SU GUÍA PARA LA SALUD LATINA UNA PUBLICACIÓN DE SMART + STRONG
TUSALUDMAG.COM PRIMAVERA 2020
Entendiendo la hepatitis C La información básica del virus
La salud de su hígado Consejos para mantenerlo sano
Los latinos y el virus La importancia de las pruebas
Medicamentos nuevos y efectivos El tratamiento de la hepatitis C Alejandrina Peña
LISTA PARA VIVIR Después de la hepatitis C
Vivir Mi Vida
EDITOR GENERAL
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amentablemente, en lo que respecta a la salud, a menudo los latinos en los Estados Unidos están desproporcionadamente afectados por muchas enfermedades. Los factores que contribuyen a esta disparidad incluyen barreras de lenguaje, reticencia a recibir atención médica debido a su estatus migratorio, así como una cobertura de salud inadecuada. Una preocupación importante para los latinos es el virus de la hepatitis C (VHC), que causa inflamación del hígado. Las investigaciones han demostrado que los latinos tienen más probabilidades de estar viviendo con la hepatitis C que el resto de la población de los Estados Unidos en su conjunto. Afortunadamente, hoy en día es mucho más fácil que nunca tratar y curar el VHC. Por ese motivo, esta edición especial de Tu Salud está enfocada en la hepatitis C entre los latinos. Si bien los latinos son menos propensos a contraer el VHC que los blancos, tienen un 40% más de posibilidades de morir a causa de este virus. Los latinos experimentan una progresión más rápida a la enfermedad de la hepatitis C y tienen menos probabilidades de obtener un tratamiento oportuno. Felizmente, cuando reciben tratamiento para el VHC con los últimos medicamentos, los latinos tienen una alta tasa de cura. La mujer de la portada, Alejandrina Peña, es un gran ejemplo. Ella vivió con el virus por décadas. Muchas veces trató de curarse pero sólo lo consiguió con los nuevos medicamentos. Ve a la página 10 para leer más. Para entender mejor la hepatitis C entre los latinos, debemos comenzar por aprender más acerca del virus y cómo afecta al
Esta edición de Tu Salud es en conjunto con su guía para la hepatitis: la revista Hep y el sitio web HepMag.com.
Contenido 3 DEL EDITOR Luchando por las personas que viven con la hepatitis C
hígado. Después de un tiempo, si no se da tratamiento, el VHC puede causar graves complicaciones, incluyendo cirrosis, cáncer de hígado y la necesidad de un trasplante de hígado. Ve a la página 4 para obtener información básica sobre el VHC. Si estás viviendo con hepatitis C, especialmente si ya recibiste tratamiento con medicamentos antiguos pero no te curaste, tal vez no estés convencido sobre los nuevos medicamentos. Para ayudarte a tomar esa decisión, tu proveedor de atención médica querrá realizar una serie de pruebas y hacerte preguntas. Ve a la página 8 para informarte. Todos los adultos deben hacerse la prueba de la hepatitis C por lo menos una vez en su vida. Ve a la página 6 para leer mas sobre la prueba del hepatitis C y los riesgos de contraer el virus. Para ver consejos sobre cómo mantener un hígado sano a pesar de tu estatus de VHC, ve a la página 13.
ORIOL R. GUTIERREZ JR. EDITOR GENERAL
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4 LOS BASICOS
6 PREVENCIÓN
Entendiendo el virus • la enfermedad hepática • la salud de su hígado • curando la hepatitis C
Formas de transmisión • las personas que corren más riesgos • pruebas del virus • los latinos y la hepatitis C
8 TRATAMIENTO
Antes de empezar • por primera vez • intentando otra vez • efectos secundarios • despues de la cura
