Antonio Danoz
Cincuentena Pascual En camino con JesĂşs resucitado
© SAN PABLO, 2005 Ferrenquín a la Cruz de Candelaria Edificio Doral Plaza, Local 1 Apartado 14.034, Caracas 1011-A, Venezuela Telfs.: (0212) 573.63.46 - 576.76.62 - 577.10.24 Fax: (0212) 576.93.34 E-Mail: spediciones@cantv.net Web site: http://www.sanpablo.org.ve Impreso en Venezuela
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Presentación Empiezo agradeciendo a Dios la dicha de haber descubierto, desde mis primeros años, la riqueza admirable del misterio pascual: co nocido, contemplado, anunciado, celebrado y vivido en el día a día de existencia cristiana. Como proclamador de este misterio a todas las gentes, en mi condición de misionero “anunciador de la redención abundante”, me parte el alma contemplar que la inmensa mayo ría de los cristianos, incluidos muchos “espirituales”, desconocen “lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo” de este misterio de amor, que es el misterio pascual. El torrente espiritual que es la vivencia pascual, sigue bajo siete sellos para la inmensa mayoría de los fieles cristianos. Apenas se vislumbra como una acequia, que corre casi avergonzada entre la maraña de mil devociones. En el ritual judío de la cena de Pascua, el más joven de los participantes pregunta al jefe de familia:” ¿Qué significa para nosotros este rito?” (Ex 12,26). El que preside la cena hace la catequesis explicativa: “Este es el sacrificio de la Pascua de Yavé, que pasó de largo por las casas de los israelitas… (Ex 12,27). Este “paso” de Yavé constituye la primera Pascua. Es un acontecimiento decisivo en la historia del pueblo; hay que celebrarlo. Para ello, el pueblo instituye la fiesta de la Pascua que se ha de celebrar anualmente. Los cristianos tenemos nuestra Pascua. Su origen es también un nuevo “paso” de Dios salvador, que tiene lugar en la muerte y resurrección de Jesús. La comunidad cristiana, también ha decidido hacer memoria de este acontecimiento, celebrándolo cada año en la fiesta de Pascua. Nos acercamos a la celebración del misterio de Pascua, para dar razón de su celebración, de su significación, de su conexión con nuestra historia y con nuestra vida. Lo más normal sería fijarnos en la totalidad del misterio pascual y su celebración. La totalidad es la celebración de Jesús, que nació, anunció la Buena Noticia del reino de Dios, murió, estuvo sepultado, resuci5
tó. En esta ocasión nos vamos a fijar en la cincuentena pascual. Son los cincuenta días que se inician con la solemne celebración de la Pascua. Esta celebración continuada de la Pascua, está necesariamente ligada a la celebración de la totalidad del misterio. Fijarnos en el tercer tiempo: “resucitó al tercer día”, no significa ruptura con los otros dos: “padeció-murió, fue sepultado”. Los textos bíblicos que hablan del Resucitado, no dejan ninguna duda de que se trata del Crucificado. Estamos acostumbrados a recorrer los pasos de la primera parte de la celebración del misterio pascual: pasión, muerte, sepultura, por medio del Vía-Crucis. Comienza en el prendimiento en el huerto y concluye con la sepultura de Jesús. Muchos cristianos se han quedado vigilando un muerto, custodiando su sepulcro. El “Vía-Crucis”, tiene su continuación en la “Vía-Pascua”, que algunos han llamado “Vía-Lucis”. Hay un “Camino pascual” que los cristianos tenemos que recorrer también. Esta es la propuesta que hacemos a todos los cristianos: Hagamos el camino de la Pascua. Jesús nos invita al seguimiento: “Hagan camino conmigo”. Por eso, el “Camino pascual”, lo hacemos de la mano de Jesús