Dominical 29 de abril

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ASUNTOS PENDIENTES ANTES DE MORIR, ANDRÉS TAPIA PÁG 3 RELÁMPAGOS EN FUGA, ARTURO MENDOZA MOCIÑO PÁG 7 HOJAS DE PAPEL VOLANDO, JOEL HERNÁNDEZ SANTIAGO PÁG 8 DOMINGO 29 DE ABRIL DE 2018

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POPULISMO:

OPCIÓN PARA

EXCLUIDOS

ALEJANDRO OYERVIDES

Juan Ramón de la Fuente afirma que mientras haya personas alienadas por la economía y la cultura, sin esperanza ni expectativas de que las cosas mejoren, el populismo, en sus diversas expresiones, seguirá siendo una opción muy tentadora, sea en Reino Unido, Venezuela, Estados Unidos o cualquier otro país P. 4

ADENTRO LA CDMX DE MÉXICO ES MÁS QUE LA TEMIBLE MANCHA URBANA, CUENTA CON UNA FRANJA RURAL EN LA QUE SE PRODUCEN ALIMENTOS DE MANERA SUSTENTABLE Pág 2

LOS DELITOS QUE AÚN NO SE HAN COMETIDO O PRECRÍMENES, SE HAN CONVERTIDO EN UN RETO PARA LOS CUERPOS Y FUERZAS DE SEGURIDAD DEL ESTADO Pág 6


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MARIÁNGEL CALDERÓN / NOTIMEX

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a Ciudad de México no sólo es la “terrible” mancha urbana, contaminación y tráfico, en San Miguel Topilejo, parte de la delegación Tlalpan, hay aún áreas verdes y aire limpio para respirar que además se conjugan con modelos de ecotecnias y maneras más amables de tratar a la tierra. El Rancho Ecológico El Arco, de alrededor de tres hectáreas, es la muestra de la manera en la que los suelos explotados se transformen en lugares que promueven usos sustentables de los recursos y mostrar a las personas la manera de hacerlo, explicó la coordinadora del lugar, María Teresa Brambila. Recordó que hace alrededor de diez años comenzó este proyecto con la finalidad de aprovechar los recursos y cuidar los elementos naturales para así motivar un cambio en el estilo de vida en favor de un mejor ambiente. “Es un proyecto en el que se cierran otros de aprovechamiento y cada uno de los residuos que sobran de un proceso es un insumo para otro proceso, por lo que en el lugar no hay botes de basura, ello, aunado a que no se cuenta con servicios públicos como agua, luz y drenaje”. Lo que sí existe, aclaró Brambila, son servicios alternos como baños secos, que no tienen drenaje, lo que ayuda a reducir la cantidad de agua que se usa, así como ecotecnias de captación de agua pluvial, generación de gas, y un sistema híbrido para la producción de luz a partir de energía eólica y solar. El rancho también ofrece programas de educación ambiental autorizados por la Secretaría de Educación Pública, así como de ecotecnología y sustentabilidad, estancias en las que las personas conocen su huella ecológica y la manera de reducirla mediante la elaboración de productos amables con el medio ambiente como repelentes, jabones, shampoos e insumos de uso personal. Ubicado en el corredor Chihinautzin, considerado como un nicho ecológico por los aztecas, es un lugar destinado a la reproducción y crianza de conejos, dos vacas que producen leche, carne y quesos frescos, panela, oaxaca y requesón; ahí mismo, transforman el queso panela en delicias con piña y ajonjolí, o epazote, cebolla y chile.

CARNE DE CONEJO, UNA OPCIÓN La coordinadora del rancho detalló que en México existe aún poco consumo de carne de conejo, “ya la deberíamos tener como parte de la dieta cotidiana, así como tenemos el pollo, el pescado, la carne de res, porque el conejo es el único animal terrestre que nos comemos que no genera grasa dentro de su masa muscular, toda la tiene por fuera, estamos hablando de carne magra, que es cero grasa, cero colesterol”. Ello, aunado a que es baja en sodio, lo que ayudaría a reducir los índices de obesidad

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RANCHO ECOLÓGICO

UNA MANERA AMABLE DE CULTIVAR

OPINIÓN ANDRÉS TAPIA

El país y el tiempo equivocados

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En tres hectáreas al sur de la Ciudad de México, se promueve un mejor estilo de vida y conviven animales con sustentabilidad ambiental

en el país, además, ofrece una versatilidad culinaria y tiene una calidad de proteína casi comparable con la del pescado, sin embargo, el costo de este alimento es aún elevado debido a que no se consume de manera masiva, “si se consumiera como el pollo podría bajar su precio tal vez hasta más que el pollo, podría ser sumamente accesible”. Explicó que muchas personas no consumen carne de conejo debido a que consideran que es de difícil preparación, pero se pueden elaborar hamburguesas, platillos gourmet o aquellos tan tradicionales como el mole, incluso en una preparación de mole al cacao acompañado con plátano frito; la idea, comentó es hacer las mismas recetas que se realizan con carnes de res y pollo, pero con carne de conejo. En plena delegación Tlalpan, al sur de la Ciudad de México, el lugar cuenta con un área de reproducción consciente de conejos para después utilizar sus insumos para consumo de carne, elaboración de abono y de artículos de vestir “Del conejo se puede aprovechar todo, así, con el excremento de estos animales se hace composta para la producción de abono orgánico, en tanto que otra proporción se destina a un sistema biodigestor para la producción de gas, además, el abono que se produce con los deshechos de los conejos se utiliza en el campo de cultivo del rancho,

ahí, se cultivan hortalizas que sirven para alimentar a los conejos”. Los conejos que viven en el lugar no se les agregan medicamentos, anabólicos, ni nada que acelere su crecimiento y se utiliza un sistema de reproducción no extensiva,en ésta nacen los gazapos y de inmediato se vuelve a montar a las hembras, por lo que además de estar gestando, amamantan a sus crías, lo que es un desgaste para los animales. Además de la utilización de los abonos de los conejos para la siembra de hortalizas, se usa la piel, con la que se elaboran artículos de piel artesanales, las cuales son curtidas y trabajadas en el rancho para elaborar pantuflas, bolsos, pijameros y prendas de vestir que sean de uso cotidiano, para que tengan una larga vida útil, expuso.

