Año XLVII - Domingo III del Tiempo Ordinario /A - 26 de Enero de 2014
EL PUEBLO QUE HABITABA EN TINIEBLAS VIO UNA LUZ GRANDE
Remesa II - Nº 9
H
as traído una gran alegría, muy grande es el gozo. Todos se alegran delante de ti como en tiempo de cosecha, como se alegran los que se reparten grandes riquezas. Porque Tú has deshecho la esclavitud que oprimía al pueblo, la opresión que lo afligía, la tiranía a que estaba sometido. Como cuando logró librarse de los madianitas que lo sometían. Esta lectura es de las páginas más alegres del libro del profeta Isaías. Y el evangelista Mateo la ve realizada cuando Jesús comienza su predicación por su tierra, Galilea, anunciando: “Conviértanse, porque está cerca el Reino de los cielos”. Los judíos decían “de los cielos” para referirse a Dios sin nombrarlo, por respeto a su nombre. Jesús hablaba del Reinado de Dios, un Jesús los llamó: “Síganme, y yo los mundo en el que Dios reina, en el que se haré pescadores de hombres” hace su voluntad, un mundo sin homici(Mt 4,19) dios, sin violaciones, sin robos, sin engaños, sin calumnias, sin envidias. E inmediatamente tenemos el llamamiento de los primeros seguidores de Jesús. La acción es demasiado rápida. Llevó más tiempo entusiasmar a los seguidores. Pero los evangelistas ponen este resumen al comienzo, para presentarnos siempre a Jesús con sus seguidores. Necesitamos a Dios. Pero también Dios nos necesita. Para anunciar a los hombres el amor que nos tiene y que quiere que nos tengamos entre nosotros. Nos necesita como discípulos y misioneros. El Señor es mi luz y mi salvación. ¿A quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida. ¿Quién me hará temblar? Le damos gracias por su fuerza, su amor, por medio de Nuestra Señora de la Paz, patrona de Trujillo, cuya fiesta celebramos en este tiempo. P. Jean Pierre Wyssembach, S.J. El Señor es mi luz y mi salvación (Sal 26)