Dominical 1 de abril

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ASUNTOS PENDIENTES ANTES DE MORIR, ANDRÉS TAPIA PÁG 2 RELÁMPAGOS EN FUGA, ARTURO MENDOZA MOCIÑO PÁG 7 HOJAS DE PAPEL VOLANDO, JOEL HERNÁNDEZ SANTIAGO PÁG 8

DOMINGO 1

ABRAHAM SOLÍS

y el

DE ABRIL DE

2018

. D ACTO ER EL CONT N E T N A M A PAR E 30 AÑOS, DEL CRIMEN S HACE MÁS D O P U R G S A OL DE LO UTILIZABA L A R E D E Y EL CONTR F RN O L DE O, EL GOBIE IÓN FEDERA ORGANIZAD C C E IR D A L ERAL TES DE DICIAL FED JU ÍA IC L COMANDAN O P LA OS D E (DFS) Y DE ON LOS CAP C E T N E SEGURIDAD U P DE ES HACÍAN E ESTOS (PJF), QUIEN ISTORIAS D H S A N U G L AQUÍ, A L A D RO G A . S PERSONAJE P. 3

ADENTRO LA CIENCIA Y LA COSMÉTICA SE ALÍAN PARA PROTEGERNOS DEL SOL, CONSEGUIR UNA DEPILACIÓN O UNA LIMPIEZA FACIAL PROFUNDA Pág. 2

AZÚCAR A PRECIO DE ORO LA HOMEOPATÍA FINALMENTE ESTÁ SIENDO DESCALIFICADA EN TODO EL MUNDO Pág 6


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APUESTAS TECNOLÓGICAS PARA LA BELLEZA INMACULADA TAPIA / EFE

OPINIÓN ANDRÉS TAPIA

La Tierra es azul Es muy posible, sin que existan las fuentes necesarias para confirmarlo, que las palabras “la Tierra es azul” fueran pronunciadas por el cosmonauta soviético Yuri Gagarin durante la misión que emprendió a bordo del Vostok 1 el 12 de abril de 1961, y que consistió en orbitar el planeta, así como experimentar las actividades más simples de un ser humano en un estado de ingravidez. La narrativa oficial de la entonces URSS no las da por ciertas, tampoco las desmiente, si bien resulta lógico que ante la circunstancia de ser el primer ser humano en el espacio que contempló la Tierra desde el espacio exterior, Gagarin haya descrito con detalles minuciosos lo que vio por iniciativa propia o, bien, por exigencia del Control de Tierra. Pero las haya pronunciado o no, hoy sabemos que son ciertas y la única referencia que existe en contra de su posible paternidad procede de una de las más simples y extraordinarias líneas poéticas que se hayan escrito jamás: en 1969, en la canción Space Oditty estrenada ese año, David Bowie haría decir al Major Tom —el personaje ficticio de la misma —: “Planet Earth is blue, and there’s nothing I can do”. Los hábitos de los seres humanos comenzaron a cambiar durante la década de 1990. Y aunque podría decirse que dichos cambios ocurrieron de manera paulatina y por ello resultaron imperceptibles, lo cierto es que, vistos a la distancia, fueron tan radicales y violentos como los que tienen lugar luego de una revolución. La llegada de la Era de Internet y las tecnologías digitales fue, sin duda, el punto de quiebre entre lo que solíamos ser y lo que somos ahora, pero ciertas costumbres que no estaban permeadas propiamente el desarrollo tecnológico también se vieron afectadas. Repentinamente fumar se convirtió en un mal hábito, y poco a poco el mundo entero cedió a la prohibición de fumar en lugares públicos o cerrados. Al mismo tiempo, dio inicio un movimiento que ponderaba el bienestar por encima de cualquier cosa: los alimentos tendrían no sólo que satisfacer el hambre de los seres humanos, sino también incidir —por obvio que fuese— en la salud de los mismos. La venta de bebidas alcohólicas, incluso, se decantó por esta práctica al ofrecer al mercado mejores destilados, si bien en los hechos el agente tóxico continuó presente aunque de un modo más exquisito. Nada de lo anterior resultó negativo. Las sociedades del planeta experimentaron alteraciones notables en cuanto a su modus vivendi y en lo general el mundo se convirtió en un lugar más placentero a partir de la incorporación de tales cambios, aunque, al hacerlo, la brecha entre ricos y pobres se hizo más pronunciada. La revolución tecnológica, empero, con sus afanes democratizadores y sincréticos, y envuelta entre ellos la ambición de convertir lo global en una verdad incontrovertible, nos alejó lenta y pausadamente de hábitos que en nada afectaban el desarrollo de nuestra especie.