10 DE PRIMERA PÁGINA Alejandrina Peña está lista para vivir despues de la hepatitis C.
PRIMAVERA 2020 TU SALUD 3
La información básica de la hepatitis C
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contacto con sangre. La ruta de transmisión más común es compartir agujas y otros instrumentos para inyectarse drogas. El virus también se puede transmitir al compartir instrumentos para hacer tatuajes y piercings, cepillos de dientes, afeitadoras y otros elementos que estén en contacto con la sangre. El VHC puede pasar de madre a hijo durante el embarazo y el parto. La transmisión sexual del virus no es común pero ocurre con más frecuencia entre hombres gays y bisexuales. La hepatitis C no se transmite a través del contacto casual, como al besarse o compartir utensilios para comer. Para más información, ver página 6. Actualmente no existe una vacuna para el VHC, pero se están haciendo investigaciones. A diferencia de algunas otras enfermedades, tener hepatitis C una vez no provee inmunidad, y puedes contraerla nuevamente. Por lo tanto, las personas que eliminan el virus naturalmente o con tratamiento, deberían tomar medidas para prevenir la reinfección. Es normal sentir estrés, depresión, enojo, confusión o estigma en torno al tener hepatitis C. Puedes preocuparte acerca de transmitir el virus a otros o sentir temor sobre enfermedades graves o la muerte. Pero el CDC dice que las
personas no deben ser excluídas del trabajo, la escuela, juegos, cuidado de niños u otras actividades porque tengan hepatitis C. Hacerte la prueba del VHC, comenzar el tratamiento si te da un resultado positivo y conectarte con otras personas que vivan o se hayan curado de la hepatitis C puede ayudarte a calmar tu mente! —Liz Highleyman
De cada 100 personas con hepatitis C: 75 a 85 desarrollarán infección crónica con VHC 10 a 20 desarrollarán cirrosis durante dos a tres décadas
De cada 100 personas con hepatitis C y cirrosis: 1 a 5 desarrollarán cáncer de hígado cada año 3 a 6 tendrán insuficiencia hepática cada año
(ILUSTRACÍON DEL VIRUS) CDC; (HÍGADO) ISTOCK
La hepatitis C es una enfermedad del hígado causada por un virus. A lo largo del tiempo puede causar complicaciones serias, incluyendo cirrosis, cáncer de hígado y la necesidad de un trasplante de hígado. Lo bueno es que ahora hay medicamentos que pueden curar a casi todos los que tienen hepatitis C en ocho a 12 semanas con pocos efectos secundarios. El virus de la hepatitis C (VHC) es el virus de transmisión sanguínea más común en los Estados Unidos. Aproximadamente 2.4 millones de personas viven con el virus de la hepatitis C a largo plazo, y de acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), casi 45,000 personas contraen el VHC cada año. La hepatitis C es más común entre los baby boomers (personas que nacieron entre 1945 y 1965), pero las tasas están aumentando entre gente más joven debido a la epidemia de opioides. Los expertos ahora recomiendan que todos los adultos deberían hacerse la prueba de hepatitis C al menos una vez, y con más frecuencia si están en situación de riesgo. Ver página 6 para informarte sobre la hepatitis C en esta población. La hepatitis C se transmite a través del
La enfermedad hepática Hepatitis significa inflamación del hígado. Hepatitis C aguda se refiere a los primeros seis meses después de haberse expuesto. Hasta un 25% de las personas eliminarán el virus naturalmente sin tratamiento. El resto desarrollará infección crónica o a largo plazo. Muchas personas con hepatitis C no presentan síntomas durante las primeras etapas de la enfermedad, es decir no tienen aspecto de enfermos ni se sienten mal. De hecho, la mayoría de las personas que viven con el VHC no saben que portan el virus. Si se presentan, los síntomas pueden incluir los siguientes: o cansancio extremo • Fatiga • Fiebre • Náusea del apetito • Pérdida de peso inexplicable • Pérdida Molestia abdominal • Dolores musculares y en las articulaciones • Ictericia, o color amarillento de la piel y • los ojos oscura • Orina Heces o color arcilla • Picazónclaras la piel • Edema oeninflamación de los pies y • pantorrillas o problemas con la agudeza • Confusión mental y la memoria anormales de ALT y de otras enzi• Niveles mas hepáticas. Sin embargo, después de años o décadas, la hepatitis C puede llevar a complicaciones graves. En los casos más graves, el hígado ya no puede llevar a cabo sus funciones vitales, como el control del azúcar y la grasa en la sangre y el filtrado de toxinas. Un hígado
lesionado puede desarrollar tejido cicatrizal, conocido como fibrosis. Eventualmente, la acumulación de tejido cicatrizal puede bloquear el flujo de sangre a través del hígado, causando hipertensión portal. El VHC puede causar carcinoma hepatocelular, la clase más común de cáncer hepático. Si no es tratada, la hepatitis C puede también causar problemas de salud más allá del hígado, incluyendo un mayor riesgo de linfoma, enfermedad cardíaca y diabetes. Las personas con cirrosis grave o descompensada pueden experimentar inflamación debido a la acumulación de fluído en el abdomen (ascitis), venas sangrantes (várices) en el esófago o estómago y deficiencia mental (encefalopatía hepatica). En los casos más graves, pueden desarrollar una insuficiencia hepática que ponga la vida en riesgo. La hepatitis C es la causa más común de los trasplantes de hígado en los Estados Unidos. Otras causas de cirrosis de hígado y cáncer de hígado incluyen el virus de la hepatitis B (VHB), alto consumo de alcohol y enfermedad por hígado graso. La enfermedad por hígado graso no relacionada con el alcohol (NAFLD, por sus siglas en inglés), y su forma más grave, la esteatohepatitis no alcohólica (NASH, por sus siglas en inglés), son causas en aumento de la enfermedad hepática avanzada. Ahora que se puede prevenir el VHB con una vacuna y que el VHC puede ser tratado fácilmente, se espera que la enfermedad por hígado graso supere a la hepatitis C como razón principal de trasplantes de hígado. —LH
La salud de tu hígado Un tratamiento exitoso contra la hepatitis C ralentiza, o detiene, la progresión de la enfermedad hepática y permite que el hígado comience a sanar. En algunos casos, el tratamiento puede mejorar la función lo suficiente como para que las personas puedan abandonar una lista de espera para transplantes. Pero curar el VHC no revierte completamente el daño al hígado. Las personas que han desarrollado cirrosis siguen corriendo riesgo de cáncer de hígado y otros problemas hepáticos y deben recibir un monitoreo con regularidad. Es importante que cuides tu hígado antes y después del tratamiento para la hepatitis C.
