Año XLVI - Domingo XXIX del Tiempo Ordinario /B - 21 de Octubre de 2012
Remesa VII - Nº 51
B
BEBE EL CÁLIZ
uscar puestos de honor, no cuesta nada. Servir sin retribución, exige voluntad generosa y decidida. Amar hasta la cruz y perdonar aún en la desnudez del abandono, es de personas revestidas de la pasión de Jesús. El profeta Isaías describe la acción salvadora y misionera del Siervo de Dios, como una actitud inmolativa e intercesora. Por la obediencia llega hasta la muerte. Triturado entrega su vida como expiación. Carga con los crímenes del pueblo, lo reconcilia con Dios y lo pone en camino de libertad. Jesús se revela al Siervo y expone su opción salvadora. Su palabra, sus gestos y los signos que realiza, confirman la decisión tomada en el Espíritu. Beberá el cáliz hasta el final y se bautizará en su propia sangre. Los apóstoles no acaban de entender esta misión del Maestro. Les parece aberrante. Y aunque decidan be“¿Pueden beber la copa que yo ber el cáliz, tendrán que aprender que estoy bebiendo o ser bautizados sentarse a la derecha o a la izquierda de como yo soy bautizado?” Ellos contestaron: “Sí, podemos” Dios es don gratuito. (Cfr. Mc 10,38-39). En el seguimiento de Cristo es fundamental discernir cada día las motivaciones que impulsan el camino de la fe. Cuando sólo se pretende figurar, conseguir aplausos y regalitos de sonrisas, más que amar al prójimo como a sí mismo, se busca amarse a sí mismo a expensas del prójimo. ¿Te sientes cristiano comprometido en la causa de Cristo? ¿Cómo asumes las realidades dolorosos de tu vida? Discierne sobre tu vida. Asume el plan de Dios con actitud de obediencia. Siembra el evangelio con amor, ahí donde vives. Bebe el cáliz del Señor y tendrás vida eterna. Antonio Gracia, pasionista Jornada Mundial de las Misiones