Calendario Litúrgico - Marzo 2014 o Santa María en sába1 S Feria do - Stgo 5,13-20; Sal 140; Mc
II Semana de Cuares18 M Feria, ma – Is 1,10.16-20; Sal 49; Mt
Domingo del Tiempo IV 2 D VIII Ordinario/ A - Is 49,14-15; Sal
San José, Esposo de S 19 M Miércoles, la Virgen María – 2Sam 7,4-
10,13-16.
61; 1Co 4,1-5; Mt 6,24-34.
3L
VIII Semana del Tiempo Feria, Ordinario - 1Pe 1,3-9; Sal 110; Mc 10,17-27.
16,19-31.
II Semana de Cuares21 V Feria, ma – Gén 37,3-4.12-13.17-28;
10,28-31.
de Ceniza - Joel 5 M Miércoles 2,12-18; Sal 50; 2Cor 5,20–6,2;
Sal 104; Mt 21,33-43.45-46.
II Semana de Cuares22 S Feria, ma – Mi 7,14-15.18-20; Sal
Mt 6,1-6.16-18.
Jueves después de Ceniza - Dt 30,15-20; Sal 1; Lc 9,22-25.
102; Lc 15,1-3.11-32.
Domingo de Cuaresma /A III 23 D III – Ex 17,3-7; Sal 94; Rm 5,1-
después de Ceniza - Is 7 V Viernes 58,1-9; Sal 50; Mt 9,14-15.
8S
2.5-8; Jn 4,5-42.
Sábado después de Ceniza - Is 58,9-14; Sal 85; Lc 5,27-32.
Domingo de Cuaresma /A I 9 D I- Gén 2,7-9; 3,1-7; Sal 50; Rm 5,12-19; Mt 4,1-11.
I Semana de Cuaresma 10 L Feria, - Lev 19,1-2.11-18; Sal 18; Mt
III Semana de Cuares24 L Feria, ma - 2Re 5,1-15; Sal 41 y 42; Lc 4,24-30.
Anunciación del Señor - Is S 25 M La 7,10-14; Sal 39; Heb 10,4-10; Lc 1,26-38.
III Semana de Cuares26 M Feria, ma - Dt 4,1.5-9; Sal 147; Mt
25,31-46.
I Semana de Cuaresma 11 M Feria, - Is 55,10-11; Sal 33; Mt 6,7-15.
12
5.12-14.16; Sal 88; Rom 4,13.1618.22; Mt 1,16.18-21.24.
II Semana de Cua20 J Feria, resma – Jer 17,5-10; Sal 1; Lc
o Memoria de San Casi4 M Feria miro - 1Pe 1,10-16; Sal 97; Mc
6J
23,1-12.
5,17-19.
III Semana de Cua27 J Feria, resma - Jer 7,23-28; Sal 94; Lc
I Semana de Cuaresma M Feria, Jon 3,1-10; Sal 50; Lc 11,29-32.
11,14-23.
I Semana de Cuaresma 13 J Feria, - Ester 14,1.3-5.12-14; Sal 137;
III Semana de Cuares28 V Feria, ma - Os 14,2-10; Sal 80; Mc
I Semana de Cuaresma 14 V Feria, Ez 18,21-28; Sal 129; Mt 5,20-26.
III Semana de Cuares29 S Feria, ma - Os 6, 1-6; Sal 50; Lc 18,9-
Mt 7,7-12.
12,28-34.
I Semana de Cuaresma 15 S Feria, Dt 26,16-19; Sal 118; Mt 5,43-48.
16
Domingo de Cuaresma D II /A - Gén 12,1-4; Sal 32; 2Tim 1,8-10; Mt 17,1-9.
II Semana de Cuaresma 17 L Feria, - Dn 9,4-10; Sal 78; Lc 6,36-38.
14.
II
Domingo de Cuaresma /A 30 D IV IV - 1Sam 16,1.6-7.10-13; Sal 22; Ef 5,8-14; Jn 9,1-41.
IV Semana de Cua31 L Feria, resma - Is 65,17-21; Sal 29; Jn 4,43-54.
S = Solemnidad; F = Fiesta; M = Memoria; ML = Memoria Libre; Liturgia de las horas: I = Primera Semana; II = Segunda Semana; III = Tercera Semana; IV Cuarta Semana; P = Propio
“PAN DIARIO DE LA PALABRA” Misal mensual - Para vivir la liturgia diaria - Año XXI - Nº 244 Marzo 2014 - Ciclo “A” Bs.F. 35,00 El Misal mensual es editado por San Pablo Ediciones de Venezuela
CON LA APROBACIÓN ECLESIÁSTICA Nihil Obstat S.E. Freddy Jesús Fuenmayor Suárez Obispo de los Teques y Presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia de la C.E.V. Los Teques, 28 de Noviembre de 2013
Director: Ángel Vagnoni, ssp. spediciones@cantv.net publicaciones@sanpablo.org.ve
Imprimatur S.E. Card. Jorge Urosa Savino, Arzobispo de Caracas
Sub-Director: Martino Maccapani, ssp. spediciones@cantv.net publicaciones@sanpablo.org.ve
Caracas, 10 de Diciembre de 2013
Coordinación: July Zambrano Comentarios: Antonio Danoz, Redentorista Portada y diagramación: Dora González Corrección: July Zambrano, Hno. Manuel Martínez, ssp. Distribución: Telf: (0212) 962.73.33 - 962.73.87 - 962.73.90 Fax: 962.73.89 distribuidora@sanpablo.org.ve suscripciones@sanpablo.org.ve familiacristiana@sanpablo.org.ve Administración: Apartado de Correos 14.034 de Candelaria Telfs.: (0212) 576.76.62 577.10.24 - Fax: 576.93.34 cobranzas@sanpablo.org.ve Rif: J-00063835-7 Web site: http: //www.sanpablo.org.ve Depósito Legal: pp 92-0517
PUNTOS DE VENTA DEL “PAN DIARIO DE LA PALABRA” Pedidos al mayor: San Pablo Distribución: Telfs.: (0212) 962.73.33 - 962.73.87 - 962.73.90 - Fax: 962.73.89 E-mail: distribuidora@sanpablo.org.ve suscripciones@sanpablo.org.ve
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Abreviaturas - Libros Bíblicos Abd(ías) Ag(eo) Am(ós) Ap(ocalipsis) Ba(ruc) C a n t (a r d e l o s cants.) Col(osenses) 1ª Cor(intios) 2ª Cor(intios) 1Cró(nicas) 2Cró(nicas) Dn(Daniel) Deut(Deuteronomio) Ecl(eciastés) Ef(esios) Esd(ras) Est(er) Éx(odo) Ez(equiel) Fil(ipenses) Filem(ón) Gál(atas) Gén(esis) Hab(acuq) He(chos) Heb(reos) Is(aías) Jb(Job) Jue(ces) Jds(Judas) Jdt(Judit) Jer(emías) Jl(Joel) Jn(Juan) 1Jn (1Juan) 2Jn (2 Juan)
3Jn (3 Juan) Jon(ás) Jos(ué) Lam(entaciones) Lu(Lucas) Lev(ítico) 1Mac(abeos) 2Mac(abeos) Mal(aquías) Mc(Marcos) Miq(ueas) Mt(Mateo) Nah(úm) Neh(Nehemías) Núm(eros) Os(eas) 1Pe(dro) 2Pe(dro) Prov(erbios) Rom(anos) Rut (Rut) 1Re(yes) 2Re(yes) Sab(iduría) Sal(mos) Sir(ácides) Sof(onías) Stgo(Santiago) 1Sam(uel) 2Sam(uel) Ti(to) Tob(ías) 1Tes(alonicenses) 2Tes(alonicenses) 1Tim(oteo) 2Tim(oteo) Za(carías)
Indicaciones para el Año Litúrgico El año litúrgico 2013-2014, comenzó con las primeras vísperas del domingo 1 de diciembre de 2013; se sigue: - el Ciclo Dominical y festivo “A”, - el Ciclo Ferial, Año par Grado de la celebración Cada día es indicado el grado de la celebración con las siglas: S= Solemnidad F= Fiesta M= Memoria ML = Memoria Libre Liturgia de las horas La liturgia de las horas se indica: I Sem. (II, III, IV del Salterio) P = Liturgia de las horas es propia Colores litúrgicos En cuanto a los colores litúrgicos tener presente lo siguiente: - el Verde (expresa: esperanza y constancia) se utiliza durante el tiempo ordinario; - el Blanco (significa: resurrección, pureza y alegría) se utiliza en las fiestas del Señor, de la Virgen, de los santos con excepción de los mártires, durante la cincuentena pascual y el tiempo de Navidad. - el Rojo (indica: amor, sacrificio y martirio) se utiliza en el Domingo de Ramos, Viernes Santo, domingo de Pentecostés y las fiestas de los santos mártires. - el Morado (significa: penitencia y conversión) se utiliza en tiempo de Adviento y Cuaresma, y el día de los Fieles Difuntos.
Intenciones Universal y Evangelización del Santo Padre para el mes de Marzo 2014 Universal: Derechos de la mujer. Para que todas las culturas respeten los
derechos y la dignidad de la mujer.
Evangelización: Vocaciones. Para que numerosos jóvenes acojan la invitación
del Señor a consagrar sus vidas al anuncio del Evangelio.
ORDINARIO DE LA MISA
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I. Ritos Iniciales 1.1 SALUDO S. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. A. Amén. Tiempo Ordinario
S. La gracia del nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes. Tiempo de Cuaresma
S. La gracia y el amor de Jesucristo, que nos llama a la conversión, estén con todos ustedes. El pueblo responde con una de las siguientes fórmulas
1. Y con tu espíritu. 2. Bendito seas por siempre, Señor. 3. Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. 1.2 ACTO PENITENCIAL S. Hermanos: Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados. (o bien)
El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora a la conversión. Reconozcamos, pues, que somos pecadores e invoquemos con esperanza la misericordia de Dios. Breve silencio
S. Yo confieso… A. …ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor. S. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. A. Amén.
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Ordinario de la Misa / Liturgia de la Palabra
Tiempo Ordinario
S. Tú que eres la plenitud de la verdad y de la gracia: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. S. Tú que eres has hecho pobre para enriquecernos: Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad. S. Tú que has venido para hacer de nosotros tu pueblo Santo: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. (Tiempo de Cuaresma)
S. Tú que nos has hecho renacer por el agua y el Espíritu: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. S. Tú que enviaste al Espíritu Santo para crear en nosotros un corazón nuevo: Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad. S. Tú que eres el autor de la salvación eterna: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. Luego, si la Liturgia del día lo prescribe, se canta o se dice el Gloria
1.3 HIMNO (Durante la Cuaresma no se dice el Gloria) 1.4 ORACIÓN COLECTA Breve silencio, durante el cual cada uno ofrece sus intenciones personales al Señor. Después el celebrante ofrece la oración de la comunidad a Dios Padre, por la intercesión de Jesucristo y todos contestan. A. Amén.
II. Liturgia de la Palabra 2.1 PRIMERA LECTURA Se toma de la Historia del Pueblo de Israel, Antiguo Testamento, o de los escritos de los apóstoles Al final de la lectura
L. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor. Se proclama el salmo y el pueblo intercala la respuesta. Si hay segunda lectura se lee como la primera. Sigue la aclamación antes del Evangelio o Aleluya.
2.2 EVANGELIO Evangelio quiere decir: “Buena noticia”. En efecto, narra algún aspecto de la vida o de las enseñanzas de Jesucristo
Ordinario de la Misa / Liturgia de la Palabra
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S. El Señor esté con ustedes. A. Y con tu espíritu. S. Lectura del santo Evangelio según… A. Gloria a ti, Señor. Al final de la lectura
S. Palabra del Señor. A. Gloria a ti, Señor Jesús. 2.3 PROFESIÓN DE FE Es un resumen de la doctrina católica. Se canta o recita los domingos y solemnidades Credo de los Apóstoles
S. Creo en Dios,… A. … Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén. Símbolo niceno-constantinopolitano
S. Creo en un solo Dios,… A. … Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
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Ordinario de la Misa / Liturgia Eucarística / Prefacios
2.4 ORACIÓN DE LOS FIELES El sacerdote invita a los fieles a orar. Una persona lee las intenciones y el pueblo contesta
A. Te lo pedimos, Señor. El sacerdote culmina con una oración y los fieles contestan: Amén
III. Liturgia Eucarística 3.1. PREPARACIÓN DE LAS OFRENDAS Se llevan al altar el pan y el vino
S. Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida. A. Bendito seas por siempre, Señor. S. Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación. A. Bendito seas por siempre, Señor. 3.2. OREN, HERMANOS S. Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso. o bien
En el momento de ofrecer el sacrificio de toda la Iglesia, oremos a Dios, Padre todopoderoso. o bien
Oren, hermanos, para que, llevando al altar los gozos y las fatigas de cada día, nos dispongamos a ofrecer el sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso. A. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. 3.3. ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS El celebrante dice la oración en nombre de la asamblea y el pueblo contesta: Amén
Ordinario de la Misa / Prefacios
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3.4. PREFACIO Prefacio de Cuaresma II S. El Señor esté con ustedes. A. Y con tu espíritu. S. Levantemos el corazón. A. Lo tenemos levantado hacia el Señor. S. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. A. Es justo y necesario. S. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque misericordiosamente estableciste este tiempo especial de gracia para que tus hijos busquen de nuevo la pureza del corazón y así, libres de todo afecto desordenado, de tal manera se apliquen a las realidades transitorias, que más bien pongan su corazón en las que duran para siempre. Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: A. Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo. Prefacio de Cuaresma III S. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque has querido que en nuestras privaciones voluntarias encontremos un motivo para bendecirte, ya que nos ayudan a refrenar nuestras pasiones desordenadas y, al darnos ocasión de compartir nuestros bienes con los necesitados, nos hacen imitadores de tu generosidad. Por eso, con todos los ángeles, te glorificamos y te aclamamos diciendo: A. Santo, Santo, Santo… Prefacio de San José S. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la veneración de san José, el hombre justo que diste por esposo a la Virgen Madre de Dios, el fiel y prudente servidor a quien constituiste jefe de tu familia para que, haciendo las veces de padre, cuidara a tu Hijo unigénito, concebido por obra del Espíritu Santo, Jesucristo nuestro Señor. Por él, los ángeles y los arcángeles, y todos los coros celestiales celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza: A. Santo, Santo, Santo…
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Ordinario de la Misa / Prefacios / Plegaria Eucarística II
Prefacio de la Anunciación del Señor S. En verdad es justo y necesario es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. A quien primero acogió la Virgen santísima por la fe cuando el ángel le anunció que por obra del Espíritu Santo, habría de nacer entre los hombres, para que los hombres se salvaran, y a quien luego llevó, llena de amor, en sus purísimas entrañas. Así la verdad divina colmaba las promesas hechas a Israel y comenzaba a ser realidad la expectación de todos los pueblos. Por eso, como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos, diciendo sin cesar: A. Santo, Santo, Santo… 3.5 PLEGARIA EUCARÍSTICA II S. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. S. Levantemos el corazón. R. Lo tenemos levantado hacia el Señor. S. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R. Es justo y necesario. S. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado. Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor. Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo. Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, diciendo: A. Santo, Santo, Santo… S. Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que sean para nosotros Cuerpo + y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor. El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL, PORQUE ESTO ES MI CUERPO, QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS”. Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo: “TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL, PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA, QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR TODOS LOS HOMBRES PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS. HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA”. (Luego el celebrante dice una de las siguientes fórmulas)
a. S. Éste es el sacramento de nuestra fe. O bien:
Ordinario de la Misa / Plegaria Eucarística II
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S. Éste es el Misterio de la fe. (Y el pueblo responde):
A. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡Ven, Señor Jesús! o bien
b. S. Aclamad el Misterio de la redención. (Y el pueblo responde):
A. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas. o bien
c. S. Cristo se entregó por nosotros. (Y el pueblo responde):
A. Por tu cruz y resurrección nos has salvado, Señor. S. Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia. Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo. Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; (En los domingos, cuando no hay otro recuerdo más propio, puede decirse)
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra y reunida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal; y con el Papa Francisco, con nuestro Obispo N. y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad. (En la misa por los difuntos)
Recuerda a tu hijo (hija) N., a quien llamaste (hoy) de este mundo a tu presencia; concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo, comparta también con él la gloria de la resurrección. Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y
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Ordinario de la Misa / Plegaria Eucarística II / Rito de la Comunión
así, con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas. Por Cristo, con él y en él, a ti. Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. A. Amén. IV. Rito de la Comunión 4.1 ORACIÓN DEL SEÑOR S. Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir: Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. S. Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo. A. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor. 4.2 RITO DE LA PAZ Después el sacerdote con las manos extendidas, dice:
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz les dejo, mi paz les doy”, no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. A. Amén. Si el sacerdote lo juzga oportuno, dice: Dense fraternalmente la paz. Según la costumbre del lugar, se dan la paz
4.3 FRACCIÓN DEL PAN Mientras el sacerdote hace la fracción de la hostia, se canta o se dice A. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Ordinario de la Misa / Rito de la Comunión / Rito de Despedida
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Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz. A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti. 4.4 COMUNIÓN S. Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor. A. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme. S. El cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna. A. Amén. 4.5 ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN S. Oremos. El sacerdote dice la oración y al final el pueblo aclama: Amén V. Rito de Despedida S. El Señor esté con ustedes. A. Y con tu espíritu. S. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes. A. Amén. 5.1 DESPEDIDA S. Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Pueden ir en paz. A. Demos gracias a Dios.
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Liturgia del mes de Marzo, 2014
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de Marzo - Sábado, Feria o Santa L.H.: Salt. III Sem. - Color Ve o Bl María en sábado
La oración con fe salvará al enfermo El autor de la carta concluye con una exhortación a la oración, tanto en momentos de gozo, como cuando nos visita la enfermedad. Insiste de modo especial en la atención que se ha de prestar a los enfermos en la comunidad. Menciona específicamente la oración y la unción en nombre del Señor. El rito que menciona el autor se ha relacionado con la unción de los enfermos. Consta de tres elementos: oración, unción del enfermo, y perdón de los pecados. El sacramento de la unción significa la presencia especial del Señor al lado del enfermo, para ayudarle a vivir y superar los sufrimientos de la enfermedad. Como exponente del poder de la oración ofrece el ejemplo de Elías. A su oración atribuye los siete años de sequía y los otros siete de lluvia. Como en otros lugares de la Biblia, nos invita al ejercicio de la caridad con los hermanos extraviados, para que vuelvan al buen camino. Es el más bello servicio de caridad que hemos de practicar con los hermanos. Aceptemos el reino de Dios con corazón de niño Desde el principio, Jesús ha tomado partido por los débiles. En este caso son los niños. No quiere que nadie impida a los niños y a la gente sencilla como ellos, acercarse a él y disfrutar de su amistad. Ellos son objeto de su cariño, y también de su bendición. Jesús aprovecha para darnos una lección: Es necesario tener corazón de niño, para comprender el misterio del reino de Dios y poder entrar en él. “Les aseguro que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él” (Mc 10,15). En la sociedad, el niño es signo de fragilidad, carece de relevancia, es incapaz de imponer a los demás, pues carece de autoridad y de los recursos del poder. Asumamos la sencillez e inocencia de los niños, y el Señor nos enriquecerá con su bendición. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada María, el Altísimo te ha bendecido más que a todas las mujeres de la tierra, y de tal manera te ha glorificado, que los hombres no cesan de alabarte (Cfr Judit 13, 23. 25). 2. Oración colecta Por intercesión de la santísima Virgen María, llena de gracia, cuya gloriosa memoria estamos celebrando,
haz, Señor, que también nosotros podamos participar de los dones de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Stgo 5, 13-20) Lectura de la carta del apóstol Santiago Hermanos míos: ¿Sufre alguno de ustedes? Que haga oración. ¿Está de buen humor? Que entone cantos al Señor. ¿Hay alguno enfermo? Que
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llame a los presbíteros de la Iglesia, para que oren por él y lo unjan con aceite, invocando al Señor. La oración hecha con fe le dará la salud al enfermo y el Señor hará que se levante; y si tiene pecados, se le perdonarán. Por tanto, confiesen sus pecados los unos a los otros y oren los unos por los otros para que se curen. Mucho puede la oración insistente del justo: Elías era un hombre igual a nosotros, y cuando oró con insistencia para que no lloviera, no llovió en tres años y medio; volvió a orar, y el cielo dio su lluvia, y la tierra, sus cosechas. Hermanos míos, si alguno de ustedes se desvía de la verdad y otro lo hace volver al buen camino, tengan presente que quien hace volver a un pecador de su extravío, salvará su propia alma de la muerte y sepultará una multitud de pecados. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Que sea, Señor, mi oración como el incienso. L A ti clamo, Señor, acude pronto; cuando te invoco, escucha mi plegaria. Que sea mi oración como el incienso; como ofrenda, mis manos levantadas /R L Pon, Señor, en mi boca un centinela, un vigía, a la puerta de mis labios. En ti, Señor, están puestos mis ojos, no me niegues tu amparo /R (Sal 140). 5. Aclamación antes del Evangelio R Aleluya, aleluya. Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
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porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R Aleluya (Mt 11,25). 6. Evangelio (Mc 10,13-16) Lectura del santo Evangelio según san Marcos A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo. Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Jubilosos de poder celebrar la festividad de la Madre de tu Hijo, te presentamos, Señor, estas ofrendas de alabanza, y te pedimos que por este santo intercambio de dones, se acrecienten en nosotros los frutos de la redención eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Antífona de la comunión Me llamarán bienaventurada todas las generaciones, porque ha puesto Dios sus ojos en la humildad de su esclava (Lc 1,48). 9. Oración después de la comunión Habiendo recibido el sacramento celestial, te pedimos, Señor, que cuantos hemos celebrado con veneración,
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la memoria de la santísima Virgen María, merezcamos participar del banquete eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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La Palabra en tu vida. Dios te ha hablado y te pregunta: ¿Colaboras en el servicio caritativo a los más débiles de la comunidad?
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BUSQUEN EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA Aunque tu madre te olvide, yo no te olvidaré El “libro de la consolación” del Segundo Isaías nos ayuda hoy a penetrar en las profundidades de Dios. El profeta se sirve de la realidad humana del amor y de la ternura maternal. Los autores bíblicos recurren con frecuencia a la imagen del padre, para revelarnos el rostro de Dios. Al leer este texto del profeta, podemos hablar con razón del rostro materno de Dios. Para revelarnos de la ternura de Dios, el profeta nos invita a contemplar a una madre acariciando al hijo de sus entrañas, colmándolo de besos. Con este lenguaje rebosante de ternura y de humanidad, el profeta nos ayuda a captar la profundidad de su mensaje. Por si se ha quedado …y ¿por qué se preocupan tanto corto, el profeta añade: “Aunque ella te olvide, por la ropa? Miren cómo crecen yo no te olvidaré. Mira, en mis manos te llevo los lirios del campo, que no traba- tatuado” (Is 49,15-16). jan ni hilan… (Mt 6,28). Es necesario recuperar esta imagen de Dios, profundamente enamorado del ser humano, y abandonar la imagen del Dios “justiciero” que aún persiste en el lenguaje familiar, y en la relación personal con Dios. La opción del discípulo es por Dios o por el dinero Poco antes, Jesús ha anunciado: “No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los destruyen”. Añade una segunda sentencia: “Donde está tu tesoro, allí está también tu corazón” (Mt 6,19.21). Al ponernos en guardia ante el afán por acumular riqueza, Jesús no condena el interés por el progreso, por producir bienes en abundancia para que todos lleven una vida digna. Jesús no contempla únicamente la acumulación egoísta de bienes. Ataca su raíz más profunda: la idolatría. Coloca frente por frente, al Dios de la vida y al “dios mammón”. “Mammón” es el dios del dinero. El culto a la riqueza se ofrece como una alternativa al Dios de las bienaventu-
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ranzas, que invita a compartir, a ser solidarios con los necesitados. El “dios mammón”, estimula el egoísmo, la avaricia, la acumulación, sin reparar en los medios. Jesús concluye su enseñanza con una afirmación radical, que no admite términos medios: “Nadie puede estar al servicio de dos señores” (Mt 6,24). Estos dos señores que reclaman la primacía son, “Dios y el dinero”. El Padre sabe lo que necesitamos Con gran realismo, Mateo se fija en cosas que angustian a las personas. La primera es el alimento, imprescindible para poder vivir. El vestido, aunque no sea imprescindible, también es necesario. La respuesta de Jesús a todas estas inquietudes la resume Jesús en una frase: “El Padre del cielo sabe que ustedes tienen necesidad de todo esto” (Mt 6,32). Para conseguir las cosas necesarias para vivir necesitamos dinero. Pero el dinero no es el único absoluto. Hay que contar con Dios, que cuida de todos los seres que ha creado para que vivan felices. Jesús nos invita a ponernos en manos de Dios-padre-madre, para quien los seres humanos somos más importantes que “las aves del cielo y los lirios del campo”. Los primeros, no siembran ni recogen en graneros, y Dios los alimenta; los segundos, no trabajan ni hilan, y Dios los viste de hermosura. Jesús nos hace una pregunta: ¿Son ustedes para Dios menos importantes que las aves del cielo o la hierba que crece en el campo? Lo que sucede es que somos hombres y mujeres de poca fe. Busquen el reino de Dios. Él se ocupa de lo demás Con su propuesta Jesús no pretende crear discípulos holgazanes. Debemos trabajar para ganarnos honradamente el sustento y todo lo necesario para llevar una vida digna. Pero, la propuesta de Jesús no ofrece duda: “Busquen en primer lugar el reino de Dios y su justicia” (Mt 6,33). A los que se empeñan en que se instalen en el mundo el reino de Dios y su justicia, Jesús les promete que Dios les concederá todo lo demás, como un regalo gratuito y añadido. Vivimos cada día sometidos a una prueba permanente. Tenemos que optar por Dios o por la riqueza; por el consumismo o por el reino de Dios y los valores que el reino representa. Seamos hombres y mujeres de fe recia y no nos angustiemos. Si trabajamos con generosidad por su reino, Dios procurará que no nos falte lo necesario. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada El Señor es mi protector; él me libró de las manos de mis enemigos y me salvó, porque me ama (Sal 17,19-20). 2. Oración colecta Concédenos, Señor, que el curso de los acontecimientos del mundo se desenvuelva, según tu voluntad, en la justicia y en la paz, y que tu
Iglesia pueda servirte con tranquilidad y alegría. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Is 49,14-15) Lectura del libro del profeta Isaías “Sión había dicho: ‘El Señor me ha abandonado, el Señor me tiene en el olvido’. ¿Puede acaso una madre olvidarse de su creatura hasta dejar de
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enternecerse por el hijo de sus entrañas? Aunque hubiera una madre que se olvidara, yo nunca me olvidaré de ti”, dice el Señor todopoderoso. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Sólo en Dios he puesto mi confianza. L Sólo en Dios he puesto mi confianza, porque de él vendrá el bien que espero. Él es mi refugio y mi defensa, ya nada me inquietará /R L Sólo Dios es mi esperanza, mi confianza es el Señor: es mi baluarte y firmeza, es mi Dios y salvador /R L De Dios viene mi salvación y mi gloria; él es mi roca firme y mi refugio. Confía siempre en él, pueblo mío, y desahoga tu corazón en su presencia /R (Sal 61). 5. 2ª Lectura (1Co 4,1-5) Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios Hermanos: Procuren que todos nos consideren como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se busca en un administrador es que sea fiel. Por eso, lo que menos me preocupa es que me juzguen ustedes o un tribunal humano; pues ni siquiera yo me juzgo a mí mismo. Es cierto que mi conciencia no me reprocha nada, pero no por eso he sido declarado inocente. El Señor es quien habrá de juzgarme. Por lo tanto, no juzguen antes de tiempo; esperen a que venga el Señor. Entonces él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas, pondrá al descubierto
las intenciones del corazón y dará a cada uno la alabanza que merezca. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 6. Aclamación antes del Evangelio R Aleluya, aleluya. La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los pensamientos e intenciones del corazón. R Aleluya (Heb 4,12). 7. Evangelio (Mt 6,24-34) Lectura del santo Evangelio según san Mateo A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero. Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán o con qué se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento? ¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?
