libro TALLER FLOTANTE

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Expedici贸n Islas Victoria abril 2012

Edici贸n Soledad Ferrer铆a 1


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INTRODUCCIÓN pág. 5 Presentación pág. 5 El territorio pág. 6-7 Las voluntades del viaje pág. 8 EXPEDICIÓN pág. 11 Expedicionarios pág. 12 Talleres y actividades pág. 13, 15, 19, 20, 24

PRODUCCIONES AD HOC

REFLEXIONES Y CONCLUSIONES pág.

Crónica periodística por Claudio V. González pág. 16, 26, 48

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El viaje como generador de conocimiento pág. 32 Observación y abordaje pág. 33 Mosaico de elementos canónicos del paisaje pág. 41, 42, 43, 44, 45 La emoción de la Isla pág. 57 BIBLIOGRAFÍA pág. 58 CRÉDITOS pág. 60 Grupo de trabajo pág. 60 Agradecimientos pág. 61

Registros plásticos por Delfina Estrada pág. 4, 28, 31, 55 Mapas pág. 6-7, 11, 24 Registros plásticos por Ignacio Marcó pág. 14, 35, 41, 59

Somos Río por Diana Campos pág. 18 Mi Isla por Guarú del Río pág. 20 Memorias de una taller flotante por Mariana Emeri pág. 37 Gráfico de referencias cardinales y solares para Victoria pág. 44-45 Exploraciones durante el Taller Flotante por Juan Baima pág. 46-47 Los cielos de la isla por Alejandro Gangui pág. 60-61 Red de Islas de Investigación pág. 62-63

Dibujo tinta (sector) Delfina Estrada

Página anterior Foto Sebastián Ingrassia 4


INTRODUCCIÓN

PRESENTACIÓN

Este trabajo es producto de la experiencia realizada con el proyecto TALLER FLOTANTE – Expedición Islas Victoria en abril de 2012. La propuesta fue reflexionar sobre el territorio ISLAS (no como porción de tierra, sino esfera de acción), a partir de una convocatoria de expedicionarios provienientes de distintas profesiones, artes y oficios, y superar la visión y registros disciplinares del lugar, extendiendo la forma de mirar y de comprender, fomentando la producción y el contacto entre los participantes y entre ellos y los habitantes del lugar. El TALLER FLOTANTE pretende contribuir a recuperar la conciencia que se tiene de este territorio, como parte del río Paraná, como espesor o como dimensión más espesa de éste. 5


mapa SF 6


EL TERRITORIO Se trata de 376.000 ha. pertenecientes a la eco – región Delta Superior e Islas del Paraná, que son parte del ejido de la ciudad de Victoria, Entre Ríos. Si bien la expedición del TALLER FLOTANTE no abarcó la totalidad de la superficie, se plantea como objeto de estudio el territorio comprendido entre la Ruta Provincial (de Entre Ríos) Nº11 hacia el noreste, ríos Paraná Pavón y Gualeguay en el sur, Ruta Nacional Nº 9 en el sudoeste y Arroyos Careaga y Paranacito hacia el noroeste.

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Las voluntades del viaje - Fomentar la adquisición de nuevos saberes por medio del trabajo interdisciplinario. - Sentar las bases de un Observatorio de Isla, por medio de una “estación isla” (flotante, móvil) que a su vez forme parte de una red de estaciones de producción y monitoreo en el delta. Ésta fomentará y observará el curso de situaciones culturales, ambientales, de usos y prácticas productivas. A su vez podrá fomentar la puesta en marcha de proyectos y programas paralelos, trabajando en sintonía con instituciones y organizaciones ligadas a la zona. - Fomentar un espacio participativo para el isleño (en lo cultural, productivo, comercial, etc.). - Promover el respeto y preservación del medioambiente y de la identidad particular de la eco-región islas, dando a conocer sus riquezas y potenciales. - Encontrar elementos referenciales, reales y míticos (agua, puente, isla, barranca, albardón, ranchada, pueblo, ciudad, etc) que luego se repiten como canónicos del paisaje en cuestión. - Encontrar desde el agua, en el agua, aquellos registros irreales donde confluyan y crucen: paisaje y música y biología, astrología, pintura y literatura y cine e imagen, ingeniería civil, ranchada, pueblo, ciudad, etc. - Celebrar los espacios y lugares colectivamente a través de performances. - Dar a conocer la identidad y cultura isleña. - Registrar y difundir la experiencia. 8


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Foto Sebastiรกn Ingrassia


Foto Alejandro Gangui

del territorio

10 Foto Sebastiรกn Ingrassia


mapa sin escala SF

EXPEDICIÓN

Durante los días 28, 29, 30 de abril y 1º de mayo de 2012 se llevó a cabo la expedición. La salida se realizó desde el Puerto de Victoria hacia el Arroyo Barrancoso y el enlace vial como primer destino. Por las malas condiciones climáticas, este tramo se realizó por tierra en lugar de la ruta fluvial. Desde allí se trasladó hacia Costa Alta (Rosario) donde se cruzó en lancha hasta Los Benitos, lugar de campamento base. 11


EXPEDICIONARIOS

Claudio González escritor, periodista Ignacio Marcó arquitecto Maximiliano Leo kayakista de exploración Javier Ferrería diseñador gráfico, barrilete Sebastián Ingrassia cámaras Programa

Héctor González guía de aves Daniel García Helder escritor Eduardo Spiaggi UNR Taller Ecologista Alejandro Gangui UBA astrofísico Mariana Mina comerciante en isla Carlos Navarro Puerto y Fiscalización Muni-

Cecilia Molina cámaras Programa Identi-

cipalidad de Victoria Martín Cudin Puerto y Fiscalización Munici-

cósmico Identidad Entrerriana dad Entrerriana

Carlos Flores ceramista Diana Campos artista plástica Gustavo Andino Puerto y Fiscalización Municipalidad de Victoria

Delfina Estrada artista plástica Eduardo Apolinaire UNLP arqueólogo Juan Baima UNR arquitecto Soledad Ferrería arquitecta, dirección y

edición del TALLER FLOTANTE

Foto Sebastián Ingrassia

Mariana Emeri lic. en Turismo UADER

palidad de Victoria

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TALLERES Y ACTIVIDADES

La forma de trabajo fue tanto con la presentación de talleres a cargo de los expedicionarios, como de trabajos individuales programados y espontáneos. La temática que se abordó fue siempre la ISLA como territorio sobre el que reflexionar, sobre la construcción de este paisaje y la búsqueda de nuevas percepciones. Cabe destacar que temas como la apropiación del territorio a través de la producción y el cuidado del recurso natural atravesaron toda la experiencia.

Los talleres y actividades fueron: - Apropiación y ocupaciones en isla – grupo completo - Kayakismo de exploración – Maximiliano Leo - Cultura Chaná, arqueología y cerámica– Carlos Flores y Eduardo Apolinaire - Turismo, preconceptos y reconceptos – Mariana Emery - Avistaje de aves – Héctor Sánchez - Ocupaciones territoriales, producción y manejo – Eduardo Spiaggi, Gustavo Andino y Carlos Navarro - Visita a Escuela Nº26 L.N.Allem – Javier Hereñú - Visita al Museo de la Isla Charigüé – trabajos de la FAPyD UNR - Intervención artística Somos Río – Diana Campos y varios - Paisajes de cielo – Alejandro Gangui - El ritual de la cerámica – Carlos Flores - Registros individuales y grupales varios (dibujos, pintura, escritos) 13


Ignacio Marc贸

Escenas

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Fotos Sebastián Ingrassia

El ritual de la cerámica – Carlos Flores

Cultura Chaná, arqueología y cerámica – Carlos Flores y Eduardo Apolinaire 15


Crónica periodística - Carlos V. González

Las huellas de los isleros prehispánicos Uno de los encuentros que generó mayor interés en el Taller Flotante de Islas que se llevó a cabo del 28 de abril al 1 de mayo en el islote Los Benitos, sin dudas fue la charla sobre cultura aborigen que centra-

Fotos Claudio González

lizaron el arqueólogo platense Eduardo Apolinaire y el ceramista victoriense Carlos Flores.

