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IDENTIDAD AUTISTA Y NEURODIVERGENTE IDENTIDAD AUTISTA Y NEURODIVERGENTE

Trastornos Mentales, en su quinta edición (DSM-V por sus siglas en inglés) vigente desde 2013, eliminó ese diagnóstico y lo incorporó en los Trastornos del Espectro Autista (TEA), el término aún no ha sido del todo erradicado.

El 18 de febrero de cada año se conmemora el día internacional del Síndrome de Asperger.

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Esta conmemoración se instituyó en 2007 en honor a la fecha de nacimiento del psicólogo alemán Hans Asperger, quien identificó a través de sus estudios los rasgos distintivos específicos de esta condición.

A pesar de que el Manual de Diagnóstico y Estadístico de

Por ejemplo, el 19 de febrero de 2019 se publicó en el Diario Oficial de la Federación, el Decreto por el cual se declara el 18 de febrero, el día nacional del Síndrome de Asperger en México. (Decreto que a la fecha se encuentra vigente.)

En estricto sentido, los términos "Síndrome de Asperger" o "Autismo de alto funcionamiento" (como también se le conocía) ya no son utilizables, sin embargo, el concepto "Trastorno del Espectro Autista" que es el oficialmente aceptado, predetermina nuestra condición (que no es una enfermedad) a ser considerada como una "falla de funcionamiento." (Perturbación de las funciones psíquicas y del comportamiento, según la R.A.E.)

Las primeras investigaciones sobre el autismo, ya sea lo que en su momento se conocía como “Síndrome de Kanner” (o autismo no verbal) o bien en lo que se llamó por mucho tiempo “Síndrome de Asperger” (cuando en 1994 la psicóloga Lorna Wing sistematizó los estudios de Hans Asperger y le dio ese nombre a la condición) se referían principalmente a niños. De allí ha surgido y proliferado el mito de que el autismo es algo asociado con la infancia. Pero los niños autistas crecemos y nos convertimos en adultos autistas.

Es importante desmitificar este tipo de ideas, que resultan bastante perjudiciales en el entorno de los adultos con autismo.

En realidad, el TEA o autismo es más bien una identidad; y efectivamente se trata de un "espectro," ya que dentro de él existen diversas manifestaciones no uniformes. El autismo no verbal no es el "verdadero" autismo, como algunos equivocadamente piensan. Hay distintos niveles en este fenómeno, que no caracterizan al sujeto (No eres autista nivel 1, 2 o 3) sino que tienen que ver con diversas necesidades del funcionamiento social, que pueden variar de momento a momento en una misma persona (es decir, en ocasiones se puede requerir un mayor nivel de apoyo para procesar determinados eventos de interacción social, y en otros momentos el nivel de apoyo requerido puede ser menor.)

El avance en la construcción del autismo como un rasgo distintivo de identidad, ha sido posible luego de un largo tránsito por muchas y diversas etapas. Hace aproximadamente 7 décadas las investigaciones separadas de Leo Kanner y de Hans Asperger, intentaron buscar explicaciones a esta condición, y desde entonces a la actualidad, mucho ha evolucionado la sociedad para intentar explicar y tratar las dificultades que el entorno genera a las personas con este tipo de identidad y funcionamiento.

Hoy en día está claro que el autismo comparte características comunes con otras neurodivergencias (término acuñado en la década de los 90 del siglo pasado, para referirse a diversas condiciones como el autismo, el TDAH, la dispraxia, y otras condiciones que implican el desarrollo de procesos cognitivos en forma distinta a lo habitual o “neurotípico.”) que tenía la misma condición de vida, la asociación civil Soy Asperger, A.C.

Las personas autistas compartimos con otras neurodivergencias, la necesidad de remover día a día una serie de barreras sociales, generadas por una estructura social que no ha sido pensada para incluirnos.

Crear una identidad autista y neurodivergente no ha sido un proceso sencillo, Por ejemplo, una parte de la comunidad autista ha aceptado el color azul y el símbolo del rompecabezas como elementos identitarios, mientras que algunos autistas lo rechazan por su representación de incompletitud, y prefieren el símbolo del infinito en gama multicolor.

Asimismo, en nuestra propia comunidad, habemos quienes pugnamos por el reconocimiento del autismo como una discapacidad psicosocial, noción con la que no todas las personas autistas están de acuerdo; dado el estigma que acompaña a ese término.

En el año 2016 que fui diagnosticado bajo el concepto “Síndrome de Asperger.” En ese mismo año escribí un libro denominado “Soy Asperger” en el que expongo mi experiencia de vida con esa condición. Además, constituí, junto con mi padre (Q.E.P.D.)

Hoy, dicha asociación se encuentra en trámites ante Notario Público, para cambiar su denominación por la de “Identidad Autista y Neurodivergente” A.C. con el fin de tener mayor precisión sobre su nombre y objeto social.

Paulatinamente, también he abandonado el uso del término “Síndrome de Asperger” y el calificativo de “Aspi” como se acostumbraba hace apenas un par de años. La comprensión del autismo como un rasgo de identidad, una condición de vida, y no una enfermedad, o algo que se puede curar, quitar o poner, es un elemento indispensable para construir una vida más plena y remover algunas barreras sociales.

En este 18 de febrero de 2023 se seguirá hablando del “día del Síndrome de Asperger,” y no podemos desaprovechar cualquier momento para realizar un ejercicio serio de visibilización y concientización sobre el autismo. (Por cierto, el 2 de abril de cada año está instituido como fecha para la concienciación del autismo.) Pero no seguiré utilizando la etiqueta de “Asperger.” No es lo que soy, ni es ya esa mi identidad.

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