CONTIENE Ordinario de la Misa Domingo de Ramos “De la Pasión del Señor” Lunes Santo Martes Santo Miércoles Santo “Conmemoración del Nazareno” Hora Santa • Jueves Santo “Misa del Santo Crisma”
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Triduo Pascual • Jueves Santo “De la Cena del Señor” Visita a los 7 Templos • Viernes Santo “De la Pasión del Señor” Vía Crucis Últimas 7 palabras de Jesús • Sábado Santo “Vigilia Pascual” • Domingo de Pascua de la Resurreción del Señor Cantoral Litúrgico
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NIHIL OBSTAT Baltazar Enrique Porras Cardozo Arzobispo de Mérida Presidente de la Comisión Episcopal de Medios de la CEV
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la mÁs santa de las semanas La “gran semana” de los cristianos “Durante la Semana Santa la Iglesia celebra los misterios de la salvación vividos por Cristo en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén” (DPPL 138). Para los discípulos de Jesús, ésta es la “gran semana”. La única semana del año en la que damos el apelativo de “santo” a cada uno de sus días. Jesús, que vivió los acontecimientos decisivos de su pasión, muerte y resurrección en estos días, es quien les comunica la santidad. Santo es el que los vivió el primero, y santos hemos de ser los que los revivimos en las diversas celebraciones. La pasión, la muerte y la resurrección de Jesús nos convocan en esta semana. No podemos fallar. Convocados a celebrar los grandes misterios de la salvación Como discípulos de Jesús y como comunidad, el Miércoles de Ceniza nos pusimos en camino hacia la Pascua. Cada día de Cuaresma fue un paso hacia adelante, siguiendo las huellas de Jesús, que es quien marca el camino. A partir del Domingo de Ramos, estamos todos convocados a vivir la última etapa del camino pascual, con renovada intensidad. Los que han hecho todo el recorrido, y los que por pereza o negligencia, ni siquiera lo han comenzado. No nos dejemos engañar por las propuestas, que en estos días abundan, de emprender otras rutas que no son el “Vía-Crucis”, el Camino de la cruz; y la “Vía-Lucis”, el Camino de la luz, que es el camino de gloria, que Jesús hizo antes que nosotros. El Domingo de Ramos anticipa los principales acontecimientos, que celebraremos con gran solemnidad al final. La procesión con los Ramos en la que Jesús es aclamado como Rey victorioso, nos invita a encontrarnos con él en la Vigilia pascual, para celebrar su victoria sobre el pecado, sobre la violencia y sobre la muerte. 3
La primera cita importante después del Domingo de Ramos, tiene lugar el Jueves Santo. Hacemos memoria de tres hechos importantes: el lavatorio de los pies a los discípulos; el mandato del amor, como signo de identidad de los discípulos de Jesús; la institución de la eucaristía: memorial de su muerte y resurrección. El siguiente paso es la celebración de la pasión y muerte de Jesús, tiene lugar el Viernes Santo. Ante nuestros ojos tenemos la inhumanidad de los seres humanos, que dimos muerte violenta al Cordero de Dios, que entregó su vida por amor para salvarnos. En este día, más que mirar a la cruz, hay que mirar “al que traspasaron”, que grita su amor a la humanidad desde lo alto de un madero. El camino pascual culmina en la Vigilia Pascual y en el Domingo de Pascua. Tenemos que estar presentes y vivir con todos los creyentes en Cristo el gozo de la resurrección, para poder ser testigos del Resucitado. La falta de testigos, cuestiona nuestra celebración de la resurrección de Jesús. Si estamos ausentes de la celebración, de qué vamos a dar testimonio. Las celebraciones litúrgicas y la piedad popular A las celebraciones litúrgicas les acompañan esta semana diversos actos de la piedad popular. La prioridad la tienen las celebraciones litúrgicas de la comunidad. “Es necesario que estas manifestaciones de la piedad popular nunca aparezcan ante los fieles, ni por la hora ni por el modo de convocatoria, como sucedáneo de las celebraciones litúrgicas” (DPPL 143). Las manifestaciones de la piedad popular han de ayudar a los fieles a vivir mejor los misterios de la muerte y resurrección de Jesús, que celebramos en la liturgia durante la Semana Santa. Un llamado importante a los responsables de las comunidades y a todos los fieles: La Semana santa no concluye el Viernes santo con la muerte de Jesús en la cruz y con su sepultura. La Semana santa culmina el domingo de resurrección, y se prolonga durante la cincuentena pascual, que es como un “domingo de Pascua continuado”.