A diferencia de otros grupos aborígenes, es muy poco lo que se ha podido precisar de la cultura Chaná, al punto que hasta poco más de una década atrás se consideraba que su idioma estaba totalmente perdido, hasta que apareció Blas Jaime, quien en su última visita a tierras victorienses arribó invitado por Flores, permitió recuperar algunos fragmentos, no sólo de carácter lingüístico, sino también mítico, ya que lo que Jaime recuerda, casi hasta mágicamente en la medida en que lo hizo en una lengua que no habló ni escuchó desde su infancia, son justamente algunas historias de ese carácter. Las campanas Pero lo que identificó a la cultura chaná antes de la aparición de Jaime fueron unas singulares piezas de cerámica que con forma de campana coronada por una cabeza “zoomorfa” según se explica más genéricamente, “de loro” en inmensa mayoría de los casos, algunas de las cuales pueden verse en Victoria en el museo Anadón, y anteriormente en el hoy cerrado museo de municipal de Arqueología y Paleontología. Pero también es cierto que hay varias colecciones particulares, donde posiblemente estén la mayor parte de las piezas mejor conservadas. En la charla, desarrollada al calor del fuego, como muy probablemente los mismos chaná hicieran siglos atrás, Apolinaire explicó que el estudio que viene desarrollando un grupo de arqueólogos provenientes de La Plata en su mayoría, logró mapear más de 60 sitios de interés arqueológico en las islas, cerritos en los que se encuentran restos cerámicos y óseos (humanos), pero también una cantidad de elementos que permiten ir descubriendo algunas cuestiones -mínimas casi siempre- sobre la vida de los primigenios habitantes de las islas. Así, por ejemplo, se pudieron determinar algunas cuestiones interesantes, como que los restos más recientes de esta datan de unos 500 años, mientras que en los estratos más antiguos se pueden establecer hallazgos que cuenta con cerca de un milenio de antigüedad. Los cerritos Otra cosa interesante es que los cerritos están formados por “capas” que fueron elevando el terreno, en muchos casos con tierra proveniente de los alrededores (los cerritos tienen un “diámetro” de algunas decenas de metros, aunque se trata de medidas muy variables), pero también 16


en muchos casos provenientes de otros lugares comparativamente lejanos. Se trata, en general, de albardones que fueron elevados por la propia acción humana. Tanto Flores como Apolinaire coincidieron en explicar que en muchos casos la arcilla con la que la que confeccionaban su alfarería no siempre correspondía con la tierra que se encontraba en el cerrito en el que fueron hallados, lo que abre una larga serie de hipótesis, pero que no es lo único que se halló en los cerritos cuyo origen es difícil de explicar, ya que algunos restos humanos fueron encontrados con ajuares que incluían piezas de cobre, un mineral que en nuestra región es casi imposible de hallar (se encuentra en hebras en la roca basáltica), y que se corresponde con el tipo de material que hay en las sierras, lo que indica una relación entre los chaná y otros grupos amerindios que habitaban a largos centenares de kilómetros de Victoria. ¿Comercio? ¿Dotes? ¿Ajuares? ¿Botines de saqueos? Es imposible precisar el origen de estas piezas, pero junto con hallazgos similares en otras culturas indican que los distintos grupos amerindios no eran culturas aisladas e interactuaban entre sí. Las relaciones Otro de los hallazgos interesantes radica en una larga serie de herramientas de piedra, principalmente puntas de flecha y algunos morteros, de un tipo de piedra que tampoco se encuentra en la región, sino que se corresponde nuevamente con las sierras, tanto de lo que hoy es Córdoba como del plato bonaerense. El caso de los morteros es interesante, ya que sugiere distintos usos, tanto para el consumo de granos como para la elaboración de pigmentos, algo que aún no se precisó. En materia de cerámicas, Flores llevó para mostrar a los expedicionarios algunas piezas, entre las que se cuenta una campana y una cuchara, así como una tercera pieza cerámica elaborada por él mismo con técnicas que se corresponden con las que pudieron haber tenido los chaná, y en la que no se aprecia una diferencia material con las halladas en los cerritos. Sin dudas las sucesivas inundaciones han ido mellando los espacios en los que se encontraban restos de la cultura chaná, lo mismo que la presencia de ganado, que ante la creciente busca los espacios altos para pastar, pisoteando buena parte de esos restos. Finalmente, en cuanto a las colecciones privadas, Apolinaire resaltó que si bien cuentan con piezas de gran interés, lamentablemente las retiraron del lugar donde fueron halladas, ya que mucha información se obtiene no tanto de la pieza, como del contexto en que se la encuentra, junto a qué otros objetos está, a qué profundidad, etc. Guanacos Una de las curiosidades que recordó Apolinaire en la conversación fue que los primeros españoles que recorrieron la región describieron la presencia de guanacos en las islas, algo que hoy nos parece sumamente extraño, pero que da una idea de cómo cambió el hábitat isleño. ¿Estaban domesticados? ¿Eran cazados por los chanás? Corolario Sin dudas hay mucho más para decir sobre este tema, pero se trata apenas de un primer acercamiento a uno de los tantos misterios de las islas victorienses.

(Nde la E) La presente nota es parte de la serie de cinco publicadas por el autor en los diarios “La Mañana” y “La Semana en UNO”, de las cuales publicamos tres aquí. 17


Diana Campos

SOMOS RÍO

Soy de la orilla brava del agua turbia y la correntada Jorge Fandermole

Concepto Idea La imagen resultante que surge a partir del primer encuentro que tuve con algunos de los expedicionarios del Proyecto Taller Flotante, fue la representación de comulgar diversas vivencias, pensamientos, conocimientos, miradas del mundo; durante 5 días bajo un mismo terreno: El Río y por ende su tierra. Desde lo humano intentaremos unir nuestra diversidad como sabiamente lo hace la naturaleza con sus recursos; todos estaremos en función del tránsito sobre el Río y su Tierra, para que por la sumatoria de cada uno, desde su lenguaje, nos hagamos solo uno. Cada expedicionario será un río, afluentes al común en el cual desembocaremos. Acción Desde la idea de lo particular a lo común, de “lo único, propio, diferente” al “todos en uno”, la propuesta quedará establecida a partir de que en cada uno de los lugares que expedicionaremos, se generará un hecho plástico que deje trazada la relación Ríos – Río, expresándose desde la mezcla de arcilla, varas, enredaderas, camalotes, etc. Búsquedas Personales El presente Proyecto propone que desde diversos materiales propios del terreno natural isleño, se confunda lo ya iniciado en obras y/o experiencias realizadas en intervenciones en ambientes naturales. La propuesta de “Somos Río” se gesta a partir de la experiencia que se sumará a la intervención de espacios naturales, la de expedicionar. El objetivo es amalgamar el particular modo constructivo de lo realizado con materiales naturales, sumándole el instante vivido del estar en “viaje”, recorriendo, sintiendo, apropiando, lo cual, seguramente abrirá una nuevo modo constructor de obra, que quedará en el espacio natural hasta que la naturaleza lo considere, y el producto de la experiencia se llevará a la obra personal del taller para que la tome en mí, la artista. Recursos Materiales naturales de la Isla, arcilla, camalotes ramas, varas, enredaderas, río.

