Año 01, noviembre diciembre 2015

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Noviembre - Diciembre

2015


Año 01, Número 04 Noviembre - Diciembre 2015

En esta edición... Terminal Norte Reencuentro | Adriana Calderón Casillas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .cuatro Los países del ego | Raúl Mauricio Gómez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . seis En lo que te tomas un café “Celesta”, el cadáver | Raúl Mauricio Gómez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . nueve Bancarrota | Adriana Ramírez Caballero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . diez El autor falso | Raúl Mauricio Gómez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .once Un cuento Manawee | Dra. Clarissa Pinkola Estés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .catorce La Vaca Poeta Melancolía | Adriana Ramírez Caballero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . dieciocho Confesiones | Luis Manuel Barrón Tavares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . diecinueve Las entrañas del lírico | Luis Manuel Barrón Tavares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . veinte La entrevista Eliud Solís. Educar y componer, la gran apuesta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . veintitrés Terminal Sur Pasillos | Adriana Calderón Casillas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . veintisiete Lucky Strike | Mónica Albarrán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . veintiocho Encuentros | Fabiola Terrazas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . treinta

Realización Colectivo La Mariposa | Edición Tintero Editores Dirección editorial Martha Cecilia Soto Dirección administrativa Perla L. Zaragoza Ilustraciones Miguel Ángel Hernández Macías ° Raúl Mauricio Gómez


tres | editorial

Desde Chihuahua hasta Shanghai... “El 90 por ciento del éxito se basa simplemente en insistir”. Woody Allen, actor y director de cine. Insistir, persistir y resistir, los verbos de la perseverancia; eso es lo que hemos puesto en práctica durante este 2015 en el que nos lanzamos a la aventura de crear EL TINTERO DE LA MARIPOSA, un foro de expresión y un espacio virtual para que los escritores noveles puedan convivir con la experiencia de la publicación de su obra. Conscientes de las dificultades que implican para todo aspirante a escritor encontrar medios propicios para darse a conocer, a finales del primer trimestre de este año lanzamos al mundo una pequeña revista a la disposición de todo aquel poeta y cuentista que quisiera ocupar nuestras páginas digitales; con mucha ilusión hemos sido testigos de la excelente acogida –por parte de lectores y colaboradores- que ha tenido nuestra modesta contribución. Hoy, luego de 5 números bimestrales publicados, con gusto anunciamos que por primera vez hemos recibido tantas colaboraciones que cada sección cuenta con tres o cuatro cuentos o poemas y esa es precisamente nuestra meta: seguir creciendo y poder ofrecer un producto de esparcimiento para los lectores que se trasladan y esperan; aquellos que esperan el tren, el avión, el autobús, la consulta médica, para aquellos que ya van abordo y gustan de la lectura de viene y va y todo aquel que busca lectura fresca y sin pretensiones. Terminamos con saldo positivo en un mundo global que gracias a la fibra óptica puede llegar prácticamente a cualquier parte del mundo y por eso fue que viajamos hasta la exótica Shanghai y en el trayecto hicimos varias escalas para tomarnos un delicioso café colombiano en el cono sur y también en la cálida y hermosa Costa Rica; en México, nuestros amigos de Guadalajara, Distrito Federal y nuestra hermosa tierra natal estuvieron acompañándonos son su lectura y sus cosmopolitas colaboraciones. Hemos tenido el honor de entrevistar a grandes expositores del arte local como Pierre Fudarylí, Alfredo Espinosa, Víctor Castillo, Melodía Gaytán y Eliud Solís y esperamos seguir dando a conocer a estos grandes artistas que día tras día se preparan para llenar al mundo de belleza y sacudirlo con su sentir y su pensar no siempre políticamente correcto (lo que nos encanta). También pudimos agregar a un miembro más a este equipo de edición, un talentoso artista plástico chihuahuense: Miguel Ángel Hernández que nos encanta con su pincel para dar vida y color a nuestras páginas mediante sus ilustraciones. Este año pretendemos llegar a esos lugares a los que todavía no llegamos y esperamos que todo aquel que tenga la intención de levantar su voz mediante el cuento o la poesía, encuentre en nosotros ese espacio. Dicen que “el agradecimiento es la memoria del corazón” y justamente hoy queremos honrar esa frase agradeciendo a todos los que han creído en nosotros prestándonos su estilo, su arte, sus letras, su amor por la cultura y su gusto por la lectura. Con amor, gratitud y mucha pasión por las letras, sus letras… LCI. Perla L. Zaragoza, Directora Administrativa. LCI. Martha Cecilia Soto, Directora Editorial


