Bolívar moriría en Santa Marta, el 17 de Diciembre. En 1832, el Distrito del Centro se convirtió en la República de Nueva Granada, con Francisco de Paula Santander como su primer presidente.

Tras la separación, Colombia se constituyó territorialmente de acuerdo a la división de 1810. Así pues, el 17 de Noviembre de 1831 se creó la Provincia de Popayán, que tenía como límite al sur el río Napo y su confluencia con el Amazonas; con el reclamo del Perú por los territorios comprendidos hasta el río Caquetá.

El 02 de Mayo de 1845, Colombia separa de la provincia de Popayán, el territorio del Caquetá. Se designó como capital la ciudad de Mocoa, abarcando los territorios bañados por los ríos Caquetá, Putumayo, Napo y Amazonas, desde la frontera con Ecuador hasta el Brasil; nuevamente el Perú hizo el reclamo correspondiente por los territorios hasta el río Caquetá.

En 1849 Colombia trata de establecer su carta geográfica por lo que contrata al Crl. Agustín Codazzi para esta colosal tarea. “Agustín Codazzi Bartolotti fue un Militar y geógrafo italiano. Después de participar en las guerras napoleónicas, se trasladó en 1826 a la Gran Colombia, poniéndose a las órdenes de Bolívar. Levantó una serie de mapas y la carta geográfica de la república de Venezuela”.

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“Al pasar al exilio por razones políticas de Venezuela a Nueva Granada (Colombia) en 1849, fue contratado por el Gobierno de Nueva Granada para realizar la cartografía de toda la república con su correspondiente descripción física, económica y demográfica, para lo cual se formaría una comisión llamada “Comisión Corográfica”.

“A diferencia del trabajo casi individual que se realizó en Venezuela, la “Comisión Corográfica” pretendía ser un trabajo colectivo y especializado: geógrafos, cartógrafos, botánicos, pintores y escritores, todos ellos dirigidos por el Coronel Agustín Codazzi. Junto a este se encontraban Manuel Ancízar como descriptor e historiador, José Jerónimo Triana como botánico, Carmelo Fernández, Manuel María Paz y Henry Price como dibujantes y cartógrafos”.

“Fue así como el 01 de Enero de 1850 se iniciaron los trabajos y estudios de la comisión que se desarrolló en diferentes etapas, siendo la última las realizadas a las llanuras de San Martín, Casanare y Caquetá en 1856, del cual escribió un libro: Descripción del territorio del Caquetá en 1858…”. Donde describe claramente que en el río Caquetá solo había encontrado poblaciones peruanas particularmente en la margen derecha, estableciendo que el límite fronterizo de la Nueva Granada con el Perú, era el río Caquetá.

“Uno de sus grandes problemas al momento de cartografiar la Nueva Granada fue, sin duda, el constante cambio de divisiones administrativas de la república y los límites entre estas. Es así como de 1850 se pasan de tener 31 provincias a tener unas 36 en 1855, y ese mismo año; estas, se fusionaron para formar ocho estados soberanos, con el correspondiente cambio del nombre del país a “Confederación Granadina”.

El 15 de Junio de 1857, en el seno de la “Confederación Granadina”, se creó el Estado Federal del Cauca. Se designó como su capital la ciudad de Popayán y sus límites al sur se extendían desde la boca del río Mataje hasta la desembocadura el río Yavarí en el Amazonas, con el consabido reclamo del Perú por incluir territorios hasta el río Caquetá, que le pertenecían.

“Estas nuevas reorganizaciones políticas del Estado le daban a Codazzi bastante dolores de cabeza, ya que debía trazar nuevos diseños cartográficos, hacer nuevos cálculos y extender nuevas estadísticas; también surgieron desacuerdos entre Estado y Estado acerca de sus linderos, problemas que retardaban necesariamente la terminación de la obra”.

“Aunque su obra en la Confederación Granadina quedó incompleta, correspondió a sus asistentes y seguidores completar y publicar los mapas de la república. El primer resultado de esta labor se vio en 1865 con el Atlas de los Estados Unidos de Colombia de parte de Manuel Ponce de León y Manuel María Paz y cuyas cartas se basaban enteramente en las dibujadas por Codazzi durante la comisión… ” . En la cual figura el río Caquetá como límite con el Perú, al haber solo poblaciones y autoridades peruanas en esa zona.

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“ En 1890 fue publicado el Atlas Geográfico e Histórico de la República de Colombia, con la cartografía por parte de Manuel María Paz y con el texto explicativo de parte de Felipe Pérez…”. Donde nuevamente se establece que el límite con el Perú es el río Caquetá, en vista de no haberse encontrado poblaciones ni autoridades colombianas entre los ríos Caquetá, Putumayo y Amazonas.

El 22 de Diciembre de 1890, con la finalidad de subsanar los informes geográficos e históricos de Manuel María Paz y de Felipe Pérez, el Congreso colombiano expidió una ley por la cual se dio autorizaciones para crear misiones y servicio policial en las regiones bañadas por los ríos Caquetá, Putumayo, Amazonas y sus afluentes.

El canciller peruano Alberto Elmore elevó su protesta, el 08 de Abril de 1891, por considerar que la ley lesionaba derechos territoriales del Perú, conforme a la Real Cédula de 1802 y la posesión de su país, pues los pobladores de esos lugares obedecían las leyes, los reglamentos y a las autoridades peruanas del Departamento de Loreto. Su par colombiano, Marco Fidel Suárez, indicó que: “ …consultando la armonía y a fin de no menoscabar intereses ya creados, no extenderá su acción sino a los territorios que actualmente se hallan faltos de misiones y de colonización hasta el río Caquetá (…) que tal respeto no sea interpretado como el reconocimiento de verdaderos títulos de dominio y soberanía territorial” .

Reclamos en la región amazónica

El 11 de Octubre de 1894, en la ciudad de Lima; Perú, Ecuador y Colombia conforman la “Convención Tripartita” con la finalidad de dar solución a los límites en la región amazónica, y es en esta oportunidad que, por primera vez, Colombia reclama derechos en la Hoya del Amazonas y del Putumayo. Según el Tratado Herrera – Duarte de 1851 firmado con el Imperio del Brasil, Perú tenía posesión sobre el río Caquetá hasta la desembocadura del río Apaporis.

A inicios del siglo XX, el territorio entre los ríos Putumayo y Caquetá se vio afectado por continuos incidentes entre peruanos y colombianos, debido a que era una zona de producción cauchera. Algunas empresas como la “Casa Arana de Perú” , que se convirtió en la década de 1910 con la entrada de capitales ingleses en “Peruvian Amazon Company Ltda.”, Empresa del caucho “La Chorrera”, Empresa “El Encanto”, etc. Se internaron en territorios selváticos legítimamente peruanos, donde se dedicaron a la explotación del árbol del caucho

Además, eran numerosos los centros de acopio de jebe y otros productos selváticos que se fueron creando con el correr del tiempo, como: Indiana, Chuquipundo, Tacna, Tarapacá, Leticia, Arica, Indostán, Puerto Junín, entre otros; y que constituyeron avanzadas de activo comercio en esa región. Por ello, los gobiernos de ambos países firmaron una serie de convenios sucesivos tratando de llegar a un acuerdo de límites.

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En Agosto de 1902, próximo el final de la “Guerra de los Mil Días”, guerra civil que azotó a la República de Colombia y a Panamá (que en ese entonces era un Departamento de Colombia), entre 1899 y 1902, un artículo en el diario colombiano “El Nuevo Tiempo” denunció: “Cómo se habían efectuado el año anterior inmensas exportaciones de caucho, explotado en las plantaciones colombianas del Putumayo y del Caquetá por las empresas caucheras del Perú, sin permiso del Gobierno y sin que a la nación colombiana se le diera ningún beneficio”.

Para el historiador colombiano Mariano Ospina Peña en su libro “El Conflicto Amazónico” manifiesta: “La traición y explotación económica fue el diario vivir. Desde las altas esferas del gobierno de turno, estas vastas regiones fueron entregadas dolosamente para su explotación, sin que existiera ninguna clase de presencia del estado. Existen toda suerte de testimonios documentales, hay solicitudes para un comisario de policía que ayude a impedir los constantes abusos desde 1902”

“Hay acusaciones de la *entrega* de estos territorios en concesiones cuyo fin era traspasar los derechos a la Casa Arana del Perú, estas incluyen y prueban la participación directa de la familia del General Rafael Reyes y al mismo Reyes se le abrió una investigación por *traición a la patria*, en consideración a esos mismos hechos, todos ocurridos durante su gobierno. Se demostró su participación y de otra serie de colombianos quienes estaban dispuestos, a cambio de sumas de dinero, entregar la soberanía a la nación vecina”.

El colombiano Carlos Zarate en su obra “La Amazonía de los Cónsules” indica: “Un estudio de la Cancillería colombiana revela que algunos de los Cónsules, antes o de manera paralela, tuvieron intereses comerciales con la explotación de recursos en la región del Caquetá” Al año siguiente las denuncias colombianas fueron más alarmantes. Los diarios colombianos colocaban en primera plana grandes titulares manifestando que los peruanos dominaban por completo las plantaciones de caucho en el Caquetá y que era un hecho la usurpación de territorio colombiano por parte del Perú

En Julio de 1903, con datos suministrados por el General colombiano Rafael Reyes y el presidente del partido Liberal Rafael Uribe Uribe abogado, político y militar en situación de retiro, se denunció por parte de Enrique Olaya Herrera, en su periódico “El Comercio” de Bogotá: “Que el Perú había establecido una dominación militar sobre los ríos Napo y Putumayo, con amenaza a la soberanía colombiana en el río Yavarí”

Antes de que los ciudadanos colombianos digirieran estas informaciones que los habían tomado por sorpresa; se informó, por despachos enviados al diario colombiano “El Relator”: “Que los colombianos en Loreto eran cazados como fieras, y que en el Caquetá los indígenas vivían en calidad de esclavos de los caucheros peruanos; todo, a ciencia y paciencia del Gobierno colombiano presidido por el escritor y político José Manuel Marroquín Ricaurte, que no se preocupaba por dar protección a los ciudadanos colombianos”.

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El ciudadano colombiano Justiniano Espinosa, contratista de extractores de goma para la firma cauchera “Casa Suarez”, provisto de testimonios y documentos proporcionados por la empresa cauchera colombiana del Caquetá

“Mejía y Jaramillo”, denunció sin ambages que: “Colombia había sido invadida por el Perú”; el Ministro colombiano de Relaciones Exteriores, Luis Carlos Rico, fue citado por el Senado para que explicara la situación, pero sus explicaciones no tranquilizaron a nadie.

Para 1904 ya se hablaba en Colombia del “conflicto amazónico”. A raíz de todas estas desinformaciones, dieron origen al primer acuerdo entre el Perú y Colombia para evitar un conflicto en la zona de litigio, fue el “Convenio de Arbitraje ante el Rey de España” del 06 de Mayo de 1904. Este acuerdo fue aprobado por el Congreso peruano, pero no por el colombiano, por lo que quedó sin efecto.

Colombia ocupa territorio peruano en el río Caquetá

El 27 de Septiembre de 1901, se suscribió el Protocolo Abadía Méndez – Herboso, entre el canciller colombiano Miguel Abadía Méndez y el plenipotenciario chileno en Bogotá Francisco J. Herboso, que establecía una alianza entre Chile, Colombia y (presumiblemente) Ecuador. Continuaron las negociaciones colombo-chilenas, que incluía la venta de un Buque blindado de la armada chilena; la cual era, por aquella época, una de las más poderosas de América y el mundo, siendo frustrada por el descubrimiento y la publicación de estos documentos por parte del plenipotenciario peruano en Colombia Alberto Ulloa Cisneros.

El Gobierno colombiano de José Manuel Marroquín en sus últimos meses se esforzó por superar las tensiones y consiguió que Clímaco Calderón, sucesor de Luis Carlos Rico en el Ministerio de Relaciones Exteriores, concertara con el gobierno peruano un “Convenio de Arbitraje ante el Sumo Pontífice”, firmado el 12 de Setiembre de 1905 por los Cancilleres de ambos países (Clímaco Calderón de Colombia y Hernán Velarde de Perú) y por el Ministro colombiano en Lima (Luis Tanco Argáez), que se denominó “Tratado Calderón-Velarde-Tanco”

En dicho Tratado, por primera vez y ante el asombro de propios y extraños, fijaba como línea divisoria provisional el río Putumayo y no el río Caquetá, como tradicionalmente se había considerado. En este caso, el acuerdo no fue aprobado por el Congreso del Perú. El mismo día se firmó un acuerdo para mantener el statu–quo en la zona en conflicto; es decir, el Perú mantenía sus posiciones en la margen derecha del río Caquetá, mientras que Colombia lo hacía en la margen izquierda. Además, se plantearon varias condiciones comerciales en la zona.

En 1906, se firmó un nuevo “Acuerdo de statu–quo” y se acordó establecer un modus vivendi sobre el río Putumayo, declarándolo neutral. En Junio de 1907 Colombia negocia un acuerdo de límites con Ecuador, en la que se reconocían mutuamente territorios que ambos países disputaban al Perú.

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Ante esta situación, el Congreso Peruano no aprobó el acuerdo sobre el río Putumayo y en Octubre de ese año, Colombia declaró anulado el modus vivendi, dando lugar a choques sangrientos entre caucheros de ambas naciones. Se firmaron algunos acuerdos, pero no se llegó a una solución definitiva, en espera de la decisión arbitral sobre límites entre Perú y Ecuador.

Mientras esto sucedía en el ámbito político, el gobierno del General Rafael Reyes procedía a preparar el campo militar. Por medio del Decreto 793 del 06 de Julio de 1907, crea la Escuela Naval Nacional, que inicia sus actividades a bordo del vapor Marroquín que, junto con los cruceros Pinzón y Cartagena y las cañoneras Hércules y Boyacá, constituían la Marina de Guerra colombiana de la época. Fue nombrado director de la naciente escuela el Teniente Alberto Asmussen de la Armada de Chile y como subdirector el señor Guillermo Holguín Lloreda.

En 1909, instauró el modelo chileno (fundamentado a su vez en el prusiano) gracias a una misión especial venida de tierras australes, para el adoctrinamiento y educación correcta de los oficiales de las Fuerzas Armadas.

En 1909, el Ministro de Relaciones Exteriores peruano Melitón Porras y el representante colombiano Tanco Argáez, sostuvieron conversaciones en Lima. El 21 de Abril firmaron un Tratado de Amistad y Arbitraje llamado “Tratado Porras-Tanco Argáez” en el que se acordó arreglar el diferendo limítrofe luego de que el Rey español emitiera su fallo acerca de la frontera peruano–ecuatoriana. En caso se presentaran desacuerdos, estos serían sometidos a arbitraje. Se acordó asimismo un nuevo modus vivendi en la zona en discusión.

Según Jorge Basadre Grohmann en su libro “La Historia de la República” manifiesta: “El Tratado Porras-Tanco Argáez de 1909 y su Convención Complementaria del 13 de Abril de 1910 pretendieron poner fin a la violencia en el territorio litigioso peruano-colombiano para lo cual se acordó en esta última el nombramiento de una comisión investigadora y la indemnización a las víctimas. Se anunció un nuevo “Modus Vivendi” y un arreglo de límites una vez que el árbitro español expidiera su sentencia sobre la frontera del Perú con Ecuador. Pero no hubo ni modus vivendi ni arreglo de límites y nuevas divergencias surgieron en ese año.”

Ante la ausencia de autoridades peruanas o colombianas en los ríos Putumayo y Caquetá y las continuas denuncias de abuso y explotación de la población nativa por parte de los caucheros de esa zona fronteriza, el diplomático ingles Sir Roger Casement fue comisionado en 1910 por el secretario de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, Sir Edward Grey, para establecer la verdad de las denuncias contra la compañía cauchera Peruvian Amazon Company, de capital británico, pero cuyo presidente era el peruano Julio César Arana del Aguila, quien dio su nombre a la que fuera conocida como Casa Arana.

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Casement reportó una por una, las atrocidades y brutalidades cometidas por la Casa Arana contra los indígenas de la región del río Putumayo (los Huitoto, los Nonuya, los Muinane, los Andoke, los Bora y los Miraña). Asesinatos, torturas, despojos, persecuciones, desplazamientos y trabajos forzados. No hubo iniquidad que los caucheros no perpetraran en su propósito de obtener mano de obra, ya no barata, sino gratuita, para exprimirle el caucho a los árboles del Amazonas.

Este documento conocido como “El Libro Negro del Putumayo” (The Putumayo Black Book) o también conocido como “Los Escándalos del Putumayo”, responsabilizó como autor intelectual del genocidio a Julio Cesar Arana El Prefecto de Iquitos dicto orden de prisión contra todos los jefes de esa empresa, a los que acusó de autoría y complicidad en los crímenes y asesinatos denunciados en el Libro Negro de Sir Roger Casement.

El tribunal de Iquitos expidió otra orden de prisión contra todos los empleados de la Casa Arana, cuyo jefe Julio Cesar Arana fue procesado judicialmente en Lima, pero el inicio de la 1ra Guerra Mundial frustro la investigación y su posterior ingreso al Congreso como senador de la república, terminó por impedir cualquier otra investigación judicial, falleciendo en plena libertad en 1952.