SUSTENTABILIDAD Y BUENAS PRÁCTICAS Además del área en la que habitan los conejos y las vacas se cuenta con parcelas donde se producen hortalizas, así como plantas aromáticas, flores comestibles y árboles frutales, aunado a que es parte de un programa de autosuficiencia alimentaria. Destaca un huerto en espiral en la que en dos metros de superficie se pueden cosechar hasta 10 kilogramos de productos por temporada, ello, debido a que está diseñado para funcionar con las posiciones del sol y los hemisferios terrestres, en donde se consideran maneras más provechosas de cultivo. En la actualidad, y con el uso de ecotecnologías y principios de sustentabilidad ambiental, el rancho genera ya tres productos como Suelo Sano con abonos orgánicos; El Conejo del Mesón, con producción de carne y Puesta de Sol, para la producción

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de plantas aromáticas y flores comestibles, los cuales ofrecen en el programa de mercado de productores de la FAO y en Consume Local de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec) que impulsa el consumo de productos que se producen en las localidades. “Se nos olvida que la Ciudad de México no es solo la temible mancha urbana, sino que tenemos una franja rural enorme que en superficie es mayor que la urbana y que aquí estamos produciendo una gran cantidad de alimentos“.

ubo un tiempo en el que el país en el que vivo fue un buen sitio para vivir: el diario llegaba todas las mañanas y pese a que era arrojado con la violencia con la que se arroja un cadáver, nadie temía levantarlo porque en sí mismo aquello era un acontecimiento feliz. Era así porque las malas noticias ocurrían en otros países y en otros tiempos, y la tormenta que vendría estaba situada en un futuro muy distante. En tiempos como ese, las tragedias, por ejemplo, ocurrían en Nueva York. La noche del 10 de agosto de 1977 un periodista de televisión en México llamado Jacobo Zabludovsky, en punto de las 22:00 horas, inició su programa con las siguientes palabras: “Nueva York al fin puede dormir: cayó el Hijo de Sam”. Zabludovsky se refería a David Berkowitz, un asesino serial que había asesinado a seis personas y herido a siete más por espacio de un año. Algo más de tres años más tarde, el mismo Zabludovsky informaría a los televidentes del país en el que vivo, que a las afueras del Edificio Dakota, en el Upper East Side de Manhatthan, John Lennon fue asesinado por el puño y la pistola de un eróstrata llamado Mark David Chapman. En la geografía y en la imaginación de quienes éramos niños en ese tiempo, Nueva York estaba lo bastante lejos como para sentirnos amenazados por hombres que escuchaban vocecitas en sus abyectas mentes, las cuales les ordenaban matar para cumplir así con un designio vil y secreto. No significa esto que en ese tiempo el país en el que vivo fuese un santuario o un mundo de fantasía. Como en cualquier otro país del mundo los crímenes ocurrían. Sin más, una mañana perdida de los primeros años de la década de 1980, mientras un grupo de amigos del barrio corríamos alrededor de un parque, descubrimos un auto cuya puerta izquierda estaba abierta y obstaculizaba nuestra carrera. Alguno de nosotros decidió mirar al interior y lo que descubrió nos sorprendió en extremo, pero no nos atemorizó: el cadáver de un hombre con un hilillo de sangre coagulada recorriéndole la nariz yacía en el asiento del piloto. Hasta entonces ninguno de nosotros había visto un cadáver, mucho menos uno cuya muerte haya sido desencadenada con violencia. Y si bien no supimos si aquel hombre fue asesinado o se suicidó, pese a haber perdido de algún modo la inocencia, no perdimos el deseo de vivir ni la alegría de hacerlo. El futuro estaba delante nuestro, en ese parque o a la vuelta de la esquina. Y hacia él nos dirigimos con la ingenua convicción de que, a pesar de nuestro hallazgo, la muerte era algo que podría ocurrirle a otros, pero nunca a nosotros. El mundo, empero, estaba cambiando. Y no sólo en la lejana Nueva York ocurrían las tragedias. Cuando el país en el que vivo todavía era un buen sitio para vivir, en otro país, en otras ciudades, la muerte y la www.el soldemexico.com.mx

