Importancia del signoen la fe en el Evangeliode San Juan

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Alberto A. Sotillo Carreño

Importancia del signo en la fe en el Evangelio de San Juan Crítica exegética de las perícopas Jn 4, 46-54 y Jn 20, 24-29


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“Si la fe puede reflexionar en sí misma y da inteligencia humana, es porque la razón está presente al interior de la fe misma”. (Giorgia Salatiello)

“La tenacidad en los esfuerzos robustece la fe en el prójimo”. (El Autor)

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Presentación

Las líneas que a continuación dedico son el producto arduo y constante de un estudio-investigación crítica hacia los pro y contra de algunos filósofos en las aparentes contradicciones que surgen a través de tradiciones, escritos y pensamientos del evangelio de San Juan, en cuanto a divergencias y episodios sucedidos pero contados en versiones diferentes por escribientes de otros evangelios. Especial reconocimiento a profesores, estudiantes y colegas en el ámbito universitario y religioso que colaboraron con perseverancia y continuo aliento a la culminación de este trabajo. A ellos vaya mi gratitud. Espero que mis pobres palabras manifiesten mi sentir.

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Introducción

Es ya conocida la importancia que tiene la palabra “signo” en el cuarto evangelio. Diversos autores lo han puesto de manifiesto últimamente. Pero el que parece darle más importancia es el propio evangelista, quien al fin de su libro concentra en ese término todo lo que ha escrito anteriormente diciendo: “Muchos otros signos hizo Jesús en presencia de los discípulos, que no están escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el hijo de Dios y para que creyendo tengáis vida en su nombre” (20, 30-31). La relación signo-fe tan marcada en esta perícopa ha suscitado la atención de muchos. No cabe duda, en el cuarto evangelio los signos juegan un papel importante respecto a la fe. Es frecuente conseguir la palabra “signo” acompañada de la palabra “creer” o de alguna otra expresión equivalente a creer. El término “signo” aparece como un concepto de significación positiva, como algo que condiciona, favorece y conduce a la fe. 9


Ante el signo de Caná sus discípulos creen en Él (2,11). Viendo los signos que Jesús hacía, muchos creen en su nombre (2, 23). Nicodemo se acerca a Jesús atraído por los signos. Gracias a los signos los judíos conocen que viene de Dios. Los signos muestran que Dios está en Él (3, 2). El segundo signo será decisivo para la fe del funcionario real y la de toda su familia (4, 54). Los judíos exigen un signo visible para creer (6, 30). Ante la resurrección de Lázaro los mismos pontífices y fariseos tienen que reconocer que, si sigue Jesús haciendo tales signos, acabarán todos por creer en Él (11, 47-48). Y como no fuese suficiente el evangelista al final resume su pensamiento en una frase: “Todos estos signos han sido escritos para que creáis” (20, 31). Sin embargo encontré dos textos en el evangelio de Juan que me pusieron pensativo ante tanto optimismo de los signos, motivo por el cual decido analizar estos dos textos en el siguiente trabajo.

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Dos textos controvertidos

He aquí dos textos: Jn 4, 46-54 y Jn 20, 2429, que parecen contradecir esta teología positiva de los signos. En el primero Jesucristo parece rebajar la importancia de los signos respecto a la fe: “Si no veis signos y prodigios -le dice al funcionario real- no creéis” (4, 48). En el segundo amonesta a Tomás en estos términos: “Porque me has visto, has creído. Bienaventurados los que no vieron y creyeron” (20, 29). El problema, pues, que se plantea es claro: ¿existe una contradicción en la teología del cuarto evangelio? Estos dos textos que acabamos de citar, ¿constituyen una negación de lo anterior o más bien habrá que integrarlos en el pensamiento del evangelista, ampliando y enriqueciendo así su teología del signo? En el primer caso tendríamos un argumento más para corroborar, si no la tesis propuesta ya por varios autores en una diversidad de 11


fuentes, al menos la de otros más moderados que admiten una elaboración del evangelio lenta, con adiciones y retoques posteriores. En el segundo caso lograríamos aportar un nuevo elemento para esclarecer el pensamiento del evangelista: complejo, pero único. Dada esta complejidad que se adivina en el evangelio, algunos autores han criticado severamente estos dos textos. Así Bultmann, que en su comentario a S. Juan toca en diversas partes este tema de la fe y los signos, hace derivar de una Semeia Quelle gran parte de los signos que conducen a la fe, mientras que estos dos textos concretamente los atribuye a una elaboración de redacción del evangelista. La dualidad teológica que se advierte derivaría, pues, de una duplicidad de origen. La dualidad literaria coincidiría, por lo tanto, con una dualidad de pensamiento. Recientemente Boismard, partiendo de la concepción del “signo” tal como se presenta a lo largo del evangelio y basando su hipótesis en el análisis teológico y literario, trata de probar que estas dos perícopas del cuarto evangelio (Jn 4, 46-54 y también Jn 20, 24-29) han sido retocadas y completadas posteriormente por un redactor que en concreto sería San Lucas. 12


Así dice Boismard expresamente, hablando de la primera perícopa: “Es este el único pasaje donde los signos estarán presentados bajo un aspecto prerrogativo, como si no fuese normal que los hombres se apoyen sobre los signos para creer en la misión de Cristo. El reprobé del 4, 48 va entonces encontrar la representación juaneara del signo”. Y termina diciendo que la teología expresada en Jn 4, 48 no es juaneana, sino que es más de Lucas que de Juan. Esta supuesta incompatibilidad con la teología juaneana del “signo”, junto con las otras razones de orden literario que él analiza, le ha llevado a Boismard -como he dicho- a ver en estos pasajes la mano de Lucas, introducida para retocar el relato juaneano. Y así acaba su artículo con una observación para trabajos posteriores que se hagan sobre este tema: Una consecuencia se impone cuando uno desarrolla un punto de Teología juaneano, es necesario cuidarse de atribuir «Juan el que regresa el hecho a Lucas» dentro del cuarto evangelio, muy frecuente, por ejem13


plo uno a interpretado el tema del signo juaneano en función de Jn 4, 48 quien fuese una versión Lucatiana. Teniendo, pues, en cuenta esta observación de Boismard, dado que estos textos resultan claves para una recta interpretación del “signo” en el cuarto evangelio, me ha parecido bien demorarme en un análisis detenido de los mismos. Ahora examinaremos por separado los dos textos.

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Índice

Presentación 7 Introducción 9 Dos textos controvertidos Obstáculos del texto San Juan 4, 46-54 Análisis literario Análisis teológico San Juan 20, 24-29 Análisis literario Análisis teológico Paralelismo entre Jn 4, 46-54 y Jn 20, 24-29

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Conclusión 68 Bibluigrafía

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