El gobierno Colombiano de Carlos Eugenio Restrepo presionado en parte, tratando de detener el abuso contra la población nativa o el temor latente por la reciente separación de Panamá (03 de Noviembre de 1903) y en parte, por el aumento de denuncias de ocupación peruana de tierras colombianas o para consolidar sus reclamos de soberanía en el Caquetá, decidió establecer una Aduana y enviar entre 1910 y 1911 expediciones militares que ocuparon la margen derecha del río Caquetá reclamado por el Perú

Según el informe oficial del ex cónsul de Colombia en Manaos Sr. Eleodoro Jaramillo indica: “Que la aduana por Decreto Supremo debía situarse en boca Apaporis (límite tripartito reconocido oficialmente entre Brasil, Colombia y Perú), pero que hizo todo lo posible para instalarla en la margen derecha del Caquetá”.

El historiador colombiano Augusto Gómez López en su libro “Caucherías y conflicto colombo-peruano 1904-1934” manifiesta: “El sucesor de Eleodoro Jaramillo como cónsul de Colombia en Manaos, Santiago Rozo, hizo efectivo el traslado de la aduana del Apaporis a la margen derecha del Caquetá, sobre el que se pronunció así: *Pensar en que la aduana debía instalarse en el Apaporis es un adefesio que únicamente se le pudo ocurrir al General Reyes para garantizar a los peruanos que sus límites llegan hasta la margen derecha del Caquetá”

Los colombianos establecieron en Diciembre de 1910 una aduana bajo la dirección del Gral. José María Valencia, con el cargo de “Comisario Judicial Especial del Caquetá” en la ribera derecha del río Caquetá, a la que llamaron “Puerto Córdoba” con 30 hombres entre gendarmes y personal de Aduanas, y al cual reforzaron el 27 de Enero de 1911 con un destacamento militar en el

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sector denominado “La Pedrera”, al mando del Gral. José Isaías Gamboa y el Crl. Miguel Acosta, con 130 hombres del ejército colombiano (10 Oficiales y Sub Oficiales y 120 de tropa), con fusiles Máuser Mod. 1891 cal. 7.65 mm. donde construyeron un campamento permanente, abrieron una trocha de 6 Km. entre ambos puestos, habilitaron un sector de 3,000 metros cuadrados para cultivos y organizaron el terreno para su defensa mediante un conjunto de trincheras y la colocación de grandes empalizadas en la orilla del río.

El puesto militar de “La Pedrera” estaba situada en una elevación rocosa del terreno que domina completamente el río, en la margen derecha del Pure, afluente del Caquetá. Aguas abajo del campamento colombiano, el terreno era bajo e inundable, aguas arriba del río era abordable. Frente a la guarnición había una “cashuera” formada por una línea de rocas unidas por un fondo bajo y pedregoso, haciendo que el agua adquiera gran velocidad al pasar entre ellas, formando fuertes remolinos en los extremos. Esta “cashuera” no había sido pasada hasta entonces por ninguna embarcación. El campamento se hallaba despejado y rodeado de vegetación alta. En los alrededores de la guarnición colocaron minas para reforzar la defensa.

Creación del “Destacamento Caquetá – Putumayo”

Ante la decisión colombiana de ocupar la margen peruana del río Caquetá, el Prefecto del Departamento de Loreto Ingeniero Francisco Alayza Paz Soldán en coordinación con el gobierno central de Lima, dispuso inicialmente el 20 de Febrero de 1911, el establecimiento de un Sistema de Vigilancia de la frontera con Colombia en base a la creación del “Destacamento Caquetá – Putumayo” para vigilar y controlar los sectores de los ríos Caquetá y Putumayo, organizándolo con nueve (09) Puestos de Vigilancia (PV). Su composición era la siguiente:

“Destacamento Caquetá – Putumayo”

Jefe: Sgto. Mayor EP Cesar Tizón (3er Jefe del Batallón de Infantería “Guarnición de Loreto”), teniendo su Puesto de Comando inicialmente en el PV “La Chorrera”, y que posteriormente fue cambiado al PV “La Unión”, para un mejor control de la zona.

1. PV “La Chorrera”

Jefe: Tte. EP Guillermo Romero

Composición:

• Stte. EP Francisco Bartet

• Tte. San. EP Alfredo Gutiérrez

• 35 personal de tropa con fusiles Máuser (MOP-1909) cal 7.65 mm.

• 50 civiles (reservistas entregados por los gerentes de la Empresa del caucho “La Chorrera” Sr. Juan Antonio Tizón y Sr. Víctor Macedo; armados con fusiles Mannlicher cal. 8 mm.)

• Dos (02) ametralladoras Maxim mod. 1901 cal. 14.7 mm.

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2. PV “Boca del Cahuinarí”

Jefe: Cap. EP Carlos Rojas

Composición:

• 50 civiles (reservistas entregados por la Peruvian Amazon Company Ltda.; armados con fusiles Mannlicher)

3. PV “El Encanto”

Jefe: Tte. EP a designar (A cargo provisional del gerente de la P A C Ltda.)

Composición:

• 50 civiles (reservistas entregados por la Peruvian Amazon Company Ltda.; armados con fusiles Mannlicher)

4. PV “La Unión” (Puesto de Comando del Destacamento)

Jefe: Sgto. Mayor EP Cesar Tizón

Composición:

• Tte. EP Yáñez

• 10 personal de tropa con fusiles Máuser

• 50 civiles (reservistas entregados por la Peruvian Amazon Company Ltda.; armados con fusiles Mannlicher)

5. PV “Junín” o “Florida”

Jefe: Tte. EP Enrique Perruzo

Composición:

• Stte. EP Julio E. Peralta

• Sgto. 2do Sanitario EP N. Pallardelli

• 30 personal de tropa con fusiles Máuser

• 50 civiles (reservistas entregados por la Peruvian Amazon Company Ltda.; armados con fusiles Mannlicher)

• Una (01) ametralladora Maxim

6. PV “Las Delicias”

Jefe: Cap. EP Teodoro Álvarez

Composición:

• 30 personal de tropa con fusiles Máuser

• Una (01) ametralladora Maxim

7. PV “Boca del Yubinato”

Jefe: Cap. EP Cesar Delgado Noguerol

Composición:

• Tte. EP Gavilano

• Stte. EP Carrera Arias

• 20 personal de tropa con fusiles Máuser

• 25 civiles (reservistas entregados por la empresa “El Encanto”; armados con fusiles Mannlicher)

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8. PV “Tarapacá” (Boca del Cotuhé)

Jefe: Tte. Art. EP Marcial

Composición:

• Tte. Art. EP Váscones

• 30 personal de tropa con fusiles Máuser

• Dos (02) cañones Maxim Nordenfelt cal. 37 mm. Modelo 1890

9. PV “Santa Clara” (Previsto instalarse el 15 de Marzo de 1911 a 4 horas de Tarapacá)

Jefe: Tte. Art. EP a designar

Composición:

• Dos (02) Ttes. Art. EP, a designar

• 30 personal de tropa, a designar

• Dos (02) cañones Maxim Nordenfelt cal. 37 mm. Modelo 1890

Para mantener las comunicaciones entre el poblado “El Ultimo Retiro” y el PV “La Chorrera” se emplearía la lancha “Veloz” de la Peruvian Amazon Company Ltda. (P.A.C. Ltda.) y entre el PV “El Encuentro” y el PV “La Unión” se utilizaría la lancha “Callao” que habitualmente recorre constantemente el río Caraparaná. La lancha “Audaz” sería empleada en las comunicaciones entre los puestos del río Putumayo.

La Cañonera Fluvial “América” había llegado al puerto de Iquitos el 09 de Febrero de 1911 después de más de un mes de navegación por el río Pichis, ante los requerimientos del Prefecto para desplazar al personal de tropa para cubrir los Puestos de Vigilancia en el Putumayo y Caquetá, se dispuso el alistamiento de la pequeña flotilla fluvial, siendo la Cañonera “América” la única nave de guerra, ya que las demás unidades eran transportes pequeños.

La Cañonera “América” reparó sus calderas y se le instalaron dos (02) ametralladoras Maxim cal. 14.7 mm mod. 1901 en la segunda cubierta y se le bajo el montaje de popa de esa cubierta a la principal. Se le cambió los fusiles Máuser mod. 1891 de la marinería por fusiles modernos Máuser Original Peruano mod. 1909 (MOP–1909), este fusil Máuser fue reformado y modernizado por el Tte. EP Julio Cesar Guerrero para que pueda disparar la nueva munición con cartuchos de bala “S” y se le modificó el alza; fusiles que luego se fabricaron en Bélgica con las reformas realizadas

La labor de transporte entre Febrero y Junio de 1911 del personal, carga, víveres, medicinas, armamento, municiones, etc. para el establecimiento de los Puestos de Vigilancia, fue realizada por la flotilla Fluvial de la Marina de Guerra del Perú, organizada en base a la cañonera fluvial BAP “América” y las lanchas de transporte “Requena”, “Iquitos” y el aviso “Puno”. Con el retorno de la flotilla fluvial a Iquitos el 23 de Junio de 1911, se tuvo la información precisa sobre las tropas colombianas en el Caquetá y además de la salida en Junio de 1911 de otra expedición militar colombiana al mando del Gral. Carlos Neira, que se dirigía por el Amazonas para reforzar las guarniciones colombianas del Caquetá.

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Tratado de Guayaquil 22 Setiembre 1829
José de Larrea y Loredo Pedro Gual Escandón Perú Gran Colombia Crl. Agustín Codazzi Bartolotti

Territorio en disputa entre la Gran Colombia y Perú

Guarnición Militar “La Pedrera”

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Gral. Isaías Gamboa del Ejército de Colombia Rafael Uribe Uribe Jefe del Partido Liberal de Colombia Enrique Olaya Herrera Canciller de Colombia

CAPITULO II

CONSIDERACIONES HISTORICAS

El Ejército del Perú en el Siglo XX

El Compendio de la Historia General del Ejército del Perú señala al respecto: “El Ejército del Perú inicia el siglo XX con renovados y optimistas bríos. Una vigorosa transformación comienza no sólo en la institución sino también en el conjunto de la sociedad peruana. En ese siglo, apreciamos en el desarrollo del Ejército dos momentos bien diferenciados, el primero de actualización institucional que se inicia en 1896 y el segundo de modernización institucional 50 años después hasta nuestros días” .

“La actualización comprende los esfuerzos realizados, en forma conjunta, por los oficiales peruanos y los asesores militares franceses que a lo largo de las cuatro primeras décadas de este siglo, permitieron forjar un Ejército donde los valores de la profesión militar: honor, lealtad, disciplina, honestidad y profesionalismo, adquieren la dimensión que sus creadores de la gesta libertaria le fijaron” .

“Firmado el 19 de Marzo de 1895 el armisticio entre el gobierno del General Cáceres, cuya fuerza militar se encontraba intacta, y los insurgentes acaudillados por Nicolás de Piérola, la Junta de Gobierno Transitoria presidida por Manuel Candamo reorganiza el Ejército. El 08 de Setiembre de 1895 al asumir Piérola el mando constitucional, profundiza esa reorganización seleccionando su personal en todos los niveles, reinstalando sus servicios, reconstituyendo y aprovisionando sus dependencias y parques” .

“En los primeros decenios del siglo, los cambios operados no sólo en el Ejército sino en todo el aparato estatal, marcharon acordes con el significativo incremento de nuestras exportaciones agrícolas y mineras y un incipiente desarrollo industrial, permitiendo una etapa de bienestar nacional, que en términos políticos se denominó la “República Aristocrática”. Este desarrollo económico trajo consigo la presencia de nuevos grupos sociales y, por tanto, la aparición de nuevos partidos políticos con novedosas tendencias ideológicas y con lo que ocurría también en el escenario mundial”

“El Ejército no quedó al margen de este proceso hacia la modernidad y decidió actualizarse a tono con el nuevo desarrollo técnico y científico. El arte militar es, sin duda, el principal exponente de ese avance tecnológico, y nuestro Ejército tuvo que adquirir, cada vez más, un carácter profesional acorde con su altísima responsabilidad frente a la sociedad y el Estado. La primera tarea en esta profesionalización fue la académica. En este aspecto el gobierno de Nicolás de Piérola contrató en 1896 a la Misión Militar Francesa con fines de instrucción” .

“Desde entonces, sucesivas misiones, realizaron nuevos procesos de instrucción y doctrina, llegando en algunos períodos a ejercer el comando del Ejército”

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“Entre sus principales logros tenemos: la creación de la Escuela Militar de Chorrillos (1898), de la Escuela Superior de Guerra (1904); la organización del Estado Mayor General del Ejército, como el ente que realiza los trabajos de preparación para la guerra; y la definición del Comando del Ejército, representado en ese momento en la figura del Inspector General del Ejército” .

“Durante los gobiernos de Eduardo López de la Romaña (1899-1903), Manuel Candamo (1903-1904), Serapio Calderón (1904) y José Pardo (19041908) comienzan a organizarse los actuales servicios; se abandona la legislación militar española, se reemplazan los viejos reglamentos del Siglo XIX por la nueva doctrina francesa, se reorganizan los escalafones militares; aparece el uso del fusil Máuser, adquiriéndose una moderna fábrica de cartuchos en Alemania; comienza la instrucción civil en los cuerpos de tropa; el tiro adquiere carácter nacional y se realizan las grandes maniobras de 1905,1906 y 1907” .

“El inicio del siglo XX significó comenzar a demarcar nuestras fronteras y ocupar racionalmente nuestro territorio. Por necesidades propias, y fortaleciendo la presencia del Estado en nuestro vasto país, se inició la regionalización militar, emprendida durante el primer gobierno de José Pardo en 1905. En cada una de ellas, de manera estable, comienzan a ubicarse unidades de todas las armas. Además, hubo que realizar preparativos bélicos ante los posibles conflictos limítrofes con Bolivia (1908) y Ecuador (19091910).

Organización del Ejército del Perú

En la región Oriente del Perú, recién en 1853, se organiza en Maynas una guarnición militar, en ese mismo año se crea el Gobierno Político – Militar de Loreto y en 1855, dos Compañías de fusileros del Batallón “Yungay” permanecen en Nauta. En 1869, se establece una guarnición militar cerca al río Chuchungas, tributario del río Marañón; su composición era de un Sargento Mayor como Jefe, 2 Capitanes, 4 Tenientes, 2 Sub Tenientes, 2 Sgtos. 1ros, 4 Sgtos. 2dos, 8 Cabos de 1ra, 6 Cabos de 2da y 40 soldados. En 1893 se conforma un Destacamento Militar en Andoas.

El 27 de Diciembre de 1898, se aprobó la Ley del Servicio Militar Terrestre que entro en vigencia a mediados de 1900. Ese mismo año, siendo necesario garantizar la integridad territorial, la soberanía nacional y el orden interno, ante el accionar del movimiento federalista de Loreto, obligó al gobierno a establecer en forma permanente, una guarnición militar en la ciudad de Iquitos, compuesta por dos Compañías de fusileros del Batallón de Infantería Nº 11; y en 1901 otra guarnición en Puerto Bermúdez.

Al comenzar el siglo XX el Ejército tenía como armas de dotación fusiles Mannlicher Cal 8 mm. y en el parque había fusiles de los antiguos sistemas Remington, Grass y Peabody. La totalidad de este armamento fue renovado durante el gobierno del presidente Eduardo López de la Romaña, quien envió al General Andrés Avelino Cáceres en misión reservada a Europa para la adquisición de armas.

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Para este fin utilizó los fondos destinados al rescate de Tacna y Arica, provenientes del impuesto de la sal y de la venta de bienes nacionales. Cáceres adquirió en Alemania rifles del sistema Máuser calibre 7.65 mm. modelo 1891; ametralladoras Maxim modelo 1901 y cañones Krupp de último modelo y tiro rápido. La Infantería uniformizó, así, su calibre.

También compró en la Casa Deutsche Waffen and Munitionen Fabriken de Karlsruhe, de Berlín, la maquinaria necesaria para instalar una fábrica de cartuchos metálicos para rifles y ametralladoras. Entre 1904 y 1908 se construyó el local para esta fábrica cerca al cuartel de Barbones; su instalación estuvo a cargo del ingeniero D.F. Dunkelberg de la Casa Krupp y 14 armeros peruanos, que desde 1898 fueron enviados a especializarse a Bélgica. La capacidad de producción de la fábrica era 25 a 30 mil cartuchos en 10 horas. Disponía, además, de maquinaria para la fabricación de matrices y útiles para la reparación de armas.

Fue en este rubro de armamento y equipo, donde nuestra institución realizó la más significativa actualización y modernización de su material de guerra. Tal vez no en los términos de cantidad y diversidad deseados, seguramente por razones de estrechez fiscal. Para poder negociar con cierta capacidad, en esos años difíciles en que estaba pendiente la situación de las provincias cautivas y el arreglo de límites con los otros cuatro países vecinos, el Perú necesitaba un adecuado parque de guerra para poder garantizar la integridad territorial.

