La estructura de la cara y de los ojos tiene la finalidad de proteger los ojos de cualquier lesión. El globo ocular se encuentra en una cuenca rodeada de un borde óseo fuerte. Los párpados pueden cerrarse rápidamente para formar una barrera contra los cuerpos extraños y el ojo puede tolerar un impacto de la luz sin ser dañado. A pesar de ello, el ojo y las estructuras que lo rodean pueden resultar dañados por una herida, a veces tan gravemente que se pierde la visión y, en raras ocasiones, el ojo debe extirparse. La mayoría de las lesiones oculares son de menor importancia, pero debido al gran hematoma que producen, con frecuencia parecen peores de lo que son. Una lesión en el ojo debería ser examinada por un médico para determinar si se necesita un tratamiento y si la visión puede resultar afectada permanentemente.
1. HERIDAS POR IMPACTO Un impacto brusco obliga a que el ojo retroceda dentro de su cavidad, dañándose probablemente las estructuras superficiales (el párpado, la conjuntiva, la esclerótica, la córnea y el cristalino) y las de la parte posterior del ojo (retina y nervios). Un impacto de esta magnitud puede romper incluso los huesos que rodean el ojo. Síntomas En las primeras 24 horas posteriores a una herida ocular, la sangre que se derrama bajo la piel que rodea el ojo generalmente produce un hematoma (contusión), comúnmente llamado ojo negro. Si un vaso sanguíneo de la superficie del ojo se rompe, dicha superficie se tornará roja. Esta hemorragia suele ser de menor importancia. Las lesiones en la parte interna del ojo son generalmente más graves que el daño de su superficie. La hemorragia en la cámara frontal del ojo (hemorragia de la cámara anterior, hifema traumático) es potencialmente grave y requiere la atención de un médico optómetra u oftalmólogo, según el grado de peligro.