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Foto Sebastián Ingrassia y Diana Campos Foto Sebastián Ingrassia

Somos Río - Diana Campos

Salidas visitas vecinos

Escuela N°26 “Leandro N. Allem” Centro Cultural de la Isla Charigüé Joaquín Cirilo Orellano (Taco) 19


Foto Sebastián Ingrassia

Kayakismo de exploración - Maxi (Guarú del Río)

Guarú del Río

Mi Isla Cuando llegó el correo electrónico con la invitación para participar en el Taller Flotante no fue menor la sorpresa. Soledad me había elegido para participar de las actividades que se desarrollarían en la isla durante 4 jornadas a fines de abril, y nos alentó a pensar cuál era nuestra isla… la isla de cada uno… Mi isla: mil veces escribí sobre ella pero nunca me puse a pensar cuál era, y ahora debería ser contada en el marco de un taller multidisciplinario inspirado en la maravillosa expedición Paraná Ra’angá que uniera en barco las ciudades de Buenos Aires con Asunción. Cómo quise ser parte de esa expedición… cómo soñé siempre con ser parte de algo importante… Sueño con poder contar en mi vejez que esta maravilla natural gigantesca a la que llamamos «la isla» fue posible de defender porque dimos batalla, porque dimos hasta lo que no teníamos. Y ahora era convocado a un encuentro importante para torcer un rumbo que lamentablemente empieza a golpear la salud de nuestros humedales. 20


Mi historia con el río empieza en el momento en que abrí los ojos a la vida. Mi madre dice que siempre, desde bebé, supe nadar y adoraba el agua… el agua antes que los juguetes, antes que la teta… 1985. Tenía apenas 6 años y un profesor de la colonia de vacaciones corría hacia la pileta dando el grito de alerta porque uno de los pequeños estaba en la «parte honda». Yo nadaba en paz. Ah… el agua. Él saltaba al rescate… yo nadaba feliz. Nadaba feliz en la Florida, en los arroyos serranos, en la pelopincho. Nací adorando el agua. Ocho años después del episodio que casi deja sin empleo al profesor de la colonia mi padre decide comprar un kayak doble. 1993. Recuerdo estar en una laguna de agua transparente, un día sin viento, un atardecer del verano. —El día que traiga a una chica y vea esto —pensé— va a querer ser mi novia toda la vida… Campamentos, remadas, registros de flora y fauna, conocer a los isleños para saber cómo se vive sin luz eléctrica, sin televisión y con el alma llena de sueños, aprender el mágico arte que encierra el chamamé, conocer a los viejos navegantes. Ahora me toca vivir la vida desde adentro de la isla… de mi isla. 2001. Ahorramos entre 30 y 60 pesos cada kayakista. Compramos arroz, fideos y galletas en abundancia y la isla se cerró sobre nosotros. Anduvimos dos semanas de errabundos y kayakistas: Goboto, Diamante, la 500, los arenales de la Isla de los Pájaros, el río de los Reyes, el islote del Ternero: por Dios, qué paraíso en vida. Pero coincidió que entonces cayó la convertibilidad, que aumentaron los precios de los commodities, que el sábalo se empezó a buscar en países lejanos, que se festejó la expansión de la hidrovía hasta el corazón del destruido Mato Grosso y que se inauguró la ruta que une Victoria con Rosario. La isla: ese paraíso que había descubierto en vida, iba a cambiar para siempre. Los tejidos cuelan y cuelan sin detenerse siquiera en las vedas. La draga no se frena en su misión de profundizar el río. La soja copó los campos desplazando a las vacas y el ganado ganó la isla. El gran terraplén que partió en dos al Alto Delta ayudó a mover la hacienda y las máquinas retroexcavadoras. Resultados a la vista: se van los peces, la gente pierde sus casas y negocios en las barrancas que se desmoronan para dar lugar a la poderosa hidrovía, los pastizales arden y con el humo hay niños hospitalizados y personas muertas en accidentes de tránsito. ¿Qué le pasa a mi isla? 300 mil hectáreas transformadas en ceniza. ¿Qué le están haciendo a mi isla? Las retroexcavadoras cierran pasos del frágil recurso ictícola y de los pescadores, y permiten que la dinámica de la isla se parezca a la de un campo pampeano. La isla, ese paraíso en vida, empieza a irse lentamente… empieza a parecerse al triste delta modificado bonaerense, empieza a dejar de ser el santuario de la vida, la vertiente que da peces… y mi isla se va acomodando, a fuerza de dragas y retroexcavadoras, en una pieza cómoda para el modelo productivo agroexportador: ese mismo modelo que desertifica el chaco seco, que se lleva la selva misionera, que necesita dinamitar parte del gran pantanal, que foresta con exóticas el pastizal mesopotámico, que se llevó el quebrachal, que fumiga animales, plantas y gente para eliminar malezas… ese mismo modelo agroexportador se anima a avanzar sobre la isla, sobre mi isla, y mi isla empieza a irse para siempre…

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No recuerdo cuándo fue que llegó el correo que me enviaba Soledad Ferrería. Creo que fue para el tiempo en que quisieron privatizar tierras fiscales de la isla para monocultivarlas con arroz forexport. Creo que fue por esa fecha porque le pregunté si estaba enterada de la noticia que decía que mi isla era improductiva. Soledad me convocaba al Taller Flotante, a pensar entre todos en la isla… en qué isla queríamos. Me invitaba a presentar el kayakismo como actividad sustentable. Uff… para eso tuve que molestar a mis amigos para que me prestaran sus kayaks: a Pablo, Javier, Santiago, Eleonora, Pepe, Omar, Ale, Pame, Roberto, Caro Estrellita… y a pensar mi isla, nuestra isla entre todos los expedicionarios de ese maravilloso Taller Flotante: Diana y Delfina las artistas, Nacho y Sole los valientes emprendedores, Claudio el comunicador de las cosas importantes, Javier el murguero de un barrilete cósmico, Sebastián y Cecilia que capturan el tiempo y lo embellecen, Carlos el que entierra sus manos en la Gran Madre, Mariana que cree en un turismo sin exotismo, Héctor que enseña de la vida y de las aves, Daniel y su sensible fragilidad, Eduardo el que lucha con fundamentos, Alejandro que adora el paisaje que está más arriba del horizonte y los árboles, Mariana la San Francisca de Asislas, Carlos, Martín y Gustavo que demuestran con hechos que David tenía más fuerza que Goliat, Eduardo el que lee lo que no está escrito y Juan el que actúa y manifiesta el espacio en la naturaleza. Así fue el equipo que el Taller Flotante sacó a la cancha ancha. Y con gran orgullo manifiesto que pude ser parte de él, y que también yo pude pensar y contar cómo era mi isla. Vale la pena repetir este taller, repensarlo, desplazarlo por la isla, hacerlo visitar distantes parajes de nuestro vasto delta… porque la isla es gigante y es nuestra… y aunque empieza a irse como santuario, como reservorio, como reserva de agua dulce… todavía está y todavía tiene una luz calentita y encendida en el fondo de su corazón de tierra y agua. Mi isla. Mi isla empieza cuando la urbe se ubica a mis espaldas. Así nomás ya entro en ella. Mi isla es un vuelo sobre el agua… lento, firme, a la paciente velocidad que da la sangre. Mi isla es ver pasar junto a mi nave cada sauce caído, es conocer el verde diferente de cada tapia, es perderme en un arroyo de mil recodos… Es trepar una barranca y buscar el olor a «ese» humo cuando se calienta una pava que es más negra que la noche misma. Mi isla es una madre de tierra que susurra verdades del monte cuando contemplo nubes o estrellas, echado sobre la verde piel del suelo. Mi isla es un sendero que se pierde en la galería selvática, que se entorpece de bejucos y zarzas y que se bifurca hacia la serpiente oscura que me ha traído, o hacia los espejos del cielo que aparecen detrás de un espeso pajonal. Mi isla es una casa verde… un trino que busco, un súbito borbollón… La forma más limpia de eso que, creo, es la libertad. Parafraseando una hermosa idea de la Guía de Aves de Yzurieta y Narosky: «Para que todos los arroyos te lleven a una hermosa laguna, y para que siempre haya un kayakista navegando en ellos.» 22