El 16 de Marzo de 1905 se crearon cuatro Regiones Militares: Región Norte con sede en Piura, Región Centro en Lima, Región Sur en Arequipa y la Región Fluvial o del Oeste en Iquitos. En 1906 asumió la Jefatura del Estado Mayor del Ejército el General Pablo Clement, Jefe de la Misión Militar Francesa, hasta 1910.

En 1906, al organizarse la Artillería en unidades denominadas “Grupo de Artillería de Campaña” y “Grupo de Artillería de Montaña y Zapadores”, el material necesario para la Artillería de Campaña se encargó a la casa francesa Schneider - Canet, en calibre 75 mm. modelo 1904; y en 1908 se adquirió a esta misma casa francesa para las Baterías de Montaña, las piezas Schneider de 75 mm. modelo 1908, con el fin de uniformizar el calibre de las armas de Artillería. La caballada para este grupo, se adquirió en Argentina. También se adquirió cañones de costa Schneider- Canet de 240 mm.

El peligro de guerra con Bolivia obligó en 1909 a una nueva adquisición de armas. El presidente Leguía era partidario de la adquisición de fusiles japoneses Arizaka, por la ventaja de que en caso de guerra, vendrían por mar abierto. La opinión de la mayoría parlamentaria era continuar con el fusil Máuser, empleado desde el inicio de la reorganización francesa. Y en tal sentido se volvió a encomendar al General Cáceres la compra de 10,000 fusiles Máuser y parte de las municiones en la fábrica de explosivos Hirtenbergeren de Alemania.

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En 1910, ante el peligro de un conflicto con Ecuador, el efectivo del Ejército fue fijado en 7,000 hombres aproximadamente, pero llegaron a movilizarse hasta 23,000. Además en ese año se creó el Batallón de Ingenieros, arma considerada hasta ese entonces parte de la artillería como “Compañías de Zapadores y Comunicaciones” .

Organización de la Fuerza Naval y Fluvial

La Fuerza Naval después de la guerra del Pacífico, tuvo que comenzar de cero, adquiriendo pequeños buques de transporte, entre ellos el “Vilcanota” en 1884 y el “Perú” en 1885 a bordo del cual volvió a funcionar la Escuela Naval en 1888. En 1889 llegó el crucero “Lima” mandado a construir secretamente con un gemelo en Alemania en 1880, pero retenido en Gran Bretaña mientras duró el conflicto.

En 1906 el gobierno peruano contrata a la empresa inglesa Vickers Armstrong Limited, la construcción de los cruceros protegidos tipo Scout “Almirante Grau” y “Coronel Bolognesi”, que llegaron al Perú en Agosto de 1908, buscando con estos dos buques la reconstrucción de su poder naval. Además ese año se adquirió de la misma empresa cañones Armstrong de 150 mm. para fortificar las costas de Lima y Callao.

A principios de la década de 1910 y durante el primer gobierno de Augusto B. Leguía, el Perú ordenó la construcción de dos sumergibles tipo “Laubeuf” en Francia, el “Tte. Ferré” y “Tte. Palacios”, que llegaron en 1912. Tenían un desplazamiento de 290 toneladas en superficie y 435 en inmersión, con apenas 46.25 mts. de eslora; contaban con 4 tubos lanzatorpedos, 2 en proa y 2 en popa, con un total de 08 torpedos “Schneider” de 450 mm. que se disparaban desde unas mesas plegables y podían descender a un máximo de 30 mts. de profundidad

La Marina se hace presente en la Amazonía peruana a partir del 07 de Enero de 1861, cuando el Mariscal Ramón Castilla, en su segundo gobierno, dispuso que en la provincia litoral de Loreto se estableciera una factoría, una grada de construcción, una escuela náutica y después un dique En 1863 llegan al poblado de Iquitos los vapores “Morona” y “Pastaza”, meses más tarde la lancha “Arica” transportando a los exploradores “Napo” y “Putumayo” y posteriormente el bergantín “Prospero” y la goleta “Teresa”.

A fines de 1901 el Coronel EP Pedro Portillo, prefecto de Loreto contrató a través del cónsul peruano en Liverpool (Inglaterra) la construcción de la Cañonera Fluvial “Loreto” a la firma Tranmere Bay Development, fabricada en acero y con una pieza de artillería de 37 mm. En la primera etapa de su viaje cruzando el Atlántico, el 23 de Enero de 1903 la cañonera naufragó frente a las costas de Irlanda

Ante ese imprevisto la prefectura de Loreto insistió con la construcción de una segunda cañonera. El 26 de Enero de 1904 se firma el contrato con la misma firma inglesa

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En esta oportunidad, la Cañonera Fluvial “América” superó todas sus pruebas sin contratiempos, e inicio el cruce del Atlántico el 29 Noviembre de 1904, llegando a la ciudad de Iquitos el 11 de Mayo de 1905 y dado de alta en la Marina del Perú el 12 de Agosto de 1905. Sus características eran: 135 pies de eslora, 20 de manga y 6 pies 6 pulgadas de puntal, un calado de 3 pies 2 pulgadas en popa y 2 pies en proa, desplazaba 240 toneladas brutas y 182 toneladas netas.

Dotación: 35 hombres y podía transportar hasta 50 personas. Velocidad de 15 nudos, capacidad de carga de carbón: 30 toneladas y contaba con dos anclas con 30 brazas de cadena. Su armamento consistía en dos (02) cañones Armstrong Whiteworth de 37 mm., una ametralladora Madsen de 20 mm., 48 fusiles Mannlicher cal. 8 mm. con sus respectivas bayonetas, y 48 sables de abordaje. ---

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Fusil Mannlicher cal. 8 mm. del Ejército del Perú

Fusil Máuser mod. 1891 cal. 7.65 mm. del Ejército del Perú

Fusil Máuser Modelo Original Peruano (FMOP-1909 Cal. 7.65 x 53)

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Ametralladora Maxim Mod 1901 cal. 14.7 mm. del Ejército del Perú

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Cañón Maxim Nordenfelt mod. 1890 cal. 37 mm.
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Cañonera Fluvial BAP América Tropas peruanas rumbo al Caquetá

CAPÍTULO III

MISION EN EL RIO CAQUETÁ

Desplazamiento del Btn. Inf. Nº 9 a la Región Oriente

El Presidente peruano Augusto Bernardino Leguía y Salcedo, enterado de la ocupación colombiana de la ribera derecha del río Caquetá por tropas colombianas, ordenó a inicios de Febrero de 1911, al Teniente Coronel EP Oscar R. Benavides, Jefe del Batallón de Infantería Nº 9, de guarnición en la ciudad de Chiclayo, se encargue de la recuperación del territorio invadido.

El Tte. Crl. EP Oscar Raimundo Benavides Larrea, era un distinguido jefe del Ejército del Perú, nació en Lima, el 15 de Marzo de 1876. Fue hijo de Miguel Benavides y Gallegos, Sargento Mayor de la Guardia Nacional, natural de Lima; y de Erfilia Larrea, natural de Chincha. Cursó estudios en el Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe, y egresó en 1893 como Espada de Honor de la 2da Promoción del Colegio Militar (años después se le cambió el nombre por Escuela Militar de Chorrillos) con el grado de Subteniente de Infantería.

En 1894 formó parte de la Brigada de artillería “Dos de Mayo”. En 1902 fue ascendido al grado de Capitán y en 1906, a la edad de 30 años, se graduó de Sargento Mayor y con este grado fue alumno de la Escuela Superior de Guerra y obtuvo el número uno en la promoción de oficiales del Estado Mayor General, con las más altas calificaciones; por lo cual, el Gobierno lo envió a Francia a fin de que completara su formación militar, donde el gobierno Francés lo distinguió con la Cruz de la Legión de Honor.

El Batallón de Infantería Nº 9 tenía la siguiente composición: una plana mayor constituida por el My EP Manuel Ramírez Hurtado como 2do Jefe; My EP Pablo Rossell como 3er Jefe; Cap. EP Felipe E. Mejía como Ayudante y el Tte. EP Cesar Pinglo como Oficial de Detall; cuatro (04) compañías de fusileros y una sección de ametralladoras, en total 21 jefes y oficiales y 280 de tropa entre clases y soldados

El itinerario de la marcha, iniciada el 25 de Febrero de 1911, fue la siguiente: Chiclayo - Eten (en ferrocarril); Eten - Pacasmayo (en buque); Pacasmayo - Chilete (en ferrocarril); Chilete - Cajamarca (a pie, 89 Kms.); Cajamarca - Celendín - Balsas (a pie, 101 Kms.); Balsas - Chachapoyas (a pie, 115 Kms.); Chachapoyas - Molinopampa - Rioja (a pie, 112 Kms.); RiojaMoyobamba - Balsapuerto (a pie, 118 Kms.); Balsapuerto - Yurimaguas (en canoas, 175 Kms.); Yurimaguas - Iquitos (en la lancha “Loreto”, 1,100 Kms.).

Arribaron a esta ciudad el 13 de Mayo de 1911, tras una larga y sacrificada travesía de 2,031 Kms. en 77 días. Esta marcha fue muy instructiva para los Jefes y Oficiales de dicho Batallón, quienes dirigidos por su Jefe el entonces Tte. Crl. EP Oscar R. Benavides, hicieron estudios topográficos, estadísticos y de las condiciones generales de esa vía para la marcha de tropas.

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En Iquitos, se produjo manifestaciones entusiastas por la grata satisfacción de ver entrar al Batallón de Infantería Nº 9, como si regresara a su guarnición después de un ejercicio en las afueras de la población, cuando en realidad había hecho una marcha larga y penosa. Se enfrentaron a todo: al quemante sol del trópico y al frío de la cordillera, a los mosquitos que los atacaban incesantemente, a las correntadas de los ríos, a las enfermedades en sus múltiples formas (fiebres, disentería), pero avanzaron, sin detenerse.

Hasta esa fecha todas las tropas mandadas de Lima llegaban a Iquitos habiendo perdido entre deserciones, enfermedades y accidentes de la marcha, del 30 al 50 % de su efectivo; y el Batallón de Infantería Nº 9, solo perdió un soldado que se ahogó en el río Huallaga, al caer de una balsa por no haber seguido las instrucciones que se habían dado para la seguridad de las tropas (salvavidas de topas) en la navegación de los ríos.

Situación de las tropas colombianas en el Caquetá

Conocida la llegada de las tropas peruanas a Iquitos, el cónsul colombiano en Manaos (Brasil) Santiago Rozo y los Generales Gamboa y Valencia jefes de la Expedición colombiana al Caquetá, remitieron sendos telegramas con carácter urgente al gobierno colombiano solicitando el inmediato envío del crucero de guerra “Cartagena” al Caquetá para reforzar a las fuerzas colombianas en ese sector, indicando que desde Abril hasta Setiembre el río Caquetá permitía la navegación para embarcaciones de hasta 15 pies de calado; y se gestione ante el gobierno de Ecuador para que movilice sus tropas sobre el río Napo; así mismo, solicitaron al gobierno colombiano organice una nueva expedición, esta vez desde Pasto sobre el Alto Putumayo.

Al poco tiempo, se tuvo noticias en Colombia que la expedición que había mandado el gobierno al Caquetá, se hallaba en serias dificultades de todo orden y expuesta a ser liquidada por las tropas del Perú, dueños de una superioridad abrumadora en organización y en número. Así lo pregonaba en las calles de Bogotá, el Doctor Eduardo Arias en unos panfletos que él mismo redactaba, imprimía y repartía, tal como lo hizo en los días en que Panamá quería separarse de Colombia, episodio doloroso y todavía muy sensible en la epidermis colombiana, preguntándose ¿Sería Caquetá otro Panamá?.

La revista colombiana “Credencial” en su suplemento especial “Historia de las guerras con el Perú” capítulo “El Conflicto Amazónico”, indica: “Podría sospecharse que la enconada oposición adelantada por el Partido Liberal contra el gobierno republicano de Carlos E. Restrepo, llevó al director de ese partido, Rafael Uribe Uribe, y a sus más importantes seguidores, a denunciar la forma cómo se había improvisado la expedición al Caquetá, y a pronosticar un desastre inminente. Uribe fue calificado por el Canciller Olaya Herrera, y por la prensa republicana, de enemigo de la Patria y de colocar sus intereses políticos por encima de los sagrados intereses nacionales; pero lo cierto es que la expedición al Caquetá fue un desastre”

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Preparativos para desalojar al invasor

Al poco tiempo de encontrarse el Batallón de Infantería Nº 9 en Iquitos, recibió orden de entrar en campaña hacia el río Caquetá, con la misión de reconquistar la orilla derecha de dicho río, que había sido ocupada por fuerzas colombianas. La preparación de las tropas y el acopio del material logístico para el cumplimiento de la misión se hicieron rápidamente, gracias a la actividad y facilidades prestadas por el entonces Prefecto del Departamento de Loreto Ingeniero Francisco Alayza Paz Soldán.

Francisco Alayza Paz Soldán era un hombre extraordinariamente activo, vehemente, de vigorosa personalidad; junto con el Comandante de la región el Coronel EP Gerardo Álvarez y el Jefe del Estado Mayor de la región el Teniente Coronel EP Antonio Castro, cooperaron al igual que todos los comerciantes de la ciudad y de la ciudadanía en general para el buen equipamiento de la expedición.

Benavides incorporó a su Batallón a gente del trópico, acostumbrada al ardiente clima de la selva; pero en proporción extremadamente pequeña: el 5%, ya que increíblemente, el 75% estaba conformado por hombres de la sierra y el 20% de la cosía. Aun así, a todos se les sometió a un riguroso entrenamiento militar, a fin de adaptar al personal al sofocante clima de la región, a la alimentación y los peculiares hábitos tropicales. Al Batallón se le cambió su antiguo fusil Máuser mod. 1891 por el Fusil Máuser Original Peruano modelo 1909 (FMOP-1909) cal. 7.65 mm.

El Comandante Benavides reunió cartas geográficas de la región, información y las naves para la navegación por el Amazonas. Las embarcaciones eran: la Cañonera Fluvial "América" como nave insignia, de 182 Ton. y un blindaje de ¼ de pulgada, un andar de 15 nudos y armada con un cañón Armstrong de 37 mm. en la proa y una ametralladora Madsen de 20 mm. en popa; en la segunda cubierta disponía de dos ametralladoras Maxim de 14.7 mm. y como armamento menor 48 fusiles Máuser (FMOP-1909) de 7.65 mm. y 48 sables de abordaje; disponía además de dos (02) botes salvavidas de acero La nave era comandada por el Teniente 1ro AP Manuel Sixto Clavero Muga y como 2do comandante el Teniente 2do AP Héctor Felipe Mercado Silva, con 37 tripulantes

Se contrató las lanchas de transporte: "Loreto" de propiedad de la casa Kahn y Polack, al mando del Patrón de Lancha José Domingo Barreto con 23 tripulantes. “Tarapoto” de propiedad del Sr. Toledano, que fue acondicionada como Lancha Hospital, al mando del Patrón de Lancha Isaac Suarez con 19 tripulantes; y la “Estefita" de propiedad del Sr. Adolfo Morey, al mando del Patrón de Lancha Manuel Benítez Flores con 21 tripulantes. Llevando cada lancha y la cañonera una “chata” de remolque, en las que se embarcó el Batallón menos una Compañía de Fusileros dejada de guarnición en Iquitos. Se compró víveres secos, ganado en pie y aves, leche condensada y agua mineral; también se adquirió medicinas por un valor de 208 Libras peruanas y botiquines para cada lancha. Para disponer de alimentos frescos se contrató a cazadores y pescadores loretanos.

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El efectivo de la expedición: 343 personas; de ellos 103 tripulantes de la flotilla (37 de la cañonera fluvial “América”, 24 de la “Loreto”, 20 de la “Tarapoto” y 22 de la “Estefita”) y 240 hombres entre oficiales y soldados del Batallón de Infantería Nº 9 organizados en tres compañías de fusileros con fusiles Máuser (FMOP-1909), una sección de ametralladoras Maxim cal. 14.7 mm , dos cañones de artillería Maxim Nordenfelt cal. 37 mm. modelo 1890 de 4,000 mts. de alcance y la banda de músicos del Batallón. La expedición partió la noche del 28 de Junio de 1911 rumbo al Caquetá.

Para el mejor éxito de la expedición, el Comandante Benavides solicitó y obtuvo del Prefecto del Departamento de Loreto, que se guardara completa reserva sobre la misión encomendada al Batallón de Infantería Nº 9. Con tal fin, todos los bultos que formaban la impedimenta del Batallón fueron marcados con la dirección "Río Putumayo".

Como en Iquitos no se pudo conseguir un médico que acompañara a la expedición (el Servicio de Sanidad Militar no estaba aun debidamente organizado), el Comandante Benavides hizo que las lanchas atracaran en el pueblo de Caballococha en donde el Doctor Erasmo Vivar, a instancias del referido Comandante y a pesar de encontrarse enfermo con beri-beri, aceptó acompañar a la expedición con un sueldo mensual de 70 Libras y con la expresa condición de que se le haría regresar después de los combates que pudieran tener lugar.

