Revista delatripa no 007

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NĂşmero 7. Septiembre 2013

delatripa: narrativa y algo mĂĄs


Revista

Narrativa y algo más Número 7. Septiembre 2013. Es un proyecto de la Catarsis Literaria El Drenaje, editada en Mérida, Yucatán. Revista de circulación mensual. Dirigida por Adán Echeverría (romeolobos@yahoo.com.mx). Consejo Editorial: Angélica Santa Olaya, Alejandra Aké Sustersick, Joelia Dávila, Cristina Leirana, Roberto Cardozo, Jorge Manzanilla, Mario Pineda Quintal, Daniel Ferrera y Édgar Damián.

Contenido Zineta morirá en la escuela Ángel Fuentes Balam .......................................... 3

Somos lugares comunes Adán Echeverría ............................................... 63

Electrizada Willy Heisinger Ojeda ...................................... 13

Héctor Gonzalo Vilo ..................................................... 73

Topless Juan Machín ..................................................... 16

Las editoriales independientes Sergio Osorio .................................................... 75

Las féminas de la “Vela perpetua” Susana Mota López .......................................... 19

El tótem Daniel Ferrera .................................................. 78

Hoy desperté odiándote Jéssica Montaño de Juárez ............................... 25

Para escribir desde la lluvia Cristina Leirana ............................................... 82

La playa Willy Heisinger Ojeda ..................................... 26

Sin papeles Daniel Ferrera .................................................. 85

Caso Rosario G. Towns ............................................. 27

Nos vemos en el slam Mario Pineda Quintal....................................... 89

Los lazos de la conciencia popular José Juan Cervera ............................................ 28 Azul y Rojo Ángel Manuel Cura Canché ............................. 32 Todo puede pasar bajo el cielo Alfredo Yanez .................................................... 36 La forma del agua Nadia Contreras ............................................... 39 Breve reflexión sobre el Arte en México... y en Yucatán Ramón González ............................................... 40 Cuatro minificciones Roger Vilar ....................................................... 44 Novela por entregas Andrés Galindo ................................................. 48 Monólogo del hombre inesperado Luis Ricardo Palma de Jesús ............................ 51 En los llanos de la palabra Blanca Vázquez ................................................ 61 delatripa: narrativa y algo más

Imágenes portada e interiores del Artista

Juan Machín


Zineta morirá en la escuela Ángel Fuentes Balam

U

n salón de clases destruido. Las sillas, apiladas unas sobre otras; el piso, sucio por siglos de grafito, huellas de tierra y polvo de libros menospreciados. Hay papeles y libros regados por todas partes. Al fondo, una pizarra escrita con oraciones lacónicas, palabras sueltas, frases duras. Zineta es una adolescente de aproximadamente dieciséis años, sentada en una silla pintarrajeada; tiene en sus manos una manzana podrida que observa, triste y calmadamente.

ZINETA.- Te regalo mi corazón podrido. Nunca supiste apreciarlo de verdad y en la espera se secó para siempre. He tomado la decisión de irme entonces; pero antes, quiero dejártelo como regalo. Voy a ir a un mundo donde tú no existas, un lugar sin escuelas, sin trabajos, sin presiones, sin amigos, sin padres… donde pueda flotar como un Zepelín de guerra y quemarme en el aire del silencio más hermoso. Un mundo sin el infierno de las academias, donde pueda hacer lo que me plazca. Quiero pisar el campo de la libertad con mis pies desnudos y desnudar también mi cuerpo, sin miedo a que se burlen de mí. Estoy hasta la madre de las burlas. Estoy hasta la madre de que me digan qué hacer y qué no hacer y por eso he decidido partir. No sé cómo será todo en el futuro, pero sé que será distinto a este matadero de cerdos que hoy conozco como vida. Te cité aquí hoy, para despedirme. Pero me gustaría decirte algunas cosas. Es que, por una vez aunque sea, quiero tratar de darme a entender y también para no sentir que arrastro una asignatura pendiente cuando llegue mañana. Ya sé que lo has escuchad muchas veces, que las personas de mi edad dicen que nadie los entiende y que el mundo es una mierda y cosas así. Puede que sí, que el mundo sea una mierda, de eso no creo que haya duda, pero no creo que no puedas entenderme si te explico cómo fue la vida para mí.

Verás: la palabra "Adolescente", se parece a la palabra "Adolecente". No sólo en cómo suenan y en casi todas sus letras, sino en algo muy peculiar que guarda el significado de la segunda, o sea, "el que es aquejado por algún dolor o enfermedad"; mientras que la primera significa etimológicamente, "crecer". Son palabras distintas, que suenan a lo mismo: no se puede crecer sin dolor, sin la enfermedad de estar vivo. Hasta donde pude soportar esa enfermedad, me condenaron a un lugar parecido al limbo, sin totalidad, que todavía se resiente en mis átomos: no soy niña, pero tampoco adulta; no soy ni lo uno, ni lo otro; eso quiere decir que no existo. Es curioso, porque sentí que el mundo estaba hecho para mí, para satisfacer mis deseos más íntimos, más feroces… pero me fui dando cuenta de que las imágenes y sonidos que me atacaban día a día, no eran para mí en el presente, sino para las máscaras que fui o que estaba a punto de ser y es por eso que me atraían como zombie tras cerebros frescos. Conviértete en mujer, conviértete en hombre, dicen desde su trinchera, los "adulterados". ¡Ya madura! Pero, ¡si no soy una jodida fruta! ¿Cómo me convertiré en eso, si hoy no sé qué rayos soy? Y me siento como un pequeñito e innombrable trozo de mierda; con mi cuerpo de niña, con mis senos que se inflan o se desinflan como tristes globos, con mis caderas flacas, con mis nalgas sin chiste: apenas ayer delatripa: narrativa y algo más

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jugaba con la tierra de mi patio. ¿Por qué me obligan a crecer? ¡No quiero! ¡No quiero! ¡No quiero llegar aquí, hasta el punto en el que ya no pueda mirar las nubes sin sentirme estúpida! No quiero ser arrancada de mi lugar de origen otra vez. Eso me ha sucedido ya una vez, y fue suficiente. Una vez que nunca voy a olvidar y que a todos nos costó superar. (Zineta es un feto en el útero de su madre)

Nuestro primer hogar es la panza de la madre, acomodados ahí sentíamos su calor, bebíamos su agua buena, oíamos nuestros corazones latir juntos y no sus gritos hinchados en el aire a cada minuto como es ahora. Allí dormíamos, suaves, limpios, sin tener que hacer nada. Todo está bien. Todo bien. Y de pronto: ¡Zas! Las manos frías del doctor que nos agarra por la cabeza y nos despoja de nuestro sueño. Y…, y…, y… ¡El aire! El aire nos asfixia y lloramos, la luz nos hiere los ojos y evapora nuestras lágrimas. Muchísimas voces se agolpan en nuestros oídos y no podremos entonces escuchar más que caos y horrores por el resto de la vida. Adiós a ese paraíso, adiós a las entrañas de mamá, al cordón que nos alimentaba sin tener que abrir la boca. Es por eso que lloramos al nacer, porque sabemos lo que sucederá. Luego nos llevan a nuestra nueva casa, la segunda. La casa donde jugaremos a las escondidas, al menos una vez. Los meses de recién nacido son para acostumbrarse al clima, al ruido, a la luz, a nuestro propio e irreconocible cuerpo. Lo bueno de esos tiempos, es que la madre te abraza, te toma delicadamente y te arrulla; eres mecido entre las nubes que forman los pechos de la madre, te iluminas con el resplandor de sus ojos, te agarras a su pulgar como si fuera a arrebatártelo un huracán feroz. Vuelven a ser tú y ella y nada más, sólo que ahora estás 4

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afuera, en un sitio extraño del que tienes que ser protegido y que te da miedo porque sólo alcanzas a ver las sombras que habitan en él; un lugar donde habitan unos seres monstruosos que se acercan a ti: ¡Pero qué bebecita más preciosa! ¡Mira qué linda! ¡Es igualita a ti! Un chingo de personas feas, que hablan como retrasados mentales, te besan la panza y el cráneo todos los días; hasta que vas creciendo y te vas volviendo fea también y alargada o ensanchada, y de a poco, todos dejan de tocarte y de quererte como antes, de decirte bebecita hermosa y esas pendejadas que ¡qué mamonas son!, pero que suenan tan bien en los ratos de soledad… Y creces. Te vuelves una niña o un niño al que todos gritan y alertan, que se está convirtiendo en un monstruo torpe como los demás. Que es adorable a ratos, pero a otros, todos le gritan: ¡No suenes la boca cuando comas! ¡No le contestes a tu padre! ¡No juegues eso! ¡No te agarres allá! ¡Siéntate! ¡Párate! ¡Deja de gritar, de correr, de jugar! ¡Haz toda tu tarea! ¡Respeta a los adultos! ¡Esta plática no es para niños de tu edad! ¡Esta imagen no es para niños! ¡Esta película no es para niños! ¡Estas cosas no son para niños! ¡El mundo entero no se deja al alcance de los niños! Crees que la madre o el padre te van a tratar mejor, pero descubres que ellos son los que más gritan y en secreto te decepcionas de ellos y comienzas a guardar un muy leve dolor en tu corazón, porque se ha encendido la mecha de la tristeza en tus tripas, que durará lo que dure tu respiración en la tierra. El único lugar donde nosotros podemos escaparnos de los gritos y del mundo de gigantes en el que vinimos a caer, es el juego. Y huyes. Te salvas correteando por ahí, brincando, refrescándote en las fuentes los domingos en los parques. Sudas, bailas, vuelas; se te presenta el mundo como es: un


sinfín de aventuras y misterios. Todo se vuelve muy, pero que muy tuyo: la luz, el sonido, los espacios que se transforman en tu cuerpo, la naturaleza te cobija como la madre y te canta también y el universo y tu cuerpo son la misma cosa. Tu cuerpo, cuando eres niño, es tu mejor amigo; el cuerpo te define, te defiende, te ayuda a explorar dimensiones insospechadas e incomprensibles. Vas reconociendo a los otros miembros de tu tribu, por sus cuerpos débiles y flexibles como el tuyo. Enanos igual a ti, ávidos por escapar del mundo adulto, lleno de gritos y cabezas enormes cubiertas de venas. A esa edad, descubres. Llegas lo más alto que puedes, te ensucias lo peor, aporreas las rodillas como nunca después lo harás, te fracturas, te hieres sin herir. Formas comunidad con los otros y no los juzgas por absolutamente nada, ni siquiera por sus capacidades para el juego. Son los mayores los que comienzan a hacer las distinciones y a separar: ¡No juegues esas cosas, porque son cosas de niños y tú eres niña! Y viceversa. ¡Tú eres un machito, cómo vas a estar jugando a esas cosas de viejas! Pero mamá… pero papá… ¡Ya dije! Por eso te compré tus juguetes. Ahí los tienes allá tirados. (Saca unas muñecas)

No es cierto, los tengo aquí, conmigo. Cuando tienes esa edad no importa que juegues solo. Te sumerges en los mares infinitos que puede darte la misma ensoñación. Son los demás los que comienzan a acotar tu mundo, a estrecharlo, a descartar conductas y posibilidades. MUÑECA 1.- Los padres son unos cabrones. MUÑECA 2.- No les digas así. Te dicen eso porque se preocupan por ti. MUÑECA 1.- ¿Se preocupan? Mi culo. (Muestra el culo)

MUÑECA 2.- Eres una rebelde. Ese lenguaje no es para niños. MUÑECA 1.- Ya sé que no es para niños, pendeja. Voy a esperar unos años y ser más grandecita para poder decir todas las groserías que se me dé la gana. MUÑECA 2.- Si no haces caso a tus papás, te irá mal en la vida. MUÑECA 1.- (Burlándose) "Si no haces caso a tus papás, te irá mal en la vida". Suenas como mi mamá. MUÑECA 2.- Sólo queremos que seas una persona buena de grande. MUÑECA 1.- Pues no quiero crecer, no se me antoja. MUÑECA 2.- Acabas de decir que quieres crecer para decir groserías. ¡Quién te entiende! ZINETA.- Nadie, nadie me entiende ni me entenderá. Por eso jugaré sola por el resto de mi vida. MUÑECA 2.- Nosotras siempre estaremos para ti. MUÑECA 1.- Siempre que quieras jugar, estaremos allí. Pero no nos olvides por favor. ZINETA.- No las olvidaré. MUÑECAS.- ¡Mentira! ZINETA.- ¡Mentira! (Toma a las muñecas y las clava en las patas de las sillas)

ZINETA.- Mentira. Comienzas a crecer todavía más. Yo me fui haciendo grande. Mi cuerpo se fue haciendo grande y el mundo y la realidad se me hicieron más estrechos. Dejé las muñecas porque nadie más seguía jugando con ellas y la sociedad te mal mira cuando juegas, cuando no te pones seria conforme los años pasan. Y así pasé mis diez años, mis once, mis doce y… ¡Mamá, mamá, estoy rota, me rompí! ¡Estoy sangrando! ¡Mamá! ¡Ya te has convertido en una mujercita! delatripa: narrativa y algo más

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¡No! Apenas hace un momento jugaba con mis muñecas en la tierra. Saltaba, no tenía preocupaciones. La única labor era huir de los gritos, y eso ya era bastante, y ahora ¿esto? Esto, esto es un error… Un error. Y con la sangre que me salió de aquí, se diluyó mi niñez… ¡Menos mal hubiera sido machito! Un amigo me contó una vez, que a él no le salió sangre, ni le dolió nada, que al contrario, que todo había sido muy rico, que había soñado con su prima la "buenota" y que se le había parado la cosa y que al despertar, ya se había vuelto hombre, un hombre mojado por la leche que separa a los hombres de los niños. Hay un lugar destinado para aquellos que vivimos esos horribles cambios, para los que hemos pasado la puerta de la niñez y nos encaminamos a crecer: la escuela, la tercera casa, la casa de los horrores. La escuela que te acompaña en ese crecimiento, la mini sociedad que es reflejo del mundo feroz del adulto. La escuela es una selva espesa y calurosa, donde parece que nadie te daña, pero las sanguijuelas de la vergüenza y los insectos de la inseguridad, se van chupando tu sangre, lo único que te queda de sangre de niño. Ya desde la primaria, comienzan las distinciones. Niños y niñas. Machitos y hembritas. Los que orinan paraditos y las que se sientan. Te obligan a estar con tu tribu, con tu raza. Luego viene la aceptación, el rechazo, las miradas, estar en un sitio lleno de criaturas feas y chiquitas que son peores que criminales, sin sentimientos, y comienzan las burlas, la maldad invisible: si eres alto, chaparro, gordo, flaco… y los pendejos enanos te hacen llorar sin sentir remordimiento, te señalan, nadie los detiene porque, pues porque es parte del juego. Ser aceptado es una necesidad impuesta por los demás, por la presión de todos, y si no entras, si no aguantas, te destruyen. A mí, siempre 6

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me llovió por ser gordita. "Ahí está la cerdita", "La bola", "La…" Me hieren. Me lastiman. Soy una niña como las demás, como todas las demás, puedo llorar y reír, soy igual a ustedes. Te lastiman porque se refieren a un ser que tú no pediste ser, que tienes que cargar, que tienes que aceptar pero es muy difícil, porque nadie más lo acepta. Y si los ignoras, si ignoras a tus agresores, incluso te golpean, te laceran sin la más mínima culpa y nadie los detiene. Te avivan la llama de la tristeza que se había encendido por la incomprensión de los gritos. No encuentras remedio ni en los padres, porque los cabrones padres, te siguen regañando e ignorando, sumidos en su realidad de ecuaciones y palabrería inútil y entonces, te vas sintiendo solito, solito en el mundo. Y sólo te queda jugar para no desaparecer en el miedo, ni en el dolor. (Saca un periódico)

BOGOTA, 20 de Septiembre (RAM). Una carta en la cual explica los motivos de su decisión, dejó la niña Brigitte Lorena González, de 14 años, que se suicidó de un disparo frente a sus compañeros en un colegio del municipio de Mariquita, en el departamento del Tolima. Así lo reveló Liliana González, mamá de la menor, quien sin embargo señalo que no pudo conocer el texto de la carta pues estaba en poder de la fiscalía. Como lo informó oportunamente el Noticiero Santa Fe, el hecho se registró en la Institución Educativa Técnica Francisco Muñoz Pedroso. Brigitte Lorena se ubicó en el patio principal, sacó de su bolso un revólver calibre 38 y para llamar la atención hizo un disparo al aire y estuvo largo tiempo blandiendo el arma, colocándosela en diferentes partes del cuerpo, hasta que finalmente se apuntó en el estomago y se disparó.


Compañeros del grado sexto, que cursaba Brigitte, indicaron que últimamente la observaron muy retraída y nostálgica, al parecer por la soledad en que vivía. Los niños absorbemos todo; lo guardamos eternamente, como si nuestro cuerpo se volviera el ataúd que nos contendrá la vida que se nos va apagando, como la última nota de un violín. Jugamos para no volvernos piedra y disolvernos como polvo, sin un fin, sin un propósito, sin haber pedido llegar. A cierta edad, es verdad que todavía puedes ignorar algunas cosas. El problema está cuando creces y las galaxias que habitan tu mente, comienzan a chocar y ese caos comienza reflejarse hacia todos los demás. Primero los cambios en tu cuerpo, que todos notan en la escuela. En la secundaria, cuando todos transitamos por el limbo de ser nada, o sea, adolescentes, mierda, insectos, poca cosa… en ese mundo, cualquier alteración de tu cuerpo y de tu mente se nota. Poner a un grupo de ex chamacos a convivir, a olerse, a tener que hablarse, a tener que mostrarse… ¡Qué experimento más perverso! Todas las ex niñas tienen la sangre entre las piernas, que les calienta de los muslos al cerebro y todos los ex niños tienen la cosa parada como animales en celo. A todos les salen miles de ojos, pero curiosamente quieren volverse ciegos. Te comienza a cambiar la voz. Y ya no te reconoces cuando hablas. ¡Ejem…! La voz se te hace más profunda, se te va más adentro, avivada por la mecha de la tristeza que sigue corriendo por tus venas. Luego te salen pelos. Te salen en las axilas, en las piernas, en el sexo. ¡Dios, dicen que hasta en… hasta en el culo! Pareciera que estás regresando a la prehistoria, que te vuelves un chingado mono otra vez. La parte buena de estar en la secundaria, es que todos

sufren esos cambios por igual. La parte mala, es que no te pasa al mismo tiempo que todos. ¡Ahí va una culona, una pechugona, un cabezón, un gordo, un narizón, un granudo, un nerd, una vaca, un cerdo, un mono! Y ya no evolucionamos jamás. Entramos en el cuerpo que estará con nosotros el resto de nuestra vida miserable y ese cuerpo, se convierte poco a poco en tu enemigo. Porque te miras al espejo y quisieras ver a otra persona, con menos de aquí, con más de allá, con exactamente esto, pero sin esto otro. El cuerpo y tú se han divorciado, se han despedido… Adiós querido compañero de juegos… Adiós. Y tu tribu se reduce todavía más… Las diferencias te alejan de los otros, se acentúa el rechazo y ni siquiera sabes por qué. Estableces alianzas con otros jodidos como tú, porque desesperadamente quieres sentirte importante para alguien. Se juntan los feos con los feos, los que no importan con los que no importan, los riquillos con los riquillos, los bonitos, los desmadrosos… da igual quien seas, la verdad es que nunca serás único, así que más nos vale a todos, dejar de buscar nuestra identidad. ¡Pero si es eso lo que queremos! ¡Quiero saber quién soy! ¡Quiero saber por qué me siento tan sola, como una piedra que nadie patea de regreso a casa! Luego, con el fuego corporal, con las ganas de que alguien te toque, te lama, te huela, te ame, te acepte como la bestia que eres, viene precisamente eso: el amor. Te enamoras de todos, de todo. Pero luego viene el definitivo, el impacto total: el primero. La conocí en una fiesta a la que invitaron a mi mejor amiga, quien me arrastró hacia allí. Yo no quería ir, porque los odiaba a todos, por sus pretensiones de crecer, con sus máscaras de gigantes deformadas, todavía no adecuadas para su rostro. delatripa: narrativa y algo más

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Todos los que estaban en la fiesta eran de la escuela, de grados mayores, y pocos que yo podía reconocer, pero a ella nunca la había visto. Cuando la vi, me dolió aquí, y aquí, y aquí. Era como si rayos invisibles impactaran en mi cuerpo, como si se fuesen rompiendo mis articulaciones por alfileres terribles afilados en el aire, arrojados por un Cupido sin dientes y jorobado. Me excité. Me morí. Despunté al cielo como un cohete en una fiesta religiosa y estallé en mil partículas de luz. ¡Zineta! ¡Zineta! ¡Pero si es otra niña! Es de tu misma raza, de lo que resta de tu tribu… Y… y… No… Sí… Es verdad. Nunca me gustaron los niños, ahora que lo pienso; nunca le había puesto atención a eso del enamoramiento hasta que la vi a ella. ¿Por qué? ¿Por qué yo? ¿Por qué ella? Pero es que ella me hace sentir como, como en mi primera casa, donde todo estaba bien. Mi amiga me la presentó en medio del ruido que vomitaban las bocinas y las voces múltiples, berreando cosas estúpidas… y al instante congeniamos. Era juguetona, provocativa, hermosa. No como yo. Parecía una niña, pero con el cuerpo de una mujer madura. Me atrajo poderosamente, como la gravedad atrae a todas las cosas que tienen que caer. Se llamaba Alexia. Alexia - Galaxia, Alexia - ataraxia, Alexia - aracnofobia, Alexia suicidio… Tenía casi la misma edad que yo, pero no era como yo. Ella habitaba en un mundo hermoso, parecía que su paso hacia el crecimiento no había sido ni tan cruel, ni tan solitario. Alexia se movía en la alegría de la fiesta, del juego eterno. "Vamos a abrir el tequila; vamos a fumar los cigarros". "Échate otro vaso pinche Zineta, no te va a pasar nada", "¿Segura?". "Que saquen la mota, que se den un pasón los 8

