MES DE MARZO 2013 VALOR: PAZ Más vale una comida en paz que dos entre peleas. Cualquier situación se disfruta mucho mas si los participantes Actividad inicial ¿Has anhelado vivir en un mundo libre de agresión y violencia? Eso fue lo que quiso lograr el misterioso personaje de nuestro cuento.
EL ÁRBOL DE LA PAZ En las llanuras donde habitaban los pieles rojas había cinco diferentes grupos enfrentados siempre entre sí en un ciclo de odio que los iba destruyendo. Por aquellos días apareció en la aldea un misterioso niño de origen desconocido, en una diminuta cuna de piel curtida. El pueblo lo adoptó y sus habitantes descubrieron que se trataba de un chico bondadoso e inteligente. El bebé creció hasta convertirse en un joven con gran poder de convencimiento. Se separó del pueblo y durante varias semanas se dedicó a hacer una canoa de piedra para ir a la zona de conflictos y devolver la paz a las naciones indígenas. Muchas personas se juntaron para despedirlo. A medio camino se detuvo en la choza de una anciana que se oponía a la guerra, que ofrecía alimentos y un lugar de descanso a los heridos. Él le prometió que si conquistaba la GRAN PAZ ella sería la jefa del pueblo unido. El joven continuó su viaje y visitó a todos los grupos. Logró reunir a cincuenta guerreros. No fue fácil convencer a los jefes de todas las tribus, pero aprendieron a cantar una canción mágica que ablandaba los corazones más duros. Cuando el joven consiguió pacificar a las naciones vio que aún contaban con armas y pensó en darles un símbolo para que recordaran su promesa de no enfrentarse nunca más. Miró el horizonte y descubrió un árbol imponente. Tenía cinco ramas que él consideró un símbolo de los pueblos. Les dijo que, como recordatorio, el árbol siempre estaría verde y frondoso, sin importar la época: la Gran Paz sería permanente. Él y sus amigos desarraigaron el árbol de su lugar. En la cavidad depositaron las armas y luego lo volvieron a plantar. Del árbol brotaron las raíces de la paz, que se extendieron en las cuatro direcciones: norte, sur, este, y oeste. El misterioso joven les dijo: “En el futuro nuestras naciones serán siempre una sola con un solo cuerpo, una sola alma, un solo corazón; nadie podrá destruirlas”. Tras pronunciar estas palabras desapareció y nunca más se supo de él. -Adaptación de una leyenda estadounidense. REFLEXIONA + ¿Cuál pudo ser el origen de este misterioso guerrero? + ¿Cómo te imaginas sus palabras dirigidas para conquistar la paz? + ¿Por qué se le unieron los antiguos guerreros? ACTIVIDAD PROPUESTA Piensa en alguien con quien no tengas buena relación y busca la forma de mejorarla.
Lo que aprendí La paz garantiza el mejor desarrollo de las personas y las comunidades.
FRASES SOBRE LA PAZ Consérvate primero tú mismo en paz y luego podrás llevar la paz a los otros. Thomas de Kempis Cuando el poder del amor sea más grande que el amor al poder, el mundo conocerá la paz. Jimi Hendrix De la paz del corazón brotan, espontáneamente, pequeñas y alegrías, felicidades inesperadas. Hermano Roger, Carta de Rusia, 1989 El corazón en paz ve una fiesta en todas las aldeas. Proverbio hindú El desarrollo es un nuevo nombre de la paz. Paulo VI El mantenimiento de la paz comienza con la autosatisfacción de cada individuo. Dalai Lama El Niño del pesebre es la señal de paz y liberación para quien sufre a causa de la guerra, la opresión, la pobreza o el pecado. SS. Juan Pablo II El amor será fermento de paz, cuando la gente sienta las necesidades de los demás como propias y comparta con ellos lo que posee, empezando por los valores del espíritu. SS. Juan Pablo II El respeto al derecho ajeno es la paz. Benito Juárez En las cumbres se halla la paz. Johann Wolfgang von Goethe El primero de los bienes, después de la salud, es la paz interior. François de La Rochefoucauld, Duque de Rochefoucauld Escucha, ve y calla si quieres vivir en paz. Lucio Anneo Séneca Estar en paz consigo mismo es el medio más seguro de comenzar a estarlo con los demás. Fray Luís de León
