Año XLVI - Domingo III de Pascua - /A - 8 de Mayo de 2011
Remesa III Nº 23
¡Q
JESÚS EN CAMINO
ué amarga es la frustración y qué difícil salir de su abismo! Los discípulos de Emaús nos revelan, inicialmente, la lección de un día amargo, triste, de derrota: “Nos han matado al amigo, hombre bueno en palabras y en obras… y su profecía de resucitar no se ha cumplido”. No tienen nada claro el asunto de la resurrección de Jesús, aunque algunas mujeres proclaman audazmente que lo han visto. He subrayado inicialmente, porque un encontradizo, con rostro de ‘ignorante’, se empareja a su andar, se sitúa a su lado, escucha, guarda silencio y acompaña, mientras los discípulos tragan amargamente kilómetros y kilómetros. Y, cosa curiosa; cuando los discípulos terminan de drenar su decepción, comienza a hablar el ‘ignorante’. Y lo hace tan de tú a tú, que los ojos y los oídos de los discípulos no ven ni oyen nada más allá de lo que oyen y ven. Y, de nuevo, cosa sorprendente. Después de tanto caminar y compartir, a la hora de partir el pan, descubren que el ‘ignorante’ es el Resucitado. El acontecimiento de los discípulos de Emaús nos ofrece, realmente, un evangelio significativo y aleccionador. En él se nos revela que Jesús les preguntó: ¿Qué pasó? Le contestaron: Jesús el resucitado está ahí, peregrino a pie “¡Todo el asunto de Jesús descalzo, compañero invisible, brazo sobre el Nazareno!” (Lc 24,19) hombro y acomodado al paso de aquel a quien acompaña. Como si la grandeza de la resurrección se revelara en la cercanía humana de la comprensión. ¿Te has sentido, alguna vez, decepcionado en los caminos de Dios? ¿Por qué? Recuerda que la Pascua es un camino de Fe. Aunque camines por cañadas oscuras, Él está contigo. Pero si algún día lo descubres, al partir el pan, no te calles. Confiésalo. El pueblo necesita testigos del Señor. Antonio Gracia, pasionista Felicitamos a todas las madres en su día