violencia se convirtieron en un asunto de todos los días. En Colombia, la guerrilla, los cárteles del narcotráfico y los paramilitares, iniciaron una carnicería que tocó no sólo a los habitantes de ese país, sino que se fue extendiendo paulatinamente por todo el continente. No era en modo alguno algo nuevo: los gobiernos militares de Chile y Argentina, por ejemplo, durante la década de 1970, acabaron con la vida de miles de personas cuyos cadáveres, en muchos casos, jamás fueron recuperados. Pero en uno y otro tiempos, sin que ello significase, insisto, que México fuese el alumno aventajado de la clase, el país en el que vivo todavía era un buen sitio para vivir en el que nadie temía recibir el periódico por las mañanas, pese a que éste fuese arrojado con la violencia con la que un asesino arroja un cadáver. Sin embargo, la tormenta que vendría ya no estaba situada en un futuro muy distante, sino en uno muy cercano. Tan cercano que pudimos ver cómo se acercaban las nubes y percibir la humedad en nuestros rostros. Pero, ingenuos, con la promesa de la eternidad que para entonces habíamos guardado en una caja de zapatos bajo la cama, no fuimos capaces de darnos cuenta. El futuro llegó en la década de 1990, con la creación de la internet y el advenimiento de la era digital. Paulatina pero velozmente, nos hicimos de computadoras, de dispositivos portátiles que día con día se hacían más pequeños, y de tecnologías que sólo unos cuantos imaginaron. En un abrir y cerrar de ojos nos descubrimos tomando fotografías, grabando videos, conversaciones, sonidos, música, con un aparato que en su origen tan sólo era un teléfono inalámbrico. Para entonces, en México, no eran ya los diarios los que caían cada mañana en las puertas de las casas, sino cadáveres descompuestos, violentados, cuando no sólo pedazos de ellos. La muerte se convirtió en un asunto de todos los días, de todos los momentos, de narrativas nunca sencillas que ahora se distribuían oralmente o mediante mensajes y fotografías enviados al través de los teléfonos móviles. El país en el que vivo ya no era un buen sitio para vivir, pero, pese a ello, por esos extraños mecanismos de la mente humana que, enfrentada al miedo y al horror, prefiere desviar la mirada para suponer que no está ocurriendo lo que ocurre, decidimos que todavía lo era. Pasan los días, pasa el tiempo, los cadáveres se amontonan en las páginas interiores de los diarios y no obstante la barbarie ya es grotesca e inmemorial, aún creemos a pie juntillas que el país en el que vivimos es un buen sitio para vivir. No lo es ya, lo fue alguna vez, quizá no hace tanto, pero parece tanto que ya recordarlo no es sencillo. Hoy tenemos el país y el tiempo equivocados. Y en ellos vivimos muriendo. Asuntospendientesantesdemorir.com @Andres_M_Tapia


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Populismo: opción para excluidos JUAN RAMÓN DE LA FUENTE

En su nuevo libro, La sociedad dolida. El malestar ciudadano (Grijalgo/ 2018), el exrector de la UNAM y exsecretario de Salud analiza al mundo, por su formación de médico, como un organismo interconectado que, en respuesta a tantos desajustes, tarde o temprano acaba por colapsar. Aquí presentamos parte del capítulo Del escenario político y sus trastornos o tengo dudas que el progreso es tan sólo un espejismo cuando sus beneficios no se comparten con las mayorías, con los sin voz, los sin techo, los sin trabajo, los sin opciones de una vida digna, más decorosas. Son ellos, justamente, los que conforman una buena parte de las bases sociales del populismo, tan en boga en estos tiempos. Durante su última visita a México, en una comida en casa de uno de sus alumnos dilectos, Jorge Islas, pregunté a Giovanni Sartori qué pensaba del populismo. Contestó —como solía hacerlo— con un abrumador repertorio de conceptos entremezclados con su refrescante ironía y todo tipo de anécdotas sobre su villano favorito: Il Cavaliere (Silvio Berlusconi). Recuerdo que fue claro al comentar que había tantas definiciones de populismo como estudiosos sobre el tema, y que cada movimiento populista tenía sus propias raíces históricas. No se trataba realmente de una ideología (habría populismos tanto de izquierda como de derecha o de centro) ni de un partido político como tal, sino más bien de un estilo de hacer política. El populismo, continuó, tiene éxito porque toca lo más emocional, las fibras profundas que son capaces de mover a las masas. Es más tema de siquiatras que de politólogos, remató. Supuse que era una suerte de broma para estimular la conversación. Pero al despedirnos insistió: no olvide lo de la sicología del populismo, doctor, ya me dirá la próxima vez qué piensa al respecto. No volví a verlo, pero su provocación surtió

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efecto. He prestado mayor atención al tema desde entonces. Es interesante observar cómo la nueva oleada populista de los últimos años ha tomado más fuerza en las democracias europeas, paradójicamente más maduras, pero en las que se fueron borrando de manera paulatina las diferencias tradicionales entre liberales y socialistas. El espectro ideológico se redujo y la representación popular de los partidos tradicionales perdió sentido. Ya no representaban mucha diferencia. Simultáneamente la fuerza política de la clase trabajadora perdió espacios frente a los poderosos tecnócratas y a las nuevas generaciones les interesó menos la política que el acontecer en su entorno inmediato y su futuro personal. Si, en efecto, como algunos sugieren, ha llegado el tan anunciado fin de las ideologías, el panorama resulta todavía más preocupante. Acaso entonces la posverdad —que es un poderoso instrumento del populismo, aunque no de su uso exclusivo— sea consecuencia natural de una era posideológica. No hay que olvidar que las ideologías tomaron forma con la Ilustración, para superar los prejuicios, las supersticiones y el oscurantismo del Ancien Régime. Sin un marco ideológico mínimo no imagino posible reorganizar el orden político y social que se requiere para atender efectivamente las necesidades (urgentes) y las aspiraciones (legítimas) de los seres humanos. Pero ocurre que las democracias liberales

ALEJANDRO OYERVIDES

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occidentales (la estadounidense incluida, por supuesto), al desprenderse de sus referentes ideológicos, se desentendieron de sectores de la población que fueron quedando excluidos de los beneficios del desarrollo y que hicieron crisis con la globalización. Algunos, con cierta arrogancia, se refieren a ellos como “perdedores de la modernización”. El hecho es que muchos de ellos comparten realidades difíciles de aceptar: educación de menor calidad, acceso limitado a los servicios de salud, mayor desempleo o trabajos mal remunerados, pensiones paupérrimas, etcétera. Pero, sobre todo, se fue gestando en ellos una gran amargura, un profundo resentimiento, con frecuencia

justificado. Ellos son ahora los más fervientes seguidores de los movimientos neopopulistas. Al perder vigencia la política de las ideologías, tomó fuerza la política de las identidades, la política de las emociones. Los perdedores, los que se quedaron fuera, quieren la revancha. El distanciamiento entre el pueblo (populus) y la clase gobernante, mayoritariamente aglutinada en los partidos políticos, también ha favorecido el populismo. Tal distancia genera una animadversión contra todo lo que tenga que ver con el poder público. Los excluidos se asumen como víctimas, no sin razones, y se acogen con facilidad a las teorías de la conspiración. Es por eso que estas se

