IDENTIDADES EN LA MIGRACIÓN Juan José Hurtado Paz y Paz1 2 de junio, 2020
La identidad es lo que permite autoreconocernos y que nos reconozcan en lo que somos, con nuestras características, energías y naturaleza. La identidad nos hace distinguirnos de las y los demás.
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Juan José Hurtado Paz y Paz, director de Asociación Pop No’j
La identidad no es un elemento único. Existen diversas identidades: de género, de origen étnico, clase, edad, orientación sexual, condiciones, creencias religiosas, otras ideologías, etc. que se amalgaman y sintetizan en las personas. Además, la identidad no es exclusivamente individual, sino también colectiva, como por ejemplo la identidad de comunidad o de Pueblo, forjada en la historia, anclada en un territorio, con una forma propia de ver y entender el mundo. La identidad nos da un sentido de pertenencia, que también es factor de seguridad. Por eso, todo el tiempo estamos buscando con qué o cómo identificarnos. La identidad es también algo dinámico, cambiante, que se ve influida por diferentes circunstancias. Para las y los migrantes, la identidad es un desafío pues se mueve entre el origen y el lugar de destino. Puede ser una desventaja frente a un mundo patriarcal, xenofóbico, aporofóbico2, racista, discriminador y opresor. Pero también puede ser una fortaleza en la búsqueda de alternativas de vida. La identidad tiene un sentido profundamente político pues reconocerse a uno mismo y a las y los demás, implica reconocerse con dignidad, con derechos y en una relación con las y los demás. Las notas que compartimos a continuación es la presentación que hizo Silvia Raquec, Coordinadora del Eje de Migración de Pop No’j, el pasado 2 de junio (7 Ajpu’ en el Calendario Maya) en el marco de una sesión de la pasada conferencia de Hispanics en Philantropy, la cual tuve el privilegio de moderar, en la cual se buscó explorar retos, desafíos y oportunidades de las identidades en la migración, tanto desde los lugares de origen, en el tránsito, el destino y retorno de las personas migrantes. En este evento, participaron también: ü Odilia Romero, Zapoteca, con raíces en Oaxaca, México, actual coordinadora del Frente Indígena de Organizaciones Binacionales, con sede en Los Ángeles, California. ü Luis Marcos, Maya Q’anjobal, de Guatemala, embajador del Gobierno Ancestral Plurinacional de las Naciones Originarias (Akateko, Chuj, Q’anjob’al) en Omaha, Nebraska y Director Ejecutivo de Pixan Ixim.
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Aporofobia – rechazo a las y los pobres. Se aplica, por ejemplo, contra las y los migrantes pues una cosa es migrar teniendo dinero y otra en búsqueda de trabajo, como estrategia de sobrevivencia; mientras que las y los primeros son bien acogidos; los segundos son discriminados y explotados.
Agradecimientos especiales HIP y a Andrea Villaseñor, por contribuir a que este espacio de reflexión de diera.
DESPLAZAMINTO E IDENTIDADES DEL PUEBLO MAYA Silvia Raquec Cum3
El desplazamiento de Pueblo Maya debe analizarse desde su Cosmovisión propia y su historia. Desde el pensamiento del Pueblo Maya no existe el término migración como tal. Más bien se hace referencia al viajero/a, caminante. El origen mismo del Pueblo Maya es relatado en nuestro libro sagrado el Pop Wuj como resultado del desplazamiento desde el norte.
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Silvia Verónica Raquec – Maya Kaqchikel, Coordinadora del Eje de Migración de Pop No’j Silvia Raquec, Maya Kaqchikel de Guatemala, coordinadora del Eje de Migración de la Asociación Pop No’j, quien trabaja con niñez migrante que regresa de Estados Unidos y de México.
Desplazarse no es un problema en sí mismo, sino más bien se concibe como una oportunidad de intercambio entre culturas, de aprender y compartir, como oportunidad de fortalecernos y de apoyo mutuo, como parte de la reciprocidad. El traslado de un lugar a otro se daba como parte de una actividad individual, familiar y comunitaria. Generalmente las personas no viajaban solas, sino acompañadas. El viaje podía tener distintas finalidades, enmarcado en el modo de vida de las comunidades; entre ellas, la principal obedecía a la necesidad de intercambio, como parte de su economía. Las personas que iban de tierra fría hacia la costa, llevaban carga de productos para vender o intercambiar por otros disponibles en el clima caliente4 de la costa. Se traían otros productos para el consumo de la familia. Las abuelas y abuelos cuentan que, en las rutas de los caminantes, había pozos de agua para brindarles a su paso. Otros sembraban árboles frutales, para que las personas que pasaran pudieran comer sus frutos. Hoy día, cuando se cosecha el sagrado maíz, siempre se guarda algo para que haya que compartir con las personas que llegan temporalmente a la comunidad, llevando algo para vender o intercambiar entre ellos y pudiendo llevarse algo de la comunidad. En Patzún, Chimaltenango, por ejemplo, aún persisten en algunas familias el trueque5. Otro elemento valioso, narrado por los abuelos y abuelas, era el tipo de construcción de las viviendas ubicadas a la orilla del camino. Allí se construía un pequeño corredor con adobe, sin muros, pero tapado con teja o paja, para brindar un lugar de descanso; para que los y las caminantes pudieran pernoctar a su paso por el lugar. Las ancianas vendían atol de maíz quebrado a la orilla del camino, con lo que los caminantes recuperaban fuerzas para continuar su viaje. Todas estas prácticas históricamente, han abonado al encuentro, al intercambio y al enriquecimiento de la sabiduría de los Pueblos. Además, las fronteras no existen para el Pueblo Maya. Éstas han sido creadas desde los poderosos para dominar los territorios y dividir culturas enteras, como lo que sucede con el Pueblo Maya Mam – en Guatemala y México; Q’eqchi’ – en Guatemala y Belice; Ch’orti’ – en Guatemala y Honduras.