resucitado. Él es quien lo hizo primero; el que lo hizo mejor. Los discípulos hicieron la primera parte del camino pascual, desde la huida y el desconcierto, a partir del prendimiento, hasta la sepultura. También hicieron la segunda parte de la mano de Jesús Resucitado. Los evangelios nos han dejado testimonios vivos de este caminar de los discípulos, desde el sepulcro hasta los encuentros con el Resucitado y su misión de anunciar el Evangelio a todos los pueblos. Estos relatos, de modo especial, nos servirán de “libro de ruta” en nuestro caminar. Si tenemos en cuenta los escritos del evangelista Lucas, la duración del camino es de cincuenta días. El Camino pascual lo hacemos en comunidad. Como los discípulos, nos reunimos para “escuchar las enseñanzas de los apóstoles”, que han llegado hasta nosotros en los escritos del Nuevo Testamento; para “partir el pan”, gesto fundamental para reconocer al Resucitado; para anunciar a Jesús, a quien los responsables del pueblo “mataron por manos de los impíos, y que Dios resucitó de entre los muertos”. 6
Nos proponemos invitar a los discípulos y seguidores de Jesús, a adentrarse en las fuentes de donde mana toda espiritualidad genuinamente cristiana. Lo hacemos de forma sencilla, para que pueda ser asequible a todos. Se trata de conseguir, que el misterio de la muerte y resurrección de Jesús, además de ser una confesión de fe pascual, sea una celebración gozosa litúrgico-sacramental, una vivencia cotidiana, un anuncio kerigmático y testimonial, sobre el cual se construya la vida personal de cada fiel y de cada una de las comunidades cristianas. Antonio Danoz, redentorista
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I.- Las Fiestas Pascuales Con este título, tomado del pregón de la Vigilia Pascual, concluía la obra “En camino hacia la Pascua”. Con estas mismas palabras quiero empezar este “En camino con Jesús resucitado”. En aquella ocasión, se trataba de la culminación de un itinerario, que se iniciaba el Miércoles de Ceniza. Ahora se trata de un nuevo punto de partida para una nueva andadura. Empieza con la celebración de la “fiesta de las fiestas” cristianas: La noche en que “Cristo asciende victorioso”, y el “día en que actuó el Señor”, con el lucero que no conoce ocaso. Se trata de la Vigilia Pascual, que culmina en el Domingo de Resurrección. Para descubrir el sentido de la Pascua y disfrutar su celebración, los cristianos tenemos que ir a las fuentes. L a primera Pascua cristiana, -la pasión, muerte, resurrección de Jesús-, aconteció en el espacio, en el tiempo y en la celebración de la Pascua judía. Desde el principio, ha mantenido un vínculo umbilical con ella. Recordemos los momentos fuertes de esta Pascua: El hecho histórico; la institución de la fiesta conmemorativa; el ritual para hacer memoria.
El hecho “Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto; he escuchado su clamor en presencia de sus opresores; conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlo de la mano de los egipcios, y subirlo a una tierra buena y espaciosa: una tierra que mana leche y miel” (Ex 3,7-8).
“Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto, y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. 10
La sangre será la señal en las casas donde ustedes moran. Cuando vea la sangre pasaré de largo ante ustedes, y no habrá para ustedes plaga exterminadora (Ex 12, 12-13).
Institución de la fiesta conmemorativa “Este será un día memorable para ustedes, y lo celebrarán como fiesta en honor de Yavé de generación en generación. Decretarán que sea fiesta para siempre” (Ex 12,14).