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escuincles, que aprendan a vivir como se debe". Y Alexia y yo, embriagadas de sueños con mariposas de colores imposibles y de espíritu volátil y violento, nos permitimos ahogarnos en la boca de la otra. ¡Mi primer beso, en todos los sentidos! La primera vez, la primera vez de todo: El mundo se magnifica, se va ensanchando una vez más ante tus ojos, reflejado por tus cristalinos, tuya la naturaleza, otra vez. Alexia y yo, confundidas en un desfile de luces, gritos y carcajadas; antes desconocidas, y ahora una pareja inseparable en los escasos minutos que duró ese beso. Y ese día, todo se fundió en mí, todos los colores del cosmos pintaron mi cuerpo. Yo la buscaba con la mirada, girando en un carrusel de fuego, envuelta en una telaraña de gritos infernales pero hermosos. ¡Viva la juventud! ¡Viva la libertad! ¿Acaso esto es ser mayor? No, no, no… Yo también soy ¿niña? ¡Madres! Soy mujer. Y vinieron los mareos, los estrépitos, los volcanes que explotaron en mi corazón encendido y cuyo fulgor superaba al de la mecha de la tristeza y al de la soledad. En medio de esa embriaguez, no supe en qué momento dos chicos de tercer grado me llevaron a una habitación; yo aún veía borrosamente la imagen de Alexia bailando, como toda la mujer que era y que yo no, junto a mí, toda una niña indefensa… Y la amé, la amé como amé a la madre que me sostuvo en brazos cuando recién nacida, la amé como a mi cuerpo en la niñez, la amé como a las muñecas que terminé abandonando para crecer. En esa habitación, mi cuarto y terrible hogar, ellos me abrieron, me lastimaron, me hicieron grande, me sangraron, me transformaron en la bestia adulta que había comenzado a nacer en mi interior, y yo me moví, escupí y grité, porque no sabía qué otra


cosa hacer. Luego me dejaron sola en el cuarto, llorando, preguntándome en silencio por Alexia, por mis recuerdos, por la niña que fui; todavía palpitando en la niebla de esas sustancias maravillosas. No se lo dije a nadie, porque todos lo hacían, eso debía ser lo normal: ¡Así que eso era el famoso coger! ¡Así que eso era el sexo, por lo que todos están locos! Insípido, violento, absurdo. De modo que así se apagaba la pasión del cuerpo adolecente. Qué raro. Es menos interesante de lo que creí. Guardándome ese secreto, caía dentro de otro más profundo y terrible: Alexia, su nombre, su cuerpo, su compañía. No soy lesbiana. No me gustan las mujeres, pero sí, sí me gusta ella y me gusta el recuerdo infinito de sus labios en los míos, ese sentimiento de vértigo hacia lo prohibido que define a nuestra raza. Me la imagino… me imagino que estoy con ella en aquel cuarto, solas, y me imagino también que ella me abrirá suavemente, tiernamente, amablemente… Imagino que no se burlará de mi cuerpo, de mi cara llena de imperfecciones… Imagino que me querrá como se le quiere a una perra desvalida y mojada por la lluvia. La buscaba, la procuraba, la seguía. Mi vida no se había detenido, sin embargo. Seguía dentro de una realidad que me parecía ya, un matadero de animales que buscan sin buscar la felicidad. Mis padres, por su parte, seguían con sus gritos: ¡Vas mal en la escuela! ¡Por qué eres así! ¡Te quiero a las ocho en punto! ¡No contestes! ¡Vístete bien! Y mi universo se iba reduciendo cada vez más a buscar a Alexia y a ser aceptada y arrojarme hacia los automóviles en movimiento por lo humillada y sola que estaba. Existir para alguna persona. La pólvora de la soledad corría por mis arterias,

quemaba fugazmente cada parte de mi cuerpo, calcinando mis ganas de existir. Me fui dando cuenta, a pesar de todo, muy en el fondo de mis llantos, de que no tenía por qué temer, por qué sentirme sucia, distinta. Inconscientemente me daba la razón sobre estar enamorada. Pudo haber sido un hombre, un chico de mi edad, un profesor. Pudo no ser ella. Porque en la juventud sólo quieres amar y ser amado, y toda tu energía vital es para realizar esa tarea hermosa y complicada. Supe que el amor no tiene sexo. Eres todo alma y buscas almas a la cuales amar y para las cuales ser, sin miedo. Pero los otros, las sombras oscuras que te vigilan en la calle, en el colegio y en todos lados, no lo piensan así. Te señalan, te juzgan. Me juzgaron. ¿Yo qué hice? "Mira, ahí está esa puta que se cogieron en la fiesta", "Mírala, que fea es", "La vieron besándose con otra chica". ¡Pero qué tanto miran, si todos somos iguales! ¡Si ustedes también lo hacen pero no lo dicen! O peor, ¡no lo hacen por miedo y culpan a quien sí! ¿Por qué traicionan a su propia tribu, dejándose aplacar por el mundo de los gigantes, monos gritones? ¡Por qué me señalan, me gritan, me hieren! ¡Por qué no me aceptan! La mecha de la tristeza se hace más corta. Consume tu cerebro, tus ideas. La juventud es un infierno. La escuela es un infierno. La sociedad es un infierno. Tus infiernos corporales están secos y quieres buscar alguien que los humedezca. Alexia… Te busqué por todas partes. Ya sólo saludabas cortantemente. Hola, hola. Adiós, adiós. ¿Por qué te ocultas así de mí? ¿Por qué me dejas tan sola? No me deja verte el mundo que sucede a mi alrededor y no se detiene a mirarme. Estoy cansada, clavada en la cruz de la convivencia, de los grupos que me rechazan, delatripa: narrativa y algo más

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de las tribus urbanas, de una sociedad que odio y no sé por qué. Alexia, ¿dónde estaba cuando me moría? La veía de lejos; sonriendo con sus amigas, con sus amigos, sin notarme, sin saberlo. ¡Mil páginas para leer en la casa! ¡Diseccionar esta rata para el laboratorio de biología! ¡Sacar el seno de este triángulo! ¡Yo el único seno que quiero sacar es el de ella! ¡Recordar quiénes lideraron al ejército francés en la guerra de los cien años! ¡Leer y hacer un resumen de "Cien años de soledad"! ¡Más! Apenas llevo dieciséis y ya quiero morir. Te aplastan con sus materias estúpidas y sin sentido, cuando lo único que deseas es que alguien, por una sola vez, te mire a los ojos y te diga: te quiero. Alexia se alejaba cada vez más. Mis amigas me notaban rara. Melodía se llamaba la mayor y Melancolía la menor, eran gemelas idénticas. MELODÍA.- Zineta, ¿qué tienes? Estás faltando a clases. ¿Estás enferma? MELANCOLÍA.- Déjala en paz. Zineta, ¿verdad que no quieres hablar? MELODÍA.- ¡Estás haciendo que hable, bruta! MELANCOLÍA.- Yo sé lo que le pasa. MELODÍA.- ¿Lo sabes? MELANCOLÍA.- Sí. MELODÍA.- ¿Y qué es, según tú, sabionda? MELANCOLÍA.- Está enamorada. ZINETA.- Amar. La Real Academia de la Lengua Española, dice que amar es: (Del lat. amor, -?ris). 1. m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser. 2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear. 3. m. Sentimiento de 10

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afecto, inclinación y entrega a alguien o algo. 4. m. Tendencia a la unión sexual. 5. m. Blandura, suavidad. Cuidar el jardín con amor. 6. m. Persona amada. 7. m. Esmero con que se trabaja una obra deleitándose en ella. 8. m. p. us. Apetito sexual de los animales. 9. m. ant. Voluntad, consentimiento. 10. m. ant. Convenio o ajuste. 11. m. pl. Relaciones amorosas. 12. m. pl. Objeto de cariño especial para alguien. 13. m. pl. Expresiones de amor, caricias, requiebros. Y la estúpida "Real Academia", debería añadir: catorce, cagar por la boca frases huecas, quince: quedar pendejo, dieciséis: estar idiota, diecisiete: ser incomprendido, dieciocho: morir diario, diecinueve: olvidar el mundo en virtud de una persona que nunca te amará como tú a ella, veinte: hundirse en el dolor, ser quemado, ser un escombro. Un día, ya no soporté ese fuego y fui directo a hablarle. Hacerme notar. Caminé entre los pasillos gigantescos de la escuela, por donde a diario corrían almas en pena y me planté en su grupo de amigos gusanos, pegajosos y horribles. ZINETA.- Alexia. ALEXIA.- ¿Sí? ZINETA.- Quiero hablarte. ALEXIA.- Ajá. ZINETA.- Es que… ALEXIA.- Espera, ¿cómo te llamas? ZINETA.- Zineta, ¿ya no me recuerdas? ALEXIA.- La verdad… no. ZINETA.- En la fiesta… ALEXIA.- … ZINETA.- El beso… ALEXIA.- ¿Beso? ZINETA.- Sí. ALEXIA.- Yo… no… ZINETA.- El beso, sí… ALEXIA.- Yo te besé…


ZINETA.- Estoy enamorada… Los amigos gusanos de Alexia estallaron en carcajadas. ¡De qué se ríen! ¡Cállense, déjense de burlar todos de mí! ALEXIA.- Oye, mira… creo que estás confundida. Es un error. ZINETA.- ¡No, ningún error! ALEXIA.- Escucha, es que a mí no me gustan las niñas. Si pasó algo entre tú y yo, te juro que no me acuerdo… Y pues… tranquila, no lo tomes así de serio, es un juego, nadie se lo toma en serio. Vamos, si quieres podemos ser amigas. Este… mira… De hecho ahí viene mi novio con sus amigos. ZINETA.- ¿Qué? El corazón me explotó como una bola de estiércol que cae al piso de la forma más asquerosa y triste. Miré a lo lejos y estaba su novio, junto a los dos que me habían metido en ese cuarto. ALEXIA.- Mira, a ellos creo que ya los conoces. Si quieres te invito a mi casa a una fiesta, mañana. ¡No! ¡Yo no quiero una puta fiesta! ¡Te quiero a ti! Y todos estallaron en carcajadas. TODOS.- ¡Ay, chamaca, estás muy niña! ¡Tú no sabes lo que es amar! No… no sé nada… No Alexia, no te vayas, no seas un espejismo… No me dejes sola en este mundo de tinieblas y de gritos, yo no soy una niña, yo no soy una mujer, yo no soy nada… Mírame, comparte conmigo lo que nadie puede compartir… Ayúdame a entender este mundo que no entiendo. Te regalo mi corazón, ¿por qué lo tratas así? Aquel día, mi niña interna se murió para siempre. La mecha de la tristeza llegó por fin al lado más oculto de mi ser. Ya no hubo marcha atrás. Acababa de saltar al abismo de

las dolencias. Ya era una adolecente. Abandoné mi mundo de fantasía, para entrar en el mundo real. ¿De modo que esto es el mundo real? Duele bastante. Había mirado el mundo real en las caras arrugadas de los adultos y las comprendía ahora. Ahora sé por qué todos gritan, por qué todos lloran… El mundo real de los adultos, es peor que todos los infiernos; es un lugar donde estarás solo hasta la muerte y nadie te escuchará jamás. Zineta con sus padres.

ZINETA.- Papá, mamá… estoy muy triste, estoy muy mal. Los niños de la escuela se burlan de mí. Me golpean y me insultan. PAPÁ.- Zineta, arregla tu cuarto. ZINETA.- Me acaban de romper. Estoy enamorada. MAMÁ.- Zineta, por favor, ve a checar que tu hermanito haga su tarea. ZINETA.- Me destruyeron la inocencia. PAPÁ.- ¡El trabajo está terrible, ascendieron a un bueno para nada! ZINETA.- Me violaron. Los amigos de ella, mamá. MAMÁ.- Calla, está por empezar la novela. ZINETA.- Soy una puta mamá. Como las de tu novela, sólo que yo soy de verdad y estoy aquí, a tu lado. Soy una puta. Y no te había dicho. Me acuesto con los que sea, para sentirme amada. PAPÁ.- ¡Es increíble que haya fallado ese penal! ZINETA.- Sí papá, soy lesbiana. Y sí, ya probé las drogas. No sólo la mariguana y el alcohol y el cigarro, sino también las pastillas. MAMÁ.- ¡Fíjate como la madre de esas niñas, las gemelas, no les hacen caso! ¿Ya viste qué clase de ropa se ponen? ZINETA.- Siento que quiero morirme, que quiero cortarme las venas, el cuerpo, los ojos… PAPÁ.- La juventud de ahora está exageradamente delatripa: narrativa y algo más

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fuera de control. Los padres deberían ser más duros con sus hijos. ZINETA.- Eso mamá, papá… Quiero matarme, no aguanto este mundo de gigantes insensibles. MAMÁ.- Zineta es una hija ejemplar. ZINETA.- No, no es cierto. Nunca miras lo que hago. PAPÁ.- Zineta es una hija mala. ZINETA.- No, no es cierto. Solamente quiero que alguien ponga atención a mi dolor, que no sé cómo nombrar. A mis amigas no les importa, a ustedes no les importa… PAPÁ Y MAMÁ.- ¿Deprimida? (Ríen a carcajadas). No sabes lo que dices. Abrácenme. Escúchenme. Sólo quiero que vean como me consumo. Les juro que realmente intenté ser como todos los jóvenes, como dicen ustedes, pero no puedo…, vivir me duele mucho. (Zineta escribe una carta)

ZINETA.- Alexia: Me rechazo. No me acepto. No me quiero. Quise ser simplemente alguien. Alguien con amigos, salir, pasear, hablar por teléfono, decir te amo como si se tratase de un juego, coger como si fuera algo de todos los días, beber, emborracharme en una discoteca para que tú me goces, para que no tengas la necesidad de otra persona, vestirme como tú quieres que me vista, hacer lo que esté en mi disposición para desaparecer a la Zineta que soy y hacerme superflua. Animar solamente la última capa de mi coraza y que nadie vea lo que hay en las demás, que nadie presencie nunca el nacimiento de la espiral en mi caparazón. Solamente que me toquen los tentáculos y que sepan que no los voy a devorar, que pueden contar con mi alegría, con un buen humor. No deseo otra cosa que esa, dejar atrás este martirio de la confusión, 12

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de pretender ser redimida por la fantasía: eso no existe, son inventos en mi cabeza; la realidad está allá en las plazas comerciales, donde aspiro ser una persona con la que tú puedas hacer cualquier cosa, cualquier día, al final del cual no me sientas lejana y te acuestes conmigo y te duermas pensando que al día siguiente esa Zineta que para nada es complicada, es el amor de tu vida y que nunca la abandonarás, porque no te atormenta como la anterior, con sus malditos pensamientos sobre una vida miserable, llena de seres perversos, repleta de melancolía; esa Zineta antigua tan aburrida, tan sentimental, a la cual sólo le interesa ella misma y no el programa que viste ayer por televisión. En cambio, la otra si te escuchará, te pondrá la atención que necesitas para nunca perderte, para que siempre la estreches junto a ti, y no te fastidie con sus ideas exageradas e inoportunas… Desde mi soledad, lanzo un grito al universo, que rebote en las estrellas, que haga eco entre el polvo cósmico de nuestros huesos y que llegue hasta ti, cuando estés con esa otra, capaz de hablar como tú hablas, pero incapaz de lanzar un llanto tan fuerte, que ni el mismo Dios pueda evitar. Tuya, Zineta: la niña eterna. Cuando eres invisible, todos notan tus defectos. Se burlan de ti. No importa que vengas del dolor más terrible: ellos no tienen piedad. Te cercan, te acorralan. Escuchas las voces del mundo y te sientes solo, solo como un charco de lodo en la noche. Tu cuerpo ha cambiado, tu niñez se fugó, tu nuevo yo es rechazado por el resto de nuevos yos, no tienes lugar, ni patria. Es tan difícil encajar en el rompecabezas del mundo… Ahora te he contado todo, quizá no es la gran tragedia, ni la gran historia, pero me afecta, me hace sentir la más sola del universo. Sólo quería hacerte saber cómo he sentido las


cosas, cuán complicado es crecer, salir al mundo, dejar de ser protegido y buscar alguien que te ame. Ahora ya todo está dicho. Y te cité aquí, amigo, amiga, padre, madre, Alexia, tío, abuelo, maestro, hermano, hermana… tengas el rostro que tengas, para que me oigas… compréndeme. Al menos inténtalo. No me juzgues. Fuiste, eres o serás como yo. Quédate. Ahora quédate a verme. Quédate para el gran final. Siéntate en una silla pintada de la escuela. Ve cómo se estremece mi cuerpo. ¡Veme! Ve como vomito mi vida,

como me voy poco a poco. Después podemos hacer otra cosa, lo que sea, ver una película o comer o coger, seguir creciendo y olvidar nuestra niñez; cualquier cosa que nos haga escapar de nuestra horrible tristeza diaria, pero primero veme… después si quieres, olvida, ve a otro lugar, pero ahora sólo ahora, hazme sentir que no estoy sola. Te regalo mi corazón podrido. (Saca un cuchillo y atraviesa poco a poco la manzana)

Oscuro lento.

Electrizada Willy Heisinger Ojeda Hermana, acércate a mí; yo ya sé pelear contra las abejas Demasiado tarde, Orestes. No ves que lo que ahora temo son las bajezas que sello en mi interior. Bóreas me toca, eleva mis faldas. Y yo muero por la injusticia de no poder tocarlo a él

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Topless Juan Machín

Torres de Babel: Tus pezones erectos retan al cielo.

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o sé qué es lo que más me gusta de Pili, lo que hace que la considere, sin lugar a dudas, la mujer de mis sueños y el amor de mi vida (y sí, todos los clichés que se les ocurran): su gran sensibilidad, su inteligencia aguda, su calidad enorme como artista, su fino sentido de humor, su incomparable sensualidad... No lo sé, pero su belleza y seductor erotismo son obviamente dos de las razones principales. Desde que la conocí en la Universidad del Sol, hace ya más de veinte años, quedé fascinado con su sonrisa y su mirada, francas, sencillas y hermosas como la geometría analítica o la poesía de Neruda. No era mi alumna (ella estudiaba Diseño y yo enseñaba en Ingeniería, de hecho, en ese tiempo coordinaba ya las tres carreras de Ingeniería), pero ambos coincidíamos en los recesos y jugábamos frecuentemente voleibol. Ella acostumbraba llevar shorts o minifaldas de mezclilla y camisetas de algodón o de lycra, por lo que me deleitaba con sus perfectas y torneadas piernas pero, sobre todo, con sus firmes senos y sus turgentes pezones que se delataban bajo la ligera tela y que se movían simétricamente para arriba y para abajo, al compás de sus saltos y de los golpes al balón, y que me hacían recordar siempre las maravillosas ecuaciones de Maxwell. Por diversas razones, que no viene al caso detallar, ese mismo semestre renuncié y tristemente dejé de ver a Pili por muchos años, hasta que, una dichosa tarde, coincidimos por casualidad, o 16

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porque así lo quería el destino, en un autobús viajando de México a Cuernavaca. Fue tanta la suerte o la predestinación que, incluso, nos tocaron asientos contiguos. Platicamos deleitados durante hora y media sobre qué había sido de nuestras vidas en ese tiempo: ella estaba infelizmente casada con un italiano y tenía un hijo y una hija; yo tenía dos hijas, me había divorciado hacía poco y andaba con Juliana, una joven colombiana, quien estaba por venirse a vivir a México conmigo. Descubrimos muchas coincidencias, desde la afición compartida por el café y el vino, hasta un texto de Lao Tsé que ambos citamos, Pili en su tesis de maestría sobre la poética de Mark Tobey y yo en un artículo en Liberaddictus sobre redes sociales. Mi relación con Juliana era una verdadera montaña rusa de pasiones: me llevaba en un mismo día al cielo y de ahí al infierno, y de regreso. Y mi pobre corazón ya no daba para más... Así que, todo el tiempo que platicamos en el autobús, yo no podía dejar de pensar en que quería una novia como Pili. Intercambiamos correos electrónicos y entablamos una accidentada correspondencia sobre temas que nos apasionaban a ambos como la filosofía o la pintura. Al poco tiempo, felizmente Pili se divorció, y Juliana y yo terminamos definitivamente. Como es fácil adivinar, ineluctablemente nos hicimos novios.


Fascinado con especial fuerza por su belleza, comencé a realizar sesiones de fotografía con Pili como mi modelo. Pronto se convirtió en todo un proyecto que denominamos "Breve Guía Erótica para desnudar Cuernavaca". Proyecto inspirado en y pensado como un homenaje de la fabulosa "Guía Alquimista para desaparecer Cuernavaca", una travesía por las ciudades imaginarias de una ciudad real, que, a su vez, es un homenaje a "Ciudades Invisibles" de Ítalo Calvino. Así, emprendimos diversos y múltiples recorridos por la ciudad, retratando a Pili mostrando generosamente sus albos senos y sus pezones sonrosados en sitios emblemáticos como la antigua Estación de Ferrocarriles, la Tallera, el Jardín Etnobotánico en Acapantzingo y el Museo de la Ciudad, los Parques Melchor Ocampo y Porfirio Díaz, la Iglesia de los Reyes Magos en Tetela, la Avenida Teopanzolco, las calles Carlos Cuaglia y Galeana, el Callejón del Diablo, las Colonias Jardines de Cuernavaca y Vistahermosa, la Casa de la Ciencia y la Casona de Spencer, etcétera.

Así, un buen día, en una multitudinaria y estruendosa reunión en el cabildo de Cuernavaca, se decretó que Pili era la enemiga pública número uno de la ciudad... Un regidor, amigo nuestro y admirador de Pili, nos avisó oportunamente y logramos huir a tiempo, evitando ser arrestados... Lo bueno es que hay muchas ciudades en el país, países en el planeta y planetas en el Universo... Por lo tanto, hemos iniciado un Movimiento de Liberación Mundial, creado una página web (http://culturajovenmx.wix.com/cultura-joven) y ampliado el proyecto original para conformar una extensa "Enciclopedia Erótica para desnudar el Cosmos Completo"...