Para comprobarlo, basta con viajar en avión. Desde hace algunos años, las aerolíneas comerciales se esmeran en ofrecer la mejor experiencia posible a sus pasajeros. Comida gourmet, orgánica, asientos más confortables (aunque en los hechos no lo sean), un enorme carrusel de películas, series de televisión, videojuegos, bebidas alcohólicas de renombre, tripulaciones políglotas y, en algunos casos, como extraídas de alguna pasarela en Milán o de alguna cinta manufacturada en Hollywood. Todo ello, ya se ha dicho, a partir de la premisa de ofertar la más extraordinaria experiencia a bordo. Y si no se consigue porque los hábitos y los gustos de los pasajeros van más allá del menú existente, la incorporación de conexiones electrónicas, puertos USB y tecnología Wifi permiten a los usuarios hacer uso de sus propios dispositivos y consumir el menú que les venga en gana. Sin embargo, el espectáculo más grande que puede ofrecer un viaje en avión no está presente en el menú de servicios de las aerolíneas, tampoco en el gusto de los nuevos viajeros, y si bien no está prohibido, se ha convertido en un acto de mal gusto, tan ofensivo como lo sería encender un puro en la cabina de primera clase de un Airbus A380 de Air France. El año 1999, el fotógrafo francés Yann Arthus-Bertrand publicó un libro llamado La Terre vue du ciel que con el paso de los años se convertiría en un best-seller mundial. Llanamente consistía en una serie de imágenes de distintos lugares del mundo, tomadas todas ellas desde un helicóptero. Años más tarde, la idea de ArthusBertrand devendría en un documental dirigido por el también francés Renaud Delourme, en el que el concepto se mantendría inalterable: imágenes de la Tierra vista desde el cielo. Libro y documental han caído en desuso. Y si bien aún es posible conseguir el primero en algunas librerías (mayormente de material viejo) y el segundo observarlo en alguna plataforma de contenidos por streaming, lo cierto es que el acto simple, ocioso e infantil de abrir las ventanillas de un avión para observar la Tierra desde una perspectiva diferente, hoy es una osadía rayana en el sacrilegio. La Tierra como afirmó Yuri Gagarin y repitió David Bowie, es azul. En un día claro, a 36 mil pies de altura, es posible contemplar su curvatura y, entre otras cosas, las regiones blancas de Groenlandia, Islandia y Canadá, los acantilados verdes de Irlanda o el azul turquesa del Mar Caribe. Pero no podremos comprobarlo a menos que cometamos el acto disruptor —hoy más disruptor que nunca— de correr la persiana de la ventanilla de un avión y permitir así el paso de una luz que, por más brillante que sea, no va a cegarnos. Asuntospendientesantesdemorir.com Twitter: @Andres_M_Tapia

La tecnología ha entrado de lleno en el campo de la belleza y los adelantos tecnológicos nos permiten, de manera más fácil, conseguir los objetivos para lucir una piel de seda y protegida. Antes de ponernos al sol, buscando ese bronceado que nos haga tener un aspecto saludable, la investigación para lograr que nuestra piel no se dañe ha dado un paso más allá con UV Sense, un sensor que funciona sin baterías, para medir la exposición individual a los rayos UV, desarrollado por La Roche Posay, con un tamaño tan mínimo que se coloca en la uña del pulgar. El dispositivo puede almacenar hasta tres meses de datos y mostrar tendencias de exposición a lo largo del tiempo con actualizaciones instantáneas. Guive Balooch, director de la Incubadora de Belleza Conectada, de la firma L’Oréal, recuerda que La Roche-Posay desarrolló su primer protector solar comercial en 1935 y, el nuevo dispositivo, es un paso más en la estrategia del grupo en pro de la protección solar, una manera de concienciar a la población de la necesidad de su uso. “Es una manera de alentar aún más a los consumidores a mejorar sus comportamientos de seguridad solar”, indica Balooch. UV Sense está acompañado de una aplicación móvil que traduce y transfiere los datos desde el sensor, utilizando tecnología inalámbrica. La app ofrece información al consumidor que detalla cuándo debe tener cuidado con su exposición a los rayos UV e incluye consejos adicionales para la protección, entre los que se fomentan hábitos de seguridad solar. “La tecnologÌa dentro de UV Sense es pionera y tiene un gran potencial para impactar en el futuro de la tecnología y los wearables”, explica Guive Balooch. El directivo comenta que, “con este dispositivo nos propusimos crear algo que combinase la tecnología de resolución de problemas con el diseño, centrado en el ser humano, ofreciendo datos en tiempo real, elaborando un producto discreto que se adapta a cualquier estilo de vida”, un aparato que se utiliza fácilmente en la playa, en la piscina e incluso haciendo deporte. Previamente a la exposición solar, la aplicación solicita información sobre el tono de la piel del usuario, así como sus patrones de consumo, la actividad, la polución y exposición al sol, con el objetivo de combinar estos datos para ofrecer una asesoría personalizada y evitar quemaduras solares. El dispositivo está diseñado para utilizarse durante dos semanas en la uña del dedo pulgar antes de que sea readherido o desechado.


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El comandante y

el capo JUAN VELEDÍAZ

La figura del “puente” entre capos de la droga y el gobierno federal servía para mantener contacto y control sobre las organizaciones criminales en el antiguo régimen. Quienes realizaron en el pasado este papel eran comandantes de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad (DFS) y de la Policía Judicial Federal (PJF). Algunos de ellos terminaron en prisión procesados por vínculos con el narco, otros murieron en ajustes de cuentas. Del borrador de las memorias inéditas de Miguel Aldana Ibarra, exjefe de Interpol y de la Policía Judicial Federal que en algún momento de su carrera se le encomendó este rol, se extrae un pasaje desconocido hasta hoy, detrás del escándalo que surgió en 1985 tras la fuga de Rafael Caro Quintero del país FÉLIX GALLARDO