cuatro | terminal norte

Reencuentro ¡Qué gusto verte, caray! Tantos años sin reunirnos, ¿cómo veinte, Verdad? Sí, también divorciada, no, no me he vuelto a casar, ya sabes con los chicos en casa, es difícil meter un hombre, una nunca sabe. Ni me digas, muy cansado al principio, tenía dos trabajos y corría de un lado a otro de la ciudad de lunes a domingo, si no fuera por mi familia que me apoyó mucho, no sé que hubiera sido de mí. Novios si, uno que otro, ¿te acuerdas de aquel gringo? Ja-ja-ja-ja-ja, ¡nombre! ¿cómo crees? Nada de eso, estaba muy reciente mi separación, fueron muchos años de casada, es difícil reponerse. ¿Que no hay un mesero aquí? pídeme una cerveza, por favor. Después de un tiempo salí con un árabe, mi mamá lo adoraba porque era muy educado, elegante y siempre con regalos estupendos para todos, hasta para las niñas, me llenaba la casa de flores, chocolates y perfumes importados, buena temporada esa. Sólo que se tardaba más que yo en arreglarse para salir y a donde fuéramos siempre terminábamos rodeados de muchachos jóvenes y guapísimos, lo dejé, no me gustó mucho eso de despertar no sabiendo cual pierna era la mía. En un cumpleaños de una amiga conocí un cantante en un piano bar, que hombre tan romántico, me enamoró con su tono de voz, me dedicaba infinidad de temas los viernes por la noche en el lugar donde trabajaba, después íbamos a su departamento, intentaba hacerme el amor hasta casi el amanecer, pero luego se dormía, de tan borracho, no me quedé nunca a pasar la noche. Yo no falto a dormir a mi casa. ¿Y a ti, como te ha ido? No te he dejado hablar, ¿verdad? Es que tengo tanto que contarte. ¿Por qué miras tu reloj? Es temprano todavía Después vino el colombiano aquel, híjole, ese sí sabía besar, ¡qué de besos nos dimos! Y todo era divertido, bailar, jugar, muy bueno contando historias, ya los muchachos estaban grandes, si el mayor está casado, no, aún no tengo nietos. Pero pues, no trabajaba, no aportaba a la casa, hasta le dí dinero alguna vez y mejor lo corrí, con la pena. Está de refugiado en Estados Unidos,


cinco | terminal norte

aún nos escribimos, me hace reír con sus cuentos. Sí, gracias otra cerveza por favor. Espérate, no pidas la cuenta, no te he contado del piloto. Él decía que era piloto aviador, pero no era cierto, sólo jugaba por internet en un simulador de vuelo; era guapísimo, alto, bien vestido, me impactó cuando lo conocí en el aeropuerto, no, no viajaba a ningún lado, fui a llevar a mi hija que se fue a estudiar a Barcelona; ese si fué todo un acontecimiento. No, me refiero al piloto. Al principio muy tranquilo, ni la mano me tocaba, muy serio el hombre, llegaba con la despensa a mi casa, golosinas y nieve incluida. Veíamos películas en casa, con mis niñas felices sentadas con nosotros, era tan tierno y cariñoso, nada que ver con el loco desquiciado que me abandonó golpeada, desnuda y esposada, bajo la lluvia en el periférico unas semanas después de haberme pedido matrimonio. Las cosas que pasan ¿verdad? Y tú, ¿qué me cuentas? ¿Ya te vas? Así ¿tan de repente? Espera, no he anotado tu teléfono, ¿tú me buscas después? ¡Claro, espero tu llamada! Adriana Calderón Casillas Guadalajara, Jalisco, México

El Tintero de la Mariposa es una publicación bimestral, editada por Tintero Editores y producida por Colectivo La Mariposa, con la finalidad de promover globalmente a los nuevos valores de la literatura y las artes gráficas juveniles. Los Derechos de los cuentos, poemas e imágenes pertenencen a sus autores y es necesario contar con el permiso explícito de ellos para su uso o reproducción parcial o total. El contenido de los anuncios es responsabilidad de sus anunciantes y no del editor. Para anunciarse en la revista: colectivolamariposa@gmail.com, (614) 235.89.11.


seis | terminal norte

Los países del

ego

En el día de elegir presidente, todos celebran porque es conveniente este líder que todos quieren, gracias a lo que hace es posible tener un ambiente sin alteraciones, nada distinto al tráfico diario de las personas a través de las calles, haciendo autostop, mientras los semáforos sirven para conocer gente amigable, todos bienvenidos con las mismas caras, mirando la sociedad como el gran escenario que se expresa en las noticias, con preferencia hacia las cosas cercanas, la montaña, los barrios, lugares para el bienestar. Pero esa noche estaba lloviendo, así que los mandatarios no se preocupaban por el contenido geográfico, porque su especialidad nunca fue la relación directa con el afecto por las personas, esos que llamaron votantes en otras épocas, pero ahora era simples seres humanos que habitaban en el territorio nacional, nada más que eso eran. Ignorantes de lo que pasaba cerca de los países aquellos, los países del ego, así como el más conocido de estos, guardaba sus preferencias en esta clase de juego de poder, cuando las empresas se hicieron para algo, echar hacia los juzgados con