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ordinario de la misa
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Ordinario de la Misa
ordinario de la misa 1. ritos iniciales 1.1 SALUDO S. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. A. Amén. (Tiempo de Cuaresma) S. La gracia y el amor de Jesucristo, que nos llama a la conversión esté con todos ustedes. A. Y con tu espíritu.
1.2 ACTO PENITENCIAL S. Hermanos: Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados. (Breve silencio) S. Yo confieso… A. … ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor. S. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. A. Amén. (Tiempo de Cuaresma:) S. Tú que borras nuestras culpas: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. S. Tú que creas en nosotros un corazón puro: Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad. S. Tú que nos devuelves la alegría de la salvación: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. (Luego, si la liturgia del día lo prescribe, se canta o se dice):
1.3 HIMNO S. Gloria a Dios en el cielo,… A. … y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Se6
1.4 ORACIÓN COLECTA (Breve silencio, durante el cual cada uno ofrece sus peticiones personales al Señor. Después el celebrante ofrece la oración de la comunidad a Dios Padre, por la intercesión de Jesucristo y todos contestan): A. Amén.
2. liturgia de la palabra 2.1 PRIMERA LECTURA (Se toma de la Historia del Pueblo de Israel, Antiguo Testamento, o de los escritos de los apóstoles): (Al final de la lectura): L. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor. (Se proclama el salmo y el pueblo intercala la respuesta. Si hay segunda lectura se lee como la primera. Sigue la aclamación antes del Evangelio o Aleluya): 2.2 EVANGELIO (Evangelio quiere decir: “Buena noticia”. En efecto, narra algún aspecto de la vida o de las enseñanzas de Jesucristo): S. El Señor esté con ustedes. A. Y con tu espíritu. S. Lectura del santo Evangelio según…(Al final de la lectura): S. Palabra del Señor. A. Gloria a ti, Señor Jesús. (Al final de la lectura): S. Palabra del Señor. A. Gloria a ti, Señor Jesús. 7
Ordinario de la Misa
ñor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
Ordinario de la Misa
REUNIDOS EN COMUNIÓN PROPIOS DE ALGUNAS SOLEMNIDADES En el Jueves santo: • Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar el día santo en que nuestro Señor Jesucristo fue entregado por nosotros, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;* Desde la misa de la Vigilia pascual hasta el segundo domingo de Pascua: • Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar (la noche santa) el día santo de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo según la carne, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;* * la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, [Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián,] y la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección. [Por Cristo, nuestro Señor. Amén.] (Con las manos extendidas, prosigue): CP. Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos. (Junta las manos.) [Por Cristo, nuestro Señor. Amén]. En la misa del Jueves santo: Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, que te presentamos en el día mismo en que nuestro Señor Jesucristo encomendó a sus discípulos la celebración del sacramento de su Cuerpo y de su Sangre; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos. [Por Cristo, nuestro Señor. Amén.] 12
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de Abril - Domingo de Ramos /C “De la Pasión del Señor”
Domingo de Ramos
JESÚS ENTRA COMO REY DE PAZ He deseado comer con ustedes esta comida pascual Con estas palabras empieza el relato de la pasión, escrito por Lucas, y que leemos hoy. Con el Domingo de Ramos entramos en la celebración del misterio pascual. Los dos aspectos fundamentales de este misterio nos los ofrece la celebración litúrgica de este domingo. La dimensión gloriosa queda plasmada en la procesión de los ramos, con la que se hace memoria de la entrada de Jesús en Jerusalén, poco antes de la Pascua, entre las aclamaciones de la gente. La cara dolorosa, nos la ofrece el relato de la pasión. Este contraste de gozo y dolor, de humillación y de triunfo, nos revelan el verdadero sentido de las celebraciones pascuales que hoy empezamos. Bendito el que viene en nombre del Señor Jesús proclama sin ambajes ante Pilato que él es Rey. Pero también aclara, que su reino no se parece en nada a los reinos de este mundo. Como rey que entra en su ciudad es aclamado por la multitud. Los signos de su realeza no se corresponden con los de las realezas mundanas. Él no entra a caballo de un enjaezado corcel, en lujosa carroza, en carro descapotable. Un humilde asno, cabalgadura de maestros y médicos es quien lo transporta sobre sus lomos. No existe exhibición de armas. Él entra como rey de paz. Tampoco lo acompaña el cortejo de vasallos. A él lo acompaña el pueblo sencillo, el mismo que lo acompañó siempre. Los ramos son signo de victoria. Jesús va a sufrir, pero como vencedor de sus enemigos y de la muerte. 