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Fotos Guarú del Río


Taller de avistaje de aves - Héctor González

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SF

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Especies observadas

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[sauzal] carpintero común carpintero real zorzal colorado pepitero gris montecita cabeza negra piojito común tacuarita azul cardenilla

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[laguna] chingolo garza blanca garza mora pico de plata pollona negra monjita gris carau

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[zanjón] hornero suirirí silbón piojito silbón venteveo pepitero gris carpintero real


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Fotos Guarú del Río incluidas en nota de CV. González


Crónica periodística - Carlos V. González

Mágicas, misteriosas y etéreas, las aves de las islas son un imán a los ojos

Fotos Guarú del Río

Si quisiéramos hacer un listado de cuántas y qué tipos de aves pueden verse en las islas, seguramente hasta el baquiano más conocedor del tema encontraría en cada revisión que le faltó incluir alguna especie. Una de las experiencias compartidas durante el Taller Flotante de Islas fue el avistamiento de pájaros.

Tal vez porque la ornitología, como muchas actividades recreativas, ha pasado de moda, tal vez porque la vida urbana nos obliga a mirar hacia el piso -una forma implícita de agachar la cabeza- hemos perdido cierta capacidad para dejarnos maravillar por el permanente espectáculo que brinda el cielo y la fauna que transita en él. Incluso esta falta de habitualidad ha hecho que en más de una oportunidad algún fotógrafo aficionado que tomó sin darse cuenta algún ave a lo lejos, mientras tenía el foco apuntado a un camión del Dakar en su paso por Victoria, hiciera circular la fotografía como la imagen de un Ovni, antes que lo que realmente fue: un carancho. En el taller, la excursión de avistaje de aves estuvo a cargo del especialista paceño Héctor González, quien dictó cátedra sobre la variedad y riqueza de la fauna aérea de la región. Más allá de que los safaris fotográficos requieren, en muchos casos, de maquinarias complejas, también es cierto que quienes gustan de caminatas que no necesariamente tengan la dificultad de un trekking, pueden encontrar en esta geografía un singular cruce de placeres, realizando una recorrida y dejándose sorprender por la colorida y extraordinaria diversidad de criaturas que surcan los cielos isleros. Claro está que no siempre se trata de un paso feliz y armónico. Basta ver cómo, por ejemplo, los teros atacan a los caranchos o a los aguiluchos cuando estos amanezan a sus crías, porque la naturaleza no sólo maravilla, sino también inspira, o debe inspirar, respeto. Las fotografías que ilustran esta nota son de Maxi Guarú del Río, otro de los talleristas, integrante del grupo El Paraná no se Toca, y “kayakista de exploración”, como se define. La mayor parte de estas fotografías no fueron tomadas en caminatas, sino en expediciones en kayaks, tal vez porque el río, los arroyos y los pájaros van de la mano, como hermanados en una identificación que el Uruguay adoptó, pero que le cabe también al Paraná. Si algo caracteriza a la la naturaleza, es su capacidad de mostrarnos que nunca la conoceremos del todo. 26

(Nde la E) La presente nota es parte de la serie de cinco publicadas por el autor en los diarios “La Mañana” y “La Semana en UNO”, de las cuales publicamos tres aquí.


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Foto Sebastiรกn Ingrassia

Foto Alejandro Gangui


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Foto Sebastián Ingrassia Páginas anteriores Dibujo tinta sobre papel Delfina Estrada Foto Guarú del Río Página siguiente Dibujo tinta sobre papel Delfina Estrada 30


REFLEXIONES Y CONCLUSIONES

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El viaje como generador de conocimiento

Fotos Sebastián Ingrassia

Éste fue un objetivo explícito del taller que se consolidó con la experiencia, reforzado por la condición de desembarcados en campamento del grupo y acompasado por las condiciones climático ambientales. El contacto directo con el agua y la tierra (barro), el estar allí, constituyó una herramienta de percepción: se mide tiempo y espacio con el cuerpo. Así, atravesaban nuestro cuerpo (cuerpo y alma) estímulos que repercutían, resonaban y reflejaban en cada expedicionario de distinta manera. A su vez, las distintas formas de movernos en el lugar (lancha, automóvil, tracción a sangre: kayak, pedestrismo, nado) produjo un nuevo ritmo. Graciela Silvestri planteaba para la expedición Paraná Ra Angá “No hallaríamos en nuestra travesía, seguramente, especies, topografías, estrellas o formas de vida que no hubieran sido ya prolijamente estudiadas, ordenadas e interpretadas. (…) Pero con los ojos bien abiertos, podríamos vivir y transmitir una experiencia que no nos era dada a nosotros – habitantes urbanos – en la vida cotidiana: la experiencia del viaje” (Prieto, Silvestri y Lo Bianco, 2011:31).

Medir tiempo y espacio con el cuerpo 32


Observación y abordaje,

percepciones del paisaje, recortes del territorio isla

Fotos SF, Mariana Mina y Mercedes Contreras

El estudio del territorio resulta complejo por su extensión y por sus diversas formas de abordaje, enfatizado este punto por su condición acuático – terrestre. El recorte que se hace del mismo es planteado desde distintos puntos desde donde se aborda el territorio: desde las colinas de la ciudad de Victoria, desde los cursos fluviales navegables, desde el enlace vial Rosario – Victoria y desde el interior de las islas. Consideramos que desde estos puntos de abordaje del territorio es donde se hace el recorte que implica el paisaje (como categoría estética) ISLAS. Producto de esto, algunas de estas imágenes están consolidadas como canónicas del paisaje en cuestión (las relacionadas a los cursos fluviales son las más) y otras aparecen como nuevos recortes, dados por cambios tecnológicos (desde y hacia los puentes) o a cambios urbano – paradigmáticos (como la relación de la ciudad de Victoria con las islas).