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convierten con frecuencia en parte substancial de la retórica más socorrida por sus líderes. Al aceptar en su narrativa sólo aquello que fortalece sus propias explicaciones sobre una realidad que no les favorece, se van construyendo mitos, los cuales, a su vez, propician el surgimiento de liderazgos con rasgos autoritarios, idealizados por unos, detestados por otros. Los líderes populistas, siempre con un carisma peculiar capaz de polarizar los ánimos, suelen ser socialmente conservadores, aun cuando su discurso formal sea ir contra el establishment. Son, por definición, intolerantes a la crítica. En los movimientos populistas, entre el resentimiento colectivo y la frustración masiva que los nutren, se genera asimismo una cierta propensión a que surjan en su seno actitudes hostiles que pueden llegar al odio. Desarrollan una gran intolerancia hacia los otros. De ahí sus fobias y su nacionalismo viral. Su blanco favorito son los migrantes, pero pueden serlo también los islámicos, o para el caso, la comunidad LGBTTI. Representan el ocaso de la razón ilustrada: no la necesitan, han construido sus propios discursos. Pienso que el gran error de las democracias liberales ha sido no preocuparse lo suficiente por tratar de entender y atender las causas que mueven a esos amplios sectores que apoyan los movimientos populistas. Lo cierto es que etiquetarlos de xenófobos o sexistas, aunque lo sean, tacharlos de racistas ignorantes o descalificarlos desde posiciones política e intelectualmente más aceptables, no resuelve absolutamente nada. La retórica sólo puede combatirse con ideas, con el análisis riguroso de la realidad y con nuevos programas que activen mecanismos sociales de inclusión, eficaces y transparentes. Son tiempos para reivindicar, en los hechos, los derechos individuales, empezando por el reconocimiento de las diferencias, Pero hay que tratar de entender también los miedos y las preocupaciones que subyacen a esas voces estridentes e intentar forjar nuevos consensos, más flexibles e incluyentes, para tratar avanzar, no para retroceder. Si bien el populismo es regresivo en muchos aspectos, pienso que, en un sentido estricto, no es necesariamente antidemocrático mientras acepte la soberanía popular y el gobierno de las mayorías. En todo caso podría ser una suerte de trastorno de la democracia, al no aceptar la pluralidad de la sociedad de la que forma parte, al considerar como enemigas o traidoras a las minorías que no aceptan sus designios y al oponerse de forma sistemática a los contrapesos que acotan los poderes, sobre todo el del ejecutivo. Al rechazar contrapesos favorecen la opacidad, y los mandatos populares, apoyados con excesiva frecuencia en referendos o consultas plebiscitarias, tienden a perpetuar en el poder al gobernante en turno. Vaya reto el que enfrentan las democracias liberales en estos tiempos de revueltas populistas, sea en el Reino Unido, en Venezuela o en los Estados Unidos, por citar algunos de los países que llaman más nuestra atención. Pero hay movimientos populistas importantes en prácticamente todas las regiones del planeta. Mientras haya personas alienadas por la economía y por la cultura, sin esperanza, sin expectativas de que las cosas mejoren para ellos y para los suyos en un plazo de tiempo razonable, el populismo, en sus diversas expresiones, seguirá siendo una opción muy tentadora para todos aquellos que se sienten excluidos. No son pocos.

* Capítulo del libro La sociedad dolida. El malestar ciudadano, de Juan Ramón de la Fuente, que reproducimos con autorización de la editorial Grijalbo.

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29 DE ABRIL DE 2018 es la detección temprana de su presencia con margen de tiempo suficiente para que los agentes o vigilantes puedan actuar. Este sistema inteligente, que tiene la capacidad de distinguir las pistolas del resto de objetos empuñados por una persona, permitirÌa dotar a las cámaras de vigilancia y/o control con un sistema muy operativo de detección de armas automático, según la UGR.

SOFTWARE DE PREDICCIÓN CRIMINAL EN EU

TECNOLOGÍA QUE PREDICE CRÍMENES

El escenario del filme Minority Report, en el que los criminales son detenidos antes de que cometan sus crímenes, está cada vez más cerca gracias a nuevos programas de vigilancia y análisis predictivos

RICARDO SEGURA /EFE

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teven Spielberg en su filme Minority Report (2002), que protagonizaba Tom Cruise, mostraba una fuerza policial de precrimen, integrada por mutantes capaces de percibir visiones de futuros asesinatos, que se encargaba de identificar y arrestar a aquellos que se iban a convertir en criminales antes de que cometieran los delitos. El filme está ambientado en el año 2054 pero, en 2018, dieciséis años después de su estreno, la posibilidad de predecir un delito antes de que se cometa y evitarlo está cada vez más cerca. Pero no se deberá a las habilidades precognitivas de un grupo de personas superdotadas psíquicas, sino a las nuevas tecnologías de predicción criminal. El precrimen es un término que acuño el escritor Philip Dick quien, en 1956, escribió la obra "El Informe de la Minoría" en el que una agencia de investigación se encargaba de identificar y encarcelar a personas por crímenes que aún no habían cometido, señala Francisco Canals (www.fcanals.com), periodista especializado en sucesos y autor de un informe sobre el denominado precrimen. Los delitos que aún no se han cometido o precrímenes se han convertido en un reto para los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Detectar dónde y cuándo puede ocurrir la transgresión, quien puede cometerlo, establecer patrones de actividad delictiva y predecir sobre el terreno y contrarreloj los acontecimientos, son una realidad cada vez más cercana, asegura este experto.

