RE#43 por dani Lorenzo

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por Dani Lorenzo

HABITAR, en primera persona + Clara boliche en las casas de los artistas



Reseña por Dani Lorenzo Artista

HABITAR

en prim er a persona

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C l ara bo l ich e viernes 28 de noviembre de 2014 en la casa de los artistas

curadora de HABITAR: Nilda Rosemberg ph: Ana Clara D´amico y Pablo León



“No entendía nada ¿la casa era la casa? ¿la pintura era de la casa o de la obra? ¿la casa era la obra? ¿la obra eran las fotos? ¿las fotos eran parte de la obra o de la casa? bueno, no sé ¿importa?” Dani Lorenzo

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por Dani Lorenzo

(...)”trazar un mapa que participa de la construcción del territorio que representa, de la toma de consistencia de una nueva figura de sí, de un nuevo "en casa", de un nuevo mundo.”(...) Suely Rolnik en Más allá del principio de identidad: la vacuna antropofágica

Tenía un cumpleaños a la noche y no quedaba mucho tiempo. Antes tenía una invitación tentadora, una invitación por un evento de facebook de esos que suelo ni mirar. Otra muestra de arte. Casi toda la información del evento era idéntica a todas las otras muestras de arte de la ciudad. ¿Qué me tentaba?, sin dudas era la dirección: “calle 80 e/ 21 y 22” el corazón del barrio Altos de San Lorenzo. Un barrio que a pesar de estar pegado al casco histórico de La Plata posee flujos y accesos restringidos. Cruzar la frontera, la avenida 72 es como mínimo, un conflicto. Para quienes no habituamos el barrio, adentrarnos significa dejar de lado algunas cosas, nuestra forma de transitar la ciudad se modifica, una zona donde la vulnerabilidad se hace presente. Con el solo hecho de cruzar una calle somos extraños, nuestro mapa se desarma y no entendemos las señales. Hace unos meses, un día de tarde, caminaba por calle 71 (de este lado de la frontera), una calle de adoquines con poco tráfico; por una de las vías de acceso desde el barrio venían dos pibes caminando, charlando. Nos cruzamos media cuadra más adelante, nos pasamos cerca, cada uno en la suya. Caminé unos metros más, escuché ruidos atrás, me di

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vuelta y miré: un patrullero los había frenado. Les deben estar pidiendo documentos o algo así, pensé. Caminé un poco más, al ratito el patrullero pasó a mi lado y ni siquiera bajó la velocidad, yo no les interesaba. Miré hacia atrás, los pibes seguían caminando allá lejos. Para quienes salen del barrio la tarea es aún más compleja con un gobierno municipal que bajo el lema ”Pintó cuidar lo nuestro” se dedica a poner más patrulleros y cámaras de seguridad que controlen la circulación en la frontera. Convocar a Altos de San Lorenzo para ver una muestra de arte contemporáneo, fue el gesto que me tentaba tanto. No hay galerías ni espacios dedicados a este tipo de producciones en ese barrio. La cita era “HABITAR, en primera persona”, una muestra en la casa de Juan José García, el artista. * Llegar no fue difícil, me subí a la bicicleta y con muy poco tiempo me fui para la muestra. El barrio me era extraño pero no tanto, en mi adolescencia transitar esa zona era algo de todos los días. Ya en el lugar, até la bicicleta al poste de luz y entré. No había timbre, un cartelito en la puerta decía ”grite e...! fuerte...”. Grité una vez, dos, tres; escuchaba voces lejos pero nadie vino a abrirme, tantee el picaporte, estaba abierto, pasé. En el recibidor de la casa había unos cuadros pintados sobre tablas, me aburrí y dejé rápido la sala. Estaba en el living, el techo bajo, algunas bibliotecas con un poco de polvo. En las paredes color verde agua, pintadas a la cal dejando a la vista el trazo de la brocha y la precariedad de la construcción, colgaban algunas fotos. No entendía nada ¿la casa era la casa? ¿la pintura era de la casa o de la obra? ¿la casa era la obra? ¿la obra eran las fotos? ¿las fotos eran parte de la obra o de la casa? bueno, no sé ¿importa?. En un papelito pegado en el marco de una puerta decía “entrar de a uno”, no había nadie más que yo dentro de esa casa por lo que no dudé, ese “uno” era yo, era el “en primera persona” del título. Era un cuarto pequeño, de no más de 2 metros por 3, una lamparita en el centro, dos frazadas colgadas en las paredes como banderas del HABITAR,