desde el interior de la isla

desde cursos navegables

desde el enlace vial

desde Victoria 33


Foto Sebastiรกn Ingrassia

Foto Sebastiรกn Ingrassia 34


Dibujo l谩piz sobre papel Ignacio Marc贸

Dibujo l谩piz sobre papel Ignacio Marc贸 35


Mariana Emeri

Memorias de un Taller Flotante Podría comenzar escribiendo este material que dí por título “Memorias de un Taller Flotante” de varias maneras a mi entender; de una manera formal, respetando la escritura académica con todo lo que conlleva la misma, es decir, la rigurosidad de la investigación y esa separación abismal que existe entre lo que se escribe y lo que se siente. Lo que comúnmente llamamos neutralidad valorativa, o bien, manteniendo cierta objetividad que exige tal estilo narrativo. Si bien, mi humilde formación académica me lleva por tales senderos críticos y el papel de investigador hace que mi mente me juegue una mala pasada, tratando de buscar en libros esas citas de reconocidos investigadores, para luego acomodarlas prudentemente al pie de página, de manera tal que se fundamente lo dicho a la luz de las palabras de los que saben. Sin embargo, mis dedos expresan otra realidad muy diferente, como queriendo tipear hondos sentimientos encontrados y que reclamaron su presencia en aquellos días grises en la Isla. No obstante y a pesar de mi resistencia emotiva, la razón quiere manifestarse e inmediatamente viene a mi memoria aquel anexo de Eduardo Holmberg, en el que hace mención a la “Formación del Paraná y sus Islas”, en su libro Viaje a Misiones (2012); una referencia muy acertada por cierto y que queda a disposición de todo lector que desee satisfacer su curiosidad científica. Se me ocurre también, realizar un informe técnico, ubicando geográficamente a las ciudades de Victoria y Rosario, y al islote Los Benitos. Indicarles en una hoja de ruta el recorrido llevado a cabo, colocando las referencias cartográficas pertinentes a modo de ilustrar el escrito. Así como, describir el sistema hídrico de la provincia de Entre Ríos, haciendo mención a su flora y fauna representativas, indicándoles con exactitud sus nombres científicos y como son nombradas en el lenguaje común. En fin, un informe técnico con la metodología correcta, muy propia de la disciplina y que exige toda investigación que dice ser científica. Pero las imágenes rememoradas y capturadas por el ojo sutil de la cámara, evocan otros pensamientos y modos de sentir, y nuevamente recuerdo al venerable Holmberg, pero ya no en el sentido científico, sino en el sentido que más me satisface leerlo. En ese mismo sentido, quiero invitarlos a recorrer un pasaje de su obra, que ilustran lo contemplado en aquel paisaje del litoral y que particularmente me conmueve al leerlo. Vengan lectores…, no sigamos adelante con el tedio de las argumentaciones, acompáñenme por un breve instante e internémonos en el devenir del río, sorprendámonos de su población flotante, quedémonos atónitos ante la simple caída mitológica de aquellos cien brazos que reclaman su imperio en la Isla, pero que la sabia naturaleza obrará en consecuencia y, aunque desesperadamente busquen asirse de alguna porción de tierra firme, finalizarán sus días besando tenuemente las pardas aguas del Paraná: “...Y ahora, Briareo fulminado, extiende los cien brazos de su esqueleto, que el agua pulverizará poco a poco sin remedio; pero aún conserva sus Claveles del aire frescos y muchas Orquídeas florecen en las ramas ya secas pero todavía fuertes para sostenerlas; y en su tronco, tendido y en parte denudado, descubre las no ya secretas galerías que el (escarabajo) cavó en él; y ahora, cubierto de insolentes Polígoneas y atrevidas Gramíneas; vestido con Helechos que antes sólo llegaban a su pie; lleno de (Hongos), 36


Foto Mariana Emeri

sucio con despojos de la última creciente o de (Tacos de reina) que en él descansan ahora; albergando Ranas y Sapos entre sus huecos; salpicado de telarañas de Teridios; pisado por el Mirasol, las Garzas blancas o los Biguás; manchado por depósitos inmundos, ahora, aquel opulento señor de la selva, que sólo acariciaban los vientos en su cumbre, ha inclinado su cabeza para escuchar el murmullo de la corriente por ella interrumpida, mientras llega el instante en que su tronco poderoso se oculte bajo las aguas y pueda, escollo temible, perforar el casco de las embarcaciones demasiado rápidas y endebles para resistir al choque de sus espolones. Nada impresiona tanto como el espectáculo en este trayecto. Árboles hermosos bajo cuya copa inmensa pasa zumbando el vapor se tienden de pronto sobre el agua cuando éste corroe el suelo donde arraigan. Ellos están ahí, reyes destronados, leones sin dientes; son los que más les temían los que ahora danzan sobre sus despojos. Y tan inservibles quedan que ni el hacha los troza para usos ulteriores. Los magnates deben contemplar este cuadro tantas veces repetido en los riachos de aquella región feraz. Nosotros, las gramíneas del camalote, los miramos con lástima pasar...”

El beso. Islote Los Benitos, Victoria. Entre Ríos

¿No se han dado cuenta aún? Hemos penetrado en territorio litoraleño, hemos ingresado al reinado del río, de su gente flotante y su naturaleza salvaje. Pero no hay nada que temer, oficiaré de guía y lentamente prometo llevarlos por senderos que no han recorrido todavía, sólo se nos presentan dos opciones: retroceder por el camino de la investigación o iniciarnos propedéuticamente en los misterios que atesora el Paraná. De ahora en más, de ustedes depende, yo por mi parte ya no puedo volver sobre mis pasos, el río se salió de su cauce natural y dejó grabada su huella en mí. Pero no quiero adelantarme, comencemos por donde se debe, el inicio. Recapitulando, desde los primeros encuentros del Taller Flotante, todo se me manifestaba como una contradicción; mi profesión y la de los expedicionarios convocados, ellos gente muy preparada que vive y palpa la realidad de la Isla muy de cerca y desde diferentes ámbitos. En contraste con mi realidad, una profesional en turismo ejerciendo una actividad reconocida como esencialmente económica, y de ciudad encima; con sus saberes académicos a cuestas y muy segura de ellos, pero eso sí, que de tanto en tanto solía salir a remar el majestuoso Paraná hasta la Isla Vacía, bajar por la deslumbrante selva en galería que se forma en un tramo del arroyo Las Con37


Fotos Mariana Emeri

chas, deambular frecuentemente por los antiguos senderos del islote Curupí y que supo llegar hasta al Colastiné. Hazaña de tal magnitud y tan significativa que contaba a los amigos muy apasionadamente en las últimas travesías. Además de haber pasado largas horas, bajo la sombra reparadora de los sauces llorones, escuchando los relatos inolvidables de aquellos pescadores del Paraná, el hondo lamento del acordeón de “El Montielero” y el trastero firme del memorable “Zurdo Martínez”.

Por supuesto, ante semejantes vivencias uno se siente preparado, seguro y se cree con el derecho propio de saber y entender de lo que se habla cuando se hace mención a la realidad de la Isla. ¡Craso error! Heme aquí con mis vivencias a flor de piel, mis conceptos académicos y la realidad verdadera de la Isla y su gente. Realidad que trasciende las fronteras de los departamentos y hasta de la provincia misma y, que en un sentido termina por hermanarnos en un mismo río. Continuando con las contradicciones, si bien en un inicio, me sentía saludable y muy segura de mis conocimientos, luego a medida que el tiempo transcurría y la fecha de la expedición se acercaba, me vi a mí misma totalmente desorientada y perdida en una maraña personal de más y más contradicciones. Al principio intuía que sólo se trataba del estado endeble de salud por el cual estaba atravesando, no obstante, poco a poco la seguridad de mis saberes y creencias me fueron abandonando, hasta quedar sólo una cáscara demasiado expuesta a las vivencias de la Isla, del río y de su gente. Absolutamente todo había cambiado en un escaso tiempo; la salud por la enfermedad, la ciudad por la Isla, los conceptos por la realidad, el cemento por el río y la soberbia por la sensibilidad. Me preguntaba una y otra vez, qué podría saber yo de la Isla, cuáles serían mis aportes a la problemática inherente del río y su gente flotante y, desde el ejercicio de una profesión, que no hace otra cosa más que transformar lo natural y cultural en comercial, en pos del progreso según se suele justificar. Recordando que no en vano y no hacía mucho tiempo, había criticado el accionar de la actividad turística en el noroeste argentino, en un artículo titulado “Los Impactos del Turismo: cuando la cultura se convierte en comercio”. Sin embargo, como todo buen profesional se trató por todos los medios de controlar la situación, manteniéndome objetiva, casi sin percibir que un sentimiento de absoluta hipocresía, me corría presuroso por el torrente sanguíneo y me acompañó hasta el puerto de la ciudad de Victoria, y un poco más allá también. No obstante, una vez en el Puesto de Fiscalización el llamado del deber se hizo presente y dejó relucir el mejor traje del profesional académico y responsable ante los expedicionarios. Disfraz que no me abandonó y continuó seguro de su actuación durante el almuerzo típico en El Barrancoso, siguió firme al atravesar el Puente Nuestra Señora del Rosario hasta que se comenzó a navegar esa gran masa de agua marrón y amenazante; agua que místicamente lo fue desprendiendo, 38


