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Después de 46 años, se celebrará la Segunda Conferencia del Agua de la ONU. De acuerdo con el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, México necesita invertir 49 mdp anuales durante 21 años para afrontar su seguridad hídrica

Por Redacción Greentology

Hasta hoy, como dice el refrán popular, no existe tiempo que no se cumpla ni deuda que no se pague y, para 2050 en que la ONU calcula, pasaremos de 8 mil millones de habitantes en la Tierra a 9 mil 700 millones, las necesidades del agua, elemento clave de la economía, la historia, la vida… se habrán multiplicado, y eso, es un hecho que se cumplirá.

Se estima que la demanda del H₂O crecerá en un 55 por ciento, en especial en la industria, sumada la que se requerirá para la producción eléctrica y el uso doméstico.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, y para nuestras necesidades básicas, cada persona debería de utilizar un máximo de 100 litros de agua potable al día. Sin embargo, en la CDMX, fuentes periodísticas informan que, en promedio, cada habitante emplea 360 litros cada día.

Por ejemplo, la marca de filtros purificadores Ecoflitro, especifica que los mexicanos necesitamos:

• 12 litros de agua por minuto para lavarnos las manos

• 200 litros de agua por 10 minutos para bañarnos

• 10 litros de agua cada 10 minutos para lavar trastes

• De 40 a 62 litros por ciclo de lavado en una lavadora

• 6 litros de agua por cada descarga en el sanitario

Lo que representa según Ecofiltro, en una sola serie, más de 250 litros del vital líquido por día.

A la par de su empleo entre particulares, el agua en México también tiene clasificado su uso en cuatro sectores clave:

• Uso agrícola, 76.6 % principalmente en riego de cultivos

• Abastecimiento público, 14.5 % en la entrega a usuarios domésticos

• Generación de energía eléctrica, 4.9 % mediante plantas termoeléctricas

• Industria autoabastecida, 4 % dedicado a los productos y servicios

Estas cifras de 2020 representan solo el caso de nuestro país. Si sumáramos el consumo que naciones más grandes como Estados Unidos o Rusia tienen, los porcentajes, en conjunto y a nivel mundial, serían escandalosos.

Tan solo en la CDMX, “el aumento de la demanda de agua y la sobreexplotación del acuífero han generado impactos ambientales en el suelo (como la deshidratación, reducción de volumen y compactación de las arcillas), lo que ha provocado hundimientos, grietas y socavones en distintas áreas de la ciudad, así como la ruptura de la red hidráulica”, ha informado el gobierno.

El año pasado, organismos internacionales evaluaron que México debiera invertir cerca del 2% de su Producto Interno Bruto en el sector hídrico, pero está por debajo del 1 %.

Para afrontar la seguridad hídrica nacional, de acuerdo con datos del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), se necesitan al menos 21 años con un ritmo de inversión anual de cerca de 49,000 millones de pesos (2,387 millones de dólares).

La “magia” de abrir una llave

Ante estos planteamientos surge una vieja y recurrente pregunta que se mantiene en la mesa de debate ¿el agua debería ser gratuita?

De acuerdo con el director de Imperllanta, Víctor Pagaza, aunque el líquido esté considerado como un derecho humano, no tendría porque ser gratuito en ningún sentido.

“Su valor no es lo que dice la Constitución… y que, dicho sea de paso, opino que no es cierto que sea un derecho humano... Cuando éramos 24 personas podría ser que sí, hoy que somos 20 millones en esta megalópolis, no lo es, afirma categórico el empresario.

Pagaza argumenta que tan solo por el hecho de encender las bombas para su distribución se pagan unos 80 millones de pesos diarios para que muchas veces termine desperdiciada en los inodoros, en lavado de un auto, o en el riego de la banqueta.

“La gente debe saber que el agua cuesta, que no es gratis, que eso que paga en la tienda por una botella es lo correcto. Como dice mi amigo, el periodista Jaime Maussan, en unos dos años, si seguimos con este consumo despiadado, vamos a tener solo 20 litros de agua al día por persona”.

Comenta que en su percepción personal, ni los gobiernos, ni las personas, dan el interés debido a reparar tuberías ni desperfectos domésticos relacionados con el agua porque a la gente se le ha transmitido que es un derecho humano. “Perse sí, nos lo da la tierra, pero la infectamos, la tiramos y no alcanza a llagar a todos, entonces hay que invertir mucho en eso y cuesta dinero”, hace hincapié Víctor Pagaza.

Diego Araque, director de Marketing y Comunicación de Veolia Water Technologies & Solutions, opina que se debe seguir sensibilizando a la gente en el sentido de que el agua como recurso, en efecto ahí está, pero que para que, por ejemplo, podamos abrir una regadera, se necesita de una gestión y una operación que cuesta.

“La infraestructura para la distribución del agua no se hace con donaciones, toda la operación necesita recursos y más si buscamos que cada vez sea más moderna y eficiente”.

