Sinfonía Clásica
Viernes 12.4.19
19 : 30 h Auditorio de Tenerife
Prokófiev, Saint-Saëns y Shostakovich James Feddeck, director Daniel Müller-Schott, violonchelo
Abono 11
Sinfonía Clásica James Feddeck, director Daniel Müller-Schott, violonchelo La Sinfónica y el director: James Feddeck, febrero de 2016; obras de A. Jachaturián, M. Mussorgsky y S. Rajmáninov. La Sinfónica y el solista: Daniel Müller-Schott, diciembre de 2016; concierto de D. Shostakovich; Daniel Raiskin, director.
Últimas interpretaciones (§): Serguéi Prokófiev Sinfonía “Clásica” Abril de 2016; Matthew Halls, director. Camile Saint-Saëns Concierto para violonchelo nº 1 Marzo de 2013; Asier Polo, violonchelo; Víctor Pablo Pérez, director. Dmitri Shostakovich Sinfonía nº1 Junio de 2013; Andrey Boreyko, director. (§) Desde la temporada 1986-1987 Audición nº 2521
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Serguéi PROKÓFIEV (1891-1953)
Sinfonía nº1 «Clásica», op. 25
Allegro con brio
Larghetto
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Gavotte: Non troppo allegro
Finale: Molto vivace
Camille SAINT-SAËNS (1835-1921)
Concierto para violonchelo nº 1 en La menor, op. 33
Allegro non troppo
Allegretto con moto
Allegro non troppo
II Parte
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Dmitri SHOSTAKOVICH (1906-1975) Sinfonía nº1 en Fa menor, op. 10
Allegretto-Allegro non troppo
Allegro Lento
Allegro molto-Lento
Agradecimiento
PROGRAMA
I Parte
James Feddeck, director James Feddeck nació en Nueva York, ganó el Premio de Dirección George Solti, el Premio de Dirección de Aspen y fue asistente de dirección de la Orquesta de Cleveland. En las últimas temporadas ha dirigido orquestas europeas de primer nivel como la Orquesta Sinfónica Radio Viena, Deutsches Sinfonieorchester Berlin, la Orquesta Filarmónica de la BBC, la Orquesta Filarmónica de Estocolmo, la Orquesta Filarmónica de Helsinki, la Orquesta Sinfónica de Ciudad de Birmingham y la Orquesta Hallé. En Norteamérica ha dirigido a la Orquesta Sinfónica de Chicago, la Orquesta Sinfónica de San Francisco, la Orquesta Sinfónica de Seattle, la Orquesta Sinfónica de Detroit, y las Orquestas Sinfónicas de Toronto y Montreal. Entre sus recientes compromisos están su debut con la Orquesta Nacional de Francia, la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña, la Orquesta Sinfónica de Hamburgo y con la Real Filarmónica de Liverpool, además de regresar para dirigir de nuevo a la Orquesta Sinfónica de la BBC, la Orquesta Sinfónica de Bournemouth y a la Orquesta Nacional de Bélgica. En agosto de 2017 se publicó su primer CD en colaboración con la Deutsche Symphonie-Orchester Berlin y la Deutschland funk Kultur con música de Georg Schumann (1866-1952). Esta es la primera grabación echa de la Sinfonía en Fa menor op.42 de 1905. Como organista, James Feddeck también ha dado recitales por toda Europa y América. Estudió oboe, piano, órgano y dirección en el Conservatorio de Música de Oberlin y en 2010 fue reconocido por este centro, como el primer ganador del Premio Joven Alumno Más Sobresaliente.
Daniel Müller-Schott, violonchelo Daniel Müller-Schott estudió con Walter Nothas, Heinrich Schiff y Steven Isserlis y fue premiado de la Fundación Anne-Sophie Mutter. Gracias a este apoyo pudo estudiar con Mstislav Rostropovich. Sus compromisos más destacados incluyen un homenaje a Rostropovich en el Konzerthaus en Berlín junto a Anne-Sophie Mutter. Junto a la violinista Julia Fischer ha tocado el doble de Brahms en Munich con la Bavarian State Opera y Kirill Petrenko, en el nuevo auditorio de Hamburgo y en el Carnegie Hall de New York. En EE. UU. se une a la Vancouver Symphony Orchestra y Joshua Weilerstein y la Minnesota Orchestra. También toca con la London Symphony Orchestra y Susanna Mälkki, Dresden Philharmonic Orchestra y Michael Sanderling, y con la Polish National Radio Symphony Orchestra y Leonard Slatkin. Ha tocado con la Filarmónica de Berlín, Filarmónica de Nueva York, Sinfónica de Boston y la Filarmónica de Múnich, Sinfónica Ciudad de Birmingham, Philharmonia, Gewandhaus de Leipzig, Filarmónica de Londres, las orquestas de la Radio de Berlín, Múnich, Frankfurt, Stuttgart, Hamburgo, Sinfónicas de Cleveland, Chicago, Filadelfia, NHK, Sídney y Filarmónica de Seúl. Con directores como Gilbert, Maazel, Eschenbach, Fischer, N. Järvi, Nelsons, Noseda, Oramo, Petrenko, Saraste y Slobodeniouk. Ha estrenado obras de André Previn y Peter Ruzicka. Otros artistas con los que Daniel Müller-Schott toca música de cámara son Nicholas Angelich, Baiba Skride, Xavier de Maistre, Francesco Piemontesi y Simon Trpčeski. Toca un violonchelo Ex Shapiro Matteo Goffriller de Venecia de 1727.