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No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 8. Oración de los fieles S Oremos, para que los ciudadanos del mundo construyamos la sociedad sobre las bases firmes de la solidaridad, y no sobre la codicia y el dinero. A Te lo pedimos, Señor. L Por el papa Francisco, por los obispos y por todos los que realizan algún servicio en la Iglesia, para que pongan el bien común por encima de los intereses personales: oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. L Por nuestras comunidades, para que la atención a los más necesitados y la distribución equitativa de los bienes, sean signo de la presencia del reino de Dios en el mundo: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. L Jesús denuncia la tentación de convertir la riqueza en bien absoluto. Para que los responsables de las instituciones y de los negocios colaboren al justo reparto de los bienes: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor.
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L Jesús dice: “No se angustien por la comida y el vestido”. Para que, confiando en la generosidad de Dios y en el trabajo honesto, dispongamos de bienes para que nadie pase necesidad: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. (Intenciones libres) S Gracias, Señor, por los bienes que has creado. Concédenos sabiduría para multiplicarlos, y justicia para distribuirlos, de modo que a nadie falte lo necesario. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. 9. Oración sobre las ofrendas Que este pan y este vino que tú mismo nos das para ofrecértelos nos ayuden, Señor, convertidos en el Cuerpo y Sangre de tu Hijo, a conseguir el premio de la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. 10. Antífona de la comunión Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo, dice el Señor (Mt 28,20). 11. Oración después de la comunión Te pedimos, Padre misericordioso, que por este sacramento con que ahora nos fortaleces, nos hagas algún día, participar de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado. Espera tu respuesta: ¿Buscas el reino de Dios y trabajas por la justicia?
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Nacidos para una gran esperanza El autor de la carta se presenta como “Pedro, apóstol de Jesucristo”. En los evangelios este nombre se atribuye a uno de los apóstoles de Jesús más relevantes. Los destinatarios de la carta reciben el calificativo de “elegidos” y se encuentran dispersos “fuera de su patria” por diversos países en pequeñas comunidades. La carta se abre con una bendición solemne, al estilo de las bendiciones judías. Presenta una confesión de fe en un clima de oración. En el centro aparece la “gran misericordia de Dios”, que ha hecho nacer una nueva esperanza para la humanidad, por “la resurrección de Jesucristo de entre los muertos”. La condición de “elegidos de Dios”, les ofrece la seguridad de poseer la herencia eterna de los hijos de Dios, que se revelará en el “último día”. Esta esperanza ha de servirles de consuelo en medio de las diversas pruebas a las cuales se ven sometidos. Muy probablemente, una de estas pruebas es la persecución. Esta alegría no puede abandonar nunca a los discípulos de Jesús, cualquiera que sea su situación. Contra desespero, esperanza. Reparte los bienes a los pobres, ven y sígueme El relato del joven rico hay que insertarlo en el camino que Jesús está haciendo hacia Jerusalén. Forma parte de las exigencias del seguimiento. El relato empieza con espíritu optimista: la iniciativa del joven de acercarse a Jesús, seguramente impactado por lo que oía de él. La primera exigencia para ser discípulo y seguidor consiste en “guardar los mandamientos”. Este paso lo supera sin dificultad: “Maestro, todo esto lo cumplo desde mi adolescencia” (Mc 10,2). Estamos ante un israelita, que mereció la aprobación de Jesús: “Lo miró con cariño”. Ahora viene lo nuevo: Para ser discípulo hay que empezar por compartir los bienes entre los pobres. No se sintió con fuerza para superar esta segunda exigencia. La riqueza aparece como una tranca en el camino, que no pudo superar. Cumplir la última exigencia: “Sígueme”, se volvió imposible. Jesús aprovecha para hacer una seria advertencia a quienes viven esclavos de la riqueza: “Difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas” (Mc 10,23). Las palabras de Jesús desconcertaron a los discípulos, que se hacía una pregunta: “Entonces, ¿quién puede salvarse?” Aunque difícil, seguir a Jesús no es imposible. Contemos con Dios, y todo es posible. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada El Señor es mi protector; él me libró de las manos de mis enemigos y me salvó, porque me ama (Sal 17,19-20). 2. Oración colecta Concédenos, Señor, que el curso de los acontecimientos del mundo se desenvuelva, según tu voluntad, en la justicia y en la paz, y que tu Iglesia pueda
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servirte con tranquilidad y alegría. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (1Pe 1, 3-9) Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, por su gran misericordia, porque al resucitar a Jesucristo de entre los muertos, nos concedió renacer a la esperanza de una vida nueva, que no puede corromperse ni mancharse y que él nos tiene reservada como herencia en el cielo. Porque ustedes tienen fe en Dios, él los protege con su poder, para que alcancen la salvación que les tiene preparada y que él revelará al final de los tiempos. Por esta razón, alégrense, aun cuando ahora tengan que sufrir un poco por adversidades de todas clases, a fin de que su fe, sometida a la prueba, sea hallada digna de alabanza, gloria y honor, el día de la manifestación de Cristo. Porque la fe de ustedes es más preciosa que el oro, y el oro se acrisola por el fuego. A Cristo Jesús no lo han visto ustedes y, sin embargo, lo aman; al creer en él ahora, sin verlo, se llenan de una alegría radiante e indescriptible, seguros de alcanzar la salvación de sus almas, que es la meta de la fe. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R El Señor se acuerda siempre de su alianza. L Quiero alabar a Dios, de corazón, en las reuniones de los justos. Grandiosas son las obras del Señor y para todo fiel, dignas de estudio /R
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L Ha hecho inolvidables sus prodigios. El Señor es piadoso y es clemente. Acordándose siempre de su alianza, él le da de comer al que lo teme /R L Él redimió a su pueblo y estableció su alianza para siempre. Dios es santo y terrible y su gloria perdura eternamente /R (Sal 110). 5. Aclamación antes del Evangelio R Aleluya, aleluya. Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza. R Aleluya (2Cor 8,9). 6. Evangelio (Mc 10,17-27) Lectura del santo Evangelio según san Marcos A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?” Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre”. Entonces él le contestó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme”. Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: “¡Qué
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difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!” Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió: “Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios”. Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí: “Entonces, ¿quién puede salvarse?” Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: “Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Que este pan y este vino que tú mismo nos das para ofrecértelos nos ayuden, Señor, convertidos en el
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Cuerpo y Sangre de tu Hijo, a conseguir el premio de la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Antífona de la comunión Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo, dice el Señor (Mt 28,20).
9. Oración después de la comunión Te pedimos, Padre misericordioso, que por este sacramento con que ahora nos fortaleces, nos hagas algún día, participar de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. La Palabra en tu vida. Dios te pregunta: ¿Cómo armonizas la posesión de bienes con el seguimiento de Jesús?
de Marzo - Martes, Feria o Memoria de L.H.: Salt. IV Sem. - Color Ve o Bl san Casimiro
Sean santos, como el Dios que los llamó es santo Lo que anunciaron los profetas ya se ha cumplido. Ahora hay que fijarse en lo presente y asumirlo con todas las consecuencias. Poseemos ya el anuncio de la Buena Noticia. Anunciaron anticipadamente “la pasión de Jesús y su posterior glorificación”. Debemos preparar el espíritu y dirigir la mirada a la manifestación gloriosa de nuestro Señor Jesucristo. Esta es la meta, y este ha de ser el estímulo para seguir avanzando hacia el encuentro con él. La nueva situación exige un cambio de mentalidad. No podemos vivir de acuerdo con los deseos y con la ignorancia del pasado. Recuerda el autor una exigencia del Levítico, que es de plena actualidad: “Sean santos, porque yo soy santo” (Lv 11,44). Según la mentalidad judía, “santo” representa lo segregado del mundo y “consagrado” a Dios. Más que de un alejamiento del mundo y del entorno social en que se desarrolla la vida de las personas, el acento hay que ponerlo en el acercamiento y en la “asimilación” a Dios. “Traten de imitar a Dios, caminando en el amor a ejemplo de Cristo” (Ef 5,1-2).
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Quien deje todo por mí tendrá la vida eterna Ante la reacción del joven rico, que al escuchar la propuesta de Jesús “se marchó triste”, Jesús formula con claridad su propuesta: “Difícilmente entra en el reino de Dios quien posee riquezas” (Mc 10,23). No es que Jesús excluya del reino de Dios a los que tienen riqueza. Al no compartir los bienes, son ellos mismos quienes se autoexcluyen. En medio del asombro, Pedro no duda en decir a Jesús: “Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido” (Mc 10, 28). Jesús lleva la calma a Pedro y a sus compañeros. Los que son generosos anteponiendo el reino de Dios a sus intereses materiales y familiares, no tienen nada que temer. La mención de los parientes, recuerda la incomprensión de la familia en muchos casos, ante la decisión de convertirse en seguidores de Jesús. En generosidad, a Dios nadie lo supera. A los que son generosos en seguir a Jesús, Dios se encarga de multiplicar su generosidad hacia ellos ya en la vida presente. Y sobre todo, les asegura para el mundo futuro la vida eterna. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada Señor, de tu poder se alegra el justo y se regocija de que lo salvaste. Le concediste lo que su corazón quería (Sal 20, 2-3).
2. Oración colecta Dios todopoderoso, que nos llamas a servirte para hacernos partícipes de tu Reino, concédenos, por intercesión de san Casimiro, cumplir siempre tu voluntad con fidelidad y amor. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (1Pe 1, 10-16) Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro Hermanos: Los profetas, cuando predijeron la gracia destinada a ustedes, investigaron también profundamente acerca de la salvación de ustedes. Ellos trataron de descubrir en qué tiempo y en qué circunstancias se habrían de verificar las indicaciones que el Espíritu de Cristo, que moraba en ellos, les había revelado sobre los sufrimientos de Cristo y el triunfo
glorioso que los seguiría. Pero se les dio a conocer que ellos no verían lo que profetizaban, sino que estaba reservado para nosotros. Todo esto les ha sido anunciado ahora a ustedes, por medio de aquellos que les han predicado el Evangelio con la fuerza del Espíritu Santo, enviado del cielo, y ciertamente es algo que los ángeles anhelan contemplar. Por eso, viviendo siempre atentos y vigilantes, pongan toda su esperanza en la gracia que les va a traer la manifestación gloriosa de Jesucristo. Como hijos obedientes, no vivan conforme a las pasiones que tenían antes, en el tiempo de su ignorancia. Al contrario, así como es santo el que los llamó, sean también ustedes santos en toda su conducta, pues la Escritura dice: Sean santos, porque yo, el Señor, soy santo. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Cantemos al Señor un canto nuevo.
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L Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria /R L El Señor ha dado a conocer su victoria y ha revelado a las naciones su justicia. Una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel /R L La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor /R (Sal 97). 5. Aclamación antes del Evangelio R Aleluya, aleluya. Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R Aleluya (Mt 11,25). 6. Evangelio (Mc 10,28-31) Lectura del santo Evangelio según san Marcos A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte”. Jesús le respondió: “Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres e hijos y tierras, junto con
persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna. Y muchos que ahora son los primeros serán los últimos, y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Acepta, Señor, con bondad, los dones que te presentamos en memoria de san Casimiro, y concédenos que esta Eucaristía sea para nosotros, fuente de unidad y de paz. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Antífona de la comunión Si alguno quiere venir en pos de mí, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y que me siga, dice el Señor (Mt 16, 24).
9. Oración después de la comunión Te suplicamos, Señor, que el sacramento que hemos recibido en la conmemoración de san Casimiro, renueve nuestro corazón y nuestro espíritu y nos haga participantes de la vida de Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. La Palabra en tu vida. Dios te pregunta: Cómo Pedro y los discípulos, ¿has puesto el reino de Dios sobre todo otro interés?
CUARESMA Convocados a un ejercicio de conversión Una vez en el año, la Iglesia “celebra junto con la pasión la máxima solemnidad de la Pascua”. En ella hace memoria de la redención, que “Cristo el Señor realizó principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, resurrección de entre los muertos y gloriosa ascensión” (SC 5).
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Dada la importancia que esta celebración tiene para la comunidad cristiana, desde muy pronto la Iglesia inició un proceso de preparación, que culminó en lo que hoy conocemos como Cuaresma. El número cuarenta tiene abundantes resonancias bíblicas. Uno de los acontecimientos que más influyó para determinar su duración, fue la etapa vivida por Jesús en el desierto antes de empezar su misión, reseñada por los evangelios. Estos textos evangélicos los leemos el primer domingo de Cuaresma, día en que inicialmente empezaba la Cuaresma. La comunidad cristiana está convocada a un ejercicio intenso de conversión, con la mirada fija en Jesús que realizó primero el camino pascual. La verdadera “conversión” es a Cristo muerto y resucitado, previa la remoción de los obstáculos que nos impiden reproducirlo en la propia vida. La liberación del pecado es una exigencia previa y necesaria, pero no es la meta final de la conversión. Dios quiso salvar a la humanidad por la locura de la cruz La Iglesia nos invita a hacer durante la Cuaresma el “Vía Crucis”, el “Camino de la cruz”, que fue el camino que hizo Jesús, para amanecer resucitado el día de Pascua. Pablo escribe a la comunidad de Corinto: “Dios ha querido salvar a los creyentes por la locura de la cruz” (1Co 1,21). El mismo Pablo habla de la “locura de Dios”, de la “debilidad de Dios”. En la persona de Jesús crucificado esta locura se ha convertido en “fuerza y sabiduría de Dios”. La locura de la cruz tiene una sola explicación: el amor de Dios a la humanidad. La imagen de Jesús clavado en lo alto del madero, tiene que estar permanente iluminando nuestro camino cuaresmal. Al “Crucificado” no podemos separarlo de los “crucificados”. Donde un ser humano es crucificado por el sufrimiento, por el odio, por la violencia, por la injusticia, ahí está siendo Jesús crucificado de nuevo. Sería bueno, que durante la Cuaresma apareciera en algún lugar bien visible la cruz con Jesús y los rostros de estos crucificados, para solidarizarnos con ellos, como Jesús, que “tomando la condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres, se humilló hasta la muerte de cruz” (Flp 2,7-8). Identificados en la muerte, nos identificamos con Jesús en la resurrección Jesús resucitado, con sus llagas gloriosas, es el que vive para siempre con el Padre, liberado de todo vínculo con la muerte. Él es el icono definitivo que ha de perdurar para siempre en cada uno de los que con él hacemos el camino cuaresmal. El “Vía Crucis”, se ha de convertir necesariamente en “Vía Lucis”; el Muerto de la cruz, en el Resucitado de la Pascua. Tenemos que procurar, que los “crucificados”, en la mañana de Pascua aparezcan ante el mundo “resucitados”. Tenemos que empeñarnos durante la Cuaresma, en que la “resurrección de los crucificados” no se nos quede en una figura literaria. Los crucificados por el sufrimiento, el odio, la violencia, la injusticia, tienen que ser alcanzados por la resurrección ya ahora, sin tener que esperar la manifestación definitiva del resucitado. En sus rostros tiene que
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Cuaresma
resplandecer la luminosidad gozosa del rostro de Jesús glorioso. Al lado de la imagen de Jesús “crucificado con los crucificados”, tenemos que colocar a Jesús “resucitado con los resucitados”. Esta imagen ha de presidir nuestra Cuaresma como un reto. El camino bautismal de la Cuaresma Desde los comienzos, la Cuaresma ha estado estrechamente ligada al bautismo. Para aquellos que se bautizaban, la Cuaresma era la etapa final de su recorrido de conversión. En la misma Cuaresma se iniciaba por etapas la celebración del bautismo, que tenía su momento culminante en la Vigilia Pascual. Para aquellos que habían sido infieles a su bautismo, también la Cuaresma tenía un carácter bautismal. Tenían que rehacer de nuevo el camino, para recibir su “segundo bautismo”. Así llaman los santos Padres al acto de reconciliación de los pecadores, que se realizaba al final del camino cuaresmal. Éste ha de ser el espíritu con el que hemos de hacer hoy los discípulos de Jesús nuestro proceso de conversión en la Cuaresma. Nuestra conversión ha de ser pascual, reviviendo nuestro bautismo a través de los signos sacramentales. El itinerario pascual y bautismal en la Liturgia Las lecturas de la Palabra de Dios, especialmente las del evangelio de Juan, revelan uno de los signos de identidad de la Cuaresma: su configuración bautismal. La celebración tuvo una influencia determinante al establecer la liturgia cuaresmal. De los tres ciclos litúrgicos existentes en la actualidad, el que mejor refleja el sentido bautismal es el de este año. Los dos primeros domingos de Cuaresma mantienen su identidad. El primero, presenta a Jesús sometido a la prueba del mesianismo, tentación que lo acompañará hasta la cruz. Él no conoce otro mesianismo que la proclamación del reino de Dios, haciéndolo visible en sus palabras y en sus obras. La fidelidad a esta misión lo llevará a la cruz, y se verá reconocida en la resurrección. El segundo domingo nos ofrece el anticipo de lo que sucederá al final. Es un anticipo glorioso y revelador de que Jesús salió victorioso de la prueba. En este segundo domingo de Cuaresma está presente lo que contemplaremos y celebraremos al final con gozo desbordante el día de Pascua con la resurrección de Jesús. Las lecturas del evangelio de san Juan que leímos en el ciclo A nos ofrecen tres de los grandes signos de este evangelio: el agua, la luz, la vida. Estas lecturas han estado muy ligadas desde el principio al itinerario bautismal de la Cuaresma. En el ciclo de este año, que es el B, la propuesta de la liturgia es cristocéntrica y pascual. Las lecturas de los domingos tercer, cuarto y quinto están tomadas del evangelio de san Juan. Tercer domingo: El templo de piedra que estaba siendo profanado por vendedores y cambistas es signo de la humanidad de Jesús que será destruida violentamente en su muerte, pero será reconstruida en la resurrección. Cuarto domingo: La serpiente levantada en alto por Moisés en el desierto es signo de la doble “elevación” de Jesús. En la crucifixión se producirá la primera elevación en alto. La segunda tendrá lugar en la resurrección al ser glorificado. Quinto Domingo: Estamos ante la última Pascua de Jesús. “Ha llegado la hora
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de que el Hijo del hombre sea glorificado” (Jn 12,23). El signo pascual es el grano de trigo. Sepultado en tierra, el grano de trigo muere y vuelve a revivir. Jesús será sepultado la tarde del Viernes Santo después de morir en la cruz. En el amanecer de la Pascua resucitará lleno de vida. P. Antonio Danoz, redentorista
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Conviértanse al Señor de todo corazón La Cuaresma se abre con un llamado de Dios por medio del profeta Joel: “Conviértanse a mí de todo corazón” (Joel 2,12). El llamado está dirigido a todo el pueblo: ancianos, muchachos y niños, esposos y esposas, sacerdotes y ministros del Señor. Todos nos hemos de sentir llamados, porque todos estamos necesitados de conversión. Dios que urge a la conversión, está siempre dispuesto a recibir a quien se convierte a él. El primer paso en el proceso de conversión consiste en mirar a Dios. El Dios al que hemos de convertirnos es “compasivo y clemente, paciente y misericordioso” (Joel 2,13). Se compadece del que se equivoca y espera con paciencia infinita a quien decide retornar a él. La conversión a la que estamos convocados por Dios exige una renovación total de la persona. No se trata de un maquillaje externo, de unos gestos puramente externos, que puede ser hasta espectaculares. No se trata de “rasgar las vestiduras”, como dice el profeta. Tampoco basta con realizar únicamente ciertas prácticas que nos propone la Iglesia: ayuno, abstinencia. Hace falta “rasgar los corazones”: convertirse de corazón. Déjense reconciliar con Dios En su carta a la comunidad de Corinto Pablo habla de “tiempo favorable”, de “día de salvación” (2Cor 6,2). El tiempo de cuaresma que hoy empezamos es “el tiempo favorable, el día de salvación” (2Cor 1,2). El Señor nos ofrece este tiempo de conversión, como una gracia especial que no podemos desaprovechar. Un ejercicio importante propio de la conversión es la “reconciliación”. Por el pecado, cualquiera que haya sido su forma, ha supuesto una ruptura con Dios. Donde existía una gran amistad basada en el amor, se ha producido una enemistad, que exige una reconciliación para restablecer de nuevo la amistad. El autor de la gran reconciliación con la humanidad es Dios. Él fue quien tomó la iniciativa. Para reconciliarnos con él, Dios “trató como un pecador a Jesús, que no cometió pecado”. Por medio de su muerte y resurrección Dios realizó la gran reconciliación. Encarecidamente, Pablo nos suplica: “Por Cristo, déjense reconciliar con Dios” (2Cor 5,20). Cuídense de hacer obras buenas para que los vea la gente El evangelio de Mateo recuerda tres de las prácticas tradicionales recomendadas a los ciudadanos de Israel: La limosna, la oración y el ayuno. Las tres han gozado de gran estima, primero en Israel, y después entre los discípulos de Jesús.
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Jesús nos previene para que no caigamos en la hipocresía al realizar estas prácticas. Ante todo, evitemos toda apariencia de espectáculo y exhibicionismo. Tradicionalmente, la Iglesia ha exhortado a los fieles a realizar estas obras durante la Cuaresma. Por una parte, se nos invita a mirar a Dios, mediante la práctica asidua de la oración. Además de la oración personal, debemos participar de las diversas formas de orar que nos ofrece la comunidad cristiana en el tiempo de Cuaresma. Entre todas, sobresale la participación en la eucaristía dominical, y si es posible en la diaria. La práctica de la limosna y del ayuno guarda una cierta relación. La privación de alimentos, que debe extenderse a otros campos de la vida, ha de estar orientada a la práctica de la caridad, lo mismo que la limosna. Procuremos darles una proyección social, a través de las diversas instituciones caritativosociales, como Caritas. Que no sirvan para crear “pedigüeños profesionales”, con lo cual no colaboramos a la promoción de las personas. P. Antonio Danoz, redentorista En la misa de este día se bendice y se impone la ceniza hecha de ramas de olivo o de otros árboles, bendecidas el Domingo de Ramos del año anterior.
Ritos iniciales y Liturgia de la Palabra 1. Antífona de entrada Señor, tú tienes misericordia de todos y nunca odias a tus creaturas; borras los pecados de los hombres que se arrepienten y los perdonas, porque tú, Señor, eres nuestro Dios
(Sab 11,24-25.27).
Se omite el acto penitencial, que es sustituido por el rito de la imposición de la ceniza.
2. Oración colecta Que el día de ayuno con el que iniciamos, Señor, esta Cuaresma, sea el principio de una verdadera conversión a ti y que nuestros actos de penitencia nos ayuden a vencer el espíritu del mal. Por nuestro Señor Jesucristo.
Bendición de la Ceniza Después de la homilía, el sacerdote, de pie y con las manos juntas, dice:
Hermanos, pidamos humildemente a Dios Padre que bendiga con su gracia esta ceniza que, en señal de penitencia, vamos a imponer sobre nuestras cabezas. Y después de un breve momento de oración en silencio, prosigue:
Oración Señor Dios, que te apiadas de quienes se humillan y concedes tu paz a los que se arrepienten, escucha con bondad nuestras súplicas y derrama la gracia + de tu bendición sobre estos siervos tuyos que van a recibir la ceniza, para que, fieles a las prácticas cuaresmales puedan llegar, con un alma purificada, a celebrar la Pascua de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. R Amén. Y rocía la ceniza con agua bendita, sin decir nada.
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Imposición de la Ceniza En seguida, el sacerdote impone la ceniza a todos los presentes que se acercan a él, y dice a cada uno:
Arrepiéntete y cree en el Evangelio (Mc 1,15).
Mientras tanto, se entona un canto apropiado.
Antífona Renovemos nuestra vida con un espíritu de humildad y penitencia; ayunemos y lloremos delante del Señor, porque la misericordia de nuestro Dios está siempre dispuesta a perdonar nuestros pecados (Joel, 2,13). Esta antífona puede repetirse después de cada verso del Salmo 50, por tu inmensa compasión y misericordia.
Responsorio Renovémonos y reparemos los males que por ignorancia hemos cometido; no sea que, sorprendidos por el día de la muerte, busquemos, sin poder encontrarlo, el tiempo de hacer penitencia (Bar 3,2). *Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti. V. Sal 78,9
Ven en nuestra ayuda, Dios salvador nuestro; por el honor de tu nombre, líbranos, Señor. *Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti. Termina la imposición de la ceniza, y continúa con la liturgia de la Palabra
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3. 1ª Lectura (Jl 2,12-18) Lectura del libro del profeta Joel Esto dice el Señor: “Todavía es tiempo. Vuélvanse a mí de todo corazón, con ayunos, con lágrimas y llanto; enluten su corazón y no sus vestidos. Vuélvanse al Señor Dios nuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en clemencia, y se conmueve ante la desgracia. Quizá se arrepienta, se compadezca de nosotros y nos deje una bendición, que haga posibles las ofrendas y libaciones al Señor, nuestro Dios. Toquen la trompeta en Sión, promulguen un ayuno, convoquen la asamblea, reúnan al pueblo, santifiquen la reunión, junten a los ancianos, convoquen a los niños, aun a los niños de pecho. Que el recién casado deje su alcoba y su tálamo la recién casada. Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes ministros del Señor, diciendo: ‘Perdona, Señor, perdona a tu pueblo. No entregues tu heredad a la burla de las naciones. Que no digan los paganos: ¿Dónde está el Dios de Israel?’” Y el Señor se llenó de celo por su tierra y tuvo piedad de su pueblo. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Misericordia, Señor, hemos pecado. L Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de
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todos mis delitos y purifícame de mis pecados /R L Puesto que reconozco mis culpas, tengo siempre presentes mis pecados. Contra ti solo pequé, Señor, haciendo lo que a tus ojos era malo /R L Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu /R L Devuélveme tu salvación, que regocija, y mantén en mí un alma generosa. Señor, abre mis labios y cantará mi boca tu alabanza /R (Sal 50).