Las sesiones dieron origen a varios poemas (como el epígrafe de este texto o el intitulado "Senos murales") y cuentos ("Fotografías", "Fábrica de sueños", "Topless", etcétera), así como a muchos problemas: todo comenzó con una detención y multa por "alterar la tranquilidad y el orden" en el Parque Melchor Ocampo. Pronto, numerosos automovilistas chocaban al distraerse, mirando hipnotizados las tetas al aire de Pili. Incluso se desató una epidemia de demandas de divorcio y despidos de jardineros, albañiles y todo tipo de trabajadores que descuidaban sus labores al ser entusiastas espectadores de alguna de las sesiones de fotos, pero el colmo llegó cuando una gran cantidad de bebés ya no querían ser amamantados por sus madres... sino por Pili. delatripa: narrativa y algo más

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Las féminas de la “Vela perpetua” Susana Mota López

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osario Castellanos es una ilustre escritora que nació en la ciudad de México y pasó su niñez y adolescencia en Comitán, Chiapas. Destacó profesionalmente como novelista, poetisa, filósofa y ensayista. Mas la faceta de dramaturga no ha sido tomada en cuenta con amplia difusión, como ha pasado con otros textos en la vasta lista de su biografía: me refiero a la farsa El eterno femenino que ha catapultado una polémica entre el incipiente "feminismo" y el "machismo" institucionalizado en los mexicanos, desde sus orígenes por toda Mesoamérica hasta nuestros días. Por lo que, bajo la insistente petición de sus amigos diletantes del drama teatral, se hizo cargo del proyecto, que terminó en Tel Aviv por los días de abril de la Pascua de 1973, y se publicó dos años después de su muerte acaecida en 1974. Esta farsa es una obra cómica tan irónica y divertida como las comedias grecolatinas a las cuales en aquella época así se nombraban. El tema principal es fomentar una progresista evolución en el estereotipo del rol impuesto a las mujeres a través de la historia, y sus circunstancias, frente a un mundo acondicionado por la masculinidad, y, denunciar y desenmascarar esta imagen inmutable de la mujer-mito aceptada comúnmente por una sociedad machista. Se centra en el personaje Lupita -hasta el nombre que escogió Rosario Castellanos es de naturaleza machista por ser usado con frecuencia para bautizar a las féminas en recuerdo de la Virgen-, quien, en vísperas de su boda, acude a un salón de belleza para que le hagan un peinado para la ocasión. Éste es el espacio que emplea la

autora en la obra teatral y el que también es referente al mito machista de que estos lugares de reunión son para embellecer a las mujeres y, además, sirven para "chismear" y criticar las actitudes varoniles. Las escenas transcurren en la estética solamente con cambios de escenarios de diferentes épocas mediante los parlamentos de los diálogos, no obstante que este lugar está ubicado en el siglo XX. La estructura de la farsa está escindida en tres actos y las escenas salpicadas con corridos: uno dentro del primer acto y otros al final del tercero; se observa la presencia de un perico como personaje conversador, de un coro y un mariachi que canta la primera estrofa de Las Mañanitas, de la inserción de algunas notas de canciones románticas de Agustín Lara, de un trozo de la obra teatral Los empeños de una casa, de sor Juana Inés de la Cruz, de muchos refranes relacionados y apropiados al concepto de los diálogos, y de acotaciones con una ironía tan sutil y graciosa que provoca risa, así como las que sugieren en los diálogos. Cada cambio de escena se advierte en el paso de la claridad a la oscuridad, en el enchufe y desenchufe de un aparato para producir sueños, y en "el poner y quitar" una serie de pelucas con nombres particulares ad hoc al tema hiriente y de índice acusador de la farsa. Con esto la autora juega con la antítesis en la diégesis para reafirmar la dicotomía "feminismo-versus-machismo". Por lo consiguiente, el tono de la farsa suena con bastante sarcasmo; Castellanos, a través de los diálogos transmite una crítica ácida hacia la imposición machista y hasta hace una autocrítica de su propio nombre. La autora utiliza, a propódelatripa: narrativa y algo más

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sito, la mordacidad para cambiar una frase o una imagen con sentido opuesto al que posee de ordinario, y dentro del contexto revela su existencia para permitir al lector interpretar su verdadera intención. Lo hace mediante los diálogos de los personajes y de la historia de mujeres de la cultura literaria como Eva, la Malinche, Sor Juana, la Corregidora, la emperatriz Carlota y la Adelita; en el punto más álgido de sus coyunturas para desmitificar con estos ejemplos el estereotipo de la mujer mexicana: sumisa, dominada, carente de cacumen, ingenua, y subyugada por el mito de estar "muy enamorada" de su hombre. Debajo de estas máscaras de humildad se advierte la pluma iracunda, crítica y reveladora de Rosario Castellanos para manifestar abiertamente su posición ante el feminismo, para entender que se trata de quitar la realidad del mito como rol típico de la mujer, y también, de tomar conciencia sobre el acendrado machismo que impide la evolución de las mujeres en la sociedad. Así pues, el ambiente en el salón de belleza se diluye en las pláticas y se convierte en un lugar pleno de libertad para hablar de lo que tienen prohibido hacer: pensar y reflexionar su condición de ser féminas. En la primera escena del primer acto, los diálogos entre la peinadora, la dueña y el agente de ventas develan la clara intención del dominio del hombre que se esfuerza por convencer a las mujeres de comprar un producto de su compañía, el cual es un artefacto conectado a la secadora para inducir al sueño, y por otro lado, la abierta desconfianza de ellas en adquirirlo. La que más suspicacia demuestra con su lenguaje mordaz, es la peinadora, y ametralla al agente con tantas preguntas sarcásticas que logra descontrolarlo y casi lo obliga a decir que la compañía donde trabaja "está a salvo" de contingencias. En esta escena el principal motivo es exponer a una mujer que sí sabe defenderse.

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Al final de la primera escena, llamada "Obertura", el agente defiende las excelencias de su artefacto, lo acciona en el punto ¿Qué me reserva el porvenir?, a petición de la peinadora, y parodiando a un maestro de ceremonias del Salón México, dedica la pregunta transformada con una pieza de danzón a Lupita; la cliente que necesita el peinado para su boda, mientras se escuchan los acordes, y se inicia su primer sueño. Las siguientes escenas de cada acto son denominadas de acuerdo al concepto onírico en Lupita y a todo lo que ocurre en cada una. La segunda escena se titula: "Luna de miel"; en el sueño, Lupita discute con Juan, el ya esposo, acerca del gusto o disgusto de la pérdida de la supuesta virginidad femenina en el acto sexual. El hecho de desagradarle a ella, es signo de masculinidad en él, como macho mexicano que es, para demostrar su hombría según las convenciones sociales admitidas en un código que él tiene: la mujer no debe sentir placer, no debe conocer el orgasmo, ya es su obligación de esposa obedecer. No obstante, primero, la esposa acepta su condición aunque luego se rebela y al final no tiene opción ante la fuerza física del esposo y su petulancia. En la escena tercera, el sueño se llama "Anunciación" y representa una festiva corrida de toros, a un toro y un torero. Aparece la madre de Lupita para inculcarle los preceptos matrimoniales ancestrales como el que la recién casada debe disimular el hecho de sentir o no sentir placer y simular felicidad. La extorsiona con el pretexto de sus deberes filiales de obediencia y le recuerda los de esposa abnegada y fiel. La autora usa la metáfora de la corrida de toros en una imagen símil de sangre, dolor y fuerza con la lucha de los sexos en el tálamo nupcial. Cuando llega Juan, éste se encuentra con la noticia de que Lupita está embarazada y antojadiza, quiere nieve de limón pero la suegra opina que mejor le traiga trufas. El


hombre no sabe qué son, y sale como relámpago a buscarlas porque puede ser fatal para el feto; si no le cumple el capricho a su mujer nacerá con labio leporino. La imagen de esta escena es atávica e induce a pensar en el chantaje de la maternidad como venganza por el acto sexual lastimoso. En el siguiente sueño-escena nombrada "La cruda realidad", Lupita descubre que su esposo Juan tiene una secretaria como amante y la mata. En esta escena se proyecta una película muda en el escenario mientras se escucha un corrido con tono similar al de Rosita Alvírez con letra adecuada al suceso de la infidelidad del esposo. Aparece primero un voceador que grita la noticia de "El triángulo fatal", y un locutor que entrevista a Lupita para conocer sus planes a futuro, que son: después de terminar el juicio, con la absolución judicial, irá de rodillas a la Basílica de la Virgen de Guadalupe, a cumplir la manda que le prometió por la protección que le brindaron y la salvación de tanto peligro como el que ha pasado. Una vez más, la autora confirma que Lupita encarna el arquetipo de la mujer mexicana estoica, generosa y piadosa de una forma por demás irónica. En la cuarta escena, con el nombre de "Crepusculario", Lupita conversa con su hija Lupita II, quien es ya una joven, acerca de los planes de su hija de no casarse y preferir, por lo pronto, ser universitaria. Lupita se opone en tanto que un perico participa de la conversación con genial estilo burlesco. El animal alude a un refrán: "El optimista ve el vaso medio lleno, el pesimista lo ve medio vacío"; y es la voz sarcástica y acusadora de Rosario Castellanos. En la quinta con nombre "Apoteosis", han pasado los años, Lupita aparece con la "cabecita blanca" -Rosario Castellanos menciona, en la acotación, a la abuelita del cine nacional: Sara García- y recibe al animador de televisión que le hace una entrevista para promover algunos productos domésticos. De nuevo, la crítica hacia

el estereotipo de la mujer hogareña se hace presente hasta en la senectud. En la primera escena del segundo acto aparecen los personajes la dueña, Lupita y las clientes 1 y 2 en el salón de belleza para comentar el tema del matrimonio y divorcio. Es curioso que la escritora reitere el refrán irónico del perico cuando Lupita conversa con su hija y en la respuesta de la cliente 2. Esta segunda mención del dicho expone un tipo de ironía llamada carientismo o "scomma", y la autora la introdujo por disimulación ingeniosa y delicada de manera que haga suponer que no era burla sino en serio. En todo el desarrollo del segundo acto es la confrontación crucial del machismo contra el feminismo, es lo esencial para la decisión de Lupita de si se casa o no. Castellanos nos demuestra en cada personaje de la historia cultural el papel ya expresamente moldeado por la fuerza de las circunstancias adversas para la mujer, pero enriquecido por la pluma de la escritora que reinterpreta a sus personajes y les da un giro distinto de emancipación, como en el ejemplo de la Malinche quien aparece como heroína, y la Adelita como verdadero caudillo de los ideales liberales de la Revolución mexicana, quien se fajó los pantalones para dirigir "la bola". De esta manera, la escritora valora los motivos de la mujer ante las circunstancias a través de la historia y la independiza. Lupita, al tomar en cuenta todos estos ejemplos, y tener estos sueños premonitorios de su posible futuro, los califica como advertencias de no contraer matrimonio y como ella duda, le faltan más pruebas de convencimiento. Tanto la dueña como la peinadora, la convencen para que se coloque unas pelucas que la harán representar ciertos papeles. La primera peluca "Jornada de la soltera", la escritora describe el perfil de la soltera en un poema de versos libres que Lupita interpreta; la segunda representación es "Flor de fango", la delatripa: narrativa y algo más

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breve historia de una prostituta; la dueña del salón le coloca la tercera "Usurpadora", y es el rol de amante; la peinadora le pone la cuarta "Mujer de acción", y Lupita actúa el papel de reportera que entrevista a una celebridad manipulada por su marido; a una funcionaria pública que se postuló para gobernadora de un estado sólo por inercia política a su tricolor partido y si está dentro de "la polaca", es por un concurso de oratoria y no por su talento intelectual; a una seudoastrónoma que dice incoherencias al comentar que descubrió una estrella nueva por casualidad. En estas escenas, la autora introduce un comentario crítico acerca de otra Rosario, la del poema A Rosario, de Manuel Acuña y de ella misma quien se deja enjuiciar ácidamente por los personajes del salón de belleza como si todo este sentido crítico fuera un boomerang de su misma censura contra lo socialmente convencional. Se baja el telón después de escuchar la voz titubeante de Lupita: "Es que me iba a casar…" y con esa expresión cortada se concluye que realmente ya no quiere casarse, después de tantos avisos se convenció de que los papeles de esposa,

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madre y abuela, y de otros roles formulariados para la mujer, ya no le satisfacen y ya no son para ella. En suma, aunque en algunos aspectos ha cambiado la situación actual de las mujeres, todavía vemos en las noticias las violaciones a sus derechos tanto en lo físico, social y moral. Mas esta situación se puede tornar de manera optimista al hacer conciencia del cambio producido en las mujeres del siglo XXI: Muchas féminas tienen éxito en sus carreras o trabajos, en su vida matrimonial y en su relación con sus hijos, y con su ámbito social. Lo han logrado con perseverancia, flexibilidad, agudeza mental, sensatez, bondad y un gran amor a, y por, la vida.

Bibliografía Beristáin, Helena, Diccionario de retórica y poética. México, Porrúa, 2004. Castellanos, Rosario, El eterno femenino. México, FCE, 1984.


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Hoy desperté odiándote Jéssica Montaño de Juárez

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oy desperté odiándote, odiándote como te he odiado desde que te fuiste. Te odio tanto como ayer, pero es verdad: tengo una obsesión que se llama como tú. Eres mi único nexo con la realidad, mi contacto con un mundo que no me agrada, que no se hizo para mí y que quisiera dejar. Nunca he esperado nada de la vida, me debe nada ni yo a ella, ni una lágrima ni media sonrisa. Sólo lamento el no haber hecho todo lo que estaba en mis manos para desarrollar mi mucho o mi poco talento, mi nula inspiración, las ganas absurdas de ser reconocida en alguna cosa, para variar, que no me busquen porque soy popular o bonita o por tener tarjeta de crédito.

Hoy desperté odiándote. Otra vez. Odiarte se ha convertido en mi actividad favorita desde que te fuiste. Requiere menos esfuerzo que seguir amándote con la misma intensidad. Tenía tantas ganas de quererte una y otra vez hasta dejarte desnudo de mí, vacío de una piel que todavía te pertenece, quería soñarte hasta que tu mente se cansara y tu corazón fuese insensible a todo excepto a mí... Pero odiarte me gusta más. Despierto cada día pensando en los días que llevo sin pensarte, ahora soy yo quien se obsesiona con tu nombre, te sigo para espiar todo lo que haces, pero esto es sólo culpa tuya. Me gusta odiarte. Es una forma de mantenerme unida a ti.

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La playa Willy Heisinger Ojeda

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e día me baño en las aguas turquesa con el ánimo del vacacionista recién llegado. Ha sido el apremio de quitarme el bochorno de encima lo que me ha hecho bajar hasta aquí temprano. Hay quienes me echan en cara la cara de que todavía no termino de despertar. Traigo la noche pegada al cuerpo. Las sombrillas se me figuran enormes flores en las arenas. Y veo camastros para saltarles encima. Me pierdo en los titilantes destellos del mar tanto como en aquellos que despiden las gafas que las dos Evas llevan. No sé por qué abstrusas relaciones, la devoción con que comen esas paletas hace de mi mente el tendedero donde flamean sus bikinis rojos. Perfecto, bajo estos influjos la arena es suave como canela en polvo y a cada paso felices se expanden los pies. Meterse al mar es todo un proceso. Y éste, aunque templado, no es para mí la excepción. De los tobillos a las rodillas (las apacibles nubes me recuerdan mi poder de alta transfiguración), de las rodillas a la cintura (voy dejando que me idiotice el sol de verano), de la cintura al pecho (mientras tanto pienso que todo lo que da de comer a su vez come), de éste al cuello (¿el sol está devorando a quién?) y del cuello a la completa inmersión (así me redescubro en mi desnudez). ¡Oh, Dios, cómo le sangra la lengua al inconsciente! Le da jaqueca cuando lo dejan en jaque y mejor se escabulle como torpedo revestido en piel de mamífero acuático. De vez en cuando emerjo para echarle un ojo a mis pertenencias: una toalla y una mochila con las que me he

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apartado un espacio entre la multitud que no tarda. Ellas hablarán por mí en caso de ser necesario. En mi toalla impregno los humores de una santidad incomprendida. Mi mochila es a mí lo que la concha al cangrejo ermitaño. Con abrirla no sabrías qué guardo. De qué sirve tener bloqueador si no hay manos delicadas que te lo unten con delicia en la espalda. De qué sirve en todo caso tener una estúpida espalda. Ya sé: me haré el ahogado. Estaré a la espera de morder unos labios como las sandías. De esta palmera no caerá ningún prehistórico coco que me parta la cabeza y me derrame el propósito. Intermedio. El vacacionista se zambulle en un sueño: sobre las aguas pasan aves paradisiacas de las que aprende a jalar el mar a sus misterios. Como ellas, quiere levantar crestas que remojen su pecho, quiere que le nazcan plumas para hacerle cosquillas al miedo. ¿Escuchas tú también cómo invocan su nombre con imperio? Es la luna que custodia los cuerpos e infiltra en los sueños susurros y señuelos. Despierta, semilla del canto de fuego, despierta. La noche. ¿Cuánto tiempo he dormido? Esta hamaca es la telaraña. Las ámpulas, el ardor, los escalofríos, la inflamación: inequívocos síntomas de quien ha atravesado el sol. Soy un espejo que manda señales para rescatarse a sí mismo, mas no todo lo que reflejo descifro. Soy el escaparate donde se cumple un sacrificio. La luna me invita a meterme de


nuevo al mar. Porque me busca, correspondo; hacia ella alzo la mirada. Cómo confesar que me seduce, esta luna en que se suceden rostros, uno anulando al otro. ¡Au! ¿Y estas conchitas, de dónde han salido? Del talón me las llevo al oído, pero aún no sé qué es lo que se supone deba escuchar. Dejo que el flujo y reflujo bañen mis pies heridos por las alimañas. Luego me meto más para tenderme bocarriba sobre el inmenso colchón acuoso. Ya no pataleo, sólo floto. Los elementos me segmentan: una parte de mí bajo el agua y lo demás para el viento. Hago una estrella y me reconozco en el cosmos: cuestión de alinearse a la constelación bajo la cual tus bajos chacras y pezones respondan gustosos. El agua cierra

mis oídos y yo abro bien los ojos. Entonces comienzo a orar en voz alta, haciendo girar mi cuerpo por la acción de abrir y cerrar dulcemente brazos y piernas. A través de ondas me expando al infinito. Oro: el pecho es la caja de resonancia de tu cosmos interno. Oro: el pecho abarca hoyos negros y galaxias enteras y convulsiones históricas de todos los tiempos. Me pongo en pie. Veo flotar mis pellejos. El agua retoza a la altura de mis hombros. La luna sigue bañando mis ojos y no puedo más que tocarme. Así hasta que deposito la simiente fosforescente: clarito la veo coletear y perderse a lo lejos para ir a preñar mis sueños.

Caso Rosario G. Towns La joven escuálida y en facha estrafalaria, pasarelamente, entró al consultorio, se desplegó sobre el diván y cruzó mirada fatale con el analista. Le dijo ser de alcurnia, asistir a lujosos eventos, tener un guardarropa de diseñador, pasear en sitios exclusivos y relacionarse con la high. El revisó las notas y al terminar la sesión, le dijo: Señorita, usted definitivamente padece de snobsesión.

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Los lazos de la conciencia popular José Juan Cervera

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s tendencia común relacionar los libros con el conocimiento. Algunos de ellos lo extraen de las más profundas vetas de la experiencia colectiva, del viaje a las propias entrañas que todo pueblo consciente de sí emprende en el curso de los siglos, tal como lo demuestran los Relatos mayas tradicionales de Roberto López Méndez, obra que se nutre de tantas fuentes de reflexión que ningún tratado académico se propondría descifrar sin acercarse previamente a este mundo envolvente de la historia cultural yucateca. Su mirada incisiva circunda las corrientes subterráneas de la conciencia y destila encantos discretos, expone los registros íntimos del tejido social y los surcos del terreno en que florecen los lazos perdurables sobre los que la convivencia cotidiana instala su verdad.

Con su pluma sobria y elocuente, Roberto hace acopio de todos los recursos que la memoria histórica, la imaginación popular, la vivencia irrepetible y la crónica puntual contienen y encarnan, y que al igual se extienden y fructifican en la intrincada trama de una cultura tradicional vigorosa que se recrea en sus viviendas de modesta funcionalidad, en sus senderos pedregosos, en sus campos de cultivo y en aquellos rincones preñados de misterio que anidan en el recuerdo de las generaciones que han transmitido su legado hasta nuestros días. Cuánta verdad encierra el dicho de Bonfil Batalla referido al arraigo que las comunidades mesoamericanas ratifican al hacer conciencia de la variedad de significados que siguen comunicándoles los nombres de los espacios geográficos que habitan, cuya riqueza y sabiduría no alcanzan a comprender del todo 28

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quienes se rigen por criterios predominantemente occidentales. Los toponímicos son puentes de identidad que se combinan con las demás claves lingüísticas que la civilización maya diseñó para despejar el tránsito espiritual de sus hijos. Por ello, el modo con que se designan las localidades dice mucho de sus moradores actuales y pretéritos, lo que aunado a los vocablos de uso corriente mantiene la vigencia de un sistema filosófico que respira y fluye más allá de las formas letradas. La visión del mundo de nuestros antepasados, como las de otras culturas tradicionales de éste y de los demás continentes, se distingue por su vínculo respetuoso con el orden de la naturaleza; los reinos que la constituyen son, desde esta perspectiva, mucho más que objetos inanimados o seres de condición inferior a la humana; resultan, en cambio, compañeros de un viaje cósmico que mide la vida en logros que no siempre son tangibles y que, por ello desconciertan e inspiran desdén a quienes únicamente van en pos de su realización material. Son, además, signos que, en el sistema inteligible de la existencia terrenal, condensan y expresan la percepción de la experiencia personal fundida en un campo más vasto que la propia individualidad. Los testimonios, sucedidos y consejas que Roberto reunió en este libro provienen de los más variados puntos del territorio que ocupa nuestra península, y con ellos brinda someras descripciones de cada uno de estos sitios, sin incurrir en la superficialidad de la aproximación turística que con poco se contenta. En vez de ello, asocia los lugares recorridos con ciertas claves que contribuyen a desentrañar el ser colectivo que se recrea


al armonizar la tradición con la circunstancia actualizada que no admite fórmulas absolutas, ya que los hombres y las mujeres de ayer siguen vivos en sus enseñanzas, y la vigencia de ellas reside en su inserción flexible en los tiempos cambiantes. El pasado se honra en un presente que lo toma como referencia sin abstraerse de los retos que el sol ilumina en cada mañana nuestra. La tradición cultural de un pueblo como el yucateco no es excluyente, el conjunto de sus atributos étnicos se atiene venturoso a la posibilidad de enlazarse y dialogar con los que se extienden allende sus fronteras. Ésta es la clave del desarrollo de la civilización universal, pues toda expresión autóctona tiene el potencial de apropiarse y modificar prácticas y concepciones gestadas en ámbitos que, sin ser formalmente los suyos, acrecientan el caudal de recursos que apoyan con firmeza el reconocimiento del entorno. El aislamiento total es inconcebible, la historia del género humano se edifica sobre un contante trasiego de luces y colores que pueden engalanar por igual las más diversas comarcas, cada una fraguada en sus propias esencias. La obra de Roberto refuta el prejuicio falaz que asienta un presunto desorden en el pensamiento de las culturas tradicionales, como si en ellas únicamente alentara una amasijo de supersticiones y minucias, deformaciones y trazos nebulosos de una verdad que se pretende definir pomposamente desde el marco de concepciones

autoritarias y etnocéntricas. Muestra, en cambio, que su referente empírico trasciende el esbozo grotesco de insuficiencias morales e intelectuales con que se ha pretendido estigmatizar a las comunidades originarias. Sus creencias y nociones de vida constituyen un sistema que les permite adaptarse a su ambiente, como ocurre en toda colectividad humana, aunque con medios y resultados variables. No es necesario idealizar su estilo de vida para percatarnos de las cualidades que superan muchas prácticas autodestructivas de la sociedad de consumo, extraviada en su conformismo y en la búsqueda de satisfacciones inmediatas. La cultura maya denota una vitalidad asombrosa y una persistencia ejemplar que se expresan en formas simbólicas cuyo sentido de fondo no se advierte con la misma facilidad que proveen las comodidades urbanas, los mensajes vacíos y los despojos existenciales que se multiplican sobre un mundo en el que la lucha por restituirle su dignidad no pierde vigencia ni significado, sino que cobra nuevos impulsos cuando libros como éste contribuyen a afinar nuestra sensibilidad, a educar nuestra modestia y a irradiar la energía que distingue los esfuerzos bienhechores de la humanidad. López Méndez, Roberto. Relatos mayas tradicionales. Mérida, Instituto de Cultura de Yucatán, 2011.