LA POLICÍA DE DUBÁI Canals explica que la policía de Dubái, capital de Emiratos Árabes Unidos, ya utiliza un software de predicción de delitos desarrollado por

la empresa Space Imaging Middle East (SIME), que es capaz de predecir fechorías y que se incorpora al patrullaje policial. De hecho, la firma SIME (www.spaceimagingme.com) se refiere a esta tecnología como un sistema de predicción de delitos al estilo de Minority report que está desplegado y operativo en el Centro de Mando y Control de la Policía de Dubai desde hace más de un año. La compañía SIME ha desarrollado un software o programa informático que analiza las bases de datos de delitos de la Policía, después utiliza complejos algoritmos y variables que generan datos de inteligencia e información, con la cual es capaz de predecir infracciones, generar alarmas, acciones de prevención y recursos, señala Canals a Efe. El motor inteligente Crime Predictioní produce datos altamente precisos sobre cuándo y dónde es probable que ocurra un delito, e informa a los equipos de patrulla sobre qué distritos pueden necesitar recursos adicionales para prevenir posibles actividades criminales, de acuerdo a la propia SIME.

APPS MÓVILES CONTRA LA DELINCUENCIA En Suiza ya se ha creado una aplicación móvil que permite al usuario obtener un informe de precrimen adaptado al área urbana, e informa de potenciales riesgos en la zona donde se encuentra el usuario atendiendo a estadísticas, franjas horarias o características del entorno, asegura Canals. Por su parte, el Ministerio del Interior de España ha puesto en marcha la app gratuita AlertCops que permite enviar a la Policía Nacional y a la Guardia Civil una alerta localizada geográficamente y en tiempo real sobre un delito o situación de riesgo de la que se es víctima o testigo, informa a Efe, Francisco Alonso Batuecas, director del proyecto AlertCops. Esta aplicación (https://alertcops.ses.mir. www.el soldemexico.com.mx

es/mialertcops/), disponible en Google Play y App Store, permite establecer un diálogo inmediato con el centro policial receptor de la alerta, según Alonso. Esta ‘app’ incorpora en su pantalla de notificación un botón para reportar, por ejemplo, el acoso escolar, una situación sobre la que ha recibido decenas de alertas, añade Alonso. AlertCops permite al usuario contactar con las fuerzas de seguridad a través del chat en distintos idiomas, enviarles fotos y videos, y compartir su posición geográfica con un centro de rescate, entre otras funcionalidades, explica Alonso a Efe.

DETECTOR DE ARMAS AL INSTANTE También en España, científicos del departamento de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Granada (UGR) han diseñado un sistema informático, basado en técnicas de inteligencia artificial, que detecta automáticamente en las imágenes de cámaras de vigilancia cuando alguien saca un arma de fuego. Este sistema puede mejorar la seguridad en aeropuertos o centros comerciales, y también controlar de forma automática los contenidos violentos en los que aparecen armas en vídeos subidos a redes sociales como Facebook, Youtube o Twitter, o clasificar los videos públicos en la red que tienen contenidos con armas, según a UGR (www.ugr.es) . Además se puede implementar de forma sencilla y poco costosa combinado con una alarma directa, en ambientes exteriores o interiores, utilizando cámaras de video y un ordenador con capacidades medianamente altas, sin requerir supervisión humana directa, informan a Efe sus desarrolladores, los investigadores de la UGR Francisco Herrera Triguero, Roberto Olmos y Siham Tabik. Una de las formas de reducir la amenaza de violencia que generan las armas de fuego

En Estados Unidos la policía de Chicago ya utiliza técnicas de reconocimiento facial, al ser la ciudad con mayor tasa de criminalidad de todo el país, explica Canals. Este experto añade que en Los Ángeles se utiliza el PREDPOL, un sistema con el que, al iniciar el turno cada agente, recibe un mapa correspondiente a su zona de patrullaje, con unas casillas marcadas a las que el policía deberá prestar mayor atención, porque el programa predice que es el lugar donde, probablemente, pueda cometerse un delito. ìPREDPOL (www.predpol.com) es el software precrimen más popular, ya lo utiliza la policÌa norteamericana en distintas ciudades, optimiza el patrullaje policial y predice los posibles acontecimientos delictivosî, seg˙n Canals. El RTM es otro software similar, atendiendo a las caracterÌsticas del entorno en vez de las personas, analizando la existencia de tiendas, comercios, suburbios y características de locales y edificios, y estableciendo un patrón de conducta de los delincuentes que pasen por estos lugares, según esta misma fuente. Se trata de un software creado por los académicos Leslie Kennedy y Joel Caplan de la Escuela de Justicia Criminal de la Universidad Rutgers en Nueva Jersey (EU), indica Canals a Efe.

RASTREANDO FUTUROS DELINCUENTES EN INTERNET Asimismo, algunos programas predicen delitos analizando los indicativos

tecnológicos de actitudes malintencionadas, afirma Canals. Explica que estos sistemas analizan variables, como el reconocimiento facial mediante cámaras en la vía pública, la triangulación de teléfonos móviles, las palabras tecleadas en Google que delatan malas actitudes latentes, las matrículas de vehículos cruzadas con bases de datos de antecedentes penales o lugares sensibles buscados con demasiada insistencia en Google Maps. No existe un único programa que unifique todas las herramientas investigativas, sino distinto software que aborda uno u otro escenario, señala Canals a Efe. Añade que algunos programas son públicos, pero otros son reservados, ya que las empresas lo desarrollan para agencias de inteligencia o gubernamentales.