todas las cosas que no aportaran, como la debilidad de las almas, porque la realidad económica del momento se llamaba la guerra, decían que era para entender procesos de cambio, iban a entablar sus decisiones sobre esta hostilidad inútil, sin tener en cuenta la conocida humanidad inconsciente, los inocentes que hasta el momento estaban desconociendo la realidad, incautos bajo la protección del hogar, mirando la televisión como el más triste símbolo de la suciedad del mundo, así que sin pensar en cambiar las circunstancias, este buen hombre, el líder sensato, cerró sus ojos tratando de creerlo, y gracias a una simple firma, la guerra comenzó al día siguiente. Una vez más... ¡Gracias, Señor Presidente!

Texto e ilustración: Raúl Mauricio Gómez, Colombia.




“Celesta” el esqueleto

Celesta era un esqueleto que amaba mirar al cielo cuando había luna llena, pero la noche que se anunciaba el plenilunio, la luna iluminaba como nunca, así que Celesta quiso ver esta gran luna en el firmamento. Se arregló para escapar con todos sus huesos de aquel cementerio; luego se fue caminando hasta un parque que había cerca, donde estuvo sentado toda la noche observando el firmamento, esto le dio una alegría inmensa porque la luna parecía más grande esa noche, así que se quedó observando, pero no pudo evitar quedarse dormido en este parque, en lugar de regresar al cementerio. Al amanecer unos chicos lo encontraron y comenzaron a jugar con sus huesos, lo desarmaban, lo volvían a armar... después lo lanzaron hacia arriba, algu-

nos de sus huesos se quebraban al caer... también un perro que pasaba cerca se robó algunos huesitos para enterrarlos, como hacen los perros... los demás huesos quedaron en el camino, entonces los autos que pasaban les estropearon hasta volverlos polvo de hueso... sólo quedó intacta la cabeza del esqueleto, junto a unos arbustos, así que a un hombre le pareció graciosa, y se la llevó para ponerla como adorno en el jardín de su casa. Pero una noche mientras regaba el jardín, el esqueleto despertó... -¡Buen hombre! -le dijo. -¿Qué quieres? -respondió el hombre aquel... -eh… sí... buen hombre... es que me encanta mirar la luna... ¿puedes hacerme el favor de ponerme en dirección hacia donde cada noche aparece la luna en el firmamento? ... así lo hizo aquel hombre... desde entonces en este jardín, había una calavera que miraba al cielo, buscando la luz de la luna. Raúl Mauricio Gómez, Colombia


diez | en lo que te tomas un café

Banca Adriana Ramírez Caballero

rrota

Aquello era inaudito, todos los obreros llegaban al trabajo con puntualidad, los adolescentes se despertaban a buena hora para desayunar, los autobuses llegaban en tiempo y forma, los trámites se agilizaban de manera sorprendente, el dinero rendía a las amas de casa hasta para un gustito, las protestas cesaron; solo a Pedro le iba mal, su negocio estaba al borde de la quiebra. Llamaba desesperadamente a su proveedor, nunca le había fallado, Pedro era uno de los hombres más prósperos y adinerados de la ciudad. Al fin contestaron la llamada: -¿Qué tal? Soy Pedro ¿Por qué no han venido a surtir hoy? -dijo con toda la educación que pudo a pesar del enojo. Una voz alámbrica le contestó: -Estoy muy apenado señor, se nos han terminado los pretextos. ADRIANA RAMÍREZ CABALLERO. Nació el martes 19 de marzo de 1991 aún en invierno, en la capital de Chihuahua donde vive, trabaja y escribe. Le inspiran las puertas abiertas y aún más, las cerradas, las calles, los rostros, la música urbana... Es licenciada en Letras Españolas por parte de la Universidad Autónoma de Chihuahua y actualmente cursa la Maestría en Humanidades en el área de Posgrado de la Facultad de Filosofía y Letras. Es madre mamá-maestra de tiempo completo. Gusta de inventar, escribir, corregir y desmembrar cuentos propios y ajenos.