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Azul y Rojo Ángel Manuel Cura Canché

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a lluvia de plomo caía sin cesar sobre la ciudad, el contacto con la tierra provocaba fuego, destrucción y muerte. El calor era abrasador. El sol bebía sangre. La fuerza de las detonaciones rompía por completo los edificios de concreto. El temblor hacia pensar que la tierra se abriría. Olor a pólvora en el ambiente. El tapiz de restos humanos en carreteras y aceras. Todo alrededor estaba teñido de rojo. La lluvia de fuego no cesaba, el escombro ardía. Cristales de las ventanas hechos polvo por las ondas expansivas que se extendían por toda la ciudad. Cielo rojo. El ambiente se coronaba con aves metálicas que sobrevolaban la ciudad, soltando su carga. La tierra retumbó una y otra vez. El fuego cesó, las aves se retiraron. Se escuchaba el sonido de las flamas comiendo lo que encontraban. Explosiones aisladas de transportes de gasolina. La ciudad completa bajo incendio, ningún lugar quedó a salvo. El fuego consumía poco a poco lo que alguna vez había sido un lugar propio para la civilización. Apareció. El avión volaba alto, gigante en comparación a los demás, llevaba la carga fatal. El final iba a definirse con hidrógeno. La reacción en cadena eliminaría hasta la vida microscópica. Dio un giro para ubicarse en las coordenadas correctas. Niveló las alas. Distinguía al objetivo desde la gran altura en la que sobrevolaba. Tomó su posición. Fuego.

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La carga cayó en picada. El avión, sin tripular, sería destruido también. La bola metálica se movía con rapidez de manera vertical dirigiéndose al suelo. La programación del artefacto era precisa y eficaz. ¿Era el final? Estalló en el aire con una potencia extrema, se tragó el aire, absorbió lo poco que quedaba de destrucción irracional. Los pocos edificios, en pie, se cocinaron por la explosión. Un brillante resplandor cubrió el horizonte e impedía ver. El brillo desapareció poco a poco, nada estaba en pie porque no sobrevivió nada. Era un desierto escarlata, bajo un cielo rojo ante un ejército Rojo. Bajo el fino polvo escarlata se escondía un reducto vital. El ejército Azul, defensores de la ciudad acabada de destruir, logró refugiarse en un bunker a cien metros bajo tierra. Fue imposible salvar a miles de habitantes, entonces, se eligió una dolorosa opción. El bunker daba cabida a un ejército básico, armados por tres mil soldados con todo lo necesario, pero el espacio sobrante impedía la presencia de otros tres mil, sin embargo, era posible ocuparlo con mil. La ciudad viendo su irremediable suerte, mandó a sus hijos a protegerse con el ejército. Al ser menor el tamaño de los niños pudieron, éstos, caber con la armada. Unos mil quinientos niños estaban con sus protectores. Ahí pudieron mantenerse durante un mes. Todo estaba en silencio afuera. El aire caliente soplaba sobre la arena roja. La puerta del bunker se abrió y el general Azul Dorado ordenó a todos salir. Ninguno de ellos estaba


dispuesto a morir, habían sobrevivido un mes. Sacaron a los niños, también los alimentos. La misión era simple y difícil, tenían que caminar bajo el sol abrasador para salvar a los pequeños y llevarlos sanos y salvos a un nuevo destino. Querían evitar, a toda costa, la desaparición de esta nueva generación. El tiempo estaba en su contra, muchos de ellos morirían en el camino. Cruzarían el desierto para llegar al puerto, ahí los esperarían los barcos mandados a su rescate. La mayoría se salvaría, más sus posibilidades serían nulas si los descubre el Ejército Rojo. Se aventuraron en las profundas arenas mortales, viajaron durante una larga semana. Para ese momento se percataron que algo se movía a lo lejos. Era un gran número de hombres uniformados con el color del cielo y la tierra, rojos como la sangre misma. El Ejército Rojo se aproximaba a gran velocidad hacia ellos. Los azules se alistaron para la batalla final, pusieron a los niños detrás de su barrera celeste de hombres. Apuntaron sus armas para resistir por última vez. Los rojos traían tanques, aviones, jeeps y eran muchos más en comparación de sus oponentes ya que contaban con el triple de soldados. Éstos se formaron al frente formando una barrera roja a unos quince metros de los azules y los rojos se alistaron para la batalla. Un silencio sepulcral cubrió la escena. No había esperanza. La boca de la tumba se abría para todos. Cualquiera podría morir entre el fuego cruzado. El final llegó, no todavía no. Para una niña no. La niña iba vestida de blanco con cabello negro y tez de porcelana. Al mirar al suelo, encontró una flor plateada. La recogió.

Fue filtrándose entre sus protectores hasta llegar al frente, los soldados la miraban atónitos. Ella corrió de pronto avanzando hacia el Ejército Rojo. Los Azules le gritaban para que regresara, pero ella siguió su paso con flor en mano. Los Rojos no dispararían a una niña ¿O sí? El suspenso entró en cada uno de los elementos defensores. La pequeña, llegó hasta el Oficial Mayor Red y le entregó la flor. Él la tomó con la izquierda, quitó sus lentes negros y observó atentamente a la niña y a la flor. Los demás niños encontraron más flores donde ellos estaban parados, las tomaron e hicieron lo mismo. Todos los soldados del Ejército Rojo recibieron flores de distintos colores: verdes, rojas, amarillas, azules, moradas, blancas, naranjas, sin embargo la plateada era única. El viento soplaba con voz suave. Se escuchó una potente voz, la del Oficial Mayor Red. "Estos niños son inocentes de nuestros problemas" el Mayor hablaba a su ejército. "¿A dónde los llevan?" preguntó a los Azules. Ellos dijeron que al Puerto. El Oficial Mayor levantó a la niña y ordenó: "Llévense a todos los niños al puerto para que estén a salvo" Pidió a uno de sus subordinados venir hacia él. Le dijo algo en su oído. Los infantes se salvaron. Subieron a los barcos. Llegaron a otra tierra. Hicieron vidas nuevas, lejos de la guerra y la muerte. A sus protectores nunca los volvieron a ver, pero cuando fueron mayores contaban que, en el momento cuando los Rojos los alejaron del campo de batalla, escucharon muchas metralletas hacer fuego.

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Todo puede pasar bajo el cielo Alfredo Yanez

l marido llego antes que el amanecer. Aquella noche lluviosa, me encontraba desnudo sin un sólo pétalo de ropa. Recorrí calles pisando y saltando los charcos, mimetizándome entre los refugios de oscuridad: algún arbusto, un poste, callejón o carro.

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Hice la parada a un taxi, se estacionó el vehículo y entre lo más rápido que pude, mencione la dirección y el conductor arrancó hacia el destino. El taxista no deja de ver mi rostro por el retrovisor. Me cuestionaba sin preguntarme. Llegamos al destino, habíamos quedado de acuerdo que le enviaría el dinero en unos instantes, bajé corriendo, entre tan rápido al hotel que no recuerdo si había alguna persona en el trayecto. Ya en el cuarto, me di un baño y preparé una taza de té. Sólo podía pensar en lo sucedido. El plan B, no funcionó. Debo de aprender a diseñar más opciones, son tantas las letras y números que existen. ¿Que estará sucediendo en casa de Magdalena? Las luces de su cuarto no se apagaron. Me siento como un soldado que ha abandonado la guerra. Tantas situaciones sucedieron el día de hoy. Magdalena era un amor juvenil, amante esporádica que el tiempo se encargó de alejar. Este fin de semana, mi actual empleo me mandó a esta ciudad para realizar algunas diligencias, desde que me enteré de la noticia, me emocioné al pensar que podría hallarla, pero quién encuentra la aguja en el pajar. Hoy, el último día de mi estancia, decidí ir al parque 36

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en busca de una cafetería. En el camino observé a una mujer de ropa blanca, delgada como su sonrisa, leyendo un libro. Al estar más cerca, contemplé en detalle su rostro, ¿será ella?, o podría ser una de esas ocasiones que piensas en alguien y la imaginas en otras personas. La mujer levantó su rostro, nos miramos y al reconocerme, pude percatar una explosión de luz en sus ojos. La saludé de forma cortés, me senté a su costado, en aquel parque hablamos hasta que el sol nos privó de su luz. Me invitó a cenar en su casa y sin titubear accedí. Llegamos a su domicilio, una casa de dos pisos, el interior de su sala ordenado, las paredes pintadas de un amarillo muy tenue. Esperé en la mesa, frente a mí un reloj antiguo de péndulo marcaba las 7 p.m. La cena ocurría de la manera más formal. Dos amigos adultos, conversando de trabajo, familia, el clima. Se levantó un momento, tomó una botella de vino francés y llenó dos copas hasta la mitad, la plática condujo hacia la última vez en que nos vimos. -Lo recuerdo bien- dije -Fue en una playa del Caribe, noche sin luna. Nos sentamos en la arena y me diste la noticia de que empezarías una relación seria y que nuestros encuentros tendrían que llegar a su fin. Argumenté que era una decisión sabia, me acerqué y te susurré al oído que deberíamos pasar una última noche juntos, intenté besarte pero no accediste- Magdalena atenta a mi narración, observaba fijamente la pared de la sala como si se proyectaran las imágenes.


Le toqué el brazo y dije: ¿Cómo pudiste rechazar el beso de un poeta? Me miró y sonrío. En aquel instante sentí que se creaba una especie de atmósfera, puerta que atraviesan amantes, preámbulo de tensión que antecede al primer beso. Acercamos los rostros, sonreímos, acaricié su mejilla, hundí mis dedos en su cabello, al mismo tiempo que mencioné -Estás hermosa, tengo tantas ganas de besarte, pero entiendo tu situación, no quiero ser el culpable de problemas futuros. Ella colocó su dedo en mi boca, luego dijo: Sabes, aún conservas ese imán-timidez, los momentos en la vida no dan marcha atrás, el amor es un mar inmenso. Se acercó a mi oído -mencionó la frase de aquel poeta argentinono hagamos el amor, dejemos que el amor nos haga, no habrá culpables para mañana. Quedé sorprendido por su madurez, la besé despacio, con dudas, como si caminara hacia la muerte. Mis brazos como víboras rodearon su espalda, la desvestí; con los torsos desnudos, nos abrazamos, apliqué fuerza para apretar su cuerpo contra el mío. Sintió una naciente erección entre mis pantalones, sus manos blandas me acariciaron con un movimiento de arriba hacia abajo, de forma lenta, luego alzó la mirada y sonreía como una niña traviesa. Éramos los mismos de ayer, con diferentes actitudes, nuevas formas de besar, de tocar el cuerpo desnudo sin pensar en el mañana. Mi mano derecha paseó en medio de sus pechos, la tomé por la cintura, con mis besos viajé a través de su boca, mejilla, cuello, y seguí bajando, su seno izquierdo lo empecé a morder de forma suave, alrededor de la areola, en el rostro de ella apareció un gesto de dolor -placer, se estremecía, sentí erizar sus brazos, sus muslos. Me tomó de la barbilla y acercó mis labios a los suyos, luego se colocó

detrás de mí, me abrazó- sentí la firmeza de sus pezones en mi espalda, astillando, reclamándome el tiempo perdido, volvió a besar y morderme el cuello y fue bajando, bajando. Retiró el cinturón de mi pantalón, el calzoncillo, luego mordió fuerte mi nalga derecha -realmente me dolió. Ella al ver mi reacción se sentó en el sillón a reírse y reírse. Cruzamos la mirada, quedamos en silencio, observé sus hermosos muslos, sus pechos, los lunares en su piel blanca resaltaban, formaban constelaciones. Me sentía tranquilo y excitado, apenado y desinhibido, enamorado y atraído. Los amantes siempre serán amantes cuando viajan en el tiempo en secreto. Me acerqué y la besé presuroso, sin dudas; quién piensa en la muerte cuando ama. El reloj de péndulo marcaba las 3:00 a.m. Al igual que toda la ropa, dejamos caer los cuerpos en el piso. De repente toda la sala quedó alumbrada. Dos faros de automóvil eran su origen. -¡Mi marido!- dijo Magdalena. Emprendimos una huída, no había tiempo para pensar, ella recogió la ropa y me señalaba la dirección para la puerta de atrás, tiró las prendas en el espacio para lavar. Me despidió sin beso y salí hacía el patio. Quedé solitario en aquella calle sin un pétalo de ropa encima. ¿Cuánto tiempo pasará para volvernos a encontrar? ¿Qué estará sucediendo en la casa de Magdalena? ¿Cuántas historias de amor se estarán viviendo ahora, bajo el cielo de esta noche? Suspiro, pienso en la distancia, en mi esposa, siento escalofrió, me invade la duda, tengo que hacer una llamada, ¿que estará pasando en casa, con mi mujer?

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La forma del agua Nadia Contreras recí contemplando el agua, siempre desnuda, transparente. La bañera, en aquellos años, era mi estancia favorita, la tibieza y el vapor íntimo que lo envuelve todo con absoluto abrazo. A diferencia de mi madre, que odiaba el agua en los pretiles de la cocina, yo veía en ella, el color fundido de los astros. Me gustaba sentir las manos húmedas y que esta humedad diera forma a las cosas: la mesa, el piano, los libros, las fotografías, los senos de mi madre.

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Como si fuera una niña de mi edad, mi madre reía y jugaba dentro de aquella bañera. El agua humedecía dulcemente su cuerpo. Nunca me había fijado en sus senos, macizos y grandes como toronjas. Mi madre, no se esforzaba por ocultarlos. A mi fijación por el agua, agregué un elemento más: los senos. A partir de aquel día, mi padre se había marchado, comencé a dormir en su cama. Dormía acurrucado en sus pechos. Cuando cumplí veinte, mi madre, se mantenía tan joven como una muchacha de mi edad. La bañera y la cama eran los sitios más importantes de la casa. Jugábamos a meter la mano hasta encontrar, ella mi sexo, y yo aquella parte que, una vez encendida, le reventaba los pezones. Yo temblaba cuando los veía como una llave abierta dejando salir el agua de los mares. Me concentraba luego en mis manos y los estrujaba. Sí, los estrujaba. Los días pasaban tranquilos. Una tarde, mi madre y sus tres hermanas decidieron viajar a la playa. Un poco de sal, no nos hará daño, dijo, y comenzó a preparar una pequeña maleta. En mi corazón destilaban las alegrías. A seis horas de camino, la playa se dibujaba en un infinito azul tejido. A la mañana siguiente, cuando mi madre y sus hermanas se sumergían en olas inquietas, la mujer de deseos, me había pedido minutos antes acariciar sus piernas y aquella raja punzante de sensaciones. Sus senos, sin embargo, crecían cada vez, no con la timidez de una madre frente al hijo, si no con la fiebre de la mujer ante el amante. Mi madre levantó la mirada, sus ojos negros al cielo, y acercó mi mano a su entrepierna. Yo noté cómo se humedecía. Las cuatro mujeres se alejaron de la playa. Yo las veía más allá de las olas. Luego, enterraron sus cuerpos en la arena y sus senos, al descubierto, eran una carne lechosa. Lo ocurrido en la habitación, me pareció soso, insignificante. La escena que ahora tenía frente a mis ojos, arrojaba dentro de mí, una especie de electricidad. Y ocurrió lo que debía ocurrir, por primera vez. Mi sexo jugoso, palpitante. Cuando éste recuperó el tamaño y mis calzoncillos eran una mancha blanca y fría, mi madre comenzó a gritar como una loca y sus hermanas se perdían entre la demás gente. Recuerdo sus gritos y el dedo de una de sus manos apuntándome como si fuera un cuchillo o una pistola. Se fue gritando y sus senos, húmedos aún, rebotaban como pelotas desinfladas.

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Breve reflexión sobre el Arte en México... y en Yucatán Ramón González

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l arte en México de manera oficial o para ser validado debe ser presentado en el Distrito Federal y es normal que ahí, siguiendo la tradición centralista de México, sea donde se concentran los Órganos de Cultura, Escuelas y Museos Nacionales. Lo que se genera en el resto del país debe llevarse al DF para ser legitimado, y/o tomado en cuenta. Podría decirse que es una Cultura a-normal1 cualquier manifestación cultural que no se dé en el DF, ya que lo normal es que sólo haya arte en la Ciudad de México y el resto sea percibido como la primitiva provincia. Existen otras dos ciudades "válidas" como generadoras de cultura que son Guadalajara y Monterrey. Pero es un error asumir que en el resto del país no se hace algo; tomemos como ejemplo el caso de Yucatán, que literalmente podría decirse es un "país distinto" dentro de México por las diferencias culturales con el resto de la república, pero en ese lugar apartado de la Federación también se genera cultura y arte. Mientras que en la Ciudad de México la oferta cultural en cuanto a museos y galerías es amplia, en el caso de Yucatán no hay ningún Museo de Arte propiedad del estado, el Museo de Arte Contemporáneo de Yucatán (Macay) es una asociación civil que funciona con apoyo del gobierno y donaciones; son escasas las galerías que abordan "nuevas" propuestas con profesionalismo, entendiéndose por nuevas que si bien se han planteado propuestas similares en otras partes del mundo en Yucatán se presentan por primera vez. 1

Modos de hacer Arte El arte es sumamente complejo; por un lado para que algo sea considerado arte debe ser validado por medios complejos y por otro lado, el arte es más tolerante que las personas que se dedican a él y público general, ya que acepta propuestas de toda índole y permanencia. La multiculturalidad en la multiplicidad autoral dentro de un entorno alter-mundializador en los modos de hacer arte, nos lleva a biografías puntuales en la creación, en contraposición a los modos de producción en la era de la reproductibilidad de la obra por medios tecnológicos. No hay una fórmula para hacer arte, hay historias individuales de vida las cuales llevan a la creación del mismo. Es necesario leer las biografías, entrevistas y bibliografías para tener un mejor entendimiento del cuerpo de obra de un artista en particular y lo que significó/a cada pieza y/o serie en particular. Esto significa que hay varios lugares de origen para los autores de arte y no solo la normalidad; en el caso de México, no todos los artistas nacieron en la Ciudad de México y tampoco todos son formados en las escuelas de arte del DF. En el caso de Yucatán no todos nacieron y son formados en Mérida. El mundo en su cambio constante y, gracias al bombardeo de información, el deterioro cultural de ideas es acelerado; el artista y su obra en un par de meses quedan en el olvido, esto aunado a la falta de una adecuada documentación de obra

Uso el término Cultura a-normal planteado por Rían Lozano en el sentido de que no es normal la generación de cultura en otra parte que no sea la Ciudad de México, en el caso de México. RÍAN-LOZANO. "PRÁCTICAS CULTURALES A-NORMALES, un ensayo alter mundializador." UNAM, México. 2010.

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para su perdurabilidad. El autor de una obra se vuelve anónimo, su obra se difunde de manera acelerada por los medios digitales, la imagen se repite de manera digital en internet en un corto periodo de tiempo y mientras esto sucede aparecen nuevas imágenes, dejando de lado una reflexión profunda ante la obra planteada. La permanencia se logra con base en el trabajo constante, la difusión y una adecuada documentación. Sólo las personas que han adquirido un conocimiento especializado son capaces de entender el arte contemporáneo. Mediante la profesionalización de las artes y la divulgación del conocimiento académico más personas tendrán acceso a la llamada alta cultura. Las inteligencias colectivas en la mayoría de los casos presentan una dicotomía y atraso con las búsquedas estéticas y teorías del arte. Aun cuando varios artistas hayan roto con la modernidad no significa que la sociedad lo haya hecho, aún cuando algunos artistas hayan superado la posmodernidad no significa que la sociedad lo haya hecho, etcétera. Un claro ejemplo es que la sociedad aun no ha superado la búsqueda decimonónica de la belleza. Dando razón en cierto sentido a lo planteado por Jake y Dinos Chapman2: "La obra de arte tiene que ser defendida de la opinión pública y al público de la obra de arte".

Una de las discusiones implícitas en el arte (contemporáneo, actual, de hoy) en México es por un lado el apoyo a las artes no tradicionales y una negación a la plástica, y por otro lado se plantea un regreso a los medios tradicionales (principalmente la pintura) al no aceptar el arte conceptual. Y todo lo atrapado entre estas dos posturas pareciera no tener cabida. Esta forma de discriminación por como son concebidas las obras, habla de posturas retrógradas por ambos 2 3

lados, cuando en el mejor de los casos se debería discutir acerca del significado y significantes de las mismas, y como fueron ejecutadas. Un claro problema es la falta de entendimiento por parte de quienes no comprenden el arte conceptual ya que éste ha llegado a un nivel de sofisticación en el cual es necesario un conocimiento previo de teorías de arte para un entendimiento puntual. Y por otro lado el desdén de la plástica nos ha llevado a una democratización del arte donde no es necesaria la habilidad técnica, aparentemente. Sin embargo en el arte conceptual sí hay técnica sólo que es diferente a la tradicional, aunque hay elementos en común en cuanto a composición; se puede hablar de espacio en una pintura y también en un performace, aunque es obvio que para ambos lo que significa el espacio es diferente. Si hacemos una revisión de la historia del arte en México, jamás se han abandonado las artes tradicionales, entiéndase pintura, escultura, gráfica y fotografía; y las artes no tradicionales ya llevan el tiempo suficiente para considerar una tradición del arte conceptual en México, es decir, con la llegada del arte conceptual se amplió y se amplían las posibilidades del arte; así pues la pintura, la escultura, la gráfica y la fotografía no necesitan ser rescatadas. Aterrizando la discusión a la realidad yucateca, se reproduce esta discusión a nivel nacional entre los que abogan por un regreso a la tradición y los que abrazan el arte conceptual y desdeñan la tradición. Es fácilmente identificable quienes desdeñan la tradición de manera explícita y/o implícita, en su mayoría es gente que estudió/ a o trabaja en la ESAY3. En Yucatán por otro lado si hubo/hay un abandono de la gráfica, se dejó de hacer, y existe

http://m.guardian.co.uk/artanddesign/2006/dec/03/art.gilbertandgeorge Escuela Superior de Artes de Yucatán. Fundada en el 2006. delatripa: narrativa y algo más

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el esfuerzo puntual de EX-GRAFICA AC para su recuperación y valoración, mediante la generación de obra, cursos presenciales, manuales de grabado y difusión de obra.

Los modos de producción. "EL CONCEPTO DE CULTURA ES PROFUNDAMENTE REACCIONARIO. Es una manera de separar actividades semióticas (actividades de orientación en el mundo social y cósmico) en una serie de esferas, a las que son remitidos los hombres. Una vez que son aisladas, tales actividades son estandarizadas, instituidas potencial o realmente y capitalizadas por el modo de semiotización dominante; es decir, son escindidas de sus realidades políticas." Félix Guattari y Suely Rolnik4 Cuando se empiezan a hacer productos: apolíticos, sin contenido, sin discurso, sin concepto, sin literatura, sin aristas, decorativos, derivativos de la obra de otros autores, llamativos, que no hieren sensibilidades, carentes de discurso/ concepto/idea, y vendibles como objeto y/o proyecto no se hace arte, sino que hay estandarización del pensamiento y de lo que se hace con fines comerciales, vender un producto como arte es un fraude. Los productos pueden ser ocupados con fines políticos para enarbolar el discurso de que se apoya el arte, siempre y cuando no incomode. En un texto anterior planteé cómo se hacen productos en Yucatán5, donde no hay un mercado del arte, los artistas son serviles al estado, aun no

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se supera la escuela mexicana de pintura, hacen pinturas abstractas muy similares a las que venden en Sears o Liverpool. Hay fenómenos similares en toda la república, la gran diferencia es que en el DF si se puede hablar de un mercado del arte; en cierto sentido MACO6 es un ejemplo de ello. Y aun así se puede afirmar que a nivel nacional no hay un mercado del arte.