24
Lucas ofrece un relato de la pasión ejemplarizante, en la que Jesús actúa en perfecta coherencia con su vida y con su mensaje. En varias ocasiones nos dice que Jesús se retiraba a orar. Destaca el realismo con que describe la oración de Jesús en el huerto; el ejercicio de la misericordia, curando la oreja al siervo del sumo sacerdote; la mirada llena de misericordia a Pedro, que lo acaba de negar; la compasión hacia las mujeres, que salen a su encuentro en su camino hacia el Calvario; la actitud de perdón: “Perdónalos que no saben lo que hacen”; “hoy estarás conmigo en el paraíso”. A la violencia responde con perdón. Finalmente, la confianza absoluta en el Padre. Sabe que no lo abandonará en el momento supremo: “A tus manos encomiendo mi espíritu”. Termina su relato con la confesión de fe de un pagano: “Glorificó a Dios diciendo: Realmente este hombre era inocente”. Los humanos lo humillaron, pero Dios lo exaltó El himno de Pablo en la carta a los cristianos de Filipos, representa una de las presentaciones más densas de lo que es el misterio de Cristo, y más concretamente el misterio pascual. Construido en su aspecto formal sobre una dialéctica de contrastes, nos habla de su “grandeza como Dios” y de su “vaciamiento”; de su “humillación y exaltación”; de “obediencia hasta la muerte” y de “exaltación” hasta la gloria de “Señor” resucitado. Esto es lo que vamos a revivir, a celebrar, a padecer y a gozar en estos días. Hemos inaugurado las fiestas pascuales: el paso de la humillación a la gloria, del odio que mata, a la vida que permanece para siempre. El signo viviente es Jesús, humillado en la pasión, exaltado en la resurrección.
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Domingo de Ramos
Realmente este hombre era inocente
SEMANA SANTA DOMINGO DE RAMOS “DE LA PASIÓN DEL SEÑOR”
Domingo de Ramos
1. En este día la Iglesia recuerda la entrada de Cristo nuestro Señor en Jerusalén para consumar su misterio pascual. Por lo tanto, en todas las misas se conmemora esta entrada del Señor por medio de una procesión (I) o de una entrada solemne (II), antes de la misa principal, y por medio de una entrada sencilla (III), antes de las demás misas. Pero puede repetirse la entrada solemne (no la procesión), antes de algunas otras misas que se celebren con gran asistencia del pueblo. CONMEMORACIÓN DE LA ENTRADA DEL SEÑOR EN JERUSALÉN I forma: Procesión 2. A la hora señalada, los fieles se reúnen en una iglesia menor o en algún otro lugar adecuado, fuera del templo hacia el cual va a dirigirse la procesión. Los fieles llevan ramos en la mano. 3. El sacerdote y los ministros, revestidos con los ornamentos rojos requeridos para la misa, se acercan al lugar donde el pueblo está congregado. El sacerdote, en lugar de casulla, puede usar la capa pluvial, que dejará después de la procesión. 4. Entretanto se canta la siguiente antífona u otro cántico adecuado: Antífona Mt 21, 9 Hosanna al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. ¡Hosanna en el cielo! 5. Enseguida el sacerdote saluda al pueblo de la manera acostumbrada y hace una breve exhortación para invitar a los fieles a participar activa y conscientemente en la celebración de este día. Puede hacerlo con éstas o semejantes palabras. Queridos hermanos: Después de habernos preparado desde el principio de la Cuaresma con nuestra penitencia y nuestras obras de caridad, hoy nos reunimos para iniciar, unidos con toda la Iglesia, la celebración anual de los misterios 26