once | en lo que te tomas un café

El autor falso Amsterdam, que no era su nombre real, vivía al final del callejón, siempre metido en sus ideas complicadas; así lo conocían; simplemente una persona que soñaba con crear rutinas desde su laboratorio de física cuántica y letras, una antigua biblioteca donde se ponía en las tardes a comparar los libros con los fenómenos de la realidad, en algun momento se escuchaba hablando de cierto tema, algo que había pasado; mientras expresaba sus argumentos: -Los libros que se usan pueden caer al depósito del agua, como le pasó a uno de sus tantos libros. Así decía. –soy un astrofísico, puedo permitir esto. Jamás dejaba su actitud rebelde, excepto en las tardes, cuando era su momento. Pero ahora conoció que uno de sus libros había caído dentro del agua, la que era el objetivo principal de su más reciente experimento, o su idea tonta de que las palabras y a veces los sentidos de la realidad, podían llegar a combinarse cuando cambiaban de estado, no era sólo su propuesta de alguna fuerza poderosa, sino más bien porque para él eran fuente de aprendizaje sobre elementos de la realidad, enfocados sobre todo en las ondas de la astrofísica cuántica, que era su más reciente objeto de estudio; intentando que emociones humanas como el odio o el amor, se volvieran una fuerza abstracta a través de las ondas expresadas en la superficie del agua, y así terminar dentro de sus libros, pero no hablaba de esto con nadie porque estaba seguro de que lo llamarían demente. Seguía por allí fingiendo ser apenas un autor falso que vivía para crear historias como siempre, tal vez. Sólo una ciencia de ejercicios pocos de la física cuántica, así como herramientas de prueba, todo ocurriendo dentro de una biblioteca de científico loco. Así que entonces puso su libro cerca de la puerta para que le diera un poco de aire seco de la noche, junto otros libros desordenados, junto una hoja amarilla que encontró reposando en un antiguo libro, que alguna vez guardó ahí en las tardes calmadas, siempre imaginando, siempre... Así que la estupidez le tuvo respeto ese día, había visto la sombra que cobija los cielos. Así que el libro


once | en lo que te tomas un café

mojado, el que había caído al agua, ahora sus hojas se estaban secando, las páginas de color periódico llevaban en sus almas casi toda la historia probable, se encontraba frente al libro, ahora con sus letras un poco más legibles, con la posibilidad de leer el título del libro, se trataba de una obra que respondía al nombre de “Breve descripción del discurso como forma de vida”. –¡Nadie nunca lo había leído. Pasaron varios días y la gente se preguntaba dónde se hallaba este científico de observatorio de callejón, nadie supo nada más de él. Pero algunos vecinos buscando entre sus cosas, al leer este libro, descubrieron que allí adentro se encontraba el científico, ahora era parte de este relato de libro, porque luego de tanto experimentar con la cuántica y la literatura, logró por fin lo que nadie había imaginado; nacer de nuevo pero esta vez en forma de letras amigables, estaba dentro del libro, y mejor aun podía viajar entre todos sus libros, los que había en su biblioteca. La noticia se supo, y nadie intentó recuperarlo porque el mundo no pensaba que esto fuera algo básico, simplemente era fantástico, quisieron otorgar a este hombre un premio acorde con sus logros, pero no podían hablarle, sólo era posible leer estas páginas donde probablemente hablaría de sus costumbres y de su soledad, aunque como lo pensaba en ese instante, casi siempre la soledad era costumbre en las personas, incluso el temor a la muerte, todo por intentar explicar lo que en esencia somos, y llegar a aparecer como personas inconscientes, pero hermosas. -¿por qué no lo entienden? Fue la pregunta que hizo el astrofísico esa noche, que por cierto no pudo dormir ni un instante, porque el viento seguía moviendo estas hojas del libro, hasta cuando estuvieran totalmente secas. ¡Eso sería pronto! Texto e ilustración: Raúl Mauricio Gómez, Colombia.