LUCES Y SOMBRAS DE LA PREDICCIÓN El software de predicción criminal supone un gran avance, pero no es una ciencia exacta, ya que genera falsos positivos, cuando varias variables se juntan generando una alarma, por ejemplo sábado de madrugada + cajero automático + estadística de atracos en cajeros + reconocimiento facial de un transeúnte con antecedentes por este tipo de delitos, señala Canals a Efe. Que estas variables se unifiquen en el espacio/tiempo dispara las posibilidades de delito, pero no supone una garantía única de que este acontecimiento delictivo suceda, según este experto. Para Canals, la gran desventaja de estos sistemas es la invasión masiva de la privacidad, ya que para detener in fraganti a un solo delincuente debe monitorizarse a miles de personas, por ejemplo mediante la lectura de miles de muros y perfiles en redes sociales a la búsqueda de frases reveladoras de un delito inminente, explica. Aunque la lucha contra el terrorismo, a raíz de la oleada de atentados del EI en muchas ciudades de diversas partes del mundo, ha legitimado estas herramientas antes discutidas, concluye Canals.

CIENTÍFICOS DEL departamento de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Granada han diseñado un sistema que detecta automáticamente en las imágenes de cámaras de vigilancia cuando alguien saca un arma de fuego /EFE

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OPINIÓN

ARTURO MENDOZA MOCIÑO

Cocineros en busca de un toque de eternidad

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e Guadalajara, la tortita ahogada, la carne en su jugo, la jericalla para chiquear el diente. De Puebla, el tradicional mole, el no menos legendario chile en nogada y la versátil cemita. ¿Y del Caribe mexicano, qué se puede saborear como platillo único y emblemático, con sabores irrepetibles? Silencio milenario con olas ronroneantes de tonos turquesas. Cielos sin nubes. Cardúmenes de bikinis por aquí, redondeces al natural por allá. Aunque parezca increíble, pero en este rincón de México llevan varios años tratando de encontrar “el platillo regional” o el guiso “tradicional” que sintetice lo que es vivir la experiencia de disfrutedescanso-descubrimiento de la joya de la corona del turismo nacional. Pero ni lugareños, ni consumados cocineros venidos de todos los rincones del planeta, se ponen de acuerdo entre peroles y hornillas, bares y asaderos en la playa y selva adentro. Nadie, ni Nadia, hasta el momento, ha creado el guiso Cancún, el brebaje Playa del Carmen, la ensalada Tulum o el postrecito a la Puerto Morelos. La Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados está empeñada en crear una guía gastronómica de Quintana Roo, censo que resulta fácil porque basta enlistar al número de agremiados, reunir menús y ¡listo! Ya se podrá saber dónde degustar la mejor cocina mediterránea, a qué restaurante ir si tiene uno antojo de langosta o, si uno anda cada vez más trendie, cuál es el espacio más vegano entre todos los veganos que por acá son legión. ¡Cuidado! Se cae una cesta de verduras. Veloces modelos de pasarelas europeas, de reposo en Tulum, se abalanzan sobre ellas pues son tesoros para ellas. Cuidan a la cebollita morada que comerán. Y a las calabacitas que cocerán con los exóticos espárragos, tan raros por estos lares como la moringa, la quinoa y la sal tibetana que cada vez más se integra a los menús de los restaurantes de vanguardia. Hace poco, bajo los añejos techos del Kiosko Verde, el restaurante emblemático de Puerto Juárez, por ser el más antiguo de la zona y por mantener su entorno como los años de su fundación, los setenta, el chef Octavio Santiago presentó su propuesta del platillo emblemático de Cancún o, al menos, de este puerto que sirve de trampolín hacia Isla Mujeres. Se trata de un pescado abadejo asado y marinado con un pesto de cilantro y cacahuate tostado,

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y sazonado con sal de habanero de Celestún y con sal de grosella deshidratada, ¿lo adivinó?, también de Celestún. Vuela entonces una parvada de flamingos sobre las aguas de la célebre reserva natural yucateca, y uno de ellos, el más viejito de todos se va riendo quién sabe por qué, quizás porque entre los restos de plumas rosadas y negras que han dejado tras de sí también hay algunas deposiciones que pasarán a formar parte de esas sales que, a varios kilómetros de aquí, serán utilizadas para darle sabor a guisos incomprensibles para estas aves. Guisos van guisos vienen. Ahora resulta, revela Manuel García Maldonado, director de la Canirac en Playa del Carmen, que el tan celebrado pescado Tikin Xic, asociado durante años con Isla Mujeres, aunque fue creado ahí, fue cocinado cuando la ínsula era parte de Yucatán, así que, siendo estrictos con la misión de considerarlo un platillo emblemático de Quintana Roo, se esfuma como la honestidad de los políticos que dizque gobiernan aquí. Indiferentes a esos torpes, Luis, Ramón y Gorgonio, el trío vegetal, porque todos superan los 60 años, se hunden por turnos en las aguas cercanas a Puerto Morelos para pescar langostas y venderlas, con justeza para ellos, en 400 pesos. ¿A qué sabe el Caribe? Pero, siendo más exigentes, se debe saber ya, gastronómicamente hablando, cuál es el influjo Cancún, cuál el frescor de Puerto Morelos, de dónde proviene la seducción de Playa del Carmen, qué mece la magia de Cozumel, cuántos ingredientes hay que reunir para degustar el sabor de Tulum y aquí nos detenemos. Porque las tortugas de Akumal han decidido aparearse y las mantarrayas de Punta Allen, en comunicación marítima directa con sus primas hermanas de Holbox, han decidido conversar en las siguientes noches con estrellas fugaces, y en Mahahual, los lentos caracoles rosados se encuentran felices otra vez porque no hay manos humanas que los saquen de su hábitat, las barracudas de Xcalak no paran de comer despreocupadas porque no hay nadie que le ponga anzuelo alguno a su placer constante. En cualquier orilla del litoral de Quintana Roo se corroborará que el mar se mece como hace un millón de años y nadie por estos lares se preocupa a qué sabe lo que siempre ha tenido un gustillo de sal y vida, por una eternidad, como tú, Mi golondrina, que vuelas ahora feliz hacia tu hogar en Móstoles, Madrid. yambacaribe@gmail.com


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OPINIÓN

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NOMBRE COLUMNA JOEL HERNÁNDEZ SANTIAGO

El niño, feliz niño… ¡qué niño! “Aquel jardín era mi reino, donde podía hacer y decir lo que quisiera. Allí cree mundos lacrimosos, románticos y bestiales…” Julio Cortázar.