Sinfonía Clásica En 1917, año que cambió el mundo con la entrada de los bolcheviques en el Palacio de Invierno, Serguéi Prokófiev (Sóntsovka, 23-IV-1891–Moscú, 5-III-1953) se encontraba escribiendo su Sinfonía nº 1 «Clásica», op. 25, en parte, justamente, para huir de los tumultos políticos. Desde hacía unos años, los movimientos de vanguardia también se habían hecho un hueco en la música. Wagner o Mahler habían herido para siempre la tonalidad, que era la forma tradicional de estructurar los sonidos jerárquicamente. Skriabin, Chopin, Liszt y definitivamente Schönberg fueron un paso más allá, sugiriendo escribir sin tonalidad, o sin que esta rigiese de forma estricta el resto de parámetros musicales. Compositores como Bartok, además, pusieron en duda el canon europeo, mostrando las peculiaridades de la música de regiones olvidadas, como Hungría o Rumanía. También en Rusia, el Grupo de los Cinco –formado por, entre otros, Mussorgski o Borodin–, había tratado al final del siglo XIX de constituir específicamente lo que significaba música rusa. Ante este contexto de comprensión crítica de la tradición, denominar a una sinfonía como “clásica” era toda una declaración de intenciones. Más aún cuando, en 1912 y 1914, respectivamente, había estrenado sendos conciertos para piano que habían sido duramente criticados por su modernidad. Así que esta sinfonía era un ejercicio para demostrar, según sus propias palabras, lo que podría haber hecho Haydn unos cuantos años más tarde de su muerte. El primer movimiento abre la sinfonía con una melodía triunfalista, como si surgiera del toque de timbal que anuncia el comienzo de la música. El tema principal, que se presenta en los violines, se disecciona entre diferentes instrumentos, buscando sus timbre particular. El segundo tema, saltarín, sirve como contrapunto rítmico y, al mismo tiempo, fuerza el carácter juguetón típico de Haydn, especialmente cuando es interpretado por los violines y el fagot. Una delicada (¡y agudísima!) melodía pone en un aprieto a
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los violines. Prokófiev prescinde del procedimiento habitual de explorar la intimidad del movimiento lento –donde los compositores sacaban sus armas expresivas más libres– a favor de una desintegración de la melodía inicial, que resulta impostada después de un fragmento intermedio extrovertido y marcado por un motivo como de llamada. La promesa de ese mundo cristalino inicial queda en la resignación ante su imposibilidad. Frente a los típicos minuetos, opta en el tercer movimiento por una gavota, un tipo de danza cortesana originaria de la Francia del siglo XVI. Se divide en dos partes contrastantes. La primera tiene como protagonistas a los violines, que presentan el tema. El tempo es flexible, como el del vals. La parte intermedia se construye con un trabajo melódico muy concentrado en el viento madera, como si de un ensemble pequeño se tratase. La primera parte regresa tímidamente: el movimiento se disuelve en una nada sonora. El último movimiento, de alguna forma, retoma el espíritu desenfadado y virtuosístico del primer movimiento, mediante ese procedimiento de disimular algo muy difícil con un aire infantil. En un intercambio temático entre viento madera y violines construye tres temas que articulan todo el movimiento que, pese a los deseos de Prokófiev de homenajear a Haydn, no pierde un cierto sabor popular eslavo.