Por CAFÉ LA MARIPOSA



Manawee

catorce | un cuento

Un hombre fue a cortejar a dos hermanas gemelas. Pero el padre le dijo: “No podrás casarte con ellas hasta que no adivines sus nombres.” Aunque Manawee lo intentó repetidamente, no pudo adivinar los nombres de las hermanas. El padre de las jóvenes sacudió la cabeza y rechazó a Manawee una y otra vez. Un día Manawee llevó consigo a su perrito en una de sus visitas adivinatorias y el perrito vio que una hermana era más guapa que la otra y que la segunda era más dulce que la primera. A pesar de que ninguna de las dos hermanas poseía ambas cualidades, al perrito le gustaron mucho las dos, pues ambas le daban golosinas y le miraban a los ojos sonriendo. Aquel día Manawee tampoco consiguió adivinar los nombres de las jóvenes y volvió tristemente a su casa. Pero el perrito regresó corriendo a la cabaña de las jóvenes. Allí acercó la oreja a una de las paredes laterales y oyó que las mujeres comentaban entre risas lo guapo y viril que era Manawee. Mientras hablaban, las hermanas se llamaban, la una a la otra por sus respectivos nombres y el perrito lo oyó y regresó a la mayor rapidez posible junto a su amo para decírselo. Pero, por el camino, un león había dejado un gran hueso con restos de carne al borde del sendero y el perrito lo olfateó inmediatamente y, sin pensarlo dos veces, se escondió entre la maleza arrastrando el hueso. Allí empezó a comerse la carne y a lamer el hueso hasta arrancarle todo el sabor. De repente, el perrito recordóvsu olvidada misión, pero, por desgracia, también había olvidado los nombresvde las jóvenes. Corrió por segunda vez a la cabaña de las gemelas. Esta vez ya era de nochevy las muchachas se estaban untando mutuamente los brazos y las piernas con aceite como si se estuvieran preparando para una fiesta. Una vez más el perrito las oyó llamarse entre si por sus nombres. Pegó un brinco de alegría y, mientras regresaba por el camino que conducía a la cabaña de Manawee, aspiró desde la maleza el olor de la nuez moscada. Nada le gustaba más al perrito que la nuez moscada. Se apartó rápidamente del camino y corrió al lugar donde una exquisita empanada de kumquat se estaba enfriando sobre un tronco. La empanada desapareció en un santiamén y al perrito le quedó un delicioso aroma de nuez moscada en el aliento. Mientras trotaba a casa con la tripa llena, trató de recordar los nombres de las jóvenes, pero una vez más los había olvidado. Al final, el perrito regresó de nuevo a la cabaña de las jóvenes y esta vez las hermanas se estaban preparando para casarse. “¡Oh, no! —pensó el perrito—, ya casi no hay tiempo.” Cuando las hermanas se volvieron a llamar mutuamente por sus nombres, el perrito se grabó los nombres en la mente y se alejó a toda prisa, firmemente decidido a no permitir que nada le impidiera comunicar de inmediato los dos valiosos nombres a Manawee.


Manawee

quince | un cuento

El perrito en el camino vio los restos de una pequeña presa recién muerta por las fieras, pero no hizo caso y pasó de largo. Por un instante, le pareció aspirar una vaharada de nuez moscada en el aire, pero no hizo caso y siguió corriendo sin descanso hacia la casa de su amo. Sin embargo, el perrito no esperaba tropezarse con un oscuro desconocido que, saliendo de entre los arbustos, lo agarró por el cuello y lo sacudió con tal fuerza que poco faltó para que se le cayera el rabo. Y eso fue lo que ocurrió mientras el desconocido le gritaba: “¡Dime los nombres! Dime los nombres de las chicas para que yo pueda conseguirlas”. El perrito temió desmayarse a causa del puño que le apretaba el cuello, pero luchó con todas sus fuerzas. Gruñó, arañó, golpeó con las patas y, al final, mordió al gigante entre los dedos. Sus dientes picaban tanto como las avispas. El desconocido rugió como un carabao, pero el perrito no soltó la presa. El desconocido corrió hacia los arbustos con el perrito colgando de la mano. “Suéltame, suéltame, perrito, y yo te soltaré a ti”, le suplicó el desconocido. El perrito le gruñó entre dientes: “No vuelvas por aquí o jamás volverás a ver la mañana.” El forastero huyó hacia los arbustos, gimiendo y sujetándose la mano mientras corría. Y el perrito bajó medio renqueando y medio corriendo por el camino que conducía a la casa de Manawee. Aunque tenía el pelaje ensangrentado y le dolían mucho las mandíbulas, conservaba claramente en la memoria los nombres de las jóvenes, por lo que se acercó cojeando a Manawee con una radiante expresión de felicidad en el rostro. Manawee lavó suavemente las heridas del perrito y éste le contó toda la historia de lo ocurrido y le reveló los nombres de las jóvenes. Manawee regresó corriendo a la aldea de las jóvenes llevando sentado sobre sus hombros al perrito cuyas orejas volaban al viento como dos colas de caballo. Cuando Manawee se presentó ante el padre de las muchachas y le dijo sus nombres, las gemelas lo recibieron completamente vestidas para emprender el viaje con él; le habían estado esperando desde el principio. De esta manera Manawee consiguió a las doncellas más hermosas de las tierras del río. Y los cuatro, las hermanas, Manawee y el perrito, vivieron felices juntos muchos años. Krik Krak Krado, este cuento se ha acabado Krik Krak Kron, este cuento se acabó.

Versión publicada en el libro “Mujeres que corren con los lobos” de la Dra. Clarisa Pinkola Estés, Psicoanalista junguiana internacionalmente reconocida como especialista, poeta, contadora y guar-diana de antiguos cuentos de la tradición latinoamericana.