El alcohol puede causar más daño al hígado, por lo que se recomienda que las personas sin cirrosis no beban demasiado y las que tienen cirrosis se abstengan de beber. Comunícale a tu médico sobre cualquier medicamento de venta libre, hierbas o suplementos que tomes. Vacúnate contra la hepatitis A y B. Contraer uno de estos virus además de la hepatitis C puede llevar a problemas hepáticos más graves. Por último, consume una dieta balanceada, haz ejercicio regularmente, mantén un peso saludable y duerme lo suficiente para reducir tu riesgo de enfermedad de hígado graso y para mejorar tu salud general. —LH
Curando la hepatitis C En la década pasada aparecieron nuevos y efectivos medicamentos orales para la hepatitis C, conocidos como antivirales de acción directa (DAAs, por sus siglas en inglés). Estos nuevos medicamentos ahora pueden curar a la mayoría de las personas con el virus, con tasas de éxito que se acercan al 100%. Se acabó la época de las terapias con interferon inyectables que a menudo duraban un año o más, causaban efectos secundarios difíciles de tolerar y sólo curaban a la mitad de las personas tratadas. Si tu prueba de anticuerpos de la hepatitis C da un resultado positivo, debes recibir una prueba de carga viral de PCR de seguimiento. Esta prueba mide el material genético, que se conoce como ARN VHC (HCV RNA, por sus siglas en inglés), y determinará si tienes una infección activa en ese momento. Los anticuerpos continúan en la sangre para siempre, y seguirás recibiendo un resultado positivo aunque el tratamiento lleve tu carga viral de VHC a niveles indetectables. Las guías actuales dicen que todas las personas con hepatitis C crónica cumplen los requisitos para recibir tratamiento, sin importar qué tan avanzada esté su enfermedad hepática ni si continúan consumiendo drogas o alcohol. Esto incluye a personas con VHC agudo. Los expertos ya no recomiendan esperar a ver si se elimina el virus naturalmente. Las nuevas terapias DAAs funcionan contra todas las variantes de VHC, conocidos como genotipos. Algunas de las DAAs más antiguas funcionan sólamente contra genotipos virales específicos. Los regímenes de tratamiento más efectivos combinan medicamentos que atacan al menos dos fases del ciclo de vida del VHC, lo que ayuda a prevenir el desarrollo de resistencia a los medicamentos. Para más información ver página 8. El tratamiento generalmente requiere tomar una píldora diaria. Las terapias DAAs generalmente curan el virus en ocho a 12 semanas. Son bien toleradas con pocos efectos secundarios. Incluso personas con una enfermedad hepática muy avanzada, cáncer de hígado, otros problemas graves de salud o transplante de hígado pueden recibir un tratamiento exitoso con los nuevos medicamentos. Estos medicamentos son caros, pero las compañías farmacéuticas y otras fuentes ofrecen ayuda. —LH
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epidemia de transmisión sexual de la hepatitis C entre hombres que tienen sexo con hombres y no usan condones con consistencia, con tasas más altas entre los hombres VIH positivos.
El virus de la hepatitis C, VHC (HCV por sus siglas en inglés) se transmite principalmente a través del contacto de sangre con sangre. No puedes contraer el virus a través de contacto casual, incluyendo al toser, besar, abrazar, estornudar o al compartir alimentos, tazas o utensilios.
Las principales formas de transmisión del VHC incluyen: ■
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Compartir equipos para inyectarse drogas, incluyendo jeringas y quemadores. Usa siempre instrumentos esterilizados o límpialos con cloro. Transfusiones de sangre o trasplantes de órganos que se realizaron antes de que comenzaran a hacerse pruebas generalizadas de los suministros de sangre en 1992. Estos procedimentos ahora son seguros. Tatuajes y piercings que se hacen utilizando instrumentos sin esterilizar, incluyendo aquellos que se realizan en institutos correccionales. De madre a hijo durante el embarazo y el parto. Las madres con VHC tienen aproximadamente 5% de posibilidades de transmitir el virus a sus bebés. Ese número aumenta para aquellas que también tienen el VIH, hepatitis B o una carga viral alta de hepatitis C. Dar el pecho implica un riesgo muy pequeño o nulo de transmisión. La transmisión sexual del VHC entre heterosexuales no es común. Sin embargo, está surgiendo una
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Aproximadamente el 70% de las personas que viven con VHC en los Estados Unidos son baby boomers, es decir personas que han nacido entre 1945 y 1965. Se estima que un 2% de este grupo tiene el virus. Las investigaciones sugieren que muchos baby boomers con VHC contrajeron el virus a través de procedimientos médicos hace varias décadas. Otros pueden haber contraído el virus a través del uso de drogas inyectables hace mucho tiempo. En los últimos años, la crisis de los opioides ha aumentado la transmisión de VHC entre los jóvenes que se inyectan drogas. Esto a su vez ha aumentado las tasas de transmisión del virus de madre a hijo. Un estudio reciente encontró que los jóvenes que resultan VHC positivos generalmente no tienen conciencia de los riesgos de contraer la hepatitis C.