Sabiendo el Comandante Benavides que una 2da expedición de 130 tropas colombianas al mando del General Carlos G. Neira habían pasado por territorio brasilero, con autorización del Gobierno del Brasil, y que llevando por misión reforzar a las que habían ocupado la margen peruana del Caquetá, se encontraban navegando por el río Amazonas en dirección a la isla brasilera llamada “Teffé”; ante tal situación, el Comandante Benavides tomó la decisión de evitar la unión de esos dos Grupos de Fuerzas colombianas y batirlas, llegado el caso, separadamente. De aquí la necesidad de que durante la travesía, nadie conociera el empleo que iban a tener sus fuerzas.

Para esto, era absolutamente indispensable se consiguieran las condiciones siguientes:

1º. Que el Comandante de la Guarnición militar brasilera (Tabatinga) en la frontera con el Perú, quien debía pedir declaración del rumbo que iban a seguir las embarcaciones con la tropa que conducían, no supiera que se dirigían al río Caquetá, lo que se encontraba en oposición, con el sentir y deseo del Comandante Benavides, de no cometer la falta que hubiera implicado hacer una declaración apartada de la verdad, y

2º. Evitar, igualmente, que un vapor trasatlántico que debía salir de Iquitos tres días después que de dicho puerto partió la expedición, encontrase a ésta en el Amazonas, cuando hubiese pasado la boca del río Putumayo (lo que claramente indicaría que las lanchas peruanas se dirigían al río Caquetá) a fin de que no pudiera dar aviso al refuerzo colombiano que se encontraba en la isla Teffé.

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Planes de Engaño y Hermandad Masónica

Al llegar las lanchas en la noche a Tabatinga (frontera peruana-brasilera) el Comandante de la expedición invitó al Jefe de la Guarnición militar brasilera a pasar a bordo de la cañonera fluvial “América” a donde se le había preparado una recepción.

Después de los honores y presentación de toda la Oficialidad de la expedición formada con tal fin, en la cubierta de la cañonera, pasaron todos al comedor de la embarcación, donde el Comandante Benavides al hacer el brindis de honor, pronunció una alocución en la que se refirió a los grandes hombres y las glorias del Brasil, y al terminar, la banda de músicos del Batallón que había sido colocada fuera de la vista del agasajado, toco el Himno Nacional brasilero, lo que produjo gran sorpresa y profunda e incontenible emoción en el Jefe brasilero, quien según su propia declaración, hacía muchos años que no había oído el Himno Nacional de su patria, siendo la primera vez que, una banda de música, se encontraba en esos lugares.

En seguida, dicho Jefe contestó la alocución del Comandante de la expedición, poseído de la misma intensa emoción que casi no le permitía hablar, tocando, después, Ia banda de música, el Himno peruano. El Jefe brasilero desembarcó sin haber solicitado del Comandante de la expedición, declaración alguna sobre el rumbo que seguirían las lanchas con las tropas que llevaban, y en tierra hizo formar a su guarnición y que los cornetas tocaran dianas mientras las lanchas pasaban por delante del puesto militar.

Se hace esta referencia, al paso de la expedición por Tabatinga, porque la ignorancia en que estuvo el Gobierno brasilero de la expedición al Caquetá, hasta que se llevaron a cabo los combates en dicho río, dio lugar a un cambio de notas entre las Cancillerías brasilera y peruana, influenciada, sin duda, la primera, por alguna infundada queja de la Cancillería colombiana.

Para salvar a la expedición de ser vista por el vapor trasatlántico que debía salir de Iquitos, el Comandante Benavides tuvo la idea de hacer fondear las lanchas en alguno de los pequeños ríos que desembocan en el Amazonas o detrás de algunas islas que pudieran cubrirlas convenientemente.

Este punto, tuvo una solución mejor aún, porque al tocar la flotilla expedicionaria en un “puesto” (chacra) del río Amazonas llamado “Roma”, con el fin de proveerse de leña para las máquinas, su propietario, un italiano, bajo el secreto y mutua protección que se prestan los componentes de las Logias Masónicas, ofreció al Jefe de la expedición por su condición de Masón dos prácticos, uno brasilero y otro portugués, para que las lanchas surcaran un pequeño río que, uniendo el Caquetá al Amazonas, acortaba en cuatro o cinco días el viaje que habría sido necesario hasta llegar a la desembocadura del Caquetá, al mismo tiempo que se evitaba el encuentro con el vapor trasatlántico.

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Sólo había el serio inconveniente, que ese pequeño río de muy poco fondo, solía con frecuencia disminuir el caudal de sus aguas, y las lanchas podían quedarse varadas. A pesar de esto, el Comandante Benavides hizo surcar con toda facilidad ese río; durante les tres días que se emplearon hasta llegar aguas arriba del río Caquetá.

En ese mismo pequeño río, el Jefe de la expedición pudo conseguir, mediante agasajos y la influencia que en todos esos lugares ejercía la banda de músicos del Batallón, que un brasilero de fortuna, apellidado Nacimento, a quien se le había señalado como el mejor práctico en la navegación, del río Caquetá, acompañara a la expedición.

Al llegar a la boca del río Apaporis (límite entre el Perú, Brasil y Colombia) el Comandante de la aduana brasilera allí establecida, prestó muy buenos servicios al Jefe de la expedición, gracias a una carta de recomendación, escrita por el italiano dueño del puesto “Roma” y dirigido al Comandante Brasilero que pertenecía también a la Hermandad Masónica. En la mañana del día siguiente, salió la expedición de la boca del Apaporis, en dirección hacía “La Pedrera”, que se encuentra a tres horas, más o menos, de navegación de la citada desembocadura del Apaporis.

Propuestas Diplomáticas para evitar el Conflicto

Mientras esto ocurría en el Caquetá, los cónsules de Perú y Colombia en la ciudad brasilera de Manaos, pidieron telegráficamente a sus Cancillerías la desviación de las expediciones de ambos países. La del General colombiano Neyra, que avanzaba por el Amazonas, se debía detener en Manaos y la del Comandante Benavides en el Putumayo.

Esta propuesta quedó aceptada por ambas partes. El 19 de Julio de 1911 fue firmado en Bogotá un convenio que suscribieron el Canciller colombiano Enrique Olaya Herrera y el Ministro Plenipotenciario peruano Ernesto De Tezanos Pinto. Colombia se comprometió a no aumentar su guarnición en “Puerto Córdoba” y “La Pedrera”, a mantener allí un máximo de 110 hombres incluyendo personal de aduanas y resguardo y a no avanzar; así mismo, aceptó detener la expedición del Gral. Neyra en Manaos.

El Perú asumió el compromiso de dar a sus fuerzas y colonos órdenes para que se abstuvieran de atacar “La Pedrera” y de desviar hacia el Putumayo la expedición enviada al Caquetá. Esta situación debía durar hasta la firma de un “modus vivendi”. El acuerdo y la permanencia de tropas de una y otra parte en la región disputada no Implicaba el reconocimiento de derecho alguno por el colitigante.

A pedido del Perú se agregó una cláusula según la cual, en el caso de que “dificultades derivadas de tiempo y distancia” impidieran que las órdenes para evitar choques armados llegaran oportunamente, siempre tendrían vigencia las estipulaciones del convenio.

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Pero ya el combate se había producido, en vista que las disposiciones de dicho convenio llegaron al Caquetá recién en Agosto, esto debido a que no existía un tráfico de comunicaciones permanentes entre Iquitos y la región del Caquetá, y que cualquier comunicación del gobierno a través de la Prefectura se tenía que hacer fletando especialmente una embarcación cuyo viaje duraba más de tres semanas.

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- - - OGO - - -
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El Batallón de Infantería Nº 9 ingresando a la ciudad de Iquitos Augusto B. Leguía Presidente del Perú

A la izq. el Mayor EP Pablo Rossel, 3er Jefe del Btn. Inf. Nº 9

En el centro el Tte. Crl. Oscar R. Benavides Jefe del Btn. Inf. Nº 9

A la der. el Mayor EP Manuel Ramirez Hurtado 2do Jefe del Btn. Inf. Nº 9

Las lanchas comerciales “Loreto” , “Tarapacá” y una “Albarenga”, al partir de Iquitos, transportando a la Expedición Peruana al río Caquetá

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CAPÍTULO IV

FUERZAS PERUANAS RUMBO A LA GLORIA

Inicio del Combate: 10 de Julio de 1911

La flotilla expedicionaria llegó al mediodía del 10 de Julio a “La Pedrera”, ante el asombro de las tropas colombianas mandadas por los Generales José Isaías Gamboa y José María Valencia. Tenían ellos bajo sus órdenes, además de los 120 hombres de tropa y 30 gendarmes y personal del resguardo, aunque algunos de ellos enfermos o desnutridos; a más o menos cincuenta (50) nativos de las etnias Hultotos, Boras y Uruhuaris, que habían sido armados con fusiles Winchester y utilizados como contingente auxiliar.

“La Pedrera” estaba situada en una elevación rocosa del terreno que domina completamente el río, en la margen derecha del Pure, afluente del Caquetá. Aguas abajo del campamento colombiano, el terreno era bajo e inundable, aguas arriba del río era la única zona abordable.

Situada la cañonera fluvial "América", en la que estaba embarcado el Comandante Benavides, frente a "La Pedrera", mandó en un bote como parlamentario al Subteniente EP Alberto Bergeríe, con las banderas peruana y blanca, un corneta y bogas correspondientes, quien llevó un ultimátum escrito de dicho Jefe para el Comandante del puesto militar colombiano en la que le decía:

A bordo de la cañonera América, 10 de Julio de 1911.

Señor General Comandante de las Fuerzas colombianas:

Habiendo encontrado el Caquetá peruano, o sea la margen derecha de este río, ocupada por fuerzas colombianas que usted comanda, véome en el caso de notificarlo para que dichas tropas desocupen la margen citada, en el término de dos horas, que comenzarán a contarse desde el momento de la entrega de esta intimación. Transcurrido el plazo sin que se haya procedido a la desocupación que exijo, me veré precisado a emplear la fuerza para hacer respetar la integridad nacional de mi patria.

Creo que solo un error involuntario haya podido dar lugar a que usted y sus tropas ocupen la margen derecha del Caquetá y no la izquierda, pues los derechos de mi patria sobre la primera, por no ser posible ni siquiera discutirlos, han sido siempre y son reconocidos por todas las demás naciones.

Advierto a Ud. que todo movimiento de tropas en su campamento que pueda hacer suponer preparación para resistir a la intimación que hago, lo consideraré como un acto hostil y procederé en consecuencia.

Comandante Oscar Benavides

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Como puede observarse, el Comandante Benavides trató de darles una salida pacífica y honorable a las tropas colombianas que ocupaban la orilla derecha del río Caquetá, considerado y reconocido en el ámbito internacional como territorio peruano, atribuyendo la presencia colombiana en dicho lugar a un error involuntario, que debería ser subsanado con su retiro a la orilla izquierda, que era reconocida como territorio colombiano.

El General Isaías Gamboa era un hombre de honor y naturalmente, rechazó el “ultimátum” Pero en vista que había destacado tropas a “Puerto Córdoba” al mando del Gral. José María Valencia, aguas arriba de “La Pedrera” y a un día de camino de ese lugar, quiso ganar tiempo para reunir a sus tropas; por lo que le indicó al Subteniente EP Bergeríe que le daría su respuesta por escrito al Jefe peruano a través de un parlamentario, como efectivamente lo hizo A las 15.00 horas se presentó como parlamentario el médico de la guarnición colombiana Doctor Yomita, quien al presentarse al Comandante Benavides y antes de entregarle el documento de respuesta, le solicitó a nombre del General Gamboa que se postergara el plazo por dos días para dar una respuesta definitiva.

El Jefe peruano expresó que la proposición era inaceptable y que por consiguiente al expirar las dos horas señaladas, se procedería hacer uso de la fuerza para la desocupación y hacer respetar la integridad del territorio patrio. Fue entonces que recién el Doctor Yomita entregó la respuesta escrita. En esa respuesta decía dicho General:

Guarnición “La Pedrera” del Ejército de Colombia en el Caquetá, Julio 10 de 1911

Señor Comandante de las Fuerzas peruanas

La ocupación de la citada margen hace más de un año que se verificó, estableciendo en ella una aduana que la han reconocido en Brasil y Colombia La ocupación militar la he verificado por orden del gobierno de mi patria, sin cuya orden no podré desocuparla, porque desobedecería sus órdenes y faltaría por consiguiente al cumplimiento de mis deberes.

Creo sin embargo que por medios diplomáticos de las cancillerías de nuestros países, se puede llegar a un arreglo favorable y honroso para las dos repúblicas hermanas.

La parte final de esta entrevista la relata el Ingeniero Juan Rumciman en su libro “Campaña del Caquetá” donde manifiesta: “Después de leer la misiva del Gral. colombiano, Benavides le dijo al Parlamentario: Si hasta las cuatro de la tarde no veía movimiento de desocupación en el puerto, empezaría los fuegos. La respuesta del parlamentario fue: Señor, moriremos todos”.

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General I. Gamboa

Momentos después a las 16.20 hrs. se rompieron los fuegos y principió el 10 de Julio de 1911 el primer día de combate. Siguiendo el Plan de Operaciones del Comandante Benavides, que consistía en:

“La Fuerza Expedicionaria Peruana realizará un asalto fluvial, contra las posiciones del enemigo en “La Pedrera”, mediante un desbordamiento con la lancha “Loreto”, desembarcando a las fuerzas antes o después de la guarnición enemiga; fijando al enemigo en sus posiciones defensivas con los fuegos de la cañonera fluvial “América”, manteniendo las fuerzas de la lancha “Estefita” en condiciones de apoyar el ataque, y a la lancha hospital “Tarapoto” en condiciones de dar apoyo sanitario a nuestras fuerzas; para conquistar la posición enemiga de “la Pedrera” a fin de restablecer la soberanía sobre la orilla derecha del Caquetá”.

La lancha "Loreto" teniendo embarcado al Mayor EP Manuel Ramírez Hurtado 2do Jefe del Btn. Inf. Nº 9, inició la exploración de la ribera derecha del río Caquetá, en las proximidades de "La Pedrera", con la misión de determinar algún lugar apropiado para el desembarque de las fuerzas, mientras la cañonera fluvial "América" situada frente al puesto militar colombiano protegía esa exploración batiendo con los fuegos de su cañón de proa y la ametralladora de popa las posiciones enemigas, aproximándose hasta 150 mts. de la orilla, hundiendo a una pequeña lancha colombiana que servía de enlace. La lancha "Estefita" con el Mayor EP Pablo Rossell 3er Jefe del Btn. Inf. Nº 9 a bordo, secundaba, a mayor distancia, la acción de la cañonera "América", y la lancha hospital “Tarapoto” estacionada en la cabecera de la isla “Mongubas” se preparaba para tener a punto el apoyo sanitario.

Las fuerzas colombianas tomaron posesiones en trincheras trabajadas en la espesura de los bosques que rodean a "La Pedrera", invisibles para los atacantes y bien emplazadas. Las tropas peruanas estuvieron obligadas a combatir en una situación muy desventajosa, porque embarcadas en las lanchas, en un río que tiene un ancho de 800 a 1,000 metros en las inmediaciones de "La Pedrera", y con una "Cashuera" (cascada peligrosa formada por una línea de rocas unidas por un fondo bajo y pedregoso, haciendo que el agua adquiera gran velocidad al pasar entre ellas, formando fuertes remolinos a los extremos) que limitaba el radio de acción de las lanchas y presentaban a las fuerzas colombianas, un blanco magnífico para sus fuegos.

Para evitar en lo posible, tan desventajosa situación, se había hecho colocar en varias filas, grandes troncos de madera que reforzaban las bordas de las lanchas, y las tropas fueron situadas en las bodegas, quedando sobre las cubiertas, sólo el número de hombres necesarios para batir las posiciones enemigas.

En esos días una creciente de las aguas del río Caquetá había producido en sus riberas una inundación tan grande que según lo aseguraron los moradores de esa región no se tenía recuerdo de otra igual desde hacía 20 años. Por esta causa, resultaron infructuosos los esfuerzos hechos en la lancha "Loreto" para encontrar un lugar que permitiera el desembarque de las tropas.

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De los diversos puntos a los que se dirigía esa lancha en su exploración, daba con su sirena las señales convenidas al Jefe de la expedición, que no encontraba sino terreno completamente inundado imposibilitado para el desembarque.

Después de cuatro intentos fallidos por la lancha “Loreto”, a las 18.30 hrs. y ante la imposibilidad de hacer desembarcar las tropas, lo que era indispensable para que las Fuerzas Expedicionarias pudieran combatir sin las desfavorables condiciones en que se encontraban, frente a un enemigo invisible y atrincherado. El Comandante Benavides dio la orden de replegarse, lo que se llevó a cabo hasta una pequeña isla situada a. unos 2,000 metros de "La Pedrera", y al abrigo de ella, fondearon las lanchas.

En ese primer día de combate, murió valientemente en la cubierta de la cañonera "América" el Subteniente EP Alberto Bergeríe, a quien una bala hirió en el cuello destrozándole la carótida. Ese bravo Oficial, adjunto del Comandante Benavides, demostró gran valor y valentía, pues al caer herido, se le acercó el Comandante Benavides y al preguntarle por la condición de su herida, le contestó, apretándosela con las manos "No es nada mi Comandante; viva el Perú", falleciendo al instante. En esa misma embarcación falleció el Soldado José Grandes del Batallón de Infantería Nº 9 y resultaron heridos el marinero Samuel Piña Amasifuen y dos (02) soldados del Batallón de Infantería Nº 9.