6. Después de esta exhortación, el sacerdote, teniendo juntas las manos, dice la siguiente oración: Oremos: Dios todopoderoso y eterno, dígnate bendecir estos ramos y concede a cuantos acompañamos ahora jubilosos a Cristo, nuestro rey y Señor, reunirnos con él en la Jerusalén del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. (Y, en silencio, rocía los ramos con agua bendita). 7. Enseguida se dice el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, según alguno de los cuatro evangelistas, como se indica en el Leccionario. Lo lee el diácono o, en su defecto, el sacerdote, de la manera acostumbrada. Lectura del santo Evangelio según san Lucas (19,28-40) A. Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, Jesús acompañado de sus discípulos, iba camino de Jerusalén, y al acercarse a Betfagé y a Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: “Vayan al caserío que está frente a ustedes. Al entrar, encontrarán atado un burrito que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo aquí. Si alguien les pregunta por qué lo desatan, díganle: ‘El Señor lo necesita’”. Fueron y encontraron todo como el Señor les había dicho. Mientras desataban el burro, los dueños les preguntaron: “¿Por qué lo desamarran?” Ellos contestaron: “El Señor lo necesita”. Se llevaron, pues, el burro, le echaron encima los mantos e hicieron que Jesús montara en él. Conforme iba avanzando, la gente tapizaba el camino con sus mantos, y cuando ya estaba cerca la bajada del monte de los Olivos, la multitud de discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos los prodigios que habían visto, diciendo: “¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor! 27
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de la pasión y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, misterios que empezaron con la entrada de Jesús en Jerusalén. Acompañemos con fe y devoción a nuestro salvador en su entrada triunfal a la ciudad santa, para que, participando ahora de su cruz, podamos participar un día, de su gloriosa resurrección y de su vida.
¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!” Algunos fariseos que iban entre la gente, le dijeron: “Maestro, reprende a tus discípulos”. El les replicó: “Les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras”. Palabra del Señor. A. Gloria a ti, Señor. Domingo de Ramos
8. Después del Evangelio, si se cree oportuno, puede tenerse una breve homilía. Al iniciar la procesión, el celebrante u otro ministro idóneo puede hacer una exhortación con estas palabras u otras parecidas: Queridos hermanos: Como la muchedumbre que aclamaba a Jesús, acompañemos también nosotros, con júbilo, al Señor. 9. Y se inicia la procesión hacia el templo donde va a celebrarse la misa. Si se usa el incienso, el turiferario va adelante con el incensario, en el cual habrá puesto incienso previamente; enseguida, un ministro con la cruz adornada y, a su lado, dos acólitos con velas encendidas. Sigue luego el sacerdote con los ministros y, detrás de ellos, los fieles con ramos en las manos. Al avanzar la procesión, el coro y el pueblo entonan los cánticos apropiados. 10. Al entrar la procesión en la iglesia, se canta el siguiente responsorio u otro cántico alusivo a la entrada del Señor en Jerusalén: Responsorio R. Al entrar el Señor en la ciudad santa, los hijos de Israel, anticipandose a la resurrección del Señor de la vida, con palmas en las manos, clamaban: Hosanna en el cielo. V. Al enterarse de que Jesús llegaba a Jerusalén, el pueblo salió a su encuentro con palmas en las manos, clamando: Hosanna en el cielo. 11. El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia y, si lo juzga oportuno, lo inciensa. Luego se dirige a la sede (se quita la capa pluvial, si la usó, y se pone la casulla) y, omitida toda otra ceremonia, da fin a la procesión diciendo la oración colecta y prosigue la misa de la manera acostumbrada. II forma: Entrada solemne 12. Donde no se pueda hacer la procesión fuera de la iglesia, la entrada del Señor se celebra dentro del templo por medio de una entrada solemne, antes de la misa principal. 28
