Reseña de "guaranga" por Nicolás Cuello

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RES EÑA por Nicolás Cuello

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guaranga de Que rica que esta esta en Cösmiko galería Club


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de que rica que esta esta en cĂśsmiko galerĂ­a Club Calle 10 y 71. La Plata Viernes 6 de Diciembre.



Los movimientos de estos pijazos de colores permiten cuestionar un presente marcado por una equivocada creencia de resoluci贸n en t茅rminos de diversidad cultural



por Nicolás Cuello Prof. Historia del Arte. Investigador. Activista gay.

RES EÑA Rosa Guarango El Viernes 6 de Diciembre inauguraba Guaranga, una intervención o, en palabras de la colectiva responsable Qué rica que está ésta, un escrache en las paredes de nuestro querido Cosmiko (galería club de la ciudad de La Plata). “Guaranga, qué nombre tan hermoso”, voy pensando cuando me acerco a Cosmiko. Entro a la sala donde sé que esta la intervención y se me escapa una sonrisa enorme. Tan enorme como ese ano abierto que ocupa casi toda una pared esperándonos a todes. Un ano enorme circundado por arcoíris que son penes o penes que son arcoíris; o, mejor incluso, arcoíris que son dildos o dildos que son arcoíris. Toda una experiencia envolvente en una atmosfera rosada, divertida, cálida como la piel caliente y sudorosa. Giro en mi propio eje, me voy guiando por los movimientos de estos pijazos de colores (¡ay, qué inoportuna esa expresión para una crítica de arte!) y me encuentro con iglesias prendidas fuego, heladitos, cuerpos que podría distinguir como femeninos presos de pequeños fetos incubados en bolas de hierro esposados a sus ataconadas piernas, pequeños pastelitos sonrientes, algunos cuerpos colgantes victimas del amor romántico, y nubes, y besos, y corazoncitos, y


metralladoras, y todo rosado, y todo una bomba de tiempo que pulsa entre una violencia alegre, la humedad de la noche y los cuerpos presentes. Pienso que tanto en Guaranga como en el resto de las producciones de esta colectiva, hay una apuesta fuerte por producir discursos críticos sobre y hacia los cuerpos, las sexualidades y las formas en las que éstas mismas son administradas, producidas y comercializadas. Estos trabajos escapan de ser sólo un comentario visual, tematizante de estas problemáticas, sino que habitan la tensión entre estas preguntas y formas disidentes de abordar políticamente el deseo y los placeres. Esas nuevas formas de articular criticas, creo, tienen que ver con estos universos yuxtapuestos entre la violencia y la alegría, entre la radicalidad y las sonrisas, entre los helados y las vaginas menstruando, entre la crítica al sistema sexogénerico y las tortas, y la interpelación de las imágenes como tecnologías políticas que producen cuerpos sexuados y los cupcakes.

Rosa Censura Creo que es de público conocimiento para quienes trabajamos en el campo artístico platense, o para los que conocen el trabajo de esta colectiva, que este año fueron numerosos los actos de censura o represión en las que se vieron envueltos. Por si no fuera suficiente, voy a volver a señalar algunos lugares donde sucedieron estos episodios porque siempre vale la pena recordar los procedimientos violentos que llevan adelante algunas instituciones culturales con las que trabajamos: Galería Mundiroff en Capital Federal, Casa de la cultura en Avellaneda, Centro Cultural Islas Malvinas en La Plata y el Museo Municipal de Bellas Artes Bonfiglioli en Villa María (Córdoba). Todos estos espacios fueron escenarios donde se desplegaron agresiones hacia la colectiva QRQEE, donde fueron impugnadas sus performances, censuradas sus pinturas, retiradas sus intervenciones visuales y clausuradas las salas donde exhibían sus trabajos. Llama la atención que


en la mayoría de estas circunstancias las acciones fueron justificadas como “preventivas” de aquellos futuros problemas que podrían haberse suscitado con el público, concebido aquí como un cuerpo social de extrema fragilidad moral. Un conjunto de políticas del cuidado o de preocupación ciudadana que, en realidad, disfrazan otra cantidad de hechos. Las razones por las que este tipo de acciones fueron llevadas adelante pueden tomarnos largas horas de debate y, seguramente, podamos llegar a conclusiones colectivas en las que sean de extrema visibilidad las normas heterocentradas y moralistas con la que todavía se administra la cultura en la contemporaneidad. Desde la represión o el espanto a cualquier intento por problematizar la sexualidad infantil, el histórico rechazo que produce la problemática del aborto y la continua abyección con la que son tratadas todas