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a cita fue en el último piso del hotel Fiesta Americana, lugar de reunión de grandes eventos en la capital de Jalisco. Esa mañana de abril de 1985 Miguel Aldana Ibarra, director de Interpol México, llegó a Guadalajara con una encomienda de Sergio García Ramírez, titular en ese tiempo de la Procuraduría General de la República. Su misión era presionar a Miguel Ángel Félix Gallardo, jefe del cartel de Guadalajara, para que su socio Rafael Caro Quintero “liberara” a la joven Sara Cosío Vidaurri Martínez, sobrina del entonces secretario general de gobierno de la ciudad de México Guillermo Cosío Vidaurri. La reunión la había pactado Roberto Checa Pavón, agente federal de absoluta confianza de Aldana, quien negoció con Juan José Esparragoza Moreno, el hombre más cercano y publirrelacionista del grupo que encabezaba Félix Gallardo. El comandante Aldana llegó acompañado de dos de sus escoltas hasta una espaciosa suite del hotel donde ya lo esperaba Esparragoza junto a media docena de hombres armados. El jefe de la Interpol y el hombre al que apodaban el Azul, se saludaron con un fuerte abrazo mientras sus acompañantes lo hicieron a la distancia con un ligero movimiento de cabeza. Esparragoza era más alto que Aldana aunque menos corpulento, tenía un aspecto pulcro, traía el corte de pelo a la navaja, el rostro perfectamente afeitado y sus manos parecían estar cuidadas con esmero. En su cara se dibujaba con facilidad una sonrisa que lo hacía parecer un hombre benevolente y apacible. Era el rostro amable del cártel. Era el primer encuentro que tenían desde que el Azul le había enviado a Aldana por medio de un contacto cinco millones de pesos, tras su nombramiento al frente de la Interpol. Era un envío, decía, “como muestra de mis respetos y sin ningún compromiso”. El comandante se los había devuelto aduciendo que con él “no había ningún tipo de arreglos”. Después de que ordenaron a sus hombres que les permitieran hablar a solas, ambos se sentaron frente a una mesa dispuesta en la habitación. Esparragoza se dirigió al recién llegado. —Es un placer tenerlo por aquí comandante. —También a mi me da gusto estar en esta ciudad y saludarlo Juan José. Por otra parte, he venido en viaje de trabajo, y debo regresar al DF mañana por la tarde o pasado mañana a más tardar. El señor procurador ha estado preocupado en las últimas horas. En mi oficina he recibido infinidad de rumores, por lo que necesito hablar con su jefe para saber con precisión lo que todo mundo sabe. —Primero quiero que coma y beba algo. En el hotel tenemos un servicio de primera; se le atenderá mejor que en cualquier otro lugar, de eso me encargo yo. Y en cuanto usted lo diga, Miguel Ángel lo verá. Solo tenemos que llamarle—dijo Esparragoza. Aldana lo urgió para que lo llamara, propuso que podrían comer mientras platicaban y exponerle el motivo de su visita. Pareció como si en el tono hubiera un aviso, al poco tiempo llamaron a la puerta y mientras un ayudante se acercó a abrirla, casi fue arrollado por la entrada impetuosa de Félix Gallardo seguido de dos de sus guardaespaldas.

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Miguel Ángel Félix Gallardo tenía un porte parecido más al de hombre de negocios que al de un narcotraficante. Vestía saco de casimir, camisa a la medida, su silueta era delgada, enjuto, de trato fino y amable. No parecía que se hubiera iniciado en el negocio después de que fuera escolta del gobernador sinaloense Leopoldo Sánchez Celis (1963-1968), cuando era agente de la Policía Judicial del estado, hasta construir alianzas para formar el grupo más poderoso al iniciar los años 80 de tráfico de drogas en México. El recién llegado tenía el ceño fruncido cuando miró a Aldana, sin darle la mano y de forma seca le dijo: —Mucho gusto comandante, a sus órdenes. Aldana fue cordial desde el inicio, pasó por alto el tono hosco y en modo conciliador le devolvió el saludo. —He esperado este momento para hablar con usted comandante—dijo Félix Gallardo—como sé que usted me andaba buscando, pues aquí estoy, a sus órdenes. —Lo mandé llamar porque me dijeron que usted ordenó matarme el día que pisara Guadalajara. Aquí estoy, para lo que usted ordene—respondió Aldana. El jefe de la Interpol recordaba que el ambiente era tenso, sus dos escoltas estaban en inferioridad numérica frente a los hombres que acompañaban a Félix Gallardo y al Azul. El capo del cártel de Guadalajara ordenó que todos se retiraran, quería quedarse solo con Aldana y Esparragoza. Los agentes federales miraron a su jefe quien inclinó la cabeza a manera de aprobación, entonces salieron del lugar. En la habitación solo quedaron los tres. Félix Gallardo puso su mano sobre el hombro del jefe de la Interpol y en tono más amable y relajado preguntó: —¿Me permites hablarte de tú, comandante? —Desde luego que sí, Miguel Ángel—respondió. Vino entonces una aclaración sobre el supuesto precio que el cártel había puesto a la cabeza de Aldana. —Falso. Ya hemos pagado 150 millones por tu salida, no para matarte—dijo Félix Gallardo. Aldana respondió que no les hubiera costado nada, porque ya había decidido dejar la PGR. Entonces intervino “el Azul”. —Le dije que él es así. Miguel Aldana es un gran policía que no deja de golpearnos, pero de frente. En ese momento Félix Gallardo soltó un exabrupto. —Pinches estúpidos. Les pago puntualmente y les hago favores cuando me lo piden, y se la pasan mintiéndome. Se la han pasado diciéndome que tú has prometido echarme de aquí, que me darías en la madre a la menor oportunidad y cuando menos lo esperara. —Eso no es cierto y eso lo sabe bien Juan José—dijo Aldana—yo siempre les he pegado de frente, cuando llego a un estado y me entero que ustedes están ahí, les mando avisar para que no se sientan agredidos en su casa. De esa forma, si les gano, les gano bien, no a la mala. —Es cierto Miguel Ángel, así trabaja el comandante Aldana— acotó el Azul. Aldana prosiguió. —Y porque me porto bien con ustedes, ¿es por lo que Rafael Caro Quintero piensa que puede raptar impunemente a la sobrina de un influyente político de la ciudad de México? Esparragoza miró alarmado a Félix Gallardo, quien no ocultó su incomodidad sobre lo que iba a hablar. —Bueno comandante, el asunto es cierto, no es cualquier cosa. Rafael es un estúpido ¿sabes? A veces comete pendejadas sin ni siquiera darse cuenta. Pero tú dime ¿qué hacemos? Y solucionamos el problema, ¿no es cierto Juan José? —Desde luego—dijo Esparragoza—a veces tenemos que apretar a Rafael para que frene sus desmedidos gustos por las mujeres.