5. 2ª Lectura (2Co 5,20—6,2) Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios Hermanos: Somos embajadores de Cristo, y por nuestro medio, es Dios mismo el que los exhorta a ustedes. En nombre de Cristo les pedimos que se reconcilien con Dios. Al que nunca cometió pecado, Dios lo hizo “pecado” por nosotros, para que, unidos a él, recibamos la salvación de Dios y nos volvamos justos y santos. Como colaboradores que somos de Dios, los exhortamos a no echar su gracia en saco roto. Porque el Señor dice: En el tiempo favorable te escuché; en el día de la salvación te socorrí. Pues bien, ahora es el tiempo favorable; ahora es el día de la salvación. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 6. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Hagámosle caso al Señor que nos dice: “No endurezcan su corazón”.
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R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Sal 94,8).
7. Evangelio (Mt 6,1-6.16-18) Lectura del santo Evangelio según san Mateo A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial. Por lo tanto, cuando den limosna, no lo anuncien con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando des limosna que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando,
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Liturgia Eucarística
10. Oración después de la comunión Que esta comunión abra, Señor, nuestro corazón a la justicia y a la caridad, para que observemos el único ayuno que tú quieres y que conduce a nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
8. Oración sobre las ofrendas Acepta, Señor, este sacrificio con el que iniciamos solemnemente la Cuaresma, y concédenos que por medio de las obras de caridad y penitencia, venzamos nuestros vicios y, libres de pecado, podamos unirnos mejor a la pasión de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
La bendición e imposición de la ceniza pueden hacerse también sin misa. En este caso, conviene celebrar antes la liturgia de la Palabra, usando el canto de entrada, la oración colecta y las lecturas con sus cánticos, como en la misa. Enseguida se tienen la homilía y la bendición e imposición de la ceniza. La ceremonia se termina con la oración universal.
9. Antífona de la comunión El que medita la ley del Señor día y noche, dará fruto a su tiempo (Sal
Dios te ha hablado. Espera tu respuesta: ¿Qué programa has elaborado para la Cuaresma?
sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. No se dice Credo
1,2-3).
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Elige la vida y la felicidad y el Señor te bendecirá Dios, que había hecho una alianza con el pueblo, se apresta para renovarla y actualizarla. El pueblo de Israel tiene una oportunidad para rectificar y arrepentirse de las infidelidades del pasado. Dios hace una serie de propuestas al pueblo. De ellos depende la aceptación. Primera propuesta: “Hoy pongo delante de ti vida y felicidad”. Sirviéndose de la antropología, Dios no duda en ofrecer al pueblo “la vida y la felicidad”. Al acecho están la “maldad y la muerte”. Dios señala también el camino a seguir. La vida y la felicidad, la muerte y la desdicha. No es otro que la observancia de los mandatos del Señor. Apartarse de este camino conduce a la infelicidad y a la muerte. Segunda propuesta es la bendición: “Te bendeciré en la tierra adonde vas a entrar”. El pueblo es quien ha de elegir, si quiere gozar de la bendición de Dios, o por el contrario su corazón se deja arrastrar por la idolatría. Dios no puede bendecir al que practica la maldad. Ante nosotros están los dos caminos: El que lleva a la vida y a la felicidad, y
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el que conduce a la perdición y a la muerte. La Cuaresma es un tiempo propicio para madurar nuestra elección. El camino es volver al Señor en actitud obediente. Quien pierda la vida por mí la salvará En este segundo día de Cuaresma, Jesús nos ofrece el camino a seguir, haz culminar el camino pascual con él el domingo de resurrección. No podemos perderlo de vista durante todos estos días. El Hijo del hombre tiene que sufrir mucho, ser rechazado, condenado a muerte y resucitar el tercer día. A los que elegimos ser sus discípulos Jesús nos hace la propuesta: “El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz de cada día y sígame” (Lc 9,23). Hay que arriesgar como Jesús. Él arriesgó su vida. Jesús promete al que arriesga la vida que la salvará. El camino que hizo Jesús, se ha convertido en camino real para aquellos que tengan la audacia de seguirlo. Pero los cobardes que se avergüencen de dar testimonio de Jesús, cuando “venga en su gloria”, se avergonzará también de él. Con la imposición de la ceniza fue el punto de partida, para recorrer con Jesús todo el camino. Un camino de cruz que conduce a la resurrección. La Pascua de Jesús es la meta. Para llegar a ella, tenemos por delante todo el camino cuaresmal. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada Clamé al Señor, y escuchó mi voz y me libró de los que me atacaban. Encomienda a Dios tus afanes y él te sustentará (Sal 54,17-20.23). 2. Oración colecta Inspira, Señor, nuestras acciones y dirígelas con tu gracia, para que todo cuanto emprendamos lo iniciemos en tu nombre y podamos llevarlo a término por tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Dt 30,15-20) Lectura del libro del Deuteronomio Esto dice el Señor: “Mira: Hoy pongo delante de ti la vida y el bien o la muerte y el mal. Si cumples lo que yo te mando hoy, amando al Señor tu Dios, siguiendo sus caminos, cumpliendo sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y te multiplicarás. El Señor, tu Dios, te bendecirá en
la tierra donde vas a entrar para poseerla. Pero si tu corazón se resiste y no obedeces, si te dejas arrastrar y te postras para dar culto a dioses extranjeros, yo te anuncio hoy que perecerás sin remedio y que, pasado el Jordán para entrar a poseer la tierra, no vivirás muchos años en ella. Hoy tomo por testigos al cielo y a la tierra de que les he propuesto la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Elige la vida y vivirás, tú y tu descendencia, amando al Señor tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él; pues en eso está tu vida y el que habites largos años en la tierra que el Señor prometió dar a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Dichoso el hombre que confía en el Señor.
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L Dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del bueno, que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos /R L Es como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo tendrá éxito /R L En cambio los malvados serán como la paja barrida por el viento. Porque el Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo /R (Sal 1). 5. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Arrepiéntanse, dice el Señor; porque ya está cerca el Reino de los cielos. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Mt 4,17).
6. Evangelio (Lc 9,22-25) Lectura del santo Evangelio según san Lucas A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día”. Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo; “Si alguno quiere acompañar-
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me, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará. En efecto, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Acepta, Señor, con bondad estas ofrendas que te presentamos, para que nos alcancen tu perdón, y den gloria a tu nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Antífona de la comunión Señor, crea en mí un corazón puro, y renueva en mi interior un espíritu firme (Sal 50,12). 9. Oración después de la comunión Señor, que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, que hemos recibido en esta comunión, sean para nosotros fuente de perdón, de santidad y de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado. Espera tu respuesta: ¿Estás decidido a hacer el camino con Jesús hasta la Pascua?
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El ayuno que Dios quiere: Compartir con el pobre y el sin-techo El ayuno era una práctica obligatoria para todos el día de la Reconciliación (Lv 16,19 ss). Existía también el ayuno voluntario. El mismo Jesús ayunó cuarenta días en el desierto (Mt, 4,2; Lc 4,2).
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Como hará más tarde Jesús, el profeta trata de regenerar la práctica del ayuno, que había perdido su sentido: “Buscan su propio interés y maltratan a sus servidores” (Is 58,3). Al mismo tiempo que ayunan, se entregan a peleas y disputas, practicando toda clase de violencia. El ayuno será grato a Dios, si va acompañada de la justicia y de la misericordia. El profeta nos ofrece una lista de actuaciones concretas. Responden a situaciones de injusticia de la sociedad de su tiempo. El verdadero ayuno ha de ir acompañado con hechos: abrir las cárceles a los injustamente detenidos, romper los cerrojos que coartan la libertad, liberar oprimidos, compartir los bienes con los necesitados, procurar vivienda digna a los sin-techo, ocuparse del hermano necesitado. El día que esto acontezca, cambiará el rostro de la sociedad: la justicia se abrirá camino, se manifestará la gloria de Dios, la luz de la aurora amanecerá sobre los pueblos. Para conseguirlo, queda un largo camino que recorrer. Cuando les arrebaten al novio, entonces ayunarán A propósito del ayuno, Jesús revela la novedad que supone la irrupción del reino de Dios en el mundo. Con Jesús ha llegado la novedad del reino de Dios. Las cosas han cambiado. Los discípulos de Juan y los fariseos todavía no se han enterado y siguen aferrados a sus tradiciones. Jesús acude al símbolo de la boda para explicar el cambio que se ha producido. Al legalismo estrecho del ayuno, Jesús contrapone el gozo festivo de la boda. Ciertas prácticas, como el ayuno, no pueden suplantar al amor. Los profetas acuden a la boda para expresar la alianza de amor entre Dios y su pueblo (Os 2,16-22). Jesús es el esposo de alianza de amor de Dios con la humanidad. Mientras él esté presente, no hay lugar para la tristeza. En su primer discurso, Jesús anunció la felicidad a todos, especialmente para los pobres y para los sufridos. Ellos son los primeros “amigos del novio”, invitados a disfrutar de la boda. Jesús anuncia al mismo tiempo su partida. Lo arrebatarán de forma violenta de en medio de sus “amigos”. Para ellos serán días de dolor y de tristeza. Pero volverán a recuperar la alegría de la fiesta, al recibir la noticia de que vive y ha resucitado. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada El Señor me escuchó, tuvo piedad de mí y ha venido en mi ayuda (Sal 29,11).
2. Oración colecta Concédenos, Señor, tu gracia durante estos días de penitencia cuaresmal, para que a nuestras prácticas externas corresponda una verdadera renovación del espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo.
3. 1ª Lectura (Is 58,1-9) Lectura del libro del profeta Isaías Esto dice el Señor: “Clama a voz en cuello y que nadie te detenga. Alza la voz como trompeta. Denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados. Me buscan día a día y quieren conocer mi voluntad, como si fuera un pueblo que practicara la justicia y respetara los juicios de Dios. Me piden sentencias justas y anhelan te-
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ner cerca a Dios. Me dicen todos los días: ‘¿Para qué ayunamos, si tú no nos ves? ¿Para qué nos sacrificamos, si no te das por enterado?’ Es que el día en que ustedes ayunan encuentran la forma de hacer negocio y oprimen a sus trabajadores. Es que ayunan, sí, para luego reñir y disputar, para dar puñetazos sin piedad. Ese no es un ayuno que haga oír en el cielo la voz de ustedes. ¿Acaso es éste el ayuno que me agrada? ¿Es ésta la mortificación que yo acepto del hombre: encorvar la cabeza como un junco y acostarse sobre saco y ceniza? ¿A esto llaman ayuno y día agradable al Señor? El ayuno que yo quiero de ti es éste, dice el Señor: Que rompas las cadenas injustas y levantes los yugos opresores; que liberes a los oprimidos y rompas todos los yugos; que compartas tu pan con el hambriento y abras tu casa al pobre sin techo; que vistas al desnudo y no des la espalda a tu propio hermano. Entonces surgirá tu luz como la aurora y cicatrizarás de prisa tus heridas; te abrirá camino la justicia y la gloria del Señor cerrará tu marcha. Entonces clamarás al Señor y te responderá; lo llamarás y te dirá: ‘Aquí estoy’”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor.
L Puesto que reconozco mis culpas, tengo siempre presentes mis pecados. Contra ti solo pequé, Señor, haciendo lo que a tus ojos era malo /R L Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento, y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias /R
4. Salmo responsorial R A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias. L Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados /R
7. Oración sobre las ofrendas Señor, que el sacrificio que te ofrecemos en este tiempo de preparación para la Pascua nos haga agradables a tus ojos y más generosos en la práctica de la penitencia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
(Sal 50).
5. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Busquen el bien y no el mal, para que vivan, y el Señor estará con ustedes. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Am 5,14). 6. Evangelio (Mt 9,14-15) Lectura del santo Evangelio según san Mateo A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos sí ayunamos?” Jesús les respondió: “¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces sí ayunarán”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús.
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8 de Marzo - Sábado después de Ceniza
8. Antífona de la comunión Señor, enséñame tus caminos, dime cuáles son tus senderos (Sal 24,4).
de tu misericordia la conversión de nuestro espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor.
9. Oración después de la comunión Que nuestra participación en este sacramento nos libre, Señor, de todas nuestras culpas y nos obtenga
Dios te ha hablado. Espera tu respuesta: ¿Con qué espíritu te propones vivir la Cuaresma?
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Las obras de amor son luz en medio de las tinieblas El profeta presenta unas obras muy concretas, que surgen como una “luz en medio de las tinieblas”. Se fija concretamente en una: “Dar el pan al hambriento y saciar el estómago del necesitado” (Is 58,10). Son muy importantes las acciones dirigidas a poner remedio a solucionar problemas tan apremiantes como el hambre. Pero no olvidemos que “No solo de pan vive el hombre” (Dt 8,3). Tenemos que abrir los ojos a las necesidades de todo tipo que sufren millones de personas en nuestro mundo. Las obras que nacen del amor, de la justicia y de misericordia son como una luz que se enciende en medio del mundo. Disipan las tinieblas el dolor y la marginación en todas sus formas. Cuando emprendemos con seriedad el proceso de conversión, el Señor guiará siempre nuestros pasos, sacia nuestra hambre de justicia y nos convierte en un manantial que nunca se agota. Los discípulos de Jesús hemos de ser en esta Cuaresma “restauradores” de este mundo en ruinas (Is 58,12). Leví ofreció un gran banquete en su casa Leví, aparece en la lista de los apóstoles con el nombre de Mateo. Era recaudador de impuestos. Los recaudadores eran mal vistos por la gente. Los fariseos y maestros de la ley los consideraban “pecadores”. Evitaban sentarse a comer con ellos. La actitud de Jesús es totalmente distinta. Consciente de su misión, confiesa: “No vine a llamar a los justos, sino a los pecadores para que se conviertan” (Lc 5,32). Lucas revela los pasos de un verdadero proceso de conversión seguidos por Jesús. Él toma la iniciativa de invitar a Leví en el puesto donde ejercía su profesión. En lugar de acusar y condenar, Jesús lo invita a seguirlo. Su estrategia tuvo éxito: Leví, “dejándolo todo, se levantó y lo siguió” (Lc 5,28). El primer paso para la conversión es el llamado de Dios. Él siempre llama, aunque no siempre obtiene respuesta. El segundo paso es la respuesta personal. En este caso fue positiva: Leví aceptó y se incorporó al grupo de discípulos que acompañaban a Jesús. La conversión tiene sus signos de verificación, por los cuales se revela su autenticidad. En
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las primeras comunidades uno de estos signos era compartir los bienes con los necesitados. El signo que ofrece Leví es un banquete, en el cual comparte la mesa con Jesús y con otros compañeros de profesión. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada Escúchanos, Señor, pues eres bueno y míranos conforme a tu bondad infinita (Sal 68,17). 2. Oración colecta Dios eterno y todopoderoso, mira compasivo nuestra debilidad, y extiende tu mano para protegernos. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Is 58,9-14) Lectura del libro del profeta Isaías Esto dice el Señor: “Cuando renuncies a oprimir a los demás y destierres de ti el gesto amenazador y la palabra ofensiva; cuando compartas tu pan con el hambriento y sacies la necesidad del humillado, brillará tu luz en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía. El Señor te dará reposo permanente; en el desierto saciará tu hambre y dará vigor a tu cuerpo; serás como un huerto bien regado, como un manantial cuyas aguas no se agotan. Construirás sobre tus viejas ruinas y edificarás sobre cimientos muy antiguos; te llamarán reparador de brechas y restaurador de hogares derruidos. Si detienes tus pasos para no violar el sábado y no tratas tus negocios en mi día santo, si llamas al sábado tu delicia y lo consagras a la gloria del Señor, si lo honras absteniéndote de viajes, de buscar tu interés, de tratar tus asuntos, entonces el Señor será tu delicia. Te asentaré sobre mis
montañas, te haré gustar la herencia de tu padre Jacob”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Señor, enséñame a seguir fielmente tus caminos. L Presta, Señor, oídos a mi súplica, pues soy un pobre, lleno de desdichas. Protégeme, Señor, porque te amo; salva a tu servidor, que en ti confía /R L Ten compasión de mí, pues clamo a ti, Dios mío, todo el día, y ya que a ti, Señor, levanto el alma, llena a este siervo tuyo de alegría /R L Puesto que eres, Señor, bueno y clemente y todo amor con quien tu nombre invoca, escucha mi oración y a mi súplica da respuesta pronta /R (Sal 85). 5. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria, a ti Señor Jesús. No quiero la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva, dice el Señor. R Honor y gloria, a ti Señor Jesús (Ez 33,11). 6. Evangelio (Lc 5,27-32) Lectura del santo Evangelio según san Lucas A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano, llamado Leví (Mateo), sentado en su despacho de recaudador de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
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Leví ofreció en su casa un gran banquete en honor de Jesús, y estaban a la mesa, con ellos, un gran número de publicanos y otras personas. Los fariseos y los escribas criticaban por eso a los discípulos, diciéndoles: “¿Por qué comen y beben con publicanos y pecadores?” Jesús les respondió: “No son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Que este sacrificio de reconciliación y de alabanza que vamos a ofrecerte, nos purifique, Señor y nos renueve, para que todos nuestros pensamien-
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tos y acciones se apeguen a tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Antífona de la comunión Misericordia quiero y no sacrificios, dice el Señor; no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores (Mt 9,13).
9. Oración después de la comunión Señor, que este sacramento que hemos recibido, y que es fuente de vida para tu Iglesia, sea para nosotros prenda segura de salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado. Espera tu respuesta: ¿Qué signos de conversión ofreces en esta Cuaresma?
de Marzo - I Domingo de Cuaresma /A L.H.: Salt. I Sem. - Color Mo EL HOMBRE VIVE DE TODA PALABRA QUE SALE DE LA BOCA DE DIOS
El ser humano vive sometido a prueba El autor del Génesis presenta un relato de origen mitológico, en el cual presenta un árbol que no es como los demás. Quien coma de su fruto será como Dios: conocerá el bien y el mal. Desde siempre, ha existido en el ser humano la tentación de asemejarse a Dios. En el relato bíblico, el tentador se presenta disfrazado. Inducidos por la astucia de la serpiente, los dos protagonistas incumplen un precepto del Señor: “No comas del árbol del conocimiento del bien y del mal” (Gn 2,17). Los dos se hicieron responsables, defraudando la confianza que Dios había depositado en ellos. De hecho, ninguno de los dos quiere hacerse responsable de lo sucedido: el hombre culpa a la mujer, la mujer culpa a la serpiente. Hoy como ayer, vivimos bajo la presión constante de la tentación. En muchas ocasiones la fidelidad a Dios está sometida a la presión del ambiente que nos rodea. Con frecuencia somos incapaces de aguantar la presión y cedemos. Aun el más fuerte puede caer. Como vemos, descargar la responsabilidad sobre los otros no es nada nuevo. Jesús, sometido a prueba de fidelidad a la misión
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Mateo construye el relato de las tentaciones en forma de diálogo. Jesús y el tentador siguen la misma estrategia: ambos acuden a la Escritura. En el caso de Jesús, el lugar de la tentación no es un jardín exuberante y maravilloso; se trata de un lugar árido y desértico. Jesús “hizo un ayuno de cuarenta días con sus noches al final sintió hambre” (Mt 4,2). Los cuarenta días de duración, Jesús le respondió: “Está escrito: No sólo de relaciona la prueba de Jesús pan vive el hombre, sino también de toda con la que vivió el pueblo de palabra que sale de la boca de Dios” Israel durante cuarenta años en (Mt 4,4 ) el desierto. Jesús se dispone a comenzar la misión de anunciar el reino de Dios. Antes, se ve sometido a una prueba de fidelidad. Una gran parte de la sociedad pensaba en un Mesías investido de poder, cuya misión sería imponerse por la fuerza a los enemigos de Israel. Jesús no cedió a esta tentación. Su opción fue muy distinta. Desde el principio manifestó que era un Mesías pobre y amigo de los pobres. Lucas resume su mesianismo en una frase: “El Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza” (Lc 9,58). Superada la prueba, se dirige a Galilea y se puso a proclamar la Buena Noticia. El anuncio es claro: “¡Arrepiéntanse que está cerca el reino de los cielos!” (Mt ,17). Como Jesús, nos vemos sometidos a la prueba Jesús se vio sometido a prueba. “El sumo sacerdote que tenemos no es insensible a nuestra debilidad, ya que ha sido probado como nosotros en todo, excepto el pecado” (Hb 4,5). Nada extraño que los discípulos corramos la misma suerte. En la versión de Mateo, Jesús elige la Palabra de Dios para superar la prueba. Empieza recordándonos, que “no solo de pan vive el ser humano, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4). Concluye con la última cita: “Al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto” (Mt 4,10). Santiago reserva una bienaventuranza para los que superan la prueba: “Dichoso el hombre que soporta la prueba, porque después de haberla superado, recibirá la corona de vida que el Señor prometió a los que lo aman” (Sant 1,12). No nos dejemos engañar: Dios no tienta a nadie a hacer el mal. Dios solo mueve a practicar lo bueno y perfecto. Cada uno es tentado por sus malos deseos, que conciben y dan a luz al pecado. Muchos de estos pecados engendran muerte y llevan a la muerte. La prueba tiene también su lado positivo, pues una vez superada, la fe sale fortalecida y purificada, como el oro es purificado por el fuego (1Pe 1,6-7). En todo caso, Dios no permitirá que nos veamos sometidos a pruebas que superen nuestras fuerzas. “Todavía no han tenido que resistir hasta derramar la sangre en su lucha contra el pecado” (Heb 12,4). P. Antonio Danoz, redentorista
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1. Antífona de entrada Me invocará y yo lo escucharé; lo libraré y lo glorificaré; prolongaré los días de su vida (Sal 90,15-16). 2. Oración colecta Concédenos, Dios todopoderoso, que las prácticas anuales propias de la Cuaresma nos ayuden a progresar en el conocimiento de Cristo y a llevar una vida más cristiana. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Gén 2,7-9;3,1-7) Lectura del libro del Génesis Después de haber creado el cielo y la tierra, el Señor Dios tomó polvo del suelo y con él formó al hombre; le sopló en las narices un aliento de vida, y el hombre comenzó a vivir. Después plantó el Señor un jardín al oriente del Edén y allí puso al hombre que había formado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, de hermoso aspecto y sabrosos frutos, y además, en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. La serpiente, que era el más astuto de los animales del campo que había creado el Señor Dios, dijo a la mujer: “¿Conque Dios les ha prohibido comer de todos los árboles del jardín?” La mujer respondió: “Podemos comer del fruto de todos los árboles del huerto, pero del árbol que está en el centro del jardín, dijo Dios: ‘No comerán de él ni lo tocarán, porque de lo contrario, habrán de morir’”. La serpiente replicó a la mujer: “De ningún modo. No morirán. Bien sabe Dios que el día que coman de los frutos de ese árbol, se les abrirán a
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ustedes los ojos y serán como Dios, que conoce el bien y el mal”. La mujer vio que el árbol era bueno para comer, agradable a la vista y codiciable, además, para alcanzar la sabiduría. Tomó, pues, de su fruto, comió y le dio a su marido, el cual también comió. Entonces se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entrelazaron unas hojas de higuera y se las ciñeron para cubrirse. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Misericordia, Señor, hemos pecado. L Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados /R L Puesto que reconozco mis culpas, tengo siempre presentes mis pecados. Contra ti solo pequé, Señor, haciendo lo que a tus ojos era malo /R L Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu /R L Devuélveme tu salvación, que regocija, mantén en mí un alma generosa. Señor, abre mis labios y cantará mi boca tu alabanza /R (Sal 50).
5. 2ª Lectura (Rom 5,12-19) Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos Hermanos: Así como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte, así
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la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Antes de la ley de Moisés ya existía el pecado en el mundo y, si bien es cierto que el pecado no se castiga cuando no hay ley, sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre aquellos que no pecaron como pecó Adán, cuando desobedeció un mandato directo de Dios. Por lo demás, Adán era figura de Cristo, el que había de venir. Ahora bien, el don de Dios supera con mucho al delito. Pues si por el delito de un solo hombre todos fueron castigados con la muerte, por el don de un solo hombre, Jesucristo, se ha desbordado sobre todos la abundancia de la vida y la gracia de Dios. Tampoco pueden compararse los efectos del pecado de Adán con los efectos de la gracia de Dios. Porque ciertamente, la sentencia vino a causa de un solo pecado y fue sentencia de condenación, pero el don de la gracia vino a causa de muchos pecados y nos conduce a la justificación. En efecto, si por el pecado de un solo hombre estableció la muerte su reinado, con mucha mayor razón reinarán en la vida por un solo hombre, Jesucristo, aquellos que reciben la gracia sobreabundante que los hace justos. En resumen, así como por el pecado de un solo hombre, Adán, vino la condenación para todos, así por la justicia de un solo hombre, Jesucristo, ha venido para todos la justificación que da la vida. Y así como por la desobediencia de uno, todos fueron hechos pecadores, así por la
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obediencia de uno solo, todos serán hechos justos. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 6. Aclamación antes del evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Mt 4,4). 7. Evangelio (Mt 4,1-11) Lectura del santo Evangelio según san Mateo A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio. Pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer y, al final, tuvo hambre. Entonces se le acercó el tentador y le dijo: “Si tú eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes”. Jesús le respondió: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, échate para abajo, porque está escrito: Mandará a sus ángeles que te cuiden y ellos te tomarán en sus manos, para que no tropiece tu pie en piedra alguna”. Jesús le contestó: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”. Luego lo llevó el diablo a un monte muy alto y desde ahí le hizo ver la grandeza de todos los reinos del mundo y le dijo; “Te daré todo esto, si te postras y me adoras”. Pero Jesús le replicó: “Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al
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Señor, tu Dios, y a él sólo servirás”. Entonces lo dejó el diablo y se acercaron los ángeles para servirle. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 8. Oración de los fieles S En la Cuaresma, la liturgia nos invita seguir los pasos de Jesús. Oremos, para hacer el camino pascual con el mismo espíritu con que Jesús lo hizo, superando todo tipo de pruebas. A Te lo pedimos, Señor. L El Señor nos convoca a todos: al papa, a los obispos y a los fieles a realizar un itinerario de conversión. Para que progresemos en la vida nueva que nació en nosotros en el bautismo: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. L Jesús nos invita en este día a recorrer el camino que conduce a la gloria de la resurrección, pasando antes por la prueba y por la humillación de la cruz. Para que nos mantengamos firmes sin desfallecer: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. L Nuestra conversión ha de hacerse visible en la práctica de la justicia, de la fraternidad y de la solidaridad. Para que seamos ante el mundo los protagonistas de esta conversión: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. L Son muchos los tentadores que pretenden apartarnos del camino de Jesús. Para que Dios nos conceda la fortaleza necesaria para superar cualquier tentación: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor.