En la cubierta de la lancha “Loreto” murió también valerosamente el Teniente EP Cesar Francisco Pinglo Chunga por una bala que le atravesó el corazón. Como justo homenaje a la memoria de estos oficiales las guarniciones peruanas de “Pinglo” en el Marañón y de “Bergeríe” en el Putumayo llevan sus nombres. Igualmente hubo que deplorar la muerte del Soldado Saturnino Guerra del Btn. Inf. Nº 9 y las heridas recibidas por tres (03) tripulantes: marineros Isidro Juasave, Francisco Pisango y Jesús Mori, además de tres (03) soldados del Batallón de Infantería Nº 9

En la tarde del mismo día fueron enterrados en un cementerio provisional en la margen derecha del río Caquetá, todos los que habían muerto defendiendo la frontera de la Patria. A los heridos se les traslado a la lancha hospital "Tarapoto", la que con tal fin había sido preparada por el Jefe de la expedición, para que en ella fueran atendidos por el médico, Doctor Erasmo Vivar Ese primer día de combate las Fuerzas Expedicionarias Peruanas sufrieron las bajas siguientes:

Bajas Ofls Tropa EP

02 02

05 04 09

Total 02 07 04 13

Según las fuentes colombianas, “El día 10 de Julio rechazaron el ataque peruano de cuatro lanchas artilladas con 500 hombres, tras dos horas de combate, la avería de la lancha América dio pie a la retirada de Benavides”

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Tripulantes Total Muertos
--- 04 Heridos

2do Día de combate: 11 de Julio de 1911

En las primeras horas del día 11 de Julio, el Comandante Benavides hizo reunir en la cañonera "América" a todos los prácticos que dirigían las lanchas, y con ellos avanzó hasta las inmediaciones de "La Pedrera", con el objeto de que reconocieran con más detención y calma la margen derecha del río, y dieron su opinión sobre la posibilidad de encontrar algún punto que permitiera el desembarco de las tropas. En ese reconocimiento, todos los citados prácticos señalaron al Jefe de la expedición, algunos lugares en los que creían que había tierras altas, y por consiguiente, libres de la inundación, y accesibles para el desembarque de las fuerzas.

De regreso a la isla “Mongubas” en que se abrigaban las lanchas, el Comandante Benavides dio las órdenes del caso para tratar de conseguir el deseado e indispensable desembarque en los sitios que se habían señalado. A las 11.00 horas tuvo lugar entonces, el segundo día de combate. La cañonera "América" y las lanchas "Loreto" y “Estefita” recibieron las mismas misiones que el día anterior, solo la lancha hospital "Tarapoto", con los heridos, se quedó a mayor distancia de "La Pedrera".

Se combatió casi cinco horas, durante las cuales la "Loreto" repitió con su sirena las mismas señales del día anterior, indicando que los lugares que se le hablan señalado, así como otros que reconoció, estaban tan inundados como el resto de esa ribera, con el agravante que en uno de sus intentos por tocar la orilla para el desembarque de las fuerzas, sufrió un desperfecto en el sistema de gobierno de la lancha, la cual gracias a la esforzada labor de los mecánicos fue reparada durante la noche.

Ante esta situación, sumada a la tenaz resistencia que hacían las fuerzas colombianas, el Comandante Benavides dio nuevamente la orden de replegarse hacia la isla “Mongubas” que había servido el día anterior de abrigo a las embarcaciones.

Los heridos de ese día fueron en número menor que en el combate anterior. Sin embargo; hubo que lamentar la baja del Sgto. 2do EP Bernardo Villalta Luna del Batallón de Infantería N° 9 quien dio su vida por la Patria, dándole sepultura al lado de los que habían caído el día 10, y los heridos fueron llevados a la lancha hospital "Tarapoto"; el contramaestre José Navarro Solano, primer apuntador de la ametralladora de popa, el marinero Lizardo Pezo, el grumete Faustino José Guivin y el voluntario Julio Gaudín todos de la Cañonera “América”. En el segundo día de combate las Fuerzas Expedicionarias Peruanas tuvieron las bajas siguientes:

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Bajas Ofls Tropa EP Tripulantes Total Muertos 01 01 Heridos 04 04 Total 01 04 05

Por los combates de esos dos días, el Comandante Benavides tuvo el convencimiento de que era imposible, dada la completa inundación de la ribera derecha del río Caquetá, hacer desembarcar las tropas a sus órdenes, y como esto era indispensable no solo por las condiciones desfavorables en que combatían las fuerzas peruanas, sino lo que era de mayor importancia, obtener un resultado definitivo, adoptó un nuevo plan para el combate del día siguiente.

Al otro lado de la "cashuera" que se encuentra frente a "La Pedrera" se veía lugares bastante elevados que daban la seguridad de no estar inundados y permitir por consiguiente un desembarco. Pero esa "cashuera" por su fuerte corriente, no había sido nunca, hasta esa fecha, surcada por ninguna lancha, y los habitantes de esa región, creían que esto era imposible. Sin embargo el Comandante Benavides, como recurso supremo, resolvió forzar ese paso.

El nuevo plan establecía: “Atacar la Guarnición colombiana fijando al enemigo frontalmente con los fuegos de la cañonera “América” y realizar una maniobra envolvente aguas arriba de la posición colombiana, forzando el paso de la “cashuera” con la lancha “Loreto” que permita el desembarco de las tropas peruanas, a fin de atacar el flanco izquierdo de la posición enemiga y conquistar “La Pedrera”.

Como acto preparatorio, se planificó un Plan de Engaño que se ejecutó haciendo avanzar a las doce de la noche a la cañonera "América", llevando ésta todas las luces apagadas y tratando de hacer el menor ruido posible hasta colocarse frente al puesto militar colombiano de "La Pedrera", sorprendiéndolo con fuegos de hostigamiento que hizo la “América” con su cañón de proa, la ametralladora de popa y de la tropa peruana embarcada, acción que se realizó durante algunos minutos; retirándose después en la misma forma en que había avanzado.

El objeto que se propuso el Jefe de la expedición, fue obligar a las tropas colombianas a permanecer alerta en sus trincheras, toda esa noche, que fue muy oscura y con un aguacero diluviano, a fin de que el día siguiente se encontraran fatigadas y con la moral disminuida.

Por las declaraciones posteriores de los prisioneros, se pudo saber, después, que había tenido éxito lo previsto por el Jefe de la expedición peruana, porque los jefes colombianos habían ordenado que sus tropas permanecieran en sus trincheras, temerosos de que se proyectara hacer un desembarco en la noche. Cosa imposible, por cierto, debido a los inconvenientes qué se habían encontrado en los combates de día.

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Ametralladora Madsen de 20 mm. de la Cañonera Fluvial BAP América

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Cañonera Fluvial BAP América
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Cañón Armstrong cal. 37 mm. de la Cañonera Fluvial BAP América Tte. 1ro AP Manuel Clavero Muga Comandante de la Cañonera Fluvial BAP América
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Tte. 2do AP Héctor Mercado Silva 2do. Comandante de la Cañonera Fluvial América Alférez de Fragata Ingeniero AP Juan Manuel Rúnciman Rivasplata
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CAPÍTULO V VICTORIA PERUANA

Conquista de “La Pedrera”: 12 de Julio de 1911

A las 10.45 hrs. del día 12 de Julio de 1911, la lancha "Loreto" que era la de mayor velocidad y desarrollaba mayor fuerza en su máquina que las otras, recibió la orden de forzar el paso de la "cashuera", mientras la cañonera "América" situada frente a las posiciones colombianas la protegía batiendo con sus fuegos las defensas enemigas

La “Loreto” después de muchos esfuerzos, comunicó al Jefe de la expedición por las señales de sirena convenidas, que le era imposible pasar la “cashuera”, ya que su Patrón de lancha Domingo Barreto, constató que el esfuerzo realizado había averiado nuevamente el sistema de gobierno de la nave. Entonces el Comandante Benavides decidió hacer forzar ese torrentoso paso por la cañonera "América" en la que estaba embarcado, a pesar de que la quilla achatada de esa embarcación la hacía inapropiada para el caso. Ordenó al Teniente 2do AP Héctor Mercado que bajara a la sala de máquinas e hiciera aumentar el vapor "hasta que revienten las calderas", y a la "Loreto" que, tomando el emplazamiento de la "América", batiera con sus fuegos de las tropas embarcadas, las trincheras enemigas.

El práctico Francisco Zambrano que dirigía la navegación de la “América” cayó herido y el timón tuvo que ser tomado por el propio comandante de la cañonera, Teniente 1ro AP Manuel Clavero Muga. El Teniente 2do AP Héctor Mercado cumplió con toda decisión la orden del Jefe de la expedición y las cubiertas de la "América" vibraban del esfuerzo que hacía su máquina. Durante tres cuartos de horas, más o menos, la cañonera luchó contra la fuerte corriente de la "cashuera".

Persistentes e intensos esfuerzos fueron necesarios para hacer que siguiera adelante la “América” que vibraba por la excesiva presión desarrollada en las máquinas a cargo del Alférez de Fragata ingeniero AP Juan Manuel Rúnciman Rivasplata. Para esos momentos ya se habían reforzado las tropas del General Gamboa con las del General Valencia, procedente de Puerto Córdoba y con los indios witotos quienes con fusiles Winchester, disparaban desde los árboles.

Recibió la cañonera 38 Impactos de bala y cayeron varios heridos, entre ellos, el fogonero Juan Sandoval, el practicante de máquinas Felipe Andrade y el marinero Miguel Tuanama. Pero, mientras contestaba al fuego enemigo, en un último y gran esfuerzo venció el largo y peligroso paso o "cashuera" que nunca había sido franqueado por embarcación a vapor, a pesar de explotar uno de los tubos de la caldera, originando la muerte del voluntario Julián Tapullima.

Como se había previsto, a los pocos momentos de forzar ese paso, la "América" encontró un lugar en la ribera que permitía el desembarco de las tropas, el que se llevó a cabo inmediatamente bajo el mando directo del

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Comandante Benavides y la protección de los fuegos de la cañonera. En el libro “Vida y Obra del Mariscal Benavides” indica: “El primero en desembarcar fue el cuyusco piurano Cabo EP Juan Aguirre, luego el Stte. EP Carlos Muñoz y casi simultáneamente el resto, que con el agua hasta la cintura y el fusil en alto avanzaron hacia tierra”

Cuando tenía lugar ese desembarco, las fuerzas colombianas reaccionaron enviando una sección de fusileros para contraatacar el desembarco peruano y cerrar su flanco izquierdo, pero quedaron al descubierto en las miras de los cañones y ametralladoras de la “América” quien bombardeo la zona dislocando el contraataque colombiano

En esos momentos, la “Loreto” pudo arreglar el desperfecto de su sistema de gobierno y haciendo un supremo esfuerzo logró pasar también la "cashuera". A pesar del nutrido fuego del enemigo que causó dos heridos, el contramaestre Pedro Soto y el 2do práctico Antonio Paredes Las tropas del Btn. Inf. Nº 9 pusieron pie a tierra y uniéndose con las tropas de la primera ola de desembarco de la cañonera “América”, avanzaron con dificultad a través de la selva cerrada, por lo que se tuvo que desembarcar a la marinería loretana de las lanchas que si estaban acostumbradas a orientarse en la selva.

La cañonera "América" recibió la orden de regresar inmediatamente a Situarse frente a las defensas colombianas, con la misión de seguir amagando con sus fuegos las posiciones enemigas y acelerar la derrota del adversario; mientras la “Estefita” se unía a la “América” y procedía al desembarco frontal de la 3ra compañía de tropas y de la Sección de Ametralladoras al mando del Stte EP Guillermo Cervantes del Btn. Inf. Nº 9, que se lanzaron al asalto de las trincheras con tal ímpetu mientras la banda de músicos en la “Estefita” tocaba las notas de la marcha “Ataque de Uchumayo” produciéndose el desbande de las tropas colombianas que abandonaron sus posiciones defensivas dirigiéndose hacia la selva para no ser capturados.

Al llegar a dicho puesto militar, se organizó la persecución de las fuerzas colombianas. A las 17.00 hrs. de aquel memorable 12 de Julio de 1911 se arriaba la bandera de Colombia que se encontraba en un asta muy elevada y se izaba en su lugar el pabellón peruano, que, por orden del Jefe de la expedición había sido llevado por el Capitán EP Felipe E. Mejía, Ayudante Mayor del Batallón; ratificando nuestra integridad nacional en ese rincón de la selva amazónica.

La fuerza colombiana se desmoralizó desde el momento en que la "América" consiguió vencer el paso de la "cashuera", porque creían, como ya se ha dicho, que era infranqueable. Así lo aseguraron los prisioneros, quienes agregaban que los Oficiales al presenciar que se forzaba ese paso, dijeron a la tropa que los que supieran nadar los siguieran y que los demás se internaran en el bosque. Los colombianos huyeron por una "trocha" o pequeño sendero de 6 Kms. que habían trabajado y que iba desde "La Pedrera" hasta el puesto llamado "Puerto Córdoba", situado en la misma orilla derecha del río Caquetá.

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La persecución no pudo hacerse muy activa ni prolongada en ese día, tanto por las condiciones del terreno que era completamente boscoso, lo que obligaba a marchar con todas las seguridades militares del caso, y encontrarse además dicha "trocha" cortada por riachuelos para cuyo paso, en esa estación del año, era necesario valerse de canoas, que los fugitivos habían dejado en la orilla opuesta, después de servirse de ellas; como también por lo avanzado de la hora.

En esa persecución fueron encontrados algunos soldados muertos de las tropas colombianas, a los cuales se les dio posteriormente cristiana sepultura. Es de advertir que el Jefe de dichas fuerzas, había armado con fusiles Winchester a los 50 nativos de su contingente auxiliar que, como todos los de nuestra selva, se distinguen por su magnífica puntería, y cuyos disparos fueron los que más daño hicieron a la expedición peruana.

Conociendo la dirección seguida por los fugitivos, el Comandante Benavides ordenó ese mismo día 12, que el Mayor EP Ramírez Hurtado con parte del Batallón N° 9, se reembarcara en la lancha "Loreto", y avanzara hasta “Puerto Córdoba'', lamentablemente esa noche fue muy oscura y habiéndose encontrado otra pequeña ''cashuera", la "Loreto" no pudo avanzar hasta dicho puerto. El violento ataque del Btn. Inf. Nº 9 cobro sus víctimas al tener cuatro muertos: el Cabo EP Marcos Huanchaca, el músico EP Luis Navarro y los Sldos. EP Pedro Infantas y Julio Montalván y 21 heridos.

En el tercer día de combate las Fuerzas Expedicionarias Peruanas sufrieron las bajas siguientes:

Captura de “Puerto Córdoba”

En la madrugada del 13 de Julio de 1911, continuando con la ofensiva, se embarcó el Comandante Benavides en la lancha "Loreto" y después de tres horas de surcar el rio, llegó a “Puerto Córdoba" realizando el desembarque de las tropas de inmediato. Al mismo tiempo el Capitán EP Saraus con tropas también del Batallón de Infantería N° 9 siguiendo la trocha a que se ha hecho referencia, salió de "La Pedrera" llegando, igualmente, horas después de la "Loreto" a “Puerto Córdoba".

Pero ya los jefes y demás fugitivos de las fuerzas colombianas, habían pasado, por dicho lugar, dirigiéndose a la margen izquierda del Caquetá siguiendo hacia la boca del Apaporis, frontera con el Brasil. “Puerto Córdoba” fue tomado sin disparar un solo tiro, con sus instalaciones en buen estado de conservación y sus almacenes con algunos fusiles Máuser y Winchester, municiones, víveres, herramientas y medicinas, que por la desesperación de huir del lugar y pasar a la ribera opuesta, no fueron destruidas por las fuerzas colombianas y que fueron muy bien aprovechadas por las tropas peruanas.

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Bajas Ofls. Tropa EP Tripulantes Total Muertos 04 01 05 Heridos 21 06 27 Total 25 07 32

El Jefe de la expedición peruana se abstuvo de perseguirlos en esa margen Izquierda del Caquetá por ser colombiana, y marcar la frontera con el Perú, y por comprender que la misión que se le había dado, estaba cumplida. El Comandante Benavides dejó en “Puerto Córdoba" una guarnición militar al mando del Mayor EP Pablo Rossell, y regresó en la "Loreto" el mismo día a "La Pedrera", estableciéndose el contacto entre esos dos puestos, por la trocha que los comunicaba.

Las tropas peruanas capturaron a las fuerzas colombianas 38 prisioneros de guerra: entre ellos un Oficial General (Gral. Valencia) y 11 soldados durante los combates y encontraron en la enfermería de “La Pedrera” 26 colombianos entre oficiales subalternos y personal de tropa muy enfermos, que se rindieron sin poder combatir; también se capturó casi un centenar de fusiles Máuser y Winchester, municiones, equipos, víveres y medicinas, banderas y un fino estandarte que había sido obsequiado a esas fuerzas por las damas de la ciudad de Magdalena, un interesante archivo con documentación secreta, y una máquina para colocar minas en el río, que no había podido ser utilizada, porqué al probarla, según se supo, el único operador que sabía manejarla se voló un dedo de la mano.