Ritual para celebrar la Pascua “Hablen a toda la comunidad de Israel y díganle: El día diez de este mes tomará cada uno una res de ganado menor por familia… Lo guardarán hasta el día catorce de este mes; y toda la asamblea de la comunidad de los israelitas, lo inmolarán entre dos luces. Tomarán la sangre y untarán las jambas y el dintel de las casas. Aquella misma noche comerán su carne. La comerán asada al fuego, con panes ázimos y con hierbas amargas… Así lo habrán de comer: Ceñidas las cinturas, calzados los pies, y el bastón en la mano; lo comerán de prisa. Es la Pascua de Yavé” (Ex 12,3-11). Estas son las fiestas de la Pascua; de la antigua y de la nueva. Dada la relación existente entre las dos Pascuas, establezcamos el paralelismo entre ellas. Pascua antigua: He escuchado el clamor de mi pueblo en presencia de sus opresores. He bajado para librarlo y darle una tierra que mana leche y miel (Ex 3,7-8). Nueva Pascua: “Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amó, estando muertos por nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo” (Ef 2,4). 11
Pascua antigua: Señalarán con su sangre las jambas y dinteles de las casas. Cuando vea la sangre yo pasaré de largo (Ex 12,3.13). Nueva Pascua: “En él tenemos por medio de su sangre el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia” (Ef 1,7). Pascua antigua: Guarden este rito cuando entren en la tierra que les dará Yavé. Cuando les pregunten sus hijos, ¿qué significa para ustedes este rito?, responderán: Este es el sacrificio de la Pascua de Yavé (Ex 12,25-27).
Nueva pascua: “Se puso a la mesa con los discípulos y les dijo: “Con ansia he deseado comer esta Pascua con ustedes… Tomó luego pan, dando gracias lo partió y se lo dio diciendo: “Este es mi cuerpo que se entrega por ustedes; hagan esto en recuerdo mío” (Lc 22,14.19).
El misterio de la Pascua, tanto en la antigua alianza como en la nueva, tiene tres tiempos: - El acontecimiento histórico. Pascua antigua: La liberación del pueblo de Dios de su esclavitud en Egipto. Nueva Pascua: la pasión, muerte y resurrección de Jesús. - Ritualización para la celebración de la Pascua. Antigua alianza: la celebración de la Pascua establecida en los primeros libros de la Biblia. Nueva alianza: la celebración del misterio pascual en los sacramentos, de manera especial, en la eucaristía y en el bautismo. - Conexión de la celebración de la Pascua con la vida. Se actualiza la Pascua en la celebración, para revivir en la historia presente su significación y su compromiso. La Pascua tiene que estar continuamente aconteciendo en la vida de cada persona y en el pueblo de Dios.
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II. Simbología Pascual Para decir lo inefable, no tenemos lenguaje los humanos. Apenas disponemos del balbuceo de los signos, que alumbran y oscurecen, esconden y revelan. La simbología que más se maneja para hablar de la Pascua está hecha a base de contrastes: Noche-día, tiniebla-luz, muerte-vida. Hay un signo que nos acompaña durante el tiempo pascual: el Cirio. Es el testigo permanente de que el Resucitado permanece vivo entre nosotros, en su llama que ilumina nuestras noches y derrota nuestras sombras.
Noche - día El Génesis empieza hablando de caos. Nos sitúa en la “noche de los tiempos”. Donde todo era “noche”, Dios hizo amanecer el “día”. Se inició un turnarse de noches y de días. Hubo también una noche en la que “pasó” Yavé. Y los que vivían en la noche de la esclavitud, amanecieron a un nuevo “día”, el de la libertad. Para ellos, la noche se convirtió en día. Hubo una noche, en la que Cristo atenazado por las cadenas de la muerte, asciende victorioso del sepulcro. La noche se volvió clara como el día. De un día que no conoce término.
Tiniebla - luz Frente a la tiniebla y la confusión, “se hizo la luz”. Dios levantó un muro entre la oscuridad y la luz. Y Dios vio que la luz era buena. Hubo un tiempo, en que un pueblo transitaba por sombras de muerte. Y le brilló una gran luz: “Los que vivían en tier ra de sombras, una luz brilló sobre ellos” (Is 9,1). Una columna de fuego alumbró su camino hacia la libertad. Hubo una oscuridad densa, en la que las tinieblas se extendían sobre un sepulcro y un hombre muerto. La aurora derrotó a las tinie13
blas. Un hombre nuevo se levantó como luz de los pueblos. Luz que nadie puede apagar. Por más que arde no tiene mengua; por más que brilla no conoce ocaso. Cristo es lucero matinal, antorcha vespertina, columna de fuego, que compite con ventaja con las lumbreras del cielo.