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MIGUEL ALDANA IBARRA

RAFAEL CARO QUINTERO

Ahora, que yo sepa, lo de Sara Cosío no es un secuestro, sino un entendimiento emocional de ella y Rafael, aunque don César Octavio Cosío Martínez, el padre de la chiquilla, diga lo contrario. —Pues a mi no me interesa don César Octavio- Yo estoy aquí porque al señor procurador le preocupan este tipo de cosas. Así que Miguel Ángel, si de casualidad localizas a Rafael, dile que regrese a la chamaca, de lo contrario haré algo que no quiero hacer—comentó Aldana. El jefe de Interpol se percató del cruce de miradas entre Félix Gallardo y el Azul, era notorio que no estaban de acuerdo con lo que su socio Caro Quintero venía haciendo en los últimos meses desde que en febrero se le acusó de estar detrás de la muerte del agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar. Suceso por el que se había dado a la fuga llevándose con él a la hija del entonces secretario de educación del gobierno de Jalisco. —Tengo que regresar al Distrito Federal mañana, así pues, te ruego Miguel Ángel, que hables con Rafael—acotó Aldana. Félix Gallardo se paró de la mesa, camino unos pasos y volteó a ver a su interlocutor. —Tu eres un hombre comandante, y como tal te respeto. Quiero que sepas que la chamaca Cosío regresará con los suyos, antes de lo que tú te imaginas. En cuanto a que tienes que regresar pronto a la ciudad de México, de acuerdo. Pero me sentiría insultado si te

negaras a comer y beber unos tragos conmigo y mi gente. Aunque últimamente hemos sido golpeados por la PGR y la DEA, y la inversión por ahora no es rentable, te ofrezco mi ayuda y te tiendo mi mano de amigo. Ahora bien, si no quieres aceptar mi ayuda allá tú, es cosa tuya—dijo Félix Gallardo. Aldana recordó que al día siguiente mientras se “curaba” la resaca junto a sus escoltas, recibió una llamada de la ciudad de México donde le informaban que Sara Cosío estaba ya con su familia. Al poco tiempo los periódicos dieron a conocer la noticia mientras en la cúpula del cártel de Guadalajara la suerte de Caro Quintero estaba echada. Días después sería detenido en una operación coordinada por la DEA en una finca a las afueras de San José, Costa Rica, donde se refugiaba tras la muerte de Camarena. Meses más tarde Aldana se separó de la PGR en medio de versiones que lo vinculaban con capos de la droga. Decía que por su trabajo se granjeó demasiados enemigos al interior y fuera de la institución, como varios comandantes de la DFS que esperaban el mejor momento para pasarle factura. En marzo de 1990 fue detenido acusado de tráfico de drogas y protección a narcotraficantes. Pasó varios años en prisión, recuperó su libertad tiempo después para dedicarse a litigar y fundó la Confederación Nacional de Seguridad y Justicia de México.

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El jefe de la Interpol y el hombre al que apodaban el Azul, se saludaron con un fuerte abrazo mientras sus acompañantes lo hicieron a la distancia con un ligero movimiento de cabeza. Esparragoza era más alto que Aldana aunque menos corpulento, tenía un aspecto pulcro


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AGENCIAS

MÉDICOS FRANCESES LA CALIFICAN COMO UNA PRÁCTICANI CIENTÍFICA NI ÉTICA, MÁS BIEN IRRACIONAL Y PELIGROSA, ADEMÁS DE CARA PARA LAS FINANZAS PÚBLICAS

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e acuerdo con los especialistas, la homeopatía es a la medicina lo que la astrología a la astronomía o la alquimia a la química. Son prácticas que tuvieron un origen común, pero la medicina, la astronomía y la química son ciencias mientras que las otras siguen siendo supersticiones. Luego de varias controversias suscitadas en países como España e Italia, en Europa se intensifica el debate sobre esta práctica, a raíz de un desplegado en la que las llamadas “medicinas alternativas", empezando por la homeopatía, fueron tachadas de fake (falsas). En Francia acaba de estallar una guerra mediática por este documento publicado el 19 de marzo y firmado por 124 médicos, en el que se denuncian unas "prácticas ni científicas ni éticas, más bien irracionales y peligrosas", que además son "caras para las finanzas públicas". Por ello, los firmantes piden que dejen de ser reembolsadas (en el caso de la homeopatía, algunos medicamentos son cubiertos hasta 30% por el sistema de sanidad público). A esta tribuna, se suma la severa opinión emitida el año pasado por el Consejo Científico de las Academias de Ciencias Europeas (EASAC) contra esta práctica. "No hay ninguna prueba sólida de la eficacia de los productos homeopáticos para ninguna enfermedad, aunque a veces hay un efecto placebo", dictaminó el EASAC. Y lo que es peor, esta puede ser "nociva, al disuadir al paciente de solicitar un tratamiento médico apropiado".