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Muchos se habrán ya aproximado a la música para chelo de Camille Saint-Saëns (París, 9 -X-1835-Argel,16-XII-1921), gracias a su “cisne” de El carnaval de los animales. La música fue una de tantas pasiones que tuvo Saint-Saëns, que se desempeñó en labores tan variopintas como la geología, la caricatura, la entomología o el mundo militar. Su curiosidad por tantas disciplinas se reflejó también en la música, pues compuso desde muy pequeño explorando buena parte de los géneros musicales, incluyendo el cine. El concierto que nos ocupa fue escrito en 1872, una época de gran complejidad para Europa: solo un año antes había estallado la guerra franco-prusiana que había obligado a muchos franceses a refugiarse en otras
latitudes. Saint-Säens tuvo que trasladarse a Londres tras las revueltas de la Comuna de París. Sin embargo, no esperen escuchar música directamente vinculada con el momento político. El concierto comienza con un rotundo acorde de la orquesta y la presentación del tema central del concierto. ¡Estén atentos! Este tema lo escucharemos con más o menos fidelidad también en el último movimiento, algo que convierte al concierto en un todo, pues podemos entenderlo como un desarrollo cíclico de esa idea inicial. De hecho, tras esta contundencia inicial, Saint-Saëns lo contrarresta con un pasaje intimista, de carácter lírico. De esta manera, encontramos musicalmente una suerte de dos “personajes” contrastantes. El segundo movimiento es un delicado minueto, que se abre con una sencilla melodía que convierte a la orquesta en una especie de cajita de música, pues aúna un sonido un tanto mecánico con esa alegría simple del mundo de los juguetes. El tercer movimiento retoma el tema central en el oboe, primero casi tímidamente, y enseguida se nos muestra como motor para pasajes frenéticos del solista que exploran todos los recovecos del tema. Al igual que el primer movimiento, el compositor francés incorpora una sección intermedia de gran lirismo, donde la orquesta deja pleno protagonismo al chelo: es una reivindicación del chelo como instrumento de pleno derecho como solista, pues aún, en esos años, estaba a la zaga del piano y del violín. Este viaje por primeras obras concluye con la Sinfonía nº 1 en Fa menor, op. 10 de Dmitri Shostakovich (San Petersburgo, 25-IX-1906-Moscú, 9-VIII-1975) , compuesta en 1925, cuando el compositor ruso apenas acababa de alcanzar la mayoría de edad. Lo asombroso de esta sinfonía no es solamente la precocidad del compositor, sino que se adelantan ya muchos de los gestos habituales de Shostakovich. Una extraña llamada de trompeta en diálogo con una melodía intrigante del fagot abre la sinfonía, que es respondida por el clarinete con un color jazzístico. La orquesta es trabajada como un gran ensemble de cámara
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–aunque de una forma muy distinta a la que apuntábamos en el comentario sobre Prokófiev, más académico–, buscando un sonido cristalino: los temas se presentan de forma clara y diferenciada, por lo que nos será sencillo seguir su desarrollo. Este tratamiento diferenciado de los instrumentos nos lleva hasta un misterioso final, en pianissimo, que acaba con una melodía interrumpida, como si algo hubiese detenido el discurrir sonoro. Ya se atisba, desde este movimiento, su cruce tan característico entre lo circense y lo grotesco. Un pseudovals, derivado del segundo tema, se cuela en la parte intermedia, anunciado por la flauta. No es baladí el recurso al vals: era la música de la aristocracia austriaca que, en su emulación, había hecho soñar con aires de grandeza a cortes de todo el mundo, incluyendo la rusa antes de la Revolución. El segundo movimiento parece que hace referencia a su trabajo como pianista acompañante de películas (el cine sonoro sincronizado no llegaría hasta 1927, con El cantante de jazz). Se construye como una suerte de concierto de piano en miniatura, en el que se cuelan personajes y música descriptiva. El tercer movimiento se abre con un solo íntimo de oboe, aunque el acompañamiento nervioso nos hace sospechar que la tregua no durará mucho. Si los más wagnerianos encuentran alguna resonancia, no se asusten por encontrar al alemán en todos lados: efectivamente, Shostakovich incorpora citas del Siegfried. El último movimiento es una pequeña sinfonía en sí mismo. En el enérgico Allegro molto vuelven de nuevo esos personajes de circo tras una introducción que, siguiendo el modelo del movimiento anterior, se presenta misteriosa en las maderas y recibe una delicada respuesta en la cuerda. Una larga parte intermedia es protagonizada por voces solistas que entonan melodías lastimeras: escuchamos así el violín, la trompa y, tras un trágico solo de timbales, el chelo. Es una falsa intimidad que termina en una explosión sonora del todo irónica pues, en el presto, parece que Shostakovich se ríe de sí mismo. Marina Hervás Doctora en Filosofía y musicóloga
Próximo programa Abono 13 Así habló Zaratustra
Viernes 3 de mayo de 2019 • 19:30 h Auditorio de Tenerife Adán Martín Antonio Méndez, director François Leleux, oboe Obras de R.WAGNER Y R. STRAUSS La Asociación Tinerfeña de Amigos de la Música [ATADEM] organiza una charla sobre las obras que se podrán escuchar en este concierto impartida por Tania Marrero el viernes 3 de mayo de 2019 de 18:30 a 19:15 horas en la Sala de Prensa del Auditorio de Tenerife Adán Martín.
Si eres Sinfónica, te esperamos el 3 de mayo 18:00 h Presentación de la temporada 2019-20* 19:30 h Concierto Así habló Zaratustra
Brindis de celebración
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* hasta completar aforo
Patronato Insular de Música: 922 849 080 | info@sinfonicadetenerife.es www.sinfonicadetenerife.es Auditorio de Tenerife: 902 317 327 | info@auditoriodetenerife.com www.auditoriodetenerife.com Edita: Cabildo de Tenerife, Patronato Insular de Música. La temporada de la Sinfónica de Tenerife incluye, además, conciertos didácticos y en familia, ópera, conciertos extraordinarios y ciclos de cámara. La Orquesta Sinfónica de Tenerife es miembro de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (www.aeos.es) y de la Red de Organizadores de Conciertos Educativos y Sociales (ROCE).
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