Muerte - vida No había muerte, porque la muerte no existía. Tampoco había vida. Pero existía el Dios con vida. “El que llama a la existencia a lo que no existe” (Rom 4,17). Y empezó a existir la vida: mares con cetáceos, ríos con peces, árboles con pájaros, el ser humano, “poco inferior a los ángeles”. Y hubo muerte. Sangre inocente por primera vez empapó la tierra. Hubo unos esclavos que morían bajo la bota del opresor. Y unos retoños como primogénitos que escaparon al exterminio. Hubo también una vida que se salvó para salvar a un pueblo. Un pio nero de la salvación. Su nombre era Moisés. Hubo muerte en el monte Calvario. Un justo condenado. Un ejecutado de forma violenta en una cruz, por los que se erigieron en señores de la muerte. El Dios de la vida, devolvió al muerto a la vida perdurable y eterna. El es la Vida; Señor de los que viven y vivirán para siempre. Sólo quiere saber de muertos para comunicar vida. Quien no ha andado la noche hasta encontrar el alba, no sabe, no sabrá nunca qué es la Pascua. Quien no ha perforado la tiniebla, y se ha encontrado cara a cara con la Luz que no tiene ocaso, no sabe, no sabrá nunca qué es la Pascua. Quien no ha encarado la muerte, para crear vida, no sabe, no sabrá nunca qué es la Pascua.
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Forman también parte del lenguaje pascual las teologías pascuales. La teología narrativa: La encontramos sobre todo en los evangelios y en los Hechos de los Apóstoles. La teología discursiva: La encontramos en los escritos de Juan, en la mayor parte de los escritos de Pablo, y en el resto de los libros del Nuevo Testamento. La teología mistagógica: La encontramos sobre todo en los escritos de Pablo, y en la primera Carta de Pedro.
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III. El Camino Pascual
Jesús, Camino y de camino Los relatos evangélicos hablan de Jesús itinerante, y de camino. Superado el primer tercio de su relato, Lucas afirma en su evangelio: “Se iban cumpliendo los días de su asunción, y se afirmó en su deseo de ir a Jerusalén” (Lc 9,51). El camino tiene una meta: su muerte y glorificación. A partir de este momento, en repetidas ocasiones el evangelista recuerda que Jesús y los discípulos “van de camino”. En tres momentos del relato, los sinópticos recuerdan la meta: “Iban de camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos… Y comenzó a decirles: Miren que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley, que lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, y se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán, y a los tres días resucitará” (Mc 10,32-34). El evangelio de san Juan, prefiere jalonar el camino aludiendo a tres Pascuas judías (Jn 2,13;6,4;11,15). Este camino lo hacen los discípulos con Jesús histórico. Jesús hizo el camino hasta el final, culminando en la resurrección. Para los discípulos, incluidos los más cercanos, esta etapa terminó en el sepulcro. Así lo recuerda Lucas en el relato de los discípulos de Emaús: “Nosotros esperábamos que sería él quien iba a librar a Israel; pero con todas estas cosas, llevamos ya tres días que pasó esto” (Lc 24,21).