La cañonera “América” tuvo 38 impactos en su casco y superestructura que luce hasta en la actualidad como prueba fehaciente de su actuación, los cuales intencionalmente no han sido reparados.

El Jefe de la expedición comunicó entonces, oficialmente, al Jefe de la aduana brasilera de la boca del Apaporis, el establecimiento de una aduana peruana en “La Pedrera” y la constitución de guarniciones militares en la citada aduana y en “Puerto Córdoba". La respuesta oficial de la autoridad brasilera fue el reconocimiento de las autoridades peruanas, de la Aduana y puestos militares que había establecido el Perú en el Caquetá.

La revista colombiana “Credencial” en su suplemento especial “Historia de las guerras con el Perú” capítulo “El Conflicto Amazónico”, indica: “Los días 10, 11 y 12 de Julio de 1911 trabaron combate en La Pedrera 50 valientes colombianos, al mando de los Generales Valencia y Gamboa, contra 480 peruanos que dirigía el Teniente Coronel Oscar Benavides. Los colombianos recibieron una paliza sin atenuantes, no obstante el coraje con que pelearon. El General Isaías Gamboa logró ponerse a salvo con parte de sus hombres y el General Valencia fue capturado por los peruanos, que unos días después lo dejaron en libertad, sano y salvo.”

Al respecto Mariano Ospina Peña en su obra “Conflicto en La Pedrera” menciona lo siguiente: “El día 13 de Julio de 1911, el General Gamboa se comunicó por telegrama con la presidencia de República explicando la situación. Además dio cuenta de la perdida de armamentos y equipos, de 15 hombres entre ellos el General Valencia y afirmó haber provocado 47 bajas a los peruanos.”

También indica que el Tte. Forero Román en su narración del combate manifiesta: “En los tres días de combate, el Gral. Isaías Gamboa no tuvo un

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momento de descanso, ya sea dando órdenes para la defensa de la guarnición, o estimulando a las tropas con palabras de aliento, o confortando a los heridos en el hospital, o disparando certeramente desde todas las posiciones contra el enemigo. Sufrió una fuerte insolación en el momento que llevaba en sus hombros una caja de parque que él mismo había traído desde el polvorín”.

“Viendo el estado comatoso del Gral. y con el temor de que caiga prisionero en manos del enemigo que avanzaba sobre nuestras defensas, fue cargado por los soldados que lo rodeaban, llevándolo a “Puerto Córdoba” por la trocha a través de la selva”.

Cuatro días después de haber sido tomada "La Pedrera" y “Puerto Córdoba”, el Comandante Benavides ordenó que la cañonera "América" regrese a Iquitos, llevando el parte de guerra de los combates en “La Pedrera”, a los heridos y enfermos de la expedición al cuidado del Doctor Erasmo Vivar, así como las armas, municiones, archivo, banderas y estandarte tomados a las fuerzas enemigas.

Durante la travesía murieron algunos de los heridos y enfermos, y otros encontrándose ya en Iquitos, como los valientes oficiales Capitán EP Alfonso Oviedo y Teniente EP Charún. El Comandante de la cañonera "América", Teniente 1ro AP Manuel Clavero Muga distinguido Oficial que tan valientemente se portó en los combates, murió también a los pocos días de llegar a Iquitos el 11 de Agosto de 1911, a causa de la fiebre malaria, enfermedad que adquirió en el Caquetá. La ciudad de Iquitos le rindió honores con un busto en la Plaza Victoria y en la actualidad una de las cañoneras fluviales peruanas más modernas en la Amazonía lleva su nombre.

Los fallecidos de las Fuerzas Expedicionarias Peruanas durante la travesía desde “La Pedrera” hasta Iquitos fueron: Grumete Faustino José Guivin y los prisioneros de guerra colombianos Sgto. Efraín Torreal y Sldo. Florentino Beltrán. Y en la misma ciudad de Iquitos además de los Oficiales ya indicados, fueron los siguientes: Fogonero Juan Sandoval, marinero Samuel Piña Amasifuen, marinero Lizardo Pezo, voluntario Julio Gaudín.

La revista colombiana “Credencial” en su suplemento especial “Historia de las guerras con el Perú” capítulo “El Conflicto Amazónico”, indica: “La derrota colombiana en el combate de “La Pedrera”, al tiempo que avivó los ánimos guerreros del país, puso a tambalear al Canciller Olaya Herrera sobre quien cayeron las culpas del desastre. Olaya Herrera se tenía bien sabido que por el lado militar carecíamos de preparación para enfrentar a una nación como Perú con poderosa tradición militar y con un ejército probado en varios conflictos internacionales”.

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Bajas Ofls. Tropa EP PP GG Col Tripulantes Total En Travesía (02) 01 01/02 En Iquitos 03 --- --- 04 07 Total 03 (02) 05 08/02

“Colombia no era una potencia militar, ni cosa que lo pareciera, y el gobernante partido republicano lo integraban intelectuales que sentían horror ante las armas y execraban el uso de la fuerza para dirimir las diferencias internas o externas. Los liberales decían la verdad al acusar a Olaya Herrera de improvisar la expedición al Caquetá y todo hace creer que Olaya lo hizo a propósito. Decidió jugarse a fondo para evitar que el país se enfrascara en una guerra ruinosa que iba a costar miles de vidas. Mientras que los héroes de “La Pedrera” eran zurrados por los peruanos, Olaya trabajó para zanjar el conflicto por la vía diplomática”.

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- - - OGO - - -

La Cañonera Fluvial BAP “América”, a su llegada a Iquitos, luce orgullosa las 38 perforaciones de las balas en su casco

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CAPÍTULO VI

ARDID PERUANO ANTE ENGAÑO COLOMBIANO

El 24 de Julio de 1911, llegó a la boca del Apaporis un vapor brasilero con las esperadas fuerzas colombianas de Teffé y dos comisiones: una peruana, con el Ingeniero Klinge como jefe, y otra colombiana, jefaturada por su Cónsul de esa misma ciudad. El señor Klinge entregó al Jefe de la expedición peruana un oficio del Cónsul del Perú en Manaos Sr. Rey de Castro, en el cual le decía que por orden del gobierno del Perú se había celebrado el 19 de Julio de 1911, un convenio entre el gobierno peruano y colombiano, el cual señalaba que las fuerzas peruanas debían dirigirse al río Putumayo. Apoyados en esto, la comisión colombiana exigía la desocupación por las tropas peruanas de la margen derecha del río Caquetá.

El Comandante Benavides hizo saber a los comisionados colombianos su deseo de que en la conferencia que debía tener con ellos, estuviese presente el General Gamboa como jefe militar de las fuerzas colombianas, quien se encontraba en la aduana brasilera del Apaporis. Reunidos en la tarde de ese día en la lancha “Loreto", las dos comisiones y el General Gamboa, el Jefe de la expedición peruana les ofreció un té, durante el cual la conversación se sostuvo en forma correcta y hasta cierto punto cordial.

Enseguida tuvo lugar la conferencia que se prolongó durarte algunas horas, en ella los comisionados colombianos y particularmente el General Gamboa y el Doctor Domingo Irurita, exigieron reiteradamente la desocupación del río Caquetá por las tropas peruanas, haciendo mérito de la orden que había impartido el Gobierno peruano, y tratando de impresionar al Jefe de la expedición peruana, hablándole de la responsabilidad que recaería sobre él, al no darle cumplimiento.

El Comandante Benavides después de escuchar esos y otros argumentos, les contestó que el Gobierno peruano al celebrar el convenio y al impartir como consecuencia, la orden de que la expedición peruana se dirigiera al Putumayo, no tenía todavía conocimiento de que la misión que se le había encomendado estaba cumplida y por consiguiente tampoco conocía el resultado de los combates que habían tenido lugar en la "La Pedrera" y el sacrificio que tantas vidas había costado reintegrar la margen peruana del Caquetá al territorio nacional, y finalmente, que en virtud de estas consideraciones y asumiendo toda la responsabilidad que pudiera derivarse de su actitud, se negaba a entregar esa margen del Caquetá a las fuerzas colombianas.

En seguida el Comandante Benavides invitó al General Gamboa y a los comisionados colombianos a expresar por escrito en un acta, todas las razones que creyeran abogaban para que las tropas peruanas desocuparan la margen derecha del Caquetá, y que él, expondría a su vez en la misma acta, los motivos por los que no hacía esa entrega. La parte colombiana de esa acta, fue entonces suscrita por el Doctor Domingo Irurita y a continuación el Comandante Benavides escribió su negativa, haciendo valer las razones ya citadas.

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Acta del 24 de Julio de 1911

A bordo del transporte peruano “Loreto”, a los veinticuatro días del mes de julio de mil novecientos once; reunidos los Sres. Teniente Coronel Oscar R. Benavides Comandante de las Fuerzas Peruanas expedicionarias al río Caquetá y el Sr. General J. Isaías Gamboa jefe de las fuerzas colombianas expedicionarias al mismo río y con la concurrencia de los comisionados especiales enviados por los Cónsules Generales del Perú y de Colombia en Manaos, Ingeniero Germán Klinge, peruano, y Sres. Dr. Domingo Irurita, Benjamín Castillo y Rubén Vásquez, colombianos, con el objeto de llegar a un arreglo, conforme con las instrucciones traídas por los dichos comisionados sobre la situación creada en el río Caquetá, el Sr. General J. Isaías Gamboa, expuso:

1°.- Que creía que en vista de la orden enviada por el Sr. Cónsul General del Perú en Manaos, las fuerzas peruanas deberían retirarse de los lugares denominados “La Pedrera” y “Puerto Córdoba”, situados en la margen derecha del río Caquetá, lugares que debían ser ocupados por las fuerzas colombianas, puesto que el cumplimiento dado por el Gobierno Colombiano a la primera parte del convenio celebrado entre ambos Gobiernos, suspendiendo en Manaos la marcha del refuerzo que esperaba el General Gamboa, permite exigir igual conducta de parte del Sr. Comandante de las fuerzas peruanas.

2º.- Que en virtud del espíritu del acuerdo celebrado entre los Gobiernos del Perú y Colombia, pedía que los prisioneros que el Sr. Comandante Benavides conservaba en su poder, fueran puestos en libertad.

A lo que el Sr. Teniente Coronel Benavides dio respuesta en la siguiente forma:

1°.- Que dada la distancia a la que se encuentra el río Caquetá tanto de Manaos como de Iquitos, ciudades de donde únicamente su Gobierno podía tener conocimiento de la situación actual derivada de los combates habidos en los días diez, once y doce del presente mes, las instrucciones que le había comunicado el Sr. Cónsul en Manaos, eran consecuencia de una situación no conocida por su referido Gobierno

2°.- Que habiendo obligatoriamente el Comandante Benavides, llevado a cabo un acto de fuerza para la ocupación de la margen derecha del río Caquetá y estando en la actualidad en posesión de ellas, era su Gobierno, quien, en vista de tal situación, que ignoraba, debía ordenarle lo que creía conveniente

3°.- Que instalada la Aduana peruana en la margen derecha del referido río Caquetá, era también su Gobierno quien debía dar órdenes con respecto a ella.

4°.- Que no tenía conocimiento oficial que los refuerzos que se dice venían para las tropas colombianas, hayan quedado voluntariamente en Manaos, y

5°.- Que espontáneamente, al principio de la conferencia, ofreció al Sr. General Gamboa, entregarle los prisioneros que tenía en su poder, y que, en consecuencia, le serían entregados hoy mismo.

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En tal virtud, hasta recibir nuevas instrucciones de sus respectivos Gobiernos, acordaron:

1°.- Que devueltos los prisioneros, las tropas colombianas continuarían, sea en territorio brasileño como actualmente se encuentran, o que se establecerán en la margen izquierda del rio Caquetá.

Esta acta se firmó por duplicado, quedando un original en poder del Sr. Teniente Coronel Benavides, la otra en el del Sr. General Gamboa.

(Firmado) Oscar R. Benavides (Firmado) J. Isaías Gamboa

(Firmado) G. Klinge (Firmado) D. Irurita

(Firmado) Benjamín Castillo (Firmado) Rubén Vásquez

Los representantes colombianos indicaron al jefe peruano que en el vapor brasilero regresarían a Manaos, para de allí hacer conocer a Su Gobierno la negativa de dicho Jefe al cumplimiento de la orden que habían recibido, llevándose al mismo tiempo, las fuerzas que habían traído.

Pero en la madrugada del día siguiente, el Comandante Benavides que se encontraba durmiendo en su camarote, fue despertado por el Oficial de Servicio para comunicarle que el vapor brasilero teniendo a bordo al General Gamboa, a los representantes colombianos venidos de Manaos y a las fuerzas que habían traído de Teffé, se dirigían hacia "La Pedrera".

El Comandante Benavides salió de su camarote en el preciso momento en que el citado vapor pasaba por babor de la lancha "Loreto" y dirigiéndose en alta voz al comandante de dicha embarcación, quien se encontraba en el puente de comando le dijo: "Comandante, sólo en consideración que su vapor lleva la bandera del Brasil, nación amiga del Perú, le advierto a Ud. que tengo minado el río Caquetá y que si su buque sigue avanzando, salvo la responsabilidad de mi patria y la mía. Con esta prevención he cumplido con mi deber, ahora cumpla Ud. con el que crea le corresponda".

Inmediatamente el vapor brasilero desvió su marcha y atracó en la margen del río. Su Comandante fue en el acto, a bordo de la lancha "Loreto", y lleno de emoción le dijo al Comandante Benavides que había hecho rumbo a "La Pedrera" obligado por los jefes colombianos; que le agradecía inmensamente la advertencia que le había hecho y que en seguida el vapor se dirigiría a Manaos con la gente que tenía a bordo, lo que en efecto hizo momentos después.

El ardid de que tuvo que valerse el Comandante Benavides, púes el río Caquetá no estaba minado, ni había los materiales con qué hacerlo, fue salvador para las tropas peruanas, porqué en la lancha "Loreto" con el Comandante Benavides no había sino un Oficial, el Teniente EP Cervantes y 10 individuos de tropa.

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El 28 de Julio de 1911 se celebró el aniversario patrio con gran entusiasmo en "La Pedrera", con la concurrencia de las autoridades brasileras de la aduana en la boca del Apaporis, invitadas especialmente por el Jefe de la expedición peruana. Con la presencia de todos los Jefes, Oficiales y Tropa del Batallón de Infantería N° 9 y las tripulaciones de la flotilla de transportes fluviales. Se izó el pabellón nacional y se entonó el himno patrio tocada por la banda de músicos del Batallón, culminando la ceremonia con las palabras alusivas del Tte. Crl. EP Oscar R. Benavides y el desfile de las Tropas ante las autoridades invitadas.

Nuevo aliado de Colombia ataca a las Fuerzas Peruanas

El 29 de Julio de 1911 apareció esta vez un nuevo enemigo, se inició entre la Fuerza Expedicionaria Peruana una violenta epidemia de fiebre amarilla, malaria y de beri-beri, presentándose con fiebre elevadísima y vómitos incontenibles que ocasionó muchas y muy sensibles víctimas. Siendo la mayor parte del personal de tropa del Batallón, originaria de la sierra del Perú, no tenían la resistencia necesaria para soportar los estragos de esas enfermedades de nuestra selva.

La rapidez con que se propagaba esa mortífera epidemia, determinó que el Comandante Benavides decidiera destruir por el fuego la barraca que había servido como enfermería a las fuerzas colombianas y desinfectar hasta en ocho oportunidades las que quedaban. La condición tan desesperante y triste que presentaba el personal del Batallón, determinó que el Comandante Benavides hiciera que la expedición se embarcara en las lanchas y albarengas disponibles, situándolas frente a “La Pedrera” y ordenando que, alternándose, naveguen durante dos horas todos los días.

El estado sanitario de las fuerzas peruanas fue haciéndose cada día más grave. Las fiebres se presentaban con manifestaciones de lo más extrañas y variadas; algunos de los enfermos perdían el sentido del oído, otros quedaban ciegos, y otros perdían la razón. Había botiquines previstos de las medicinas apropiadas, pero la aplicación de las medicinas, en particular la quinina, no daba el resultado que debía esperarse.

A diario se tenía que deplorar la muerte de algunos de esos valientes soldados. El Mayor EP Ramírez Hurtado, 2do Jefe del Batallón de Infantería N° 9, inteligente y valeroso Jefe, falleció víctima de la misma epidemia y fue enterrado como el Teniente Pinglo, el Subteniente Bergeríe y sus otros compañeros que murieron ya en los combates, ya por causa de esas enfermedades; en la margen peruana del río Caquetá, que habían reintegrado a la Patria con su sacrificio y con su valor, venciendo al invasor.

La situación a causa de esas enfermedades se hizo muy serla y peligrosa para la Fuerza Expedicionaria Peruana. En muchos de esos días no se llegó a contar más de diez soldados en pie, y dos o tres Oficiales que caían y levantaban por las fiebres de que sufrían. Y en tan deplorable estado, se esperaba de un momento a otro, un ataque de las fuerzas colombianas que se encontraban en la isla brasilera de Teffé y que debían haber reforzado, como

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se ha dicho, a las que habían invadido la margen derecha del Caquetá. Por información de los prisioneros de guerra, la fuerza colombiana que había ocupado anteriormente esa margen del río había tenido también muchas bajas por las mismas enfermedades.