Las personas que corren más riesgos de contraer la hepatitis C incluyen aquellos que: ■
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Se han inyectado drogas en algún momento de su vida Recibieron un producto para tratar problemas de coagulación antes de 1987 Recibieron una transfusión o trasplante de órganos antes de 1992 o lo recibieron de un donante que luego fue diagnosticado con hepatitis C Tienen VIH En algún momento recibieron diálisis de riñón a largo plazo Tienen persistentemente niveles anormales de enzimas, como ALT o AST Nacieron de una madre que tenía hepatitis C Corrian un riesgo potencial de infectarse con el VHC a través del trabajo, como por ejemplo con un pinchazo de aguja en un entorno laboral de atención médica
Se han hecho un tatuaje o piercing en un ambiente no profesional.
Pruebas de la hepatitis C ¡Todos los adultos deben hacerse la prueba de la hepatitis C! El Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de los Estados Unidos recomienda que todas las personas a partir de los 18 años se hagan una prueba de VHC al menos una vez en la vida, sin importar los factores de riesgo. Todas las mujeres embarazadas deben hacerse la prueba. Las personas con riesgo crónico de contraer el virus, incluyendo aquellos que se inyectan drogas y los hombres que tienen sexo con otros hombres, deben hacerse pruebas de rutina para detectar el virus. Para todos que viven con el VHC, se recomienda la evaluación de otras afecciones que pueden acelerar la fibrosis hepática, como la hepatitis B y el VIH. Primero recibirás una prueba que busca los anticuerpos de la hepatitis C. ■ Si el resultado es negativo, no tienes el virus ni lo has tenido nunca. ■ Si el resultado es positivo, necesitarás una segunda prueba, un análisis general llamado prueba PCR, que busca la presencia del VHC mismo. Si tanto tu prueba de anticuerpos como la PCR resultan positivas: ■ En este momento tienes hepatitis C ■ Si han pasado más de seis meses desde que contrajiste la hepatitis C, tienes infección crónica ■ Si posiblemente contrajiste el virus durante los últimos seis meses antes de hacerte la prueba, tienes infección aguda. Aproximadamente el 25% de las personas con infección aguda, eliminan el VHC naturalmente dentro de los seis meses sin necesidad de tratamiento. De cualquier modo, se recomienda el tratamiento para las personas con infección aguda. Si la prueba de anticuerpos es positiva pero el PCR es negativo: ■ Previamente tuviste hepatitis C y tu sistema inmunitario lo eliminó naturalmente ■ Previamente tuviste un resultado falso positivo, lo que significa que nunca tuviste VHC, pero la prueba determinó incorrectamente que si lo tuviste. —Benjamin Ryan
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Factores de riesgo y pruebas
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Los latinos y la hepatitis C La hepatitis C y otros tipos de enfermedades hepáticas son una preocupación importante para los latinos, el grupo étnico más grande y en mayor crecimiento de los Estados Unidos. Estudios han demostrado que los latinos son más propensos a tener la hepatitis C que la población general de los EE.UU. De acuerdo con los últimos datos sobre hepatitis C de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), los indios americanos y los nativos de Alaska tienen la incidencia más alta de VHC, o tasa de nuevas infecciones. En la actualidad los blancos se encuentran en segundo lugar, mayormente debido a un aumento de casos relacionados con la epidemia de opiodes. Los afroamericanos y los latinos tienen similares tasas de aumento lentas, seguidos por los asiáticos y los originarios de las islas del Pacífico. Pero los latinos en los Estados Unidos son una población diversa, y las tasas varían ampliamente entre los grupos. De acuerdo con un estudio de 2014, los hombres de Puerto Rico eran muy propensos a tener hepatitis C, con una tasa de prevalencia de casi el 12%; los hombres de origen mexicano, cubano,
dominicano o centroamericano tenían tasas intermedias; y los de sudamérica tenían las tasas más bajas, a 0.4%. Esto demuestra la importancia de estudiar el VHC en comunidades latinas específicas. Si bien los latinos pueden tener menos probabilidades de contraer el VHC que los blancos, tienen un 40% más de probabilidades de morir debido al mismo. La enfermedad hepática crónica y la cirrosis no están dentro de las 10 principales causas de muerte para la población general, la blanca o la negra de los Estados Unidos. Pero es la séptima causa de muerte en general para los latinos, subiendo al tercer puesto de causa de muerte entre los que tienen entre 55 y 64 años. Varios estudios han demostrado que en general, los latinos presentan una progresión más rápida de la enfermedad de la hepatitis C y desarrollan cirrosis a una edad más temprana. Esto puede deberse a que los latinos son más propensos a tener enfermedad no alcohólica de hígado graso (NAFLD, por sus siglas en inglés) y en su forma más grave, esteatohepatitis no alcoholica (NASH). La enfermedad de hígado graso está relacionada con tasas más altas de