La “recurrencia del camino” después de Pascua Con la resurrección de Jesús, encontramos la “recurrencia del camino”. La etapa que comienza, tiene como punto de partida la resurrección. Ahora se trata de hacer de nuevo camino. El camino hay que hacerlo con Jesús, pero con Jesús resucitado. Jesús se lo dice a los discípulos: “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Este “estar con los discípulos”, es hacer camino con 16
ellos. A partir de la resurrección, los discípulos serán llamados: “Los seguidores del Camino” (He 9,2). En el evangelio de Juan, Jesús se proclama “Camino” (Jn 14,6). Lucas da el nombre de Camino, también en sentido absoluto, a la comunidad. Los que forman la comunidad cristiana son “los seguidores del Camino”. El Camino aquí, es el de Jesús resucitado. Es a través de la resurrección, cómo Dios da plena autenticidad al camino histórico de Jesús. Y este camino, se convierte en referencia para todos los discípulos del Resucitado. Él hace camino con ellos, en ruta hacia los gentiles, hasta llegar a los confines de la tierra. Jesús resucitado, “va delante de ellos a Galilea” (Mc 16,7). Galilea, es el lugar donde todo empieza (Mc 1,14). Para Marcos y Mateo, es también el lugar donde todo recomienza. El camino que recomenzó en Galilea sigue vivo como el Resucitado. Sólo espera caminantes, con el corazón caliente, con valentía, con decisión. Que no se acobardan, cuando los amos del poder les impongan silencio, cuando los lleven ante los tribunales como a Jesús, cuando los encierren tras las rejas de hierro, de silencio, de papel, o lo lleven a la muerte. Este camino no tiene marcha atrás.
Nosotros y el Camino del Resucitado Estamos invitando a ponernos “En camino con Jesús resucitado”. Con la celebración de la Vigilia Pascual y el Domingo de Resurrección, la Iglesia propone a los fieles el camino pascual. Por lo general, para la inmensa mayoría de los cristianos que celebran la fiesta pascual, todo termina en el domingo de resurrección. En muchos de los fieles no existe una verdadera mentalidad pascual. Mucho menos, la determinación a hacer el camino pascual con Jesús resucitado. Suele faltar también en las comunidades cristianas una planificación pasto ral, catequética y espiritual, para convocar y acompañar a los fieles a hacer este Camino. Este caminar se realiza durante los cincuenta días que siguen a la fiesta de Pascua. En los primeros siglos recibía el nombre de “pentecostés”. Este es el nombre que le dan al principio los santos padres. 17
Más tarde, el término se reservó para el último día del tiempo pascual en que se celebra la venida del Espíritu Santo. Este “pentecostés”, se considera como un “gran domingo”, que se prolonga por espacio de cincuenta días. Cada persona, cada comunidad, ha de establecer el “libro de ruta” para el camino pascual. El referente inspirador necesario son los relatos evangélicos, el libro de los Hechos de los Apóstoles, la reflexión profunda sobre el misterio de Pascua que nos ofrecen los demás libros del Nuevo Testamento, especialmente Pablo. Ahí encontramos personas y comunidades, que hacen un difícil camino al encuentro del Resucitado. De la mano de Jesús resucitado reemprenden una nueva andadura. Pensar que el camino está hecho, es un gran error. El único que ha hecho el camino en plenitud es Jesús. No fue fácil para los discípulos de la primera hora; no lo será para los que hoy nos disponemos a hacerlo. Desde el principio, se presenta en forma de antítesis: Alto-bajo, riqueza-pobreza, fuerzafragilidad, ambición-humildad, cruz-resurrección. Tenemos que recuperar este espíritu de itinerancia pascual que animó a las primeras comunidades. Desde diversos ángulos, nos vamos a acercar a la experiencia de camino pascual que ellas han hecho. Con su ayuda, cada uno de nosotros y nuestras comunidades, crearemos nuestro estilo propio de hacer el camino. Recordemos, que Camino no hay más que uno: el de Jesús resucitado, que es la continuidad de su camino histórico. Nadie se puede inventar otro. Nadie puede hacer el camino pascual si Jesús resucitado no es el compañero, y si él no marca el paso como pionero. Jesús, comió la Pascua con los discípulos; sufrió la Pascua, pasando por la humillación hasta la muerte de cruz; gozó la Pascua, resucitando de entre los muertos. El cristiano, de la mano de Jesús, tiene que sufrir la Pascua, gozar la Pascua, hacerla vida en su existencia pascual. La experiencia de los discípulos, transmitida en los relatos, confesiones de fe, testimonios, celebraciones, con su carga de historia, de parábola, de experiencia, de celebración, nos ser virán de guía y de estímulo. 18