Crítica. En cuanto a la crítica a nivel nacional, Pinto Mi Raya son quienes más autoridad tendrían para hablar sobre el tema de la crítica, ya que han hecho un compendio hemerográfico titulado "Políticas culturales y broncas institucionales" el cual es un DVD que incluye cerca de 2,700 textos de opinión publicados entre 1991 y 2012 en los principales diarios (y blogs desde 2008) todos acerca de cultura7. Han aparecido casos coyunturales de anónimos, en páginas de likes de facebook como Kurizambutto8, Memes artísticos9, Kurmasputto10, que si bien generan imágenes con frases puntuales (memes), no generan textos de crítica que sustenten dichas imágenes con algún responsable que firme por ellos. Y tenemos a Avelina Lésper. En lo personal sus postulados me parecen un plagio a las ideas de Samuel Ramos y José Carlos Mariátegui, entre otros. Ideas planteadas hace más de 50 años, algunas aún vigentes, otras no, por el paso del tiempo, y que Lésper por ignorancia plantea como propias.

http://estafeta-gabrielpulecio.blogspot.mx/2009/05/felix-guattari-y-suely-rolnik-cultura.html

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http://ex-grafica.blogspot.mx/2013/04/modos-de-produccion-artistica-en.html

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Zona Maco México Arte Contemporáneo. http://www.zonamaco.com/

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http://www.pintomiraya.com/redes/piezas-sueltas.html

8

https://www.facebook.com/pages/Kurizambutto/477222375647671?fref=ts

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https://www.facebook.com/MemesArtisticos?fref=ts

10

https://www.facebook.com/kuramasputo?fref=ts

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Con respecto al programa que ella hace para Milenio, pienso que un formato ágil para mostrar la obra de artistas y con una pequeña entrevista es el que manejan los programas Art21 y TateShots en los cuales aparece únicamente el artista y su obra, el entrevistador no sale. En el programa de Milenio aparece ella a cuadro casi al mismo tiempo que el artista sin que hubiera necesidad de ello. Uno de los criterios del show de Lésper es eliminar cualquier disciplina que no fuera la pintura; no tienen cabida la gráfica, la escultura y mucho menos las artes no tradicionales. Sus criterios generales de selección los desconozco exceptuando la trayectoria, criterio que resulta ambiguo ya que equipara trayectorias de más de 30 años con algunas de menos de una década. Al parecer Avelina Lésper desconoce todo lo que hace CONACULTA11 (el canal 22 entre sus esfuerzos), desconoce el trabajo del CENIDIAP 12 , desconoce al Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM13 con más 30 mil tomos de arte (toda una biblioteca) y TV UNAM. Plantea que Milenio por hacer 34 catálogos ha formado Enciclopedia de la pintura Mexicana que tanta falta hace (como si no hubiera documentos o catálogos generados por museos y galerías). Afirma que se les dio libertad absoluta a los creadores siempre y cuando hagan el encargo del tema.14 También abordó el delicado caso de la familia Cuevas, en un artículo con respecto a MACO, sin pruebas, ni testigos, como una nota de espectáculos pero publicada en la sección cultural15. En las "críticas" de Avelina Lésper no hay

bibliografía, a diferencia de los textos serios de arte. A título personal, es interesante el trabajo generado por Textos AC16. En el caso de Yucatán la crítica de obra que se genera corresponde a lo que Ida Rodríguez Prampolini escribe respecto a la crítica de arte del siglo XIX: "Esta primera necesidad vital de afianzamiento y definición del Ser los llevó, sobre todo los primeros años, a un exacerbado patriotismo, que se refleja en la crítica, no sólo por las desmedidas alabanzas a los artistas y a sus obras, por mediocres que ellas fueran, sino que, intercaladas en las crónicas y escritos de arte encontramos, siempre mezcladas, loas y alabanzas al país, a sus habitantes y a todo lo que él y ellos producen" En cuanto a crítica a instituciones culturales solo EX-GRAFICA, AC, las genera de manera constante mediante su blog17, algo inédito en Yucatán, ya que hay un silencio tácito y servilismo al gobierno de parte de la comunidad artística. El trabajo que se hace en ese sentido se había dejado de hacer en Yucatán desde hace mas de 50 años, esto significa el abrir un espacio para la crítica que no existía. Un espacio que poco a poco va cobrando más importancia. El diferir de que todo esta bien, representa ser vetado del sistema yucateco, que no ha entendido la importancia de la crítica, ya que sirve para señalar los errores y crecer a partir de ellos.

11

Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

12

El Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas

13

Universidad Nacional Autónoma de México.

14

http://www.youtube.com/watch?v=BrfJMPKrOF0

15

http://www.avelinalesper.com/2013/04/las-apariencias-asumanlo-son-lo-que.html

16

http://textos-ac.com/

17

http://ex-grafica.blogspot.mx/ delatripa: narrativa y algo más

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Cuatro minificciones Roger Vilar

El reflejo de Míster Raven Nevermore La lluvia con su aliento frío une piedras y almas. Mister Raven Nevermore, con gabardina negra y paraguas, llega a la puerta de su casa. Gorgonas talladas en las planchas de roble y grandes clavos herrumbrosos reciben la sombra de una llave. Entra. El vendaval bate las ventanas. Una vela parpadeante ilumina los muebles isabelinos. En un sillón un escritor compone un poema a Leonor. Musita su nombre y llora. "Ha de ser Poe", se dice Mister Raven Nevermore. Se despoja de la gabardina, cuelga el paraguas, y chasquea su afilado pico de ave. Abre la mano, salen las afiladas garras. Ya tiene a Edgar a su alcance. Escucha sus meditaciones."The death of a beutiful woman is, unquestionablly, the most poetical topic in the world". Raven disfruta la frase. Quisiera escuchar más. Algo que hiera de belleza su alma. Mira la madera con volutas oscuras. La talla de algún maestro perdido en el pasado. Clava sus garras en los brazos de Poe y le da un picotazo en la nuca. Siente como se quiebra una de sus vértebras. Edgar profiere un bellísimo verso. "…dreaming dreams no mortals ever dared to dream before." Mister Raven cree morir dulcemente en esas líneas. Quiere escuchar más. Pero el poeta calla. Entonces destroza a picotazos su cuello y su cabeza. Un gran silencio se extiende sobre la alcoba. Las sombras se alargan en el suelo. Mister Raven da la vuelta, quiere contemplar la cara de Poe para averiguar su mudez. Pero no hay nada del otro lado. Tan sólo un espejo en el que Mister Raven ve su faz de cuervo antiguo y majestuoso.

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Gucumatz Sé que el cielo está vacío. Sé que no existe nadie que pueda articular la palabra cielo ni concebir su vacuidad. La palabra es un don de los hombres, no de los dioses. Por tanto, haber constatado esta ausencia de astros y galaxias es una designación que en mí no tiene razón de ser. Las palabras engendran el tiempo, ponen en marcha mi ocaso, pues un dios bajo los siglos es como un pez en el desierto, la piel se le calcina en el decursar de la arena mientras se añora aquel momento antiguo en que todo estaba en suspenso. Cuando sólo existía un cielo infinito sobre un mar infinito. Sus aguas son frías, y a veces el esplendor de unas plumas interrumpen su quietud. Las plumas se agitan, sus colores llamativos atraen al dios que se cobija bajo ellas y comienza a soñar las sílabas, los nombres, las oraciones... Yo fui ese dios. En mi pesadilla suicida pronuncié la palabra luz, la palabra sol, la palabra luna, y los días comenzaron a rodar. Hubiera podido sustraerme a ese ensueño, hubiera podido huir a grutas donde la luz del astro no fuese más que una quimera. Pero era hechizante, y tras las primeras formas intuí otras más siniestras aun. La insondable serpiente sobre la que los guerreros levantaron Chichén Itzá. La partícula de infinitud que enmascara al Coodz Poop. Y cuando ya no me quedó ninguna historia que urdir, ningún milenio por configurar, mis últimos sueños se diseminaron en la selva interminable. Ahora el cedro y el roble con sus raíces me sumergen en el silencio de la tierra. No oigo a las hormigas correr en sus cuevas ni al agua circular en el subsuelo. Ignoro si los minerales siguen intercambiando moléculas. El tiempo que yo mismo inventé me ha convertido en su víctima. Ya nadie me necesita.

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La condena Tzu, el "vaticinador de los sueños" era un extraño funcionario de la corte china que en lugar de adivinar la realidad de la cosecha o el desenlace de una batalla inminente, auguraba los sueños de la nobleza para el próximo año. Esta gracia onírica preocupaba hondamente al emperador Xiang, sobre todo porque el siguiente año, mil doscientos después de Cristo, según nuestro calendario, al cerrar sus párpados vería durante 99 noches el cadáver de su madre, la emperatriz, asesinada durante la infancia del monarca. Xiang no supo si fue terror, odio, o rabia lo que sintió al imaginar la cercanía de tan ominoso sueño, no lo sabía, no, pero sin titubear condenó al "vaticinador de los sueños" a transformarse en una pesadilla. Las órdenes imperiales eran incontrovertibles, por lo que una cuadrilla de soldados abandonó a Tzu en los desiertos de Mongolia. Desde entonces el esperpento del chino, descalzo y con harapos, se les aparece a los nómadas en las encrucijadas y en las tormentas de arena.

Julio Ruelas muere en París El buche de sangre cayó sonoro en la escupidera. Tal vez se deslizaban allí pedazos de pulmones, de hígado… Hacía días que no se levantaba de la cama en aquel hotel de París gris y frío. Venían a verlo amigos, pero la fiebre y el delirio le impedían saber de quienes se trataba. Sólo notaba con claridad un ser que revoloteaba en las esquinas del cuarto. Era rechoncho, con alas de mosca, tetas de mujer (obesas), usaba gafas, tenía orejas de murciélago, y un pico largo y afilado. El ente parecía habitar tanto el sueño como la vigilia. Se dormía Julio Ruelas y veía la gran catedral de Zacatecas, de cantera rosa, barroca, con los dos campanarios, y en el de la derecha el abejorro regordete volaba entre las campanas. En esta ocasión portaba un largo rosario para sus rezos y un velo de mujer, semitransparente, cubría su rostro. Ruelas, entonces, era un niño de 7 años, y fue el único habitante de Zacatecas que vio al extraño feligrés. Pasaron los años, olvidó al gran moscardón andrógino. Ahora echaba un nuevo buche de sangre, los dientes se aflojaban, y también caían tintineantes. Entonces el abejorro se acercó, se plantó en el pecho de Ruelas, y dirigió su afilado pico la garganta. Empezó a destrozarle la tráquea, luego picó la columna vertebral, rompió huesos y nervios… El alma de Ruelas salía quejumbrosa. El ser alado la absorbió lentamente a través del pico y se la llevó volando sobre los tejados de París.

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Novela por entregas Andrés Galindo Que un hombre escriba un cuento y compruebe que éste se desarrolla contra sus intenciones; que los personajes no obren como él quería; que ocurran hechos no previstos por él y que se acerque a una catástrofe, que él trate, en vano, de eludir. Este cuento podría prefigurar su propio destino y uno de los personajes sería él. -Nathaniel Hawthorne

Algo para contar Que no se diga que este escritor no quiso salvar a la princesa. Lo tenía todo: un escudo y una espada; una capa mágica y un corcel alado; un sueño y una máquina. No le asustaban las fauces del dragón ni la página en blanco. Sabía dibujar hasta los rasgos más íntimos de su Dulcinea: desde el atrevido escote hasta el sugerente cruce de sus piernas. Podía penetrar, a través de sus ojos, hasta en lo más íntimo de sus deseos. Los dedos contra el teclado marcaban el ritmo de sus pasos en esta ciudad oscura de falsas esperanzas. Lo que no tenía era memoria para salvar ciento diez palabras.

La princesa de las 110 palabras No suelo ser una lectora pasiva. Las mujeres de mi familia nunca lo han sido. Por eso, cuando ese escritorzuelo de pacotilla me dedicó una novela entera quise ir a apostrofarlo. Tomé mi cartera de mano, mi gabardina roja y mis ganas de odiar al mundo. Cerré la puerta, abordé el párrafo de las tres y quince; caminé por el borde de dos o tres líneas mal redactadas y cuando llegué a eso de "Los dedos contra el teclado marcaban el ritmo de sus pasos en esta ciudad oscura de falsas esperanzas" el tacón de mi zapatilla se rompió en un acento o en una vocal confundida. No sé si enojada o triste, me senté al borde de una palabra errada, con su mayúscula que dejaba mis pies en volandas. Y ahí estaba yo, odiando al escritor y al mundo; hasta que llegó Tristán. -¿Eres Isolda? -preguntó.

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Nunca terceras partes fueron buenas Claro, me hubiera gustado que fueras Tristán. Y a mí me hubiera gustado llamarme Isolda. Apenas éramos Ana y Tomás. Estaba sentada, leyendo esa estúpida ficción que me había dedicado ese escritor venido a menos cuando llegaste y, como dicen Las noches árabes, nuestras miradas se juntaron fatídicamente. Como suele suceder, fundamos mitologías y caminamos dos o tres páginas tomados de la mano, deteniéndonos en cada coma, en cada punto y coma; nos amábamos como dos puntos: presagiando un beso o un te quiero. Yo siempre me he preguntado: si un día conoces a alguien, te enamoras y escribes dos o tres versos, ¿en qué momento todo, y digo TODO, comienza a irse por la borda? Cuando te llevé a casa y te presenté con la familia, la felicidad irradiaba por mi ventana. Mi madrastra era feliz, mis dos hermanas eran felices, y yo tenía una zapatilla de cristal. El único que no estaba feliz era el Tótem, mi perro negro y callejero.

El Tótem El Tótem, mi fiel escudero, ladraba con inusitada rabia cada vez que Tomás hacía sonar el timbre de la casa. Un día Tomás le dijo al Tótem "ya cállate, pinche perro pendejo". Inmediatamente reaccioné: -Es la primera y última vez que ofendes al Tótem. -Es la última vez que ese animal del demonio me ladra -sentenció. Una semana después el Tótem amaneció muerto. Esa es la razón por la que escribí la historia de Ana y Tomás. Esa fue la razón por la que, Tomás, un día amanecerás con un punto final sobre la frente.

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Monólogo del hombre inesperado Luis Ricardo Palma de Jesús

E

l tren salió a las seis. Los rieles oxidados yacían bajo una ligera capa de carbón. Amanecí con el mismo dolor de muelas. Un abanico de polvo ceniciento azotó intempestivamente la ventana del vagón, la cortina de terciopelo verde dio un giro vertiginoso, haciendo ondulaciones, y un gorrión solitario entonó su canto matutino a una distancia considerable de la estación. Esa mañana no me pude rasurar la barba de tres días debido al dolor insoportable. Durante el tratamiento que el dentista diagnosticó probé los cigarrillos de vez en cuando. Después de haber tomado un café negro sin azúcar, y una fuerte dosis de analgésicos, el dolor cesó por unos minutos, hasta que bajé del vagón polvoriento para ir al consultorio. Tomé asiento en una silla reclinable y la sinuosa luz de una lámpara amarillenta me pegaba en los ojos como si fueran delgadas varillas de aluminio derretido. Me acosté, cerré los ojos para evitar que el mal aliento me produjera náuseas, y que el olor de mi cuerpo se pegara a mi piel. El dentista sacó de la gaveta una bandeja de instrumentos en reposo, y los puso a hervir en una caldera. Cuando hirvieron sacó una pinza, tomó algodón, y me dijo un poco irritado por mi mal aliento y por el calor sofocante: -Abra la boca. Le pondré anestesia. Supongo que hizo los enjuagues bucales que le receté- dijo, mientras su bata blanca absorbía una gota de anestesia.

Le respondí que sí; aunque en el fondo apreté los puños en señal de remordimiento. Mientras tenía los ojos cerrados, apreté con mayor fuerza los puños, abrí la mandíbula, y un frío delicado abrazó mis encías. El dentista cerró la gaveta de un sólo golpe y dejó las pinzas en la caldera que comenzó a hervir con mayor intensidad como si los instrumentos hubiesen cobrado vida. Cuando se quitó el paño blanco que cubría su boca, me dijo: -Es todo. Venga la semana próxima para ver su progreso. -acomodó su bata, y se detuvo para aclararme un asunto-. Lo olvidaba: deje de fumar. Y por favor, trate de afeitarse esa barba que le viene mal, y báñese, porque acaba de dejar un olor pestilente en mi consultorio. Fruncí el seño. No entendí, hasta ahora, por qué olía tan mal, si en la noche tomé un baño de tina; y en la mañana, antes de abordar el tren, me volví a bañar. Quizás el olor a flores podridas del vagón impregnó mi ropa y mis zapatos. Pero asentí. Salí del consultorio y me dirigí a la estación del tren. Estos días son intolerables: el sol, que pega con más fuerza, en lo alto parece un huevo frito que sangra rayos de luz y los zancudos vuelan furiosos en remolinos. Con el sombrero en la mano, y con la bolsa de analgésicos, me senté en la ventana de un vagón triste; avanzaba lento, como si los recuerdos de despedidas ajenas fueran toneladas de plomo. La cortina de terciopelo verde nuevamente dio giros vertiginosos; el viento caliente se metía por delatripa: narrativa y algo más

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un cristal roto; a lo lejos no se escuchó el canto del gorrión solitario. Creo que se cansó de esperar. ¿A quién? No lo sé. ¿Se habrá muerto el gorrión? No lo creo. Un muerto está en una tumba porque no habla, no camina, no dice nada. Al menos eso es lo que dicen y lo que sé. Los muertos no cantan porque sus pies enraizaron en la tierra.

abierta, hinchada, como si le hubiesen arrancado la dentadura completa. Un comisario se acercó para auscultar en sus pertenencias alguna identificación. Sacó del pantalón una credencial, y tomando suficiente aire en los pulmones, se abalanzó en los rieles y pregonó:

Dieron las doce del día. La locomotora del tren esparcía por los aires nubes densas de humo mortuorio que se desvanecían en las costillas del cielo. Bajé del vagón y me dirigí al café. Me senté, y con dificultad ordené la comida. Un viento abrazador evaporó la hinchazón de las encías, trajo intempestivamente las hojas de los árboles secos, y aclaró un poco la ventana de una celosía abandonada. Tomé de un escaparate el diario y me dispuse a leerlo, de modo que acomodé mi sombrero en el perchero, colgué la bolsa de los analgésicos, y crucé las piernas haciendo un gesto de malestar. Mientras los dientes producían el ruido de los alimentos triturados, escuché un grito desgarrador justo cuando la locomotora del tren anunciaba su llegada. El estruendo iba en aumento. Dejé la taza de café, enrollé el diario, y alcé la mirada para ver qué sucedía. Esto fue lo que pasó: el tren aún no se había detenido cuando un hombre se lanzó estrepitosamente a los rieles oxidados, y antes de que sus piernas fueran arrancadas de un violento movimiento del vagón, alzó su mano en señal de despedida.

Cuando escuché el nombre el corazón me dio un brinco. Traté de abrirme espacio para preguntarle a un señor si había escuchado bien. Me dijo que sí. El muerto se llamaba Juan Díaz. No había error: yo era el muerto. Al día siguiente, cuando desperté, me dí cuenta de que la oscuridad de mi tumba estaba viva; el aire seguía igual de frío que la noche anterior. Sí, desde hacía tiempo había muerto, sólo que el dolor de muela me pareció tan real que creí lo contrario.

Al percibir el grito de las personas, me acerqué tratando de abrirme un espacio para ver al hombre muerto. La locomotora lanzó una espesa bocanada de carbón, los vagones se comprimían por la inercia del impacto, y cuando pude verlo me sorprendí porque el hombre se parecía mucho a mí. Alcé la mirada; pero fue imposible ver más allá de la boca 52

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- ¿Alguien es familiar de Juan Díaz?


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En los llanos de la palabra Blanca Vázquez Una playa bañada de luciérnagas es el desnudo cuerpo de Susana San Juan. Balam Rodrigo

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l lenguaje mantiene una significación gramatical, ésa que de manera objetiva

está en relación con otros textos, un tejido donde se entremezclan diferentes niveles o formas.

nombra los elementos que nos rodean, pero existe otra significación, que podemos nombrar prodigiosa; y es aquella en la que la norma de lo denotativo pierde espacio y se abre para el mundo connotativo. Es ahí donde la poesía nace, donde todo lo nombrable y aún más lo innombrable encuentran cabida, donde la caja emocional se sacude y logra hacer la empatía primero con el escritor y más tarde con el lector que toma entre sus manos el trabajo poético.

Balam Rodrigo engarza cinco apartados poéticos en su poemario: Susana San Juan y otras gotas de mar, Amortajados relinchos de Miguel Páramo, Cinco ensueños de Dolores Preciado, Olvidados murmullos de amor de don Pedro Páramo y Algunas voces perdidas del padre Rentería y de Juan Preciado en el río de Comala. Sí, todo es un intertexto, un dialogismo entre la voz poética y Pedro Páramo. Recordemos que una expresión artística siempre motiva a otra.

El poeta que etimológicamente significa hacedor, revela la belleza que existe en la realidad que ustedes o yo compartimos. Sé que varios de nosotros hemos escuchado o leído a algún poeta, casi siempre en textos impresos o electrónicos, textos didácticos y casi siempre fuera de nuestro entorno inmediato, y se convierten en seres inalcanzables, confusos y por qué no, extraños. Por esa razón es importante que los creadores literarios busquen cabida en foros educativos o espacios sociales. Así llegó a mis manos el poemario de Balam Rodrigo, un hombre que se brinda a través de la palabra y el trabajo poético.

Susana: Escribo entre insomnes un puñado de símbolos azules: Tu menstruación y la del mar caben en el oleaje de mi pluma y los ángeles de arena y las botas de cielo que calzo parecen singladuras en la página: Son cartas de nombrar.

Cuatro murmullos y un relincho en los llanos del silencio1 es un poemario evocador, trae consigo la presencia de un texto con otro texto: la intertextualidad; haciendo alusión al trabajo del escritor jalisciense Juan Rulfo. Julia Kristeva comentaba que el texto no era una noción cerrada, por el contrario, establece que el texto siempre

Las cosas poseen una palabra interior, un ánimo latente del que el poeta chiapaneco nos va convidando, llenándonos de un erotismo verbal. Octavio Paz explicaba que la relación entre erotismo y poesía es tal que puede decirse, sin afectación, que el primero es una poética corporal y que la segunda, es una erótica verbal. (…) La imagen poética es abrazo de realidades opuestas y la rima es cópula de sonidos; la poesía erotiza al lenguaje y al mundo porque ella misma, en su modo de operación, es ya erotismo. Y del mismo modo: el erotismo es una metáfora de la sexualidad animal.2 Pedro Páramo es la historia de un amor trágico, un amor polisémico acompañado de

1

Balam Rodrigo. Cuatro Murmullos y un relincho en el llano del silencio. Ediciones La Rana. Colección Premios Nacionales. Guanajuato,2012.

2

Paz , Octavio. La llama doble Amor y erotismo. Seix Barral, Colombia, 1993. p.10 delatripa: narrativa y algo más

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ánimas que encontraron en Balam Rodrigo el canal para expresar lo que quedó entre sus voces.

extranjera en mis ojos si no es, únicamente, la suya.

