Catedral de san Basilio (Actualidad)
Millones de turistas pasan cada año por la Plaza Roja de Moscú y se fotografían frente a su iglesia de cúpulas de colores, sin duda una de las más famosas del mundo, y emblema de Rusia para millones de extranjeros. Mundialmente conocida, a la vista de todos, en pleno centro neurálgico del país más grande del mundo, el templo de San Basilio es un manojo de misterios, leyendas y enigmas por resolver. Casi nada es lo que parece a primera vista en este extraño templo. Para empezar, no es un solo templo, sino 9 iglesitas adosadas, apiñadas unas a otras. Y no siempre tuvieron esa forma. Retrocedamos en el tiempo. ¿De dónde le vino el nombre de “San Basilio”? Ya en la época en que se estaba edificando, vivía en la obra un hombre llamado Vasili, que era un “blazhenny”, un “bienaventurado”, como se llama en Rusia a los “locos de Dios”. Tenía fama de santo y era muy respetado y venerado por el pueblo como tantos otros similares a él a lo largo de Rusia. Desde jovencito contaba con un especial don de clarividencia, se negaba a dormir bajo techo, iba todo el año desnudo y descalzo, y llevaba cadenas de penitente (que hasta hoy adornan su sepulcro en una de las capillas de “su” templo). Decían que la única persona a la que temía el feroz Iván el Temible era al santo loco Vasili. Cuando murió el santo, fue enterrado en el cementerio de la iglesia de la Santa Trinidad en el Foso. El zar y sus boyardos portaron personalmente el ataúd y el patriarca metropolita de Moscú ofició la ceremonia. Mientras se acababa de construir la nueva iglesia del Manto de la Virgen, corría la voz sobre los milagros que ocurrían en torno a la tumba del loco Vasili. Finalmente, en 1588 se edificó una capilla anexa a la iglesia del Manto de la Virgen, donde trasladaron los restos de Vasili colocados en un cofre de plata, y el Patriarca Job beatificó al taumaturgo, asignando el día de su muerte, el 2 de agosto, para su veneración y memoria.