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el piso era de madera pero lejos estaba de los parquet de pinotea. En este momento alguna de las preguntas anteriores se aclaraban, el papelito en el marco me anunciaba que estaba entrando a una obra. En una de las paredes una ventana chiquita daba al patio por donde pude ver que la muestra seguía ahí. Salí y me di de cara con una bicicleta con un carrito lleno de maderas, era el medio de transporte de Juan José, así había recolectado el material para hacer sus obras y seguramente, también con ese carro, había traído los materiales para construir su casa. Me aburre ser tan descriptivo en este texto, pero no puedo dejar de hacerlo. El patio de la casa era muy grande, comencé a encontrarme con otras personas. La tarde estaba linda, había unos troncos que hacían de bancos y una mesa con cosas para picar, uno podría quedarse ahí horas. Yo no tenía mucho tiempo, saludé rápido. Juan José me interceptó y me indicó que la muestra seguía allá lejos, al fondo del patio. Pasé por debajo de un gran árbol y llegué a una zona donde el pasto seco y amarillo en mis pies indicaba que habían desmalezado hace muy poco tiempo, los pastos debían haber estado muy altos en esa zona. Sobre esta parte del patio se desplegaban unas estructuras de madera (construcciones que finalmente parecían ser

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claramente una obra) que representaban casas muy precarias -como por la que había transitado hace un momento- con unas patas largas como las que se encuentran en las riberas. Otra vez las preguntas ¿el patio era el patio? ¿el desmalezado era del patio o de la obra? ¿el patio era la obra? ¿ la obra eran las casitas? ¿las casitas eran parte de la obra o del patio? bueno, no sé ¿importa? * No entendía las patas largas de las casas, no me quedaba tranquilo con la aparente similitud con las casas de ribera que se elevan unos metros del suelo para evitar perder todo en las crecidas. Prefiero ver esas patas como las de Juan José, como sus ganas de transitar, sus ganas de reconocerse como artista que desde Altos de San Lorenzo puede pasar todas las fronteras. Hace un tiempo una amiga artista y escritora en un taller que tomé en Buenos Aires, me dijo algo así como “a mi me gusta el mundo de la literatura porque hay más barrio, los escritores son más humildes, ser artista contemporáneo sale caro, hay mucho cheto (o aparentar ser cheto, cool)”. No estoy seguro de esta afirmación, siempre me da vueltas por la cabeza. Juan José seguro es barrio,

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cuando me estaba yendo me interceptó nuevamente para charlar, me contó que su casa era así siempre, que las paredes pintadas eran de la casa y que lo que más le gustaba era que, con la excusa de la muestra, habían entrado muchos pibes del barrio y vecinos adultos. Volviendo a los cuadritos de la primer sala, pienso en por qué me aburren tanto y creo que lo que me desanima es su relación con el tradicional cubo blanco, la necesidad de afirmarse como arte, de responder las preguntas que una y otra vez retomé en este texto. La experiencia toda, llegar al barrio y luego entrar a esa casa fue para mí lo que hizo de esta muestra una de las más disidentes e importantes del año 2014 junto con otra experiencia que solo voy a esbozar. Aunque este texto podría pensarse como concluido, no quiero dejar de nombrar la propuesta de Clarita Tapia, Clara boliche. Un boliche en una casa, las citas fueron unos cuantos miércoles del año desde las 20 hs para terminar temprano. Con dos pistas, una central y otra de música electrónica, debajo de la escalera con capacidad para 4 personas. Los Clara boliche explotaron. Finalmente yo no fui ningún miércoles, me la contaron, pero no quería dejar de nombrar la experiencia porque entiendo retoma las mismas preguntas sobre la obra y su relación con el espacio. Sin dudas trabajar con/en la casa de uno es trabajar con/en uno. Espacios que multiplican sentidos y devuelven la experiencia del extrañamiento frente a la obra, tanto a los vecinos como a los ya anestesiados participantes del mundo del arte. Cierro y me atajo. Retomo estas experiencias no para quedar en la fiesta o en el exotismo del barrio, sino para remarcar que en estos espacios se reconfiguran las experiencias estéticas con mucha más potencia que en contextos tradicionales del arte.

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