obesidad, diabetes y síndrome metabólico en esta población. De acuerdo con las estadísticas del CDC de 2018, el 41% de los hombres latinos y el 48% de las mujeres latinas pueden clasificarse como obesos. El consumo más frecuente de alcohol también puede jugar un papel en la progresión de la enfermedad hepática. Además, los latinos tienen menos probabilidades de obtener atención y tratamiento para la hepatitis C y otras enfermedades hepáticas oportunamente. Los factores que contribuyen a esta disparidad incluyen barreras de lenguaje, reticencia a acudir a la atención médica debido al estatus migratorio y a una cobertura de salud inadecuada. De acuerdo con el CDC, aproximadamente una de cada cinco personas latinas de menos de 65 años no tiene seguro de salud. Sin embargo, cuando reciben tratamiento para la hepatitis con los medicamentos más nuevos, los latinos tienen una alta tasa de cura. Si bien algunos estudios tempranos mostraban que las personas latinas no respondían tan bien a la vieja terapia basada en interferon, este no parece ser el caso con las terapias de acción antiviral directa. Estas disparidades resaltan la necesidad de educación culturalmente sensible acerca de la importancia de las pruebas y tratamiento del VHC, así como de mejorar los esfuerzos para aumentar la cobertura y proveer atención médica para todos. —Liz Highleyman
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Los tratamientos actuales con antivirales de acción directa (DAA, siglas en inglés de direct-acting antiviral) para la hepatitis C son altamente efectivos. Los cursos estándar de ocho a 12 semanas de medicamentos diarios ponen tus posibilidades de cura en el rango superior al 90%. Si bien estos medicamentos están asociados con algunos efectos secundarios, típicamente estos son leves, especialmente comparados con el arduo sacrificio que era tomar los antiguos, ya obsoletos tratamientos para la hepatitis C basados en interferon, que afortunadamente ya no se usan para el tratamiento del virus. Las guías de tratamiento para la hepatitis C más simples son para quienes comienzan el tratamiento por primera vez, no tienen problemas de salud adicionales, no tienen enfermedad hepática grave y no están embarazadas. La mayoría de las personas con casos tan claros no necesitarán consultar a un especialista, como un hepatólogo (especialista en hígado) o a un médico especialista en infecciones. En cambio, un médico general o un médico de cabecera estaría capacitado para
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supervisar su tratamiento. Las personas con cirrosis avanzada, o que estén en la última etapa de enfermedad renal, tengan cáncer de hígado o un trasplante de hígado y las mujeres embarazadas, deben consultar con un médico especialista acerca de la mejor estrategia de tratamiento.
Antes del tratamiento Antes de determinar el mejor curso de tratamiento para la hepatitis C, tu proveedor de atención médica querrá hacerte una serie de pruebas y hacerte preguntas acerca de lo siguiente: Pruebas de genotipo: Una prueba determina cuál de los seis principales tipos genéticos del virus de la hepatitis C (VHC), llamados genotipos, tienes. Algunos tipos son más fáciles de tratar que otros. Las antiguas terapias DAAs funcionan sólo contra ciertos tipos, pero los nuevos medicamentos funcionan
Daño en el hígado: Tu proveedor de atención médica puede realizar pruebas de sangre, estudios por imágenes o una biopsia para evaluar el grado de daño que la hepatitis C pudiera haber causado en el hígado. La fibrosis de hígado o cicatrización tiene cuatro etapas. La etapa más avanzada es la cirrosis. La cirrosis compensada es la forma menos grave de esta enfermedad avanzada y la cirrosis descompensada es la forma más grave. Otras infecciones: También deberías hacerte las pruebas de VIH y la del virus de la hepatitis B (VHB). Etapa final de la enfermedad renal: El tratamiento de la hepatitis C requiere un ajuste particular para las personas con enfermedad renal avanzada. Cáncer de hígado: Los análisis de sangre, los estudios por imágenes o las biopsias pueden diagnosticar el carcinoma hepato celular, la forma más común del cáncer de hígado. Tener cáncer de hígado puede afectar el curso del tratamiento para la hepatitis C.
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Tratamiento de la hepatitis C
contra todos los tipos. Si tienes el genotipo 3 del VHC, puede que se requieran consideraciones adicionales para asegurarte de que recibas el régimen de tratamiento más efectivo.
Embarazo: Tomar DAAs durante el embarazo presenta algunos riesgos. Otros medicamentos y suplementos: Es importante que hables con tu médico acerca de todos los otros medicamentos que puedas estar tomando, incluyendo productos de venta libre, hierbas, suplementos y drogas recreativas. Esta conversación tiene el propósito de determinar si existe alguna posible interacción insegura entre esas drogas o suplementos y el tratamiento para la hepatitis C.
El tratamiento por primera vez Hoy en día existen en el mercado numerosos regímenes de tratamientos DAAs para la hepatitis C, y tendrás la mayor cantidad de opciones si estás por comenzar tratamiento por primera vez. Las guías de tratamiento de la Asociación Americana para el Estudio de Enfermedades Hepáticas (AASLD, siglas en inglés de American Association for the Study of Liver Diseases) favorece ciertos regímenes sobre otros. Las guías de AASLD son para personas que reciben el tratamiento por primera vez y tienen casos muy claros. Hay guías para los que no tienen cirrosis y para los que si tienen cirrosis compensada. Visite HepMag.com para más información. Es el sitio web de la revista Hep, nuestra publicación asociada dedicada a la hepatitis y a la salud del hígado.