veintitrés | la entrevista

Eliud Solís

Educar y componer,

la gran apuesta Educar y componer son dos labores que en apariencia no tienen mucho qué ver la una con la otra, salvo que ambas requiren de mucha paciencia y conocimientos para poder ver resultados satisfactorios. Enseñar música a niños de maternal y preescolar no es una labor sencilla, para ello es importante considerar que son muy pocos los pequeños de edad que cuentan con conocimientos y experiencia previa en cuestiones de ritmo y estructura musical además, se trata de personitas que todavía se mueven con dificultad y muchos de ellos incluso, apenas comienzan a hablar; para componer, por otro lado, además de tener la instrucción profesional adecuada, se necesita tiempo para madurar la idea de componer, estudiar sobre el tema y probar la sonoridad de lo que se está componiendo... TEXTO Y FOTOGRAFÍA M A R T H A C E C I L I A S O T O


veinticuatro | la entrevista

Eliud Solís, es especialista en guitarra y compositora, aunque en los últimos años se ha dedicado a la enseñanza musical de bebés y niños que no han cumplido los 6 años de edad por lo que su experiencia como educadora musical la ha llevado a descubrir las maravillas de acercar a los niños al arte. Incluir asignaturas artísticas en los programas educativos no puede ser un capricho de unos cuantos, tendría que ser más bien como una obligación del estado: educar en el arte, “si tú le enseñas a un niño cualquier disciplina artística, a la vuelta de los años verás que todo comienza a reflejarse en lo particular y en lo general nos convertiremos en una sociedad pensante, sin ‘ninis’ ni gente que tira la basura en la calle porque el arte sensibiliza, te vuelve más comprensivo, más humano, menos interesado en la violencia, en lo económico y en lo material; preservar el arte mediante la educación, a largo plazo es crear una mejor sociedad, creo sinceramente que si el arte no existiera el mundo ya habría dejado de existir”. Son las palabras de la compositora y educadora chihuahuense, Eliud Solís. “Con los niños las cosas son diferentes, ellos te ponen el ritmo de la clase y si la clase no tiene ganas de brincar ese día, no habrá poder humano que logré cambiarlos, con los niños tienes que estar preparado para improvisar, porque puedes tener una clase muy estructurada y si la intención y el ánimo del grupo no coincide con lo que tú tenías preparado, tienes que estar listo para ser flexible y buscarle el modo”, afirma, la maestra Solís. Un educador musical de niños tan pequeños no se trata sólo de enseñarlos a que reconozcan patrones musicales o sigan el ritmo de las canciones, tener una asignatura de apreciación musical puede ser también una gran herramienta para descubrir algunos potenciales problemas en los pequeños, si bien es cierto que un instructor musical no es el profesional indicado para diagnosticar, su presencia en el grupo sí puede resultar un factor determinante para descubrir algún trastorno del aprendizaje a una temprana edad y esa forma coadyuvar a que los


veinticinco | la entrevista

padres del alumno en cuestión busquen la ayuda requerida. Los beneficios y las ventajas de la enseñanza musical no es un tema nuevo, sin embargo, son muy pocos los esfuerzos que se han realizado de manera genuina para preservar la existencia de materias artísticas en las escuelas y cuando se hace, tal parece que los responsables –las autoridades- buscan más bien incrementar sus números en lugar de querer resultados a largo plazo. Y entonces, viene la forzosa pregunta sobre la factibilidad de implementar un plan en el que las escuelas conformen orquestas infantiles. La idea de implementar un sistema educativo musical basado en la creación de orquestas infantiles es excelente, el problema es que no se puede hacer como si se tratara de orquestas de microodondas. Es una muy buena idea a la que debemos tenerle paciencia, “darle el tiempo necesario y motivar mucho al niño, porque si lo presionas a que forzosamente aprenda a tocar un instrumento además de toda la carga académica que ya tiene, lo va a rechazar o va a tronar; primero lo tienes que enamorar de la música para que lo vea como algo suyo y no como algo impuesto; es una excelente idea que debe madurar”, señala Eliud Solís y nos pone el ejemplo de muchos países desarrollados que le han apostado a la educación artística y la difusión de la cultura; invierten su tiempo, su esfuerzo y sus presupuestos para que los niños aprecien el arte como algo más que un capricho o como un bien de élite en poder de los más privilegiados pero, para eso, aún tenemos que recorrer un largo camino que no siempre vamos a ver reflejado en los informes de gobierno o en las estadísticas, para ello tendríamos que apelar a la paciencia y la esperanza del pueblo y el gobierno y eso, ya sabemos no siempre termina bien. “Darle tiempo al tiempo”, no sólo es una frase dicha de dientes para afuera, es una lección que esta artista ha debido experimentar en carne propia, como educadora y como compositora, ya que tanto una como otra actividad requieren tiempo y paciencia. Sobre su labor como compositora, no explica que su más reciente obra, la ópera Basaseachi, basada en la leyenda de la doncella rarámuri que lleva el mismo nombre...