Para evitar una sorpresa de parte de las fuerzas colombianas de la isla Teffé, el Comandante Benavides, que era el único miembro de la expedición cuya buena salud había permanecido inalterable, remontaba en la lancha "Loreto" todas las tardes el Caquetá, con el pequeño número de soldados y alguno de los Oficiales que se encontraban momentáneamente en mejores condiciones, hasta la boca del río Apaporis, o sea la frontera con el Brasil, que era paso obligado para esas fuerzas colombianas. Permanecía allí durante las noches y en las mañanas bajaba el Caquetá en la misma lancha, para conocer el estado de los enfermos, el número de los que habían fallecido, y dar las órdenes que fuesen necesarias.

El 01 de Agosto de 1911, el Comandante Benavides remite un documento al Prefecto del Departamento de Loreto, haciéndole conocer el calamitoso estado sanitario del personal de la Expedición a su mando, pese a las previsiones que se habían tomado, ya que todo el personal tomaba solo agua hervida, usaban uniforme color kaki y ropa interior de algodón, además que todo el personal fue previsto de mosquiteros. En cuanto a la flotilla de transportes fluviales, la situación también era caótica, así la lancha “Loreto” de 24 hombres de tripulación, tenía 14 enfermos; la lancha hospital “Tarapoto” de 20 hombres de tripulación, tenía 12 enfermos y la lancha “Estefita” de 22 tripulantes de dotación, tenía 14 enfermos.

Así mismo, daba cuenta de las acciones tomadas para contrarrestar la epidemia surgida y la necesidad de que se enviara desde Iquitos uno o dos facultativos con los elementos necesarios para hacer frente a las enfermedades surgidas, en vista que hasta el Subteniente Farmacéutico Trizano se encontraba enfermo con beri-beri. El Comandante Benavides también solicitó que en caso que el gobierno decida relevar al Batallón de Infantería N° 9, este relevo debería hacerse con soldados loretanos, que por ser de la región contaban con mayores defensas para sobrellevar las enfermedades de la selva.

Desde Iquitos el Prefecto Francisco Alayza Paz Soldán dirigió un telegrama al Presidente de la República. Augusto B. Leguía, fechado el 04 de Agosto de 1911, en estos términos:

"Con motivo del combate de "La Pedrera", triunfo glorioso y sangriento para nosotros, sentimiento público hallase aquí muy excitado. Ayer publicaron diarios acuerdo con Colombia permitiendo a aquel país ocupar margen derecha del Caquetá. Noticia produjo verdadera explosión indignación, todos sin distinción clases ni partidos trataron de organizar mitin protesta contra pacto y próximo modus-vivendi. Traté calmar ánimos manifestando que después triunfo obtenido aquel acuerdo quedaría sin objeto, pues ya no existen colombianos margen derecha Caquetá.

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“Confirmo puntos 6º y 7º de mi telegrama a V.E. Nº 41 del 31 Julio. Por ahora no debe pensarse abandonar aquella región, además razones expuestas en telegrama citado, habría unánime y violenta protesta en Loreto” .

“Nuestra victoria en La Pedrera y los documentos reservados capturados a colombianos deben modificar substancialmente aquel pacto como hace modificado actualmente situación en aquella región. Ruego V. E. tomar cuenta estas indicaciones inspiradas bien nacional y conveniencias gobierno. Suplícole hacer saber Benavides, vía Manaos, nuevas instrucciones que conviene concuerden con presente telegrama” .

“Alayza Paz Soldán"

Archivo colombiano capturado en “La Pedrera”

El 05 de Agosto de 1911, el Prefecto de Loreto en su Oficio al Director de la Guerra en Lima, informa lo siguiente:

“En vista archivo capturado a colombianos por Benavides adquiere firme convicción que arreglos Cancillería tienen único objeto ganar tiempo para adquirir lanchas de guerra, establecerlas en Putumayo o Caquetá, así como para reunir tropas en Manaos, Bajo y Alto Caquetá y Alto Putumayo. Cuando llegue momento propicio, negociaciones serán rotas por resultar exageradas pretensiones colombianas y aquel país quedará de hecho dueño parte disputada.”

“Alayza Paz Soldán"

Efectivamente, en los archivos capturados por el Comandante Benavides a los Generales Gamboa y Valencia había documentos originales, notas e instrucciones desde Setiembre de 1910 hasta Julio de 1911, algunos de los cuales contenían lo siguiente:

• “Información oficial de los ex cónsules de Colombia en Manaos, Eleodoro Jaramillo y Santiago Rozo, donde indican que pese a Decreto Supremo para instalar Aduana en boca del Apaporis, consiguieron que esta se instale en la margen derecha del Caquetá en “Puerto Córdoba”.

• “Oficios del Cónsul de Colombia Santiago Rozo a los Generales Gamboa y Valencia indicándoles que ya ha solicitado a Ministro Colombiano en Río de Janeiro, para que gestione con gobierno Ecuador, movilice tropas sobre el Napo, mientras Colombia avanza desde Pasto sobre Alto Putumayo”.

• “Telegrama del Ministro colombiano en Río de Janeiro donde dice: Gobierno ecuatoriano de Alfaro, solo puede ofrecer lancha”.

• “Correspondencia remitida a Bogotá por el Cónsul Santiago Rozo, dando informaciones con el objeto de excitar ánimos contra Perú y cree lo ha conseguido”.

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• “Documento del Cónsul Santiago Rozo solicitando a su gobierno nombre agente en Iquitos para espiar y entorpecer movimientos tropas peruanas”.

• “Documento del Cónsul Santiago Rozo informando a los Generales Gamboa y Valencia que servicio de espionaje en Iquitos y Putumayo está completamente organizado.”

• “Informe del Cónsul Santiago Rozo a los Generales Gamboa y Valencia indicando que trocha entre Achotrini y Apaporis se terminará en breve y pasarán por allí fuerzas colombianas para reforzar La Pedrera”.

• “Pliego de Instrucciones al General Gamboa del Ministro de Guerra para que instruyan a tribus Putumayo y Caquetá considerando estos territorios como colombianos, halagarlos y sublevarlos contra caucheros peruanos (especialmente contra casa Arana) hasta desaparecerlos, secundados por tropas colombianas”.

• “Correspondencia entre los Generales Gamboa y Valencia sobre Plan de invasión al Putumayo considerando lo siguiente: Fuerzas del Caquetá penetrarán por afluente Cahuinari sobre cuenca Putumayo, sublevando tribus indias en trayecto y avanzando este hasta río Ingaparaná y confluencia de este con Putumayo entrando por … (inelegible) … haciendo cuartel general en Arica, lugar situado en confluencia mencionada, logrando así aislar y bloquear casa Arana y guarniciones peruanas impidiendo toda comunicación. Coincidiendo con estas operaciones bajarían tropas de Pasto hasta llegar al Alto Caquetá y Alto Putumayo, invadiendo aquellas regiones y distrayendo nuestras fuerzas. Dicho gran movimiento simultaneo envolvente permitirá guarnecer íntegramente cuenca del Putumayo aniquilando casa Arana”.

• “Documentos de Rozo y Generales Gamboa y Valencia solicitando a su gobierno insistentemente la inmediata compra en Estados Unidos de lanchas de guerra”.

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Cañonera Fluvial BAP “América” Crucero de 3ra clase BAP “Lima”
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Sir Roger Casement Julio Cesar Arana del Aguila Autor del Senador “Libro negro del Putumayo” cauchero peruano Leticia sobre el río Amazonas en 1911

CAPÍTULO VII

MISIÓN CUMPLIDA

En vista de no tener ninguna respuesta del gobierno sobre la situación de las guarniciones de “La Pedrera” y “Puerto Córdoba”, el Prefecto de Loreto envió la lancha “Elisa” hacia el Caquetá, al mando del Tte. 2do AP Héctor Mercado, llegando a “La Pedrera” el 11 de Agosto de 1911, llevando conforme lo había solicitado el Comandante Benavides auxilios sanitarios indispensables, con el médico Doctor Matías Ferradas, el farmacéutico Sr. Toledo Ocampo y un sanitario con medicinas por un valor de 48 Libras. También llegó el Capitán de Ingeniería EP Manuel L. Rodríguez, dos oficiales y 55 personal de tropa de origen loretano para relevar al personal del Batallón de Infantería N° 9, como lo había solicitado también el mismo Jefe de la expedición peruana, para el caso de que el Gobierno peruano insistiera en su orden de entregar la margen derecha del Caquetá a Colombia.

El Comandante Benavides no quiso que sus subordinados que habían valientemente reintegrado la margen de ese río al territorio patrio, cumplieran con esa triste y deshonrosa misión, después que habían sabido luchar y salir victoriosos, rechazando al invasor. El Capitán EP Manuel Rodríguez pidió más tarde y por el mismo motivo, su relevo y fue un Oficial de la policía de Loreto, quien cumplió posteriormente esa desgraciada orden del Gobierno del Perú.

El retorno de la expedición peruana fue dispuesto por el Prefecto de Loreto en el documento que le dirigió al Comandante Benavides por intermedio del aviso “Iquitos”, en la que le decía:

Iquitos, Agosto 14 de 1911

Sr. Tte. Crl. Oscar R. Benavides, Comandante en Jefe de las fuerzas del bajo Caquetá peruano.

La Pedrera

“Tengo la satisfacción de dar respuesta a sus estimables oficios del 1° del pte. …….”

“Aunque el Supremo Gobierno hasta hoy, no contesta las preguntas concretas que sobre la desocupación de aquella zona le dirigiera por comunicación inalámbrica, como se lo anuncié a Ud. en mi Oficio del 04 de Agosto; un deber imperioso de humanidad y previsión elemental me obliga a ordenar a Ud. que, sin más tardanza, se embarque Ud. con las fuerzas que le obedecen, incluyendo los elementos de que se componen la expedición, aprovechando para ello de las cuatro lanchas que están en La Pedrera, además del aviso “Iquitos”, portador del presente Oficio”

“Aquellas embarcaciones, con las cuatro “Chatas” que remolcan, permitirán a Ud. acomodar con relativa comodidad a los enfermos que cubren su campamento”

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“Practicada esta operación, la que deberá realizarla con la mayor rapidez, el convoy se dirigirá a este puerto, en donde nos esforzaremos en prodigar a sus valientes todo el cuidado y la atención que merecen”.

“Es muy posible que en vista de las conversaciones que haya Ud. tenido con el Sr. Capitán de Ingeniería Rodríguez…….”

Dios Guarde a Ud.

Fco. Alayza Paz Soldán.

Mientras se efectuaba el relevo de las tropas peruanas en “La Pedrera”, el estado de las tropas colombianas era peor; el 12 de Agosto de 1911, de los 160 colombianos que formaron la 1ra Expedición al Caquetá, descontando los fallecidos en Manaos, Teffé y La Pedrera por paludismo y beri-beri, las bajas producidas en los combates en La Pedrera y los fallecidos en pleno monte en su desastrosa retirada después de la derrota en “La Pedrera” y “Puerto Córdoba”; así como los desertores, quedaron solo 40 enfermos, en estado deplorable que retornaron en esa fecha a Colombia, junto con el Gral. Gamboa.

De los 130 colombianos que constituían la 2da expedición que llegó el 06 de Julio a Manaos, se trasladaron a Teffé el 17 de Agosto, 116 hombres; esto debido a las continuas deserciones del personal de tropa y que un mes más tarde, su efectivo total no llegaba a 80 hombres, incluyendo Jefes y oficiales, motivado por el enorme descontento, total indisciplina y falta de recursos.

El 14 de Agosto de 1911, el Sr. Prefecto de Loreto envió el aviso “Iquitos” con dirección al Caquetá, llevando al médico Dr. Nicanor Arriola, con los enfermeros Sr. García Buenaño y Sr. Denett y dos sanitarios con medicinas por un valor de 106 Libras, 50 cajas de leche condensada y 60 cajones de agua mineral, además de víveres secos y frescos para las guarniciones de “La Pedrera” y “Puerto Córdoba”.

La misión del equipo de Sanidad era llegar a “La Pedrera” y retornar junto con las tropas del Comandante Benavides para darles atención médica durante la travesía de regreso. En el supuesto caso, como así sucedió, que el Comandante Benavides hubiera zarpado antes, el equipo médico se trasladaría a las lanchas que transportaban a las tropas del Batallón de Infantería N° 9, apenas se encuentren durante su travesía.

El 19 de Agosto de 1911, se embarcaron 162 valientes del glorioso Batallón de Infantería N° 9, vencedores de “La Pedrera” y “Puerto Córdoba”, rumbo al puerto de Iquitos; hasta esa fecha, de los 240 combatientes entre Jefes, Oficiales y personal de tropa, tuvieron 09 muertos en combate (02 Oficiales, 01 Clase y 06 Soldados) y 69 muertos por la epidemia (01 Jefe, 02 Oficiales, 23 Clases y 43 Soldados).

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(Firmado)

En la travesía de regreso del Caquetá a Iquitos, hubo que deplorar la muerte de muchos otros soldados del glorioso Batallón de Infantería N° 9, víctimas de las fiebres que habían contraído, y la del pundonoroso y valiente Mayor EP Pablo Rossell, 3er Comandante de ese Batallón.

El cadáver de este joven y distinguido Jefe, como los de los soldados fallecidos, fueron conservados a bordo de las lanchas por más de 48 horas, a pesar de la alta temperatura que hay siempre en esas regiones de la selva, porque viajando en ríos brasileros, el Comandante Benavides no quiso que esos restos descansaran en tierra extranjera, y ordenando dar el mayor andar posible a las lanchas, consiguió sepultarlos en la ciudad de Leticia, seguro de que en ese lugar, que nadie había jamás disputado al Perú, descansarían siempre al abrigo de la bandera roja y blanca que el Mayor EP Pablo Rossell, como sus otros compañeros, acababan de defender valerosamente, afianzando, si cabía, con el triunfo de las armas peruanas y el sacrificio de sus vidas, los inalienables derechos del Perú.

El 02 de Setiembre de 1911, la población de Iquitos lleno del más intenso entusiasmo hizo a los vencedores del Caquetá la recepción más hermosa que puede ofrecer un pueblo valeroso que sabe vibrar de amor por la patria. Todas sus clases sociales se disputaban en manifestaciones que dieran a conocer la elevación y nobleza de esos sentimientos.

Desde el Comandante hasta el último soldado del Batallón de Infantería Nº 9, recibieron en las más variadas formas y pruebas, del acendrado patriotismo de esos ciudadanos. El Departamento de Loreto obsequió al Comandante Benavides una espada con piedras preciosas que se hizo trabajar en Europa y la ciudad de Iquitos le ofreció un hermoso pergamino de oro, obra artística que fue elaborada en París bajo la dirección del Doctor Francisco García Calderón.

La colonia francesa de la misma ciudad de Iquitos, le entregó igualmente la Cruz de la Legión de Honor con brillantes, condecoración francesa que hacía algunos años había sido otorgada por el Gobierno de esa nación a dicho Jefe; hasta el pequeño pueblo de Caballococha, se particularizó ofreciendo al mismo Comandante una artística medalla de oro.

Sin embargo, el dolor siguió enlutando al valeroso Batallón de Infantería

N° 9, porque entre los enterrados en Leticia y la travesía de Leticia al puerto de Iquitos tuvieron más fallecidos por la epidemia, y en el mismo Iquitos fallecieron otros a pesar de la atención médica que se les suministró, haciendo un total de 12 muertos (01 Jefe, 03 Clases y 08 Soldados), con lo que el total de fallecidos se elevó a 90. El Comandante Benavides, que había tenido prominente actuación en los combates en “La Pedrera” y la captura de “Puerto Córdoba”, también enfermó seriamente, por lo que el gobierno dispuso su viaje a Europa para restablecerse.

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Crucero Tipo Scout BAP “Almirante Grau” Crucero Tipo Scout BAP “Coronel Bolognesi”

CAPÍTULO VIII

EXTRAÑO FINAL DE UNA VICTORIA

El 06 de Setiembre de 1911, al no recibirse ninguna respuesta del Gobierno peruano con relación a la guarnición militar de “La Pedrera” y a la Aduana que se había instalado en ese lugar; el Prefecto de Loreto decidió reforzar a las fuerzas peruanas ahí destacadas y envió a la lancha “Elisa” al mando del Sr. Polis Conroy, transportando al Cap. EP Luis F. Escudero, Tte. EP Tarazona, Tte. EP Perla, Stte. de Artillería EP Ruiz y 40 personal de tropa, todos de origen loretano. Además al médico Dr. Eladio Lanatta con un sueldo de 70 Libras, un farmacéutico, ayudantes y medicinas por valor de 145 Libras, víveres secos y frescos, leche condensada y agua mineral.

