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Recopilación: P. Ángel Vagnoni 23ª Reimpresión 2009
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MODO DE REZAR EL ROSARIO Los misterios del Rosario son: Gozosos, Luminosos, Dolorosos y Gloriosos. Los días Lunes y Sábado se meditan los misterios Gozosos. Los días Martes y Viernes se meditan los misterios Dolorosos. Los días Miércoles y Domingo se meditan los misterios Gloriosos. El día Jueves se meditan los misterios Luminosos. En ocasión del rezo aplicado para un difunto se sustituye el Gloria al Padre con el rezo Dale Señor el descanso eterno.
LA SEÑAL DE LA CRUZ Por la Señal † de la Santa Cruz, - de nuestros † enemigos, - líbranos, Señor, † Dios nuestro. En el nombre del Padre - y del Hijo † y del Espíritu Santo - Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN Jesús, mi Señor y Redentor: Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén.
SEÑOR MÍO JESUCRISTO Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador y Redentor mío: por ser tú quien eres, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa en el alma de haberte ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de las ocasiones de 3
ofenderte, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos en satisfacción de mis pecados; así como te lo suplico, así confío en tu bondad y misericordia infinita, me los perdonarás por los méritos de tu preciosísima sangre, pasión y muerte, y me darás la gracia para enmendarme y para perseverar en tu santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén.
PADRE NUESTRO Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA Dios te salve, María: llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
GLORIA Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora, y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén. POR UN DIFUNTO: DALE SEÑOR EL DESCANSO ETERNO Brille para él la luz perpetua. Descanse en paz. Amén. 4
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PRIMER MISTERIO
Gabriel anuncia a María la Encarnación de Jesucristo «Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María. Llegó el ángel hasta ella y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.” María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo. Pero el ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.” María entonces dijo al ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?” Contestó el ángel: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo. Para Dios, nada es imposible.” Dijo María: “Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho”. Después la dejó el ángel» (Lc 1,26-38). Reflexión: Sepamos aceptar la voluntad de Dios, aunque no la entendamos, como la aceptó María. Un Padre nuestro, diez Ave María y un Gloria al Padre.
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SEGUNDO MISTERIO
La Virgen María visita a su prima Isabel «Por entonces María tomó su decisión y se fue, sin más demora, a una ciudad ubicada en los cerros de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Al oír Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó en alta voz: “¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas. ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!” María dijo entonces: Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz. El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su Nombre! Muestra su misericordia siglo tras siglo a todos aquellos que viven en su presencia. Dio un golpe con todo su poder: deshizo a los soberbios y sus planes. Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su siervo, se acordó de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a sus descendientes para siempre. María se quedó unos tres meses con Isabel, y después volvió a su casa» (Lc 1,39-56). Reflexión: Imitando a la Virgen, sepamos compartir con los demás los gozos y penas de la vida. Un Padre nuestro, diez Ave María y un Gloria al Padre.
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TERCER MISTERIO
Jesús nace en Belén «Por aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, por el que se debía proceder a un censo en todo el imperio. Este fue el primer censo, siendo Quirino gobernador de Siria. Todos, pues, empezaron a moverse para ser registrados cada uno en su ciudad natal. José también, que estaba en Galilea, en la ciudad de Nazaret, subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, porque era descendiente de David; allí se inscribió con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa» (Lc 2,1-7). Reflexión: Nuestro corazón ha de ser gruta de Belén donde cada día nazca de nuevo Jesús por la gracia. Un Padre nuestro, diez Ave María y un Gloria al Padre.
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CUARTO MISTERIO
Jesús es presentado en el Templo «Asimismo, cuando llegó el día en que, de acuerdo con la Ley de Moisés, debían cumplir el rito de la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, tal como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También ofrecieron el sacrificio que ordena la Ley del Señor: una pareja de tórtolas o dos pichones. Había entonces en Jerusalén un hombre muy piadoso y cumplidor a los ojos de Dios, llamado Simeón. Este hombre esperaba el día en que Dios atendiera a Israel, y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no moriría antes de haber visto al Mesías del Señor. El Espíritu también lo llevó al Templo en aquel momento. Como los padres traían al niño Jesús para cumplir con él lo que mandaba la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios con estas palabras: Ahora, Señor, ya puedes dejar que tu servidor muera en paz, como le has dicho. Porque mis ojos han visto a tu salvador, que has preparado y ofreces a todos los pueblos» (Lc 2,22-31). Reflexión: Por la fe en la salvación sepamos recibir la muerte con toda paz como el anciano Simeón. Un Padre nuestro, diez Ave María y un Gloria al Padre.
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QUINTO MISTERIO
Jesús perdido y hallado en el Templo «Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Cuando Jesús cumplió los doce años, subió también con ellos a la fiesta, pues así había de ser. Al terminar los días de la fiesta regresaron, pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres lo supieran. Seguros de que estaba con la caravana de vuelta, caminaron todo un día. Después se pusieron a buscarlo entre sus parientes y conocidos. Como no lo encontraran, volvieron a Jerusalén en su búsqueda. Al tercer día lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los maestros de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su inteligencia y de sus respuestas. Sus padres se emocionaron mucho al verlo; su madre le decía: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo hemos estado muy angustiados mientras te buscábamos.” Él les contestó: “¿Y por qué me buscaban? ¿No saben que yo debo estar donde mi Padre?”» (Lc 2,41-49). Reflexión: Jesús tenía que vivir según la voluntad de su Padre. Por eso se va desprendiendo de los lazos familiares para ocuparse de lleno en las cosas de su Padre. Un Padre nuestro, diez Ave María y un Gloria al Padre.
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