Hay algo tan necesario como el pan de cada día y es la paz de cada día, la paz sin la cual el pan es amargo. Amado Nervo Hombre de gran paz, hombre de mucha vida. Baltasar Gracián ¡La paz consiste, en gran parte, en el hecho de desearla con toda el alma. Erasmo de Rótterdam La paz comienza con una sonrisa. Madre Teresa de Calcuta La paz constituye un bien tal, que no cabe desear oro más preciado ni poseer otro más útil. San Agustín de Hipona La paz en el mundo finalmente dependerá de nuestra capacidad para la amistad y de la voluntad para usarla. Berta Conde La paz exige cuatro condiciones esenciales: Verdad, justicia, amor y libertad. Su Santidad Juan Pablo II La paz hace riqueza; la riqueza, soberbia; la soberbia trae la guerra; la guerra la miseria; la miseria, la humildad; y la humildad hace de nuevo la paz. Geller von Keysersberg La paz no es la ausencia de conflicto, sino la presencia de alternativas creativas que nos ayuden a solucionar el conflicto. Dorothy Thompson Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes. Isaac Newton Mientras no haya una distribución equitativa de la riqueza, no habrá paz. Elena Ochoa Nada que no seas tú mismo puede darte paz. Ralph Waldo Emerson No hay caminos para la paz; la paz es el camino. Mohandas Karamchand Gandhi No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón. SS. Juan Pablo II
O caminamos todos juntos hacia la paz o nunca la encontraremos. Benjamin Franklin Que tu pensamiento no rebase el tiempo presente; he aquí el secreto de la paz. Omar Khayyam Sea rey o aldeano, quien encuentra la paz en su hogar es, de todos los hombres, el más feliz. Johann Wolfang von Goethe Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada nos servirá buscarla fuera. François de La Rochefoucauld, Duque de Rochefoucauld Si no tenemos paz en la mente, la comodidad exterior no hará más por nosotros que una zapatilla de oro en un pie con gota. John Bunyan Si quieres que reine la paz en el mundo debes tener paz en tu hogar; y para que la paz reine en tu hogar, debes primero vivirla en tu corazón. Proverbio Chino Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor. Antoine de Saint Exupery Se siembra la paz desde la niñez, programando en el corazón las opciones que aseguran el respeto, la comprensión, la solidaridad, la justicia, la fraternidad, el perdón. J. Dagorne Solamente puedes tener paz si tú la proporcionas. Marie Von Ebner-Eschenbach Todos ansiamos la paz, pero no todos coincidimos en la manera de alcanzarla. Alicia Beatriz Angélica Araujo Todos los días podemos tener la paz de Dios si dejamos de agitarnos por lo que podría ser, o lo que pudo haber sido, y nos concentramos en lo que es. Jean-Pierre de Caussade Una onza de paz vale más que una libra de victoria. San Roberto Belarmino
Cuento
Las flechas del guerrero De todos los guerreros al servicio del malvado Morlán, Jero era el más fiero, y el más cruel. Sus ojos descubrían hasta los enemigos más cautos, y su arco y sus flechas se encargaban de ejecutarlos. Cierto día, saqueando un gran palacio, el guerrero encontró unas flechas rápidas y brillantes que habían pertenecido a la princesa del lugar, y no dudó en guardarlas para alguna ocasión especial. En cuanto aquellas flechas se unieron al resto de armas de Jero, y conocieron su terrible crueldad, protestaron y se lamentaron amargamente. Ellas, acostumbradas a los juegos de la princesa, no estaban dispuestas a matar a nadie. ¡No hay nada que hacer! - dijeron las demás flechas -. Os tocará asesinar a algún pobre viajero, herir de muerte a un caballo o cualquier otra cosa, pero ni soñéis con volver a vuestra antigua vida...Algo se nos ocurrirá- respondieron las recién llegadas. Pero el arquero jamás se separaba de su arco y sus flechas, y éstas pudieron conocer de cerca la terrorífica vida de Jero. Tanto viajaron a su lado, que descubrieron la tristeza y la desgana en los ojos del guerrero, hasta comprender que aquel despiadado luchador jamás había visto otra cosa. Pasado el tiempo, el arquero recibió la misión de acabar con la hija del rey, y Jero pensó que aquella ocasión bien merecía gastar una de sus flechas. Se preparó como siempre: oculto entre las matas, sus ojos fijos en la víctima, el arco tenso, la flecha a punto, esperar el momento justo y … ¡soltar! Pero la flecha no atravesó el corazón de la bella joven. En su lugar, hizo un extraño, lento y majestuoso vuelo, y fue a clavarse junto a unos lirios de increíble belleza. Jero, extrañado, se acercó y