Me propongo darle la mano a Dios a través de la ciencia, la cara del César, con
la premisa de que uno o más acontecimientos históricos realizados por Dios aquí
en la Tierra, la Palabra, el “Invisible”, se tratan de obras o realidades “visibles” y
por consiguiente son cuantitativas que se pueden medir, tocar y ver, por lo que son
asequibles al método científi co: Si esas obras y maravillas fueron verdad se tratan
de señales o hechos y los hechos, hechos son: Así fueron, así son y así serán por
y para siempre