Pacto
Llega a la plaza con el mp3 en la mano. Tiene puesto un pulóver que le robó a su hermano. Unas calzas negras y por encima un short hecho de un jean cortado. Zapas de trekking Hi-Te c (Regalo de padre) y un gorro de invierno de cinco colores (Regalo de la madre).
Del estuche de la cámara saca un silbato, fino y largo, sopla un sonido invisible. Varias veces. Espera.
Aparecen por lo bajo, las figuras de cuatro patas. Uno a uno llegan desde todos lados. Ella extiende las manos, y cierra sus ojos. Es como una imagen religiosa. Siente los hocicos húmedos sobre sus palmas, lengüetazos; los ásperos roces de pelambre.
Menciona sus nombres y encabeza la marcha. Se desplaza la jauría derrochando autoridad por la calle. Se transforma la ciudad en un patio de recreo, eterno. Se vive el presente. Fluye el inconsciente. Se improvisa cada acto.
Rige una sola regla, un código estructural, un pacto: se defiende la integridad de la manada, siempre, ante todo.
LA CAJA
El club de ajedrez es una sociedad secreta. Dieciocho miembros activos, algunos con más de cinco años de antigüedad. Todos jubilados, estafados de la tercera edad. Cada mes entrante se dividen en parejas y se reparten las plazas, los días y los horarios. Además hay un grupo de vanguardia, que realiza expediciones al playón de la casa de gobierno. El mes pasado se avistó el primer anidamiento de paloma gris en el edificio gubernamental conocido como “El panal”. Si el nido tiene éxito y los pichones logran volar, muchas otras palomas también se asentarán en el lugar. Jubilados estafados armados de maíz y migas de pan. Se especula que hay alrededor de 650 millones de palomas en Córdoba. Si hay algo que te puede arruinar el día en la oficina es llegar con una cagada de paloma en la cabeza o en el traje o en el auto. El excremento no sólo mancha; percude y corroe las superficies, y trasmite más de diez tipos de enfermedades. Todos los edificios gubernamentales colindan con alguna plaza en Córdoba, hasta el ANSES. Sólo pude recopilar un testimonio del club de ajedrez: “Nene, ya no me importa qué carajo hicieron con la caja de jubilaciones, les vamos a llenar de caca la ciudad”.
Incontrolable.
V i e n t r e s
N u be s
R o j a s
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