veintiseis | la entrevista

Cuenta la leyenda que hace muchísimo tiempo en la Alta Tarahumara existía un amo y señor llamado Candameña que tenía una hija llamada Basaseachi, una joven doncella llena de cualidades sin igual, motivo por el cual existían muchos hombres e hijos de nobles que aspiraban a desposarla. Candameña era un hombre muy celoso y exigente que se oponía a que su hija se casara con cualquiera y por lo tanto, sus pretendientes debían superar difíciles pruebas. A final de cuatro pruebas especiales, todos los aspirantes murieron, ni un solo hombre que quedó para casarse con su hija, ella, invidadida por la tristeza se arrojó al abismo y fue así como surgió la cascada que lleva su nombre y aún ahora, se dice que si se pone atención se pueden escuchar los lamentos de la joven en el fondo de la casacada. °o°°O°°o°

Esta hermosa y trágica leyenda rarámuri es la base de una ópera compuesta por Eliud con la finalidad de promover el rescate de las tradiciones indígenas, aunque, nos explica que no busca imitar los sonidos tarahumaras sino más bien quiere hacer un homenaje a esta cultura, ya que la ópera, cuya investigación le ha llevado al menos unos 5 años, fue compuesta para ser interpretada para orquesta completa con la presencia de instrumentos tradicionales de esta cultura y cantada en rarámuri, con algunas licencias literarias en cuanto al contenido del guión pues, durante todo el tiempo que estuvo investigando no encontró cuáles fueron las 4 pruebas específicas que pudieron haber puesto a los pretendientes y por ello se basó en las costumbres tarahumaras. Nos comenta la compositora que aún todavía después de haber terminado de escribir esta obra, sigue revisando y realizando cambios, porque ninguna obra está terminada por completo, siempre existe la posibilidad de superarse y lo mismo sucede con la enseñanza: la principal fuente de superación, ejemplo y aprendizaje -paradójicamente- para un educador, siempre serán sus alumnos y con más razón si se trata de niños ya que para ellos, el aprendizaje es una constante. o.o0o.o

Vale resaltar que además de la ópera Basaseachi, Eliud Solís ha compuesto otras obras basadas en la cultura rarárumi como una pieza musical sólo para orquesta también llamada Basaseachi, otra suite compuesta para danza, denominada Nimí, que es una denuncia ante el maltrato hacia las mujeres, la música para el montaje escénico llamado Leyendas Rarámuris y la música para la narración oral Gawí Tónara, los pilares que sostienen al mundo.


veintisiete | terminal sur

Pasillos

Relatos de ida y atleuv

Adriana Calderón Casillas

Nada más que las lágrimas de mi madre en mi hombro, al ver pasar por el pasillo central del templo, el ataúd de madera pulida de su hermano mayor. Desde el inicio de mi vida , en un angosto, oscuro y húmedo canal de parto, apenas si me he acomodado en los tibios y sudorosos brazos de mi madre, cuando otro ser me lleva lejos de ese primer puerto seguro rumbo a la antiséptica e iluminada sala de cuneros. Crecí entre el húmedo pasillo de la escuela de flamenco, los olores a desinfectante del baño del club deportivo, las luces titilantes del túnel bajo el escenario del colegio para el festival de navidad, el eco de otras voces olvidadas en el hospital donde mamá espera la llegada de mi 6to hermanito. Perderme en un pasillo camino a una entrevista en un gran corporativo puede ser desgastante, encontrar tu hermosa sonrisa al final de éste, en la puerta de la oficina correcta, salva mi día por completo. Camino del brazo de mi padre y, enmarcado por ramos de flores blancas, te miro al final del amplio pasillo de la capilla donde seremos marido y mujer. Me pierdo en tu mirada que hace que todo lo demás pierda contorno y se difumine en la distancia. Después, colgada de ti, salimos en busca de nuestro destino. Estos brazos tuyos apretándome contra la pared del oscuro pasillo del teatro, entre el segundo y tercer acto, me devuelven el aliento que perdí hace días cuando por otro pasillo me anunciaban que mi maleta no había llegado junto con el avión, aun anda dando vueltas de andén en andén, pero ya no importa, yo llegue a puerto y estoy estrenando mi piel bajo tus expertos dedos, mientras respiro de tu aliento ganas locas de probar otro sabor, otra vida. Te quedaste solo cuatro meses, que bastaron para llenar mis noches con tu presencia. Supe que tu viaje seria sin retorno al ver al doctor empujando tu silla de ruedas por el pasillo que termino en la puerta cerrada de oncología, aquella mañana que no pudiste levantarte de nuestra cama. Te acompañe día a día, en el lento consumirse de tu entusiasmo, nuestras manos juntas, nuestras miradas húmedas, sin planes para el mañana. El recuerdo de tu risa y tu olor me acompañan todo el tiempo. Mi madre limpia las lágrimas que fluyen a raudales por mis mejillas, yo que pensaba consolarla de su pérdida, me descubro acogida bajo sus alas protectoras. Me toma del brazo para salir del templo, estoy cansada, mi vientre dará fruto en unos meses, el pasillo iluminado, es mi esperanza.