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(Intenciones libres) S Concédenos, Señor, fortaleza para superar todo obstáculo que se nos ponga en el camino, y así celebrar con gozo la resurrección juntamente con Jesús. Que vive y reina por los siglos. Amén. 9. Oración sobre las ofrendas Te pedimos, Señor, que estos dones que vamos a ofrecerte, nos dispongan convenientemente para el santo tiempo de la Cuaresma, que estamos iniciando. Por Jesucristo, nuestro Señor. 10. Antífona de la comunión No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que viene de Dios (Mt 4,4).
11. Oración después de la comunión Que este pan celestial alimente, Señor, en nosotros la fe, aumente la esperanza, refuerce la caridad, y nos enseñe a sentir hambre de Cristo, que es el pan vivo y verdadero, y a vivir de toda palabra que proceda de tu boca. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado. Espera tu respuesta: ¿Pides ayuda a Jesús para que te saque de la prueba?
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Sean santos, porque el Señor es santo El texto que hemos leído forma parte del llamado “Código de santidad”. La primera propuesta lo proclama con claridad: “Sean santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo” (Lv 19,2). Existe un Santo del cual fluye toda santidad hacia los seres humanos. Dios nos creó a su “imagen y semejanza” (Gén 1,26). En el código de santidad que ofrece el Levítico, se establecen una serie de preceptos para conseguirla. Después de proclamar: “Yo soy el Señor su Dios, no acudan a los ídolos, el resto de los preceptos se orientan a aspectos fundamentales de la convivencia humana. Unas normas se refieren al respeto debido a la persona, como la prohibición de maldecir, de andar con chismes de un lado para otro, de odiar o vengarse del prójimo Otros preceptos se relacionan con la justicia y con el respeto a sus bienes. Aquí entra la prohibición de robar, de explotar al prójimo, la parcialidad en los juicios. En todas nuestras relaciones con el prójimo hemos de tener fijos los ojos en Dios. Él es el modelo a seguir. En comportarnos con todos los seres humanos, como lo hace el Señor, consiste la santidad que Dios nos propone. Lo que han hecho a mis hermanos a mí me lo han hecho Mateo nos sitúa ante la evaluación final de la historia. Preside el Hijo del hombre, que es la figura central. Actúa como juez de las naciones. El tema central sobre el que versará el juicio es el amor, que se hace visible en diversas formas de practicar la misericordia. Entre las múltiples formas de manifestar el amor y la misericordia, Mateo presenta seis. Los que han practicado la misericordia, alimentando al hambriento, dando de beber al sediento, recibiendo al emigrante, vistiendo al desnudo, atendiendo al enfermo, visitando a los encarcelados, ocuparán un lugar de privilegio al lado de Jesús. Naturalmente, no estamos ante una lista cerrada. Quedan otras muchas acciones que hay que realizar con los necesitados de amor y de misericordia, que Mateo no menciona en este lugar. El texto de Mateo revela la coherencia existente entre el mandamiento principal y la evaluación definitiva que el Hijo del hombre hará al final de los tiempos. Jesús había afirmado al referirse al precepto del amor: “Este es el precepto más importante; pero el segundo es equivalente: Amarás al prójimo como a ti mismo” (Mt 22,38-39). Pablo escribe: “El amor es el cumplimiento pleno de la ley” (Rom 13,10). El examen sobre el amor es suficiente para evaluar toda una vida. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada Así como la esclava en su señora, tiene fijos los ojos, fijos en el Señor están los nuestros, hasta que Dios se apiade de nosotros. Ten piedad de nosotros, ten piedad (Sal 122,2-3).
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2. Oración colecta Conviértenos a ti, Dios salvador nuestro, y ayúdanos a progresar en el conocimiento de tu palabra para que esta Cuaresma nos sea provechosa. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Lv 19,1-2.11-18) Lectura del libro del Levítico En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: “Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles: ‘Sean santos, porque yo, el Señor, soy santo. No hurtarán. No mentirán ni engañarán a su prójimo. No jurarán en falso por mi nombre; eso sería profanar el nombre de su Dios. Yo soy el Señor. No oprimas ni explotes a tu prójimo. No retengas hasta el día siguiente el salario del que trabaja para ti. No maldigas al sordo, ni pongas tropiezos ante el ciego. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor. No seas injusto en la sentencia, ni por favorecer al pobre ni por respeto al poderoso. Juzga con justicia a tu prójimo. No andes calumniando a los tuyos ni des testimonio contra la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor. No odies a tu hermano ni en lo secreto de tu corazón. Trata de corregirlo, para que no cargues tú con su pecado. No te vengues ni guardes rencor a los hijos de tu pueblo. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor’”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. L La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmuta-
bles son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo /R L En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino /R L La voluntad del Señor es santa y para siempre estable; los mandatos del Señor son verdaderos y enteramente justos /R L Que te sean gratas las palabras de mi boca y los anhelos de mi corazón. Haz, Señor, que siempre te busque, pues eres mi refugio y salvación /R (Sal 18).
5. Aclamación antes del evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Éste es el tiempo favorable, éste es el día de la salvación. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (2Co 6,2). 6. Evangelio (Mt 25,31-46) Lectura del santo Evangelio según san Mateo A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me
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hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme’. Los justos le contestarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?’ Y el rey les dirá: ‘Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron’. Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron’. Entonces ellos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?’ Y él les replicará: ‘Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo’. Entonces irán éstos al castigo
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eterno y los justos a la vida eterna”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Que estas ofrendas que te presentamos como signo de nuestra entrega a ti, santifiquen, Señor, con tu gracia, nuestra vida y nos obtengan el perdón de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Antífona de la comunión En verdad les digo que cuanto hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo han hecho, dice el Señor. Vengan, benditos de mi Padre, y tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo (Mt 25,40.34). 9. Oración después de la comunión Concédenos, Señor, encontrar en esta comunión fuerza para el cuerpo y para el alma a fin de que, renovados completamente, podamos gloriarnos de la plenitud de tu redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado. Espera tu respuesta: Si Dios te examinara hoy sobre el amor, ¿cuál sería el resultado?
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La Palabra de Dios es fecunda y produce su fruto Para presentar la Palabra de Dios, Isaías se centra en una realidad que todo el mundo conoce: la lluvia y la nieve descienden sobre la tierra. Su presencia no resulta inútil. Empapan la tierra y hacen germinar la semilla, proporcionando alimento al sembrador.
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11 de Marzo - Martes, Feria, I Semana de Cuaresma
Algo parecido sucede con la Palabra de Dios. La palabra que ha salido de su boca no regresará sin producir su fruto. Esta es su voluntad. Pero no siempre sucede así, pues los humanos nos convertimos en terreno duro impidiendo que la Palabra de Dios produzca su fruto. La primera tarea es identificar la Palabra de Dios. Vayamos a las fuentes fidedignas y seguras. Asegurada la autenticidad, pensemos en convertir la Palabra de Dios en el hilo conductor de nuestro existir cotidiano. De poco vale tener una Palabra, que supera en belleza y en riqueza cualquier otra, si no penetra hasta la “división del cuerpo y el espíritu” y produce el fruto que Dios espera. Dios es generoso en comunicar su Palabra, como es generoso en enviar la lluvia. Pero quiere que la Palabra, como la lluvia, produzca fruto: “Dé semilla al sembrador y pan para comer” (Is 55,10). Este fruto quiere verlo en nosotros durante la Cuaresma. Oremos como Jesús nos enseñó Jesús no se contenta con criticar a la forma de orar y de actuar de los fariseos hipócritas. El hace su propuesta. Las diversas corrientes religiosas, incluso los maestros espirituales famosos, tienen oraciones que los identifican. Han permanecido en la mente de los discípulos que las repiten de memoria. Lucas informa, que uno de los discípulos pidió a Jesús que les enseñara a orar, después de haber visto cómo él oraba. Jesús accedió y les enseñó la oración que llamamos “oración del Señor”. El nombre procede de la palabra latina “Dominus”, que significa “Señor”. En esta oración Jesús ha querido condensar el mensaje central de la Buena Noticia. Dios, que es el Padre de todos, ha de ser amado, venerado y respetado. La preocupación constante de todo discípulo ha de ser que se instale en el mundo el reino de Dios. Y que se cumpla en el cielo y en la tierra su proyecto para la humanidad. La segunda parte de la oración se fija en la convivencia entre los seres humanos. Ha de estar presidida por el amor. Un amor que perdona sin límites. Finalmente, pedimos a Dios que no permita que sucumbamos ante las pruebas que se nos presentan en la vida, y que nos libre de todo lo malo. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación. Desde siempre y por siempre tú eres Dios (Sal 89,1-2).
2. Oración colecta Mira, Señor, con misericordia a tu pueblo que en estos días de Cuaresma usa con moderación de los bienes del cuerpo y aviva en su espíritu el deseo de poseerte. Por nuestro Señor Jesucristo.
3. 1ª Lectura (Is 55,10-11) Lectura del libro del profeta Isaías Esto dice el Señor: “Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor.
11 de Marzo - Martes, Feria, I Semana de Cuaresma
4. Salmo responsorial R El Señor libra al justo de todas sus angustias. L Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores /R L Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias /R L Los ojos del Señor cuidan al justo y a su clamor están atentos sus oídos. Contra el malvado, en cambio, está el Señor, para borrar de la tierra su recuerdo /R L Escucha el Señor al hombre justo y lo libra de todas sus congojas. El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas /R (Sal 33).
5. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Mt 4,4). 6. Evangelio (Mt 6,7-15) Lectura del santo Evangelio según san Mateo A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando ustedes hagan oración no hablen mucho, como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar, serán escuchados. No los imiten, porque el Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes, pues, oren así:
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Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus faltas”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Acepta, Señor y creador todopoderoso, los dones que hemos recibido de tu generosidad y convierte el pan y el vino que nos has dado para nuestra vida cotidiana en sacramento de salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Antífona de la comunión Tú, Dios, defensor mío, que me escuchaste cuando te invoqué y me consolaste en la tribulación ten piedad de mí y escucha mi plegaria (Sal 4,2).
9. Oración después de la comunión Que esta Eucaristía nos ayude, Señor, a moderar las pasiones y los deseos terrenos y a buscar tu justicia y tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado. Espera tu respuesta: ¿En qué se parece tu oración a la que propone Jesús?
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de Marzo - Miércoles, Feria, I Semana L.H.: Salt. I Sem. - Color Mo de Cuaresma
Vete a Nínive y denuncia la maldad que han cometido Jonás es el profeta rebelde, que inicialmente se negó a cumplir la misión que Dios le encomendó. Pero, como siempre, Dios salió con la suya: el profeta rebelde fue a Nínive a cumplir el mandato del Señor. Recorrió la ciudad anunciando su mensaje: Si no se convierten, “¡dentro de cuarenta días Nínive será arrasada!” (Jon 3,4). La gente tomó en serio el anuncio de Jonás, empezando por el rey, que editó un decreto: “Cada cual se convierta de su mala vida y de sus acciones violentas” (Jon 3,8). Con la conversión de la ciudad espera conseguir que Dios abandone sus amenazas y perdone a la ciudad. Los ciudadanos obedecieron al rey, hicieron penitencia, arrepintiéndose de la mala vida. El autor ofrece dos signos penitenciales de conversión: el sayal penitencial, el polvo y la ceniza. Estos dos signos que se practicaban en Israel, fueron asumidos por la Iglesia. Jesús se hará eco de la conversión de los habitantes de Nínive, al denunciar la dureza de corazón de la gente de su generación. “En el juicio las gentes de Nínive se alzarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se arrepintieron por la predicación de Jonás” (Mt 12,41). Jesús nos hace el mismo reproche a las gentes de nuestra generación, y a nosotros que somos sus discípulos. Esta generación perversa reclama una señal Jesús responde a la gente de su generación que le reclamaba milagros, recordando la actitud penitencial de los habitantes de Nínive. La denuncia es clara y directa: Jonás fue un signo de conversión para los ninivitas. Ellos escucharon su llamado y se convirtieron. La generación de Jesús andaba preocupada por los milagros. Dios les envió un signo mucho más importante: El Hijo del hombre, que era su Hijo en persona. Ellos cerraron los oídos a su llamado a convertirse. Ellos admiran también a Salomón por su sabiduría. Jesús les dice: “Aquí hay uno que es más que Salomón” (Lc 11,31). Los buscadores de milagros no han terminado. Son muchos los bautizados que se acercan a Dios, a Jesucristo reclamando milagros. Se creen con derecho a exigírselo. A estos buscadores de milagros los remite Jesús a los ciudadanos de Nínive. Lo que los hombres y mujeres de esta generación hemos de hacer durante la Cuaresma es reclamar menos milagros, y abrir el corazón al llamado de Jesús: “Arrepiéntanse y crean en la Buena Noticia” (Mc 1,15). Jesús espera signos de conversión no sólo palabras. El llamado nos los hace Jesús, que es un profeta superior a Jonás y más sabio que Salomón. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas y no
permitas que nos derrote el enemigo. Sálvanos, Dios de Israel, de todas nuestras angustias (Sal 24,6.3.22).
12 de Marzo - Miércoles, Feria, I Semana de Cuaresma
2. Oración colecta Mira, Señor, con bondad a tu pueblo, que con fervor desea entregarse más a ti y concédele que la práctica de las buenas obras renueve su alma, ya que con sus privaciones se esfuerza por dominar su cuerpo. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Jon 3,1-10) Lectura del libro del profeta Jonás En aquellos días, el Señor volvió a hablar a Jonás y le dijo: “Levántate y vete a Nínive, la gran capital, para anunciar ahí el mensaje que te voy a indicar”. Se levantó Jonás y se fue a Nínive, como le había mandado el Señor. Nínive era una ciudad enorme: hacían falta tres días para recorrerla. Jonás caminó por la ciudad durante un día, pregonando: “Dentro de cuarenta días Nínive será destruida”. Los ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal, grandes y pequeños. Llegó la noticia al rey de Nínive, que se levantó del trono, se quitó el manto, se vistió de sayal, se sentó sobre ceniza y en nombre suyo y de sus ministros, mandó proclamar en Nínive el siguiente decreto: “Que hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, que no pasten ni beban; que todos se vistan de sayal e invoquen con fervor a Dios y que cada uno se arrepienta de su mala vida y deje de cometer injusticias. Quizá Dios se arrepienta y nos perdone, aplaque el incendio de su ira y así no moriremos”. Cuando Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala vida, cambió
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de parecer y no les mandó el castigo que había determinado imponerles. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias. L Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados /R L Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu /R L Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias /R (Sal 50).
5. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Todavía es tiempo, dice el Señor. Arrepiéntanse de todo corazón y vuélvanse a mí, que soy compasivo y misericordioso. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Jl 2,12-13). 6. Evangelio (Lc 11,29-32) Lectura del santo Evangelio según san Lucas A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y éste comenzó a decirles: “La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los
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13 de Marzo - Jueves, Feria, I Semana de Cuaresma
habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente de este tiempo. Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del sur se levantará el día del juicio para condenarlos, porque ella vino desde los últimos rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los hombres de Nínive se levantarán el día del juicio para condenarla, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Te presentamos, Señor, este pan y este vino que tú mismo nos has dado
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para que te los ofreciéramos, a fin de que, al convertirlos tú en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, nos obtengan la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Antífona de la comunión Que se alegren, Señor, cuantos en ti confían, que se regocijen eternamente porque tú estás con ellos (Sal 5,12). 9. Oración después de la comunión Tú, Señor, que no cesas de invitarnos a tu mesa, concédenos que la recepción de este sacramento sea para nosotros fuente de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado. Espera tu respuesta: ¿Qué signos de conversión piensas realizar esta Cuaresma?
de Marzo - Jueves, Feria, I Semana L.H.: Salt. I Sem. - Color Mo de Cuaresma
Protégeme, Señor, que todo lo sabes El pueblo judío se encuentra en el exilio y le amenaza un grave peligro. De en medio del pueblo surge una mujer sencilla y valiente, que emprende una acción arriesgada, que se vio coronada por el éxito. Este libro de carácter sapiencial nos ofrece enseñanzas de solidaridad, de audacia, de generosidad para afrontar riesgos a favor de los demás. También nos ofrece el testimonio de orantes, que ante la dificultad acuden al Señor. Una de estos orantes es Ester. Ante el peligro inminente que se cierne sobre el pueblo, Ester no duda en arriesgar su vida, presentándose ante el rey. Antes de acercarse al rey, manifiesta una fe inquebrantable en Dios. Confiesa que su fe nace en el seno de la familia. Allí aprendió que Dios había escogido a Israel entre las naciones. En su fragilidad, no dispone de otro apoyo que Dios, para salir con éxito en la acción arriesgada que se dispone a emprender a favor de su pueblo. A él acude pidiendo valor y la palabra oportuna: “Pon en mi boca el discurso acertado cuando tenga que hablar”.
13 de Marzo - Jueves, Feria, I Semana de Cuaresma
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El Padre del cielo da cosas buenas al que se las pide Las propuestas radicales que Jesús propone en el discurso sobre el monte no son fáciles de llevar a la práctica. Es necesario disponer de una fortaleza que sólo Dios puede conceder. De ahí la insistencia de Jesús: busquen, llamen, pidan. Dios no se muestra indiferente ante aquel que busca, que llama y que ora. Para hacer más asequible su enseñanza, Jesús acude a la experiencia cotidiana. Nadie se puede imaginar que un padre o una madre queden indiferentes ante las necesidades de su hijo. Menos aún se le ocurrirá entregarle una piedra o una serpiente, si el hijo le pide pan o un pescado. Si actuaran así, decimos que no tienen corazón. Es impensable que Dios pueda negarnos cualquier cosa buena que le pidamos. Lucas determina más un don que Dios no niega a nadie que se lo pide: se trata del Espíritu Santo. “¡Cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!” (Lc 11,13). Durante la Cuaresma, busquemos, llamemos, pidamos el don del Espíritu Santo. Dios no nos lo negará. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada Señor, oye mis palabras, escucha mi lamento, haz caso de mi voz suplicante, Rey mío y Dios mío (Sal 5,2-3).
2. Oración colecta Puesto que sin ti nada podemos, concédenos, Señor, luz para distinguir siempre el bien y valor para ponerlo en práctica, a fin de que podamos vivir según tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Est 14,1.3-5.12-14) Lectura del libro de Ester En aquellos días, la reina Ester, ante el mortal peligro que amenazaba a su pueblo, buscó refugio en el Señor y se postró en tierra con sus esclavas, desde la mañana hasta el atardecer. Entonces suplicó al Señor, diciendo: “Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, ¡bendito seas! Protégeme, porque estoy sola y no tengo más defensor que tú, Señor, y voy a jugarme la vida.
Señor, yo sé, por los libros que nos dejaron nuestros padres, que tú siempre salvas a los que te son fieles. Ayúdame ahora a mí, porque no tengo a nadie más que a ti, Señor y Dios mío. Ayúdame, Señor, pues estoy desamparada. Pon en mis labios palabras acertadas, cuando esté en presencia del león y haz que yo le agrade, para que su corazón se vuelva en contra de nuestro enemigo, para ruina de éste y de sus cómplices. Con tu poder, Señor, líbranos de nuestros enemigos. Convierte nuestro llanto en alegría y haz que nuestros sufrimientos nos obtengan la vida”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R De todo corazón te damos gracias, Señor. L De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste nuestros ruegos. Te cantaremos delante de tus ángeles, te adoraremos en tu templo /R
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L Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor: siempre que te invocamos nos oíste y nos llenaste de valor /R L Que todos los reyes de la tierra te reconozcan, al escuchar tus prodigios. Que alaben tus caminos, porque tu gloria es inmensa /R L Tu mano, Señor, nos pondrá a salvo, y así concluirás en nosotros tu obra. Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy, no me abandones /R (Sal 137). 5. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Crea en mí, Señor, un corazón puro y devuélveme tu salvación, que regocija. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Sal 50,12.14). 6. Evangelio (Mt 7,7-12) Lectura del santo Evangelio según san Mateo A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; toquen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que toca, se le abre. ¿Hay acaso entre ustedes alguno que le dé una piedra a su hijo, si éste le pide pan? Y si le pide pescado, ¿le
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dará una serpiente? Si ustedes, a pesar de ser malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con cuanta mayor razón el Padre, que está en los cielos, dará cosas buenas a quienes se las pidan. Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Acepta, Señor, en tu bondad las ofrendas y súplicas que te presentamos, y convierte a ti nuestros corazones. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Antífona de la comunión Todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que toca, se le abrirá (Mt 7,8). 9. Oración después de la comunión Concédenos, Señor Dios nuestro, que el sacramento que nos has dado como ayuda para nuestra salvación, nos sirva de auxilio tanto para esta vida como para la futura. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado, y te pregunta: ¿Qué es lo que pides a Dios con prioridad en tu oración?
de Marzo - Viernes, Feria, I Semana L.H.: Salt. I Sem. - Color Mo de Cuaresma
Si el malvado se convierte, ciertamente vivirá El Señor hace un anuncio solemne por medio del profeta: él no quiere la muerte del malvado, sino que se convierta y que viva. Si el malvado se convierte de los pecados cometidos… y practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá” (Ez 18,21).
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Por otra parte, si el justo abandona el camino de la justicia y se dedica a hacer el mal, “no se le tendrá en cuenta la justicia que practicó”. A causa de la maldad cometida morirá. De nada vale acudir al pasado, si en un momento dado obramos el mal y nos apartamos del Señor. Por una parte, el profeta nos revela algo muy importante: El Señor es amigo de la vida. Quiere que todos disfrutemos de ella, tanto en el plano humano, como en el plano espiritual. Por otra parte, nos pone en guardia para no dormirnos en los laureles, gloriándonos del pasado, sin tener en cuenta el presente. La última decisión que hemos tomado es la que cuenta. Si la última actitud ante Dios fue conforme con su ley y su justicia, el Señor perdonará nuestro pasado pecador. Pero, si hemos roto la amistad con Dios, nos encaminamos hacia la muerte. Ha llegado el momento de rectificar. Reconcíliate con tu adversario Antes de entrar en la primera antítesis del discurso sobre el monte, Jesús hace una advertencia a los discípulos: “Si su modo de actuar no supera al de los maestros de la ley y fariseos, no entrarán en el reino de los cielos” (Mt 5,20). A continuación, Jesús nos introduce en el sentido más auténtico y profundo de los mandamientos. Todos ellos están al servicio de la vida, de la justicia, del amor y de la verdad. La radicalidad que manifiesta Jesús no tiene precedentes. En la primera antítesis primera manifiesta el respeto sagrado a la persona, empezando por el valor más sagrado que es la vida: “No Matarás” (Mt 5,21). Pero Jesús exige mucho más. Hay que eliminar las peleas, los insultos, como llamar “imbécil”, “renegado”. En los conflictos se ha de imponer la reconciliación. No existe otra salida para los discípulos. La reconciliación se hace tan urgente y necesaria, que mientras no se produzca no es lícito presentarse ante el altar, para presentar a Dios las ofrendas. “Con quien tienes pleito busca inmediatamente el acuerdo” (Mt 5,25). Primera reconcíliate. Después acércate a presentar tu ofrenda. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada Sálvame, Señor, de todas mis angustias. Mira mis trabajos y mis penas, y perdona todos mis pecados (Sal 24,17-18).
2. Oración colecta Concede, Señor, a tus hijos prepararse interiormente a la celebración de la Pascua, para que la mortificación corporal, propia de este tiempo, dé en cada uno de nosotros frutos espirituales. Por nuestro Señor Jesucristo.
3. 1ª Lectura (Ez 18,21-28) Lectura del libro del profeta Ezequiel Esto dice el Señor: “Si el pecador se arrepiente de los pecados cometidos, guarda mis preceptos y practica la rectitud y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá; no me acordaré de los delitos que cometió; vivirá a causa de la justicia que practicó. ¿Acaso quiero yo la muerte del pecador, dice el Señor, y no más bien que enmiende su conducta y viva? Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad, no se recordará la
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justicia que hizo. Por la iniquidad que perpetró, por el pecado que cometió, morirá. Y si dice: ‘No es justo el proceder del Señor’, escucha, casa de Israel: ¿Conque es injusto mi proceder? ¿No es más bien el proceder de ustedes el injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere; muere por la maldad que cometió. Cuando el pecador se arrepiente del mal que hizo y practica la rectitud y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se aparta de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Perdónanos, Señor, y viviremos. L Desde el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha mi clamor; que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante /R L Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor, que se salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos /R L Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra; mi alma aguarda al Señor, mucho más que a la aurora el centinela /R L Como aguarda a la aurora el centinela, aguarde Israel al Señor, porque del Señor viene la misericordia y la abundancia de la redención, y él redimirá a su pueblo de todas sus iniquidades /R (Sal 129). 5. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Purifíquense de todas sus iniquidades; renueven su corazón y su
espíritu, dice el Señor. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Ez 18,31). 6. Evangelio (Mt 5,20-26) Lectura del santo Evangelio según san Mateo A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos. Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo. Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda. Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de ahí hasta que hayas pagado el último centavo”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Acepta, Señor, estas ofrendas por medio de las cuales has querido misericordiosamente devolvernos tu amistad y darnos la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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8. Antífona de la comunión Tan cierto como que vivo, dice el Señor, no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (Ez 33,11).
9. Oración después de la comunión Que la recepción de tu sacramento nos renueve, Señor, y, purificados
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de toda maldad, nos haga participar de los bienes de la redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado, y te pregunta: ¿Qué te propones hacer, para mejorar tus relaciones personales con los demás?
de Marzo - Sábado, Feria, I Semana L.H.: Salt. I Sem. - Color Mo de Cuaresma
Guarda los mandatos del Señor con todo el corazón Dios manifestó claramente al pueblo su voluntad en el momento de renovar la alianza: “Hoy te has comprometido a aceptar lo que el Señor te propone: que él será tu Dios, que irás por sus caminos, guardarás sus mandatos, preceptos, decretos y escucharás su voz” (Dt 26,17). Esta es una tarea que Dios nos propone para la Cuaresma. En primer lugar, necesitamos confirmarnos en la fe, de modo que Dios ocupe el lugar que le corresponde en nuestra vida. En segundo lugar, él nos ha propuesto un camino a seguir. Este camino lo encontramos básicamente en sus mandamientos. Al realizar la alianza con la humanidad a través del pueblo de Israel, Dios ha querido que seamos un pueblo santo, dedicado a hacer el bien. Para conseguirlo hemos de estar atentos a escuchar en todo momento su voz. Su palabra es sincera y digna de fe. ¿Podemos decir lo mismo de la nuestra? La Cuaresma invita a hacer una revisión a fondo de los compromisos que hemos asumido al optar por Dios y por la forma de vida que propone. La fe es ante todo un compromiso de vida, un estilo de ser persona. Amen a sus enemigos y oren por ellos En la última antítesis encontramos la novedad más radical de Jesús en el discurso del monte: “Amen a sus enemigos, oren por sus perseguidores” (Mt 5,44). No se trata de un amor cualquiera. También en esto Jesús manifiesta la máxima exigencia: hay que amar como el Padre del cielo, que no pone límites ni fronteras. En el cumplimiento de esta exigencia radical ha fijado Jesús la identidad de sus discípulos. Esta es la gran novedad y al mismo tiempo el gran reto. Amar al que nos ama y hacer el bien a quien nos hace bien, nada tiene de extraordinario. Los mismos pecadores y paganos lo hacen. En la realidad del amor vivido a este nivel fija Jesús la perfección para sus discípulos. Perfecto es aquel que ama, como ama el Padre del cielo. Pablo escribe a la comunidad de Roma: “El amor es el cumplimiento pleno de la ley” (Rom 13,10). Así de sencillo. Pero también, así de difícil.
