Año XLVII - Domingo V del Tiempo Ordinario /A - 9 de Febrero de 2014
ILUMINAR Y PONERLE SABOR A LA VIDA
Remesa II - Nº 11
E
n el llamado “Sermón de la montaña”, Jesús les dice a sus discípulos que tienen que ser la luz del mundo y la sal de la tierra. Que tienen que iluminar y ponerle sabor a la vida. Y ¿cuál es la corriente eléctrica que va a prender esa luz? Las buenas obras. Dice Jesús: Alumbre así su luz a los hombres, para “Hagan, pues, que brille su luz ante los hombres” que vean sus buenas obras. (Mt 5,16) Y ¿cuáles son esas buenas obras? La profecía de Isaías viene en nuestra ayuda, diciéndonos: Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que va desnudo, destierra de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, el hablar mal de los demás. También el salmo nos ayuda: En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo, el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos, reparte limosnas a los pobres, su caridad es constante, sin falta. Entonces clamarás al Señor y te responderá. No estamos solos en esta tarea. Dios está con nosotros. Nos acompaña. Nos da su luz, su sabor y su fuerza. Pasado mañana es la fiesta de la Virgen de Lourdes, que se apareció a santa Bernardita Subirú. Hubo un tiempo en que la roca de Lourdes estaba cubierta con las muletas de todos los enfermos que llegaron con ellas y, una vez curados, ya no las necesitaban. Y las dejaban en testimonio del milagro. Le pedimos a Dios, por medio de la Virgen de Lourdes, que recibamos las gracias que nos quiere dar para que seamos luz del mundo y sal de la tierra. P. Jean Pierre Wyssembach, S.J. El justo brilla como una luz en las tinieblas (Sal 111)