Intentando nuevamente Si ya recibiste tratamiento para la hepatitis C pero no te curaste, tienes buenas posibilidades de derrotar al virus si vuelves a intentarlo. Para elegir el mejor régimen para reiniciar tu tratamiento de acuerdo con tus necesidades específicas, debes consultar con un especialista, ya sea un hepatólogo o un médico especialista en enfermedades infecciosas. Si previamente habías recibido tratamiento antiguo para la hepatitis C, tú y tu médico tienen multiples regímenes DAAs para elegir, dependiendo del genotipo de tu VHC y de si tienes cirrosis. Existen recomendaciones especiales para quienes previamente recibieron interferon más un tratamiento DAA de la clase de los inhibidores de la proteasa. Estos medicamentos ya son obsoletos.
Si estás entre el muy pequeño porcentaje de personas para las que la primera ronda de nuevos tratamientos DAA no curó su hepatitis C, aún tienes buenas opciones para volver a intentar el tratamiento. Si tu régimen anterior incluía medicamentos DAA llamados inhibidores NS5A, tu médico puede hacerte pruebas para determinar si tu hepatitis C se ha vuelto resistente a los medicamentos de esta clase. De ser así, tu régimen de tratamiento puede requerir consideraciones especiales. Las drogas NS5A son componentes de algunos regímenes combinados. Al igual que con la ronda inicial de tratamiento para la hepatitis C, existen consideraciones especiales para las personas con cirrosis descompensada, para quienes estén en la última fase de la enfermedad renal, que tengan cáncer de hígado o hayan recibido un trasplante de hígado y para las mujeres embarazadas. Hasta que recibas un nuevo tratamiento con un régimen moderno de DAA, debes monitorear tu enfermedad hepática cada seis a 12 meses para ver si la enfermedad ha avanzado.
¿Estás curado/a? Doce semanas después de haber terminado el tratamiento DAA, se considera que estás curado/a si una prueba no consigue detectar la hepatitis C en la sangre, lo que se conoce como una respuesta virológica sostenida.
Cuidados para después de curarse Si te has curado de la hepatitis C pero persiste tu riesgo de contraer el virus nuevamente, lo que se conoce como reinfección, debes continuar haciéndote al menos una prueba anual para el virus. Los factores de riesgo incluyen compartir instrumentos para inyectarse drogas, y para los hombres, tener sexo sin condones con otros hombres. Si no tienes cirrosis, una vez que te hayas curado de la hepatitis C, no necesitas continuar viendo a un médico regularmente para monitorear la salud de tu hígado. Sin embargo debes continuar haciéndote chequeos de rutina con tu médico de cabecera para evaluar tu salud y bienestar general. Las personas con cirrosis deben hacerse monitoreos para el cáncer de hígado cada seis meses. —Benjamin Ryan
Efectos secundarios Las nuevas terapias DAAs son seguras y bien toleradas. En estudios clínicos de estos regímenes, los efectos adversos para la salud más comunes fueron dolor de cabeza, fatiga y náusea; generalmente estos fueron leves. Sólo el 0.1% de los participantes en un estudio y el 0.2% de los participantes en otro estudio dejaron de tomar los medicamentos debido a los efectos secundarios u otros resultados negativos para la salud. El tratamiento para la hepatitis C puede causar la reactivación del VHB. Si también tienes hepatitis B, tu médico debe monitorearte de cerca mientras estés bajo tratamiento para la hepatitis C. En raros casos, las personas con cirrosis compensada pueden experimentar una progresión a su forma descompensada durante el tratamiento DAA. Tu médico puede hacerte pruebas para determinar este resultado mientras estés bajo tratamiento para la hepatitis C. Debes consultar a un especialista si durante el tratamiento empeoran los resultados de las principales pruebas de sangre que evalúan la salud del hígado, incluyendo las enzimas ALT y AST, o si desarrollas ictericia (ojos y piel amarillentos), ascitis (acumulación de fluídos en el abdomen), encefalopatía (problemas en el cerebro) o cualquier otro síntoma relacionado con el hígado. —BR
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Lista Para Vivir
Como muchos latinos en los Estados Unidos, la neoyorquina Alejandrina Peña tenía hepatitis C, hasta que una gran médica y un poderoso tratamiento nuevo le permitió volver a comenzar. Por Tim Murphy Fotografiado por Bill Wadman
“¡Soy orgullosamente dominicana!”
declara Alejandrina Peña, 65, del Bronx. Cuando no está trabajando como cajera en un supermercado de East Harlem, Peña disfruta comiendo mofongo. Andrea, una de las cuatro hermanas con las que vive, a menudo prepara el platillo de plátano frito machacado con cerdo o mariscos. Es eso o ir a comer a La C a sa del Mofongo, en Wa sh i ng ton Heights, un barrio muy dominicano en el
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Alto Manhattan, justo frente al río Harlem desde el Bronx. La zona le recuerda a Santo Domingo, la capital de la República Dominicana (R.D.), donde creció y donde viven su adorada hija y nieto. Cuando era joven, trabajaba allá para la compañía telefónica y viajaba con frecuencia a Nueva York para visitar a familiares y amigos, hasta que finalmente se mudó a Nueva York definitivamente hace 12 años.