14. Mientras el sacerdote se dirige al sitio indicado, se canta algún cántico adecuado. Después se bendicen los ramos y se lee el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, como se indicó en los nn. 5-7. Después del Evangelio, el sacerdote va solemnemente hacia el presbiterio a través del templo, acompañado por los ministros y por algunos fieles, mientras se canta el responsorio Al entrar el Señor (n. 10), u otro cántico apropiado. 15. Al llegar al altar, el sacerdote hace la debida reverencia. Enseguida va a la sede y, omitida toda otra ceremonia, dice la colecta de la misa, y prosigue luego de la manera acostumbrada. III forma: Entrada sencilla 16. En todas las demás misas de este domingo, en las que no se hace la entrada solemne, se recuerda la entrada del Señor en Jerusalén por medio de una entrada sencilla. 17. Mientras el sacerdote se dirige al altar, se canta la antífona de entrada con su salmo (n. 18), u otro cántico sobre el mismo tema. El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia, va a la sede y saluda al pueblo. Luego sigue la misa de la manera acostumbrada. En las misas sin pueblo y en las misas en que no es posible cantar la antífona de entrada, el sacerdote, después de llegar al altar y de haber hecho la debida reverencia, saluda al pueblo, lee la antífona de entrada y prosigue la misa de la manera acostumbrada. 18. Antífona de entrada Seis días antes de la Pascua, cuando el Señor entró en Jerusalén, salieron los niños a su encuentro llevando en sus manos hojas de palmera y gritando: Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia. Puertas, ábranse de par en par; agrandaos, portones eternos, porque va a entrar el Rey de la gloria. Y ¿quién es ese Rey de la gloria? El Señor de los ejércitos es el Rey de la gloria. Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia. (Sal 23, 9-10). 19. Cuando no se puede hacer ni la procesión, ni la entrada solemne, es conveniente hacer una celebración de la palabra de Dios, acerca de la entrada mesiánica y de la Pasión del Señor, ya sea el sábado en la tarde, o bien el domingo, a la hora más oportuna. 29
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13. Los fieles se reúnen ante la puerta del templo, o bien, dentro del mismo templo, llevando los ramos en la mano. El sacerdote, los ministros y algunos de los fieles, van a algún sitio adecuado del templo, fuera del presbiterio, en donde pueda ser vista fácilmente la ceremonia, al menos por la mayor parte de la asamblea.
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de Abril - Lunes Santo
Siguiendo el camino del “siervo de Yahvé” que nos ofrece Isaías, leemos hoy el primer cántico. Dios se encarga de hacer su presentación: “Éste es mi siervo, mi elegido, al que prefiero”. Él mismo le señala la misión: “Promover el derecho”. Dios lo hace “alianza del pueblo y luz de las naciones”. Para cumplir su misión, Dios ha puesto sobre él el don de su Espíritu. El siervo toma a pecho su misión: no se romperá, no vacilará, se entregará con empeño, para que la ley y el derecho gobiernen las naciones. Abrirá los ojos a los que habitan en tinieblas; liberará a los presos y oprimidos. El siervo tendrá que soportar la violencia de los violentos. Pero, para realizar su proyecto de liberación, no utilizará la violencia, gritos, amenazas, ni las armas ni la fuerza. Actuará con gran humildad, de modo que no terminará de romper la caña ya quebrada. Hermosa propuesta para nosotros los discípulos de Jesús, en estos tiempos en que hay que enfrentar la violencia que se ha apoderado de nuestras calles; y los discursos que generan tensión y enfrentamiento. Déjenla que lo guardó para mi sepultura El evangelista Juan nos sitúa a seis días de la Pascua. Y todo lo que acontece en estos días tiene que ver con este momento decisivo en la vida de Jesús. La presencia de Lázaro, a quien Jesús había vuelto a la vida unos días antes, nos habla de vida. Durante el banquete, María, realiza una acción significativa de veneración y agradecimiento: unge los pies a Jesús. Este gesto es mal interpretado por Judas, que habla de pobres, cuando a él los pobres lo tenían sin cuidado. Jesús lo valora en su justo sentido, y lo relaciona con su sepultura. 43
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Este es mi siervo a quien sostengo
1. Ritos Iniciales (ver pág. 6) 2. Antífona de entrada Sal 34, 1-2; Sal 139, 8 Combate, Señor, a los que me combaten, ataca a los que me atacan; ponte la armadura, toma el escudo y ven en mi ayuda. Tú eres mi fortaleza y mi salvación. 3. Oración colecta Concédenos, Señor, nueva fuerza para no sucumbir a nuestras humanas debilidades, por los méritos de la pasión de tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Lunes
