Enseñar lengua

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Benemérita Escuela Normal Manuel Ávila Camacho Licenciatura en Educación Preescolar Cuarto Semestre Desarrollo de competencias lingüísticas José Antonio Jasso Lugo Ana Sofia Ramírez Casale

Enseñar lengua 6.2 Comprensión oral ¿Qué es escuchar? Entre todas las habilidades lingüísticas, escuchar es la que suele despertar menos interés en la vida cotidiana. La comprensión oral no es, en la mayoría de las ocasiones, una actividad pasiva o silenciosa, ni tampoco un parlamento normal es la situación más habitual. Escuchamos con un objetivo determinado y con expectativas concretas sobre lo que vamos a oír. Muy raramente escuchamos algo sin ninguna intención ni conocimientos previos; quizá solamente cuando ponemos la radio o cuando escuchamos inesperadamente parte de un dialogo por teléfono o la conversación de unos vecinos. Mientras escuchamos, se nos exige constantemente que respondamos o que ofrezcamos una retroalimentación a la persona que habla. Quien habla necesita saber si seguimos bien sus intervenciones o si es necesario que se detenga y repita alguna cosa. Además del discurso verbal, otros estímulos sensoriales nos dan información que utilizamos para interpretar el texto. El tipo de lenguaje que se utiliza en la comunicación cotidiana es bastante diferente al escrito y del oral utilizado en los contextos más formales. Suele ser más espontaneo, con un grado elevado de redundancia y también ruido. El escuchar es el comprender el mensaje, y para hacerlo debemos poner en marcha un proceso cognitivo de construcción de significado y de interpretación de un discurso pronunciado oralmente


En plena conversación, el receptor despliega un abanico de estrategias:  

Reconocer: identificamos como propios y conocidos una serie de elementos de la secuencia acústica: sonidos, palabras, expresiones Seleccionar: Entre los diversos sonidos, palabras, expresiones e ideas reconocidas, escogemos lo que nos parece relevantes, según nuestros conocimientos gramaticales y nuestros intereses, y los agrupamos en unidades coherentes y significativas.

6.3 Expresión oral ¿Hay que enseñar a hablar? La función tradicional de la escuela, en el ámbito de la lengua, ha sido enseñar a leer y a escribir. La vida actual exige un nivel de comunicación oral tan alto como de redacción escrita. Hay que ampliar el abanico expresivo del alumno, de la misma manera que se amplía su conocimiento del medio o su preparación física. De ninguna manera podemos olvidar la delicada cuestión de la enseñanza de las lenguas propias y del castellano en las comunidades bilingües. Las leyes y los currículums escolares proponen que, al acabar la escolarización, el alumnado domine con una misma capacidad suficiente las dos lenguas cooficiales de la comunidad. Pero la realidad demuestra que este objetivo todavía está lejos de cumplirse y que las lenguas desfavorecidas son las propias de cada zona en favor del castellano, que continúa siendo la lengua ambiental más “prestigiosa” y la que realmente aprenden los alumnos. La práctica de la expresión oral en clase tiene todavía más importancia en las situaciones de segunda lengua, sobre todo con los alumnos castellanohablantes que aprenden las lenguas propias de cada zona. Cada tipo de comunicación tiene características específicas y requiere habilidades distintas del emisor:   

Comunicación singular: un receptor o mas no tienen la posibilidad inmediata de responder, por lo tanto, de ejercer un papel de emisor Comunicación dual: dos interlocutores pueden adoptar alternativamente los papeles de emisor y de receptor Comunicación plural: tres interlocutores o más pueden adoptar alternativamente los papeles de emisor y de receptor


La autogestión es el arte de la oratoria, de hablar en público, de convencer o simplemente de informar. En cambio, la plurigestion es el arte de la conversación, del intercambio y de la colaboración entre los interlocutores, de saber conducir un debate o de saber “driblar” ciertos temas como si se tratará de un juego con un balón.

