Catedral de san Basilio (Actualidad)
Millones de turistas pasan cada año por la Plaza Roja de Moscú y se fotografían frente a su iglesia de cúpulas de colores, sin duda una de las más famosas del mundo, y emblema de Rusia para millones de extranjeros. Mundialmente conocida, a la vista de todos, en pleno centro neurálgico del país más grande del mundo, el templo de San Basilio es un manojo de misterios, leyendas y enigmas por resolver. Casi nada es lo que parece a primera vista en este extraño templo. Para empezar, no es un solo templo, sino 9 iglesitas adosadas, apiñadas unas a otras. Y no siempre tuvieron esa forma. Retrocedamos en el tiempo. ¿De dónde le vino el nombre de “San Basilio”? Ya en la época en que se estaba edificando, vivía en la obra un hombre llamado Vasili, que era un “blazhenny”, un “bienaventurado”, como se llama en Rusia a los “locos de Dios”. Tenía fama de santo y era muy respetado y venerado por el pueblo como tantos otros similares a él a lo largo de Rusia. Desde jovencito contaba con un especial don de clarividencia, se negaba a dormir bajo techo, iba todo el año desnudo y descalzo, y llevaba cadenas de penitente (que hasta hoy adornan su sepulcro en una de las capillas de “su” templo). Decían que la única persona a la que temía el feroz Iván el Temible era al santo loco Vasili. Cuando murió el santo, fue enterrado en el cementerio de la iglesia de la Santa Trinidad en el Foso. El zar y sus boyardos portaron personalmente el ataúd y el patriarca metropolita de Moscú ofició la ceremonia. Mientras se acababa de construir la nueva iglesia del Manto de la Virgen, corría la voz sobre los milagros que ocurrían en torno a la tumba del loco Vasili. Finalmente, en 1588 se edificó una capilla anexa a la iglesia del Manto de la Virgen, donde trasladaron los restos de Vasili colocados en un cofre de plata, y el Patriarca Job beatificó al taumaturgo, asignando el día de su muerte, el 2 de agosto, para su veneración y memoria.
El año 1990 marcó un hito en la historia del museo: la Catedral de San Basilio fue incluida en la lista de los monumentos considerados Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y situados en el territorio de Rusia. Después de una larga pausa, se reanudaron los oficios religiosos en la Iglesia del Manto de la Virgen. En 1991, el uso del conjunto arquitectónico fue compartido por el Museo Histórico y la Iglesia Ortodoxa Rusa. En 1997, en la capilla de San Basilio, cerrada al público desde finales de 1920, acabó la restauración de los interiores. Pasó a ser parte de la exposición del museo. En su recinto se reanudaron los oficiosos religiosos. En la Catedral del Manto de la Virgen se celebran oficios religiosos y se honran especialmente las festividades del Manto de la Virgen y de San Basilio. Entre 2001 y 2011 se llevó a cabo una completa restauración de 7 capillas de la Catedral, fueron renovadas las pinturas de la fachada y parcialmente la pintura a témpera de la galería interior. En 2007, la Catedral del manto de la Virgen ganó el concurso de las “7 maravillas de Rusia”.
Rusia celebra 450 aniversario de la Catedral de San Basilio Moscú (RUSIA). Rusia celebra el 450 aniversario de la Catedral de la Intercesión de la Virgen en el Montículo, más conocida como San Basilio, cuyas cúpulas acebolladas son la tarjeta de visita del país. La catedral, situada en uno de los extremos la Plaza Roja en Moscú, es actualmente una filial del Museo Histórico de Moscú y sigue acogiendo servicios eclesiásticos ortodoxos. Una de las joyas más representativas y llamativas de la historia y arquitectura rusa, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la catedral fue consagrada solemnemente el 12 de julio de 1561 una vez terminada su construcción que duró cinco años. El proyecto, envuelto en numerosas leyendas, fue ordenado por el zar Iván el Terrible para glorificar su victoria sobre el Kanato de Kazán. Una de las leyendas dice que la catedral es una copia de una mezquita en Kazán, que fue destruida por Iván el Terrible, enfadado por la resistencia que ofrecieron los habitantes de la hoy capital tártara a las tropas del zar. Se cree que entonces las cúpulas de aquella mezquita derrumbada fueron trasladadas a Moscú y simbolizaron la victoria del zar sobre Kazán. Otra leyenda dice que el zar dejó ciego al arquitecto de la catedral, Póstnik Yákovlev, nada más terminada la construcción de la obra, para que no construyese nada que superara en belleza a la catedral. Por otro lado, los que refutan esa leyenda se basan en que posteriormente Yákovlev construyó otros complejos arquitectónicos, por ejemplo, el Kremlin de Kazán, cosa que, de ser ciego, no habría hecho nunca.
El destino de la catedral es un paradigma de los dramáticos giros de la historia rusa, cuando las obras de arte eran destruidas por capricho de los nuevos gobernantes, quienes consideraban que esas ya no se correspondían con la nueva realidad. De hecho, la catedral estuvo a punto de ser borrada del mapa en varias ocasiones a lo largo de los últimos 450 años. Por ejemplo, durante la invasión de Napoleón, quien al darse cuenta de que nadie le iba a entregar las llaves del Kremlin ya que los rusos habían abandonado y supuestamente incendiado la ciudad, tuvo que dejar Moscú y, frustrado, dispuso destruir la catedral. Pero, al parecer, las tropas franceses llevaban prisa y no pudieron acabar con el complejo. En otra ocasión, ya en el siglo XX, uno de los colaboradores más fieles a Iósif Stalin, Lázar Kaganóvich, le propuso al dictador soviético que diera la orden de destruir la iglesia, al igual que a muchas otras que fueron derrumbadas por el régimen ateísta soviético. Dicen que a la hora de tratar de persuadir a Stalin de que la catedral impedía pasar a las tropas durante los desfiles militares en la Plaza Roja, Kaganóvich mostró una maqueta de la plaza y arrebató las pequeñas torres del complejo. Stalin, dice la leyenda, quedó perplejo al instante y luego le espetó: "¡Que vuelvas a colocarlas ahora mismo!". Pese a que la ideología bolchevique se manifestaba en contra de la religión como "un vestigio del pasado" de la burguesía zarista, fue en el siglo XX cuando más trabajos de reparación y mantenimiento se hicieron en la catedral. Ni las ambiciones de uno de los conquistadores más grandes de la historia ni tampoco los prejuicios de uno de los regímenes más sangrientos, la URSS, pudieron condenar al olvido esa parte del corazón de Moscú.