las representaciones que abordan algo de lo que culturalmente se ha construido como “femenino”. Pero en medio de esto, considero importante prestar menos atención a la reacción inmediata que nos puede suscitar este continuado accionar y concentrarnos en las posibilidades que nos permiten las imágenes producidas por la colectiva QRQEE. Aquellos sentidos agitados por sus imágenes, experiencias, performances e intervenciones, permiten cuestionar críticamente un presente marcado por una equivocada creencia de resolución absoluta en términos de diversidad cultural. Presionan fuerte, de manera alegre y colorida, en aquellas idiosincrasias conservadoras, todavía muy sujetadas a nuestra contemporaneidad, y esas son algunas de las potencias posibles que las prácticas artísticas pueden aportar a la transformación sensible de una sociedad para extender el límite de lo posible instituido.

Rosa Silencio Ahora, me gustaría servirme de estas reflexiones para pensar sobre la producción de discursos en torno a prácticas como las de la colectiva QRQEE. Numerosas veces, la crítica a este tipo de imágenes se centra en la estigmatización de las representaciones de cuerpos sexuados u obras que reflexionan de alguna manera, más o menos explícitamente, sobre el género, como producciones truncas carentes de poética y de fácil lectura, ya que estarían sobredimensionadas por los discursos que la academia y los activismos feministas pueden volcar sobre ellas. Además, este tipo de producciones son vistas como “débiles”, ya que no se sostienen por sí mismas, otra vez presente la crítica a la dependencia semántica y legitimante de los discursos teóricos institucionales. Y estas actitudes, muy vigentes todavía, me recuerdan a ese debate historiográfico de los ’90 que, sin resolverse, se mantiene vivo en la pregunta: ¿Política mata poética? Aunque intentemos dar por cerrado estas discusiones, creo que los efectos que suscitan ciertas producciones, como las de la colectiva QRQEE, nos siguen hablando de la


política sexual de la verdad (Halperin 2000:28), de las tramas de poder que circulan en torno a los discursos teóricos y visuales que abordan ciertos problemas, como en este caso lo son las corporalidades, la sexualidad y las identidades de género. Si no fuera así ¿Cómo explicar esa tensión que inmediatamente despierta en el público y en la crítica de arte este tipo de representaciones, estos usos críticos de las imágenes? ¿Feminismo mata arte contemporáneo? Creo que es necesario interpelar nuestros propios lugares de enunciación y observar si no funciona allí esta epistemología silenciosa que actúa mediante el pudor que supimos aprender y poner en práctica en cada una de nuestras biografías sexo políticas, la vergüenza y la hostilidad hacia la otredad a la que somos expuestos mediante las grandes maquinarias semióticas de la publicidad y los medios masivos de comunicación, que constantemente se traducen en una naturalidad opresiva para la cognición de estas realidades. Por supuesto que de la misma forma que se puede hacer esta observación a quienes inmediatamente desvalorizan las producciones que están atravesadas por estos temas, o amablemente les otorgan el don del silencio, también podemos prestar atención a no reterritorializar estos modos de interpelar al cuerpo o a las sexualidades y fundar un género artístico estable y codificado para las lógicas del mercado y los coleccionismos especializados.

Rosa Belleza Por último, me gustaría insistir en una dimensión que, creo, es importante en la producción de esta colectiva, presente en esta última muestra, Guaranga, y en el recorrido posible por su trabajo hasta el momento, que es la belleza. Este tipo de intervenciones nos permiten re pensar lo bello, no como una exterioridad aplanada dispuesta a ser consumida sino como un espacio de agitación sensible, repleto de preguntas políticas a nuestras realidades, donde no sólo se nos brinda la posibilidad de cuestionarnos sino también de producir identificaciones, apoyo y experiencias colectivas poéticas que cuestionen los modos hegemónicos en los que se prevén las existencias.





Nicolรกs Cuello y



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