Hasta la tierra desvirgaste Miguel Páramo: Tu cuerpo que goteaba almizcles de lujuria entró a la fuerza en las prietas ingles de la tierra. Nada sino ceniza y grisura creció en el suelo de tu sepulcro y el ángel de serpentina que dormía sobre tu lápida se volvió eunuco: Una parvada de zopilotes le arrancó las alas y la lengua.

La poesía es un efecto de palabras, donde lo escrito es tan importante como el sonido. Al leer Cuatro murmullos y un relincho en los llanos del silencio son observables los fenómenos fónicos que producen el ritmo. Una sonoridad que mueve y conmueve: tristeza, nostalgia, pasión, melancolía, dolor.

Murmullos que llegan a nosotros en el momento en que nos movemos por la vida con esperanzas, sin miedos, capaces de disfrutar por fin de todos los pequeños goces, que son los más perdurables, sí, aun cuando estos desaten los demonios internos y nos abrasen en la hoguera de la pasión. La pasión de la palabra que ofrece imágenes, ya que la caja léxica es infinita, porque ella no sólo se ofrece en la certeza de todas sus posibles combinaciones sino que nos arroja a las variantes léxico regionales y más, a ese rigor íntimo con el cual vivimos y convivimos. Nunca te fíes del vano arte del orgullo que tiene siempre respuestas inútiles: Vacío, odio, necedad: Eso es tu padre: "un rencor vivo". Me gustaría dejarte como herencia los pedazos de vida y las imágenes que están rompiéndome los labios y los ojos. Pero en esta hora no tengo más qué darte, sólo estas letras, sólo este puñado de brasas que se apaga en medio de la tormenta en la que repto, y a la que vienes.

La función sintomática permea el poemario, busca que la voz poética sea un emisor que denote su estado sensitivo o las voluntades no cumplidas en dos universos diferenciados: el de Comala pueblo fantasmagórico y el terrenal que crea Balam Rodrigo y que evoca su propia tierra, Villa de Comatitlàn en Chiapas. Estos dos cosmos crean la esfera del impacto poético. Bebo luz en muertos ojos suyos: Mi corazón apátrida ondea tristezas con una voz que anuncia la mantelería perdida de inalcanzables astros en el cielo: Cualquier otra luna será

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Espeja de sí en el asomo de sus páginas mortales, la escritura de sus labios será de una precisa orfebrería, niebla escrita en un fugaz idioma de hulla y antracita: Susana o la nación de la palabra en el vitral del alba desollada.

Leer es un acto soberano, libre e independiente, por ello es tan olvidado y socorrido por algunos. Si bien es cierto que el poemario mantiene una fortaleza por sí solo, sí debemos apuntar que el intertexto cobra importancia para saborear los versos que se nos van presentando. Y es que a través de ellos cobran vida esas ánimas olvidadas como Miguel Páramo, Juan Preciado, Susana San Juan, Dolores Preciado y hasta el mismo Pedro Páramo. Un rulfiano caminar entre los versos de Balam Rodrigo que nos enfrentan a la prosa cargada de poesía en Pedro Páramo y la poesía prosada de Balam Rodrigo. Leerlo me llevó a evocar a Máximo Cerdio con su poemario Susana San Juan o a los trabajos ensayísticos de Las Otras miradas de Víctor Jiménez y Julio Moguel. Mantenerse cerca de la poesía es sostener que la palabra es el elemento que nos hace tierra fértil para que crezcan la sensibilidad y la conciencia de lo que es la vida, un llano de palabras. Por ello leí febrilmente este poemario, porque mis manos recogieron los murmullos en la punta del corazón y mis ojos los relinchos luminosos de las voces que gemiquean y rebuscan salir al espacio en el que ustedes lectores y yo convivimos.


Somos lugares comunes Adán Echeverría

L

as mujeres son como los autobuses, había dicho Manuel y me acostumbré a esta idea: subes en una esquina y te bajas a la siguiente. Machismo recalcitrante en el que uno crece. Hay un dios y una virgencita que es su madre para quedarnos de rodillas bajo el sol, esperando que el agua nos cubra las facciones y esconda nuestras lágrimas. Todos corriendo a los burdeles y de ahí al confesionario. Porque las cosas no siempre son como uno cree o quiere, sólo pueden verse tres lados del cubo; y a pesar del machismo, a Manuel siempre le partían la madre con facilidad, por otros machos alfa, en esas jaurías que corren a las discotecas persiguiendo los aromas. Los tipos como nosotros, siempre nos vemos andando de una chica a otra y cuando alguno se siente herido en su hombría, todo encabronado, termina por cobrárselas todas. Mi cuñado era tan malo para los golpes; era patético verlo enamorar chiquillas que aun no cumplían los quince, y que, desde luego, traían la falda de la conciencia demasiado corta para dejarse dibujar sonrisas por aquellas palabras ligadoras. Lo cierto es que con eso de los amores de secundaria (y sus reclamos de ésta es mi vieja, que se siguen heredado), ellos van defendiendo a sus mujeres como si eso hiciera que éstas los admiraran (me hace sentir protegida, dicen), sin darse cuenta lo bien que gozan abiertitas la llegada de otros hombres a su cama. Alguna vez me dijo Ana, luego que

supe que hablaba mal de mí y la enfrenté para pedirle que fuera sincera: Las mujeres cuando mentimos, no podemos echarnos para atrás. No podemos decir: me equivoqué. Yo estaba seguro que mi novia le había creído, y era claro que Ana le contó que habíamos estado fajando; jamás pude lograr que Ana confesara que lo dijo. Norma terminó conmigo, porque entre mujeres, la palabra casi siempre tiene mucho más de verdad que la palabra de los hombres. Anduve con Manuel de correrías durante la época que enamoraba a su hermana Claudia. De vez en vez podía entretenerme, a sus espaldas claro, con la que era su novia en turno. Jazmín era eso que llamamos una lolita. A sus trece la hormona le había descubierto las formas y ella gustaba de mostrarlas. Yo había cumplido apenas quince. La novia de Manuel y yo solíamos besarnos en las reuniones de aquella familia política. Gozaba meterle los dedos entre las piernas, bajo la mesa, cuando comíamos juntos en alguna fiesta de esa nuestra familia política: Jazmín frente a mí, junto a mi cuñado; yo con Claudia a mi costado. Llegamos a manosearnos en la terraza de aquella casa familiar mientras esperábamos a nuestras respectivas parejas, porque siempre hay momentos para escapar de las miradas. Incluso Ana, mi mejor amiga de la infancia, sabiendo mi noviazgo con Claudia, me reclamó: No soy puritana, pero me traes a esta fiesta, y apenas llega Jazmín te vas con ella. delatripa: narrativa y algo más

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No tienes madre. Claudia nunca tuvo que enterarse de todas las veces que la engañé con su cuñada. Pero igual terminamos porque yo andaba con otra mujer, perdido en sus esferas. Ocurrió sin que me diera cuenta, como siempre ocurre, cuando quise regresar los pasos se había hecho tarde para las disculpas. Hay cierta sustancia mágica en un mundo mil veces repetido (le llamo enamoramiento): terminé con Claudia y mis amoríos con Jazmín se fueron por el caño. Desde entonces la bola de nieve de la infidelidad rodó y acabó volviéndose más y más oscura, reventando en lodo. He pasado de una chica a otra sin darme espacio para la soledad. Los hombres piensan que las mujeres creen todo lo que les inventamos. Nada más equivocado. Toda mujer sabe o sospecha siempre de las infidelidades, pero tienen algo entre las venas, mucho más poderoso que la sangre, y nos miran y se hacen a las que no saben, y nos hacen pensar que somos tipos brillantes. Al final, cuando ellas van al baño, o se encuentran reunidas a solas, siempre se ríen de nuestras pequeñas mentirillas; ríen porque saben que ni siquiera nos damos cuenta que saben todo de nosotros y que están dispuestas a seguir haciéndonos creer que las engañamos. Listas son todas, pero las hay quienes toman venganza. - ¡Salud! -gritó el joven ingeniero levantando su tarro- Seguramente es tal cual lo dices, pero en mientras, seguiré gozando aunque ellas sigan haciéndose las que no saben. No me daré por enterado y así les llevaré ventaja. Ah que anciano... - No te burles. Estos años que llevo en la piel tienen mucho de verdad -el hombre mayor lo miró de soslayo, y con desgano levantó su vaso para el repentino tintinear del brindis. El joven acababa de entrar a la cantina, escuchó 64

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el monólogo, para todos los parroquianos tan repetitivo, y se sentó junto a él dispuesto a beber en su compañía. -Lo digo en serio, viejito -y le palmeaba la espalda- Continúa… Vamos. No te ofendas. Pero es que tienes cada puntada; me encanta esa tu pose de "filósofo". Síguele que yo pago las caguamas. -No soy tu payaso. -Exageras viejo. Venimos a divertirnos. ¿Otra cerveza? ¡Mesero, nos mudasmos a una mesa.! Vémgale viejo, vamos a tomarnos dos y me sigue contando -mientras les llevaban a la mesa otro litro de cerveza, el viejo reanudó: Manuel acabó casado a los diecisiete luego de embarazar a una de sus novias (Jazmín lo dejó, por la necesidad de reconocerse en otros brazos; no volví a verla; ni a Claudia y su familia). Conozco varias versiones de compañeros que se han cogido a mi ex cuñado cuando anda borracho. Eso de soltarse con el alcohol: los que presumen de machitos luegoluego son unas lindas mujercitas. Hay que andarse con cuidado. - Habla por ti, viejo... Los habremos hombres desde la cuna, que nunca nos arrepentimos de nuestros actos… ¿Qué más? Sigue pues… -La fidelidad es la resistencia de nuestra especie a los instintos básicos, alimentada por la moral cristiana… -el anciano levantó un poco su vaso, miró hacia la barra, y guardó silencio por unos segundos, luego añadió sonriendo -¿Cómo ves?- y empinó el codo. - Uta, andas punzante, ¿eh? -el joven se chupaba el zumo del limón y la sal que se le quedaban entre la yema del dedo índice y el pulgar de la mano derecha, luego de exprimir el jugo dentro de su cerveza.


Con el tiempo fui inventando mis propias premisas que consideraba inquebrantables en cuestiones de ligue: nunca termines con una mujer, deja que ellas terminen contigo. Nunca les digas que no las amas; tú nunca dejarás de amarlas, que sean ellas quienes tomen la decisión de dejarte, que ellas sean las que truenen. Eso las hace sentirse bien. Las hará creerse poderosas, capaces de doblegar tus instintos: puertas abiertas, carnal, siempre deja las puertas abiertas y así podrás regresar a gozártelas. En verdad que siempre pensé ser yo quien tenía el control. ¡Nada más equivocado! También en los brazos de Diana me confesé, justo después que Damiana le mandó esos textos que yo me escribía con otra chica (la muy perra): -¿Cuántas veces has pasado por esto? Diana me preguntaba sobre el sentimiento al terminar una relación. Luego coger y platicar sobre el abandono. -Podemos ser amigoshabía dicho, recostada sobre mi pecho, para tantear una posibilidad de permanencia. Su desnudez era una cascada inacabable de espasmos. Apenas podía respirar. Se desparramaba de espaldas sobre mi costado derecho, y estiraba su pierna izquierda, dejándola caer sobre mis muslos, segura de que yo le pertenecía en esa cama. Era su cabello húmedo y su espalda sudorosa los que manchaban mi tranquilidad. Con una respiración atragantada contesté: - No creo mucho que se pueda ser amigos luego del dramatismo en que nos hemos gastado. No soportarías que te cuente que ando con otra. - ¿Tú soportarías saber que ando con otros? - Tú lo has dicho. Todo amor es una utopía, ¿para qué engañarnos? Aunque somos fuertes,

no conseguiríamos confiar el uno en el otro. Además, ya tienes al Ismael. -Tú eres casado. Yo tengo un hombre para disfrutar cuando me siento sola. Si tú estuvieras conmigo, sería toda para ti. - Por qué te empeñas en decir eso. Sobre todo en creerlo o peor pretender que te creería. -Eres casado, coño. Tienes una mujer todas las noches en la cama; yo tengo a este hombre, estamos parejos. Ismael sabe de ti. Soy tuya. Él me brinda pláticas y café; no es sexo, tienes que entenderlo, siempre seré tuya. No nos buscaremos. Le dije mientras la penetraba. Con sus rodillas en la cama, la tomaba del cabello y sus nalgas se aporreaban a mi vientre. Estirando mis manos le apretaba los senos que intentaban volar como palomas. En cada empujón hasta el fondo los insultos iban caminándonos la boca, como una caries que no tiene cura, como mil arañas tejiendo su amargura dentro de los dientes. Nosotros los infieles siempre queremos asumir que no es el sexo lo que importa. - Planear contigo es esperar como una mosca en la tela de una araña. - No crees en lo nuestro. Por eso te te vas con quien sea. Eres libre de irte. - Se que soy libre, no serás tú quien me lo diga,- me dijo exasperada, y agregó: - He decidido que serás mi meta, mi fin, mi tumba. Aunque ahora tenga un hombre no significa que no siga necesitándote cerca. Me gusta el tipo que tengo, pero jamás será como tú. Puedo embarazarme de él si lo deseo, puedo llenarme de hijos como me lleno de semen, pero tú estarás ahí, en el horizonte, marcando mi final. - Esos teatritos tan gastados... delatripa: narrativa y algo más

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- Lo digo en serio. Ni el sexo es bueno fuera de tu cuerpo. Es otra cosa lo que busco en ellos. Me escuchan y complacen. Es dura esta ciudad para lidiar con tanta soledad a cuestas. Tú no has vivido esta soledad que me devasta. Las jornadas se hacen largas en los vagones del metro, en los elevadores. Todo se compone de rostros, metal, rostros, metal, esos malditos rostros metálicos indiferentes que aletean sobre mi cabeza. Extraño tu cuerpo. La soledad es dura para quien la tiene mordiéndole siempre los pezones. Una se mira en el espejo y sabe que tiene que encontrarse la sonrisa en el recuerdo, ensayarla y tener que recordarla para poder mostrarla a tanta gente que luego te rodea. La soledad es eso, un fingimiento de no extrañar a nadie, un fingirse fuerte, un tratar de evadirse en las pláticas con otros, un intentar a cada rato hacer que tu mente calle cuando comienza a gritarte al oído: maldita gente estúpida, escúpelos y huye de ellos. ¡Vuelve a mí! ¡No te basta conmigo! Y lo peor es que, te miras al espejo, y aquel reflejo ni siquiera eres tú; si te aplicas en mirarlo bien, sabrás que igual se burla de ti: es la soledad que está ahí encarnada, llamándote a ratitos, copiándote, tratando de salir para alcanzarte y hacerte saber que nadie más que ella te merece. Ésa, mi queridito, ésa es la soledad. Una soledad a cuestas, como grillete, enfundada en tu piel. Y ésa soledad es la que vive conmigo desde que no te tengo. ¡El sexo es para combatirla! Un poco alimentarse, digamos, pero nada parecido a lo que siento cuando estoy entre tus brazos. Quizá es que me acostumbre a ti, quizá ha sido que era demasiado niña cuando llegué a tus brazos, quizá es que estuviste ahí, para mi, en el momento justo y es por eso que no puedo soltarme de tu nombre ni de tu vida. Por eso no me importan los hombres con los que pueda estar, Ismael, Antonio, Francisco, Andrei o 66

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quien sea. Al final eres tú mi meta, mi final, mi tumba. - Estoy orgulloso de ti pero no te creo. Conozco tu forma perversa de disfrutar el sexo. El amor que construyes con Ismael no se traduce en lamidas y encierros solamente. Cuando compartes la renta y el colchón, la sombra del recuerdo es la única que queda desprotegida. El sexo casero se alimenta de las vísceras. Y en las vísceras se guarda la pasión. Se honesta ahora que vives con él. Esto que tenemos es secuestrar un poco de tiempo, nada más. Andaba yo en mi segundo matrimonio, y a pesar de los tres años de andar de amante con Diana se me presentó la oportunidad de tener otra chica. Esas oportunidades que brincan para entorpecerte la razón. ¿Quién tiene el humor de rechazar otra vaginita jugosa? No seré yo aquel cínico. Damiana llegó solita. Bueno, quizá puse un poco de mi parte en hacerle saber a su amigo, aquel mariquita chismoso, que ella me gustaba. Dí por hecho que iría corriendo a contarle: Damiana me vuelve loco, le dije con la seguridad que esas palabras llegarían a su destino. La perra era de mis más recalcitrantes gustos: flaca, desabrida, no muy linda, con el cabello hermosamente largo, los tobillos delgados, las nalguitas paradas y esas clavículas expuestas que tanto adoraba morder. Hasta el hecho de no tener nada de tetas se compensaba con la forma en que sabía dar las chupadas más ricas de toda mi existencia. (Los que se creen machitos… primero les gustan las niñas sin tetas, ¿no será su fijación por querer tirarse a un hombrecito?) Miento… te darás cuenta que miento… porque sabrás de esto igual que yo. Alguna vez me cogí una súper gorda, de esas cuyas


tetas, cada una era del tamaño de mi cabezota. Fue cuando un cuate me vendió por una borrachera. Fuimos a la fiesta de la gorda en cuestión, y cuando andaba bastante marihuano (siempre se puede estar peor) la gorda me ha puesto una mamada de lo más increíble. Me la chupó lo menos una hora. No podía terminar así nada más: la voltee y se la metí completa. Traicioné mi gusto por las flacas. -¿Por qué los distractores? Me estás contando de las infidelidades que te han hecho llegar a este punto. Dame tu vaso te sirvo un poco más… El joven comenzaba a escuchar con atención las palabras del anciano, o acaso era que aquella cantina se hacía pequeña, el ventilador de techo no daba para más, y entre el calor y la brisa salada que entraba desde la calle, su atención se había comenzado a acrecentar. - Dile al mesero que se traiga botanita. El caso es que Damiana se interesó y no se iba por las ramas. Me dio su número y me pidió que la llamara. Fui a verla a su casa y la niña fue patética. Pensé que comenzaríamos a coger como locos y ya, pero no: - Tú en ese sillón y yo en el de acá, vamos a platicar -me dio risa su bobería, pero bueno, si quiere jugar a la niña inocente le seguiremos el paso. Nos fuimos enfrascando una y otra vez en las salidas. Ocupaba todas mis tardes y ya no me alcanzaba el tiempo para ver a Diana (mi verdadera novia, mi amantita pues), porque los fines de semana los dedicaba a mi esposa y a mis hijas. Damiana me fue absorbiendo, junto con el semen, todas las horas disponibles. El tiempo a su lado era tan cárnico. Siempre su sonrisa diciendo: deja que me atienda sola, y estirándose a lo largo de mi cuerpo, traspasada, herida, empalada y a gusto, sabía sacarle jugo

a su delgadez. Empezó a meterse más y más en mi vida. Me hablaba de su familia, (siempre hablan de su familia cuando se ponen serias); me regalaba ropa, me prestaba el carro, le bajábamos lana al marido. Gigolear tiene su atractivo. Es un golpe de adrenalina sobre la vanidad. - Te veo y…, así… todo jodido…, y… perdona pero…, me cuesta creerte… No serán solo fantasías tuyas, viejito… - Qué te pasa. No siempre he sido un alcohólico. Ni anduve jodido como ahora. Te digo la verdad. Tuve mi pegue aunque te cueste creerlo. Nomás que ande arregladito y con mi carrito en la puerta y verás como se me suben las chamacas. - A ti, viejo, ni las garrapatas se te suben gritó el mesero, cómplice de aquel joven, mientras servía las botanas y se llevaba los platos sucios. -No le haga caso joven, éste, toda la vida ha sido un viejo mentiroso. Desde que yo nací ya era un viejo. - Anda tú, lárgate pa la cocina, que esta es plática de hombres. - Vaya hombres; hombres, lo que se dice hombres, solo veo uno en esa mesa, y no serás tú, viejo pendejo. -el joven reía al ver al anciano atragantarse las ganas de ponerse de mal humor.El mesero les guiñó un ojo y se alejó risueño. El caso es que me la estuve cogiendo durante un año. Un maldito año que me cogía a las tres mujeres con quienes compartía las horas. Pero fui cayendo en la idiotez de no ser lo verdaderamente hijo de puta que uno debe de ser para estas relaciones. Es decir, fui sincero. Damiana comenzó a hartarme con los "Dime que me quieres", "Me gustas", le delatripa: narrativa y algo más

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respondía con desgano, "Quiero que me digas si me quieres, y que me lo digas ahora", su rostro tenía eso de fuego que despierta el naciente rencor, y la lagrimita en el ojo le palpitaba con ternura; no imaginé en ese momento, detrás de la lágrima la furia. No me decidía; a dónde se fueron las cogidas salvajes, las fotos que nos tomábamos en los moteles, los videos porno que nos gustaba filmar, la marihuana, el burlarnos del esposo y su familia, el semen inundándole los labios, las penetraciones al ano. Por qué abandonar la diversión por el drama. Ya nada era divertido. Dónde todo lo que anhelábamos disfrutar. El sexo sin involucrar el corazón: que todo sea piel, ¿ok?, nada de involucrar terceros. Como el pendejo que soy fui cayendo con su carita de "te quiero y quiero vivir a tu lado", y la muy estúpida se me embaraza. Ahí fue cuando todo cobró un verdadero grado sentimental. El decamerón trasladado a los guiones de la televisión venezolana (así de idiota). Se puso cachorrita y comenzó a vivir para lo que yo decía, y me fui volviendo sedita a sus caprichos. - ¿Y Diana? - Espérame, ahora te cuento esa parte. Tantas mujeres. Tanta relación fácil en el mundo y yo cayendo como siempre, víctima de la sinceridad. A pesar de los lagrimeos, uno tiene que aprender a decir adiós. Darse la vuelta, olvidarlas. Siempre habrá otra mujer al doblar la esquina. Nunca debes detenerte ante la humedad de las lágrimas, ni de la sangre. - ¿Tienes otra, verdad?,- Damiana se esmeraba en enardecerme. - Estoy casado. - Sabes lo que quiero decir, idiota. Tu mujer 68

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no importa. Es la zorra que te viene a ver a la oficina. - Te equivocas. Diana no es la otra, en todo caso tú eres la otra, con Diana hace tiempo que salgo. -todo tenía que estallar. Damiana se fue encima de mí. Me tundió a golpes. - No te lo devuelvo -le dije mientras la tomaba por las muñecas- por qué estoy dentro de tu casa, pero no vuelvas a golpearme la cara. - Mal nacido -con la rodilla me alcanzó los testículos; caí al suelo y disfruté sus patadas hasta desternillarme de risa. Luego ella se sentó en las escaleras a llorar. Con el dolor por los golpes y la sangre del labio, ennegrecida, me arrastré, la cogí del cabello y la jalé hacia mí para besarla. Fue la última vez que nos hicimos el amor en su casa. - ¿Y Diana? -Pérate… ahora te cuento… Diana resultó ser lo mismo que yo. En todo, mi parte femenina. Hecha del mismo cordel con que yo había tejido mi vida. Ardiente e incapacitada para decirle que no al sexo. Lo que no soporto y no me queda claro, jamás lo sabré, es por qué ocultar sus relaciones cuando ella era libre. Supongo que era igual de necia que yo. Quería permanecer invicta en la mentira. Las cartas de Damiana sobre mí a Diana, fueron recíprocas, es decir, Damiana me mostró textos que Diana les escribía a otros tipos; no me preguntes cómo los consiguió, en cuestiones de amores supongo que lo mágico tiene su propio peso. Diana y yo nos enfrascamos en una lucha por el control: alguien debía ganar. Cuando dos de tus mujeres hablan entre ellas, o logran ir los tres a la cama, o entre ellas te mandan al carajo.