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15 de Marzo - Sábado, Feria, I Semana de Cuaresma
Propongámonos como tarea cuaresmal profundizar en la ley de amor, tal como hoy nos la propone Jesús. Nos queda mucha tarea, para mudar al mundo en que vivimos, la señal cierta e inconfundible del amor que Jesús propone a sus discípulos. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada La ley del Señor es perfecta y reconforta el corazón; el testimonio del Señor es veraz y vuelve sabios a los sencillos (Sal 18,8). 2. Oración colecta Señor y Padre eterno, haz que se conviertan a ti nuestros corazones a fin de que, viviendo consagrados enteramente a tu servicio, te busquemos siempre a ti y nos dediquemos a la práctica de las obras de misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Dt 26,16-19) Lectura del libro del Deuteronomio En aquel tiempo, habló Moisés al pueblo y le dijo: “El Señor, tu Dios, te manda hoy que cumplas estas leyes y decretos; guárdalos, por lo tanto, y ponlos en práctica con todo tu corazón y con toda tu alma. Hoy has oído al Señor declarar que él será tu Dios, pero sólo si tú caminas por sus sendas, guardas sus leyes, mandatos y decretos, y escuchas su voz. Hoy el Señor te ha oído declarar que tú serás el pueblo de su propiedad, como él te lo ha prometido, pero sólo si guardas sus mandamientos. Por eso él te elevará en gloria, renombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho y tú serás un pueblo consagrado al Señor, tu Dios, como él te lo ha prometido”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor.
4. Salmo responsorial R Dichoso el que cumple la voluntad del Señor. L Dichoso el hombre de conducta intachable, que cumple la ley del Señor. Dichoso el que es fiel a sus enseñanzas y lo busca de todo corazón /R L Tú, Señor, has dado tus preceptos para que se observen exactamente. Ojalá que mis pasos se encaminen al cumplimiento de tus mandamientos /R L Te alabaré con sincero corazón, cuando haya aprendido tus justos mandamientos. Quiero cumplir tu ley exactamente. Tú, Señor, no me abandones /R (Sal 118). 5. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Este es el tiempo favorable, éste es el día de la salvación. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (2Co 6,2). 6. Evangelio (Mt 5,43-48) Lectura del santo Evangelio según san Mateo A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los bue-
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nos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos. Porque, si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Sean, pues, perfectos como su Padre celestial es perfecto”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Que la celebración de este sacramento nos purifique, Señor, de nuestras faltas y nos haga dignos de participar de tu Eucaristía. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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8. Antífona de la comunión Sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto, dice el Señor (Mt 5,48).
9. Oración después de la comunión Ayuda, Señor y reconforta siempre a estos hijos tuyos, a quienes has iluminado con tu palabra y alimentado con tu sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado, y te pregunta: ¿Qué te propones hacer, para mejorar tu amor a quien te ha hecho algún mal?
de Marzo - II Domingo de Cuaresma /A L.H.: Salt. II Sem. - Color Mo ÉSTE ES MI HIJO PREDILECTO, ESCÚCHENLO
Abrahán respondió a la manifestación de Dios Este domingo segundo de Cuaresma es el de las “manifestaciones” de Dios. Empecemos por la manifestación de Dios a Abrahán. Esta manifestación contiene una exigencia y una promesa. La exigencia: Abrahán tiene que abandonar su tierra y la casa de su padre. Ninguna de las dos cosas le resultaba fácil. La promesa: Haré de ti un gran pueblo. Para aventurarse a avanzar hacia una meta incierta, Abrahán únicamente contaba con la palabra que Dios le había dado. En esta confianza total en la promesa de Dios radica su audacia. En todo el relato bíblico, Abrahán aparece como el “hombre de fe”. Como la persona que puso su confianza en Dios, y fiado en su palabra emprendió un camino hacia lo desconocido. En la Cuaresma, Dios nos repite su llamado. Nosotros conocemos la meta y conocemos también el camino. La meta es encontrarnos con Jesús resucitado el día de Pascua, después de superar el paso por la humillación de la cruz. La cosa no es fácil. Tampoco lo fue para Abrahán y para Jesús. Necesitamos manifestar la audacia que ellos manifestaron. Los llevó a la montaña y se manifestó ante ellos Para adentrarnos en el mensaje de la Transfiguración de Jesús, es necesario ubicarnos en el lugar adecuado. Jesús había explicado a los discípulos, que
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“debía ir a Jerusalén, padecer mucho por causa de los ancianos, sumos sacerdotes y maestros de la ley, sufrir la muerte y al tercer día resucitar” (Mt 17,21). Pedro intenta impedirlo. La reacción de Jesús fue muy dura: “¡Retírate, Satanás!” (Mt 16,23). Mateo ubica el relato de la Transfiguración de Jesús seis días más tarde. La descripción que se hace de Jesús “transfigurado”, es muy semejante a la que se hará más adelante de “Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, Jesús “resucitado”. y los hizo subir a solas con él a un monte El rostro de Jesús “resplandecía elevado…” (Mt 17,1) como el sol y su ropa se volvió blanca como la luz” (Mt 17,2). Lo mismo que el vestido del mensajero que anunció la resurrección (Mt 28,3). En Jesús transfigurado se revela la “gloria pascual”. Jesús hace vivir a los discípulos la experiencia pascual anticipada, para que no desfallezcan cuando tengan que afrontar el itinerario de la pasión. Se trataba de “alejar de los corazones de los discípulos el escándalo de la cruz, y evitar así que la humillación de la pasión voluntaria conturbara su fe” (San León Magno). Éste es mi Hijo predilecto. Escúchenlo Al signo de Jesús transfigurado se unen las palabras misteriosas: “Este es mi Hijo predilecto” (Mt 17,5). Las palabras que escuchan los discípulos confirman lo que están contemplando sus ojos. Pedro pretende instalarse en aquel lugar para siempre. Propone construir unas tiendas. La compañía era perfecta: en el centro Jesús, en todo el esplendor de su gloria; a un lado, el gran legislador Moisés; al otro, Elías, uno de los grandes profetas. Para el evangelista, las palabras que se oyen forman parte del mensaje central del relato. Han dado un paso más en el conocimiento de Jesús. Ahora se hace más urgente “escucharlo”. Esta ha de ser su principal tarea mientras acompañan a Jesús hasta la Pascua. A este Jesús, que hoy se “transfigura” ante nosotros, hemos de escuchar durante los días de Cuaresma. El reto consiste en que al final del camino, también nosotros seamos “transfigurados” a su imagen, de suerte que “se irradie en nosotros la gloria de Dios, como brilla en el rostro de Cristo” (2Cor 4,6). Hay que emprender de nuevo el camino La experiencia de la transfiguración es como un alto en el camino, para clarificar lo que aún resta por andar. Terminada la escena, todo recobra la normalidad: “Solo vieron a Jesús”, que invita a descender de la “cumbre”. Queda mucho camino por andar. Descender del monte significa reencontrarse con la vida cotidiana, con sus momentos felices y con los obstáculos que impiden avanzar con Jesús hacia la Pascua. Jesús les vuelve a recordar: “El Hijo del hombre va a sufrir a manos de ellos” (Mt 17,12).
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Con Jesús volvemos a recuperar el camino. Estamos seguros que es el correcto, pero no podemos desfallecer ni pensar que todo está hecho. Queda lo más duro y también lo más glorioso. Jesús vuelve a hacernos el llamado: “El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga” (Mt 16,24). P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas y no permitas que nos derrote el enemigo. Sálvanos, Dios de Israel, de todas nuestras angustias (Sal 24,6.3.22). 2. Oración colecta Señor, Padre santo, que nos mandaste escuchar a tu amado Hijo, alimenta nuestra fe con tu palabra y purifica los ojos de nuestro espíritu, para que podamos alegrarnos en la contemplación de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Gén 12,1-4) Lectura del libro del Génesis En aquellos días, dijo el Señor a Abram: “Deja tu país, a tu parentela y la casa de tu padre, para ir a la tierra que yo te mostraré. Haré nacer de ti un gran pueblo y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre y tú mismo serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. En ti serán bendecidos todos los pueblos de la tierra”. Abram partió, como se lo había ordenado el Señor. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Señor, ten misericordia de nosotros. L Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. El ama
la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades /R L Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida /R L En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que en ti, Señor, hemos confiado /R (Sal 32). 5. 2ª Lectura (2Tim 1,8-10) Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo Querido hermano: Comparte conmigo los sufrimientos por la predicación del Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios. Pues Dios es quien nos ha salvado y nos ha llamado a que le consagremos nuestra vida, no porque lo merecieran nuestras buenas obras, sino porque así lo dispuso él gratuitamente. Este don, que Dios ya nos ha concedido por medio de Cristo Jesús desde toda la eternidad, ahora se ha manifestado con la venida del mismo Cristo Jesús, nuestro salvador, que destruyó la muerte y ha hecho brillar la luz de la vida y de la inmortalidad, por medio del Evangelio. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 6. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. En el esplendor de la nube se oyó la
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voz del Padre, que decía: “Éste es mi Hijo amado: escúchenlo”. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Mc 9,7).
16 de Marzo - II Domingo de Cuaresma /A
7. Evangelio (Mt 17,1-9) Lectura del santo Evangelio según san Mateo A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús. Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quieres, haremos aquí tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo”. Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: “Levántense y no teman”. Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús.
figuración. Oremos, para que el encuentro con él Transfigurado, nos haga fuertes para hacer el camino con más ardor y seguridad. A Te lo pedimos, Señor. L Por el papa, por los obispos y demás ministros de la Iglesia, para que iluminen con su vida y su labor pastoral a los que no conocen a Jesús y a los que andan extraviados: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. L Con frecuencia, los medios de comunicación ofrecen modelos con rostros falsos y engañosos. Para que no nos dejemos seducir por los encantos de este mundo que pasa: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. L Por los responsables públicos, políticos y sociales, para que no vendan a la sociedad una justicia que no tienen, y unas obras que no realizan, y emprendan una verdadera renovación de su imagen: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. L Pablo dice: “Revístanse de nuestro Señor Jesucristo”. Para que ésta sea la verdadera imagen de discípulo que presentemos ante el mundo y ante la sociedad: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. (Intenciones libres) S Realiza, Señor, mediante la acción de tu Espíritu, la obra maravillosa de reproducir en cada uno de nosotros la verdadera imagen de tu Hijo Jesucristo. Que vive y reina contigo por los siglos. Amén.
8. Oración de los fieles S Al comenzar la Cuaresma, Jesús sale a nuestro encuentro en la Trans-
9. Oración sobre las ofrendas Que esta ofrenda, Señor, nos obtenga el perdón de nuestros pecados y
17 de Marzo - Lunes, Feria, II Semana de Cuaresma
nos santifique en el cuerpo y en el alma para que podamos celebrar dignamente las festividades de la Pascua. Por Jesucristo, nuestro Señor. 10. Antífona de la comunión Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco; escúchenlo (Mt 17,5). 11. Oración después de la comunión Te damos gracias, Señor, porque al
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darnos en este sacramento el cuerpo glorioso de tu Hijo, nos permites participar ya, desde este mundo, de los bienes eternos de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado. Espera tu respuesta: ¿Vas cargando tu cruz, y siguiendo los pasos de Jesús?
de Marzo - Lunes, Feria, II Semana L.H.: Salt. II Sem. - Color Mo de Cuaresma
El Señor es compasivo y perdona El autor presenta a Daniel leyendo el libro de Jeremías, que anuncia que en setenta años quedaría reducida a cenizas. A continuación pone en su boca una larga plegaria. Empieza por hacer una confesión: “Hemos pecado, hemos cometido crímenes y delitos, nos hemos rebelado apartándonos de tus mandatos” (Dn 9,5). Ante las infidelidades cometidas por el pueblo y sus dirigentes, Daniel denuncia las infidelidades cometidas contra Dios. Se siente abrumado por la vergüenza. A pesar de todo, él no pierde la confianza. Al mismo tiempo que reconoce los pecados del pueblo, se reafirma en su fe en Dios, que “es compasivo y perdona”. El texto de Daniel revela algunos de los elementos necesarios para que la conversión tenga consistencia. Hay que empezar por reconocer que le hemos fallado a Dios, como personas y como pueblo: “Hemos pecado contra ti” (Dn 9,8). Esto no basta: hay que manifestar ante Dios “nuestra vergüenza”, por las obras indignas que hemos realizado. Finalmente, no confiamos en nuestros méritos, sino en la gran misericordia del Señor. La conversión ha de manifestarse en la transformación del corazón, que se ha de hacer visible en la vida. Serán medidos con su misma medida En el “discurso del llano”, Jesús había señalado el amor a los enemigos, como el signo que debía identificar a los discípulos. Han de responder con amor a cualquier forma de violencia, sin esperar nada a cambio. En cuatro frases concisas y directas, condensa lo esencial del mensaje. La primera: “Sean misericordiosos”. En el ejercicio de la misericordia no vale cualquier cosa. Hay que imitar al Padre del cielo, “que es compasivo”. En la misma línea se sitúan los dos imperativos siguientes: “No juzguen”; “no condenen”. A Dios, que es juez justo, dejémosle la misión de juzgar. Lo que nos ordena a nosotros el Señor es que nos dediquemos a amar y perdonar. La tarea no es nada fácil.
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Tanto en el amor como en el perdón, hemos de ser generosos. El que sea generoso no se arrepentirá. En generosidad a Dios nadie le gana. No tengamos miedo en excedernos en generosidad. Si tenemos que arrepentirnos de algo, que sea de nuestra tacañería. De todos modos, Jesús nos envía un aviso: “Con la medida que ustedes usen serán medidos” (Lc 6,38). P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí. Mi pie se mantiene en el camino recto, en la asamblea bendeciré al Señor (Sal 25,11-12). 2. Oración colecta Señor, tú que para nuestro progreso espiritual nos mandas dominar nuestro cuerpo mediante la austeridad, ayúdanos a huir también de todo pecado y a entregarnos, con amor filial, al cumplimiento de tus mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Dn 9,4-10) Lectura del libro del profeta Daniel En aquellos días, imploré al Señor, mi Dios, y le hice esta confesión: “Señor Dios, grande y temible, que guardas la alianza y el amor a los que te aman y observan tus mandamientos. Nosotros hemos pecado, hemos cometido iniquidades, hemos sido malos, nos hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus normas. No hemos hecho caso a los profetas, tus siervos, que hablaban a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo. Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la vergüenza en el rostro, que ahora soportan los hombres de Judá, los habitantes de Jerusalén y de todo Israel, próximos y lejanos, en todos
los países donde tú los dispersaste, a causa de las infidelidades que cometieron contra ti. Señor, la vergüenza es nuestra, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres, porque hemos pecado contra ti. De nuestro Dios, en cambio, es el tener misericordia y perdonar, aunque nos hemos rebelado contra él, y al no seguir las leyes que él nos había dado por medio de sus siervos, los profetas, no hemos obedecido su voz”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R No nos trates, Señor, como merecen nuestros pecados. L No recuerdes, Señor, contra nosotros las culpas de nuestros padres. Que tu amor venga pronto a socorrernos, porque estamos totalmente abatidos /R L Para que sepan quién eres, socórrenos, Dios y salvador nuestro. Para que sepan quién eres, sálvanos y perdona nuestros pecados /R L Que lleguen hasta ti los gemidos del cautivo; con tu brazo poderoso salva a los condenados a muerte. Y nosotros, pueblo tuyo y ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre y de generación en generación te alabaremos /R (Sal 78). 5. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
18 de Marzo - Martes, Feria, II Semana de Cuaresma
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Jn 6,63.68). 6. Evangelio (Lc 6,36-38) Lectura del santo Evangelio según san Lucas A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida con que midan, serán medidos”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús.
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7. Oración sobre las ofrendas Recibe, Señor, favorablemente nuestras oraciones, y tú que nos concedes participar en esta Eucaristía, líbranos de las seducciones del pecado. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Antífona de la comunión Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso, dice el Señor (Lc 6,36).
9. Oración después de la comunión Señor, que esta comunión nos purifique de toda culpa y nos haga partícipes de las alegrías del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado, y te pregunta: ¿Qué medida utilizas para amar y perdonar?
de Marzo - Martes, Feria, II Semana L.H.: Salt. II Sem. - Color Mo de Cuaresma
Busquen la justicia, auxilien al oprimido El profeta empieza con una denuncia, sin duda dolorosa para el pueblo y sus dirigentes. Los identifica con Sodoma y Gomorra, las dos ciudades bíblicas signo de corrupción y de maldad, que fueron destruidas por sus abominaciones (Gn 19). El culto que practican en honor del Señor carece de autenticidad. Se reduce a simple ritualismo. Multiplican las plegarias, y “sus manos están llenas de sangre” (Is 1,15). Para renovar el culto, hay que empezar por un cambio total en la conducta: “Socorran al oprimido, defiendan al huérfano, protejan a la viuda” (Is1,17). Ellos eran los seres más desprotegidos en la sociedad de Israel. Dios está siempre dispuesto a recibir a los que decidan emprender el camino de la conversión. Ofrece siempre un perdón generoso: “Aunque los pecados sean como el rojo más vivo, se volverán blancos como nieve” (Is 1,18). La radicalidad del cambio de colores, expresa la fuerza regeneradora del perdón de Dios. El que se considere primero, hágase servidor Jesús realiza una severa crítica ante la multitud de los maestros de la ley y de los fariseos. Hace un recorrido por las diversas actividades que realizan.
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Como maestros del pueblo, se han sentado en la cátedra de Moisés, el gran legislador. Jesús previene a la gente respecto a su magisterio: “Cumplan lo que dicen, pero no los imiten” (Mt 23,3). Por lo que respecta a su imagen social, Jesús los acusa del exhibicionismo: Les gusta ocupar los primeros puestos; “todo lo hacen para exhibirse ante la gente” (Mt 23,5). Más grave todavía es su comportamiento social. Las cargas más pesadas las echan sobre las espaldas de los humildes y los sencillos, mientras ellos se niegan a arrimar el hombro. Quien quiera ser discípulo de Jesús tiene que cambiar totalmente de actitud. Hay un padre, que es el Padre del cielo; hay un jefe, que es el Mesías, que ha declarado que está en medio de todos “como el que sirve” (Lc 22,27). Aquel que pretenda ocupar el primer puesto en la comunidad, ha de ponerse al servicio de todos los demás. Nuestras categorías humanas y sociales no tienen vigencia en la nueva sociedad que Jesús vino a crear. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada Da luz a mis ojos, Señor, para que no caiga en el sueño de la muerte; para que no diga el enemigo: He triunfado sobre él (Sal 12,4-5). 2. Oración colecta Señor, vela con amor constante sobre tu Iglesia y ya que sin ti no puede sostenerse lo que se cimienta en la debilidad humana, protégela en los peligros y guíala a la salvación eterna. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Is 1,10.16-20) Lectura del libro del profeta Isaías Oigan la palabra del Señor, príncipes de Sodoma; escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: “Lávense y purifíquense; aparten de mi vista sus malas acciones. Dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien, busquen la justicia, auxilien al oprimido, defiendan los derechos del huérfano y la causa de la viuda. Vengan, pues, y discutamos, dice el Señor. Aunque sus pecados sean rojos como la sangre, quedarán
blancos como la nieve. Aunque sean encendidos como la púrpura, vendrán a ser como blanca lana. Si son ustedes dóciles y obedecen, comerán los frutos de la tierra. Pero si se obstinan en la rebeldía, la espada los devorará”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Muéstranos, Señor, el camino de la salvación. L No voy a reclamarte sacrificios, dice el Señor, pues siempre están ante mí tus holocaustos. Pero ya no aceptaré becerros de tu casa, ni cabritos de tus rebaños /R L ¿Por qué citas mis preceptos y hablas a toda hora de mi pacto, tú que detestas la obediencia y echas en saco roto mis mandatos? /R L Tú haces esto, ¿y yo tengo que callarme? ¿Crees acaso que yo soy como tú? No, yo te reprenderé y te echaré en cara tus pecados. Quien las gracias me da, ése me honra y yo salvaré al que cumple mi voluntad /R (Sal 49).
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5. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Purifíquense de todas sus iniquidades; renueven su corazón y su espíritu, dice el Señor. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Ez 18,31). 6. Evangelio (Mt 23,1-12) Lectura del santo Evangelio según san Mateo A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame ‘maestros’. Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen ‘maestros’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre
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sobre la tierra lo llamen ‘padre’, porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar ‘guías’, porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Que este sacrificio que vamos a ofrecerte, Señor, nos santifique, nos cure de nuestro egoísmo y nos haga partícipes de los bienes eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Antífona de la comunión Proclamaré, Señor, todas tus maravillas; me alegraré en ti y entonaré salmos a tu nombre, Dios Altísimo (Sal 9,2-3).
9. Oración después de la comunión Señor, que esta comunión nos ayude a vivir más cristianamente y nos obtenga el auxilio continuo de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado, y te pregunta: ¿Tu actitud es ser un buen servidor de los demás?
de Marzo - Miércoles, San José, Esposo de la L.H.: Propio - Color Bl Virgen María, S
Por su condición humana, Jesús pertenece a nuestra historia Al empezar a relatar la entrada de Jesús en la historia, Mateo ha establecido de forma artificiosa su genealogía, como solía hacerse con los personajes. Empezando por Abrahán, considerado el “padre de la promesa”, Mateo divide la historia de Israel en tres grandes bloques de catorce personajes cada uno. De
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esta forma, relaciona a Jesús con los grandes personajes de Israel, como David. El último eslabón de la genealogía es Jacob, “que engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús” (Mt 1,16). Como descendiente de David, José cumplirá una misión importante al lado de María y de Jesús. Una de ellas, imponer el nombre a Jesús. Según la ley, José actúa como padre de Jesús En los relatos de la infancia que nos transmite Mateo, José tiene un gran protagonismo. De hecho, construye su relato en torno a la persona de José. Lucas, en cambio, reserva este protagonismo a María. Los datos que nos ofrece el evangelista sobre José son escasos. Nos dice que era “un varón justo”, y que estaba desposado con María. En San José, esposo de la el lenguaje bíblico, “justo” es el que practica Virgen María la justicia, por la veracidad en sus palabras, por el respeto al hermano, por la generosidad desinteresada a favor del necesitado (Sal 15, 112). Justo, es también aquel que colabora en el proyecto salvador de Dios, cuando es llamado a colaborar. Mateo señala un dato que revela su condición de “hombre justo”. Ante la difícil situación que se le presenta ante el embarazo de María, decide no denunciarla, y “pensó abandonarla en secreto” (Mt 1,19). Después de recibir el anuncio de parte de Dios, que lo elige para colaborar en la obra de la salvación, José responde inmediatamente al llamado, recibiendo a María como esposa (1,24). José cumplió con su misión al lado de Jesús y de María La situación embarazosa que describe Mateo, revela la honradez y la fidelidad de José a los designios de Dios. María reveló su actitud de servidora del Señor con palabras. José manifestó su disponibilidad a los planes de Dios con hechos. En los “evangelios de la infancia”, Mateo y Lucas presentan a José cumpliendo su misión en diversos momentos. En Belén, busca un lugar digno para que María pueda dar a luz a Jesús. Todas las puertas se le cerraron: “No había lugar para ellos en el mesón” (Lc 2,7). De noche emprende el camino del destierro, cuando Herodes busca al niño para matarlo. El último episodio en que aparece José nos lo ofrece Lucas. Fiel a las tradiciones de su pueblo, sube con María y con Jesús a celebrar la gran fiesta de la Pascua en Jerusalén. Jesús, “ocupado en las cosas de su Padre” desaparece, proporcionándole un gran susto. En silencio, comprende, que Jesús debe entregarse a su misión. Los evangelistas nos han dejado pocos datos sobre José. Aunque pocos, los que nos ofrecen revelan que todo en su vida transcurre con una gran sencillez. Aparece siempre como en segundo plano, pero cumple en todo momento la misión que Dios le confió. P. Antonio Danoz, redentorista
19 de Marzo - Miércoles, San José, Esposo de la Virgen María, S
1. Antífona de entrada Celebremos con alegría la fiesta de san José, el siervo prudente y fiel, a quien el Señor puso al frente de su familia (Lc 12,42). 2. Oración colecta Dios todopoderoso, que quisiste poner bajo la protección de san José el nacimiento y la infancia de nuestro Redentor, concédele a tu Iglesia proseguir y llevar a término, bajo su patrocinio, la obra de la redención humana. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (2Sam 7,4-5.12-14.16) Lectura del segundo libro de Samuel En aquellos días, el Señor le habló al profeta Natán y le dijo: “Ve y dile a mi siervo David que el Señor le manda decir esto: ‘Cuando tus días se hayan cumplido y descanses para siempre con tus padres, engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino. Él me construirá una casa y yo consolidaré su trono para siempre. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí; y tu trono será estable eternamente’”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Su descendencia perdurará eternamente. L Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: “Mi amor es para
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siempre y mi lealtad, más firme que los cielos /R L Un juramento hice a David, mi servidor, una alianza pacté con mi elegido: ‘Consolidaré tu dinastía para siempre y afianzaré tu trono eternamente’ /R L Él me podrá decir: “Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva’. Yo jamás le retiraré mi amor ni violaré el juramento que le hice” /R (Sal 88). 5. 2ª Lectura (Rom 4,13.16-18.22) Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos Hermanos: La promesa que Dios hizo a Abraham y a sus descendientes, de que ellos heredarían el mundo, no dependía de la observancia de la ley, sino de la justificación obtenida mediante la fe. En esta forma, por medio de la fe, que es gratuita, queda asegurada la promesa para todos sus descendientes, no sólo para aquellos que cumplen la ley, sino también para todos los que tienen la fe de Abraham. Entonces, él es padre de todos nosotros, como dice la Escritura: Te he constituido padre de todos los pueblos. Así pues, Abraham es nuestro padre delante de aquel Dios en quien creyó y que da la vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que todavía no existen. Él, esperando contra toda esperanza, creyó que habría de ser padre de muchos pueblos, conforme a lo que Dios le había prometido: Así de numerosa será tu descendencia. Por eso, Dios le acreditó esta fe como justicia. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor.