4. 1ª Lectura (Is 42-1-7) Lectura del libro del profeta Isaías Miren a mi siervo, a quien sostengo; a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En él he puesto mi espíritu, para que haga brillar la justicia sobre las naciones. No gritará ni clamará, no hará oír su voz en las plazas, no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea. Proclamará la justicia con firmeza, no titubeará ni se doblegará, hasta haber establecido el derecho sobre la tierra y hasta que las islas escuchen su enseñanza. Esto dice el Señor Dios, el que creó el cielo y lo extendió, el que dio firmeza a la tierra, con lo que en ella brota; el que dio el aliento a la gente que habita la tierra y la respiración a cuanto se mueve en ella: “Yo, el Señor, fiel a mi designio de salvación, te llamé, te tomé de la mano; te he formado y te he constituido alianza de un pueblo, luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 5. Salmo responsorial (Sal 26) R El Señor es mi luz y mi salvación. L El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar? /R L Cuando me asaltan los malvados para devorarme, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen /R 44
L Aunque se lance contra mí un ejército, no temerá mi corazón; aun cuando hagan la guerra contra mí, tendré plena confianza en el Señor /R L La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate de valor y fortaleza y en el Señor confía /R
7. Evangelio (Jn 12,1-11) Lectura del santo Evangelio según san Juan A Gloria a ti, Señor. Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó entonces una libra de perfume de nardo auténtico, muy costoso, le ungió a Jesús los pies con él y se los enjugó con su cabellera, y la casa se llenó con la fragancia del perfume. Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que iba a entregar a Jesús, exclamó: “¿Por que no se ha vendido ese perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?” Esto lo dijo, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía a su cargo la bolsa, robaba lo que echaban en ella. Entonces dijo Jesús: “Déjala. Esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tendrán siempre con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán”. Mientras tanto, la multitud de judíos, que se enteró de que Jesús estaba allí, acudió, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien el Señor había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes deliberaban para matar a Lázaro, porque a causa de él, muchos judíos se separaban y creían en Jesús. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 8. Oración sobre las ofrendas Mira, Señor, con bondad, este sacrificio que tú intuiste misericordiosamente para reparar el daño de nuestros pecados, y hazlo producir en nosotros abundantes frutos de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. 45
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6. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas. R Honor y Gloria a ti, Señor Jesús.
9. Prefacio de la Pasión del Señor II (Ir a la Pág. 10) 10. Plegaria Eucarística (Ir a la Pág. 10, 16 ó 20) 11. Rito de Comunión (Ir a la Pág. 22) 12. Antífona de la comunión (Sal 101,3). No te me ocultes, Señor, el día de mi desgracia. Escúchame con bondad, y, siempre que te invoque, respóndeme enseguida.
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13. Oración después de la comunión Quédate, Señor, con nosotros y protege con tu amor infatigable nuestros corazones santificados por esta Eucaristía, para que podamos conservar siempre las gracias que hemos recibido de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor. 14. Rito de despedida (Ir a la pág. 23)
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de Abril - Martes Santo
Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso
Antes que cante el gallo me negarás tres veces Llegó el momento de aclarar la actitud de los discípulos ante los momentos difíciles que se presentan. Jesús empieza por Judas. De forma confidencial revela el secreto de la traición al discípulo “que más amaba”. Y sigue con Pedro. En diversos momentos, Pedro ha tomado la iniciativa. En esta ocasión, creyéndose más valiente que los demás declara: “Daré mi vida por ti”. Jesús le descubre su debilidad: “Antes que cante el gallo me negarás tres veces”.
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Martes
Este segundo canto del “Siervo de Yavé”, empieza presentando su vocación: el Señor “ya en el vientre me formó siervo suyo”. Su misión consiste, en primer lugar, en rescatar a Israel. Pero se extiende más allá de sus fronteras; será luz de las naciones; llevará la salvación hasta el confín de la tierra. El cumplimiento de la misión será tarea dolorosa y difícil. Llegarán momentos en que pensará haber trabajado en vano. Con todo, está seguro de que el Señor lo defiende y estará a su lado.