AZÚCAR A PRECIO DE ORO Este posicionamiento "tenía por objetivo suscitar un debate y la toma de decisiones políticas", explica el doctor Robin Fears, director del programa de biociencias del EASAC. El Consejo juzga que "la homeopatía no debería ser reembolsada a menos de que se pruebe científicamente su eficacia", como cualquier otro medicamento. El principal laboratorio homeopático del mundo, el francés Boiron, replicó presentando los resultados de un vasto estudio que demuestra, a su entender, la utilidad de sus productos, pero cuya metodología es rechazada por sus detractores.

La homeopatía consiste en administrar unas sustancias extremadamente diluidas bajo forma de granulado. Sus adversarios estiman que se trata solo de azúcar vendido a precio de oro. Sus partidarios defienden que al paciente se le practica una evaluación global y subrayan los beneficios de consumir productos sanos y naturales. En Francia, los médicos generales y especialistas pueden prescribir homeopatía, una práctica inventada en 1796 por el químico alemán Samuel Hahnemann. El país cuenta con cinco mil médicos homeópatas, que estudiaron medicina y siguieron una formación específica, no reconocida como especialidad. Pero también en otras partes del mundo se está reconociendo la poca efectividad de esta práctica; en Australia, por ejemplo, se retiraron todos los productos de medicina alternativa de las farmacias, mientras que en Estados Unidos se obliga a comercializarlos bajo la advertencia de que no son medicamentos. En Italia, la controversia estalló en mayo de 2017 tras la muerte de un niño de 7 años, después de sufrir una otitis tratada únicamente con homeopatía. La Agencia del Medicamento italiana tiene previsto certificar unos tres mil tratamientos homeopáticos. Aunque se trata de un reconocimiento, el resto existente, otros tres mil, según las estimaciones, serán prohibidos. La homeopatía no es reembolsada en ese país, pero puede ser objeto de una deducción fiscal, lo que representa entre 50 y 70 millones de euros (62 y 86 millones de dólares) por año, según los medios italianos. Junto a Alemania, Francia es el principal país consumidor de homeopatía en Europa, con más de un tercio de la población que la consume habitualmente. En Alemania, el mercado representó en 2016 unos 745 millones de dólares, según la industria farmacéutica. Las cajas públicas de seguro médico la reembolsan, a veces hasta el 100%. "Aunque la homeopatía no es un método de tratamiento médico reconocido por los científicos, es

admirada y muy utilizada", explica una de las cajas, la Barmer. En cambio, en otros países, crece la movilización en su contra. En España, varias universidades que dispensaban formaciones en homeopatía las suprimieron debido a la "falta de fundamento científico". El servicio de sanidad británica, el NHS, "recomendó" el año pasado a los médicos y hospitales dejar de prescribir homeopatía, a falta de pruebas sobre su eficacia. Y sin embargo, en 2016 solo le costó 131 mil dólares.

AVANCES DE LA CIENCIA La palabra Homeopatía utiliza las raíces griegas homeos, que significa “semejante”, y pathos, “enfermedad”, haciendo referencia a que una dolencia puede curarse por medio de aquello que genera síntomas parecidos, y esa es la base que utilizó Samuel Hahnemann (1755-1843) para popularizar esta seudociencia. Cabe recordar que las prácticas médicas de hace dos siglos, cuando se inventó la homeopatía, incluían terapias agresivas y poco eficaces como lavativas, sangrados y vómitos o beber arsénico, mercurio o plomo que provocaban que, muchas veces, el paciente muriera por el tratamiento más que por la propia enfermedad. Ante este panorama, un médico que “curaba” utilizando sustancias muy diluidas en agua o pastillas de azúcar, lo que evitaba el daño que provocaba la propia medicina, tuvo un gran éxito sobre todo en dolencias que normalmente se curan solas. Así, este médico alemán, desencantado de los métodos empleados por los facultativos de su época empezó a experimentar con el hecho de que si una sustancia tóxica produce ciertos síntomas en una persona sana, es capaz de aliviarlos en alguien enfermo, siempre y cuando el fármaco se utilice en dosis terapéuticas. Hahnemann estableció la necesidad de conocer las propiedades y virtudes de las sustancias medicinales por medio de pruebas en hombres sanos, por lo que experimentó en si mismo bebiendo quinina que le provocó lo que, aseguró, eran los síntomas de la malaria. Esto le dio pie para establecer que lo similar cura lo similar y que cuanto más diluido esté un principio activo es más potente. A más de 200 años de estos hechos está demostrado que sus conclusiones eran erróneas, ya que los síntomas de un envenenamiento por malaria que describe en sus memorias no son correctos, se cree que más bien fue algún tipo de alergia. Además, en los más de dos siglos que han pasado desde que publicó su Ensayo sobre un nuevo principio para descubrir las virtudes curativas de las sustancias medicinales, aparecido en 1796, la ciencia médica ha logrado avances muy importantes como las vacunas, los antibióticos o drogas efectivas contra muchas enfermedades que en tiempos de Hahnemann eran mortales y que hoy se consideran problemas menores.

