Año XLVI - Domingo II de Adviento / C - 9 de Diciembre de 2012
Remesa I - Nº 2
E
ALLANA EL SENDERO AL SEÑOR
l Adviento nos invita a preparar el camino, para “llegar al día de Cristo limpios e irreprensibles, cargados de frutos de justicia”. Azada, rastrillo y dedicación. Así es. Hacia el encuentro de Dios no se camina de cualquier manera. Hacia Dios se avanza en actitud de conversión. Personifico la palabra de Baruc y te proclamo: “Despójate de tu orgullo, de tu vanagloria, de tu infidelidad, y acércate a Aquel que viene con vestido de justicia y de santidad”. La voz del profeta es eco de la inspiración interior. Juan metido en el desierto, en el silencio y en la soledad, en el ayuno y en la oración, siente que “la palabra de Dios viene sobre él”. Acaso no la espera, ni la quiere. Pero le baja desde el gran silencio de Dios y la vibra con poder. Por eso bajo su fuego proclama: “Preparen el camino, enderecen lo torcido e igualen lo escabroso. Conviértanse de corazón”. Si Dios manda que se rebajen los montes y que se allanen las quebradas, es porque desea facilitar la reunión de sus hijos y ser fiesta para “Preparen el camino del Señor, ellos. La conversión del Adviento no es para enderecen sus senderos” (Lc 3,4). el llanto, sino para la fiesta. La cercanía de Emmanuel es el pregón más entrañable que puede anunciarse en el camino de los desterrados hijos de Eva. Por eso debes regalarte silencio interior para percibir el paso del que viene. Desde el alboroto y el ruido, resulta difícil escuchar su voz y acoger la salvación. La expectación vigilante se vive desde la fe y el amor. ¿Cómo estás viviendo este momento de gracia? ¿Qué haces para que en tu familia acontezca la salvación del Señor? Camina el Adviento con sinceridad de corazón. No juegues con apariencias. Allana el sendero al Señor y sentirás anticipadamente su bendición. Antonio Gracia, pasionista Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor (Sal 125)