Año XLV - Domingo XIV del Tiempo Ordinario /B - 8 de Julio de 2012
SÉ PROFETA
Remesa V - Nº 36
E
l profeta, seducido por Dios, asume la llamada y arriesga su vida por la misión. El sabe muy bien que el Espíritu está de su lado; que su soplo es la energía y el poder de su palabra y de su acción. La primera lectura nos regala el testimonio de Ezequiel. Dios lo envía con este preámbulo de seguridad: “Te hagan caso o no, sabrán que hubo un profeta en medio del pueblo”. No tengas miedo. “Yo estoy contigo”. El evangelio nos recuerda que Jesús, bajo la moción del Espíritu, ejerce su misión profética. Un día lo tildan de loco y otro, pregonan que tiene el demonio dentro. Y hasta en su propio pueblo, se crea una confusión grande: “¿De dónde saca éste todo eso? ¿No es el hijo del carpintero?” Pero Él sigue su camino. Su vida es misión. No importa que su palabra rebote en la cabeza de sus paisanos, ni que su evangelio se le convierta en causa de desprecio. Ciertamente le duele tener que Cuando llegó el sábado, se puso gritar, “hasta en la tierra propia despre- a enseñar en la sinagoga y mucha gente lo escuchaba con estupor cian a un profeta”; pero ni la decepción (Mc 6,2). de la incredulidad de los suyos lo detiene en su camino. Ser profeta hoy es una exigencia imperiosa. La injusticia, la violación de los derechos humanos, los robos, la inseguridad en la calle, el vicio, la violencia, la drogadicción, el alcoholismo, son hechos de cada día. El pueblo necesita profetas; hormiguitas de Dios, que sin miedo al desprecio o a la burla, caminen por los senderos de la vida proclamando los valores del Reino de Dios. ¿Estás dispuesto a serlo? ¿Cueste lo que cueste? Entonces no tengas miedo. Asume el reto de ser un pobre ‘loco’ por el evangelio del Señor. En tu debilidad está la fortaleza de Dios. Sé profeta de su Reino. Antonio Gracia, pasionista Señor, Ten piedad de nosotros (Sal 122)