como queriendo dejar al desnudo sólo el sentir y el contemplar de la imagen, que se cree virgen cuando se la ve desde esa perspectiva. Una vez en Los Benitos, sólo quedaban los jirones de aquel traje rígido, distante y objetivo; ahora vestía un pecho demasiado vulnerable y abierto, que sería felizmente atravesado por vivencias varias, inefables paisajes litoraleños y personajes entrañables. A medida que los días pasaban y las exposiciones eran inmortalizadas ante la mirada atenta de la cámara, el sentimiento de hipocresía aumentaba en sentido directamente proporcional a la apertura mental y la profunda abertura del pecho virgen de expedicionario. El tiempo tirano transcurría impostergablemente, del viejo traje ya no quedaba nada y la sensación de desnudez ya no podía ocultarse, se acercaba la hora de la verdad y peor aún, absolutamente todo quedaría grabado. ¡Gracias a Dios por las técnicas de edición! Así, agradeciendo a la tecnología y entre frenéticas palpitaciones transcurrían mis horas en Los Benitos. A la vez que me cuestionaba, ¿será posible que tal poder tenga el río?, el poder de lavar misteriosamente los prejuicios y de desprender lentamente del alma los saberes establecidos, cuando uno se interna en la inmensidad de sus aguas. De ser cierto mi cuestionamiento, ¿por qué no lo había sentido antes, en mi ciudad natal, en mi Paraná querida? Y, así se sucedieron los días en el Taller Flotante, con sus vivencias memorables, charlas de fogón y sabias conclusiones, no sin dejar de preguntarme constantemente ¿qué había cambiado en mí, que había grabado el río mí? Ahora, al fin lograba comprender las palabras de Juan L. Ortiz, cuántas veces había leído y releído aquella poesía sin poder siquiera captar mínimamente su esencia. Al fin podía sentir lo mismo que Juanele. ¡Me atravesaba un río! Fui al río Fui al río, y lo sentía cerca de mí, enfrente de mí. Las ramas tenían voces que no llegaban hasta mí. La corriente decía cosas que no entendía. Me angustiaba casi. Quería comprenderlo, sentir qué decía el cielo vago y pálido en él con sus primeras sílabas alargadas, pero no podía.

Regresaba -¿Era yo el que regresaba?en la angustia vaga de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas. De pronto sentí el río en mí, corría en mí con sus orillas trémulas de señas, con sus hondos reflejos apenas estrellados. Corría el río en mí con sus ramajes. Era yo un río en el anochecer, y suspiraban en mí los árboles, y el sendero y las hierbas se apagaban en mí. Me atravesaba un río, ¡me atravesaba un río!

Ahora también podía entender lo que sentían los pescadores de Puerto Sánchez, los puesteros de las Islas y toda la gente que vive cercana al río, y no precisamente a la distancia me refiero. Comprendía que antes, sólo navegaba el río y recorría sus islas pero desde la vivencia del paisaje, desde la objetivad panorámica de la imagen que se ve pero que no se siente, porque no se logra de esa manera captar la esencia que celosamente atesora y que sólo unos pocos afortunados logran verdaderamente descubrirla, podría nombrar a algunos expedicionarios que me acompañaron que están atravesados por el río, pero temo olvidar alguno, pero doy fe que los hubo. 39


Sólo me resta decirles, que se pueden tener muchos conocimientos acerca del sistema hídrico paranáense, así como conocer cuáles son las especies de flora y fauna que lo habitan, a qué se dedica la gente que vive en la isla y cómo se las arregla para subsistir. Pero de nada sirve, si ese conocimiento no se encuentra acompañado de un estado afectivo respecto de lo que esta hablando, escribiendo o estudiando. Enseñanza que aprendí y me dejó el Taller Flotante, antes poseía los conceptos pero no la disposición anímica necesaria para aprehenderlos, para hacerlos míos. Si bien, en un inicio me sentí angustiada y abrumada ante la situación que estaba vivenciando en Los Benitos, luego al compartir con el resto de los expedicionarios puede abrirme metal y afectivamente a la cuestión del Paraná y su gente flotante. Ahora, desde mi Paraná natal vivo, siento y veo al río y su espacio geográfico desde una perspectiva totalmente diferente, hoy puedo decir que no soy yo el que regresó porque hoy ¡me atraviesa un río! Les dejo un humilde aporte que surgió en los primeros encuentros;

El río está grabado en la tierra

Mariana Emeri

El río está grabado en la tierra, como el hombre ha sido moldeado del polvo. El río fluye serpenteante y salvaje por los confines de la tierra. La mujer nace mansa y sinuosa de los costados del hombre. Mujer, hombre, río, tierra. Designio divino que los hizo converger allá lejos, en un tiempo y en un espacio que parecieran ser infinitos. Esencialmente diferentes y remotos. Esencialmente semejantes y cercanos. ¿Qué sería del hombre sin la tierra? ¿Qué sería de la mujer sin el río? ¿Qué sería del hombre sin la mujer? Equilibrio natural que se manifiesta en el devenir del tiempo. Siempre en la misma tierra. Siempre en el mismo río. El río está grabado en la tierra, como la mujer está grabada en el hombre. Hombre, mujer, tierra y río. Acaso, ¿no son todos lo mismo?

Página siguiente Lápiz sobre papel Ignacio Marcó

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Elementos referenciales que se repiten como canónicos del paisaje ISLA

En la búsqueda de consolidación de las imágenes del paisaje ISLA, seleccionamos un repertorio de elementos que se repiten en el paisaje; laguna, monte, playa, ranchada, río, albardón, cerrito, humedal, puente y terraplenes, elementos relacionados a las actividades productivas de pesca, ganadería y apicultura. Algunos de estos elementos referenciales ya están consagrados y son sobre los que se han fundado las imágenes de lugar. Otros (enlace vial, puentes) aparecen como recientes, pero ya inevitables en estas composiciones. Se buscan identificar los criterios de recorte del territorio que se hace al delimitar el paisaje en cuestión, aportando a la “construcción del objeto” (Silvestri, 2003: 27) ISLAS como paisaje. Si bien son parte de la cuenca del Paraná – del Plata, no parecen estas “tierras de agua” responder a la retórica de lo sublime, característica dada al paisaje pampeano (Silvestri, 2011: 407), sino a una mezcla de lo pintoresco (por las particularidades de las islas, que evitan todo orden geométrico y las escenas con actividades relacionadas al entorno “natural”) con lo sublime, dado en clave tecnológica (por los avances de gigantescas construcciones civiles) y en clave fenómeno – hídrica (por los picos de grandes crecientes que lo transforman todo en un mar). 41