Alejandrina PeĂąa (a la izquierda) con su doctora, Nora Bergasa
Fue luego de una cirugía a la que se sometió a los 19 años en R.D., debido a una válvula cardíaca defectuosa, en los años 1970s, cuando le dijeron que posiblemente tuviera algún tipo de hepatitis, basándose en resultados anormales de sus pruebas de hígado. No sentía ningún síntoma, así que siguió con su vida. A principios de los ‘90s, cuando los investigadores ya habían identificado el virus de la hepatitis C (VHC) que causa daño en el hígado y obtuvo resultados positivos para este virus, Peña fue tratada en Santo Domingo con terapia de interferon. El tratamiento era tan caro, $1,000 por cada inyección, que tuvo que organizar una colecta entre familiares, amistades y compañeros de trabajo para pagar por el mismo. Los efectos secundarios del tratamiento de la hepatitis C eran horribles. “Tuve fiebre y mareos, pero lo soporté durante seis meses”, recuerda. Sin embargo pruebas posteriores determinaron que no se había curado la hepatitis C.
Nos adelantamos a 2011. Ahora vive
en Nueva York, Peña ingresó a un estudio clínico en Weill Cornell Medicine para ver si el antiguo tratamiento para la hepatitis C sumado a un nuevo agente experimental, telaprevir, podia curarla. El régimen le causó un sarpullido en todo el cuerpo, así que lo dejó. (Telaprevir se retiró del mercado unos pocos años después de salir a la venta, ya que resultó inferior a los nuevos medicamentos para el VHC). “Me sentí desilusionada”, dice, “pero seguí adelante con mi vida. No soy una persona que se deprime”. Su suerte comenzó a cambiar cuando fue al Metropolitan Hospital en East Harlem, que forma parte desde hace tiempo de la Corporación de Salud y Hospitales de Nueva York (en inglés, New York City Health + Hospitals Corporation), y se inscribió en el programa de atención estándar de la hepatitis C del hospital, el que consiste en tomar medicamentos antiguos combinados con uno de los nuevos medicamentos que revolucionó el tratamiento de la hepatitis C a principios de 2010, al lograr altas tasas de cura con mínimos o ningún efecto secundario. (Los antiguos tratamientos para la hepatitis C ofrecían lo opuesto, bajas tasas de cura con efectos secundarios frecuentes y graves). En el hospital Metropolitan, Peña conoció a una enérgica mujer que le cambiaría la
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“Lo primero que dije fue ‘¡Gracias a Dios!’ porque había esperado mucho tiempo.” vida: Nora Bergasa, MD, gastroenteróloga y hepatóloga, una cubana jefa de medicina del hospital Metropolitan. “Me encantó inmediatamente, porque ella trataba a todos sus pacientes con dedicación, atención y amor”, dice Peña. Bergasa le devuelve el cumplido: “Quedé muy impactada con la energ ía de A lejandrina”, dice “con el hecho de que nunca se rindió”. Seguramente debido a que su tratamiento incluyó los medicamentos antiguos interferon y ribavirin, los que en la actualidad raramente se utilizan para el tratamiento del VHC, Peña padeció efectos secundarios muy duros, incluyendo depresión, ansiedad e insomnia. Lo que es peor aún, después de casi un año de tratamiento, no se había curado su hepatitis C. “Me sentía desilusionada, pero mantuve mi sentido del humor”, dice. Pero luego, en 2017, Bergasa trató a Peña con un medicamento aún más nuevo. Después de varias semanas, Bergasa tenía excelentes noticias para ella: Estaba definitivamente curada del VHC.
“Lo primero que dije fue ‘¡Gracias a Dios!’” recuerda Peña, “porque había esperado mucho tiempo”. Ella y la doctora se abrazaron y lloraron juntas, y esa noche, Peña celebró la buena noticia con amistades y familiares con un esponjoso pastel dominicano.