Diana se valía de las tardes y noches que no la veía para ver a quien quisiera. Sobre todo los fines de semana que yo pasaba con mi familia. Una noche que decidimos sincerarnos me lo contó: Se había tirado a Pablo, el actor que conoció en una galería a donde yo asistí con mi esposa, se fue a dormir con él apenas media hora después que se lo presentaron (era guapísimo, me sentí muy sola, y tú te habías ido con tu esposa, me dejaste enojadísima); continuaba cogiendo con su ex novio, (quería saber si había mejorado en algo, cuando fue mi novio era tan malo en el sexo; así que al irte de viaje nos vimos para tomar café, lo invité a la casa; la primera noche estuvo muy nervioso, por creer que llegarías, y sólo fue sexo oral, no logro la erección; la segunda ya fue mejorando y los dos lo disfrutamos; hace poco vino a verme, pero yo tenía a Ismael); con Elías, a quien se cogió bajo la regadera, (la tenía enorme, manos grandes, cabello largo, todo grande y yo necesitando; lo conocí en la feria del libro y esa misma noche ya nos estábamos bañando en mi casa, hasta miedo sentí al ver colgar aquello entre mis nalgas; tú te habías enojado, y creí que no volvería a verte, así que no te fui infiel; técnicamente habíamos terminado). Con Elías se fue a pasar la navidad, porque el tipo se había regresado a vivir a su lugar de nacimiento. Me pidió dinero -qué bárbara-, bajo el pretexto de no pasar las fiestas, sola. - No pude conseguirte más que unos pocos pesos. - Estarás con tu familia y me sentiré sola. siempre me he preguntado cómo le hacía para derramar tantas lágrimas sin deshidratarse. Después del llanto y darle el dinero se fue a pasar quince días en los brazos de otro. Me hablaba por teléfono en las mañanas mientras por las noches se lo cogía en el cuarto que la

familia de él les habían dejado. A esa casa llegó presentándose como la novia tierna. Se propusieron matrimonio y conoció hasta a la abuelita. Recorrieron las librerías de viejo del Distrito Federal, y luego quería que yo las visitara con ella; tantos recuerdos le quedaban de Elías que, cuando la suerte nos volvió a reunir, quería repetir conmigo lo que tuvo con él. - Tienes que escuchar a Chalie Parker. - Lo conozco. - Tiene una pieza que me enloquece. Te haré el amor mientras la escuchamos.- recordar al otro sobre mi cuerpo. Y ante todo, lagrimitas y lagrimitas que le dibujan el rostro de niña tierna, de niña rata, de niña íncubo. - Tú eres un maldito honesto, engañador y cínico, a mi me funcionan los llantitos. Somos igual de farsantes, de qué te quejas. -me fascinaba Diana cuando era así de precisa. Yo no me comprometo, sólo es sexo, tú en cambio, con todas quieres llegar a algo serio, por esa tu necesidad de ayudarlas siempre. De poder, te casabas con todas. A pesar de todo este reflujo en que se situaba día a día, me culpó que cogía con otros porque yo no me dedicaba a ella. Yo era culpable de sus orgasmos y de su tristeza, todo junto. Para ambas (Damiana y Diana) yo era el putañero. Ellas se desquitaban porque yo les había sido infiel. La infidelidad es un arma de dos filos. Diana me escupió al rostro: Querías que rehiciera mi vida. Me llevaste a la playa para terminar conmigo porque la flaca de tu trabajo te tenía trastornado y me querías lejos. -Aun así, te juro que he hecho muchas cosas por cambiar. En algún momento quise querer y dedicarme a una sola mujer… delatripa: narrativa y algo más

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-No se puede cambiar la raíz de uno mismo, viejito, no se puede… -y el joven le volvía a palmear la espalda. El día avanzaba rápido. La brisa marina traía sus olores y era la sal, esa costra mágica que retenía las historias y los sueños sobre la piel; mientras que el joven permitía que los ojos del mesero caminaran sobre su sudada camisa, abriéndole los botones y metiéndose hasta su piel. Sonreía. A unos días del matrimonio con mi segunda esposa, realizamos un ritual donde quemamos papeles, fotografías y tarjetas que me habían unido a cualquier otra mujer. Renacer de las cenizas. Dos años duró el engaño de ser fiel. Diana apareció con su cabello negro, su corta edad, los senos amplios y la mirada inteligente, y el divorcio tocó de nuevo a mi puerta. Tuvo razón Diana al decir, No vas a cambiar, lo quieres todo. No es culpa mía, respondo como Diego Rivera, es una enfermedad esto de tener tantas ganas de coger siempre y a cada rato. Damiana, por los disgustos que le hice pasar, perdió al crío. Cuando se enteró de mis relaciones con Diana, comenzó a andar con otros. Tenía más tiempo para Gustavo, el jefe de la policía, y se fue a vivir con él. Entonces comenzaron sus intentos por lastimarme. Una tarde me invitó a su casa para que Gustavo me recibiera a golpes cuando apenas abrió la puerta. Tuve que reírme tras el madrazo -Estás enfermo- le dije mientras la sangre manaba de la ceja que me había roto. Eso de golpear al descontón marca un punto final. La venganza es un gusano que corroe. - Mira la cicatriz. Acá justito. - Ni hablar anciano, te tocó las de perder. No siempre se gana en esto. - Gajes del oficio, chaval, uno aprende a vivir con ello. 70

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Es fácil saber cuando una mujer tiene a otro. De antemano la notarás más decidida. Uno debe conocer a su pareja y cómo se comporta. Su docilidad, su fortaleza, el movimiento de sus ojos, el tono de sus músculos, lo que dice con constancia. Tienen una marca muy personal que las hace diferentes. Puedes darte cuenta cuando han aprendido algo nuevo. El sexo no se aprende en las películas porno ni en los manuales escritos, es la práctica. Cuando se la has metido y está estrechita, y al cabo de los días se la vuelves a meter y no hay pared muscular que te apriete el pene, quiere decir que se la han estado perforando. Cuando eres tú el que les abre la vagina para metérsela y luego de días sin verla, es ella la que te agarra el pene y se lo acomoda, para luego apretarte los huevos con su mano, es que ha aprendido algo. Debes dejarla ser. Que se suelte y tenga fantasías con el otro mientras la penetras. Es la eyaculación la última barrera para los celos que te muerden. -Pero no creas que me sé todo en este hábito del sexo. -Sólo con verte me doy cuenta que no te ha ido muy bien que digamos. -el joven ríe. -Eres cansado cuando insistes en burlarte. Como te ves me vi, como me ves te verás... No quiero acabar como mi ex cuñado Manuel. Con un pene entre los labios, porque no pude conquistarme a todas las mujeres que me cruzaron enfrente. Me harté de sus olores y sus desplantes. Ya no tengo quince. Soy un viejo de vicios a flor de piel. Tengo una barriga que da lástima. Pero todavía alcanzo a vérmela. - No presumas de más viejo. - ¿Se te antoja? - No digas estupideces. ¿La última? Mesero, otra ronda.


El cabello se me escapa por atados cada vez que me ducho, lo cual compenso dejándome crecer la barba. Con tanta historia entre los dientes y la lengua, puedo decir que la pasión, el sexo y el amor, son cosas muy distintas. Luego de veinte años de reflexionar en una u otra relación, el tiempo me ha echado encima el velo de la ineptitud. Esta playa me consume. En el continuo ir y venir de los oleajes los nombres causan vértigo. Diana pudo ser Damiana, como Damiana pudo ser Ana o tal vez Claudia, la inigualable Claudia. O es que acaso todas son una misma mujer que he atesorado y de la cual nunca he dejado de escribir e inventar historias. Todas son, tarde o temprano, como Jazmín, una lolita imperecedera, botoncito de azúcar cargado de veneno. Hembra poderosa de olores afrodisíacos que a sus trece años me arrancó la venda y me liberó el deseo. Me alejé de la familia cuando el marido de Damiana fue a hacer escándalos a la puerta de mi casa, que me orillaron al divorcio. Mi ex esposa logró impedirme volver a ver a mis hijas, y no sabes como cala. El esposo de Damiana terminó por darse una cuchillada en la muñeca izquierda y casi se muere abrazado a las imágenes religiosas que saturaban su casa, pidiendo por el perdón de su esposa, y por cuanta pendejada le hiciera creer que había que pedir para que ella le volviera a recibir en su cama. Fueron tantos los golpes en el rostro los que el imbécil le había propinado, que Damiana lo abandonó. Ella quedó muy bien parada. Alguna vez vino a traerme una botella de vino y a brindar por mi derrota. - Me gusta verte derrotado. - Soy feliz y no me quejo. - ¿Cómo puedes ser feliz viviendo en esta pocilga?

- ¿Me dejas la botella? - Te estás hundiendo. - ¿Quieres volver a coger o te quieres enjuagar ya? -Y los días se hacen sudorosos, macilentos, reprochables. El tiempo es algo sin sentido cuando no te preocupas por nada. - No se cómo me atrevo a seguir viniendo a verte. Tienes que dejar de vagar en la playa. Pareces un pordiosero. Llevas la espalda destrozada y, mira tu cabello, lo estás perdiendo. Acabarás calvo si antes no te mueres de borracho. - Para de regañarme y déjame unos billetes. Vamos no seas una melindrosa y molona. - Nada de billetes. Si quieres te compro algo de comer. - Ya te he comido hoy, y me ha sido suficiente. Déjame unos billetes, no seas tacaña.- le dije lamiéndole la cara. Se levantó y tiró unos cuantos pesos en el colchón, que alcanzarían para unas semanas, y salió furiosa. No he vuelto a topármela. En esta playa nadie me conoce y mis logros son un recuerdo que me deja la posibilidad de observar a los personajes que me rodean. Alguna vez tuve un nombre, un trabajo estable que me brindaba respeto, ¿qué es el respeto en estos días? Los oleajes y su continuo sonsonete me dieron aliento luego que la familia de Diana, todos juntos, fueron a golpearme después de ver las películas porno que su pequeñita se dedicó a filmar en la capital del país; escribía los guiones de La bruja hospitalaria, una serie porno educativa. Acabé en el hospital con dos costillas rotas, la nariz torcida y una fractura expuesta en la pierna derecha que me impide tener agilidad. No soy más que un pobre rengo. delatripa: narrativa y algo más

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Cuando Diana y yo dejamos de hablarnos pensé en refugiarme en esta playa, donde me pago unas putitas cuando tengo ganas, y el resto del día lo ocupo en leer cualquier libro que cae ante mis ojos. Vivo de todos y para todos. Haciendo mandados, cortando hierba, sacando basura, pensando en lo que tuve y regodeándome de la forma como lo perdí. Te puedo asegurar que estuve enamorado de las tres (incluida mi ex esposa), pero como el amor es una utopía, la fidelidad no puede establecerse más que en los cuentos de hadas (y vivieron felices...), y porque sólo podemos mirar tres caras del cubo, aún de uno mismo, mi cerebro hizo corto circuito y acá me tienes. Afectado por la pasión y esta cojera que me recuerda lo que he sido. Me pierdo mendigando en este bar y contándote estupideces para beber a tus costillas. - Invítame otro trago... Algo que quiero que comprendas es que las mujeres, al final, son las que tienen el control. - Siempre es bueno mirarse en el espejo de otros. -el joven le llenó el vaso de cerveza, vaciando la botella, y pidió la cuenta. Paseó su vista por el desolado bar, y tuvo que extraer una sonrisa desde muy adentro, mientras el abuelo insistía: - Las cosas no suelen repetirse para todos. - Pero ayuda mirar la joda de los demás, ¿no crees? -remató el ingeniero sin hacer aspavientos. A sabiendas que una vida termina para dar paso a las nuevas generaciones, donde los errores son sólo el lugar común de las certezas. Luego de las bofetadas que le propiné a Diana en su departamento, de las mordidas con que nos marcamos, todos sus dientes en mi pecho, decidimos alejarnos antes de acabar matándonos. Con los meses, ella tuvo que 72

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abortar un hijo del que nunca estuvo segura quien era el padre. Quiso venir a mi para que yo acabara cuidándola, pero los golpes que nos dimos fueron creciendo más y más. Hasta que intervino su familia y yo acabé en el hospital; y ella, ella ahí sigue creciéndose de nuevo el nombre, olvidando su soledad, escapando de ella misma en una relación mucho más en forma. Las vueltas de timón son necesarias. - Deja de mentir -una madrugada cuando aún insistíamos en el experimento de vivir juntos, exasperado ante su risa de hiena, le di con el codo en el pecho. Me fui sobre ella y comenzó a patalear para que no lograra alcanzarla. Luego de herirla a bofetadas comencé a ahorcarla. Luchaba como una fiera. Mientras perdía aire, me arañaba el rostro. Sentí los hilos de sangre caer por la mejilla. El ardor de la herida me excitó. Le abrí las piernas y se la metí. Aflojé un poco su cuello y la jalé para que me besara. Casi me arranca los labios. Con las bocas ensangrentadas, me puso de espaldas en el colchón y a horcajadas, comenzó a cabalgarme. Más tarde me acompañó al aeropuerto, y dejamos por fin de vernos y escribirnos. La vida nos mantuvo encadenados sexualmente. Esto del sexo es tan social. Si sumas las amantes de cada uno de los hombres de ellas, y los de las mujeres de aquellos. Deberíamos estar enfermos. Las mujeres son como los autobuses, decía Manuel. No estoy de acuerdo y no lo digo por moralizarte, qué puede decir de santo un vagabundo que siempre le ha excitado aquello de la virgenmadre en que creemos los cristianos. Confío plenamente en las ideas del Marqués de Sade para el disfrute de los días: que cada quien disfrute cuando tenga ganas, y a olvidarnos todos de la propiedad privada en el amor.


La noche ha caído sobre el mar. En las olas viaja la oscuridad hasta la arena y repta hasta cubrir el poblado y la cantina donde aquellos hombres caminan hacia la entrada. El joven sostiene al abuelo quien intenta cantar una canción por todos olvidada. El joven ríe ante la escena. Levanta el rostro buscando un sitio donde deshacerse del bulto humano que le ha hecho la tarde agradable. Lo ayuda a cruzar la calle y a sentarse en la acera. El anciano toma su brazo y lo jala:

-Ahora lo sé, las parejas semejan autobuses. Te bajas de una, te subes en otra, y todos bajan y suben por la ciudad hasta que el autobús se estrella y todos nos morimos. El primero que sea seropositivo que avise por favor. -sonríe alelado, dejando ver su devastada dentadura. Un ave blanca cruza encima de ellos, mientras el mesero y el joven ingeniero se alejan abrazados y dándose caricias de lobos hambrientos. La noche baila hasta envolver los cuerpos atontados de alcohol queriendo atrapar las historias que flotan en el aire.

Héctor Gonzalo Vilo

H

abía un vacío, se notaba. Las noches eran largas y angustiosas y yo me cagaba y meaba con asiduidad. Aun creía en el viejo pascuero, en dios, y en el monstruo de debajo de la cama y la luna era una horrible bruja que chillaba brillantes pulgas escarlatas. Nada se podía dar por seguro, y la noche viajaba conmigo por un subterráneo enfermizo y subyugado, hasta llegar a un tétrico castillo de naipes, en donde yo era un simple prisionero, obligado a callar por el bien común. La mañana en que llegó Héctor fue la peor de todas. No había dormido nada y mi rostro no era más que un simple bosquejo lineal. Y es que esa noche, amigos, se llevaron a Aníbal, se lo comieron entre esas hienas parlanchinas y mis gritos no sirvieron de nada y mis llantos… Por eso la llegada de Héctor fue como un milagro. Un mandato bendito del dios lineal.

Sus patas gordas y negras y su cuerpo blanco y redondo eran sinónimos de seguridad y bienestar. Por eso aplaudió Mario, el Polilla, pegado a su telaraña y supe que todo iba a cambiar. Las hienas carnívoras no volverían a acercarse en medio de la noche común en donde debía callar. Ya no más, ya no más, ya no más. De inmediato a Héctor lo pusieron a mi lado y sus ojos luciérnagas me ensimismaron. Raquel, cuya cabeza se había fugado, aplaudía, pero yo seguía repitiendo mis maldiciones contra las hienas, esas malditas hienas perdidas, rameras, mariconas, que se habían llevado a Aníbal, al triste y bueno de Aníbal. Al llegar la noche, Polilla y Araña jugaban al sube y baja y Raquel se pintaba la falda color celeste. Todos esperaban y observaban de reojo a Héctor, quien no movía ninguna parte de su cuerpo. Extraño, considerando que faltaba poco para que las hienas carnívoras delatripa: narrativa y algo más

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volvieran al ataque, pero en fin, él ni se inmutaba. Yo desperté cuando a Polilla lo tenían agarrado de las patas, y entonces, no hice mas que esconderme bajo las sábanas de pulgas escarlatas. Solo escuché rugidos, gritos, llantos. La noche que debía callar de pronto se convirtió en una falda pintada de celeste, sobre una triste telaraña de pánico. Cuando las hienas al fin se fueron, me levanté para ver cómo estaban todos. Héctor estaba en el mismo lugar, sin un rasguño, y así también Polilla y Raquel. Para mi sorpresa, algunas hienas yacían inertes en el suelo y una hasta colgaba de la telaraña, y sus entrañas eran un enjambre de rosas verdes oblicuas, con olor a cocina clandestina. Bob, el palitroque policía, lo contó todo, y dijo, Héctor es un loco, Héctor es un héroe. Aunque vaya a saber uno si decía la verdad: nunca he confiado en los polis, y menos si es un palitroque. En todo caso, el Polilla y Raquel lo apoyaron. - Gracias Héctor -dijo Raquel- sin ti habría perdido la cabeza. Los ojos luciérnagas chillaban como una loba en celo y el amanecer escarlata llegó de pronto y fue una lluvia de pulgas comunes bajo un sube y baja celeste. Abracé a Héctor de los pies y los besé. Él era mi protector, y había que comenzar a tratarlo como tal. Con dádivas de crema, saborizantes de perlas fruta, que estaban de estación. Era un homenaje sincero, empapado, de llamas el corazón. Héctor nos había salvado, y ahora las hienas nunca más nos iban a molestar. Nunca más, nunca más, bueno, eso pensaba yo. Todas estas imágenes se me han venido de golpe esta mañana, treinta años después: todos 74

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estos recuerdos encantados de luces giratorias. Hoy día que vi a Héctor en el sucio y olvidado baúl de los recuerdos, una parte de la noche y la oscuridad brotaron del subterráneo oblicuo para hacerme llorar. Héctor ya no puede ver, me dije, las luciérnagas volaron, y el polvo estelar ahora lo cubre todo, de olvido. A mi derecha encontré una telaraña y creí ver jugar otra vez a Polilla y Araña, pero no, solo había una mosca varada. La liberé por los buenos tiempos. Ahora el murmullo y las risas de las hienas las escucho no sólo en mi habitación, están en todas partes, y su eco es siniestro e inquietante. Pero Héctor ha perdido sus ojos. Rodaron como luces giratorias hacia el subterráneo oblicuo, y ya no se puede hacer nada, nada. Héctor sin sus ojos no es nada, apenas un adorno, y más aun ahora que el mundo es una hiena gigante y que el dios lineal al fin nos ha rechazado. A esta altura la verdad, ya sólo queda ser como ellas, una carnívora ramera, y matar por un pedazo de sueño, antes que las pulgas celestes lo iluminen todo.


Las editoriales independientes Empresas de multinivel Sergio Osorio

omencemos por decir que varias editoriales independientes son simulaciones. Aparadores disfrazados de instituciones no alineadas. Un modo de vida de sus dueños para no sentir esa dura realidad de ser un escritor anónimo que carece del talento necesario para que las casas editoras de renombre los miren y publiquen su obra. Estas pequeñas casas de imprenta son el pasaporte para las instituciones culturales y sus espacios. Se ganan con su sello independiente la amistad de funcionarios ramplones o de presidentes municipales estultos, con lo que consiguen organizar sus pachangas playeras que llaman encuentros literarios o ferias del libro donde lo que menos importa es la literatura. Sólo hay que agregarlos de amigos al Facebook para ver las fotos con los rostros de esos señores editores paseando entre ríos, embriagándose bajo palapas. Hay que ver a sus fieles seguidores, o más bien lacayos, que asisten a sus convites esperanzados en que, con el paso del tiempo, consigan una publicación y que se les considere dentro del círculo de poesía o narrativa que construyen. Pasan los tres días del encuentro tropical, ya no hay más recursos del pueblo para esos artistas gorrones que todo lo merecen y entonces parten, pero no hay actas, no hay nada detrás de las fotos donde el público pueda encontrar las letras que se leyeron ahí, al menos para saber si vale la pena la reunión. Sin embargo, es casi seguro que sólo quedarán caguamas vacías y colillas en la playa.