P

or entonces a mí lo que más me gustaba era jugar. Correr de un lado para otro, como si la vida no se estuviera quieta, como yo… y como es. Me gustaba saltar. Brincar las trancas. Subirme a los árboles, descalzo y sin camisa, y cortar mangos verdes y comerlos arriba, con sal y chile piquín. En mi paraíso de entonces, que es mi pequeña infancia, me gustaba mirar al mundo desde las copas de los árboles y desde su follaje ver la vida quieta del mejor pueblo del mundo, porque eso es: un pueblo es cualquier pueblo de cualquier lugar del mundo; pero si uno lo ve con amor y la vista cargada de cariño entonces ya no es un pueblo cualquiera. Y así, entre los follajes de los árboles de toronja, de aguacate, de nuez o de zapote, percibir los aromas de la vida y, cierto, nada como la fragancia de la guayaba, la de los nísperos, de los jazmines que serán naranjos y las emanaciones que provenían de la cocina prometiendo suculentos platillos hechos con cariño y mucho sabor. Esos aromas, por cierto, me han perseguido toda la vida, como si la fiera infancia se resistiera a perderse en el tiempo, como si la huella de aquellos días estuviera vigente en los colores, en los sabores, en la luz del sol y en esos aromas: los interminables aromas. Y por entonces me gustaba escuchar a los pájaros que nunca estaban quietos, como yo mismo y como mis amigos de entonces y ahora. ¿Sabe usted que si una ave silba y uno le contesta, silbando, establecen comunicación con uno? Es como si quisieran decirnos que somos cuates, que somos amigos, que nos miramos y que juntos podemos silbar felices y dispuestos a volar, porque la vida de uno como la de ellos, pende de una rama, pero no importa. Y luego los amigos. Los de la infancia. Los que se llevan de forma permanente en el recuerdo. Sí, ya sé que el gran amigo es el que crece con uno. Y son muchos. Ahí están y cuando los veo ahora, hombres y mujeres hechos y derechos, no se nos

caen de los ojos aquellos días en los que andábamos con el pantalón arremangado, las tiras de guayabas al hombro y mugrosos de tierra en la cara a más no poder. Luego con el tiempo se van sumando más amigos y amigas o se van restando o multiplicando otros, como las sumas y restas que nos enseñó la maestra Rosita, la que lo mismo nos daba un beso en el copete como un reglazo en la maceta si nos pasábamos de la raya, “Aquí le entrego a mi hijo, con dolor de corazón, si no le hace los mandados, le daré su coscorrón…” Todo aquello era por la tarde casi siempre. Porque las mañanas, en el campo, son de responsabilidades para cada uno, o lo que es lo mismo, decía el abuelo: “Aquí el que no trabaja no come”, así que… Desde muy temprano había que ayudar en la casa “por órdenes superiores”. Cada uno de nosotros, hermanos, teníamos una tarea diaria que cumplir. En mi caso, grrrr, barrer el patio, darle de comer a los pollos y cambiarles el agua, recoger la fruta que se hubiera caído, limpiar la mesa antes del desayuno, pero antes había que asearse, desayunar y salir corriendo porque “¡ya tocaron la campana!” Los amigos eran igual. Nada nos contenía y sí había mucho en qué competir: el balero, el trompo, las canicas, “¡chiras, pelas y al hoyo!”, las interminables y maravillosas y brillantes agüitas, tréboles, bombonas que eran joyas en mano infante; como también la resortera (¡perdón señora Jovita por todos los cristales que pasaron por las armas!), béisbol callejero, las tiradas a gol. Eso para nosotros los niños, mientras que las niñas andaban con su “Doña Blanca está cubierta con pilares de oro y plata…” o “A la víbora-víbora de la mar, de la mar…” (¡Guácatelas!) Lo nuestro-lo nuestro, era ir a la escuela, estar en clase con cara de mustio. Aprender “la O por lo redondo”, escribir el famoso dictado diario, cantar las tablas de multiplicar a coro afinado, leer las composiciones que nos había encargado de tarea el maestro Abraham y someternos al escarnio público de los demás que desde sus lugares se burlaban de lo que uno decía mientras que el maestro hacía como si estuviera escuchando a Sócrates y su `Yo sólo sé que no se nada’” Durante el recreo había orden y concierto. Algo de juego en apenas media hora. Pero eso sí, las tortas de frijoles refritos, las de huevo y ¡qué tal las de nata! de esas que ya no hay, acompañadas del agua de limón que nos ponían en una botellita de jerez, “todo lo que digas será al revés”.