De acuerdo con Bergasa, desde que
aparecieron los nuevos y potentes tratamientos para la hepatitis C a principios y mediados de 2010, ella estima que ha curado a más del 96% de las personas a las que ha tratado en el Metropolitan Hospital y en el Woodhull Hospital de Brooklyn. “El tratamiento de la hepatitis C se ha visto revolucionado con la aparición de medicamentos que son seguros, bien tolerados, efectivos y que llevan a la cura en la mayoría de los pacientes tratados”, dice. “Tenemos que otorgar el reconocimiento a los científicos que desarrollaron estos medicamentos”. Ella comenta que si bien los fabricantes
de los medicamentos han sido criticados por el alto precio de estas drogas (a menudo llegan a $1,000 por día por un curso de tratamiento de 90 días) también han intentado hacerlos accesibles. “Tenemos pacientes que llegan a nosotros sin seguro médico, y les conseguimos medicamentos gratis de las compañías fabricantes”, dice Bergasa. “Nunca he dejado de tratar a una persona porque no tuviera seguro médico o debido a su estatus migratorio”. Las tasas de hepatitis C entre los latinos son altas, dice Bergasa. La mayoría de sus pacientes son latinos, y en los Estados Unidos la enfermedad hepática crónica es la principal causa de muerte entre los latinos. Ella dice que los latinos no corren un riesgo intrínsecamente mayor de contraer el VHC, pero pueden haberse expuesto al virus a través de productos derivados de la sangre o procedimientos médicos en sus paises de origen hace muchos años. Dicho esto, la mayoría de los casos de hepatitis C en general, no sólo entre los latinos, se transmiten a través de las personas que se inyectan drogas con jeringas u otros instrumentos infectados. Es importante, dice Bergasa, que cualquier persona que se haya inyectado drogas, hecho un tatuaje o haya recibido productos derivados de la sangre o tratamiento médico, como cirugías, trasplantes o incluso tratamiento dental, se haga una prueba de hepatitis C. A menudo, resultados anormales en pruebas básicas del hígado darán la señal de que la hepatitis C está al acecho. “Si pides que te hagan una prueba de hepatitis C y el médico dice que no la necesitas, debes exigir que te la hagan o buscar otro médico”, dice Peña. De acuerdo con Bergasa, la mayoría de sus pacientes que se han curado de la hepatitis C, continúan luego una buena vida. Pero aquellos con cicatrización avanzada (fibrosis) en el hígado deben continuar haciéndose pruebas de evaluación cada seis meses por tiempo indefinido para determinar si hay signos de cáncer de hígado. “Esta es la parte desalentadora para algunos pacientes después de que les decimos que se han curado de la hepatitis C, pero es necesario decirlo”, agrega.
Bergasa cree que el trabajo que ella
y su equipo, que incluye también a Jennifer Harley, MD, jefa de gastroenterología y
enfermedades hepatobiliarias del hospital Metropolitan, han hecho para luchar contra la hepatitis C en Nueva York debe establecer un modelo nacional. Particularmente, dice, han demostrado que cuando se conectaron las pruebas de hepatitis C y el tratamiento con la clínica mayoritariamente para latinos neoyorquinos que recibían tratamiento con metadona para combatir la adicción a opioides, obtuvieron altas tasas de cura del VHC entre personas que usan o usaban drogas, quienes con frecuencia son estereotipados como difíciles de mantener bajo tratamiento médico. No sólo eso, dice Bergasa, pero un estudio realizado por su equipo determinó que los pacientes de metadona que completaron el tratamiento para la hepatitis C y llegaron al punto de curarse, reportaron una calidad de vida mucho más alta, incluyendo una mejoría en el estado de ánimo, nivel de energía y apetito. Ella afirma que la clave fue establecer un vínculo y una sensación de confianza con los pacientes. “Estábamos todos ahí físicamente en la clínica de metadona, llevándoles nuestros tratamientos a ellos, en lugar de al revés, así supieron nuestros nombres y nos fueron conociendo”, dice. Ella espera que programas similares comiencen a aparecer en otros lugares del país. Es ese nivel de atención tan íntima el que forjó un vínculo estrecho entre Bergasa y Peña, lo que urge a los grupos de la comunidad latina a que corran la voz acerca de la importancia de hacerse la prueba de la hepatitis C, y luego, si alguien recibe un resultado positivo para el VHC, que hable con sus proveedores de atención médica acerca de comenzar el tratamiento lo antes possible. “¡Hazte la prueba!” dice Peña. “Después confía en Dios, en tus médicos y en el hecho de que te puedes mejorar. Ahora me considero una vocera para las personas con enfermedad del hígado, y recomiendo que todos reciban tratamiento”. El año pasado Peña también se enteró de que su fibrosis de hígado (cicatrices) había disminuído a un nivel mínimo, p o s i ble me nt e d eb ido a q u e h a b í a erradicado su hepatitis C a través del tratamiento. Ahora más que nunca, está lista para comenzar a vivir lo mejor de su vida, tratando de comenzar una nueva carrera en marketing. También se cuida. Hace Zumba y boxeo, se alimenta con una dieta alta en pescado y verduras y cumple
todas sus citas con el médico. Además dice, “¡Estoy buscando novio! Quiero un médico alto y rico que me lleve de viaje por el mundo”. ¿También tiene que saber preparar un mofongo tan rico como el de su hermana? Tal vez no, dice “¡Comeremos afuera!”. ■
Consejos para un hígado sano A continuación van consejos que puedes seguir para mantener tu hígado sano. ■
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Evita o disminuye el consumo de alcohol. Mantén un peso saludable. Come una dieta sana y balanceada. Haz ejercicio regularmente (idealmente al menos 150 minutos por semana). Trata de dormir bien todas las noches. Vacúnate contra la hepatitis A y B. Cuéntale a tu médico acerca de cualquier medicamento, hierbas, suplementos y drogas recreativas que uses. Sigue los consejos del médico para mantener controlada la diabetes y el cholesterol alto. Hazte pruebas de seguimiento para monitorear si empeora la enfermedad hepática.
PRIMAVERA 2020 TU SALUD 13