4 Hay un gran clima que nos da todas sus bondades; este es generado por la Madre Naturaleza, dadora de vida. Existen también los microclimas, que son generados por la altitud sobre el nivel de mar y también por los accidentes geográficos. Se producen ecosistemas, conformados por la masa de bosque, toda la vida animal y el ser humano, interconectados todos entre sí. Este es el conocimiento que han legado los ancestros, por eso el intercambio entre los pueblos tiene ese sentido de integralidad y complementariedad, para que todos disfrutemos lo que la Madre Tierra da en cada uno de sus microclimas, pues es de todos, desde el punto de vista de la Cosmovisión Maya (Reflexiones y aportes de Macario Santizo, Coordinador del Programa Liderazgo Comunitario de la Asociación Pop No’j). 5 El trueque es una práctica que se ha dado históricamente entre los pueblos, generando intercambio de productos, sin que haya de por medio una moneda. Se da a partir de las necesidades sentidas de las familias y de lo que le vaya a servir a otros. No se da menor o mayor valor a las cosas, solamente su utilidad para el bienestar de quienes intercambian (Yolanda Hernández Sanic, Coordinadora del Programa de Mujeres de la Asociación Pop No’j).
En la actualidad, las causas principales que provocan el desplazamiento son resultado de un sistema racista y discriminador que ha despojado de manera violenta a los Pueblos Indígenas de sus medios de vida, provocando pobreza, pobreza extrema, y marginalización. Es por eso que la mayoría de migrantes guatemaltecos son personas Mayas. Para el pueblo Maya, el desplazamiento también ha formado parte de los procesos de resistencia, como estrategias de sobrevivencia: se han desplazado de manera interna en búsqueda de vida. Durante la guerra interna que vivió Guatemala (1960 – 1996), frente a la estrategia contrainsurgente, la militarización, la persecución y el genocidio contra los indígenas, se estima que 150,000 personas se refugiaron en México y alrededor de un millón se desplazaron internamente en el país. La identidad es lo que nos define frente a las demás personas y culturas; nos hace ser seres únicos en el mundo. La identidad es parte de la diversidad y la diversidad nos hace comunidad, en que las y los diversos nos complementamos.
Cuando las condiciones en que vivimos y la falta de oportunidades nos obligan a abandonar nuestros territorios, no podemos hablar de una migración voluntaria sino de un desplazamiento forzado. Entre muchas cosas que arriesgamos y eventualmente perdemos, está nuestra esencia, como es:
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El desarraigo de la Madre Tierra, de la Madre Naturaleza, que es vida, que nos alimenta y nos protege.
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Dejar nuestras redes familiares y comunitarias, que son parte de nuestra identidad, nos brindan seguridad, afecto y apoyo.
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Nos despojamos de nosotros mismos. Nos vemos obligados a dejar de hablar nuestro idioma. En el caso de las mujeres debemos despojarnos de nuestra indumentaria tradicional para pasar desapercibidas en el trayecto del viaje, para evitar ser víctimas de racismo, discriminación y otras formas de violencia.
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El cuerpo es sagrado, en especial el cuerpo de nosotras las mujeres, pues da vida, pero es violado por coyotes, otras redes del crimen organizado, autoridades e incluso, compañeros de viaje.
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Cuando nos movilizamos o desplazamos, negamos nuestra identidad para encajar, ser aceptados en una nueva cultura. Adoptamos nuevas formas de vida, nuevas formas de vestir, de hablar, comer, buscando siempre evitar el racismo y la discriminación. Nos adaptamos al medio para sobrevivir.
Cuando regresamos a nuestros países de origen, ya sea porque nos deportan o lo hacemos voluntariamente, el choque cultural es muy fuerte. Nos ven como extraños pues hemos tenido que negarnos y dejar todo para adaptarnos al lugar donde estuvimos. Llegamos con otras formas de ser. En el caso de la deportación, sufrimos un impacto emocional muy fuerte por no haber logrado el objetivo; nos sentimos frustradas y frustrados por haber fallado en el intento. Pero además regresamos a las mismas condiciones de las que huimos y peor. El estigma para las mujeres muchas veces es mayor pues se presupone que toda mujer que ha migrado ha sido violada, no es una mujer pura y digna para un hombre. Para niñas y niños migrantes que retornan, es muy difícil readaptarse a la familia, hermanos, escuela, alimentación, la mayoría presentan enfermedades gastrointestinales. Esto como efecto del cambio radical de una cultura a otra en condiciones difíciles. Migrar no debería obligarnos a negar nuestra identidad. Tenemos derecho a ser reconocidas y reconocidos en lo que somos. La diferencia no debe ser motivo de desigualdad. ¡Más aún, nuestra identidad es sólida, fuerte y existe más allá de las fronteras! Debemos cultivarla como un acto político de reivindicación de derechos.