recogió la atontada flecha. Pero al hacerlo, no pudo dejar de ver la delicadísima y bella flor, y sintió que nunca antes había visto nada tan hermoso... Unos minutos después, volvía a mirar a su víctima, a cargar una nueva flecha y a tensar el arco. Pero nuevamente erró el tiro, y tras otro extraño vuelo, la flecha brillante fue a parar a un árbol, justo en un punto desde el que Jero pudo escuchar los más frescos y alegres cantos de un grupo de pajarillos... Y así, una tras otra, las brillantes flechas fallaron sus tiros para ir mostrando al guerrero los pequeños detalles que llenan de belleza el mundo. Flecha a flecha, sus ojos y su mente de cazador se fueron transformando, hasta que la última flecha fue a parar a sólo unos metros de distancia de la joven, desde donde Jero pudo observar su belleza, la misma que él mismo estaba a punto de destruir. Entonces el guerrero despertó de su pesadilla de muerte y destrucción, deseoso de cambiarla por un sueño de belleza y armonía. Y después de acabar con las maldades de Morlán, abandonó para siempre su vida de asesino y dedicó todo su esfuerzo a proteger la vida y todo cuanto merece la pena. Sólo conservó el arco y sus flechas brillantes, las que siempre sabían mostrarle el mejor lugar al que dirigir la vista. Autor. Pedro Pablo Sacristán
Cuento Eduardo y el dragón Eduardo era el caballero más joven del reino. Aún era un niño, pero era tan valiente e inteligente, que sin haber llegado a luchar con ninguno, había derrotado a todos sus enemigos. Un día, mientras caminaba por las montañas, encontró una pequeña cueva, y al adentrarse en ella descubrió que era gigantesca, y que en su interior había un impresionante castillo, tan grande, que pensó que la montaña era de mentira, y sólo se trataba de un escondite para el castillo. Al acercarse, Eduardo oyó algunas voces. Sin dudarlo, saltó los muros del castillo y se acercó al lugar del que procedían las voces. -¿hay alguien ahí?- preguntó. - ¡Socorro! ¡Ayúdanos! -respondieron desde dentro-llevamos años encerrados aquí sirviendo al dragón del castillo. ¿Dragón?, pensó Eduardo, justo antes de que una enorme llamarada estuviera a punto de quemarle vivo. Entonces, Eduardo dio media vuelta muy tranquilamente, y dirigiéndose al terrible dragón que tenía enfrente, dijo: - Está bien, dragón. Te perdono por lo que acabas de hacer. Seguro que no sabías que era yo El dragón se quedó muy sorprendido con aquellas palabras. No esperaba que nadie se le opusiera, y menos con tanto descaro. - ¡Prepárate para luchar, enano!, ¡me da igual quien seas! -- rugió el dragón. - Espera un momento. Está claro que no sabes quién soy yo. ¡Soy el guardián de la Gran Espada de Cristal!.-siguió Eduardo, que antes de luchar era capaz de inventar cualquier cosa- Ya sabes que esta espada ha acabado con decenas de ogros y dragones, y que si la desenvaino volará directamente a tu cuello para darte muerte. Al dragón no le sonaba tal espada, pero se asustó. No le gustaba nada aquello de que le pudieran cortar el cuello. Eduardo siguió hablando. - De todos modos, quiero darte una oportunidad de luchar contra mí. Viajaremos al otro lado del mundo. Allí hay una montaña nevada, y sobre su cima, una gran torre. En lo alto de la torre, hay una jaula de oro donde un mago hizo esta espada, y allí la espada pierde todo su poder. Estaré allí, pero sólo esperaré durante 5 días. Y al decir eso, Eduardo levantó una nube de polvo y desapareció. El dragón pensó que había hecho magia, pero sólo se había escondido entre unos matorrales. Y el dragón, deseando luchar con aquel temible caballero, salió volando rápidamente hacia el otro lado del mundo, en un viaje que duraba más de un mes.
Cuando estuvo seguro de que el dragón estaba lejos, Eduardo salió de su escondite, entró al castillo y liberó a todos los allí encerrados. Algunos llevaban desaparecidos muchísimos años, y al regresar todos celebraron el gran ingenio de Eduardo. ¿Y el dragón? ¿Pues os podéis creer que en el otro lado del mundo era verdad que había una montaña nevada, con una gran torre en la cima, y en lo alto una jaula de oro? Pues sí, y el dragón se metió en la jaula y no pudo salir, y allí sigue, esperando que alguien ingenioso vaya a rescatarle...
Autor. Pedro Pablo Sacristán