Año XLVI - Domingo XXIII del Tiempo Ordinario /B - 9 de Septiembre de 2012
Remesa VI - Nº 45
M
ESCUCHAR Y PROCLAMAR
alo es estar ciego. Malo es estar sordo y mudo. Pero mucho peor aún es no querer abrir los ojos para ver, ni limpiar los oídos para escuchar, o cerrar la boca por miedo a proclamar la verdad del Reino de Dios. Atiende a lo que te digo. Ciertos milagros del Jesús de la vida, tienen una connotación más profunda que simplemente el valor del milagro corporal. Ciertamente Jesús es el hombre de la vida. La ama con pasión y la constituye en programa de su acción mesiánica. Por eso él mismo afirma: Yo he venido, para dar libertad a los cautivos, vista a los ciegos.., para que todos tengan vida y la tengan en abundancia”. La curación del sordo mudo es un detalle significativo de su proyecto de comunicar vida en toda su dimensión. Pero yo quiero trascender el milagro físico, por muy importante que sea para el sordomudo curado. Por el camino de la vida, disimuladamente, Después, mirando al cielo, sustransitamos muchos sordos y mudos. Física- piró y le dijo: “¡Effetá!” (que quiere decir “¡Ábrete!”) mente, sí podemos escuchar y hablar. Pero (Cf. Mc 7,33-34). preferimos hacernos los sordos y los mudos. Tenemos miedo a la verdad. Nos ponemos tapones en el oído interior para no escuchar lo que Dios quiere decirnos y así no comprometernos a proclamar el evangelio por miedo al riesgo que supone. ¿Verdad o mentira? Por eso te pregunto: ¿Escuchas a Jesús en tu vida? ¿Tiene su palabra importancia en ti? ¿La proclamas con fe y con amor? Hoy Jesús pasa por el camino de tu vida. No te escondas. Sé fuerte como dice Isaías. Acércate. Dile que toque tus oídos y que abra tu boca, para que puedas escuchar y proclamar su evangelio con audacia de testigo. Antonio Gracia, pasionista Alaba, alma mía, al Señor (Sal 145)