Ah, pero nada mejor en la vida que la hora de la salida. Y en tropel salíamos corriendo como si se estuviera hundiendo el Titanic. Y al correr gritábamos. ¿Qué gritábamos? No sé. Pero era asunto de expulsar la energía, felices como éramos. Feliz como fui. No había pena que no supiera solucionar el abuelo. No había pesar que una madre siempre presente no aliviara. Todo estaba seguro. Aunque también es cierto lo que dijera Antoine de Saint Exupéry: “Las personas grandes nunca comprenden nada por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones”. Como quiera que sea, la salida de la escuela era espectacular, era mágica, era el encuentro con la libertad por unos minutos, unos segundos interminables, porque cuando uno es niño el tiempo no pasa, está ahí, estático, como si quisiera ser niño, como nosotros. Así que salíamos a jugar lo que fuera o a pelear si dos se hubieran hecho de palabras y “¡nos vemos a la salida!”. También de eso había, aunque predominaba el recorrido hasta el río en donde nos sumergíamos un buen rato porque en tierra de sol el agua es el bálsamo. Y llegada a la casa. “¿Por qué hasta ahorita?” –el abuelo-. ‘Es que el maestro nos castigó con una hora más de clase’ –uno- y él hacía como que nos creía. Luego a cambiarse de ropa, doblarla bien para mañana, ponerse en carácter con el pantalón de peto, sin camisa; acomodar los útiles y hacer la tarea ¡la maldita tarea! Mientras el abuelo leía el periódico debajo del laurel del patio, haciendo tiempo para la comida y regresar al campo, conmigo. ¡Ese era el gran momento! Salir tardecillo para ir al campo, cuando el sol ya se va para otro lado. Hacer el recorrido diario, él a su paso fuerte y firme, yo corriendo adelante, regresando, tirando a un lado, tirando a otro, brincando, levantando piedras para lanzarlas al aire en tanto llegamos a lo que da vida, al milagro de la naturaleza que da de comer y da de vivir pero para ello hay que decirle que uno está ahí, acompañando, quitándole lo que le hace daño y poniendo lo que le hace bien. En fin. Eran de esas tardes inolvidables en las que uno se siente seguro porque la vida es segura y porque ningún peligro acecha y porque toda la vida es y será uno un niño. De todos modos aprendí a leer en el periódico La Prensa, “El periódico que dice lo que otros callan”. El abuelo tenía la costumbre de leer este periódico que le llegaba cada lunes. Un ejemplar del domingo que duraba toda la semana y que leía de pe-a-pa. Y que me leía en voz alta, yo sentado junto a él debajo del mismo enorme laurel que reinaba en el patio de mi casa que si era particular. Que había guerra en no sé dónde, que el presidente tal –debió ser Adolfo López Mateos—andaba de viaje por tierras lejanísimas que están al otro lado del mundo, que el político tal había inaugurado una escuela que llevaba su nombre… y que en Quintana Roo encontraron a un mono araña. Y me enseñaba las letras. Y me decía que había que aprenderlas para que estudiara mucho y para que cuando fuera grande –tiempo distante—viviera ¿una vida mejor? Pero si yo ya era feliz ahí, en mi paraíso infantil. Pero bueno. Y así la vida de tan sencilla y en la que por nuestra parte –mis hermanos y yo—nos queríamos y nos queremos horrores, enormidades. Una vida de niño que no la cambio por nada porque es una vida que nunca se repite en los hechos, aunque viva en el recuerdo. Así que en el momento en el que comenzamos a preocuparnos

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por el futuro es cuando comenzamos a dejar atrás la niñez. Luego vinieron otras cosas, otras voces y otros ámbitos. Y luego me di cuenta de qué importancia tan grande tiene la infancia en la vida de uno que muchos le han dedicado sus mejores páginas en homenaje a eso que ya no se es, pero que se sigue siendo, a pesar de todo, y de la herrumbre y de los dolores y alegrías, todo sumado y multiplicado, como nos marcaba la maestra inolvidable: Rosita. De pronto al paso del tiempo me encuentro con que un niño recuerda su vida a partir de un hecho insólito: el aroma del té y una magdalena remojada en él. Ese aroma trajo una de las más hermosas obras literarias hechas por alguien, por Marcel Proust que se dio a la tarea de ir En busca del tiempo perdido”. ¿Y qué tal El Principito de Saint Exupéry? “Los niños han de tener mucha tolerancia con los adultos”, dice ahí. Y Platero y yo en el que Juan Ramón Jiménez nos lleva de la mano a su propia infancia “Tú, si te mueres antes que yo, no irás, Platero mío, en el carrillo del pregonero, a la marisma inmensa, ni al barranco del camino de los montes, como los otros pobres burros, como los caballos y los perros que no tienen quien los quiera”. Y qué tal los Cuentos de Grimm, o los relatos maravillosos que de tanto son infantiles pero luego ciertos. Y más, Corazón, diario de un niño fue por mucho tiempo lectura obligada para los niños de la era pre-tableta, o bien nuestro muy nacional picaresco Periquillo Sarniento José Joaquín Fernández de Lizardi, que desde 1816 nos acompaña en sus travesuras o ese niño con cara insospechada como es Otras voces, otros ámbitos”de Truman Capote o el Johnny y la boda de Carson McCullers o Carlitos en Las Batallas en el desierto de nuestro gran José Emilio Pacheco: “Por alto esté el cielo en el mundo, por hondo que sea el mar profundo…” Tantas y tantas obras más que refieren la niñez y la inocencia del escritor. La herrumbre se nos va adhiriendo pero es sólo una máscara que cubre a ese niño que – dice el lugar común- siempre hemos sido y seguiremos siendo porque, a pesar de todo, nuestra infancia nos acompaña por todos lados siempre. Se abre paso en nuestros gestos, en nuestros caprichos, en nuestras ganas de comer esto o aquello, en nuestras preguntas ingenuas, en nuestra carcajada estruendosa y sin miedo, en nuestras travesuras de hoy, en el caminar a brincos, en el gusto por los dulces de entonces, en las comidas de familia que comienzan con “¿Te acuerdas de cuando…?” Hoy ya no están los niños de entonces. Hay otros niños asimismo alegres y llenos de mundo. Cordiales. Los mismos que un día, dentro de algún tiempo que dura lo que el chasquido de un beso, se acordarán de estos años en los que su vida era esta y ninguna otra. De otro modo, lo mismo. Mientras, mi infancia aun recorre las calles oaxaqueñas de mi infancia. Ahí está el del pantalón arremangado, descalzo, sin camisa, y corriendo, gritando, saltando, subiendo y bajando de los árboles y, deteniéndose un poco para mirarme a lo lejos y decirme que todavía me está esperando. ¡Feliz Día del Niño! jhsantiago@prodigy.net.mx


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