Año XLV - Domingo IV de Pascua /B - 29 de Abril de 2012
EL SEÑOR ES MI PASTOR
Remesa IV - Nº 26
N
o dudes nunca del amor de Jesús. Desde Belén hasta el Calvario, encarna el amor de Dios por su pueblo. No esconde la cara, ni rehúye la responsabilidad. Se entrega hasta la muerte y muerte de cruz. Más aún. Su amor extremo, lo convierte en fuente de agua refrescante y en pan de vida y de salvación. Te lo recalco. Él a Sí mismo se declara Buen Pastor que entrega la vida por las ovejas. Sin afán de lucro. Jesús no conjunta rebaños con reales, ni con falsas promesas. Los compra con el precio de su sangre y los reúne con el pan de su presencia sacramental. Por eso les declara: “Quien come de mi pan, tiene vida eterna”. Este buen Pastor, como escribí hace mucho tiempo y aquí lo repito: “Camina con el pueblo. Distingue por su nombre a cada oveja del rebaño. Le regala el pasto de su palabra y de su pan. Le ofrece el agua de su amor. Lo cuida de pastores falsos y traidores. Y vigila con afán a cada oveja”. En Él no hay mentira. Como persona es camino, verdad y vida para el rebaño. Por eso va a la cabeza. Busca la oveja perdida, la carga sobre el hombro y la reintegra al re- “Yo soy el Buen Pastor. El buen dil. Sus pies descalzos, siguen caminando pastor da su vida por las ovejas” sobre piedra y polvo, apoyado en su cayado, (Jn 10,11) cruz de amor. ¿Te sientes realmente ovejita del rebaño del Señor? ¿Te alimentas del pasto de su Palabra y del pan de la Eucaristía? No te ausentes por caminos extraños. No te dejes seducir por vanaglorias que se marchitan y se pierden en la nada. Déjate conocer y amar por el Pastor. Intenta responderle con fidelidad. Y confiesa con fervor: ¡El Señor es mi Pastor!
Antonio Gracia, pasionista
Jornada Mundial de Oración por las vocaciones sacerdotales y religiosas