Año XLVII - Domingo IV de Pascua /A - 11 de Mayo de 2014
¿SOMOS OVEJAS O PASTORES?
Remesa III - Nº 24
L
os evangelistas nos recuerdan que Jesús se compadecía de la gente, porque los veía como ovejas sin pastor. ¿No nos sucede a veces sentirnos como ovejas sin pastor, cuando vemos que quienes debieran cuidarnos nos abandonan para cuidar sus propios intereses? A Jesús le gustaba entenderse como el buen pastor. El que las conoce por su nombre, las llama y las saca fuera. Camina delante de ellas. Y ellas le siguen, porque conocen su voz. Y nosotros, ¿conocemos su voz? “El que entra por la puerta es el pastor ¿Le seguimos? de las ovejas” (Jn 10,2) Lo queremos, porque él da su vida por sus ovejas. Él quiso que sus discípulos continuaran su obra. A San Pedro le repite varias veces: “Apacienta mis corderos. Apacienta mis ovejas”. Y en la primera carta de Pedro dice: “Apacienten el rebaño de Dios que les han confiado, de buena gana, generosamente”. Las mamás y los papás son los primeros pastores de sus hijos. También deben serlo los buenos maestros y los buenos catequistas. Somos ovejas conocidas, queridas, llamadas y guiadas por nuestro Señor Jesucristo. Pero no somos ovejas. Estamos llamados a ser pastores en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestra sociedad. El capítulo 34 del profeta Ezequiel es una acusación terrible contra los malos pastores de la sociedad, los que se cuidan a ellos mismos y descuidan el rebaño. El martes es la fiesta de la Virgen de Fátima. Que se apareció a unos pastorcitos. Que por su intercesión recibamos la fuerza para ser buenos pastores. P. Jean Pierre Wyssenbach, S.J. Jornada Mundial de Oración por las vocaciones sacerdotales y religiosas