En el año 2010, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoció el acceso al agua potable y al saneamiento como un derecho humano, sin que signifique que en estricto deba ser gratis. Este derecho debe estar fundamentado por:

• La Asequibilidad. Su costo no debería superar el 3% de los ingresos de la unidad familiar

• Accesibilidad física. La fuente de agua debe estar a menos de 1000 metros de distancia del hogar

• Suficiencia. Cada persona requiere por lo menos de 50 a 100 litros de agua para satisfacer sus necesidades más básicas

Explosión demográfica y cambio climático

A finales de 2020, y frente a los porcentajes de demanda antes citados, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), dio a conocer que los recursos de agua dulce por persona, en lugar de irse satisfaciendo, han disminuido más en las últimas dos décadas.

El crecimiento de la población, los movimientos económicos, además del cambio climático, nos han traído hasta este estado de las cosas, por lo que si las partes participantes no toman las medidas pertinentes podría derivar en serias consecuencias.

Según el informe anual de la FAO, “El estado de la alimentación y la agricultura”, más de tres mil millones de personas viven en áreas agrícolas con gran escasez de agua y casi la mitad de ellos, 1,200 millones, se enfrentan a graves limitaciones para poseerla.

En América Latina, expone el documento, el agua por persona ha disminuido un 22%. Al sur de Asia un 27% y en África Subsahariana hasta un 41%. En esta última región alrededor de 50 millones de personas viven en áreas donde la sequía severa tiene fuertes impactos en las tierras de cultivo y pastizales una vez cada tres años.

Aproximadamente el 11% de las tierras de cultivo de secano del mundo (aquellas que dependen exclusivamente del agua de la lluvia y no tienen sistemas de riego), o 128 millones de hectáreas, enfrentan sequías frecuentes, al igual que alrededor del 14% de las tierras de pastoreo, o 656 millones de hectáreas. Las cifras, entonces, no son menores. Hace falta conciencia, inversión y tecnología para revertir la situación.

Una nueva oportunidad

Con este deslavado contexto como telón de fondo, es que del 22 al 24 de marzo próximo se celebrará la Segunda Conferencia del Agua de la ONU. Tendrá lugar en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, y se plantea una revisión de la implementación de los ODS del Decenio Internacional para la Acción, “Agua para el Desarrollo Sostenible”, 2018-2028.

La finalidad del encuentro es alcanzar los objetivos relacionados con el agua acordados internacionalmente, incluidos los contenidos en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

La Conferencia constará de seis reuniones plenarias, cinco diálogos interactivos, 3-5 eventos especiales y numerosos eventos paralelos. En cuanto a los diálogos interactivos, los temas propuestos son “Agua para la salud”, “Agua para el desarrollo”, “Agua para el clima, la resiliencia y el medio ambiente”, “Agua para la cooperación” y “Década de Acción del Agua”.

Cabe recordar que fue en marzo de 1977 cuando en Mar del Plata, Argentina, se celebró la primera Conferencia de Naciones Unidas sobre el Agua. En esa ocasión se reconoció al vital líquido como un derecho humano: “Todos los pueblos, cualquiera que sea su nivel de desarrollo o condiciones económicas y sociales, tienen derecho al acceso al agua potable en cantidad y calidad acordes con sus necesidades básicas”.

Sin embargo, 46 años después de esta pronunciación, el planteamiento parece haber quedado rebasado, solo como un buen anécdota. Y es que en el ahora, este recurso natural enfrenta diversos desafíos que van desde su adecuado saneamiento y distribución, a su contaminación y escasez por sequía.

El objetivo de conseguir agua limpia y saneamiento para todos, tal y como marca el ODS número 6 de la Agenda 2030, aspira a obtener una respuesta en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Agua, promover un cambio real que esperan ver unas 2 mil 200 millones de personas sin acceso al agua potable y 4 mil 200 millones que viven sin un saneamiento adecuado, de acuerdo con cifras del organismo.

El evento coincidirá con el Día Mundial del Agua, y se espera que resulte en un cronograma para asegurar que la humanidad llegue a 2030 con la certeza de que ese derecho humano al agua y al saneamiento sea para todos.

Fuente para todas las llaves

En consultas previas hechas por las Naciones Unidas, los grupos de interés (empresas e industrias, científicos, expertos, ONGs, pueblos indígenas y jóvenes) propusieron diálogos interactivos con temas específicos e intersectoriales, relacionados con las tres dimensiones del desarrollo sostenible (social, económica y ambiental).

Desde la igualdad de género para el acceso al agua, la cooperación transfronteriza, la educación, inversiones en infraestructuras, reutilización o la mejora de la calidad del agua, estos grupos de interés tienen claros los principales retos hídricos del planeta.

“La conferencia sobre el agua de 2023 es un momento crucial para avanzar en la implementación de la Agenda 2030 y renovar nuestro compromiso colectivo para alcanzar todos los ODS, especialmente el ODS 6. El hecho de que estemos atrasados en el cumplimiento del ODS 6 es una gran amenaza para toda la Agenda 2030", ha planteado la ONU.

La organización apunta a la necesidad de nuevos modelos de inversión para mejorar las infraestructuras hidráulicas y los sistemas de saneamiento ambientalmente sostenibles. Es también esencial “abordar la accesibilidad y asequibilidad de las tecnologías e innovaciones del agua”, ha establecido. Las respuestas a este reto, habrán de verse en esta Segunda Conferencia del Agua 2023.

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