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19 de Marzo - Miércoles, San José, Esposo de la Virgen María, S
6. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Dichosos los que viven en tu casa; siempre, Señor, te alabarán. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Sal 83,5).
7. Evangelio (Mt 1,16.18-21.24) Lectura del santo Evangelio según san Mateo A Gloria a ti, Señor Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto. Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 8. Oración de los fieles S Invoquemos a Dios, que confió a san José la custodia de su Hijo Jesucristo. Que por su intercesión escuche nuestras súplicas. A Te lo pedimos, Señor. L Por la Iglesia, por los responsables
de las comunidades y por los fieles, para que sirvan con generosidad y con humildad a los hombres y mujeres de hoy los bienes de la salvación: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. L San José, que trabajó como honrado artesano, proteja a los que no tienen trabajo, y a aquellas personas que son explotadas por una sociedad injusta: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. L Por los padres y madres de familia, para que eduquen a sus hijos e hijas según los principios de honestidad en el trabajo y en la generosidad para compartir con los menos favorecidos: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. L Por los que nos confesamos discípulos de Jesús, para que brillemos en nuestros hogares y en las instituciones como personas justas y fieles cumplidores de nuestras responsabilidades: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. (Intenciones libres) S Señor, que elegiste a san José como responsable de la familia de Nazaret, conduce a la familia humana por sendas de honestidad y de servicio al amor generoso. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. 9. Oración sobre las ofrendas Concédenos, Señor, celebrar esta Eucaristía con el mismo amor y pureza de corazón, con que se entregó san José a servir a tu Hijo unigénito, nacido de la Virgen María. Por Jesucristo, nuestro Señor. 10. Antífona de la comunión Alégrate, siervo bueno y fiel. Entra
20 de Marzo - Jueves, Feria, II Semana de Cuaresma
a compartir el gozo de tu Señor (Mt 25,21).
11. Oración después de la comunión Señor, protege sin cesar a esta familia tuya que se alegra hoy al celebrar la festividad de san José, y conserva
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en ella la vida de la gracia que le has comunicado por medio de la Eucaristía. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado. Espera tu respuesta: ¿Asumes y cumples con honestidad tus responsabilidades?
de Marzo - Jueves, Feria, II Semana L.H.: Salt. II Sem. - Color Mo de Cuaresma
La bendición de Dios multiplica los frutos de conversión El salmista proclama: “No confíen en los poderosos, en un hombre que no puede salvar” (Sal 146,3). Jeremías se muestra más radical: “¡Maldito quien confía en un hombre…, apartando el corazón del Señor” (Jer 17,5). El salmista, por su parte, confiesa: “Es mejor refugiarse en el Señor… Él es mi fortaleza y protección, él fue mi salvador” (Sal 118,8.14). Para quien confía en el Señor, el profeta le reserva una bendición. La bendición del Señor hace que su vida sea fecunda, como árbol plantado a las orillas de un río. Permanece siempre verde y no deja de dar fruto. La maldición que anuncia el profeta se presenta ante nosotros en esta Cuaresma. De nuestra elección depende que los frutos de conversión se acrecienten. También depende de nosotros, que la maldición de la esterilidad arruine este tiempo de gracia, que Dios generosamente nos ofrece. Aunque resucite un muerto, no harán caso Las parábolas que nos ha transmitido Lucas, rebosan humanidad y se distinguen por su realismo. El personaje del rico sin corazón y el mendigo Lázaro, son dos iconos del drama social que existe en el mundo. Para señalar los signos de riqueza del rico insensato, el evangelista menciona el lujo en el vestir y los banquetes espléndidos. Podemos completar el cuadro con el monólogo de otro “necio”: “Descansa, come, bebe, disfruta” (Lc 12,19). Los signos de pobreza son de escándalo. El hombre carece de techo, está en plena calle. Sufre hambruna: se le niegan las migajas que caen de la mesa del rico. No dispone de un lugar para sanar las heridas, y carece de remedios. Los perros manifiestan tener más humanidad que los humanos. La escena no ha perdido realismo. Lázaro sigue ahí sin techo, con hambre y con sus heridas. Son millones. No le pidamos a Dios que resucite muertos, para mover el corazón. Será inútil. Basta la enseñanza de Moisés, la denuncia de los profetas, la actitud de Jesús con los hambrientos, los enfermos y los sin-techo. Abramos los ojos y escuchemos. Milagros para acallar conciencias, Dios no los hace. P. Antonio Danoz, redentorista
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20 de Marzo - Jueves, Feria, II Semana de Cuaresma
1. Antífona de entrada Ponme a prueba, Dios mío, y conocerás mi corazón; mira si es que voy por mal camino y condúceme tú por el camino recto (Sal 138,23-24). 2. Oración colecta Dios nuestro, que amas la inocencia y la devuelves a quienes la han perdido, orienta hacia ti nuestros corazones y enciéndelos en el fuego de tu Espíritu, para que permanezcamos firmes en la fe y seamos diligentes en el amor fraterno. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Jer 17,5-10) Lectura del libro del profeta Jeremías Esto dice el Señor: “Maldito el hombre que confía en el hombre, que en él pone su fuerza y aparta del Señor su corazón. Será como un cardo en la estepa, que no disfruta del agua cuando llueve; vivirá en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhabitable. Bendito el hombre que confía en el Señor y en él pone su esperanza. Será como un árbol plantado junto al agua, que hunde en la corriente sus raíces; cuando llegue el calor, no lo sentirá y sus hojas se conservarán siempre verdes; en año de sequía no se marchitará ni dejará de dar frutos. El corazón del hombre es la cosa más traicionera y difícil de curar. ¿Quién lo podrá entender? Yo, el Señor, sondeo la mente y penetro el corazón, para dar a cada uno según sus acciones, según el fruto de sus obras”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor.
4. Salmo responsorial R Dichoso el hombre que confía en el Señor. L Dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del bueno, que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos /R L Es como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo tendrá éxito /R L En cambio los malvados serán como la paja barrida por el viento. Porque el Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo /R (Sal 1). 5. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno y sincero, y perseveran hasta dar fruto. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Lc 8,15).
6. Evangelio (Lc 16,19-31) Lectura del santo Evangelio según san Lucas A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas. Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos,
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cuando levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él. Entonces gritó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males. Por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá’. El rico insistió; ‘Te ruego, entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos’. Abraham le dijo: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen’. Pero el rico replicó: ‘No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces
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sí se arrepentirán’. Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto’”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Por este sacrificio eucarístico, santifica, Señor, nuestras privaciones cuaresmales, para que a las prácticas externas corresponda una verdadera conversión interior. Por Jesucristo, nuestro, Señor. 8. Antífona de la comunión Dichoso el que, con vida intachable, hace la voluntad del Señor (Sal 118,1).
9. Oración después de la comunión Que la gracia que hemos recibido en este sacramento permanezca, Señor, en nosotros y aumente por nuestras buenas obras. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Dios te ha hablado, y te pregunta: ¿Qué haces tú, por los millones de “Lázaros” que claman a la puerta de este mundo injusto?
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El soberano nombró a José su administrador El autor del Génesis nos ofrece la “historia de José”. En ella existen momentos llenos de dramatismo. El desenlace imprevisible, resultó ser feliz. El protagonismo corresponde a toda una familia. Al padre, que siente especial predilección por José, el joven, que presentó signos de querer sobresalir sobre los demás hermanos. Esta situación generó la hostilidad de los hermanos contra José. Cuando se presentó la ocasión, decidieron deshacerse de él. Primero, lo encerraron en una cisterna. Finalmente, optaron por venderlo como un esclavo a unos negociantes, que lo llevaron a tierras de Egipto. Lo que empezó siendo una acción detestable, concluyó favoreciendo a los mis-
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mos hermanos que lo vendieron y a su padre. Los autores bíblicos han visto en esta historia la mano de Dios. El salmista nos ha dejado su interpretación: “Dios envió por delante a José, vendido como esclavo… Hasta que se cumplió su predicción, y la palabra del Señor lo acreditó” (Sal 105,17-22). Dios exige producir frutos a su tiempo La parábola tiene unos destinatarios directos: los responsables del pueblo judío. La parábola se inspira en el “canto a la viña” de Isaías (Is 5,1-7). Como dice el profeta: “La viña es la casa de Israel”. Esperó que sus habitantes produjeran buenos frutos, y produjeron asesinatos. Empezaron por perseguir a los enviados de Dios: los golpearon, los apedrearon, los mataron. El más provocativo fue el asesinato del hijo del dueño de la viña, Jesús de Nazaret: “Lo agarraron, lo echaron fuera de la viña y lo mataron” (Mt 21,39). De hecho, Jesús fue ejecutado en el lugar llamado de la “Calavera”, fuera de la ciudad. Los judíos, que se creían señores de la viña, quedaron excluidos. Los discípulos provenientes del paganismo serán los llamados a cultivar la viña y producir los frutos a su tiempo. La parábola no ha perdido actualidad. Los discípulos de hoy tenemos que preguntarnos qué hemos hecho de la “viña” que Dios nos ha confiado; cómo hemos tratado a los enviados de Dios; cuáles son los frutos producidos. Tenemos por delante un buen ejercicio para esta Cuaresma. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada En ti, Señor, he puesto mi confianza, que no quede yo defraudado eternamente; sácame de la trampa que me han puesto, pues tú eres mi protector (Sal 30,2.5).
2. Oración colecta Por medio de nuestras privaciones cuaresmales, purifícanos, Señor todopoderoso, a fin de que podamos llegar con un espíritu nuevo a las próximas fiestas de la Pascua. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Gén 37,3-4.12-13.1728)
Lectura del libro del Génesis Jacob amaba a José más a que todos sus demás hijos, porque lo había engendrado en la ancianidad. A él le había hecho una túnica de amplias mangas. Sus hermanos, viendo que
lo amaba más que a todos ellos, llegaron a odiarlo, al grado de negarle la palabra. Un día en que los hermanos de José llevaron a Siquem los rebaños de su padre, Jacob le dijo a José: “Tus en Siquem. Te voy a enviar allá”. José fue entonces en busca de sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron de lejos, y antes de que se les acercara, conspiraron contra él para matarlo y se decían unos a otros: “Ahí viene ese soñador. Démosle muerte; lo arrojaremos en un pozo y diremos que una fiera lo devoró. Vamos a ver de qué le sirven sus sueños”. Rubén oyó esto y trató de liberarlo de manos de sus hermanos, diciendo: “No le quiten la vida, ni derramen su sangre. Mejor arrójenlo en ese pozo que está en el desierto y no se manchen las manos”. Eso lo decía para
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salvar a José y devolverlo a su padre. Cuando llegó José a donde estaban sus hermanos, éstos lo despojaron de su túnica y lo arrojaron a un pozo sin agua. Luego se sentaron a comer, y levantando los ojos, vieron a lo lejos una caravana de ismaelitas, que venían de Galaad, con los camellos cargados de especias, resinas, bálsamo y láudano, y se dirigían a Egipto. Judá dijo entonces a sus hermanos: “¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte? Vendámoslo a los ismaelitas y no mancharemos nuestras manos. Después de todo, es nuestro hermano y de nuestra misma sangre”. Y sus hermanos le hicieron caso. Sacaron a José del pozo y se lo vendieron a los mercaderes por veinte monedas de plata. Los mercaderes se llevaron a José a Egipto. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Recordemos las maravillas que hizo el Señor. L Cuando el Señor mandó el hambre sobre el país y acabó con todas las cosechas, ya había enviado por delante a un hombre: a José, vendido como esclavo /R L Le trabaron los pies con grilletes y rodearon su cuerpo con cadenas, hasta que se cumplió su predicción y Dios lo acreditó con su palabra /R L El rey mandó que lo soltaran, el jefe de esos pueblos lo libró, lo nombró administrador de su casa y señor de todas sus posesiones /R (Sal 104). 5. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Tanto amó Dios al mundo, que le en-
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tregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él tenga vida eterna. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Jn 3,16).
6. Evangelio (Mt 21,33-43.45-46) Lectura del santo Evangelio según san Mateo A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: “Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro más lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo. Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: ‘A mi hijo lo respetarán’. Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: ‘Este es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia’. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron. Ahora díganme: Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?” Ellos le respondieron: “Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo”. Entonces Jesús les dijo: “¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los constructo-
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res, es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable? Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos”. Al oír estas palabras, los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús las decía por ellos y quisieron aprehenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud, pues era tenido por un profeta. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús.
a vivirla con la fe y con las obras. Por Jesucristo, nuestro Señor.
7. Oración sobre las ofrendas Que tu misericordia, Señor, nos prepare a celebrar esta Eucaristía y
Dios te ha hablado, y te pregunta: ¿Qué frutos de conversión ofreces a Dios en esta Cuaresma?
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8. Antífona de la comunión Dios nos amó y envió a su Hijo como Víctima por nuestros pecados (1Jn 4,10).
9. Oración después de la comunión Que este sacramento que hemos recibido, prenda de la salvación eterna, nos dé fuerzas, Señor, para vivir según tus mandamientos y alcanzar la recompensa prometida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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Dios se complace en la misericordia El país se vio desolado a causa de sus infidelidades. Pero los enemigos no deben cantar victoria. “Dios ama la misericordia; volverá a compadecerse” (Mi 7,1819). El profeta no se fija tanto en el poderío de Dios, sino en la misericordia. A veces podemos pensar que la misericordia es un signo de debilidad. Y no es Así. La Cuaresma nos invita a contemplar el rostro misericordioso de Dios, demasiado desfigurado por la imagen del Dios justiciero, que se nos ha transmitido en nuestra infancia y en nuestras catequesis de iniciación. El amor y la misericordia son dos signos de fortaleza, en Dios y en los discípulos de Jesús. La contemplación de Dios rico en misericordia durante la Cuaresma, ha de engendrar en nosotros la confianza en que seremos perdonados. “El Señor volverá a compadecerse y destruirá nuestras culpas” (Mi 7,19). Pero no podemos quedarnos simplemente en el perdón. Tenemos que aprender también a ejercitar la misericordia con los demás. Hagamos fiesta por los que vuelven a la vida Con las “parábolas de la misericordia”, que nos ofrece Lucas, Jesús responde a quienes lo acusaban de “recibir a pecadores y a comer con ellos”. Para los fariseos y maestros de la ley, estas personas eran sobre todo los recaudadores de impuestos.
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La tercera de las parábolas, indebidamente llamada del “hijo pródigo”, es una revelación entrañablemente humana de “Dios-misericordia”. Con la sensibilidad humana que le caracteriza, Lucas presenta a un Dios comprensivo con el que se equivoca; preocupado por la amarga experiencia en que se ha embarcado; feliz de que haya reflexionado, regresando al hogar que nunca debió abandonar. Los signos visibles de la misericordia acompañan todo el relato: la entrega de la fortuna al hijo; la preocupación por su ausencia; la emoción de la recepción coronada por el beso y el abrazo; el banquete festivo del reencuentro. La actitud del hijo mayor encarna la anti-misericordia. No perdona a su hermano; reprocha al padre la misericordia practicada con el hijo menor; reclama compensación por su conducta “ejemplar”. ¿Quién no ha seguido alguna vez el camino equivocado del hijo menor? ¿Cuántas veces no nos erigimos en jueces para exigir y condenar? ¿Nos hemos arrepentido de no ser misericordiosos? P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada El Señor es compasivo y misericordioso, lleno de paciencia y amor; el Señor es bueno con todos y su bondad se extiende a todas sus creaturas 2. Oración colecta Tú, Señor, que por medio de los sacramentos nos haces partícipes, ya desde este mundo, de los bienes celestiales, dirige nuestra vida y condúcenos a la luz donde habitas. Por nuestro Señor Jesucristo.
la iniquidad y pasas por alto la rebeldía de los sobrevivientes de Israel? No mantendrás por siempre tu cólera, pues te complaces en ser misericordioso. Volverás a compadecerte de nosotros, aplastarás con tus pies nuestras iniquidades, arrojarás a lo hondo del mar nuestros delitos. Serás fiel con Jacob y compasivo con Abraham, como juraste a nuestros padres en tiempos remotos, Señor, Dios nuestro. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor.
3. 1ª Lectura (Mi 7,14-15.18-20) Lectura del libro del profeta Miqueas Señor, Dios nuestro, pastorea a tu pueblo con tu cayado, a las ovejas de tu heredad, que permanecen aisladas en la maleza, en medio de campos feraces. Pastarán en Basán y en Galaad, como en los días de antaño, como cuando salimos de Egipto y nos mostrabas tus prodigios. ¿Qué dios hay como tú, que quitas
4. Salmo responsorial R El Señor es compasivo y misericordioso. L Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios /R L El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura /R L El Señor no estará siempre enoja-
(Sal 144,8-9).
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do, ni durará para siempre su rencor. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados /R L Como desde la tierra hasta el cielo, así es de grande su misericordia; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestro delitos /R (Sal 102).
5. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Lc 15,18). 6. Evangelio (Lc 15,1-3.11-32) Lectura del santo Evangelio según san Lucas A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo. Por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo entonces esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de la herencia que me toca’. Y él les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a padecer necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las
bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera. Se puso entonces a reflexionar y se dijo: ‘¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores’. Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’. Pero el padre les dijo a sus criados: ‘¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezó el banquete. El hijo mayor estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Este le contestó: ‘Tu hermano ha regresado y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo’. El hermano mayor se enojó y no quería entrar. Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: ‘¡Hace tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has
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dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo’. El padre repuso: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’ ”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Por medio de este sacrificio que vamos a ofrecerte, comunícanos, Señor, los frutos de la redención para que nunca se desvíe de ti nuestra vida y podamos alcanzar los bienes
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del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Antífona de la comunión Alégrate, hijo mío, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado (Lc 15,32). 9. Oración después de la comunión Que la gracia de este sacramento llegue a lo más íntimo de nuestro corazón y nos comunique su fuerza divina. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te hablado, y te pregunta: De los tres personajes, ¿cuál será en adelante tu modelo?
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JESÚS, VERDADERO MANANTIAL QUE COMUNICA VIDA Saldrá agua para que beba el pueblo En el proceso de liberación del pueblo en Egipto, el agua tiene un gran protagonismo. Dios se sirve del agua para liberar a su pueblo. Moisés alzó el bastón y extendió la mano. Las aguas del mar Rojo se dividieron para dejar paso a los israelitas. A continuación sepultaron al Faraón y sus ejércitos (Ex 14,21ss). El agua vuelve a aparecer en el Éxodo, cuando en pleno desierto el pueblo se rebela contra Moisés y grita: “Danos agua para beber” (Ex 17,2). Con el mismo bastón con que dividió el mar, golpea Moisés la roca y brotó agua en abundancia. Aludiendo a este pasaje de la Escritura, Pablo escribe: “Bebían de la roca espiritual, y la roca es Cristo” (1Cor 10,4). El agua es utilizada como signo de conversión y de perdón. Juan Bautista “predica un bautismo de conversión para el perdón de los pecados” (Mc 1,45). Este mismo rito lo encontramos en el envío que hace Jesús al despedirse de los discípulos: “Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28,19). El manantial que salta hasta la vida eterna En este tercer domingo de Cuaresma, leemos en el evangelio de Juan el relato del encuentro de Jesús con una mujer de Samaria. A partir del símbolo del agua,
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el evangelista nos ofrece los elementos fundamentales del proceso de conversión. Se encuentran, frente a frente, dos personajes totalmente opuestos: Jesús, que es judío, y la mujer que es samaritana. Jesús toma la iniciativa: Si conocieras quien te pide agua, tú misma le pedirías de beber. El que beba del agua que yo le daré jamás tendrá ya sed. La mujer le dijo: “Señor, dame de esa agua y así Jesús se le revela como “maya no sufriré la sed ni tendré que volver aquí a nantial que salta hasta la vida sacar agua” (Jn 4,15) eterna”. Al hablarle de su situación conyugal, Jesús hace otra revelación: Él es un profeta. Y más que un profeta: es el Mesías que tenía que venir. Ante esta declaración, se le abrieron los ojos a la mujer. La primera parte de su proceso de conversión, complicado y laborioso, alcanzó su meta. Cree que aquel desconocido que le pidió de beber, es el Mesías esperado. Al escuchar las palabras de la mujer, muchos creyeron en Jesús Impactada por el hallazgo, y llena de gozo por el encuentro, la mujer “deja su cántaro y se va al pueblo a llevar la “buena noticia” a los vecinos. El relato del proceso que ha vivido, se convierte en un pregón misionero, al que sigue la invitación: “Vengan a ver a este hombre” (Jn 4,29). El testimonio de la mujer fue convincente. “En el pueblo muchos creyeron en Jesús” (Jn 4,39). La decisión de dirigirse al pueblo para llevarles la “buena noticia” sobre Jesús, representa el último paso en el proceso de conversión de la mujer de Samaria. Su propia historia forma parte de su anuncio misionero. El testimonio que ofrece a sus vecinos es un signo revelador de la autenticidad de su conversión. No puede resistir la fuerza interior que la impulsa a hacer partícipes a los demás del don que ha recibido del Señor. Cuando esto acontece, tenemos un verdadero convertido y un auténtico evangelizador. El bautismo, manantial de vida eterna Desde muy antiguo, la comunidad cristiana ha utilizado este texto del evangelio de Juan, en el proceso de iniciación de los candidatos al bautismo. En el sacramento, se produce el encuentro del candidato con Jesús, verdadero “manantial” que comunica la vida eterna. La roca de donde brota esta agua es el mismo Jesús (1Cor 10,4). El proceso de conversión cristiana tiene un momento significativo en el momento del bautismo. Del “agua y del Espíritu Santo”, nacen los verdaderos discípulos de Jesús. De lo más profundo de su ser “brotarán ríos de agua viva” (Jn 7,38). El bautismo muy importante, pero no es el acto culminante. Es necesario hacer partícipes a otras personas del don que hemos recibido. El anuncio y el testimonio de lo que hemos vivido, pone punto final al proceso de conversión, y revela la autenticidad de la misma. Tenemos que mostrar la fuente. “Para encontrar la fuente, solo la sed nos alumbra” (Luis Rosales). P. Antonio Danoz, redentorista
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1. Antífona de entrada Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él me libra de todo peligro. Mírame, Dios mío y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido (Sal
24,15-16).
2. Oración colecta Dios misericordioso, fuente de toda bondad, que nos has propuesto como remedio del pecado el ayuno, la oración y las obras de misericordia, mira con piedad a quienes reconocemos nuestras miserias y estamos agobiados por nuestras culpas, y reconfórtanos con tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Éx 17,3-7) Lectura del libro del Éxodo En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, fue a protestar contra Moisés, diciéndole: “¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?” Moisés clamó al Señor y le dijo: “¿Qué puedo hacer con este pueblo? Sólo falta que me apedreen”. Respondió el Señor a Moisés: “Preséntate al pueblo, llevando contigo a algunos de los ancianos de Israel, toma en tu mano el cayado con que golpeaste el Nilo y vete. Yo estaré ante ti, sobre la peña, en Horeb. Golpea la peña y saldrá de ella agua para que beba el pueblo”. Así lo hizo Moisés a la vista de los ancianos de Israel y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la rebelión de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo: “¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor.
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4. Salmo responsorial R Señor, que no seamos sordos a tu voz. L Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a él, llenos de júbilo, y démosle gracias /R L Vengan, y puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo, pues él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo; él es nuestro pastor y nosotros, sus ovejas /R L Hagámosle caso al Señor, que nos dice: “No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí, aunque habían visto mis obras” /R (Sal 94). 5. 2ª Lectura (Rom 5,1-2.5-8) Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos Hermanos: Ya que hemos sido justificados por la fe, mantengámonos en paz con Dios, por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido, con la fe, la entrada al mundo de la gracia, en la cual nos encontramos; por él, podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios. La esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que él mismo nos ha dado. En efecto, cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado. Difícilmente habrá alguien que quiera morir por un justo, aunque puede haber alguno que esté dispuesto a morir por una persona sumamente buena. Y la prueba de que Dios nos
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ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos pecadores. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 6. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Señor, tú eres el Salvador del mundo. Dame de tu agua viva para que no vuelva a tener sed. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Jn 4,42.15). 7. Evangelio (Jn 4,5-42) Lectura del santo Evangelio según san Juan A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José. Ahí estaba el pozo de Jacob. Jesús, que venía cansado del camino, se sentó sin más en el brocal del pozo. Era cerca del mediodía. Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dijo: “Dame de beber”. (Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana le contestó: “¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?” (Porque los judíos no tratan a los samaritanos). Jesús le dijo: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva”. La mujer le respondió: “Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿cómo vas a darme agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del que bebieron él, sus hijos y sus ganados?” Jesús le contestó: “El que bebe de esta agua vuelve a tener sed. Pero el que beba
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del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna”. La mujer le dijo: “Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni tenga que venir hasta aquí a sacarla”. Él le dijo: “Ve a llamar a tu marido y vuelve”. La mujer le contestó: “No tengo marido”. Jesús le dijo: “Tienes razón en decir: ‘No tengo marido’. Has tenido cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad”. La mujer le dijo: “Señor, ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte y ustedes dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén”. Jesús le dijo: “Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos. Porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, y ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”. La mujer le dijo: Ya sé que va a venir el Mesías (es decir, Cristo). Cuando venga, él nos dará razón de todo”. Jesús le dijo: “Soy yo, el que habla contigo”. En esto llegaron los discípulos y se sorprendieron de que estuviera conversando con una mujer; sin embargo ninguno le dijo: ‘¿Qué le preguntas o de qué hablas con ella?’ Entonces la mujer dejó su cántaro, se fue al pueblo y comenzó a decir
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a la gente: “Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Mesías?” Salieron del pueblo y se pusieron en camino hacia donde él estaba. Mientras tanto, sus discípulos le insistían: “Maestro, come”. Él les dijo: “Yo tengo por comida un alimento que ustedes no conocen”. Los discípulos comentaban entre sí: “¿Le habrá traído alguien de comer?” Jesús les dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿Acaso no dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la siega? Pues bien yo les digo: Levanten los ojos y contemplen los campos, que ya están dorados para la siega. Ya el segador recibe su jornal y almacena frutos para la vida eterna. De este modo se alegran por igual el sembrador y el segador. Aquí se cumple el dicho: ‘Uno es el que siembra y otro el que cosecha’. Yo los envié a cosechar lo que no habían trabajado. Otros trabajaron y ustedes recogieron su fruto”. Muchos samaritanos de aquel poblado creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer: ‘Me dijo todo lo que he hecho’. Cuando los samaritanos llegaron a donde él estaba, le rogaban que se quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron en él al oír su palabra. Y decían a la mujer: “Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es, de veras, el salvador del mundo”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús.
vertirnos. Oremos, para que los frutos de conversión sean hermosos y abundantes. A Te lo pedimos, Señor. L En el encuentro con la samaritana, Jesús nos revela un proceso de conversión. Para que el papa, los obispos y los fieles, ayudemos durante la Cuaresma a las personas a encontrarse con Dios: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. L Muchas personas tienen una imagen distorsionada de Dios y de la persona de Jesús. Para que la Palabra de Dios durante la Cuaresma nos ayude a conocer los signos de su amor, de su misericordia y de su perdón: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. L El bautismo es manantial que salta hasta la vida eterna. Para que los actos de culto y nuestras obras durante la Cuaresma, nazcan del Espíritu y brillen por su autenticidad: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. L El testimonio de la mujer, abrió las puertas de la salvación a sus vecinos. Para que por nuestro testimonio muchos confirmen su fe y confiesen que Jesús es el Salvador del mundo: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. (Intenciones libres) S Estás siendo generoso, Señor, con nosotros durante este tiempo de gracia. Concédenos disponibilidad, para compartir tus dones, especialmente con los más necesitados. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
8. Oración de los fieles S La Cuaresma es una nueva oportunidad que Dios nos da para con-
9. Oración sobre las ofrendas Que esta Eucaristía, Señor, nos obtenga a quienes imploramos tu
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perdón, la gracia de saber perdonar a nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor. 10. Antífona de la comunión El que beba del agua que yo le daré, dice el Señor, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en una fuente que salta hasta la vida eterna (Jn 4,13-14).