DILUYENDO LA VERDAD Para preparar una solución homeopática se utiliza la nomenclatura CH (centesimal hahnemanniana) que indica el número de veces que se ha diluido el producto original. Un CH significa que se ha diluido una parte de la sustancia activa en 99 de agua. Dos CH, una parte en 9999 de agua. Hay especialidades que tienen 30 y 40 CH, esto equivale a disolver una molécula en una esfera de agua del tamaño del sistema solar o del universo, es decir, no hay nada, solo agua. Para los defensores de esta práctica, el agua tiene la memoria de lo que se ha disuelto en ella y eso explica su efectividad. El misterio es cómo consiguen que recuerde solo lo que el pseudocientífico quiere que recuerde y olvide lo demás. FOTOARTE: JOSUE ISASSI

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OPINIÓN

ARTURO MENDOZA MOCIÑO

Resurrección

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n el fondo del mar hay un Cristo. Tiene sus brazos extendidos y su mirada busca la luz que se hunde en aguas turquesas en la Bahía de Chankanaab, al sur de la Isla de las Golondrinas. Por encima de él cruzan raudos centenares de nadadores que, una vez más, ponen a prueba el fuelle de sus pulmones y la fuerza de sus brazos en una de las tantas pruebas de triatlón que han convertido a Cozumel en la meca deportiva del Caribe mexicano. La calma de las aguas, el desplazamiento somatizante de los peces, es roto cualquier mañana por una tormenta de pataleos, bocanadas y brazadas que son los tizones de un hervidero de espumas. El ardor deportivo se desplaza como una estampida de búfalos sobre la escultura que donó Jacques Costeau y que, mirándola con detenimiento, tiene la misma delgadez que la leyenda de la oceanografía francesa. El cardumen de acerados hombres y mujeres es bendecido por esa cruz de metal y, sin imaginárselo, se convierte en una breve y precisa metáfora de la avanzada humana por estos lares donde el mar parece estar soñando dada la paz y la claridad que distingue sus aguas si se le compara con las tempestades del Océano Atlántico o esas olas furiosas que distinguen al Océano Pacífico que esporádicas veces honra su nombre. La devoción que despierta el Cristo de Chankanaab y que hace que algunos católicos lo visiten en cuanto se enteran de su existencia es compartida con otras celebraciones en tierra firme porque aquí, en Cozumel, se ofició la primera misa católica en México hace 500 años y para conmemorar aquella comunión se construye la capilla de la Santa Cruz frente a la Playa Las Casitas, pero dada su cercanía a la pista de aterrizaje del Aeropuerto Internacional se alimenta el temor que el 6 de mayo próximo no se realice la celebración. Por ello creyentes y descreídos esperan, a su manera, milagros diferentes para ese día. Salvo algunos enterados dentro de la jerarquía católica, más aquellos pastores cristianos convertidos en políticos bailarines, saben que en Quintana Roo se libra una de las mayores mutaciones de la fe entre los mexicanos porque aquí los creyentes católicos decrecen en caída libre frente al ascenso de grupos protestantes y evangélicos y, por si no fueran malas las noticias para el Vaticano del papa Francisco, los ateos son tan numerosos como los presbiterianos, bautistas, metodistas, pentecosteses y creyentes de la Luz del Mundo.

Según el Censo Nacional de Población y Vivienda de 2010 los católicos pasaron de conformar el 73.2 % de la población en la entidad al 64.6 % para terminar siendo 419 mil 356 frente a 93 mil 415 protestantes y evangélicos y 86 mil 644 ateos. La iglesia católica en la región ensaya varias estrategias para mantener su feligresía ante la tenaz multiplicación de los protestantes y Cancún, como capital económica, pero también como la urbe más poblada, es donde se han cosechado los mayores éxitos y fracasos de tales empeños en una constelación de paradojas. Con trazo urbano masónico, Cancún tiene su principal iglesia católica, la de Cristo Rey, fundada en 1974, lejos del palacio municipal porque este proyecto urbano forma parte del municipio que lleva el nombre de uno de los mayores enemigos históricos del catolicismo: Benito Juárez. Aún así, en la vastedad de la Playa Delfines, donde se encuentra el multiselfiado parador fotográfico de una de las contadas playas públicas en la zona hotelera, se escenifica la Pasión de Cristo a orillas del mar y entre bikinis desde 2010. Con los sudores y caracterizaciones de 200 actores se trata, año tras año, de avivar una fe menguante y contagiar el fervor católico entre descreídos y visitantes que tienen en esta representación “una razón más”, a juicio de Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, obispo de la prelatura Chetumal-Cancún, para visitar Cancún en Semana Santa. Hasta ahora unos cinco mil testigos forman parte del público conquistado en este peculiar turismo religioso tropical. Como los días santos solo ocurren en primavera y almas y sacerdotes deben encontrarse en cualquiera de las 360 jornadas que hay en un año, la prelatura ChetumalCancún, inspirada en la Basílica de Santa María del Mar, edificada en Barcelona, España, en 1384, trató de hacer su versión caribeña de aquel monumental recinto con el diseño de los arquitectos Erick Alcalá Toraño, Gabriel Téllez Velazco y Tere García Méndez mediante la donación del presidente panista Vicente Fox en 2006 de un terreno de 10 mil metros cuadrados. Los 112 metros que tendría su cruz jamás se edificaron porque el proyecto se perdió y naufragó en la vorágine político-mediática del Caso Tajamar, aún así, en el fondo de todos los mares, hay otro Cristo que ascenderá este día tras encontrar de nueva cuenta la Luz que emana en cada devoción individual que lo honra y lo nombra. yambacaribe@gmail.com