Fotos Guarú del Río

Fotos Guarú del Río

humedal

albardón

laguna

río

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Fotos Guarú del Río

Fotos Guarú del Río

playa

monte

cerrito

ranchada

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apicultura

pesca

Fotos SF

ganadería

Gráficos de referencias cardinales y solares para la Ciudad de Victoria, Entre Ríos latitud = 32.61 S longitud = 60.17 O Se señala: Puntos cardinales Trayectorias solares sobre el cielo en ambos solsticios. Vientos predominantes del Suroeste

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Fotos SF y SebastiĂĄn Ingrassia

puentes y terraplenes

Soledad FerrerĂ­a con ayuda de Alejandro Gangui

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REFLEJOS LÍQUIDOS

MOVIMIENTOS DE AGUA 46


Juan Baima

Exploraciones durante el Taller Flotante

HUELLAS

FILTROS DINĂ MICOS 47


Crónica periodística - Carlos V. González

La naturaleza y el hombre, un conflicto que se expresa con fuerza en las islas

Fotos Claudio V. González

No son pocos los que piensan que la naturaleza es un concepto contrapuesto al hombre, sin observar que el hombre forma parte de esa misma naturaleza, y casi cualquier cosa que haga la afecta, la modifica, la altera de maneras intencionales pero también impensadas, y en muchos casos con consecuencias complicadas. Tercera entrega del Taller Flotante de Islas.

La quema en las islas, la presencia de especies exóticas, el avance del río sobre las barrancas, son algunos casos. Cuando pensamos en cómo afecta la presencia del hombre a la naturaleza de las islas la primer imagen que se nos viene a la mente es la de los incendios que en 2008 se potenciaron por una conjunción de factores, como una prolongada sequía, el ingreso de una gran cantidad de ganado para engorde, y vientos que arrojaron el humo a las principales ciudades del país: Rosario y Buenos Aires. Pero el fuego y las islas no son un fenómeno reciente. De hecho, en El País de los Chajás, Gregorio Spiazzi lo pinta como una actividad normal de las islas, para limpiar grandes extensiones de tierra y asegurar pasturas frescas en primavera. Incluso al comentar sobre este tema, Eduardo Spiaggi, del Taller Ecologista de Rosario reconoció que se trata de una práctica que tiene más de un siglo, sin que ello la justifique hoy en día. Al respecto, Spiaggi comentó que existen alternativas a la quema, como el uso de boyeros eléctricos para llevar a los animales a reducir las pasturas antes de que se conviertan en un problema, algo que -explicó- el productor victoriense Emiliano Merzbacher ya está implementando. “Hay que llevar a los animales a donde deben pastar, y no dejar que ellos elijan qué pastos comer”, indicó como en análisis que realizan los productores. Cierto es que el tema de la quema en las islas es sumamente sensible para los rosarinos, pero no deja de ser menos cierto que en materia de contaminación ambiental difícilmente pueda plantearse como el principal problema de la gran urbe. A manera de ejemplo, mientras conversábamos sobre este tema en las islas victorienses, detrás del río se veía a las chimeneas de la refinería de San Lorenzo echando fuego y humo cual dragones las 24 horas, y más cerca aún, detrás de los árboles de la isla que se encontraba frente nuestro, el gigantesco muro de edificios costeros de la segunda ciudad del país, en la que diariamente circulan mucho más de 100 mil automóviles y de la que los desechos cloacales de un millón de personas terminan reduciéndose en el río que se busca proteger. Más allá de esta discusión, es inocultable que no es este el único impacto que tiene la presencia humana en las islas. Sin necesidad de irnos muy lejos de donde estábamos, los mismos árboles que dan flora al camping se corresponden con una especie que no es natural de las islas, y que fueron plantados muchos años antes que sus actuales dueños compraran el islote Los Benitos. 48


También a simple vista se observa que varias de las muchas casas quintas que se encuentran en el lugar tienen cuidados jardines con hermosas plantas ornamentales originarias de Europa, China, Japón, o Norteamérica… si bien se puede alegar que esto tiene un impacto insignificante en el sistema biológico, también se puede argumentar que no se puede saber qué impacto tendrá una especie biológica insertada en un ámbito que no le es natural. No faltó quien pensara, por ejemplo, que los castores no afectarían el ecosistema de Tierra del Fuego, y sin ir más lejos en Victoria era hasta pocos años atrás difícil de imaginar que las tomas de agua se verían afectadas por unos moluscos de China que llegaron a las siete colinas como suciedad en el casco de algún barco que los trajo vaya uno a saber de dónde. Así y todo, hay otra interacción que parece cada vez más complicada. Si bien la naturaleza del río es su cambio (Eduardo Apolinaire, el arqueólogo, recordaba en ese sentido que está probado que en algún momento el Paraná desembocó en el Uruguay) el aumento del parque náutico en Rosario y su circulación en los riachos del delta va comiéndose las barrancas y las islas a partir del constante golpe del agua sobre las barrancas. Eso es algo que se observa a simple vista: hay barrancas en las que la vegetación se muestra asentada, cortada por lenguas en las que se observa el corte vivo de tierra, producto de la caída al riacho de un terrón, un bloque que se desprende de la barranca luego que el agua socavara su base. Este fenómeno, que afecta principalmente a la costa entrerriana en el cauce principal, y que tras el dragado que profundizó el canal principal se incrementó de tal manera que incluso se llevó a la comisaría de la III Sección Islas, también se observa en los principales cursos navegables del delta, donde es constante la presencia de árboles con las raíces expuestas a la orilla del agua, alguno caído directamente sobre el curso fluvial, otros a punto de hacerlo. El constante paso de lanchas rápidas y embarcaciones que con mayor o menor desplazamiento de agua generan un movimiento que constantemente va comiendo las islas es uno de los conflictos entre la naturaleza y el hombre que sin dudas va siendo cada vez más peligroso. No es, incluso, que no se pueda hacer nada contra eso. Como decía, lo que caracteriza a la vida del río, especialmente uno de llanura, es el cambio, cada creciente implica un cambio, a veces mínimo, a veces sustancial. Lo interesante del caso es que la respuesta humana al cambio que la misma presencia humana genera rica en asegurar la inmutabilidad de las actuales condiciones del río, evitando el desbarranco permanente con la construcción de muros de contención, que pueden ser de distintos materiales (piedra, troncos, e incluso filmes plásticos). Entonces cabe preguntarnos: si reclamamos por la defensa de la naturaleza y rechazamos el impacto que el hombre tiene sobre ella… ¿podemos aceptar y favorecer que el mismo hombre detenga la naturaleza cambiante del río como forma de evitar su propio impacto en el cambio? Si bien la pregunta parece compleja, echa el ojo sobre lo que parece ser el eje de uno de los conflictos más difíciles de resolver en la cuestión de las islas: los cambios. Nos gusten o no, los cambios son parte de la naturaleza por la simple cuestión de que está llena de vida. Lo que no puede dejar de observarse en relación a las islas del delta victoriense es que todos parecemos tener una visión valorativa de los cambios, de manera clasificarlos en “malos” y “buenos” (aquellos cambios que parecen evitar los cambios), tal vez porque no podemos escapar a que todo lo que conocemos debe ser valorado y clasificado -uno de los pilares del pensamiento de la modernidad en la que estamos, mal que nos pese, formados- entonces cuesta abstraernos a la idea de que los cambios son simplemente eso y no responden a una escala de valores, sino que traen consecuencias. (Nde la E) La presente nota es parte de la serie de cinco publicadas por el autor en los diarios “La Mañana” y “La Semana en UNO”, de las cuales publicamos tres aquí. 49


Foto Alejandro Gangui Foto Alejandro Gangui

Aldebaran (Tauro), ubicada arriba y a la izquierda de la imagen, Venus (la luz más brillante y beta-Tauri (la segunda estrella más luminosa de la constelación de Tauro, apenas a la derecha y arriba de Venus), todos son bien visibles hacia el poniente sobre el Paraná Viejo, el domingo 29 de abril de 2012 luego de la puesta del Sol.