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Pero ahí no concluye un encuentro, poco después los autores nóveles anfitriones son correspondidos con invitaciones a la capital por estos señores y señoras de las editoriales independientes. El romance es intenso y colmado de palabras dulces. Invariablemente un día la relación se desgasta, el joven enamorado abre los ojos y se indigna. Sin embargo, el ambiente literario y la bohemia son irresistibles para los espíritus extrovertidos y se abren paso con la calumnia y el chisme; entran en conflicto con sus maestros por envidia, por el escándalo que también encumbra, por problemas de dinero sobre las regalías de alguna edición o por cualquier otra riña que nada tiene que ver con diferencias estéticas. Entonces viene el destierro y surge un honguito nuevo, una pequeña editorial independiente que será acérrima rival de sus padres literarios, a quienes antes prodigaban elogios en el Facebook. A esos autores se les veía antes degustando del estrado y el coktail, codo con codo con los editores independientes ya posicionados en redes sociales, en institutos de cultura y ferias, aquellos conocidos al menos por su mala fama o por mafiosos. Pero el mundo es pequeño y el medio limitado a ciertos espacios cafeteros o de centros culturales de contracultura y tarde o temprano se tienen que ver las caras, entonces surge esa enorme capacidad de hipocresía que caracteriza a unos y a otros, porque no es bueno hacerse de enemigos cuando en un futuro, uno nunca sabe, una beca, un espacio, una delatripa: narrativa y algo más

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invitación puedan estar en manos de algún rival. Mejor llevarla cachetona y prodigar buenos modales y también mantenerlos cerca. Y a todo esto, se ha quedado una vez más fuera del café la literatura que puede existir en los presentaciones de los cientos de libros cartoneros, artesanales, offset, etc. que todos los días se publican en México. Se dirá que no es verdad, que cada presentación es para celebrar un encuentro con el arte, aunque los que asisten ya se leyeron muchas veces, seguramente sin ponerse atención pensando en su turno de gloría, estremeciendo sus hojas. Sé de muy pocos que terminado el acto sean cuestionados por el público. En general, cuando baja un autor de la mesa son uniformes los comentarios: qué belleza, me encanta lo que leíste… etc. Luego viene la foto, mientras se observa a los asistentes para reconocer a los que hay que saludar y proponer la peda. De nuevo la literatura se quedó sin ser invitada al after. Pero estamos en un encuentro universitario, particularmente con asistentes relacionados con la disciplina literaria, bien sea a través de la creación, la crítica o la investigación, incluso la gestión y la promoción, así que podemos hablar en términos de mercado, porque así es, la literatura es un mercado con sus reglas y sus cúpulas empresariales, con sus pequeñas y medianas empresas y con sus changarros callejeros y ambulantes. Si usted, que está en esta sala, es un autor anónimo o en ciernes que ha probado fortuna en premios literarios, becas estatales, federales, y ha sufrido el silencio déspota de las editoriales grandes, quizá deba probar suerte en un mercado suficientemente redituable que, por una parte, no le interesa a las grandes casas y, por otra, no está regulado por el gobierno en todos sus niveles. Ahí está el futuro tan anhelado por numerosos autores, que como usted, desean destacar y publicar. Se trata de las editoriales independientes de multinivel. 76

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Le diré además que en este negocio no tendrá que invertir demasiado ni someterse a la crítica. Es una práctica mercantil sencilla de promoción y posicionamiento de artistas, sin que importe la calidad, porque en este negocio no se requiere. Existe un público cautivo que son los mismos autores que como usted, consumen y venden al mismo tiempo. La ganancia principal de las editoriales de multinivel es que, en corto tiempo, si usted es hábil, pasará de promotor a dueño y podrá sobrevivir de sus ventas, además de gozar las delicias de paseos por toda la república en encuentros y presentaciones (incluye Centroamérica, un destino más del turismo literario de las editoriales independientes mexicanas), podrá además publicar todas sus obras y venderlas, sin riesgo a fracasar por la mala calidad de sus letras, pues usted sólo arriesga tirajes modestos que abarquen su pirámide de adeptos, más las ferias moleras de sus giras. Incluso, puede existir el contacto con empresas de otros países para que publiquen sus versos, por supuesto, correspondiendo al favor. También accederá al beneficio de realizar presentaciones de su editorial como autor y director general de la misma de la misma, en un acto total de nepotismo que nadie cuestionará, aunque resulte ridículo que se nombre director general o director de algo que ni empleados tiene. Otra ventaja es que este tipo de editoriales milagro están fuera de todo cuestionamiento, pues se legitiman en su carácter de independiente, algo similar a un producto orgánico u homeopático, sin que se tenga que comprobar su efectividad o riesgos a largo plazo para la salud de las letras, al no existir reseñas críticas ni especialistas que se dediquen a estudiar sus propiedades estéticas. En el mercado del libro independiente de multinivel todo está permitido; cada quien se suma bajo su responsabilidad y con la esperanza de obtener el éxito de aquellos fundadores que hoy recorren el país como invitados distinguidos;


usted puede admirar a esos editores-autores en el Facebook con la extensa cabellera revuelta por el viento helado del norte o gozando de la exuberancia de los ríos del trópico en un paseo de poetas. Recuerde, usted es un futuro editor, un escritor exitoso en potencia. Salga de ese anonimato atroz. Algún día podrá ser el testimonio vivo del éxito que lo llevó a tener una pirámide enorme, un círculo extenso de poesía y narrativa, podrá relatar su historia que comenzó con el destierro de sus versos y que culminó con su ingreso a la clase media de las letras.

Ponencia para el 1er Coloquio de Literatura y Creación: Horizontes: pensar la literatura hoy. (A llevarse a cabo en la UACM, del 23 al 25 de octubre de 2013).

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El tótem Daniel Ferrera Acaso no soy yo el que está despierto ahora. El hecho es simple pero necesario. Desde muy pequeño he sido nervioso; he sufrido la mirada hostigadora de lo insólito. Mi madre, portadora de mis desvelos, antes de morir me ha obsequiado un muñeco y ha dicho: "Colócalo entre los algodones de la almohada. Esto, mi negro, es un atrapasueños." Y así lo he hecho. Y así se ha ido, aún con los ojos bien abiertos, no tan diferente del hombrecito de hueso sobre la cama. Conforme han ido pasando los días, no sé si aún deba decirlo, un pensamiento inusual ha comenzado a apoderarme. Todas las noches, al momento de apagar la luz, he tenido la aterradora sensación de no ser yo el que se mira en el espejo; es otra la figura oscura que se recorta implacable. Me incorporo sin apoyar los pies en el suelo y empiezo a examinar a esa réplica exacta que amenaza con tambalearse, de girar en el otro sentido y derrumbar todas mis creencias. Pero ni ella ni yo, he de admitir, nos alejamos. Lo otro continua acercándose, restregando sus espantosos ojos al vidrio, observando de cerca los bultos de mi cara, las marcas oscuras de las mejillas, los surcos indecibles de las ojeras que en algún momento de la siniestra noche, creo saberlo, ya no son las mismas. Hoy no he podido más. La sensación ha sido pasmosa. Como es habitual a la hora de acostarme, acomodo el muñequito entre los algodones de la almohada y luego me viro para apagar la luz. Ignoro la cifra exacta del tiempo que transcurre, pero en algún momento siento que alguien o algo me acecha detrás de la puerta dispuesto a cortarme la cabeza. Entonces abro los ojos completamente asustado y veo que en el espejo de en frente un extraño hombre al que recuerdo haber mirado, se encuentra dormido, tieso e indefenso, como un miserable juguetito o muñeco que alguien por pereza o por descuido ha olvidado sobre el almohadón de la cama.

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Para escribir desde la lluvia Cristina Leirana

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n este libro vemos materializado el producto de años de esfuerzo, de labor cotidiana en la promoción de la lectura y la sensibilización literaria. El desarrollo de ésta implica también la amplificación de la conciencia crítica; la aceptación de la diferencia y la percepción de la realidad como incongruente. El artista es el sujeto que nota, incluso sin quererlo, aquellos aspectos discordantes del orden que nos han enseñado a entender como"la realidad". Encuentro que en U ts'íibta'al Cháak se expresa esta función social del artista. Cuando iniciamos la lectura, encontramos estructuras que aparentemente se repiten, pero en el momento del cierre del poema expresan la visión de mundo individual de cada autor; sorprenden estos escritores, muchos de corta edad, que sobre una estructura ya dada encuentran el cauce para expresar su sentir. Como ejemplo tenemos que en el poema "Cháak", de Jair Abisail Chi Chable, en la página 17, se nos muestra una perspectiva optimista de la vida: El hablante lírico termina con una acción "Kin jóok'ol in wichintej/Salgo a bañarme con su agua". En la página 26, nos encontramos un poema "Yuum K'uj yéetel cháak", de Nehemías Chi Chablé, que tiene una estructura semejante; una lectura atenta nos revela su profunda diferencia, expresada en los dos últimos versos: "Tene' jach uts tin wich[,]ba'alike'[,]yaaj xan tin wóol/ tumen bey táan u yok'ol Yum K'uje'/A mí me agrada, pero también me entristece/Parece que Dios está llorando." Nos encontramos ante una personalidad más reflexiva, contemplativa y tal vez melancólica; en el primer caso, el hablante lírico se manifiesta como más activo. Algunos poemas incluyen interpelaciones al lector, como es el caso de "Yaanten/Tengo", de 82

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Vicente Javier Pan Calan (página20); la tristeza y el valor de los seres, incluso si no son productivos, están presentes, por ejemplo en "Chak ook ja'/ Río rojo" de Deysi Cen Flores y en "In tia'alo'ob/ Son míos" de Fátima Noemí Pech Chi y no me resisto a citar, porque me parecieron muy reveladores, el primero y los dos últimos versos de este poema "Yaanten junkúul che' ma' tu ts'áik yich/Tengo un árbol que no da fruto/ […] Yaanten jump'éel k'iin mix tu juul./Kex beyo', in ti'alo'ob/ Tengo un sol que no alumbra./ Aún así,son míos" (página 23). Que me remite a una actitud de vida con la que me identifico: amar lo que es, lo que hay, la propia circunstancia, por desfavorable que pueda parecer a ojos ajenos. Esta misma autora, de 11 años, aborda la metaescritura en su poema "U k'iinil u k'iimpesa'al na' tsiil/Día de la madre" en el cual expresa: "kin síiktech in ts'íib/ te ofrezco mi escrito" (páginas 24, 25). Me parece valioso que haya textos sólo en un idioma, sin la traducción al otro, me remite a la congruencia que varios escritores han expresado respecto a su condición lingüística e intercultural: hay experiencias que son entrañables para una de las dos lenguas en las que el autor se expresa y no en la otra, o no se ha encontrado el texto que las exprese con la misma intensidad. Los niños aprenden así la libertad de transitar, incluso en su creación artística, de un idioma a otro, según sus requerimientos. En el poema "Nool/Abuelo" de Juan Valentín Huitz Chi encontramos el valor de la tradición individualizada, que también está en "Jaanal pixaan/Día de muertos" de Viviana Guadalupe Cen Ceh. En el caso de "Nool/Abuelo" se ve además, el respeto por la naturaleza y la tristeza por su destrucción: "Te' k'íiwiko' ts'o'ok u xo'otol che'ob,/Seen chokol k'iin, yaj u jaats',/Los


árboles del parque han sido cortados/y el sol pega fuerte, está muy caliente." (páginas 30, 31). El juego poético con los propios nombres de los autores es otro de los valores de este libro: se reivindican a la vez la lengua y la propia estirpe; esta expresión simbólica resulta productiva en valores estéticos y éticos. Ejemplo de ello tenemos en los poemas "Huitz" y "Tuunich" de Juan Valentín Huitz Chi y de María Felipa Tun Maas, respectivamente (páginas 32, 80). De Juan Valentín es también el relato tradicional que se interrumpe por la metaescritura: "Ts'oon/La escopeta" (página 33), así como la relaboración del relato de la xTáabay, donde ella es presentada como víctima (página 34). En la creación de los adultos encontramos la tradición oral como fuente de la cual se parte, pero que se desarrolla también con las aportaciones originales de las vivencias y experiencia literaria de los autores; destaca la voz narrativa de Alfredo Cuevas Cob, cuyo oficio produce dos textos deliciosos, en uno de los cuales el protagonista cuestiona la "verdad" que sostuvo la tradición tal vez inventada por uno de los personajes. No les cuento más para que lean "JPiil". Destacan también los poemas de Luis Alfredo Tun Canul, "Mìisib/La escoba" también revela la visión de mundo que ya habíamos encontrado en otros autores, crítica de las circunstancias, a las cuales, sin embargo, el hablante lírico acepta. La literatura es también reactivadora del lenguaje, como lo vemos al reintroducirse, por vía de los textos, clasificadores (juncháach, junkúul) que en 1990 estaban cayendo en desuso. La expresión artística, como manifestación de las diferencias individuales a partir de códigos compartidos (la lengua y la cultura) me parece el principal logro de este trabajo tan arduo: varios años de sesiones en las comunidades, de gestiones,

primero para poder realizar los talleres, luego para publicar lo que en ellos se produjo. Es un proceso largo, que requiere mucho esfuerzo. Que expresa el profundo compromiso y amor por el desarrollo de la cultura propia, entendida ésta como colectivo. Para Briceida y para Luis Alfredo, las horas coordinando estos talleres, que son muchas más de las que pasaron en las sesiones con los escritores, significaron la generosa renuncia al desarrollo personal: el tiempo que dejaron de leer sus libros preferidos, de escribir, de corregir sus propios textos; pero este sacrificio tiene su contraparte en la satisfacción de encontrar voces, que de otra manera tal vez no hubieran tenido la posibilidad de hacerse escuchar, que se comprometieron con el trabajo literario y que ahora, en este nuevo camino, muestran desde su individualidad, permeada por su ser maya, ser niño, ser niña, ser hombre o mujer en una comunidad o ciudad pequeña, distante de los grandes centros, textos con valores artísticos que hacen hincapié en sus diferencias y las insertan en el diálogo universal con todos quienes apreciamos la literatura. Y adquieren así el deber del propio desarrollo artístico, combinado con la enseñanza a nuevas generaciones, para vigorizar permanentemente el desarrollo de la literatura maya contemporánea.

Cuevas Cob, Briceida y Luis Alfredo Canul Tun. 2011 U ts'íibta'al Cháak. U múuch' ts'íibil Ik'il t'aano'ob yéetelTsikbalo'ob ich Maya yéetel Kastelan/ Escribiendo la lluvia. Antología literaria en Lengua Maya-Español. Ayuntamiento de Calkiní.

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Sin papeles por Daniel Ferrera

Consideraciones sobre la técnica del crimen Principios de estética y de culpa

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n cierta ocasión una compañera de clase opinaba que toda manifestación artística contenía en sí un compromiso social con su contexto histórico por el simple hecho de sensibilizarnos, de hacernos percibir lo que está ante nuestros ojos y no necesariamente por representar una determinada realidad en el tiempo. Ahora bien, en un país donde cada vez es más frecuente ignorar los miles de homicidios ejecutados por los grupos armados del narcotráfico, parecería una obstinación detenerse a reflexionar sobre la condición del crimen, ya no en lo referente para combatirlo, sino desde otra óptica, la de los medios empleados, su técnica, la conciencia de culpa. En este sentido, el siguiente trabajo pretende atender estas consideraciones desde la perspectiva de un pequeño corpus de literatura, en particular, la de algunas obras de tres grandes pensadores: Friederich Nietzche, Fiodor Dostoievski y Gunter Anders. Entre 1883 y 1885 Friederich Nietzche escribió Así habló Zaratustra. En este libro, en el discurso ‘Del Pálido criminal’, Nietzche nos narra, a través de Zaratustra, sobre un criminal que erróneamente ha sido enjuiciado por un falso dictamen. Los jueces han visto en el delito, la pretensión de robar que momentos después lo orilla a cometer asesinato, pero lo que Zaratustra

intuye, con asombrosa profundidad, es que el robo sólo ha sido la justificación de la locura del criminal; es decir, que su verdadera intención ha sido la de saciar su sed de sangre y ante el peso moral de la imagen, el criminal se ve obligado a enmascarar su locura con el hurto. De este modo, Nietzche advierte tres etapas de toda acción: la etapa del pensamiento, la de la acción misma y la imagen de ésta: "Una imagen hizo palidecer a ese hombre pálido. Él estaba a la altura de su acto cuando lo realizó, pero no pudo soportar su imagen una vez consumado." Por los mismos años, en 1886, Fiodor Dostoievski escribe la que es considerada por algunos críticos una de las obras cumbres de la literatura universal: Crimen y castigo. En la novela, Romanikov, el personaje principal, medita sobre el hecho de robar y asesinar a una vieja usurera con el fin de evitar la humillación social de que su hermana se comprometa con un abogado y así asegurar su futuro y el de su madre. A Romanikov no le preocupa tanto la consciencia del crimen, sino la limpieza al ejecutarlo: "¡Bien es verdad que no procedía conforme a las reglas de la estética! Decididamente, no comprendo por qué es más glorioso arrojar bombas contra una ciudad sitiada que asesinar a hachazos a una persona. La falta de estética es el principal signo de delatripa: narrativa y algo más

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la impotencia. Jamás lo comprendí como ahora, pero menos que nunca comprendo tampoco cuál fue mi crimen. Nunca fui tan fuerte y estuve tan convencido como en este momento." Como podemos ver, lo que atiende Romanikov al igual que el pálido criminal en Así habló Zaratustra, es una noción de imagen, de principios de estética, en donde la técnica y los medios utilizados son la diferencia entre la hazaña. Por último, en 1959, el filósofo alemán Gunter Anders conoce a través de un artículo la situación personal de Claude Eatherly. Claude Eatherly, había sido, la mañana del 6 de agosto, uno de los pilotos que sobrevoló el territorio de Hiroshima. Al llegar a los Estados Unidos, el piloto se siente culpable por la muerte de más de 160 mil personas. No tolera el peso moral: comienza a cometer delitos, incluso pide su inserción voluntaria al hospital psiquiátrico. Es a partir de este momento cuando Gunter Anders logra establecer correspondencia con él -las cartas son publicadas años después, en 1962, bajo el título de Más allá de la conciencia. En las epístolas, Gunter Anders le plantea a Eatherly que

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la tecnología y la producción industrial han avanzado tanto que al hombre le ha sido imposible imaginar los límites de sus alcances; y en este sentido, el ser humano ha perdido la capacidad de representar y de sensibilizarse ante sus consecuencias. De este modo, en una muestra de profunda solidaridad, el filósofo alemán le sugiere a Eatherly que él también ha sido una víctima de Hiroshima porque la técnica y los medios empleados han venido a cambiar la situación moral en los últimos años. Reflexionando sobre lo anterior ¿Podemos pensar en una estética, en una búsqueda de la belleza, en la realización del crimen? ¿Será como dice Gunter Anders que la técnica nos ha vuelto menos culpables? ¿En qué momento la pérdida de sensibilidad cambió la situación moral? Probablemente la política, el estado de derecho y la psicología se nos ofrezcan como posibles ventanas para atender éstas y otras consideraciones, sin embargo yo, por lo pronto, intento analizarlas desde ciertos ángulos: el de un breve corpus de literatura.


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Nos vemos en el slam por Mario Pineda Quintal

Doce años de Casa

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egresé a la Casa de Todos sin sombrero, sin mochila, sin pareja y con tres cervezas recién cruzadas por la garganta. Como lo había hecho en varias y pocas ocasiones durante pasadas noches de fines de semana. Al igual que aquellas, percibí en el lugar su siempre espíritu rebelde y artístico que concentra en las paredes y el espacio habilitado para los instrumentos acompañados de trovadores de la nueva era, rockeros, skaceros y regueceros. Llegué unos minutos después de las diez horas nocturnas y pagué el cover de 20 pesos. La razón de este costo fue por la presentación de la banda "Polok Tolok", agrupación de reggae reconocida en los toquines del sureste mexicano, que presentó sus rolas añejas y nuevas para celebrar los 12 años de este sitio ubicado en el centro histórico de la ciudad de Mérida. Antes de seguir embriagándome, eché un vistazo a los muros de la primera pieza. Casi todos siguen como la primera vez que los observé; como un universitario con la aspiración de ser un reportero fuera del montón dedicado a pudrir la profesión. En la superficie de ellos continúa el rostro más famoso del comandante Ernesto "Ché" Guevera contrastado en los colores blanco y negro, los personajes de "Nosotros los Pobres" y "Ustedes los Ricos" quejándose de los altos salarios de los políticos mexicanos, un banderín solitario del Sindicato Mexicano de Electricistas, una fotografía de manifestantes yucatecos rodeados por policías, creo que durante la visita del ex presidente George W. Bush, números de la

gaceta El Rebelde, la imagen del bigotudo Efraín Calderón "Charras", y un mapa donde se marcan los territorios interesados por los gringos y protagonistas de la Primavera Árabe. Entre otras cosas. Tras la mirada de unos cinco minutos, me acerqué a la barra siempre atendida por el dueño del lugar, el señor Lorenzo. Esta noche en el refrigerador se helaban latas de cerveza de una marca barata, bien conocida y bebida en exceso por toda la banda. Se vendían a dos por 25, pedí una y dije que me guarden la otra. Pero al notar la necesidad de consumo de otros parroquianos, decidí llevarme la segunda y guardarla en la bolsa del pantalón, total no iba a durar mucho tiempo allí escondida. Con cerveza en mano crucé la puerta minada de calcomanías subversivas que da entrada y salida a la segunda pieza de la Casa de Todos. Para mí, el lugar más significativo de sus doce años. En esta ocasión la gente ocupaba todas sus mesas, mientras que algunas y algunos bailaban el ska de la banda Capitán Pachamama, que estaba a unas pocas rolas de entregar el escenario al Polok Tolok. Reitero el reconocimiento significativo y especial para este espacio de la Casa, por el simple hecho de mantener el ánimo revolucionario y artístico que foros contraculturales yucatecos no han podido presentar con pureza. Durante la docena de años, la segunda pieza de la Casa de Todos ha sido sede de un convivio multicultural delatripa: narrativa y algo más

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e internacional. Los visitantes yucatecos, fuereños mexicanos, europeos, gringos y de otras regiones del mundo nos hemos encontrado aquí y entrado a un slam desatado por el rock, ska, metal y otros géneros para darse de codazos, patadas y empujones. Nuestros labios han compartido vasos de cerveza, botellas de caguamas, cigarritos de hierba y los ricos tacos de don Lorenzo. Nuestros oídos se han deleitado con las voces adecuadas para interpretar las canciones de Silvio Rodríguez, Víctor Jara, Fernando Delgadillo y Facundo Cabral. Nos hemos enfrentado a muerte en partidas de ajedrez y visto documentales en una tele como si estuviéramos en la salas de nuestras casas.

días para seguir fomentando la lectura a cualquier tipo de literatura, la libre opinión acerca de temas políticos y sociales que afectan de manera directa el desarrollo del país, así como la cuna de bandas yucatecas con originalidad en acordes y letras.

En el transcurso de dicha edad, dos, tres o más ocasiones, las fuerzas policiacas han entrado a la Casa argumentando que fue para desactivar un "picadero", un sitio donde "se envenena a los jóvenes con drogas", un lugar de "mala muerte" que daña la solemne moral de la blanca Mérida. Claro, periódicos y portales noticiosos de internet han destacado con heroísmo esta intervención y el cierre definitivo del lugar, pero nunca han informado que el lugar resucita con el paso de los

En su décimo segundo cumpleaños se acabó la cerveza, cosa rara, pero como siempre se vendieron horchatas, cafés, hamburguesas y los clásicos tacos. Los visitantes bailaron y fumaron de la verde… no todos. Por mi parte, solo alcance dos latitas y canté algunas canciones del Polok. Por cierto, no tuve que estar cuidando el sombrero o la mochila y tampoco hubo besos.

La Casa de Todos es un símbolo de la contracultura yucateca. Ya tiene su historia. No sé si pase mi muerte y siga existiendo con sus carteles del EZLN, APPO y EPR, con sus rostros de Zapata, Villa y Lennon, o si en la puerta principal continúen las convocatorias a manifestaciones, no sé siga con su resistencia, espero que sí. Y si muere antes que yo, simplemente esperaré su resurrección o la recordaré como uno de esos lugares para decir "nos vemos en el slam".

Se buscan artículos o ensayos literarios sobre la obra de los siguientes autores, para los siguientes números: Daniel Sada, Jorge Ibargüengoitia, Rafael Ramírez Heredia, Ana Clavel, Inés Arredondo, Roberto Bolaño, Rosa Beltrán, Elena Garro, Élmer Mendoza, Mario Bellatín, Fernando del Paso, Sergio Pitol, José Luis Martínez, Agustín Monsreal, Juan García Ponce, entre otros que tengas interés en compartir con quienes como tú, adoran leer.

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