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OPINIÓN

NOMBRE COLUMNA JOEL HERNÁNDEZ SANTIAGO

En busca del libro perdido

Librerías de viejo

¡Ay mis libros!... ¡Qué será de mis libros!... ¡Ay mis libros…!” Es el grito de la Llorona colonial por las calles del Centro de la Ciudad de México. Dicen que aún se escucha pasando la media noche. Que recorre su espacio inmortal, sobre todo la calle de Donceles… “¡Ay mis libros!... ¡Qué será de mis libros!” Y de pronto se escuchan murmullos que provienen de atrás de las cortinas metálicas de algunos locales. Y el murmullo se vuelve algarabía o llanto o carcajada o chasquido, como si miles de ellos quisieran dialogar, expresarse, manifestarse y decir lo que saben porque saben mucho y quieren la libertad y quieren recorrer nuevos caminos y veredas, cruzar mares y ríos y valles y llanos y cielos abiertos de color celeste, hasta el infinito de otros ojos ávidos por conocerlos y llevarlos de la mano. Ahí están, platican entre todos: autores y personajes. Ahí se percibe, en un rincón, al huraño Fiodor Dostoievski que no quiere hablar aunque entre labios repita: “Creo en la vida eterna en este mundo, hay momentos en que el tiempo se detiene de repente para dar lugar a la eternidad”; en tanto que William Shakespeare le escucha y contesta: “El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que temen, muy largo para los que sufren, muy corto para los que gozan; pero para quienes aman, el tiempo es eternidad”. Se les acerca Virginia Wolf que explica cómo se llega Al Faro y Juan Rulfo que es en sí mismo un murmullo, cómo habría de llamarse originalmente su Pedro Páramo dice: “Nadie te hará daño nunca, hijo. Estoy aquí para protegerte. Por eso nací antes que tú y mis huesos se endurecieron antes que los tuyos”. Mientras que Lev Tolstoi riñe con su mujer sin guerra y sin paz y Cervantes, con su lanza busca molinos de viento y le repite a Sancho Panza que “Querer atar las lenguas de los maldicientes es lo mismo que querer poner puertas al campo…” Y junto a ellos están por ahí Rodion Romanovich Raskolnikov que sigue reflexionando la razón o no de su Crimen y Castigo. El príncipe de Dinamarca, Hamlet, no suelta a su calavera mientras la observa y se sigue

preguntando si es o no es, en tanto que el señor Fitzwilliam Darcy sigue cortejando con melosas palabras a Elizabeth Bennet, a pesar del Orgullo y Prejuicio… Miles de ellos, autores y personajes; millones de historias, mitos, certezas, verdades y mentiras, ciencia, pensamiento, sumas y restas, ideas y arrepentimientos… millones de palabras escritas como testimonio de vida, todo ahí: la humanidad en un refugio de guerra contra el tiempo se resiste a morir, porque nunca morirá mientras haya en el mundo un libro, uno solo. Las llamadas librerías de viejo ya son espacios para el recuerdo, para la nostalgia, para lo que fue y ya no será… aunque sí será. Son el resguardo para el inicio de una nueva vida para cada uno de los libros que se refugiaron ahí y son tratados amorosamente, en silencio en una especie de amor fatal: librero, libros, lectores en un revoltijo que parece promiscuidad editorial pero que no es sino el reflejo mismo de la humanidad hecha de todo y por todo, hacia todos lados. ¡Cuántos de nosotros le debemos tanto a estas librerías de viejo! Muchos estudiantes que fuimos habríamos de recorrer uno a uno estos estancos en los que habríamos de encontrar el famoso libro que necesitábamos para saber lo que había que saber y para seguir la lección de vida de un autor que nos dice cómo y por qué de las cosas del ser humano y sus hechos. Acudir a las librerías de viejo –o de segunda mano—se hizo recurrente y de pronto, necesario. A Carlos Monsiváis se le veía por las librerías de viejo de Donceles, como a José Emilio Pacheco por la que está sobre la calzada de San Cosme, a unos pasos de San Hipólito, a Miguel Ángel Granados Chapa le gustaba la que está en Miguel Ángel de Quevedo. En el siglo pasado mexicano, muchas librerías de viejo se ubicaron cerca de los recintos estudiantiles, a donde acudían alumnos de toda escala y provenientes de todo el país; en particular hacia el centro del Distrito Federal –hoy bautizado como CdMx-, muy cerca de San Ildefonso y de la gran Escuela de Medicina en Santo Domingo, en el mismo centro.