Así vimos a Spica (Virgo), arriba, y a Saturno, abajo, el domingo 29 de abril en el Paraná. Diferentes colores y texturas en una foto movida. 50


Alejandro Gangui

Los cielos de la Isla

Foto Alejandro Gangui

El cielo en Los Benitos

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Soledad Ferrería

Red de Islas de Investigación Se trata de una propuesta de una red de estaciones-islas de investigación a lo largo del Río Paraná, vinculadas entre sí a través de las vías fluviales navegables del mismo. Haciendo especial hincapié en la importancia de mantener vivas estas conexiones. Las “estaciones-islas” funcionarán como observatorios modelo, con el afán de que los usos propopuestos en ellas se mantengan en equilibrio con el ambiente. A su vez, módulo flotantes y móviles (“prendedores”) vincularán los puertos existentes en continente con las estación-isla fijas y con ellas entre sí. usos

sede Red de I.I.

Posibles ubicaciones según la geomorfología de humedales Sobre dibujos base de “El delta como mosaico de Humedales” A.I.Malvárez

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sistema de vías fluviales navegables principales estación isla puerto módulo flotante

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Páginas anteriores Foto analógica byn Soledad Ferrería

Foto Sebastián Ingrassia

Dibujo tinta sobre papel Delfina Estrada

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LA EMOCIÓN DE ISLA

A raíz de la experiencia se abre el planteo sobre los mecanismos proyectuales, emocionales, reflexivos que activa el territorio ISLAS en particular. Sin duda la doble condición acuático terrestre del territorio (como esfera de acción) lo particulariza, sumado a los cambios constantes que se dan por las variables crecientes y bajantes del valle aluvional. Los pensamientos acompasados por el correr constante de agua, no se chocan: los largos horizontes se ven pocas veces interrumpidos por montes, cerritos y en forma reciente, por las variaciones que introduce la conexión vial Rosario – Victoria. A su vez, son constantes los estímulos dados por flora y fauna, exacerbados en la medida en que se mantenga el equilibrio que se pretende entre naturaleza – producción – apropiación. En este sentido arroja luz sobre el asunto una frase de Martín del Pospós de “El país de los chajá”, que de alguna manera se transformó en una fiel imagen de aquello que fuimos a buscar y encontramos.

“Un olor alucinante, de inmensidad, de soledad, de vientos, de cielos inabarcables, que avasalla los sentidos y exalta la sangre en una emoción de isla, una embriaguez de isla, un mareo de isa” (del Pospós, 1956) 57


BIBLIOGRAFÍA BARRIERA, Darío y ROLDÁN, Diego / compiladores (2004) Territorios, espacios y sociedades: agenda de problemas y tendencias de análisis. Rosario: Universidad Nacional de Rosario. BRAGOS, Oscar; GRANDINETTI, Rita; MONTEVERDE, Roberto; NARI, Patricia (2011) Agenda Victoria. Estrategia de desarrollo 2021. Rosario: Facultad de Ciencia Política – IGC – UNR. DEL POSPÓS, Martín (1956) El país de los chajá, Rosario: Editorial Ruiz MALVÁREZ, Ana Inés. “El delta del Río Paraná como mosaico de humedales.” Buenos Aires: FCEN – UBA MANAUTA, Juan José (2006) Juan José Manauta. Cuentos completos. Concepción del Uruguay: Universidad Nacional de Entre Ríos. PRIETO, Martín, SILVESTRI, Graciela y LO BIANCO, Juan (2011) Paraná Ra´Angá. Un viaje filosófico. Rosario: Centro Cultural Parque de España. SABATÉ BEL, Joaquín y NOVICK, Patricia (2010) “De la cartografía urbana al proyecto territorial” en Café de las Ciudades www.cafedelasciudades.com.ar. SAER, Juan José (1974). El limonero real. España: Seix Barral, 2002 SAER, Juan José (1991). El río sin orillas. Tratado imaginario. España: Seix Barral, 2009 SCHMIDL, Ulrico. Derrotero y viaje al Río de la Plata y Paraguay. 1534 – 1554. Asunción, Paraguay: Ediciones NAPA, 1983 SILVESTRI Graciela (2002) “La pampa y el río. Una hipótesis de registros y periodizaciones en el paisaje rioplatense.” MATERIA 2, Naturaleses. SILVESTRI, Graciela (2003) El color del río: historia cultural del paisaje del Riachuelo. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes SILVESTRI, Graciela (2011) El lugar común. Una historia de las figuras del paisaje en el Río Paraná. Buenos Aires: Edhasa Varios, Usina de Cultura Ñ, Revista Ñ Edición Especial 7º Aniversario. Buenos Aires: 2010 58

Página siguiente Dibujo lápiz sobre papel Ignacio Marcó


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créditos

Cámaras y sonido Sebastián Ingrassia Cecilia Molina Edición de video

“TALLER FLOTANTE - EL REGISTRO”

Javier Ferrería

Isologotipo realizado por Javier Ferrería D.G.

Expedicionarios Claudio González Ignacio Marcó Maximiliano Leo Javier Ferrería Sebastián Ingrassia Cecilia Molina Carlos Flores Diana Campos Gustavo Andino Mariana Emeri Héctor González Daniel García Helder Eduardo Spiaggi Alejandro Gangui Mariana Mina Carlos Navarro Delfina Estrada Eduardo Apolinaire Juan Baima Martín Cudini Soledad Ferrería 60

Diseño Gráfico Javier Ferrería Diseño Editorial Soledad Ferrería Idea y realización del TALLER FLOTANTE Soledad Ferrería Edición general Soledad Ferrería Apoyo y colaboración Programa Identidad Entrerriana - CFI Fotografías Senastián Ingrassia Cecilia Molina Guarú del Río Alejandro Gangui Mariana Mina Diana Campos Soledad Ferrería Mariana Emeri Claudio González Juan Baima


AGRADECIMIENTOS Complejo El Ceibo Javier Hereñú, docente Escuela L. N. Allem Facundo Prola y Nelson Cervera de la Agrupación Cultural Victoria Graciela Dosbá Personal de Puerto y Fiscalización y Delegación en Islas de la Municipalidad de Victoria Carolina Dorazio, Gimena Polich, Rosa Gomez y Susana Luna de Los Benitos Roberto Monteverde del ICG Rosario Rafael Sugasti de El Pimpollal Martín Prieto del Centro Cultrual Parque de España, Rosario Graciela Silvestri Julio Masares nos prestó la pantalla Ana Motrel Juan Manuel Alonso Ana Valderrama Elvira Barrios Confecciones Familia Ferrería Nacho, Antonio y Matilde Marcó 61


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P谩ginas anteriores Foto Sebasti谩n Ingrassia

Este trabajo se realiz贸 con el apoyo y colaboraci贸n de:

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