11. Oración después de la comunión Tú que nos has alimentado, ya de desde esta vida, con el pan del cielo, prenda de nuestra salvación, concédenos, Señor, manifestar en todos nuestros actos el misterio de tu Eucaristía. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Dios te ha hablado. Espera tu respuesta: ¿Te alimentas del agua que da vida?
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Reconozco que no hay Dios como el de Israel La narración está llena de contrastes. Por un lado, aparece Naamán, oficial que gozaba del favor de su jefe. Por otro, una muchacha israelita, que pertenece a la servidumbre de la mujer de Naamán. Esta humilde sierva será quien abra el camino a la sanación de la lepra que padece su amo. Por otra parte, el proceso de sanación de Naamán se pretende llevar por línea diplomática, acudiendo al rey de Israel. La sanación no se realizará por medio del rey, sino por medio del profeta Eliseo. El profeta no ostenta poder y títulos de carácter social y político. Cuando Naamán abandona su prepotencia, y decide bañarse en el Jordán como el profeta le indica, se vio libre de la lepra: “Su carne quedó limpia como la de un niño” (2Re 5,14). Ahora comprende Naamán, que en toda la tierra “no hay más Dios que el de Israel” (2Re 5,15). Esta confesión es de gran importancia para el autor: Un pagano reconoce que la soberanía de Dios se extiende a todo el universo. Lo impulsaron fuera del pueblo, con la intención de despeñarlo La reacción de los vecinos de su pueblo contra Jesús, no deja de sorprendernos. Del aplauso unánime al principio, sus conciudadanos pasan al rechazo más radical: “Lo llevaron a un barranco para despeñarlo. La reflexión de Jesús encierra toda una denuncia: “Ningún profeta es aceptado en su patria” (Lc 4,24). Para responder a la reacción de la gente de su pueblo, Jesús recuerda dos acontecimientos de la historia de Israel, que estaban en la memoria de todos. Tienen como protagonistas a dos grandes profetas de Israel: Elías y Eliseo. A aquel pueblo que le exige milagros, Jesús le presenta el ejemplo de Elías, que se acerca a la casa de la pobre viuda, para procurar alimento para ella y para su hijo, sin ostentación alguna. Lo mismo sucede con Eliseo. Es un pa-
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gano quien se beneficia de la sanación, utilizando una forma nada aparatosa: bañarse en el Jordán. En la Cuaresma, Dios también nos exige gestos como los de Jesús, proclamando el mensaje de la salvación a los de su pueblo y denunciando su intento de manipulación. El rechazo y la incomprensión, es con frecuencia un signo de autenticidad para el profeta. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada Mi alma desfallece y suspira por los atrios del Señor; mi corazón y todo mi ser se han regocijado en el Dios vivo (Sal 83,3). 2. Oración colecta Señor, que tu continua misericordia purifique a tu Iglesia y la proteja; y ya que sin ti no puede encontrar la salvación, dirígela siempre con tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (2Re 5,1-15) Lectura del segundo libro de los Reyes En aquellos días, Naamán, general del ejército de Siria, gozaba de la estima y del favor de su rey, pues por su medio había dado el Señor la victoria a Siria. Pero este gran guerrero era leproso. Sucedió que una banda de sirios, en una de sus correrías, trajo cautiva a una jovencita, que pasó luego al servicio de la mujer de Naamán. Ella le dijo a su señora: “Si mi señor fuera a ver al profeta que hay en Samaria, ciertamente él lo curaría de su lepra”. Entonces fue Naamán a contarle al rey, su señor: “Esto y esto dice la muchacha israelita”. El rey de Siria le respondió: “Anda, pues, que yo te daré una carta para el rey de Israel”. Naamán se puso en camino, llevando
de regalo diez barras de plata, seis mil monedas de oro, diez vestidos nuevos y una carta para el rey de Israel que decía: “Al recibir ésta, sabrás que te envío a mi siervo Naamán, para que lo cures de la lepra”. Cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras exclamando: “¿Soy yo acaso Dios, capaz de dar vida o muerte, para que éste me pida que cure a un hombre de su lepra? Es evidente que lo que anda buscando es un pretexto para hacerme la guerra”. Cuando Eliseo, el hombre de Dios, se enteró de que el rey había rasgado sus vestiduras, le envió este recado: “¿Por qué rasgaste tus vestiduras? Envíamelo y sabrá que hay un profeta en Israel”. Llegó, pues, Naamán con sus caballos y su carroza, y se detuvo a la puerta de la casa de Eliseo. Éste le mandó decir con un mensajero: “Ve y báñate siete veces en el río Jordán, y tu carne quedará limpia”. Naamán se alejó enojado, diciendo: “Yo había pensado que saldría en persona a mi encuentro y que, invocando el nombre del Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me curaría de la lepra. ¿Acaso los ríos de Damasco, como el Abaná y el Farfar, no valen más que todas las aguas de Israel? ¿No podría bañarme en ellos y quedar limpio?” Dio media vuelta y ya
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se marchaba, furioso, cuando sus criados se acercaron a él y le dijeron: “Padre mío, si el profeta te hubiera mandado una cosa muy difícil, ciertamente la habrías hecho; cuanto más, si sólo te dijo que te bañaras y quedarías sano”. Entonces Naamán bajó, se bañó siete veces en el Jordán, como le había dicho el hombre de Dios, y su carne quedó limpia como la de un niño. Volvió con su comitiva a donde estaba el hombre de Dios y se le presentó, diciendo: “Ahora sé que no hay más Dios que el de Israel”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Estoy sediento del Dios que da la vida. L Como el venado busca el agua de los ríos, así, cansada, mi alma te busca a ti, Dios mío /R L Del Dios que da la vida está mi ser sediento. ¿Cuándo será posible ver de nuevo su templo? /R L Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; que ellas se conviertan en mi guía y hasta tu monte santo me conduzcan, allí donde tú habitas /R L Al altar del Señor me acercaré, al Dios que es mi alegría, y a mi Dios, el Señor, le daré gracias al compás de la cítara /R (Sal 41 y 42). 5. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Confío en el Señor y en sus palabras, porque del Señor viene la misericordia y la redención. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Sal 129,5.7).
6. Evangelio (Lc 4,24-30) Lectura del santo Evangelio según san Lucas A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús llegó a Nazaret, entró a la sinagoga y dijo al pueblo: “Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, que era de Siria”. Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta una barranca del monte, sobre el que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Acepta, Señor, esta ofrenda que te presentamos como signo de nuestra entrega a ti y conviértela en el sacramento que ha de darnos la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Antífona de la comunión Alaben al Señor todas las naciones, aclámenlo todos los pueblos, porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre (Sal
116,1-2).
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9. Oración después de la comunión Que el sacramento que hemos recibido nos purifique, Señor, y realice nuestra unidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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Dios te ha hablado, y te pregunta: ¿Cuáles son los signos que acreditan como verdadero profeta?
de Marzo - Martes, La Anunciación L.H.: Propio - Color Bl del Señor, S
El niño tendrá por nombre: “Dios-con-nosotros” Aunque el rey Ajaz se niega a pedir un signo, Dios mismo se lo ofrece: “La joven está embarazada y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel” (Is 7,14). El nombre significa “Dios-con-nosotros”. El texto hebreo habla de una jovencita en edad de contraer matrimonio. No consta que fuera virgen, a pesar de que la traducción griega utilice la palabra “virgen”. Más que sobre la identidad de la joven, el interés del texto se centra en el signo que Dios ofrece al rey. El profeta presenta como signo el nacimiento de un niño. Llama la atención el nombre que se pone al niño: Emmanuel: “Dios-connosotros”. Con este signo, Dios reafirma el cumplimiento de la promesa. Aunque el pueblo “cansa incluso a Dios”, no le retirará La Anunciación del Señor su protección. Al referirse a la concepción virginal de María, Mateo cita este texto de Isaías (Mt 1,23). La tradición cristiana posterior, ha visto en el texto un anuncio profético de la concepción y nacimiento de Jesús, descendiente de David y salvador de su pueblo. Al niño que darás a luz le pondrás por nombre Jesús Lucas precisa el tiempo, el contexto histórico y el lugar del anuncio que el mensajero de Dios hace a María. Acontece en el tiempo del rey Herodes; seis meses después de la concepción de Juan Bautista; en Nazaret, ciudad de Galilea. La persona elegida es una joven, desposada con José, su nombre es María. Por el saludo que le dirige el mensajero, se trata de una persona “favorecida de Dios”. Al construir su relato, Lucas tiene presentes los anuncios de vocación de diversos personajes del antiguo testamento. El saludo del mensajero sorprende a la joven María. Más extraño aún le resulta el mensaje: “Concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús” (Lc 1,31). Ante los obstáculos que se
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presentan, María no tiene por qué temer. Dios que la eligió, se encargará de realizar su obra con el poder creador del Espíritu Santo. El niño llevará el título de “Hijo del Altísimo” En toda la tradición bíblica se ha considerado al Mesías descendiente de David. Se añade otro título más importante: “Hijo del Altísimo”. Entre todos ellos destaca el nombre que se impondrá al niño: “Le pondrás por nombre Jesús.” (Lc 1,31). En la Biblia, el nombre revela con frecuencia la misión confiada a la persona. Jesús significa “Yahvé salva”. Ésta será su misión. María forma parte de los “pobres de Yahvé”; es una mujer de fe. Mereció esta alabanza de Isabel: “Dichosa tú que has creído” (Lc 1,45). Desde su fe sencilla, no duda en dar respuesta al mensajero: “Yo soy la sierva del Señor: que se cumpla en mí tu palabra” (Lc 1,38). Al principio “quedó desconcertada”. Pero se manifestó segura en su respuesta. Por designio de Dios, con la colaboración de María, “el Verbo de Dios se hizo hombre y vivió entre nosotros” (Jn 1,14). La fiesta de hoy: Al principio, esta fiesta estuvo incluida entre las celebraciones del nacimiento de Jesús. En oriente adquiere autonomía propia en el siglo VI. Un siglo más tarde empieza a celebrarse también en occidente. Empezó siendo una fiesta cristológico-mariana. Más tarde, recibe el título de “Anunciación de María”. Finalmente, recuperó el sentido cristológico primitivo, llamándose “Anunciación del Señor”. Esto no significa que se ignore la colaboración de María en el misterio de la encarnación. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada Cuando Jesús vino al mundo, dijo: Padre mío, he venido para cumplir tu voluntad (Heb 10,5.7). 2. Oración colecta Dios nuestro, que quisiste que tu Hijo, al encarnarse en el seno de la Virgen María participara en toda nuestra condición humana, concede a quienes lo reconocemos como Dios y hombre verdadero, participar, por medio de la gracia, de su vida divina. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Is 7,10-14)
Lectura del libro del profeta Isaías En aquellos tiempos, el Señor le habló a Ajaz diciendo: “Pide al Señor, tu Dios, una señal de abajo, en lo profundo o de arriba, en lo alto”.
Contestó Ajaz: “No la pediré. No tentaré al Señor”. Entonces dijo Isaías: “Oye, pues, casa de David: ¿No satisfechos con cansar a los hombres, quieren cansar también a mi Dios? Pues bien, el Señor mismo les dará por eso una señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. L Sacrificios, Señor, tú no quisiste, abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No exigiste holocaustos por la culpa, así que dije: “Aquí estoy” /R
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L En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que deseo: tu ley en medio de mi corazón /R L He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, tú lo sabes, Señor /R L No callé tu justicia, antes bien, proclamé tu lealtad y tu auxilio. Tu amor y tu lealtad no los he ocultado a la gran asamblea /R (Sal 39). 5. 2ª Lectura (Heb 10,4-10)
Lectura de la carta a los hebreos Hermanos: Es imposible que la sangre de toros y machos cabríos pueda borrar los pecados. Por eso, al entrar al mundo, Cristo dijo conforme al salmo: No quisiste víctimas ni ofrendas; en cambio, me has dado un cuerpo. No te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado; entonces dije –porque a mí se refiere la Escritura–: “Aquí estoy, Dios mío; vengo para cumplir tu voluntad”. Comienza por decir: No quisiste víctimas ni ofrendas, no te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado –siendo así que es lo que pedía la ley–; y luego añade: Aquí estoy, Dios mío; vengo para cumplir tu voluntad. Con esto, Cristo suprime los antiguos sacrificios, para establecer el nuevo. Y en virtud de esta voluntad, todos quedamos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez por todas. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 6. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
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Aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros y hemos visto su gloria. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Jn 1,14). 7. Evangelio (Lc 1,26-38) Lectura del santo Evangelio según san Lucas A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María. Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”. María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí
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lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 8. Oración sobre las ofrendas Acepta, Señor, con bondad, los dones de tu Iglesia, que reconoce haber tenido su origen en la encarnación de tu Hijo, y concédele celebrar llena de gozo este memorial de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. 9. Antífona de la comunión He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un Hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros (Is 7,14).
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10. Oración después de la comunión Por medio de esta comunión, fortalece, Señor, nuestra fe y esperanza en Jesucristo, Dios y hombre verdadero, concebido en el seno de la Virgen María, y, por su gloriosa resurrección, condúcenos a la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado y te pregunta: María respondió: “Aquí está la sierva del Señor”. Tú ¿qué respondes?
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Observa la ley que hoy promulgo en tu presencia Los autores del Deuteronomio se sirven de un recurso literario, para urgir al pueblo el cumplimiento de los preceptos y normas que les ha dado el Señor. Esta exhortación viene precedida de una síntesis histórica, que ponen en boca de Moisés. Moisés mismo es quien exhorta al pueblo, que tantas veces ha sido infiel a la ley del Señor, a que observen los mandatos que han recibido de Dios. En el discurso que viene a continuación, recordará al pueblo las “Diez palabras” o decálogo, que es una especie de compendio de toda la ley. No basta tener un dios tan cercano como nuestro Dios, y saber que responde siempre cuando lo invocamos. Tampoco es suficiente reconocer y celebrar la belleza de la ley entregada por Dios en el Sinaí, y que de nuevo es promulgada ante el pueblo. Cuidado con olvidar cuanto Dios ha hecho con nosotros. Mantengámoslo vivo en la memoria. Tratemos de responder cada día a la generosidad de Dios, construyendo nuestra vida, nuestros negocios, la sociedad en que vivimos, siguiendo el proyecto que Dios nos ofrece en sus normas y leyes. He venido a perfeccionar, no a destruir Al principio del discurso sobre el monte, Jesús hace una declaración solemne: “No piensen que he venido a abolir la ley y los profetas. No vine a abolir, sino a darles plenitud” (Mt 5,17). Su propósito queda de manifiesto, al referirse
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a la ley antigua: “”Ni una letra ni una coma de la ley dejará de cumplirse” (Mt 5,18). Acto seguido nos hace dos advertencias. La primera: Quien quebrante el más pequeño de los preceptos de la ley, será considerado como el más insignificante en el reino de Dios que Jesús anuncia. Pero aquel que cumple la ley y enseña a otros a cumplirla, será tenido por grande en el reino de los cielos. Jesús une aquí dos verbos muy importantes: “cumplir” y “enseñar”. Tenemos un doble compromiso con la ley del Señor. El primer: cumplirla. Esto no basta: además hay que enseñarla. Esta segunda parte no suele inquietar a la inmensa mayoría de los discípulos. Jesús nos apremia: hay que enseñarla, si queremos estar entre los primeros y más aventajados en el reino de Dios. Existen en la sociedad judía dos tipos de personas que los discípulos de Jesús no hemos de imitar: los maestros de la ley y los fariseos. Éstos se dedican a exigir el cumplimiento de una infinidad de leyes a los demás, y ellos fallan en lo fundamental. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada Haz, Señor, que siga con firmeza tu palabra, para que no se apodere de mí ningún pecado (Sal 118,133). 2. Oración colecta Te pedimos, Señor, que purificados por las prácticas cuaresmales y alimentados con tu palabra, podamos entregarnos enteramente a tu servicio y perseverar unidos en la oración. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Dt 4,1.5-9) Lectura del libro del Deuteronomio En aquellos días, habló Moisés al pueblo, diciendo: “Ahora, Israel, escucha los mandatos y preceptos que te enseño, para que los pongas en práctica y puedas así vivir y entrar a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de tus padres, te va a dar. Yo les enseño mandatos y preceptos, como me ordena el Señor, mi Dios, para que se ajusten a ellos en la tierra en que van a entrar y que van a tomar en posesión. Guárdenlos y
cúmplanlos, porque ellos son su sabiduría y su prudencia a los ojos de los pueblos. Cuando tengan noticia de todos estos preceptos, se dirán: ‘En verdad esta gran nación es un pueblo sabio y prudente’. Porque, ¿cuál otra nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos como lo está nuestro Dios, siempre que lo invocamos? ¿Cuál es la gran nación cuyos mandatos y preceptos sean tan justos como toda esta ley que ahora les doy? Pero ten cuidado y atiende bien: No vayas a olvidarte de estos hechos que tus ojos han visto, ni dejes que se aparten de tu corazón en todos los días de tu vida; al contrario, transmíteselos a tus hijos y a los hijos de tus hijos”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Demos gloria a nuestro Dios. L Glorifica al Señor, Jerusalén, a Dios ríndele honores, Israel. El refuerza el cerrojo de tus puertas y bendice a tus hijos en tu casa /R
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L El mantiene la paz en tus fronteras, con su trigo mejor sacia tu hambre. Él envía a la tierra su mensaje y su palabra corre velozmente /R L Le muestra a Jacob su pensamiento, sus normas y designios a Israel. No ha hecho nada igual con ningún pueblo, ni le ha confiado a otro sus proyectos /R (Sal 147). 5. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Jn 6,63.68). 6. Evangelio (Mt 5,17-19) Lectura del santo Evangelio según san Mateo A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley. Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe
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eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Acepta, Señor, las ofrendas y oraciones que te presentamos y protege de todo mal a quienes celebramos tu Eucaristía. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Antífona de la comunión Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia (Sal 15,11). 9. Oración después de la comunión Santifícanos, Señor, con el pan del cielo que acabamos de recibir para que, libres de nuestras faltas, podamos alcanzar tus promesas eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado y te pregunta: ¿Eres de los que no cumplen la ley, y exiges el cumplimiento estricto a los demás?
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Endurecieron el corazón y no escucharon Dios recuerda al pueblo por medio del profeta Jeremías, el central de la alianza: “Yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo; caminen por el camino que les señalo” (Jer 7,23). Obediencia a los mandatos de Dios y fidelidad a la alianza, son dos exigencias sobre las que insiste el profeta. Dios formula contra el pueblo su denuncia: No le prestaron oído; endurecieron el corazón; y le volvieron la espalda. De poco sirvió que les enviara profetas
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desde que dejaron la esclavitud de Egipto. Han superado en terquedad a sus antepasados. Escuchemos la voz del profeta durante la Cuaresma, y retomemos los caminos de Dios. No endurezcamos los oídos, cerrándolos a la escucha de su Palabra; no tengamos un corazón obstinado, negándonos a la conversión. Dios acusa al pueblo de haber “perdido la sinceridad”. Él nos sondea y nos conoce. Es inútil querer presentar ante él una cara que no es la verdadera. En el momento del careo inevitable, tendremos que escuchar estas palabras: “No los conozco”. Un reino dividido se derrumba Algunos acusaron a Jesús de que expulsaba los malos espíritus “con el poder de Belcebú, jefe de los demonios” (Lc 11,15). En esta acusación estaba en juego el desprestigio de Jesús. La evidencia no se podía negar. Los mismos adversarios reconocían que Jesús liberaba a las personas del poder del mal. Para Jesús, los signos de liberación que realiza, revelan que el reino de Dios se hace visible y está actuando en el mundo. De ningún modo se puede atribuir al poder de Satanás, como afirman sus adversarios. Con una imagen tomada de la estrategia militar, Jesús afirma: “Un reino internamente dividido termina en la ruina” (Lc 11,17). Jesús añade una explicación más, tomada de la vida familiar: “Mientras un hombre bien armado guarda su casa, todo lo que posee está seguro” (Lc 11,21). Pero si viene otro más fuerte y mejor armado, lo vence y se apodera de sus bienes. Eso es lo que está sucediendo. El espíritu del mal se ha hecho fuerte y se ha apoderado de muchos. El mundo necesita ser liberado. Jesús es el “más fuerte”, capaz de enfrentarlo. Pongámonos de su lado y venceremos. No nos dejemos llevar por fantasías de posesiones. Al enemigo lo encontramos en nuestra lucha diaria, por ser buenos discípulos de Jesús. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada Yo soy la salvación de mi pueblo, dice el Señor. Los escucharé en cualquier tribulación en que me llamen y seré siempre su Dios. 2. Oración colecta Te pedimos, Señor, humildemente, que conforme se acerca la fiesta de nuestra redención, crezca en nosotros el fervor para celebrar santamente la Pascua de tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
3. 1ª Lectura (Jer 7,23-28) Lectura del libro del profeta Jeremías Esto dice el Señor: “Esta es la orden que di a mi pueblo: ‘Escuchen mi voz, y yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo; caminen siempre por el camino que yo les mostraré, para que les vaya bien’. Pero ellos no escucharon ni prestaron oído. Caminaron según sus ideas, según la maldad de su corazón obstinado, y en vez de darme la cara, me dieron la espalda, desde que sus padres salieron del país de Egipto hasta hoy.
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27 de Marzo - Jueves, Feria, III Semana de Cuaresma
Yo les envié a mis siervos, los profetas, un día y otro día; pero ellos no los escucharon ni les prestaron oído. Endurecieron su cabeza y fueron peores que sus padres. Tú les dirás, pues, todas estas palabras, pero no te escucharán; los llamarás y no te responderán. Entonces les dirás: ‘Este es el pueblo que no escuchó la voz del Señor, su Dios, ni aceptó la corrección. Ya no existe fidelidad en Israel; ha desaparecido de su misma boca’”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Señor, que no seamos sordos a tu voz. L Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a él, llenos de júbilo, y démosle gracias /R L Vengan, y puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo, porque él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo; él es nuestro pastor y nosotros, sus ovejas /R L Hagámosle caso al Señor, que nos dice: “No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí, aunque habían visto mis obras” /R (Sal 94). 5. Aclamación sobre el Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Todavía es tiempo, dice el Señor. Arrepiéntanse de todo corazón y vuélvanse a mí, que soy compasivo y misericordioso. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Jl 2,12-13).
6. Evangelio (Lc 11,14-23) Lectura del santo Evangelio según san Lucas A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús expulsó a un demonio, que era mudo. Apenas salió el demonio, habló el mudo y la multitud quedó maravillada. Pero algunos decían: “Este expulsa a los demonios con el poder de Satanás, el príncipe de los demonios”. Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa. Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: “Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder de Satanás. Entonces, ¿con el poder de quién los arrojan los hijos de ustedes? Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios por el poder de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Preserva, Señor, a tu pueblo de toda maldad para que sus ofrendas te sean agradables; no permitas que nos entreguemos a los falsos placeres,
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para que podamos alcanzar la recompensa prometida. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Antífona de la comunión Tú promulgas tus preceptos para que se observen con exactitud. Que mi conducta se ajuste siempre al cumplimiento de tu voluntad (Sal 118,4-5).
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9. Oración después de la comunión Que la gracia de tu salvación, que hemos recibido en este sacramento, transforme, Señor, toda nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado, y te pregunta: ¿Cómo vences al enemigo, que te empuja a hacer el mal?
de Marzo - Viernes, Feria, III Semana L.H.: Salt. III Sem. - Color Mo de Cuaresma
Los amará sin que lo merezcan Oseas pertenece a la que podemos llamar “edad de oro literaria”. La infidelidad del pueblo la presenta bajo el signo de la fornicación, la prostitución y el adulterio. Por otra parte, el amor fiel de Dios hacia su pueblo, la representa por la imagen más destacada del libro: el símbolo conyugal. Este amor aparece con fuerza al final del libro: “Los amaré sin que lo merezcan” (Os 14,5). Lo expresa con bellas imágenes tomadas de la naturaleza: “Seré rocío para Israel, florecerá como azucena…, florecerán como la vid” (Os 14,6.8). El amor generoso de Dios llama a la conversión. Dejemos para siempre los ídolos que nos hemos hecho y no creemos otros nuevos. Nos han hecho sus esclavos. Son incapaces de salvarnos. Identifiquémoslos en este tiempo de Cuaresma. Nos hemos rendido ante ellos, aunque lo neguemos. Pidamos sabiduría para comprender los caminos del Señor; inteligencia, para seguir la senda de los justos. No volvamos a tropezar en la misma piedra; no rindamos culto a dioses engañosos que no pueden salvar. Amar es el mandamiento primero y principal A los mandamientos del decálogo, los fariseos y maestros de la ley habían añadido unos trescientos trece. Perdidos en esta maraña de preceptos, la pregunta del maestro de la ley era pertinente. Jesús lo remite a la proclamación del Deuteronomio: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma y con todas tus fuerzas” (Dt 6,5). Pero añade otro precepto recogido en el Levítico: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (19,18). Estos mandamientos, que en la ley antigua se encuentran separados, Jesús los junta y proclama: “No hay mandamiento mayor que éstos” (Mc 12,31). Pero añade algo muy importante: Amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a sí mismo, “vale más que todos los holocaustos y sacrificios” (Mc 33). Con frecuencia andamos buscando el camino perfecto; un atajo para alcanzar la santidad. El camino es muy sencillo, aunque no sea nada fácil. Pablo lo resume en una frase: “El amor es el cumplimiento pleno de la ley” (Rom 13,10). Quien consigue el amor en plenitud, ha escalado la cumbre más alta en santidad. P. Antonio Danoz, redentorista
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1. Antífona de entrada Señor, no hay otro dios igual a ti, porque sólo tú eres grande y haces maravillas; porque sólo tú eres Dios (Sal 85,8.10).