Ahí se encontraba de todo y para todo. Ahí estaba la solución para los muchachos que no tenían mucho dinero o no querían ediciones nuevas y sí una edición probada y leída por otros ojos y en otro momento asimismo sublime. Porque el libro es para uno y para muchos. Un libro-tomo que no es leído una y mil veces es un libro perdido y su autor fracasado. Cada lector toma ese libro que una vez fue nuevo, y cada lector recibe el mismo pensamiento, y más; y cada lector es un universo nuevo con intenciones distintas y expectativas diferentes. De ahí la riqueza del libro “viejo”. Y nunca como aquí se quiere más y se respeta a la vejez. Y por eso mismo los libros que ingresan a una librería de viejo tienen que cumplir con requisitos básicos, el primero de ellos es ser un libro que ya ha sido leído y que pasa a una segunda etapa de lectura; son libros que ya han sido tomados de la mano, vistos con ojos nuevos y señalados como si fuera un mapamundi de la idea y el recuerdo, para pasar luego a ese gran bodegón en donde reposará un poco en tanto escoge a su lector, porque eso es cierto: ahí los libros escogen a sus lectores y no a la inversa. Las librerías de viejo huelen a papel viejo, asimismo; huelen a tinta y, sobre todo, a nostalgia. Cuando uno entra a una librería de viejo se le escapan a uno por los ojos, los oídos, y todos los sentidos, los recuerdos, la melancolía de haber visto antes esto en otro espacio y bajo otra luz. Y toma uno los libros con más respeto que cuando se está en librerías de novedad. Aquí se tiene a disposición el tomo de tal año, con la traducción de… y en la edición de tal: de otros tiempos y otros días en los que el libro era preponderante y el esmero editorial sobrepasaba toda razón para ser arte. Sí. Porque el arte de lo editorial era tan grande que hombres y mujeres se esmeraban para que un libro en tal edición viviera airoso y mejor hecho y vibrante: como un hijo al que se quiere feliz y dispuesto a la vida útil. Hoy también… pero los libros de hoy deberán dejar pasar el tiempo para hacer su examen de admisión en la universidad de las librerías: las librerías de viejo, que son al mismo tiempo una catedral como también un túnel del tiempo. Hubo etapas de auge de las librerías de viejo. Todavía hasta antes del año 2000 eran visitadas por estudiantes y maestros, por investigadores y por curiosos amantes de la lectura, las librerías de viejo entregaban el pasado para volverlo presente. Pero de pronto apareció el mundo nuevo. El mundo raro. El mundo de la cibernética, de la web, del libro en disco o audiolibro o libro digital, de pronto los lectores de hoy tienen a la vista toda la galería del conocimiento a su disposición con solo apretar uno-dos-tres teclas de la compu y viajar por el infinito sideral para encontrarse con los libros-pantalla. Está bien. Son las posibilidades del tiempo y de los inventos del hombre, que para llegar a hacer esto recurrieron a libros impresos. Pero las librerías de viejo siguen ahí. Y seguirán ahí. A la espera. Porque todo pensamiento y su palabra requiere un refugio para

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su preservación. Esto hacen las librerías de viejo; preservar para todos nosotros las huellas del hombre aquí, antes y después. La huella de nuestras ideas estará ahí, para otros, cuando ya no estemos. El acervo de estas librerías se integra de libros que se compran acá o allá, bibliotecas que se adquieren, libros cuyos dueños originales quieren darles otra oportunidad. Hay librerías de viejo en distintos lugares de la capital del país. Tantas y en los lugares más insospechados. Las hay, incluso, en el mercadillo semanal de la Lagunilla o en los mercados callejeros que de pronto ofrecen ediciones que vimos hace ¿cuántos años? Las librerías de viejo tienen en su acervo el gran libro antiguo, el gran libro reserva, el que está en el lugar especial y aparte, no apto para legos. Ahí están aquellas ediciones que tienen vida propia porque pertenecen a la élite de los libros antiguos. Ediciones príncipe de La Grandeza Mexicana, de Bernardo de Balbuena, por ejemplo; o ediciones de los Concilios Provinciales, de Lorenzana -1769-; el Cedulario de Alonso Zorita -1574. Pero también hay libros económicos. Para todos los gustos, placeres, intereses, ignorancias y recursos. Esto es, los libreros de viejo que hoy se reparten en la Ciudad de México acuden a la oferta, al dos por uno, al libro de diez, quince, veinte, cincuenta, cien pesos, lo urgente es vender, pero también dar vida a los libros que están ahí, a la espera de su lector. Y de pronto, uno compra un libro y ahí dentro se encuentra con aquel recuerdo pendiente: un separador que es boleto de metro, un sobre de sustituto de azúcar, una carta furtiva de amor inocente, una hoja, una flor y un subrayado que dibuja el interés de su lector original. Todo el recuerdo de que el libro tuvo otra vida, otras vidas. Y quienes resguardan estas obras y su historia son libreros de esencias. Son libreros que tienen ojos-oídos-tacto-olfato y amor por los libros: todos. Y viven y conviven con ellos en espacios en los que –decíamos- parece que el caos es la ruina, pero es así que la diferencia está en que cada librero sabe dónde está tal o cual obra, cual autor o cual personaje o historia. El librero mismo es un recipiente de sabiduría que nos dice si la edición que tenemos es buena o merecemos una mejor porque siempre hay una mejor edición del Quijote, por ejemplo. Así que ahí están las muchas librerías de viejo que aún subsisten, es fácil encontrarlas, son las librerías que nos llaman al paso y que pervivirán porque su tarea y su maldición es la de resguardarnos, la de mantenernos vivos, la de querernos para entregarnos a quien nos quiera en libro, en historia, en dos más dos, en la suma y la resta y en la palabra que dice: amigo-libertad-justicia-amor-futuro-vida-democracia y fin. “¡Ay mis libros!... ¡Qué será de mis libros!... ¡Ay mis libros!.


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