El colombiano Mariano Ospina Peña en su obra “El Conflicto de La Pedrera” indica: “El incidente de La Pedrera, confirmó la superioridad local que tenía Perú en la zona con respecto a Colombia (no podía ser de otra manera el Perú tenía presencia en la zona desde el Siglo XIX con la llegada de los primeros buques peruanos a vapor que empezaron a surcar el Amazonas)”

“En cambio Colombia carecía de presencia naval en la zona a diferencia del Perú, después del incidente, Colombia logró que se le reconociera que pudiera poner cierta cantidad de fuerzas en *La Pedrera* y *Puerto Córdoba* (fuerzas limitadas) pero sin reconocerle ningún tipo de soberanía, por lo demás la frontera seguía siendo el Caquetá teniendo como pequeño enclave la posición de *La Pedrera*.”

Con respecto al sector del Putumayo manifiesta: “En el Putumayo en 1911 no había presencia colombiana y el Perú era dueño de ambas orillas, donde existían poblados como Tarapacá, Arica y Tacna. En lo que respecta a la presencia de Colombia en esas zonas recién se da a partir de 1930.”

La Revista “Credencial” en su suplemento especial “Historia de las guerras con el Perú” capítulo “El Conflicto Amazónico” indica: “La mala nueva de la derrota en La Pedrera sacudió al país y las gargantas de los ciudadanos clamaban venganza. El General Gamboa fue aclamado como un héroe, Olaya Herrera vilipendiado y acusado por Uribe en el Senado, donde el Canciller y el jefe del liberalismo sostuvieron una de las polémicas más famosas de nuestra historia”

“Mientras en las calles las vociferantes manifestaciones pedían marchar hasta Lima, como si fuera un paseo veraniego, pidiendo guerra. Olaya Herrera, que contaba con la plena confianza del Presidente Carlos E. Restrepo, manejó el asunto con mano de hierro y desoyó las voces de sirena que incitaban al Gobierno colombiano a embarcarse en una carrera armamentista peligrosa e inútil”.

Jorge Basadre Grohmann en su obra “Historia de la República”, señala: “El Ministro Plenipotenciario peruano Ernesto De Tezanos Pinto trató a fines de 1911 con los encargados de las Relaciones Exteriores de la República vecina y

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recibió en Setiembre de 1911 la propuesta de una línea que tomaba el curso del río Putumayo, rechazada por el Canciller Germán Leguía y Martínez. Si bien las noticias sobre el combate del Caquetá crearon en Colombia una excitación guerrera en la opinión pública que duró algunos meses, hubo inclusive hechos delictuosos contra la legación peruana en Bogotá el 04 de Octubre de 1911, después de una conferencia dada en la Catedral y patrocinada por el Arzobispo de Bogotá sobre defensa y colonización de la región amazónica” .

La Revista “Credencial” en su suplemento especial “Historia de las guerras con el Perú” capítulo “El Conflicto Amazónico” señala: “El Gobierno del Perú reaccionó con prudencia e informó que se habían dispuesto medidas de protección que garantizaran la seguridad de la Legación colombiana en Lima. El Doctor Laureano Gómez opositor al Gobierno colombiano acusó a la prensa republicana (El Tiempo y Gaceta Republicana) de favorecer los intereses del Perú con sus editoriales pacifistas, y la oposición dijo que el Canciller Olaya Herrera manejaba el conflicto de una manera *extraña*.”

El prefecto Alayza, con gran sentido patriótico, consciente de su deber como funcionario y como ciudadano común y corriente, renunció el cargo de Prefecto del departamento de Loreto en Octubre de 1911, por no estar de acuerdo con las decisiones del gobierno.

“Señor Augusto B. Leguía, Presidente del Perú”

"Deploro que se entregue la margen derecha del bajo Caquetá después de una rotunda victoria que había costado más de cien victimas He servido, con absoluta abnegación y lealtad al gobierno y al país, pero ruégole aceptar mi renuncia irrevocable, que hoy mismo formulo. Jamás llevaré a práctica órdenes recibidas. Otro funcionario, tal vez, hallaría menos repugnancia en acatarlas".

Pese al éxito militar, por decisión política el 20 de Octubre de 1911 las fuerzas policiales peruanas que habían relevado a las tropas del ejército en las guarniciones del Caquetá, abandonaron “La Pedrera” y “Puerto Córdoba” y una guarnición colombiana ocupó dichas posiciones. La desocupación del escenario donde tuvo lugar el encuentro y otras muestras del pacifismo de la Cancillería limeña y del Gobierno del Perú devolviendo las banderas, estandarte y las armas capturadas, ayudaron a calmar los ánimos en Colombia.

La Revista “Credencial” señala: “Sin duda. Y más extraños parecen los resultados que alcanzó la gestión diplomática de nuestro Canciller. Las tropas peruanas desocuparon *La Pedrera* y regresaron a territorio del Perú, Colombia reasumió su soberanía en el Caquetá y el 06 de Noviembre de 1911 se declaró terminado el incidente y se normalizaron las relaciones entre Colombia y Perú” .

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No hubo, pues, miles de muertos, miles de hogares destruidos, ni miles de madres que lloraran a sus esposos o a sus hijos, ni miles de niños en orfandad repentina, ni ciudades invadidas, ni desolación, ni sufrimiento. Extraño, muy extraño; pero si así se manejaran los conflictos, la historia de la humanidad no sería la historia del hombre contra el hombre.”

El colombiano Mariano Ospina Peña en su obra “El Conflicto de La Pedrera” señala: “El valeroso General Isaías Gamboa a su regreso a Bogotá tuvo que defenderse de un proceso que se le adelantó en el Congreso por los hechos de *La Pedrera*. Solo hasta 1915 se le exoneró de los cargos que se le imputaban. El Canciller Olaya Herrera, tuvo que renunciar por su actuación, pero fue recompensado con la embajada en Chile.”

Jorge Basadre Grohmann en su obra “Historia de la República”, señala: “Con motivo de los sucesos del Caquetá la oposición acusó en Lima al Gobierno de imprevisión por haber despachado las tropas de Chiclayo sin la suficiente cantidad de elementos médicos y sanitarios. Otro argumento aducido fue el que no se debió enviar soldados dé la sierra que no estaban aclimatados a la región de la selva y que tenían que ser víctimas del clima mortífero de ella; desde la época de la ocupación militar del Putumayo existían órdenes para tratar de evitar la *agresión climática* seleccionando el personal de los contingentes remitidos a Loreto”

“En el plano internacional, la oposición enrostró a la Cancillería, no que cumpliese el acuerdo del 19 de Julio de 1911, sino precisamente que lo firmase. Se pactaba el abandono de una posición, cuando antes se había mandado conquistarla por la fuerza. El camino de la diplomacia y el de la fuerza se excluían, afirmó Luis Miró Quesada en la sesión de la Cámara de Diputados el 24 de Noviembre de 1911; y el Perú siguió el primero de ellos el 19 de Julio después de haber optado por el segundo el 24 de Junio”.

“A la imprevisión habíase sumado en el Caquetá, el heroísmo estéril. Conquistada una región a costa de terribles sacrificios debidos más a las enfermedades que al plomo enemigo, ella fue abandonada para cederla al vencido. A pesar de la solución que la diplomacia dio al asunto, el combate del Caquetá entusiasmó a la opinión pública peruana y fue el origen del vasto prestigio que alcanzó el Comandante Óscar R. Benavides. Cuando volvió a Lima este jefe en Abril de 1912, después de una larga ausencia en Europa, fue recibido como héroe nacional.”

Todo el Perú se conmovió de patriotismo en esa ocasión, sentimiento que fue exteriorizado, desde Paita hasta el Callao, fue ovacionado en todos los puertos, lo que culminó con la grande y delirante manifestación con que lo recibieron en Lima, en la que todas las clases sociales se confundieron en intensa demostración patriótica. Y más tarde cuando el citado jefe con motivo de sus servicios profesionales tuvo que ir al Sur del Perú, se repitieron las mismas hermosas manifestaciones en Arequipa, Cusco y Puno, obsequiándole esta última ciudad, una hermosa Cruz de Malta.

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El 24 de Abril de 1912 mediante un Decreto Supremo, el gobierno peruano después de haber leído el informe confidencial elevado al presidente de la República por la prefectura de Loreto, referente a los crímenes que con anterioridad al año 1907 se cometieron contra los 30,000 indígenas peruanos asesinados en la región del Putumayo, se decidió implantar en la mencionada región fronteriza, un régimen que asegure los derechos de sus habitantes, especialmente de las diversas tribus amazónicas.

Para eso nombró una comisión integrada por el Dr. Javier Prado y Ugarteche, que había hecho las denuncias de los delitos del Putumayo, el Dr. Felipe de Osma, el Dr. Julio Egoaguirre y Don Abel Raygada, quienes deberían presentar un minucioso informe al gobierno sobre este asunto antes del 28 de Julio de 1912.

En Mayo de 1912 el sub prefecto de Tarma, Sr. Riglos entregó al gobierno, una caja con los voluminosos expedientes seguidos por la Corte Superior de Justicia de Loreto y los juzgados de Iquitos sobre los crímenes cometidos contra los indígenas del Putumayo, incluyendo ejemplares del periódico “La Sanción” publicados en 1907 en la capital de Loreto, donde había minuciosos datos sobre dichos crímenes. El informe nunca se hizo público y no hubo sanciones ejemplares contra los culpables.

En el ámbito internacional, Jorge Basadre manifiesta en su obra: “El canciller peruano Germán Leguía y Martínez, con fecha 02 de Mayo de 1912, presentó, a la legación colombiana en Lima un proyecto de arbitraje de derecho y conveniencia de las partes que sometía la cuestión de límites al fallo inapelable del rey de Inglaterra; así como un proyecto de modus vivendi basado en la efectiva posesión. La contrapropuesta desde Bogotá en cuanto a la línea del modus vivendi, fue la de 1905, es decir, una vez más, el Putumayo. El Perú no aceptó.”

“En Setiembre de 1912 Colombia planteó, como en 1905, el arbitraje de derecho y equidad del Papa, así como una invitación al Ecuador para que se adhiriese a la convención arbitral como en 1894. Germán Leguía y Martínez, en vísperas ya de dejar la Cancillería porque estaba próximo a concluir el mandato presidencial de Augusto B. Leguía, en el deseo de terminar con el problema, se negó a que el Romano Pontífice ejerciera la función arbitral pero presentó una lista nutrida de candidaturas para que Colombia escogiera: el Tribunal de La Haya, Estados Unidos, México, Alemania, Francia o Italia.”

“No aceptó la inclusión del Ecuador, porque en su concepto, este país continuaba sujeto al régimen de la mediación y, sobre todo porque era hostil al arbitraje. Las negociaciones no pudieron seguir adelante porque se produjo la renuncia del Canciller colombiano y, poco después, el advenimiento de un nuevo régimen político en el Perú”

“Los detalles aquí enumerados pueden parecer triviales. Revelan, sin embargo, cuan distinta fue la actitud de la primera administración de Augusto B. Leguía, aun en sus postrimerías, ante el litigio con Colombia, en relación con la del segundo Gobierno del mismo hombre público.”

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En los años siguientes, los diplomáticos peruanos y colombianos buscaron una solución que satisficiera a ambos países. El Perú deseaba someter el asunto al arbitraje de la Corte de Justicia Internacional de La Haya o al Presidente de la Confederación Suiza. Colombia, por su parte, quería el arbitraje del Sumo Pontífice.

En 1919, el país del norte propuso al Gobierno peruano entablar negociaciones directas, lo que fue aceptado por el Presidente Augusto B. Leguía. Como consecuencia, el 24 de Marzo de 1922, el Ministro de Relaciones Exteriores peruano Alberto Salomón Osorio y el representante colombiano Fabio Lozano y Torrijos, firmaron un Tratado de Límites, conocido como “Salomón-Lozano”.

De acuerdo con el Tratado, Perú reconoció la posesión colombiana de la zona comprendida entre los ríos Putumayo y Caquetá. También cedió al país del norte el llamado “Trapecio Amazónico”, vale decir, el territorio comprendido entre los ríos Putumayo y Amazonas, la boca del río Yaguas en el Putumayo, la boca del río Atacuari en el Amazonas, por un lado, y la frontera peruanobrasileña fijada en 1851, por el otro. De este modo, Colombia logró acceso a la orilla izquierda del Amazonas.

A cambio de sus concesiones, el Perú recibió el “Triángulo de Sucumbios”, territorio comprendido entre el meridiano de la boca del río Chimbé en el río Putumayo, el Putumayo y el río Sucumbios. El Perú no tenía acceso directo a esta zona, ya que se interponía una porción de territorio ecuatoriano. Dicho territorio fue finalmente cedido al Ecuador en el Protocolo de 1942.

Según la historiografía colombiana, en este tratado Colombia tuvo que ceder al Perú además del “Triangulo de Sucumbios”, la zona comprendida entre el río Putumayo y los ríos Napo y Amazonas, zona que pertenecía a Colombia por el Uti Possidetis Jure de 1810 tal como estaba confirmado por diversos tratados suscritos con el Ecuador: Tratado de Pasto de 1832, Tratado de 1856 y Tratado Muñoz Vernaza-Suárez de 1916.

Como es evidente, las condiciones del Tratado no fueron favorables para el Perú. Probablemente debido a ello, ambos gobiernos trataron de mantenerlo en secreto. El Presidente Leguía anunció en Octubre de 1924, que el Tratado sería debatido próximamente en el pleno del Parlamento. Sin embargo, el Poder Ejecutivo, aprobó dicho Tratado después de cinco años de celebrado, el 20 de Diciembre de 1927 por 102 votos a favor y 7 valientes votos en contra (3 Senadores y 4 Diputados).

Diputados Senadores

• Santiago Arévalo

• Toribio Rodríguez Mesía

• Vicente Noriega del Aguila

• Fermín Málaga Santolalla

• Julio Cesar Arana

• Julio Egoaguirre

• Pio Max Medina

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Una vez que las condiciones del Tratado fueron del conocimiento de la opinión pública, diversas personalidades se mostraron en desacuerdo con él. Entre ellos el distinguido intelectual Dr. Víctor Andrés Belaúnde que por protestar contra la firma del tratado fue deportado por el gobierno.

El Presidente Leguía lo ratificó en Enero de 1928 y las ratificaciones de ambas partes fueron canjeadas en Bogotá el 19 de Marzo del mismo año. Leguía, en su discurso anual ante el Congreso en 1928, defendió el Tratado en los siguientes términos: “Yo espero que la posteridad nos hará justicia y que la historia no negará su aplauso a los que resolvimos, con criterio de equidad, el viejo pleito de fronteras con Colombia, asumiendo una responsabilidad que no puede traducirse sino en bien del Perú y de América”

La delimitación de la frontera pactada finalizó el 17 Agosto 1930, diez días antes de la caída del dictador Leguía, por la sublevación de la guarnición militar de Arequipa al mando del Comandante EP Luis Miguel Sánchez Cerro. Es necesario indicar que durante las negociaciones, la Cancillería peruana demostró mucha debilidad; y el Congreso no supo cumplir con su deber, convirtiéndose en un sumiso secuaz del Ejecutivo.

Por la firma de este tratado perdimos 113,912 km2, es decir un territorio más extenso del que Chile nos despojó en la guerra del Pacífico. Asimismo, entregamos florecientes ciudades como Leticia, donde vivían cerca de 17 mil peruanos, a quienes se les obligó a desprenderse de su patria y pasar a depender de otra nacionalidad.

El tratado causó tal resistencia en la población que el 01 de Setiembre de 1932, un grupo de loretanos se apoderaron de Leticia, ciudad cedida por Perú, por el tratado antes mencionado, y expulsaron a las autoridades colombianas, dando lugar a un estado de guerra, pero esa……. es otra historia.

La Bandera de Guerra del Batallón de Infantería N° 9 recibió en 1944 la condecoración de la Orden Militar de Ayacucho en el grado de Caballero y en 1949 fue otorgado a este cuerpo el nombre de "Caquetá”

Mediante Resolución Suprema Nº 254-2011-DE del 22 de Junio del 2011, dado por Alan García Pérez a fines de su gobierno, establece en su artículo 2°:

"Instalar en la Cripta de los Héroes ubicada en el Cementerio "Presbítero Maestro" una placa que guarde la memoria del Teniente César Pinglo y del Sargento 2do Bernardo Villalta Luna, héroes del Ejército del Perú, caídos en acción de armas en el Combate de “La Pedrera” del 11 de Julio de 1911."

Tratando de reparar en parte, la historia ligada a la sempiterna olvidada región loretana.

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Sin embargo, el ciudadano Alan García Pérez, fiel a la costumbre de su partido político en el empleo de la escopeta de dos cañones, en esta ocasión se aprovecha como siempre de este reconocimiento tardío con dicha Resolución, para contrabandear en el artículo 1º, el que se traslade a la “Cripta de los Héroes” los restos del General Miguel Iglesias, de conocida y criticada actuación al aliarse con los invasores chilenos durante la infausta y desigual guerra del Pacífico; con la única finalidad de mellar el honor de los peruanos y la dignidad de las FF AA del Perú, algo tan extraño para creerlo, pero tan cierto como lo leído en este libro

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Tropas Colombianas en La Pedrera

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Mapa del Perú en 1913 Mapa de Colombia en 1912

Frontera peruano – colombiana según el Tratado de 1922

Trapecio Amazónico cedido por el Perú a Colombia

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BIBLIOGRAFIA

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OTROS

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