2. Oración colecta Infunde Señor, en nosotros tu gracia para que podamos dominar nuestras pasiones y permanecer fieles a tus palabras de vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Os 14,2-10) Lectura del libro del profeta Oseas Esto dice el Señor Dios: “Israel, conviértete al Señor, Dios tuyo, pues tu maldad te ha hecho sucumbir. Arrepiéntanse y acérquense al Señor para decirle: ‘Perdona todas nuestras maldades, acepta nuestro arrepentimiento sincero, que solemnemente te prometemos. Ya no nos salvará Asiria, ya no confiaremos en nuestro ejército, ni volveremos a llamar “dios nuestro” a las obras de nuestras manos, pues sólo en ti encuentra piedad el huérfano’. Yo perdonaré sus infidelidades, dice el Señor; los amaré aunque no lo merezcan, porque mi cólera se ha apartado de ellos. Seré para Israel como rocío; mi pueblo florecerá como el lirio, hundirá profundamente sus raíces, como el álamo, y sus renuevos se propagarán; su esplendor será como el del olivo y tendrá la fragancia de los cedros del Líbano. Volverán a vivir bajo mi sombra, cultivarán los trigales y las viñas, que serán tan famosas como las del Líbano. Ya nada tendrá que ver Efraín con los ídolos.
Yo te he castigado, pero yo también te voy a restaurar, pues soy como un ciprés, siempre verde, y gracias a mí, tú das frutos. Quien sea sabio, que comprenda estas cosas y quien sea prudente, que las conozca. Los mandamientos del Señor son rectos y los justos los cumplen; los pecadores, en cambio, tropiezan en ellos y caen”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Yo soy tu Dios, escúchame. L Oyó Israel palabras nunca oídas: “He quitado la carga de tus hombros y el pesado canasto de tus manos. Clamaste en la aflicción y te libré /R L Te respondí, oculto entre los truenos, y te probé en Meribá, junto a la fuente. Escucha, pueblo mío, mi advertencia. ¡Israel, si quisieras escucharme! /R L No tendrás otro Dios, fuera de mí, ni adorarás a dioses extranjeros, porque yo el Señor, soy el Dios tuyo, que te sacó de Egipto, tu destierro /R L ¡Ojalá que mi pueblo me escuchara y cumpliera Israel mis mandamientos! Comería de lo mejor de mi trigo y yo lo saciaría con miel silvestre” /R (Sal 80). 5. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Conviértanse, dice el Señor, porque ya está cerca el Reino de los cielos. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Mt 4,17).
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6. Evangelio(Mc 12,28-34) Lectura del santo Evangelio según san Marcos A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?” Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos”. El escriba replicó: “Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios”. Jesús, viendo que había hablado
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muy sensatamente, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios”. Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Mira, Señor, con benevolencia los dones que te presentamos; que te sean agradables y se conviertan para nosotros en fuente de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Antífona de la comunión Amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los sacrificios (Mc 12,33).
9. Oración después de la comunión Que la fuerza de tu Espíritu vigorice, Señor, todo nuestro ser para que podamos obtener plenamente la salvación, cuya prenda hemos recibido en esta Eucaristía. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Dios te ha hablado, y te pregunta: ¿Qué estás haciendo en esta Cuaresma para crecer en el amor?
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Quiero amor y conocimiento de Dios El Señor es el protagonista de toda conversión: “Él nos vendará la herida” y nos hará revivir. Su amor alegra nuestra vida, nos protege “como nube mañanera”. Las sentencias de su boca y las palabras de sus enviados los profetas, brillan como la luz. Los verdaderos fundamentos de toda conversión, los da a conocer Dios por medio del profeta: “Quiero amor, no sacrificios; conocimiento de Dios, no holocaustos” (Os 6,6). No son los sacrificios que se ofrecen en el templo, los que revelan la autenticidad de la conversión. Si no está fundamentada sobre el amor, se evapora como “rocío al alba”.
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El conocimiento de Dios y el amor han de hacerse realidad en un proyecto de vida. El conocimiento de Dios ha de ser la luz que ilumina el camino; y el amor el impulso que impide ceder a la fatiga. El cumplimiento de ciertas prácticas tradicionales en la Cuaresma, pueden producir conclusiones engañosas. La recepción de la ceniza, el ayuno, la abstinencia, por sí solos no garantizan la conversión. Siguiendo la orientación del profeta, han de ir unidas al “amor y al conocimiento de Dios”. La Palabra de Dios, la participación activa y comprometida en los misterios de la salvación, han de hacer madurar cada día la conversión. El que se humilla será enaltecido Antes de proponerla, Jesús manifiesta claramente su objetivo: poner en su sitio a “los que se tienen por buenos y desprecian a los demás”. Elige dos tipos de personas claramente enfrentados en la sociedad judía. Por un lado el, “orgulloso” fariseo, lleno de sí mismo; por otro, el “empecatado” recaudador de impuestos, despreciado por el primero. La elección del lugar y la actividad que realizan, son del máximo interés: el templo y la oración. La elección del lugar y la forma de orar son reveladoras de la identidad de cada uno de los personajes. El fariseo presenta ante Dios su hoja de servicios, como factura por cobrar: ayuno dos veces por semana, y el pago del diezmo. El cobrador de impuestos, presenta más bien su hoja de débito: se declara pecador. El Señor, que es rico en misericordia, ejercitó su misericordia con aquel que se creía necesitado de ella. El fariseo, por el contrario, manifestó no necesitar de misericordia. Más bien, se gloriaba ante Dios de ser justo. Se volvió a casa con su arrogancia, tal como había venido. Jesús concluye: “Quien se humilla será enaltecido” (Lc 18,14). P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios: Él perdona todas tus culpas (Sal 102,2-3). 2. Oración colecta Concédenos, Señor, que celebrando con alegría esta Cuaresma, de tal modo penetremos el significado del misterio pascual, que obtengamos la plenitud de sus frutos. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Os 6,1-6) Lectura del libro del profeta Oseas Esto dice el Señor: “En su aflicción, mi pueblo me buscará y se dirán
unos a otros: ‘Vengan, volvámonos al Señor; él nos ha desgarrado y él nos curará; él nos ha herido y él nos vendará. En dos días nos devolverá la vida, y al tercero, nos levantará y viviremos en su presencia. Esforcémonos por conocer al Señor; tan cierta como la aurora es su aparición y su juicio surge como la luz; bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como lluvia de primavera que empapa la tierra’. ¿Qué voy a hacer contigo, Efraín? ¿Qué voy a hacer contigo, Judá? Su amor es nube mañanera, es rocío matinal que se evapora. Por eso los he azotado por medio de los profetas y
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les he dado muerte con mis palabras. Porque yo quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios, más que holocaustos”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R Misericordia quiero, no sacrificios, dice el Señor. L Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos, y purifícame de mis pecados /R L Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento, y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias /R L Señor, por tu bondad, apiádate de Sión, edifica de nuevo sus murallas. Te agradarán entonces los sacrificios justos, ofrendas y holocaustos /R (Sal 50).
5. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Hagámosle caso al Señor que nos dice: “No endurezcan su corazón”. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Sal 94,8).
6. Evangelio (Lc 18,9-14) Lectura del santo Evangelio según san Lucas A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola sobre algunos que se tenían por buenos y despreciaban a los demás: “Dos hombres subieron al templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ‘Dios mío, te
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doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias’. El publicano, en cambio, se quedó lejos y no se atrevía a levantar los ojos al cielo. Lo único que hacía era golpearse el pecho, diciendo: ‘Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador’. Pues bien, yo les aseguro que éste bajó a su casa justificado y aquél no; porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Oración sobre las ofrendas Tú que nos purificas con tu gracia para que nos acerquemos dignamente a tu Eucaristía, concédenos, Señor, celebrarla de tal modo, que podamos rendirte una alabanza perfecta. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Antífona de la comunión El publicano, manteniéndose a distancia, se golpeaba el pecho y decía: Señor, ten piedad de mí porque soy un pecador (Lc 18,13). 9. Oración después de la comunión Dios de misericordia, que no cesas de alimentarnos con tu santa Eucaristía, concédenos venerarla siempre con respeto y recibirla con fe profunda. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado y te pregunta: ¿Te crees tan bueno, que no necesitas misericordia?
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de Marzo - IV Domingo de Cuaresma /A L.H.: Salt. IV Sem. - Color Mo ILUMINADOS POR LA LUZ DE JESUCRISTO
Un camino de iluminación En el relato de la elección de David, el autor nos revela: “Dios no tiene la misma visión que tienen los seres humanos” (1Sam 16,7). Igualmente hay que afirmar que, la iluminación que recibe el ciego de nacimiento, desborda los criterios humanos. El relato es una bella catequesis. Revela el proceso que conduce del mundo tenebroso del pecado, a la iluminación de toda la persona. El protagonista del proceso es Jesús, que poco antes había proclamado: “Yo soy la luz del mundo, quien me siga no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8,12). Las comunidades cristianas asociaron muy pronto la sanación del ciego de nacimiento Jesús escupió en el suelo, hizo lodo con el proceso bautismal. “Recuerden los con la saliva, se lo puso en los ojos primeros días cuando, recién iluminados, al ciego y le dijo: “ve a lavarte en la sostuvieron el duro combate” (Heb 10,32). El piscina de Siloé” (Cfr. Jn 9,6-7) autor se refiere a la iluminación bautismal. En el itinerario bautismal que estamos realizando durante la Cuaresma, la liturgia nos remite a la sanación del ciego, relacionándolo con el bautismo: “sacramento de iluminación”. El bautizado es un “iluminado” por la luz de Jesús resucitado. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo Antes de proceder a la sanación del ciego, Jesús pronuncia dos sentencias que ofrecen la clave para una correcta comprensión de la sanación del ciego, que bien se puede considerar una “parábola en acción”. Primera afirmación: “Llegará la noche, cuando nadie puede trabajar” (Jn 9,4). Esta es la situación en la que se encuentra el ciego. Debido a su situación, se mueve como en la noche, con mil dificultades para poder desarrollar una actividad normal. Segunda afirmación: “Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo” (Jn 9,5). El ciego experimentará en su persona la verdad de esta proclamación de Jesús. Inmediatamente, Jesús pasa de las palabras a los hechos: hace barro con su saliva, ungió los ojos del ciego, le ordenó que fuera a lavarse en la piscina, y regresó con vista. Jesús se presenta como “iluminador de ciegos”. Este es el gran mensaje que nos transmite el evangelista. Los que estamos “ciegos”, ya sabemos a dónde acudir para recuperar la vista. Los que andamos en tinieblas, ya conocemos al “iluminador de caminos”. Una confesión de fe contra la increencia En el itinerario de “iluminación” que propone el evangelista, el proceso no ha concluido. En los signos milagrosos que realiza Jesús, sobre todo en el
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evangelio de Juan, con el acontecimiento extraordinario no concluye todo. El ciego ha recuperado físicamente la vista. Pero el proceso no ha terminado. Ante la diversidad de opiniones, necesitábamos escuchar al ciego: “De una cosa estoy seguro, que yo era ciego y ahora veo” (Jn 9,25). Es plenamente consciente de la obra realizada por Jesús: “Era ciego y ahora veo”. Pero da un paso más: “Si ese hombre no viniera de parte de Dios, no podría hacer nada” (Jn 9,33). Finalmente, el proceso concluye con una confesión de fe. A la pregunta de Jesús: ¿Crees en el Hijo del hombre que está hablando contigo? la respuesta fue: “Creo, Señor” (Jn 9,35-38). Ahora sí que la iluminación del ciego fue total. Esta confesión ha dejado en evidencia, a los vecinos, que lo llevaron ante los fariseos; a los padres, que rehúyen toda responsabilidad; a los fariseos, que acosan al ciego en busca de un motivo para acusar a Jesús. Vine al mundo para que los ciegos vean y los que ven queden ciegos La palabra de Jesús nos invita a la reflexión. ¿Estamos, como los fariseos, entre los ciegos que creen ver y nunca vieron, porque no creyeron a Jesús? ¿Somos de los ciegos que tuvieron la dicha de encontrarse con Jesús y fueron por él iluminados? “En un tiempo fuimos tinieblas, una vez bautizados, “somos luz por el Señor” (Ef 5,8). Quien ha sido iluminado por el Señor resucitado en el bautismo, no puede realizar obras que “da vergüenza mencionar”. Hay que denunciarlas y hacer que queden al descubierto por la luz. Este es el grito que ha de remover nuestras conciencias: “¡Despierta, tú que duermes, levántate de la muerte, y te iluminará Cristo!” (Ef 5,14). Abre los ojos, tú que has sido sanado de tu ceguera e iluminado por Jesús resucitado, “vive como hijo de la luz, con toda bondad, justicia y verdad que es fruto de la luz” (Ef 5,8-9). P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada Alégrate, Jerusalén, y todos los que la aman, reúnanse. Regocíjense con ella todos los que participaban de su duelo y quedarán saciados con la abundancia de sus consuelos (Is
66,10-11).
2. Oración colecta Dios nuestro, que has reconciliado contigo a la humanidad entera por medio de tu Hijo, concede al pueblo cristiano prepararse con fe viva y entrega generosa a celebrar las fiestas
de la Pascua. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (1Sam 16,1.6-7.10-13) Lectura del primer libro de Samuel En aquellos días, dijo el Señor a Samuel: “Ve a la casa de Jesé, en Belén, porque de entre sus hijos me he escogido un rey. Llena, pues, tu cuerno de aceite para ungirlo y vete”. Cuando llegó Samuel a Belén y vio a Eliab, el hijo mayor de Jesé, pensó: “Éste es, sin duda, el que voy a ungir como rey”. Pero el Señor le dijo: “No te dejes impresionar por su aspecto ni por su gran estatura, pues yo
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lo he descartado, porque yo no juzgo como juzga el hombre. El hombre se fija en las apariencias, pero el Señor se fija en los corazones”. Así fueron pasando ante Samuel siete de los hijos de Jesé; pero Samuel dijo: “Ninguno de éstos es el elegido del Señor”. Luego le preguntó a Jesé: “¿Son éstos todos tus hijos?” Él respondió: “Falta el más pequeño, que está cuidando el rebaño”. Samuel le dijo: “Hazlo venir, porque no nos sentaremos a comer hasta que llegue”. Y Jesé lo mandó llamar. El muchacho era rubio, de ojos vivos y buena presencia. Entonces el Señor dijo a Samuel: “Levántate y úngelo, porque éste es”. Tomó Samuel el cuerno con el aceite y lo ungió delante de sus hermanos. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 4. Salmo responsorial R El Señor es mi pastor, nada me falta. L El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas /R L Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad /R L Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes /R L Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término /R (Sal 22).
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5. 2ª Lectura (Ef 5,8-14) Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los efesios Hermanos: En otro tiempo ustedes fueron tinieblas, pero ahora, unidos al Señor, son luz. Vivan, por lo tanto, como hijos de la luz. Los frutos de la luz son la bondad, la santidad y la verdad. Busquen lo que es agradable al Señor y no tomen parte en las obras estériles de los que son tinieblas. Al contrario, repruébenlas abiertamente; porque, si bien las cosas que ellos hacen en secreto da rubor aun mencionarlas, al ser reprobadas abiertamente, todo queda en claro, porque todo lo que es iluminado por la luz se convierte en luz. Por eso se dice: Despierta, tú que duermes; levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 6. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Yo soy la luz del mundo, dice el Señor, el que me sigue tendrá la luz de la vida. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Jn 8,12). 7. Evangelio (Jn 9,1-41) Lectura del santo Evangelio según san Juan A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús vio al pasar a un ciego de nacimiento, y sus discípulos le preguntaron: “Maestro, ¿quién pecó para que éste naciera ciego, él o sus padres?” Jesús respondió; “Ni él pecó, ni tampoco sus padres. Nació así para que en él se
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manifestaran las obras de Dios. Es necesario que yo haga las obras del que me envió, mientras es de día, porque luego llega la noche y ya nadie puede trabajar. Mientras esté en el mundo, yo soy la luz del mundo”. Dicho esto, escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso en los ojos al ciego y le dijo: “Ve a lavarte en la piscina de Siloé” (que significa ‘Enviado’). Él fue, se lavó y volvió con vista. Entonces los vecinos y los que lo habían visto antes pidiendo limosna, preguntaban: “¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?” Unos decían: “Es el mismo”. Otros: “No es él, sino que se le parece”. Pero él decía: “Yo soy”. Y le preguntaban; “Entonces, ¿cómo se te abrieron los ojos?” Él les respondió: “El hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo puso en los ojos y me dijo; ‘Ve a Siloé y lávate’. Entonces fui, me lavé y comencé a ver”. Le preguntaron: “¿En dónde está él?” Les contestó: “No lo sé”. Llevaron entonces ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día en que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaron cómo había adquirido la vista. Él les contestó; “Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo”. Algunos de los fariseos comentaban: “Ese hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado”. Otros replicaban: “¿Cómo puede un pecador hacer semejantes prodigios?” Y había división entre ellos. Entonces volvieron a preguntarle al ciego: “Y tú, ¿qué piensas del que te abrió los ojos?” Él les contestó: “Que es un profeta”.
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Pero los judíos no creyeron que aquel hombre, que había sido ciego, hubiera recobrado la vista. Llamaron, pues, a sus padres y les preguntaron: “¿Es éste su hijo, del que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?” Sus padres contestaron: “Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. Cómo es que ahora ve o quién le haya dado la vista, no lo sabemos. Pregúntenselo a él; ya tiene edad suficiente y responderá por sí mismo”. Los padres del que había sido ciego dijeron esto por miedo a los judíos, porque éstos ya habían convenido en expulsar de la sinagoga a quien reconociera a Jesús como el Mesías. Por eso sus padres dijeron: ‘Ya tiene edad; pregúntenle a él’ Llamaron de nuevo al que había sido ciego y le dijeron: “Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador”. Contestó él: “Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo”. Le preguntaron otra vez: “¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?” Les contestó: “Ya se lo dije a ustedes y no me han dado crédito. ¿Para qué quieren oírlo otra vez? ¿Acaso también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?” Entonces ellos lo llenaron de insultos y le dijeron: “Discípulo de ése lo serás tú. Nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios. Pero ése, no sabemos de dónde viene”. Replicó aquel hombre: “Es curioso que ustedes no sepan de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero al que lo teme
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y hace su voluntad, a ése sí lo escucha. Jamás se había oído decir que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder”. Le replicaron: “Tú eres puro pecado desde que naciste, ¿cómo pretendes darnos lecciones?” Y lo echaron fuera. Supo Jesús que lo habían echado fuera, y cuando lo encontró, le dijo: “¿Crees tú en el Hijo del hombre?” Él contestó: “¿Y quién es, Señor, para que yo crea en él?” Jesús le dijo: “Ya lo has visto; el que está hablando contigo, ése es”. Él dijo: “Creo, Señor”. Y postrándose, lo adoró. Entonces le dijo Jesús: “Yo he venido a este mundo para que se definan los campos: para que los ciegos vean, y los que ven queden ciegos”. Al oír esto, algunos fariseos que estaban con él le preguntaron: “¿Entonces, también nosotros estamos ciegos?” Jesús les contestó: “Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado; pero como dicen que ven, siguen en su pecado”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 8. Oración de los fieles S Jesús es la Luz que nos sana de nuestras cegueras. Oremos para que él ilumine nuestro camino durante la Cuaresma y sigamos sus pasos con fidelidad hasta el final. A Te lo pedimos, Señor. L Para que el papa, los obispos y los responsables de nuestras comunidades, guiados por Jesús, que es Luz del mundo, conduzcan con dedicación y sabiduría al pueblo de
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Dios a celebrar con gozo la fiesta de la Pascua: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. L Para que los responsables políticos, sociales y económicos abran los ojos ante la multitud de personas que sufren marginación social, debido a situaciones de pobreza, de enfermedad y olvido permanente: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. L Hay personas que viven envueltas en las tinieblas de la increencia y del alejamiento de Dios. Para que Jesús, que nos guía mientras peregrinamos por este mundo, las sane de su ceguera: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor. L Por las instituciones civiles y religiosas dedicadas a la rehabilitación de jóvenes y adultos, para que en su labor prevalezca el amor y el respeto a la persona, por encima de métodos represivos: Oremos al Señor. A Te lo pedimos, Señor (Intenciones libres) S Tú, Señor, has iluminado al mundo por medio de tu vida, de tus acciones y de tus palabras. Haz que con nuestro testimonio y con nuestra palabra, seamos luz para aquellos que necesitan de nuestra ayuda. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. 9. Oración sobre las ofrendas Te presentamos, Señor, llenos de alegría, estas ofrendas para el sacrificio y pedimos tu ayuda para celebrarlo con fe sincera y ofrecerlo dignamente por la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. 10. Antífona de la oración El Señor me puso lodo sobre los
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ojos; yo fui a lavarme. Ahora veo y creo en Dios (Jn 9,11). 11. Oración después de la comunión Dios nuestro, luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo, ilumina nuestros corazones con el resplandor de tu gracia, para que
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nuestros pensamientos te sean agradables y te amemos con toda sinceridad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado, y te pregunta: ¿Eres luz en la comunidad a la que perteneces?
de Marzo - Lunes, Feria, IV Semana L.H.: Salt. IV Sem. - Color Mo de Cuaresma
Alégrense, porque crearé una tierra nueva El pueblo de Israel era víctima de sus infidelidades. Los invasores habían invadido sus tierras y se habían apoderado de sus bienes. Por medio del profeta, Dios les anuncia una buena noticia: “Voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva” Is 65,17). Será como una nueva creación. Dios anuncia que pondrá fin al caos que habían creado sus enemigos. La transformación llegará a todas las cosas. De modo especial se hará sentir en las personas. El gozo reemplazará al llanto; no habrá adultos que no alcancen la plenitud de sus años: “Será joven el que muera a los cien años” (Is 65,20). No habrá niños que mueran al nacer. Como es frecuente en los profetas, Isaías manifiesta la acción renovadora de Dios con signos visibles. Unos, relacionados directamente con las personas; otros, con los productos de la naturaleza: “Plantarán viñas y comerán sus frutos” (Is 65,21). Dios “hará todo nuevo”, si los humanos estamos dispuestos a poner nuestra parte en esta renovación. Si empeñamos nuestro esfuerzo en erradicar la pobreza y la marginación; si nos damos la mano para colaborar en la creación de estructuras más humanas y más justas. Creyó el funcionario con todos los de su casa El evangelista relaciona el hecho de la sanación del hijo del funcionario, con el primer signo milagroso realizado por Jesús en Caná de Galilea. Concretamente señala: “Esta fue la segunda señal que hizo Jesús al trasladarse de Judea a Galilea” (Jn 4,54). Antes de proceder a realizar la sanación, Jesús hace una denuncia: “Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen” (Jn 4,48). El que pide a Jesús el signo es un pagano, que recurre a él con la confianza de ser escuchado. Por dos veces les suplica que baje a Cafarnaún a sanar a su hijo. A pesar de que Jesús no emprende el camino hacia Cafarnaúm, el oficial cree en la palabra de Jesús: “Regresa tranquilo, que tu hijo sigue vivo” (Jn 4,50). El hombre se puso en camino. Antes de llegar a casa, ya recibió la noticia de que estaba sano.
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El hecho no concluye en la sanación del muchacho. El evangelista informa: “Creyó él con toda su familia” (Jn 4,53). Una vez más, se nos revela que los signos milagrosos que hacía Jesús, no se reducían a hechos espectaculares. Tenían un doble objeto. En primer lugar: revelar quién era él. En segundo lugar: provocar la fe en aquellos que los contemplaban. P. Antonio Danoz, redentorista
1. Antífona de entrada Yo tengo mi confianza en ti, Señor, yo gozaré y me alegraré porque has mirado con bondad mi desgracia y conoces mis angustias (Sal 30,7-8). 2. Oración colecta Dios nuestro, que renuevas este mundo por medio de tus sacramentos, concede a tu Iglesia aprovechar estos signos misteriosos de tu presencia y asístela siempre en sus necesidades materiales. Por nuestro Señor Jesucristo. 3. 1ª Lectura (Is 65,17-21) Lectura del libro del profeta Isaías Esto dice el Señor: “Voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva; ya no recordaré lo pasado, lo olvidaré de corazón. Se llenarán ustedes de gozo y de perpetua alegría por lo que voy a crear: Convertiré a Jerusalén en júbilo y a mi pueblo en alegría. Me alegraré por Jerusalén y me gozaré por mi pueblo. Ya no se oirán en ella gemidos ni llantos. Ya no habrá niños que vivan pocos días, ni viejos que no colmen sus años y al que no los alcance se le tendrá por maldito. Construirán casas y vivirán en ellas, plantarán viñas y comerán sus frutos”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor.
4. Salmo responsorial R Te alabaré, Señor, eternamente. L Te alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de morir, me reviviste /R L Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la tarde; por la mañana, el júbilo /R L Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi ayuda. Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente /R (Sal 29). 5. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Busquen el bien y no el mal, para que vivan, y el Señor estará con ustedes. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús (Am 5,14). 6. Evangelio (Jn 4,43-54) Lectura del santo Evangelio según san Juan A Gloria a ti, Señor En aquel tiempo, Jesús salió de Samaria y se fue a Galilea. Jesús mismo había declarado que a ningún profeta se le honra en su propia patria. Cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que él había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían estado allí.
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Volvió entonces a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía un hijo enfermo en Cafarnaúm. Al oír éste que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue a verlo y le rogó que fuera a curar a su hijo, que se estaba muriendo. Jesús le dijo: “Si no ven ustedes señales y prodigios, no creen”. Pero el funcionario del rey insistió: “Señor, ven antes de que mi muchachito muera”. Jesús le contestó: “Vete, tu hijo ya está sano”. Aquel hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Cuando iba llegando, sus criados le salieron al encuentro para decirle que su hijo ya estaba sano. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Le contestaron: “Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre”. El padre reconoció que a esa misma hora Jesús le había dicho: ‘Tu hijo ya está sano’, y creyó con todos los de su casa. Ésta fue la segunda señal milagrosa que hizo Jesús al volver de Judea a Galilea. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús.
7. Oración sobre las ofrendas Como fruto de este sacrificio que vamos a ofrecerte, líbranos, Señor, de la esclavitud de nuestros vicios y danos fortaleza para vivir de acuerdo con tu Evangelio. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Antífona de la comunión Infundiré mi espíritu en ustedes para que vivan según mis mandamientos y cumplan mi voluntad, dice el Señor (Éx 36,27). 9. Oración después de la comunión Que esta santa comunión, Señor, renueve y santifique nuestra vida y nos ayude a alcanzar los bienes eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Dios te ha hablado, y te pregunta: ¿Eres de los que, si no ven milagros no creen?
“Señor, ven antes de que mi muchachito muera”.
CUARESMA Deja que Cristo entre en tu corazón
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