Un icono en el camino Cada relato pascual nos presenta una experiencia diversa, vivida en muchas ocasiones por personas distintas. Es bueno que revivamos la experiencia a través de cada persona, de cada grupo, al hilo de cada uno de los relatos. Existe uno que resulta especialmente sugestivo: es el relato de los discípulos de Emaús. Se trata de un relato emblemático, de gran plasticidad, para iluminar la ruta de encuentro con el Resucitado. En este relato, el camino físico se convierte en itinerario espiritual; el desco nocido, -el Resucitado-, se revela sabio catequeta que toma como libro de ruta las “Escrituras”; excelente presentador del signo de identidad del Resucitado: “la fracción del pan”; hábil acompañante de los caminantes, que los pone en camino hacia la comunidad. Allí comparten la experiencia con los hermanos. Aquí las cosas más llamativas, “tumba vacía”, “apariciones”, apenas si se mentan. Todo trascurre normal. Cuando parecía que se iba a producir lo extraordinario, no sucedió. Pero sí quedaron bien marcados los signos inconfundibles del camino pascual para quienes quieran hacerlo: las Escrituras, la “Fracción del pan”, la experiencia compartida en comunidad. “Se levantaron al momento, y se pusieron en camino…” Ahora el camino ha cambiado de sentido; no es de huida, sino de misión.
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Índice
Presentación
10 ESTAS SON LAS FIESTAS DE PASCUA
I.- Las Fiestas Pascuales
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El hecho
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Institución de la fiesta conmemorativa
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Ritual para celebrar la Pascua
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II. Simbología Pascual
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Noche - día
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Tiniebla - luz
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Muerte - vida
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III. El Camino Pascual
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Jesús, Camino y de camino
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La “recurrencia del camino” después de Pascua
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Nosotros y el Camino del Resucitado
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Un icono en el camino
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LA COMUNIDAD CELEBRA LA PASCUA I. Celebración del Misterio Pascual
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II. Jesús – Cordero Pascual
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III. La Fiesta Pascual de la Luz
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Canto a Cristo-Luz resucitado
25
IV. La Fiesta Pascual de la Palabra
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La Palabra, signo pascual
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Nacimiento del pueblo y la primera Pascua
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El misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesús
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La palabra se hace alabanza
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V. Fiesta Pascual del agua
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El agua, signo de Dios creador y liberador
34
El agua signo del Espíritu
34
El agua signo pascual de nuevo nacimiento
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El bautizado, signo viviente de la Pascua
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La memoria de la Pascua bautismal
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La confesión de fe pascual
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VI. La Fiesta Pascual de “La Fracción del Pan” El nuevo pan pascual
41 441
El banquete-memorial de la Pascua de Jesús
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Comer la Pascua del Señor
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EL MISTERIO PASCUAL 1. Manifestaciones del Misterio Pascual
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Formas como ha llegado a nosotros
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La terminología de la glorificación
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“Resucitado”: una nueva forma de existir
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EN LAS FUENTES DE LA FE PASCUAL I. El acceso a las fuentes de las fe Pascual
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Un hecho cierto, sin testigos oculares
59
Propuesta de la liturgia para el tiempo pascual
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II. El signo de la “Tumba vacía”
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El hecho de la “tumba vacía”
61
La interpretación del hecho
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La significación de la “tumba vacía”
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III. El testimonio Pascual de las mujeres
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Discípulas y seguidoras de Jesús
64
La experiencia vivida
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IV. María Magdalena, el amor que no desfallece
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La identidad de María Magdalena
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María Magdalena, prototipo de “discípula”
66
Las señas de identidad de la “discípula modelo”
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V. De la duda, a la seguridad de que está vivo
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“Jesús se presentó en medio de ellos”
69
El signo de las apariciones
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El Resucitado es el Crucificado
70
“Es verdad: ¡El Señor ha resucitado!”
