Año XLVI - Domingo III de Adviento / C - 16 de Diciembre de 2012
ESPERA EN EL SEÑOR
Remesa I - Nº 3
E
n el Adviento del pueblo cada persona está bendecida para ser profeta de la vida, de la liberad, de la justicia y de la salvación. “A quien esperamos ya está en medio de nosotros. En el Adviento ya celebramos la promesa de la salvación”. Es indudable. El Adviento de hoy y de mañana necesita profetas de la esperanza. Más allá de toda realidad de inseguridad, de secuestro, de muerte violenta, de miseria o de destierro, la perspectiva de Dios tiene aire de victoria, de fiesta liberadora. La fe en Aquel que viene, destierra el miedo y el desaliento y abre horizontes de liberación. Algunos le preguntan a Juan: ¿Eres tú el que viene a traernos la liberación definitiva? Y Juan, con entereza de humildad equilibrada, responde: “No soy yo. Yo bautizo con agua de conversión. Yo anuncio, proclamo… El los bautizó con agua, pero está que viene bautizará con Espíritu y fuego” y Y por llegar uno con más poder que renovará la faz de la tierra. Por eso Pablo, yo, y yo no soy digno de desatar las correas de sus sandalias con intuición de fe, escribía. “Estén alegres. (Lc 3,16). Nada ni nadie los perturbe. La paz de Cristo, que sobrepasa todo juicio, custodie sus corazones y sus pensamientos en el Señor”. Como anoté al principio, estamos en el Adviento del Señor, en la expectativa de su justicia. El Señor que viene, ya camina con nosotros con la buena noticia de la liberación. No hagamos de la Navidad un espectáculo. ¡No! Celebremos la fiesta de la salvación en el amor. ¿Cómo sigues viviendo el Adviento? ¿Qué sentido da la Navidad a tu vida? ¿Qué senderos de justicia y de paz anuncias con tu presencia? Recuerda el salmo: ¡Qué grande es en medio de ti el santo de Israel! La angustia no resuelve nada. La alegría es la seguridad de la justicia de Dios. Ten fe. Camina en la paz y espera en el Señor. Antonio Gracia, pasionista El Señor es mi Dios y salvador (Sal Is 12)