jueves, 17 de julio de 2008
UNA NOCHE DE 5115 DIAS Por Moshé Rozén Sheliaj Hashomer Hatzair
5115 días transcurrieron desde aquella mañana de julio de 1994. Recordamos 86 vidas destruidas. Abrazamos a los familiares, a los sobrevivientes. Pero estamos en deuda. El crimen sigue impune: 5115 días en vano, sin justicia. Estamos en deuda porque, en el fondo de nuestros corazones, sabemos que el año próximo no será muy distinto: nos resignamos a los homenajes habituales, a la reproducción discursiva. Eso no es memoria: memoria implica compromiso, denuncia, acción. Pero inclusive la frágil memoria de los actos públicos anuales ya no puede mantenerse, a menos que la confinemos al mero ritual. La impunidad corroe todo intento de memoria real y efectiva. No confundamos: la impunidad no deviene de la inercia y la inacción. Al contrario: la falta de justicia, a esta altura, a 5115 días, es ya una industria. Sus engranajes son aceitados abogados, políticos encubridores, toda una maquinaria montada en la mentira. No todo es mentira. Pero inclusive algunas verdades –como el papel del terror fundamentalista islámico en el atentadose colocaron al servicio del silencio: como si denunciar a Irán eximiría de culpa y cargo al fascismo criollo, a los cómplices locales del fanatismo y la destrucción. 5115 días: la memoria del atentado parece institucionalizarse, es incorporada a la historia oficial, pero la aberrante masacre sigue impune. Esta manipulación, esta distorsión de la memoria, es parte de la mentira organizada. 5115 días y sus noches de insomnio para tantos huérfanos, viudos, padres que perdieron su más preciado bien, la vida de sus seres queridos: mientras ésta memoria, la de las víctimas, perdure, podemos albergar la esperanza de alcanzar algún día a la verdad de los hechos, podemos alimentar el fuego del reclamo. En tiempos pretéritos, uno de los sabios rectores del pensamiento judío, Rabán Shimón ben Gamliel, lo resumió de modo unívoco: “al shloshá dvarim haolam omed: al hadín, veal hamet, veal hashalom”, sobre tres pilares el mundo se sostiene: la ley, la verdad, la paz.
En ese órden, porque sin justicia no
tendremos vedad y sin verdad no habrá paz. NUEVA SION, Buenos Aires. 1