6.4 Comprensión lectora. La alfabetización es la puerta de entrada a la cultura escrita y a todo lo que ella comporta: una cierta e importante socialización, conocimientos e informaciones de todo tipo, etc. La lectura es un instrumento potentísimo de aprendizaje: leyendo libros, periódicos o papeles podemos aprender cualquiera de las disciplinas del saber humano. La lectura se convierte en un aprendizaje transcendental para la escolarización y para el crecimiento intelectual de la persona Pero a pesar de la importancia de la lectura, todavía hay mucha gente que no sabe leer ni escribir. Una causa general de este fracaso, es el tratamiento didáctico que la lectura ha recibido tradicionalmente en la escuela. A pesar de construir un objetico de primer orden, la enseñanza de la lectura queda confinada al área del lenguaje, a los primeros años escolares y a una metodología analítica y mecánica que obtiene unos escolares y una metodología analítica y mecánica que obtiene unos resultados cuestionables. La metodología básica que se utiliza para enseñar a leer tanto si es analítica como global, tiene como objetivo básico el dominio mecánico del código escrito: deletrear, silabear, comprender palabras y frases aisladas, etc. Niños y niñas pasan la mayor parte del tiempo oralizando fragmentos escritos con el seguimiento del maestro. Tipos de lectura Una primera aproximación a la lectura debe notar que, como ocurre también con el resto de habilidades lingüísticas, no se trata de una capacidad homogénea y única, sino de un conjunto de destrezas que utilizamos de una manera de otra según la situación. Leemos diferente una novela, una redacción de un alumno, una carta que escribimos nosotros mismos, una nota, un anuncio, etc. Sin duda, realizamos la misma operación de captar el sentido de un texto, pero se presentan numerosas variables; los tipos de textos, los objetivos de la comprensión, la situación, la prisa que tengamos, etc. Los métodos de lectura eficaz, que se conocen popularmente como métodos de lectura rápida o de lectura en diagonal (porque enseñan a recorrer la página en zigzag) definen la eficacia lectora a partir de la velocidad y de la comprensión y establecen varios tipos de lectura.


De las lecturas integrales, que son las que leen todo el texto, la reflexiva es más lenta, porque implica una comprensión exhaustiva y análisis minucioso del texto. El proceso de lectura se pone en marcha antes de empezar a percibir propiamente el texto, cuando el lector empieza a plantear sus expectativas sobre lo que va a leer: tema, tipo de texto, tono, etc. toda la experiencia de lectura que hemos acumulado durante nuestra vida está grabada en la memoria a largo plazo, en unos esquemas de conocimiento, que organizan la información de forma estructurada. También antes de leer, fijamos mentalmente unos objetivos de lectura, relacionados con la situación comunicativa: ¿Qué información buscamos? ¿Qué datos? ¿Cuánto tiempo tenemos para leer el texto?... Cuando empezamos a percibir el texto, el ojo explora la línea prosa mediante fijaciones sucesivas. En cada fijación captamos unas cuantas palabras y tendemos a concentrarnos en las unidades superiores, que son las que nos permiten recibir más información a la vez. Además, no nos fijamos indiscriminadamente en todas las letras de todas las palabras; sino que utilizamos las habilidades de lectura rápida y de lectura atenta para elegir lo que nos interesa del texto.

6.5 Expresión escrita Sabe escribir quien es capaz de comunicarse coherentemente por escrito, produciendo textos de una extensión considerable sobre un tema de cultura general. Las habilidades psicomotrices más mecánicas, pero muy importantes, del aprendizaje alfabeto, el trazo de letras y la caligrafía, de las habilidades superiores, que incluyen las micro habilidades de generar y ordenar ideas, revisar o reformular, se les conoce como “procesos cognitivos superiores” Los escritores competentes desarrollan un proceso de composición elaborado y completo. Utilizan estrategias variadas para construir el mensaje escrito: se marcan objetivo de ideas, hacen borradores, los leen, los valoran y los reescriben, seleccionan un lenguaje compartido con el lector, etc. Por el contrario, los escritores aprendices componen sus escritos de una manera mucho más pobre y rápida. Reflexionan menos, no releen lo que escriben, les da pereza revisar y rehacer el texto; se obsesionan por la corrección gramatical y por llenar la hoja en blanco. Todos los procesos se pueden realizar mentalmente o también con apoyo escrito. Las ideas que se generan se pueden apuntar en una lista, utilizando una lluvia de ideas, mapas mentales, ideogramas, palabras clave, etc.; la organización se puede visualizar en forma de esquema de texto; y los objetivos se pueden escribir, e incluso, dibujar.


El proceso de redactar se encarga de transformar este proyecto de texto, que hasta ahora sólo era un esquema semántico, una representación jerárquica de ideas y objetivos, en un discurso verbal lineal e inteligible, que respete las reglas del sistema de la lengua, las propiedades del texto y las convenciones socio-culturales establecidas En el proceso de revisión el autor compara el escrito realizado en aquel momento con los objetivos planificados previamente y lo retoca para adaptarse a ellos y mejorarlo. En el proceso de leer, repasa el texto que va realizando y en el apartado de rehacer modifica todo lo que sea necesario. Finalmente, el control es el cuadro de dirección que regula el funcionamiento y la participación de los diversos procesos en la actividad global de la composición.


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