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VI. ¿Ver y tocar para creer?
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Ruta hacia la fe pascual
72
“Dichosos los que creen sin haber visto”
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VII. El signo Pascual de la Palabras y la “Fracción del Pan”
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Decepción e incredulidad de los discípulos
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El recurso a las Escrituras
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Lo reconocieron en la “fracción del pan”
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Un itinerario pascual de conversión
76
Las Escrituras y la “fracción del pan”, nuevo itinerario de encuentro con el Resucitado VIII. La experiencia y testimonio Pascual de Pablo de Tarso “También se me apareció a mí”
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Les transmití lo que recibí
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Cristo resucitó como primicia
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IX.- María y el Misterio Pascual
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En compañía de María, la madre de Jesús
81
La experiencia pascual de María y la tradición
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EL MISTERIO PASCUAL EN SU PLENITUD I. En su presencia fue elevado al cielo
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La culminación de la etapa pascual
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Dios la ha exaltado
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La liturgia de exaltación
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Proclamen la Buena Noticia a toda la creación
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II.- Reciban el Espíritu Santo
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Protagonismo del Espíritu en el misterio pascual
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Les enviaré el Espíritu de la verdad
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Recibirán el Espíritu Santo y serán mis testigos
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El Espíritu, protagonista de la misión
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III. Nacidos de la Pascua, vivimos con Espíritu Pascual
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1. El gozo del encuentro con el Resucitado
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2.- El encuentro con el Resucitado invita a hacer el Camino
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3.- Resucitados por el poder del Espíritu, vivimos a impulso del Espíritu
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4.- Vayan y anuncien lo que han visto
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5.- Espiritualidad trinitaria
95
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CELEBRACIONES PARA EL TIEMPO PASCUAL CELEBRACIÓN PASCUAL DEL ESPÍRITU Vigilia de Pentecostés 1. Presentación
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2. Procesión de entrada
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3. Saludo del que preside
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4. Oración
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5. Proclamación de la Palabra de Dios
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6. Confesión de fe
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7. Oración de los fieles
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8. Procesión de ofrendas
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9. Conclusión de la vigilia
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CELEBRACIÓN PASCUAL DE CONVERSIÓN 1. Presentación
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2. Oración
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3. Renacidos del agua y del Espíritu
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4. Tiempo de gozo Pascual y Reconciliación
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5.- Conclusión de la celebración
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EL CAMINO DE PASCUA 1. Presentación
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Primera estación: Jesús resucita de entre los muertos
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Segunda estación: Los discípulos encuentran el sepulcro vacío
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Tercera estación: Jesús se manifiesta a las mujeres
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Cuarta estación: Aparición a María Magdalena
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Quinta estación: Aparición a Pedro y al discípulo amado
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Sexta estación: Jesús de camino con los discípulos de Emaús
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Séptima estación: Jesús se manifiesta a los discípulos en el cenáculo
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Octava estación: Tomás confiesa su fe en Jesús resucitado
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Novena estación: Jesús se manifiesta a los discípulos en Tiberíadis
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Décima estación: Jesús confía a Pedro el pastoreo
de su grey
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Undécima estación: Jesús se manifiesta a Pablo, apóstol de los gentiles
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Duodécima estación: Los discípulos anuncian a su Señor resucitado
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Décimo tercera estación: Jesús es elevado al cielo
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Décimocuarta estación: Jesús resucitado envía el Espíritu Santo sobre los discípulos
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Conclusión Se hizo luz en el camino Toca rehacer el camino
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Estructura del folleto
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