veintiocho | terminal sur Relatos de ida y atleuv

Lucky Strike Mónica Albarrán

Me gusta la libertad de lo incierto, de no saber qué hacer y hacerlo cuando ya no queda más remedio, pero me gusta más la sorpresa que me regala esa libertad. Aunque también creo que ese amor que le he agarrado a lo incierto me ha preparado muy malas jugadas. Me gusta el azar. Y azar va de la mano con la casualidad, que es muy diferente a la causalidad. Los días son una especie de cubilete, el mundo se agita, se revuelve y así es como de repente conoces una persona, en el camión, en la tienda, en donde sea, todos los días caminas las calles de tu ciudad y no encuentras el as. Hasta que de repente todo choca, el cubilete se agita con más fuerza y ¡pum! Las casualidades se encuentran. Saqué el cigarro rojo y se lo di como una ofrenda, era todo lo que podía darle, estábamos en el corazón de la ciudad de México, sentados en la escalonada del Ángel de la Independencia. —¿Por qué me trajiste aquí? —Porque quiero que cada vez que en la tele o en un anuncio o en donde sea que veas el Ángel de la Independencia te acuerdes de mi. Nos fumamos e l cigarro que ya comenzaba a añejarse por los meses que estuvo guardado. Me supo a gloria a pesar de haberl e dado solo un par de caladas, quería que sus labios tocaran el filtro y que emanara el delicado humo. La tarde que llegué a Monterrey me encontré con una librería. La mayoría eran muy nuevos, pero sólo uno llamó poderosamente mi atención, lo abrí al azar y leí un párrafo, decía algo como: “para escribir una novela basta con una semana de viaje, más tiempo sería imposible escribirla”. Al otro día compré una caja de cigarros, cuando la abrí me llevé una sorpresa era tan extraño que no supe que pensar. Pocas horas después una paloma me cagò en el brazo mientras yo tomaba un jugo de naranja, bien cómico. Muchas horas después mirè al diablo a los ojos, también estaba fumando y le vendì mi alma, no, miento, se la regalé. Y supe


veintinueve | terminal sur Relatos de ida y atleuv

que no la quería de vuelta cuando amanecí con él aferrándome a sus manos. — ¿No te da risa que nos hayamos encontrado en una ciudad completamente diferente a la nuestra? —No, la verdad lo que me da risa es que estemos justo en la capital del país fumando ese cigarro que ha viajado conmigo a tantas ciudades esperando a que te encuentre de nuevo. —Nos vamos a encontrar siempre en ciudades que no son donde vivimos asì siempre será una aventura. En el camión rumbo a Toluca, viendo lo largo de la carretera sentí una opresión en el pecho, supe que no lo volvería a ver. Nos conocimos solo para podernos fumar el cigarro de filtro rojo. 6 meses después en alguna carretera de México: — ¡Hola! — ¡Hola otra vez! No importa el lugar, sólo puedo estar con él una semana.


treinta | terminal sur Relatos de ida y atleuv

Encuentros Alzó su varita hacia ella y la cinta violeta desapareció, luego la envolvió en un halo blanco y una pregunta resonó muy profundo dentro de su cabeza: ¿Quién eres?... Alzó la vista y se encontró sentada junto a un hermoso roble. Los pequeños seres habían desaparecido. Pero la pregunta seguía resonando en su cabeza. No tenía ni idea de cómo había llegado ahí, hacía apenas algunos momentos estaba junto al diván anaranjado y sobre éste había dejado el libro azul y el rosa. Junto a ella, una mujer vestida de violeta y largas trenzas azules la observaba. Tenía entre sus manos un hermoso tambor con una enorme cruz celta sobre la tensa piel. ¡Vaya, te has tardado!, Sígueme ya hace rato que se abrieron las puertas - le dijo - notó sus ropas de textura suave, color terracota, con unos bordados muy finos. Soy, Hechicera de Fuego, alcanzó a decir, intentando seguir lo más de cerca a aquella mujer que avanzaba como si danzara. Hola, me llamo To-tai. Sin decir más aceleró el paso, para alcanzar un sendero tan estrecho y cubierto por el pasto, que era difícil de ver a simple vista. Se sentó en el suelo y acomodó el tambor entre sus piernas. Los primeros sonidos fueron cortos, pero luego se sucedieron de tal manera, que una cascada de sonido profundo salió de ellos. Esto hizo que un chispazo de luz brillara tenuemente en el sendero, que se fue ampliando hasta darles cabida a ambas. Hechicera supo entonces que sus runas habían llegado al lugar a donde pertenecían, porque dentro de la bolsa ceñida a su cintura se desprendía un calor que no había sentido antes. To-tai terminó su melodía, se levantó para estirar los brazos y con una amplia sonrisa dijo ¡Bienvenida a Nowhere!, en el Castillo azul nos están esperando.


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