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No es de este mundo

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El aroma de Ibiza

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No es de esteMUNDO

por VALERIE PRÄKELT

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Entre las montañas de sal de Salin-de-Giraud, la galerista Mélissa Paul y el marchante Victor Gastou encontraron el escenario perfecto para la obra de la ceramista francesa Agnès Debizet, que posa con su silla Crustacé.

s

e podría decir que las montañas son las unidades básicas de la naturaleza. Las elevaciones, la erosión, los desniveles, todo es arquitectura. En Salin-deGiraud, en la Camarga (al sur de Francia), no hay verdaderas montañas, pero sí extrañas cumbres de sal con estanques coloreados de rosa a sus pies –fruto de la extracción– que recuerdan mucho más a los paisajes lunares que a la región industrial de los alrededores de Arlés. En pleno confinamiento, un pequeño grupo se adentró en este paisaje, desierto por la pandemia, y lo convirtió en el escenario ideal para las esculturas de la ceramista francesa Agnès Debizet: "Ansiábamos salir, por eso surgió la idea de mostrar sus obras fuera del espacio de la galería". Así describe la galerista londinense

“MIS ESCULTURAS EN ESTE INCREÍBLE PAISAJE, Y LA MIRADA DEL FOTÓGRAFO: ESTA SESIÓN FUE COMO UN SUEÑO SURREALISTA“. AGNÈS DEBIZET

Mélissa Paul el proyecto fotográfico que realizó junto a su colega parisino Victor Gastou, el fotógrafo Stephan Julliard y la propia artista. Según Victor, "el trabajo de Agnès es extraordinario, como si no fuera de este mundo". Entre los montones del mineral y las salinas, las piezas de Debizet (Marsella, 1957) parecen simpáticos extraterrestres que regresaran a su planeta natal. Aunque las fotografías solo pretendían mostrar el trabajo de la escultora, bien podrían ser obras de arte en sí mismas; dada la belleza de la cerámica de Debizet. "Hay algo surrealista en ellas", explica Agnès. "Hace tiempo que algunas obras se fueron a otros lugares, pero ahora me quedan estas fotos para seguir soñando". Debizet, que aprendió los fundamentos de su profesión en clases nocturnas en París a principios de la década de 1980, realiza esculturas, lámparas, muebles y objetos de arcilla

Las cerámicas de Agnès Debizet parecen creadas para este lugar de visión extraterrestre. A la izda., sillón Aztèque y mesas de la misma serie. Abajo, la escultura Arbre à Quatre, de 2009, de más de dos metros.

de un tamaño inusual y aspecto orgánico, que a veces recuerdan a los edificios de Gaudí y otras a piezas de iconos franceses de mediados de siglo como Valentine Schlegel. "Pone constantemente a prueba los límites de su conocimiento", nos cuenta Melissa Paul, resumiendo su fascinación por la artista. "Es una fuerza de la naturaleza", secunda Victor Gastou. Una que trabaja constantemente, creando siempre algo nuevo. Y continúa diciendo "su obra es como enamorarse. No se puede explicar racionalmente. Me llevaría a casa cualquiera de sus objetos". Debizet ha instalado su estudio en una casa de campo en Saint-Mauriceaux-Riches-Hommes, a una hora y media al norte de París. Allí corta la arcilla en tiras anchas, que coloca unas encima de otras. De este modo, también crea formas de gran tamaño. "Mis conocimientos de cerámica son limitados y no soy una virtuosa del horno, pero se me da bien modelar". Diga lo que diga, todo en ella es

arquitectura. GALERIEYVESGASTOU.COM | GALERIE-MELISSA-PAUL.COM En las imágenes, tres lámparas de Agnès Debizet, que la galería Yves Gastou quiso incluir en esta producción fotográfica.

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